jueves, 7 de octubre de 2021

VARIOS (Nicolás Gómez Dávila)

VARIOS

Las cohortes disciplinadas de “rebeldes” desfilan en nuestro tiempo, entre las ovaciones frenéticas del público y bajo la protección de las autoridades civiles y eclesiásticas, mientras que los conformistas huyen perseguidos y conspiran en solitarios desvanes.

Los náufragos perdonan más fácilmente al piloto imprudente que hunde la “nave” que al pasajero inteligente, que predice su deriva hacia el escollo.

El lujo es vulgar cuando es ostentación de dinero, no cuando es ostentación de lo noble, lo imperial, lo sacro.

Pocos reparan en la única diversión que no hastía: tratar de ser año tras año un poco menos ignorante, un poco menos bruto, un poco menos vil.

Las únicas enseñanzas importantes son las que no puede transmitir sino el tono de voz.

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El hombre paga el poder que adquiere sobre el mundo entrgando el sentido de las cosas.

Para hacer la teoría del viento hay que renunciar añl misterio de un torbellino de hojas secas.

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La noche vuelve canto los agrios gritos del día.

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La paradoja es convergencia de proposiciones contrarias en una misma frase.

Lo paradójico es divergencia de una realidad única en varias expresiones en conflicto.

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“Haber vivido mucho” suele significar meramente la asidua frecuentación de prostíbulos.

Puesto que a todo discurso se le puede negar sus postulados, solo es válida apologética la seducción moral de una vida, la seducción intelectual de una idea , la seducción estética de una prosa.

Al que pregunte con angustia qué toca hacer hoy, contestemos con probidad que solo cabe una lucidez impotente.

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La teoría se equivoca limitando la realidad a las categorías que permiten manipularla.

La práctica se equivoca procediendo como si la teoría no se equivocara.

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El alma se le muere pronto a quien no tuvo infancia campesina.

A la ética actual le distingue de la ética el intento de proclamar virtudes los alófonos de la codicia.


TRADICIÓN (Nicolás Gómez Dávila)

TRADICIÓN

Es prudente respetar los viejos catecismos, para evitar la vulgaridad y los crímenes del pueblo que estrena opiniones.

La originalidad necesita adosarse a la continuidad de una tradición.

Solo una cosa no es vana; la perfección sensual del instante.

Frente a la claridad hija del análisis que substituye a una totalidad confusa una multiplicidad sistemática, existe una claridad que proviene de la intuición global del objeto, más semejante a la visión que el pintor transmite del cuerpo desnudo que al inventario del anatomista.

El espíritu no camina con pasos regulares: brinca, al contrario, de evidencia en evidencia.

Meditar es traducir un instante de lucidez en el idioma de una época y en el  léxico de un gremio.

A los abruptos dilemas de la inteligencia la historia contesta con soluciones que los burlan.

La sensación de infinito se consigue solo en lo inmediato.

Cuando cobra total seriedad, la meditación metafísica culmina en relato autobiográfico.

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Al mundo solo le rescata de su causalidad horrenda, de su bruta existencia empírica, la visón que se instala en la misteriosa suficiencia de cada objeto aislado, como se instala el amante en la maravillosa suficiencia de su amor.

La sabiduría en este siglo, consiste ante todo en saber soportar la vulgaridad sin irritarse

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Solo la quietud y la rutina nos entregan la pulpa de las cosas, de las esencias, de los seres.

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La conciencia de nuestra dependencia, de nuestra impotencia, de nuestra insignificancia, la conciencia, en fin, de nuestra condición de creatura, nos salva de la angustia y del tedio.

Para quien se postra el mundo fluye en una secreta primavera.

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Para educar el alma es necesario someterla a la presencia de los mismos muros, a la paz rutinaria y monótona del mismo paisaje bajo el mismo cielo.

En ciertos instantes colmados Dios desborda en el mundo, como fuente repentina en la paz del mediodía.

Las iluminaciones que orientan la vida del espíritu son las repentinas fulguraciones de trivialidades.

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Si un vacío físico no lo convence de la desaparición de una cosa, el hombre se obstina en verla presente mientras persista su espectro.

En el mundo contemporáneo las yerguen aun su apariencia intacta, pero el siglo succionó implacablemente su savia. La espesa pulpa de las cosas, de momento en momento, se corrompe, se pudre, se disipa.

El hombre se instala ciegamente en la terrestre solidez de su destino, cuando la substancia del mundo fluye hoy por una secreta herida hacia la nada.

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Solo es realmente importante lo que al mero espectador parece gesto trivial.

Llámese como se quiera, el modo como Dios me es, es el modo como me soy a mí mismo.

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Las experiencias espiritualmente más hondas no provienen de meditaciones intelectuales profundas, sino de la visión privilegiad de algo concreto.

En el larario del alma no veneramos grandes dioses, sino fragmentos de frases, gajos de sueños.

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Indicios de civilización sólo son la claridad, la lucidez, el orden, los buenos modales, de la prosa cotidiana.

La inquietud es consecuencia de una fe excesiva en la estabilidad de las cosas.

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La violencia no basta para destruir una civilización.

Cada civilización muere de la indiferencia ante los valores peculiares que la fundan.

Lo que requiere lucha para ser conseguido muere de ser alcanzado.

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El escritor tradicional no se ocupa de la tradición a que pertenece, porque no duda de la legitimidad de su genealogía.

El escritor tradicionalista, en cambio, imita cuidadosamente a sus presuntos antepasados, para parecer de la misma familia.

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Una tradición no es un supuesto catálogo de virtudes que se enfrenta a un catálogo de errores, sino un estilo de resolver problemas.

La tradición no es solución petrificada, sino método flexible.

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El papel del cristianismo en el mundo es la mayor preocupación del nuevo teólogo.

Singular preocupación, singular preocupación, puesto que el cristianismo enseña que el cristiano no tiene papel en el mundo.

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La humildad no desarma como símbolo de sumisión anticipada, sino como revelación repentina de un universo donde mandar es grosero y vulgar.

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Siendo la lucha por la libertad la más noble de las empresas, el hombre se envilece en una sociedad libre.

El alma se ablanda y se corrompe donde todo se puede decir y todo hacer. Lo esfuerzos viriles, las atestiguaciones peligrosas, las tensiones trágicas, se extinguen, para que el hombre, eximido de la compulsión a ser noble, se rinda a la natural vileza de sus instintos.

Acostumbrado finalmente a tolerar sus contrarios, los principios se convierten en claudicaciones elocuentes.

El precio de la libertad es una perpetua apostasía.

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La salvación social se aproxima cuando cada cual confiesa que solo puede salvarse a si mismo.

La sociedad se salva cuando sus presuntos salvadores desesperan.

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Solo lo trivial nos ampara del tedio.

El mal solo tiene la realidad del bien que anula.

El hombre moderno no ama, sino se refugia en el amor; no espera  sino se refugia en la esperanza; no cree, sino se refugia en el dogma.

La desnudez sensual es la florescencia del pudor.

Si los dominicos, para convertir a la muchedumbre, aconsejan hoy el fusilamiento popular de ricos, en vez de la combustión inquisitorial de herejes, los jesuitas por otra parte, con el fin de adaptar el cristianismo al mundo, en lugar de paliar como ayer las codicias burguesas proponen cohonestar las envidias proletarias.

Criticar el dualismo, confundiendo el que distingue con el que contapone, prohíja la pronta transformación del cristianismo en un inmanentismo naturalista.

Los monismos son representaciones dranáticas, donde el drama es embuste y sombras chinescas los actores.

Un solo concilio no es más que una solo voz en el verdadero concilio ecuménico de la Iglesia, que es su historia total.

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Los desaciertos sociales del cristianismo, en la última centuria, se originaron en el error de adaptar su conservatismo ingénito a la defensa de condiciones sociales provenientes de un proyecto revolucionario adverso a su doctrina.

El cristianismo sufre las consecuencias de haber custodiado el proceso de industrialización de una sociedad democrática.

Después de conversar con alguien “bien moderno” vemos que la humanidad se evadió de los “siglos de fe” para atascarse en los de credulidad.

Clérigos y periodistas han embadurnado de tanto sentimentalismo el vocablo “amor” que su solo eco hiede.

Hay almas que la absolución no limpia, sino que empuercan las absoluciones.

Las familias suelen ser células purulentas de estupidez y desdicha, porque una necesidad irónica exige que el gobierno de tan elementales estructuras requiera tanta inteligencia, astucia, diplomacia, como el de un estado.

Autoridad es la característica propia a lo que nos subyuga, como la poesía de Homero o el genio de Platón.

Autoridad no es lo que logra mandar, sino lo que no es concebible que se le desobedezca sin demencia,

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La necesidad de la gracia procede menos de nuestra incapacidad para cumplir la ley que de la esterilidad de su cumplimiento.

No es de la impotencia de la voluntad, sino del fracaso de sus obras, de donde surge la urgencia de la gracia,

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La sociedad racional no se opone a la “tradicional” como lo coherente a lo ilógico.

Sino como lo animal a lo humano.

“Racional”, en este contexto, significa ahitarse sin decencia y copular sin trabas.

Los rebeldes a una tradición, o no cuentan, o resultan más leales a la tradición que sus fieles presuntos.

La tradición no es texto sino manera de leerlo.

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El que cree en Dios no necesita someter as una coherencia arbitraria el caos del mundo.

El orden mora detrás de nuestras evidencias discrepantes,

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Dios es la realidad que el deísta pierde y que el panteísta recupera.

Como ideal supremo, la libertad es el primer paso hacia el nihilismo final,

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Comoquiera que la materia de un conocimiento que se pretende inmediato es más importante que su forma, debemos distinguir de la mística teísta lamística naturalista y la mística personalista: de la experiencia de la realidad de Dios la experiencia de la incorrupción del mundo y la experiencia de la eviternidad del yo.

La mística teísta es incorruptible; pero la mística naturalista se pervierte en panteísmo, cuando la conciencia extática identifica el esplendor de la creación intacta con el esplendor mismo del creador; y la mística personalista se pervierte en gnosticismo, cuando la conciencia ensimismada identifica la eviternidad del alma con la eternidad de Dios. 

Las actitudes panteístas son menos culpables que las gnósticas, porque la soberbia humana se consume allí en la conflagración divina de las cosas; pero la interpretación errónea de la experiencia mística reitera el sacrilegio primigenio.

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Liberar al hombre es sujetarlo a la codicia y al sexo.

La muerte no debe ser el objeto de nuestras meditaciones, sino la base de todas.

No transmitimos finalmente, despertamos.

Los principios son la luz que ilumina nuestros pasos mientras las evidencias se eclipsan.

El gesto más que el verbo, es el verdadero transmisor de las tradiciones.

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La ciudad desaparece, mientras elmundo entero se urbaniza.

La ciudad occidental fue persona.

Hoy, la hipertrofia urbana y el centralismo estatal la desintegran en mero hacinamiento inánime de viviendas.

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No tratemos de convencer, el apostolado daña los buenos modales.

Si no heredamos una tradición espiritual que la interprete, la experiencia de la vida nada enseña.

¿ En qué dios habrán creído los que dejan de creer en él?

El método supremo sería el que nos permitiese descubrir al dios bajo el harapo.

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El honor es el escándalo de la ética.

En efecto, las noemas que el honor acata pueden coincidir con las normas universales, pero el honor nos ordena acatarlas meramente porque las asumimos como propias.

Honor es lealtad con mi deber, porque es mío.

El honor se degrada en honra, como la ética en moralismo.

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La caridad inicia la redención del sujeto, el arte la del objeto, el honor la de la relación entre los dos.

La caridad es acto del sujeto que trata a los demás sujetos como fines, el arte es el acto de aprensión que trata al objeto como fin, el honor es el acto que trata como fin la relación entre sujeto y objeto porque consiste el cumplir el compromiso asumido.

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No es la grandeza del hombre lo que me empeño en negar, sino la pretendida omnipotencia de sus manos.

Los responsables de los grandes intereses espirituales pueden ser feroces o buenos, pero no afables.

Adulterar la ética cristiana de la perfección en ética de servicio es colaborar a la transformación de la conducta ética en comportamiento legal.

La liberación total es el proceso que construye la prisión perfecta.

Las insurrecciones titánicas contra la divinidad culminan en las hebdomadarias visitas a prostíbulos de barrio.

Toda ética termina en pelagianismo, todo pelagianismo en deísmo, todo deísmo en sepelio de Dios.

El destino no es necesidad irrecusable, sino invitación desafiante a plinitud de significado.

 

 


POLÍTICA (Nicolás Gómez Dávila)

 

POLÍTICA

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El militante comunista antes de su victoria merece el mayor respeto.

Después no es más que un burgués atareado.

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La tiranía de un individuo es preferible al despotismo de la ley, porque el tirano es vulnerable y la ley incorpórea,

El pueblo no elige a quien lo cura, sino a quien o droga.

El reaccionario es el instigador de esa radical insurrección contra la sociedad moderna que la izquierda predica, pero cuidadosamente elude en sus farsas revolucionarias.

El reaccionario anhela convencer a las mayorías, el demócrata sobornarlas con la promesa de bienes ajenos.

Solo lo trivial nos ampara del tedio.

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Con la industrialización de la sociedad comunista culmina la hegemonía burguesa.

La burguesía no es tanto una clase social como el ethos de la sociedad industrial misma.

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Los fanáticos de la libertad acaban de teorizantes de la policía.

La doctrina de Fichte, por ejemplo, culmina en una teoría del pasaporte.

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Obedecer a la ley que depende la voluntad mayoritaria es obedecer al capricho, obedecer a un hombre que reconoce normas objetivas, es obedecer a la ley.

Verdadero aristócrata es el que tiene vida interior. Cualquiera que sea su origen, su rango, o su fortuna.

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Los gobernantes que representan solo a una minoría tienen que inventar la civilización para no perecer.

Los delegados de una mayoría, en cambio, puden ser soeces, chabacanos, crueles, impunemente.

Mientras mayor sea la mayoría que lo apoya, el gobernante es menos precavido, menos tolerante, menos respetuoso de la diversidad humana.

Cuando los gobernantes se juzgan mandatarios de la humanidad entera el terror se aproxima.

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El hombre actual reclama libertad para que la vileza florezca impune.

El pre-marxista es infantil, el marxista burdo, solo el post-marxista es adulto.

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El problema político es radicalmente insoluble, porque consiste en la exigencia contradictoria de imponer por la fuerza valores que se anulan  cuando la fuerza los impone.

El político traiciona igualmente, sea que admita la impotencia del bien, sea que lo pertreche de armas.

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Los periodos históricos son lapsos durante los cuales un tipo distinto de normas predomina.

Los siglos XVII y XIX fueron el periodo de las normas jurídicas. El siglo XX ha sido el periodo de las normas económicas.

Un nuevo periodo se esboza durante el cual predominarán las normas biológicas; pues la época que comienza afronta primordialmente conflictos étnicos, una presión demográfica creciente, y creciente envilecimiento de la especie,

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Hallarse a merced de los caprichos populares, gracias al sufragio universal, es lo que el liberalismo llama garantía de la libertad.

Si el reaccionario no despierta en el conservador, se trataba solo de un progresista paralizado.

Los problemas sociales son el refugio delicioso de quienes huyen de sus propios problemas.

El que no sabe dar a cada cual lo suyo resuelve dar a todos lo mismo.

Hay que agitar nuestras soluciones para que no se depositen en sistema.

El reaccionario no anhela la vana restauración del pasado, sino la improbable ruptura del futuro con este sórdido presente.

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El orden es engaño.

Pero el desorden no es solución.

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La derecha pierde el poder cuando el pueblo olvida los cataclismos de izquierda que se lo dieron.

La calidad moral del que no pierde en política debe inquietarnos.

La mentalidad moderna no concibe que se pueda imponer orden sin recurrir a reglamentos de policía.

Por culpa de las pocas tonterías en que el misoneista incurre, nadie le abona las innumerables que evita.

La condición necesaria y suficiente del despotismo es la desaparición de toda especie de autoridad no conferida por el estado.

Ser burgués es no imaginar que la industrialización pueda no ser codiciable y que sus productos puedan no ser codiciados.

Como el aparato intelectual de nuestros contemporáneos es únicamente sensible a ideas de frecuencia autorizada por los dogmas modernos, las democracias astutas comprendieron la superficialidad de la censura.

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La suficiencia colectiva llega a repugnar más que la individual.

El patriotismo debe ser mudo.

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Tres factores han corrompido, en América, la noble reciedumbre de la lengua española: el solecismo mental del inmigrante no-hispano, la facundia pueril del negro, la melancolía huraña y sumisa del indio.

Las naciones son flora parasitaria que se seca cuando termina de succionar las savias regionales.

La nación -fenómeno reciente sin bases geográficas o étnicas, pura construcción legal y política -suprime tanto la comunidad real del Kleinstaat como la comunidad ideal del Sacro Imperio.  

El peor totalitarismo no es el estatal ni el nacional, sino el social: la sociedad como meta englobante de todas las metas.

Contra la evacuación moderna del misterio afirmemos su presencia englobante.

La transformación de los gobiernos militares de facto en gobiernos militares de iure ha sido el invento político a que el hombre debe los trechos civilizados de su historia.

Madurar es descubrir que todo objeto deseado es solo la metáfora del objeto trascendente de nuestro deseo.

El anonimato de la sociedad moderna obliga a todo el mundo a pretenderse importante.

Desagradecimiento, deslealtad, resentimiento, rencor definen el alma plebeya en toda época y caracterizan este siglo.

La mayor capacidad de matar es el criterio de progreso entre dos pueblos o dos épocas.

La urbe moderna no es una ciudad, es una enfermedad.

Ser reaccionario es haber aprendido que no se puede demostrar, ni convencer, sino invitar.

 

 

FILOSOFÍA (Nicolás Gómez Dávila)

 

FILOSOFÍA

El moderno cree que la muerte es “natural”, salvo cuando le toca morir.

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Verdad es la fórmula que expresa fielmente nuestra visión de un objeto.

Siendo relación entre el objeto que se evidencia y la persona para la que es evidente, la verdad está ligada a una intuición concreta.

La fórmula deja de ser verdad para quien no puede reconstruir con ella la experiencia que la funda.

La ley es forma jurídica de la costumbre o atropello a la libertad.

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El subjetivismo solo es trascendible si lo asumimos completamente.

Cuando el sujeto se invierte hacia su centro y se interna en su espesura, un rumor de aguas vivas lo acoge en su penumbra. Allí, donde creía encontrar su extrema soledad, una objetividad insumisa se revela, una alteridad irreductible, una trascendencia victoriosa.

En la subjetividad asumida surgen la historia y Dios.

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Solo hay instantes.

Habiendo promulgado el dogma de la inocencia original, la democracia concluye que el culpable del crimen no es el asesino envidioso, sino la víctima que despertó su envidia.

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Lo racional consiste en prolongar la vida, evitar el dolor, satisfacer el hambre y el sexo.

Solo una definición semejante esclarece el discurso de los últimos siglos.

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Llamar “naturales” ciertos rasgos axiológicos facilita la confusión de lo axiológico con lo ontológico.

Los ejemplos que cita Ulpiano (Dig i,I,3) , al definir el ius natural, patentizan esa ontologización del derecho que ha pervertido el pensamiento jurídico.

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Nada que pueda sumar tiene fin que colme.

Lo importante es inconmensurable plenitud

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Donde la igualdad deja que la libertad entre, la desigualdad se le desliza.

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Si no se cree en Dios, loúnico honesto es el Utilitarismo vulgar.

Lo demás es retórica.

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Las sociedades moribundas acumulan leyes como los moribundos remedios.

El escritor de izquierdas nunca escribe una historia sino ejemplifica un esquema.

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El estoicismo, definitivamente, es la cuna de todos los errores.

(Deificación del hombre- determinismo-derecho natural-igualitarismo-cosmopolitismo-etc.)

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De cierto nivel de profundidad para abajo, la interpretación psicológica cae en la arbitrariedad pura.

Cuando la libertad deja de ser sumisión a los más altos valores de la época, para convertirse en derecho de expresar nuestra individualidad insignificante, más vale la disciplina del cuartel socialista.

El jurista tiende espontáneamente hacia el absolutismo. Las libertades son vacíos de la ley.

El afán con que hoy se le busca explicación a todo en la psicología del inconsciente, es reflejo de la angustia moderna ante la trascendencia.

Queremos que todo sea demostrable para poder llegar a la verdad sin ser intigentes.

 

 

HISTORIA (Nicolás Gómez Dávila)

 

HISTORIA

La objetividad del historiador no consiste en abstenerse de dictar juicios de valor, sino en sentenciar con acierto.

Ya vislumbramos la mezcla de prostíbulo, de ergástulo de circo, que será el universo de mañana, si el hombre no reconstruye un universo medieval.

El estilo es el orden a que el hombre somete el caos.

Gente decente, en lo intelectual como en lo social, no es la que descuella en la ciudad, sino la que tiene casa paterna en su pueblo

miércoles, 6 de octubre de 2021

Economía (Nicolás Gómez Dávila)

 

ECONOMÍA

La posibilidad de salvaguardar nuestra identidad es inversamente proporcional a la integración económica de la sociedad.

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Solo escapan a la veneración del dinero los que eligen la pobreza, o los que heredan su fortuna.

La herencia es la forma noble de la riqueza,

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El pobre no envidia al rico las posibilidades de comportamiento noble que le facilita la riqueza, sino las abyecciones a que lo faculta.

Más tedioso aún que el trabajo es su panegírico.

El capitalismo es la deformación monstruosa de la propiedad privada por la democracia liberal.

En el estado moderno las clases con intereses opuestos no son tanto la burguesía y el proletariado como la clase que paga impuestos y la clase que de ellos vive.

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Entre las contribuciones culturales del catolicismo no fue la menos valiosa su clima espiritual desfavorable a las actividades económicas.

El elogio de la codicia, disfrazado en elogio al trabajo, no floreció en tiempos medievales.

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Toda revolución victoriosa fracasa finalmente, porque las virtudes del pueblo no son propias al pobre sino a la pobreza.

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Pobre voluntario o rico involuntario.

Lo demás se agria.

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La reacción explícita comienza a finales del XVIII; pero la reacción implícita comienza con la expulsión del diablo.

Si se aspira tan solo a dotar de un número creciente de artículos a un número creciente de seres, sin que importe la calidad de los seres, ni de los artículos, el capitalismo es la solución perfecta.

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Las infancias rurales predominaron hasta ayer.

¿ Pero que podemos esperar de quien no atesora un olor de tierra húmeda en el alma?

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El alma se le muere pronto a quien no tuvo infancia campesina.

La aberración moderna consiste en creer que solo es real lo que el alma vulgar puede percibir.

Ningún trabajo deshonra, pero todos degradan.

La mentalidad moderna ignora que en el nivel metaeconómico de la economía la intensidad de la demanda crece con la intensidad de la oferta, que el hambre allí no aumenta con la carencia sino con la abundancia, que el apetito se exacerba allí con la saciedad creciente.

La fealdad de un objeto es condición previa de su multiplicación industrial.

 

Ciencia (Nicolás Gómez Dávila)

 

CIENCIA

Ciencia es lo que no llega a la intimidad de nada.

El católico actual mira las “ideas científicas” con veneración estúpida.

La decadencia de la religión en nuestro tiempo se debe a un embobamiento creciente por la ciencia, cuya frontera de facto se desplaza permanentemente, aun cuando dentro de límites de iure inviolados e inviolables.

Los técnicos en una sociedad civilizada comerían en el comedor del servicio.

La universidad educa en cuanto enseña al joven a apasionarse por todo lo que le será inútil más tarde.

Al que pregunte con angustia que toca hacer hoy, contestaremos con probidad que hoy solo cabe una lucidez impotente.

Educar no consiste en colaborar al libre desarrollo del individuo, sino en apelar a lo que  todos tienen de decente contra lo que todos tienen de perverso.

Educar no es transmitir recetas, sino repugnancias y fervores.

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Toda demostración desilusiona, como todo sueño cumplido.  

La incertidumbre es el clima del alma.

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Las matemáticas son la poesía del principio de identidad.