viernes, 30 de diciembre de 2022

Sangre

 

                                                    SANGRE

 

No se sabe muy bien porqué la sangre produce mareos a muchos solo con hablar de ella.  A primera vista la sangre tan solo parece ser, entre otras, el resultado inevitable que producen cosas tales como: malas caldas, aperturas desafortunadas de latas, afeitados con navaja sin habilidad, los toros o bárbara fiesta nacional, las guerras y a veces también se produce como efecto no querido de hurgarse las narices, sin olvidar tampoco que es uno de los ingredientes de platos tales como las afíllogas o la sangrecílla con cebolla. No obstante los hematólogos la consideran por su parte como un tejido que sirve de materia prima para obtener recuentos y baremos de corpúsculos, que convenientemente aderezados con una interpretación gaussíano-porcentual, se ha convertido en protocolo inevitable de la moderna práctica médica, aun cuando no  está del todo excluido que estos especialistas confundan de entrada, lisa y llanamente, la sangre con un preparado de agua con   pimentón.

 

Al margen de estas apreciaciones vulgares de los sentidos y de la ciencia convencional, la sangre tiene unos aspectos        bastante más inquietantes en el macrocosmos humano de los que casi todas las tradiciones hablan (Alexandre de Dánann.  Memoíre du sang.  Milano 1990). Tanto la tradición bíblica, como la hindú, como la china consideran que la sangre es el vinculo de unión del organismo corporal con el estado sutil o alma.  Esta unión con la sangre se realiza por el lado inferior del estado sutil, es decir por el aspecto calórico (Thánhoa en la doctrina taoísta) y no por el luminoso.  La sangre está pues en relación directa con el lado inferior del estado sutil, de ahi la posibilidad de la sangre de mantener al hombre sujeto a su aspecto inferior. Esta posibilidad es conocida con otro nombre como -fermento de corrupción" y no significa otra cosa sino la presencia del mal en todo hombre, lo que desde el punto de vista bíblico es la causa de la herencia del pecado original:

 

" Nuestro pecados se imprimen en nuestra sangre y los trasmitimos a nuestros hijos como les trasmitimos las enfermedades hereditarias, y esto es bastante ignorado hoy día- (A. Dánann Loc. cit. pag 72).

 

          Especificando más estas aserciones se trae a colación un texto del esoterísta y sabio alemán Eckarthausen en que describe el -status morbí" de la humanidad mediante correspondencias entre la naturaleza variable del fermento de corrupción o gluten y los pecados capitales (A.  Dánann Loc. cit. pag 70).

 

No parece sensato pensar que la ciencia oficial de los hematólogos aporte en un futuro reciente luz sobre estos temas.  Ni tampoco que el millonario proyecto Genoma aclare las leyes misteriosas de estas herencias.  Lo que sin embargo parece más claro son las prohibiciones alimentarías en torno a la sangre, frecuentemente aludidas en la Biblia y en otros textos sagrados, y las dudosas ventajas de las transfusiones sanguíneas, cuya prohibición basan algunos sectarios tales como los Testigos de Jehová tanto en pasajes veterotestamentarios (Génesis 9,3-4,Levftíco 17,1011) como neotestamentarios (Hechos 15,28~29).  Ya las sangres contaminadas usadas en transfusiones y patrocinadas y autorizadas por las administraciones de algunos países espantan, pero incluso también aquellos que aseguran poder conseguir sangres “sin contaminar" para transfusiones, hacen cuando menos sonreír un poco.

 

El sentido unitario o, con adjetivo más a la moda del día, holístico, del macrocosmos humano en las doctrinas tradicionales contrasta con las infinitas piezas aisladas que maneja la ciencia convencional.  Así la equivalencia de función de la sangre y los huesos (Loc. cít pag 86 y 118) ,acerca de lo cual todo lo que la ciencia convencional puede llegar a aclarar es que el origen de los glóbulos rojos radica en la médula ósea, o el semen como quintaesencia particular de la sangre (Loc. cit. pag 129) De esta forma sangre, huesos y semen forman una tríada portadora de energía sutil vital e intercambiable entre ellas, es decir de sangre a semen y huesos y viceversa, y cuyas potencialidades inferiores y siniestras pueden resultar singularmente nefastas para el hombre.

 

Desde el punto de vista de las doctrinas tradicionales acerca de la función de la sangre, del semen y los efectos de su intercambio, se entienden mejor algunas textos de maestros y practicantes de doctrinas tradicionales orientales en los que, a diferencia de la tradición judeocristiana, no se limitan a prescribir determinadas conductas, sino que van bastante al fondo acerca de las posibles consecuencias de ciertos comportamientos, sus conexiones con la sangre y los encadenamientos de causas a los que pueden dar lugar.  Así por ejemplo leyendo a un maestro Zen:

 

          “Si la mujer cambia a menudo de compañero su fisíologia se ve afectada por ello y su psiquismo también sufre la influencia.  Su sangre se mancha, su karma se complica e influencia a sus hijos, a su familia.  Las consecuencias no se sitúan solo a nivel genético, sino que afectan también al orden social, al tiempo, al país, al orden cósmico” ( Taïsen Deshímaru.La práctica de la concentración.  Barcelona 1982).

 

O este otro texto en que un maestro taoista responde a un occidental desinhibido y liberado:

 

“La promiscuidad puede hacer con facilidad que disminuye tu energía sí eliges parejas débiles física o moralmente.

 

Si te acuestas con degenerados, puede perjudicarte porque, con el tiempo, podrías adquirir la vileza de tu compañera intercambiando energía sutil, absorbes la sustancia de la otra persona.  Te conviertes en la otra persona y asumes un nuevo bagaje kármíco.  Por esa razón las parejas ancianas se parecen tanto: han intercambiado tanta energía que están hechos de la misma sustancia vital.

 

Al elegir un amante estás eligiendo tu destino, por tanto asegúrate de que amas a la mujer con quien mantienes relaciones sexuales'. (Mantak Chia.  Secretos taoistas del amor.  Barcelona 1991)

 

Sin olvidar tampoco algunos textos bíblicos que hacen oscuras referencias a suciedades implícita que no necesariamente hay que interpretar como un mero adorno literario:

 

,"Estos son los que no se han manchado con mujeres, pues son vírgenes,” (Apocalipsis 14,4)

 

 El estilo de estos textos es ciertamente diferente de las explícitas prohibiciones de la ley mosaica, que en su versión ibérico-católica aprendimos en la niñez en el catecismo Ripalda o en el Astete, los que ya tenemos cierta edad y desconocíamos la equivalencia de las clases de religión con el juego del parchís.  En estos textos budistas y taoístas aún se trasparente una motivación sapiencias de la conducta, mientras que desgraciadamente en el mundo moderno, y aun más en occidente, la moral ciudadana, falta de un fundamento metafísico directo quedado progresivamente relevada a apreciaciones meramente emocionales. El problema es que derrumbadas las emociones que mantienen los valores morales no queda nada, y entonces surge fácilmente el hombre moderno indiferente , descreído y sin prejuicios, que sin duda da por supuesto que la ley mosaica, la venerable tradición budista o las sabías recomendaciones taoístas no son más que paparruchas hijas de la represión y de la ignorancia, indignas de la ilustración científica, del progreso, y de las geniales recomendaciones de la medicina moderna, que sugiere el uso de preservativo como la varita mágica que mediante un aventurero vagabundaje sexual acaso lleve al hombre a un moderno paraíso en el que encontrará disfrute ilimitado, sin trabas ni peligros en medio de este valle de lágrimas.  De las hazañas morales de este tipo humano se ven cada día con más intensidad las consecuencias.

 

 La vieja sabiduría de la sangre y sus equivalentes conformó muchas normas de las sociedades tradicionales, como nos recuerda concretamente acerca de La india Alain Daníelou, francés afincado en la india, encargado de investigaciones en la universidad de Benarés, musicólogo y convertido al hinduismo (hermano del que fue cardenal Danielou) en su libro “ Les quatre sens de la víe” (Éditíons du Rocher 1992).  Las normas de preservación de la casta incluyen por supuesto la virginidad prematrimonial de la mujer, prueba de que se conoce bien el fenómeno de la impregnación, que hoy día tan solo parecen conocer en occidente unos cuantos ganaderos y campesinos y algún extraño investigador como el autor del “Díccionario de terminología médica explicada,".  Se considera además que el adulterio de la mujer en virtud de la transmisión de la energía sutil del semen a la sangre, con el consiguiente ensuciamiento de la sangre y sus complicaciones kármicas hace inhábil a la mujer a partir de ese momento para preservar la casta, pudiendo dedicarse entonces la mujer a cortesana pero no a esposa y madre capaz de preservar la casta (loc. cít pag 63).  La manera de seleccionar los esposos para el matrimonio se hace en época temprana y respetando las consideraciones de casta, al menos en aquellas partes de La India donde aún se conserva la tradición (loc.cit. pag 170).  Esta costumbre no muy distinta de la que imperaba en muchos lugares de Europa hasta hace relativamente poco tiempo, pero la mentalidad moderna no la concibe hoy día.  En el mejor de los casos tan solo puede entender el matrimonio en base a un amor que sea pasión devoradora, efímera e inestable.  Concepción que desde la pasión trágica de Trístán e Isolda y a través de sucesivas degeneraciones que llevan al más burdo y hedonista donjuanísmo, ha ido aproximando al caos al mundo occidental, como muy bien ha descrito Denis de Rougemont. De tan distinta manera de concebir el matrimonio: la tradicional y la moderna, surgen diversas formas de orden familiar.  En la tradicional la mujer acaba siendo una esposa entregada y una madre admirables, orden que sería inútil esperar en un orden moderno en el que la mujer pletórica de experiencias previas, tendrá secreta nostalgia de sus aventuras pasadas (loc. cit pag 171).

 

Ciertamente no son ni la virginidad prematrimonial ni la fidelidad, ni posiblemente el amor valores que gocen de mucha simpatía en los jóvenes e incluso en los no tan jóvenes de hoy día, que consideran tales conductas más bien propias de la época de las diligencias.  No es demasiado difícil hoy día encontrar jovencitas de buena familia cuyo capital de experiencias sexuales sea digno de la más desvergonzada mesalina.  Pero lo que llama más la atención aún es que tampoco escasean los jóvenes de amplío criterio, que exentos de cualquier tipo de honor calderoniano, son capaces de llevar al altar o al juzgado a semejantes vestales.  Naturalmente que los desencantos, las protuberancias frontales óseas, las tolerancias sin dignidad, las marimorenas y trifulcas, el divorcio y vuelta a empezar son la canción cotidiana, a menos que se cruce de acera para hozar en otros pastos.

 

En realidad tal estado de cosas corresponde a la edad de hierro o edad oscura (Kali-yuga) cuyas características están previstas y descritas en textos como el Vishnu-Purana (H. H. Wílson Lib.  IV Cap 24 y líb.  VI cap 1, Londres 1868):

 

“La casta dominante será la de los siervos.

 

          La salud(interior) y la ley disminuirán de día en día hasta que el mundo esté enteramente pervertido.  La tierra no será apreciada más que por sus tesoros minerales

 

Solo los bienes confirmarán el rango.  El único móvíl de la devoción será la salud, el único vínculo entre los sexos el placer, la única vía de éxito en las competiciones la falsedad.

 

Engañados por los impíos los hombres se preguntarán ¿ Qué autoridad tienen los textos tradicionales? ¿ Qué son los dioses? ¿ Que es la superhumanidad espiritual?.  Los que distribuyan más dinero dominarán a los hombres.

Durante esta edad, los matrimonios dejarán de ser un ríto y las normas que vinculan un discípulo a un maestro espiritual no tendrán fuerza.

 

Las mujeres no obedecerán a sus maridos, ni a sus padres, serán egoístas, abyectas, desquiciadas, mentirosas y se entregarán a una vida disoluta.  Se convertirán en un simple objeto de satisfacción sexual.”

 

Evidentemente las escrituras orientales son tan misóginas como las bíblicas, pero mucho más explícitas. Acaso los anteriores tengan semejanza con textos bíblicos referentes a la situación de los últimos tiempos, aunque con un estilo semítico mucho más alambicado, tales como:

 

“Y los restantes hombres, los que no murieron con estas plagas, no se convirtieron ni abandonaron las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro y de plata y de bronce y de piedra y de madera,- que no pueden ver ni oír ni andar, ni se convirtieron dejando sus crímenes, sus hechizos y sus robos”. (Apocalipsis 9,20-21)

 

“... y los que habitan la tierra se embriagaron con el vino de la fornicación”( Apocalipsis 17,2).

 

“porque han bebido todas las razas del vino de ira de su prostitución” (Apocalipsis 18,3)

 

En realidad, las escrituras tradicionales nos confirman plenamente que vivimos inmersos en el Kalí-yuga, podemos ya diagnosticar los pródromos de un episodio que será bastante más severo, y que consistirá tal vez en una crisis ecuestre (Apocalipsis 6,1-17).  Acaso algunos de los que viven hoy vean parte del espectáculo.

 

En la sangre no solo queda plasmada la conducta individual y familiar, sino que también quedan plasmados los caracteres de raza y de casta y sus inevitables degeneraciones con el transcurso del tiempo.  En este orden de cosas Bruno Bruneau-Píaud describe interesantes correspondencias para los grupos sanguíneos en su artículo “Métaphysique de la sang" (Totalité, Puisseaux 1985).  Para empezar, plantea una curiosa observación, los componentes del ADN son 64, los mismos que el Yi King chino, tal vez nos aclaren los científicos algún día esta misteriosa correspondencia.

 

Los grupos sanguíneos considerados son los básicos A, O y B, y su correspondencia con las tendencias psicológicas se basa en un estudio realizado en Francia a nivel de comportamiento ordinario, de acuerdo con sus resultados las correspondencias son:

 

Sangre A. Armónico

Sangre O. Melódico

Sangre B. Ritmíco.

 

Los trazos psicológicos que corresponden a esas tendencias son los tipos humanos: intelectual, emotivo y pasional que a su vez corresponden el ternario sufí: ma'rifah (conocímiento),mahabbah (amor) y makhafah (temor) ( 'loc. cit. pag 32) y a las tres gunas de la doctrina vedántica hindú: sattva, rajas, tamas (loc. cit. pag 32) que posteriormente se pueden hacer corresponder a las tres castas ksatría, vaisya y sudra (guerreros, comerciantes y artesanos).  Es curioso también como las incompatibilidades de los grupos sanguíneos corresponden con las incompatibilidades de las castas (loc. cit. pag 48)

 

Desde el punto de vista racial la cuestión presenta más dificultades, puesto que cada raza contiene castas, aunque la preponderancia de cada casta es distinta según las razas.  En base a datos tradicionales, que en ocasiones también coinciden con datos geológicos paleontológicos, en la dispersión de la humanidad hiperbóreo de la edad de oro los clanes con dominancia en A se dirigieron al oeste, los O hacía el este y los B hacia el sur (loc. cit. pag 44) ,de hecho el grupo A domina en Occidente en las razas nórdica y alpina, en el este con relación a Asía, es decir en América, el grupo O predomina netamente en la raza Amerindia.  El sur de Asía, La India es el polo de la sangre B, especialmente la raza dravidiana en La india del Sur, que parece que es el residuo de una civilización (lemur) del anterior Manvatara. Las lenguas anteriores a las invasiones arias del Mediterráneo, etrusco, vascuence, georgiano parece que derivan de esta civilización dravídica del Sur(loc. cit. nota 21, pag 62).  Reciente investigaciones del historiador Jorge Alonso Garcia acerca de la antigua lengua ibérica y etrusca permiten afianzar estas correspondencias (reseñas en El Mundo 28-1-96,5-5-96,20-10-96 y 16-3-97).

 

Los siniestros acontecimientos de la historia europea del siglo XX, hacen mirar con prevención cualquier tema en que se mencione la palabra raza.  A este respecto no deja de ser irónico las presunciones del ilustre “hematólogo”, el señor Arzallus, cuando reclama con no disimulado orgullo los títulos distintivos de la sangre euskéríca, que asombrosamente no es sino una predominancía del grupo B, que corresponde a la más baja de las castas, los sudras o siervos; a una raza que en buena parte es una supervivencia degenerada de un Manvantara anterior (lemures); a un guna o tendencia inferior y disolvente, el tamas; a un tipo humano espiritualmente ínfimo, el pasional y a una tendencia psicológica sin flexibilidad y propensa a la violencia, el rítmico.  Tal vez esto ayude a explicar cosas como la preocupación que manifestaba ya el gran novelista Don Benito Perez Galdós (canario de origen vasco) en el siglo pasado en sus Episodios Nacionales, por la violencia crónica del Pais Vasco (dos guerras civiles carlistas en el siglo XIX), y el fenómeno más reciente del terrorismo y de la ETA, con sutiles connivencias y simpatías en los medios más nacionalistas.  A este respecto no está fuera de lugar recordar la influencia del viejo carlismo en el moderno nacionalismo.

 

Ciertamente las antiguas sociedades tradicionales cuidaban el mantenimiento de los caracteres de casta y de raza por motivos espirituales, pues no todas las castas tienen las mismas condiciones psicológicas ni las mismas virtudes hereditarias para la realización espiritual, fenómenos que no alcanzan a desentrañar las modernas teorías genéticas.  Ese racismo espiritual, por llamarlo de alguna manera, no tiene nada que ver con el racismo biológico y materialista del mundo moderno, tal como el nazi y el del señor Arzallus (cabellos rubios de querubín, ojos azules como la mar serena, nariz sabiniano-arcaica, grupo B o sabañón en el sobaco izquierdo).  Es evidente que en un  mundo sin castas , es decir en un mundo de parías, y en un  mundo dentro de poco absolutamente mestizo y sin razas, es decir un mundo caótico sin cualidades ni jerarquías espirituales (Sacerdotes sin fe, soldados sin valor, intelectuales sin responsabilidad, comerciantes sin honradez, artesanos sin amor a su obra, vínculos familiares disueltos ect.) , cualquier apelación al mito de la sangre no es más que un aquelarre siniestro que atrae fatalmente a las potencias infernales o tamásícas con la que está en contacto el fermento de corrupción de la sangre humana.  Basta recordar “la sang ímpur quí abreuve les sillons” de los revolucionarios franceses del tercer estado y su festival de sangre y terror, “la sangre sublime de obreros y campesinos” marxistas con sus secuelas millonarias de crímenes a cargo de los virtuosos Pol Pot, el padrecíto Stalin y Mao el gran timonel, o la sangre pura de los nazis con su corolario de Zyclon B, Auswitz, Mathausen y Treblínka.  Todo eso sin olvidar mencionarla sangre de cristiano viejo," mucho más cercana a nuestra cultura que tantos potros, descoyuntamiento de miembros, mazmorras y hogueras costó a los que no eran tan cristianos viejos, aunque ciertamente en este caso, ¡los pobres españoles siempre tan atrasados!, la pureza sanguínea aun no estaba ligada a apolíneos cabellos rubios ni a narices eusquérico-ancestrales. Eran los últimos estertores de un racismo espiritual degenerado y lamentable, aún no habían llegado los tiempos del racismo moderno que superaron ampliamente los excesos del pasado, produciendo además océanos de sangre.

 

Verdaderamente tan solo el hablar de la pupa, produce mareos.

 

 

 

viernes, 2 de diciembre de 2022

Vida después de la muerte (Dr. Manel Sans Segarra)

 

Vida después de la muerte

 

Dr. Manel Sans Segarra

Jefe de servicio de Cirugía General y Digestiva de Bellvitge

 

https://youtu.be/TF15uczpNTU