Bienaventurada soledad la de aquel cuyo corazón
desborda de gozo, conoce la verdad y guarda en ella
para siempre su espíritu.
Bienaventurada libertad la de quien se ha sacudido de
encima los engaños del mundo y, lleno de respeto, no
daña a ningún ser viviente.
Bienaventurada felicidad la de quien ya no busca placer
terrestre alguno y, más allá de todos los deseos, se ha
despojado de ese orgullo secreto que nos hace decir:
"soy yo"
En verdad, esa es la suprema beatitud.
Mâhavagga (texto budista)
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