‘Abd al-Karîm al-Jîlî:
DE LA CUALIDAD (aç-çîfah)
Ext. de "al Insân al-Kâmil" ("Del
Hombre Universal"). Traducido del árabe y comentado por Titus Burckhardt.
París, Dervy-Livres, 1975.
La
cualidad (aç-çîfah) es aquello que te comunica la manera de ser del sujeto del
que depende (al-mawçûf), es decir, que te hace comprender su "cómo",
condensándolo en tu imaginación, haciéndolo evidente para tu pensamiento y
aproximándolo a tu intelecto; así, tú gustas el estado del sujeto por medio de
su cualidad. Ahora bien, si lo has gustado y lo has considerado en tu alma,
puede que tu naturaleza sea atraída hacia él, según su afinidad, o bien que se
desvíe de él porque su sabor le contrarie. Comprende bien esto, reflexiona y
gústalo, a fin de que se imprima en tu entendimiento por el sello divino de tu
integralidad (1); y no te dejes intimidar por esta corteza, pues no es más que
una envoltura del núcleo y un velo sobre el rostro.
La
cualidad depende de su sujeto, es decir, que tú no te apropias ni de las
cualidades del otro ni de tus propias cualidades (2), y tampoco las posees de
ninguna manera, antes de que sepas que tú eres el sujeto mismo del que ellas
dependen, y de que realices que eres tú Quien conoce; solamente entonces será
tuyo verdaderamente el conocimiento, y desde ese momento tu certeza ya no
tendrá necesidad de confirmaciones, pues la cualidad es inseparable de su
sujeto (3).
Comúnmente
se distinguen en el hombre dos categorías de cualidades: las que le son
inherentes, como la vida, y las que emanan de él, como la generosidad, por
ejemplo. Aquellos que realizan la Verdad (al-muhaqqiqûn) subdividen los Nombres
de Allâh en dos grupos. Los Nombres que se bastan cualitativamente a sí mismos
-llamados en gramática nombres atributivos- constituyen el primer grupo: son
los Nombres de la Esencia, como el Uno (al-ahad), el Único (al-wâhid), el
Singular (al-fard), el Independiente (aç-çamad), el Inmenso (al-‘azîm), así
como el Viviente (al-hayy), el Glorioso (al-‘azîz). El segundo grupo está
constituido por los Nombres cualitativos como los que se refieren a la Ciencia
(al-‘ilm), a la Potencia (al-qudrah) o bien a las llamadas cualidades de la
Persona (aç-çifât an-nafsiyah), o aún a las Actividades divinas (aç-çifât
al-af’âliyah).
La raíz
del aspecto "cualitativo" en las Cualidades divinas es el Nombre
divino ar-rahmân ("El Clemente") (4), que, por su universalidad, se
sitúa por así decir frente al Nombre de Allâh; la distinción entre ambos
nombres consiste en que el Nombre ar-rahmân sintetiza todos los aspectos
"cualitativos" de la Divinidad, mientras que el Nombre Allâh
sintetiza todos los Nombres (5).
Has de saber
que ar-rahmân implica el conocimiento del Ser considerado en su pura
universalidad, sin mirar hacia la criatura, mientras que el nombre Allâh
implica el conocimiento de la Esencia suprema bajo el aspecto de su
totalización, que abarca tanto la perfección divina (al-kamâl al-haqqî) como la
naturaleza imperfecta de lo creado (an-naqç al-khalqî). Por ar-rahmân se
entiende entonces la Cualidad que abarca todas las Cualidades divinas (6).
Para quien
ha realizado la Verdad (al-muhaqqiq), es la Cualidad y no la [Esencia] lo que
no puede alcanzar ni integrar como tal, contrariamente a lo que tiene lugar
para la Esencia divina, mientras no conozca toda la plenitud universal
(al-kamâl) de las Cualidades; la Esencia de Allâh le es entonces evidente, pero
Sus Cualidades no se lo son de una manera inmediata (7). Pues si el servidor
(al-‘abd) se eleva desde los grados cósmicos hasta el grado de la Realidad
eterna y se descubre a sí mismo, reconoce que la Esencia divina es su propia
esencia, de modo que realmente alcanza la Esencia y La conoce, así como lo
expresa el Profeta: "Quien se conoce a sí mismo (nafsah), conoce a Su
Señor" (man arafa nafsahu faqad ‘arafa rabbah). Pero aún le queda por
saber lo que depende de esta Esencia -como él mismo depende por su realidad- en
lo tocante a las Cualidades propias; ahora bien, no hay medio de agotar las
Cualidades. Así, por ejemplo, en cuanto a la cualidad de la Ciencia [divina],
si el servidor de Allâh la realiza, no asimila en modo distintivo sino la parte
descendida en su corazón; y cuando por esta cualidad de la Ciencia él asimila,
por ejemplo, el número total (8) de los hombres en la existencia, todavía le
quedan por conocer sus nombres, y después sus atributos, y después sus
caracteres, sus estados, y así indefinidamente. Ocurre igual para toda otra
cualidad; lo indefinido no puede ser agotado distintivamente, sino sólo por
integración, pues la integración procede de la Esencia, siendo la percepción de
la Esencia por Sí misma, percepción inmediata a la que nada de ella escapa. No
es cognoscible sino la Esencia, y no son incognoscibles sino las Cualidades; la
indefinidad no pertenece más que a las Cualidades de la Esencia, y no a la
Esencia como tal, de modo que la Esencia es asimilable y realizable, y las
Cualidades son desconocidas e indefinidas.
Esto es un
velo para muchos iniciados, pues cuando Allâh les revela Su Esencia,
mostrándoles que Él es ellos mismos, tienden a percibir Sus Cualidades y no las
encuentran en sí mismos; llegan así a negarle, y no Le responden cuando Él les
increpa, y no Le adoran cuando dice a Moisés: "En verdad, Yo soy Allâh, no
hay divinidad fuera de Mí, adórame" (9): ellos Le dicen: "tú no eres
más que la criatura", pues su creencia en Allâh no implica la idea de que
Su Esencia sea cognoscible, mientras que Sus Cualidades son desconocidas; y
puesto que el desvelamiento (at-tajallî) contradice su creencia, caen en la
negación, al suponer que las Cualidades son objetivamente (shuhûdan)
asimilables en la Esencia, de la misma manera que la Esencia puede ser
conocida, y al desconocer que ello no es posible siquiera en relación a la
criatura; pues, ¿acaso no ves a tu propia persona como algo evidente, mientras
que las cualidades que están en ti, tales como la valentía, la generosidad, la
ciencia, no son inmediatamente perceptibles, sino que se manifiestan poco a
poco y según modos determinados? Es en vista de estos efectos que se te
atribuye tal cualidad; aparte de ello todas las cualidades están en ti en
estado virtual, no siendo directamente perceptible ninguna de ellas; pero la
inteligencia las refiere a ti según la costumbre y según la regla generalmente
admitida.
Y has de
saber que la percepción (10) de la Esencia Suprema consiste en lo que tú sabes,
por vía de la intuición divina: que tú eres Él, y que Él es tú, sin que haya
fusión de ambos, siendo servidor el servidor y siendo Señor el Señor, sin que
el servidor se convierta en Señor ni el Señor en servidor. Ahora bien, si tú
conoces esta verdad por la vía del gusto [intelectual] (adh-dhawq) y de la
intuición (al-kashf) divina, que supera a la ciencia y a la visión directa
(al-‘iyân), -y esto no será sino tras el "aplastamiento" y la
"desaparición" esencial, consistiendo el signo de esa intuición en
primer lugar en la extinción (fâna) del "yo" por el desvelamiento del
Señor, y después en la extinción de la presencia del Señor por el desvelamiento
del secreto del Señorío (ar-rubûbiyah), y finalmente en la extinción de lo que
depende de las Cualidades por la realización de la Esencia-, si esto te ocurre,
habrás alcanzado la Esencia. En sí mismo, tu conocimiento de la Esencia no
podría ser aumentado en nada; en cuanto a las cualidades que pertenecen a tu
Ipseidad, como la Ciencia, la Potencia, el Oído, la Vista, la Grandeza y otras,
has de saber que cada uno de aquellos que han realizado la Esencia se las
asimila según el grado de intensidad de su voluntad espiritual (himmah) y según
la penetración de su ciencia.
Di
entonces lo que quieras: si dices que la Esencia no puede ser alcanzada, ello
es cierto en el sentido en que ella es la fuente misma de las Cualidades, -y a
esta verdad alude la sentencia divina: "Las miradas no Le alcanzan"
(11), pues las miradas forman parte de las Cualidades, y no pudiendo ser comprendida
la Cualidad como tal, con mayor razón no puede ser asimilada la Esencia [por
mediación de las Cualidades]; si por el contrario afirmas que Ella es
cognoscible, esto se refiere a lo que hemos dicho antes.
Por otra
parte, estas cuestiones están ocultas a muchos iniciados, y nadie las ha
tratado antes que yo; reflexiona entonces, pues éste es uno de los raros dones
del instante (al-waqt). En cuanto a aquel que es iluminado por esta intuición,
gusta del gozo que Allâh gusta por la posesión de Sus propias Cualidades, y si
progresa en esta intuición llegará a conocer cómo las Cualidades dependen de su
sujeto, es decir, de Allâh. Aquí está la extenuación y la omnipenetración;
¡compréndelo! Pero esto no es entendido más que por aquellos que han sido
hechos para la perfección y que están próximos a Aquel que es la Esencia de la
Majestad y de la Generosidad (dhu-l-jalâli wa-l-ikrâm); pero, antes de llegar a
esta estación, ¡cuántos árboles espinosos y filos de sables!
Podemos
también hablar de estas ideas de una forma muy diferente, que en apariencia
contradice lo que acabamos de decir, pero sólo en apariencia; por lo demás,
todas las verdades contradictorias se unifican en la Verdad (12). Diremos
entonces que las Cualidades son, de manera general, ideas definidas, mientras
que la Esencia es algo indefinible; ahora bien, las ideas definidas están más
próximas a la percepción que algo indefinible. Y si es exacto que debe negarse
la cognoscibilidad de las Cualidades, no hay medio de conocer la Esencia en
modo alguno; luego, en realidad, ni Sus Cualidades ni Su Esencia son
cognoscibles… (13).
1. Se trata de la totalidad del ser, que por
definición se encuentra iluminada por el Intelecto divino.
2. Cualidades o facultades.
3. Esto corresponde a lo que la doctrina vedántica
enseña sobre el Sí, que es la realidad subyacente a toda cualidad
"objetivamente" conocida.
4. El nombre rahmân deriva de rahmah, misericordia,
como el nombre rahîm. Generalmente se traduce ar-rahmân por "El
Clemente", para distinguirlo de ar-rahîm, que se traduce por "El
Misericordioso"; en realidad, el primero de estos Nombres divinos describe
la Naturaleza divina como pura Misericordia o Bondad: "Aquel que es en Sí
mismo Misericordia", mientras que el segundo Nombre sugiere una actividad
divina: "Aquel que es misericordioso hacia lo creado". Según un
simbolismo temporal a menudo utilizado, ar-rahmân es el Misericordioso
"antes" de la creación, y ar-rahîm es el Misericordioso "a
partir" de la creación, lo que precisamente significa que el primero de
estos Nombres designa a la "Bondad" (o "Beatitud") divina
en Sí misma, y el segundo Nombre la "Bondad" (o
"Misericordia") con respecto a la criatura.
5. En tanto que se oponen los Nombres a las
Cualidades, se entiende por los primeros las asignaciones de la Esencia, y por
los segundos los aspectos divinos.
6. ar-rahmân corresponde entonces a ânanda, que es
el equilibrio principial de todas las posibilidades de âtmâ. La palabra
sánscrita ânanda significa "beatitud".
7. Jîlî invierte aquí el axioma teológico según el
cual Allâh no puede ser conocido sino por Sus Cualidades, mientras que Su
Esencia permanece incognoscible; tal como hemos explicado en nuestra
introducción, entiende por ello que es el conocimiento distintivo lo que es
incierto, mientras que la certeza reside en el conocimiento inmediato e
indiferenciado, que es precisamente el de la Esencia. Lo que afirma no excluye
que la Esencia sea "incognoscible", en el sentido en que no podría
ser abarcada por el intelecto, ni que la Cualidad pueda ser conocida
intuitivamente.
8. O más bien la naturaleza colectiva.
9. Es la frase que dirigió Allâh a Moisés según el
Corán: Innanî anâ-Allâhu, lâ ilaha illa anâ fa-‘budnî (XX, 14).
10. idrâk: el autor emplea aquí expresamente un
término que contradice el axioma de que Allâh no puede ser
"percibido"; con ello indica que su manera de expresarse no es
escolástica, sino simbólica.
11. "Las miradas no Le alcanzan, es Él quien
alcanza a las miradas" (Corán, VI, 103, 104).
12. Naturalmente, se trata de aspectos parciales
correspondientes a perspectivas diferentes y que se concilian en el
"no-aspecto" de la Verdad total.
13. Es decir, por un conocimiento distintivo.
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