miércoles, 27 de enero de 2016

Meditación Zen Madrid España (Carmen Monske)

Meditación Zen Madrid, España
                                              Carmen Monske
¿Qué es el Zen?


ESCUELA SANBO: “Escuela de los Tres Tesoros”
Nuestra escuela, la SANBÔ Zen (antes Sanbô-Kyodan) fue creada en 1954 por Yasutani Haku’un Ryoko (1885-1973), quien fue discípulo de Harada Daiun Sogaku (1871-1961). Yasutani abandonó su monasterio Soto e incorporó en la SANBO el trabajo con los Koan y el dokusan (entrevista particular), prácticas de la escuela Rinzai. Le pareció que los monjes Soto eran muy superficiales en su práctica y quiso revitalizar el Zen, al que cada vez acudían más personas laicas.
El sucesor Dharma de Yasutani fue Yamada Kôun Zenshin, (1907-1989), por primera vez un maestro Zen laico. Trabajó como Director de un Hospital y continuó como Presidente de la Escuela Sanbo-Kyodan a partir de 1970. Por entonces, junto con su mujer, Dr. Kazue Yamada, de profesión médica, construyó en Kamakura el SAN’UN ZENDO, el zendo de las tres nubes: DAIUN (Gran Nube), HAKU'UN (Nube Blanca) y KÔUN (Nube que ara).
El sucesor Dharma de Yamada Köun fue Kubota Ji’un Roshi (1932), convirtiéndose en Presidente de la Sanbo-Kyodan. En octubre del 2004 dejó este puesto a Yamada Ryo’un Roshi,, hijo de Yamada Kôun Roshi. 
En el año 1995 éste le da a Carmen Monske el reconocimiento como Maestra Zen con el nombre de Bai-ka An, que significa flor de ciruelo.
La escuela Sanbo se está extendiendo cada vez más en el mundo, con centros en la mayoría de los países europeos, aparte de en Japón, Canadá, EE.UU., Australia, Singapur, Filipinas.  http://www.sanbo-zen.org/top_e.html
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LA MAESTRA
Carmen Monske es alemana, pero vive desde el año 1962 en Madrid, donde ha trabajado como Secretaria de Dirección durante toda su vida laboral.
Se forma en el Zen a partir del año 1983 con Willigis Jäger, Kyo-un Roshi, con quien comienza una estrecha colaboración, traduciendo sus artículos y libros al español y siendo durante muchos años su intérprete en los cursillos de Zen y de Espiritualidad Mística impartidos tanto en España como en Alemania.
Al término de su formación con Willigis Jäger, Carmen Monske viaja por primera vez en el año 1990 a Hawai para conocer a Robert Aitken Roshi, fundador de la Diamond Sangha. De la mano de Robert Aitken sigue profundizando en los Kōan, repitiendo viajes durante siete años a Hawai con este fin.
En el año 1990 Carmen Monske comienza a formar una sangha en Madrid. Asimismo viaja por España para impartir cursos de introducción al Zen y sesshin. En Lorca, provincia de Murcia, construye junto con dos amigas, un Zendo propio: “Monte de Silencio”.
Además forma una sangha (grupo) en Gijón (Asturias), de la mano de la Hna Remedios, con la ayuda de Loli Castrelo. También se han formado grupos en Úbeda, Sevilla, Andújar y Ceutí (Murcia).

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ACTIVIDADES EN MADRID
Practica de Zen y Contemplación todos los jueves en la Parroquia de la Iglesia de los Sacramentinos, calle Sainz de Baranda, 3bis, Sala Verde. Madrid (Metro Ibiza).
De 19:30 hrs a 21:30 hrs. Hay ocasión para entrevista con la Maestra.
Se pide respetar el horario. Al incorporarse al grupo por primera vez, hay que llegar a las 19:15 hrs.

Introducción
Para poder participar en los cursillos Zen avanzados (zazenkai y sesshin) es necesario participar en una introducción durante un fin de semana, impartida por la Maestra o  discípulos autorizados  para ello.

Zazenkai
  Una vez al mes un día entero de práctica de zazen, con teisho (conferencia de la Maestra), dokusan (entrevista personal), samu (trabajo manual) y QiGong.
Únicamente para personas que ya han hecho un cursillo de introducción al Zen y practican en sus casas. Hay que traer un plato de comida vegetariana que se comparte con los demás.
En Madrid un sábado al mes, desde las 9:30 a 19:00 hrs. Calle del Atajo s/n, Metro Metropolitano.

          Sesshin
El sesshin consiste en varias jornadas intensivas de práctica de zazen (sentadas en silencio), siempre conducido por la maestra Zen. Un día del sesshin se compone de unas 7 o 7,5 horas de zazen, dokusan (entrevista personal), Teisho (conferencia), QiGong y samu (trabajo manual). Se celebran en distintos lugares a lo largo del año.

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Para más información contacten con  fatima.sainzg@gmail.com.
Tlfo.639.608.571 desde el viernes a mediodía hasta domingo.







Vladimir Putin. Un estadista singular (Alfredo Sáenz S.J.)


Interesante..
Artículo y conferencia del padre Sáenz./Rusia

Es un punto de vista curioso....un poco largo pero desde una perspectiva poco habitual.

Alfredo Sáenz S.J. (Buenos Aires1932) es un sacerdote católico argentino y miembro de la Compañia de Jesús.

Vladimir Putin. Un estadista singular

domingo, 24 de enero de 2016

Escuela Sanbo Zen Madrid (Carmen Monske )

EL ZEN
¿Qué es el Zen?
          El Zen es un camino espiritual que, aunque proviene del budismo, no está ligado a ninguna religión determinada. Por eso es adecuado para cualquier persona que busque encontrar respuestas a las preguntas existenciales de su vida. El Zen no se basa en ningún dogma, en ninguna ideología. Su núcleo consiste en sentarse en silencio, concentrándose en la respiración, con la mente despierta, atenta a lo que surge en ella. No sólo es una práctica, sino una forma de vivir la vida. Nos va transformando y en el proceso encontraremos la paz interior, la armonía y la unidad con todo el cosmos. Gracias a ello podemos aportar compasión y sabiduría a todos los aspectos de la vida
          La meta más alta del Zen es llegar a despertar de la estrechez de los límites de la personalidad e irrumpir en la dimensión más allá de los sentidos, en el mundo no-dual. Esta experiencia (iluminación) es una experiencia humana universal, de carácter transcendente y transreligiosa. Nos hace caer en la cuenta de quienes somos en realidad, y de ahí brota la fuerza para la vida cotidiana.
          Aunque parece una práctica sencilla, resulta difícil y conviene buscarse a un Maestro Zen autentico que guíe a la persona en el camino hacia su interior más íntimo.


La Maestra

          Carmen Monske fue nombrada Maestra Zen en el año 1994 por Willigis Jäger, Maestro Zen alemán que es conocido en España no sólo por sus diversos libros (La Ola es el Mar p.ej. con 15 ediciones), sino porque ha venido durante muchos años a impartir cursillos en nuestro país.
          En el año 1995 es nombrada Maestra Zen por la escuela Zen Sanbo-Zen (antes Sanbo-Kyodan).
          Se dedica a impartir cursillos de Zen para principiantes y personas ya avanzadas en la práctica, tanto en Madrid como en diferentes lugares de España. Tiene un Centro propio en la provincia de Murcia.

          Para más información: www.baika-an.org



La Escuela

La escuela Sanbo-Zen es una escuela laica que fue creada en el siglo pasado en Japón, reuniendo prácticas de las escuelas Rinzai y Soto.  Cuenta en la actualidad con unos 70 Maestros Zen. La escuela Sanbo se está extendiendo cada vez más en el mundo, con Centros en la mayoría de los países europeos, en Japón, Canadá, EE.UU., Australia, Filipinas, Singapur.

          Véase:www.sanbo-zen.org



martes, 12 de enero de 2016

E L P R O B L E M A D E L A P A Z ( ALVARO D'ORS)

E L  P R O B L E M A  D E  L A  P A Z ( *)
POR
ALVARO D'ORS


Revista Verbo 1992 nº 307-308 pp. 803-820


Hemos seleccionado en este artículo una sección dedicada al pacifismo, tema tabú ante el que hay que postrarse de hinojos, pero en modo alguno criticar.

Al prescindir del derecho de la guerra, la guerra ha dejado de ser un duelo entre ejércitos, para hacerse total, indiscriminada y de aniquilamiento. Han proliferado las guerras sucias, que no merecen el nombre de guerra, pero lo son. Cuando se rechaza la guerra como algo inadmisible, proliferan las violencias de la que he llamado «guerra unilateral», es decir, el «terrorismo».

Contando estos últimos y los descritos anteriormente hay más de 35 conflictos actuales, generalmente guerras no declaradas, con un total aproximado de 37 millones de muertos (el 78 % de la población española).



PACIFISMO.
(del Problema de la paz)
Por
ALVARO D'ORS

Porque, ¿qué es el pacifismo? El pacifismo es la negación del derecho de guerra. ¿Qué  es, en cambio, la paz? La paz es la abstención de guerra. Y no es lo mismo abstenerse de algo que negar su existencia. No es lo mismo abstenerse prudentemente del exceso del vino que pretender exterminar las viñas. No es lo mismo callarse cuando debe guardarse silencio, que imponer la absoluta mudez; no es lo mismo no mirar que cegarse.
Como ocurre con todo lo que es contrario a la naturaleza, el efecto del pacifismo no ha sido la paz; el pacifismo es propaganda ideológica, y la paz verdadera es un acto o una situación, no una ideología.
La paz es la actualización de una virtud, que, como todas las virtudes, requiere esfuerzo personal para el hombre tarado por los vestigios del pecado. La paz Idílica de un estado de naturaleza es un mito pagano y luego del Iluminismo, pero un mito cuyos efectos perturbadores han sido muy graves para el pensamiento moderno.
Como la misma palabra indica, la paz es, en primer lugar, un apaciguamiento, un pacto, que presupone una anterior hostilidad, del mismo modo que la virtud supone un esfuerzo para superar el riesgo del pecado. Pero la paz es también la situación de un orden justó que hace innecesaria la guerra. Esto quiere decir que no podemos dejar de contar con la guerra, pasada o futura, como tampoco podemos olvidarnos de la presencia del pecado.
La pretensión pacifista de eliminar toda guerra ha tenido consecuencias muy inconvenientes para la humanidad.
En primer lugar, al prescindir del derecho de la guerra, ésta, que sigue existiendo, se ha quedado sin un derecho conforme al que poder juzgar sobre ella. La guerra ha dejado de ser un duelo entre ejércitos, para hacerse total, indiscriminada y de aniquilamiento.
Por otro lado, al no admitirse la guerra como algo posible e incluso eventualmente justo, han proliferado las guerras sucias, que no merecen el nombre de guerra, pero lo son. Del mismo modo que, cuando termina una guerra por un armisticio, siempre existe la posibilidad de que el vencido la continúe haciendo de manera desordenada y sin derecho, a modo de guerra sucia de «partisanos» o «maquis», así también, cuando se rechaza la guerra como algo inadmisible, proliferan las violencias de la que he llamado «guerra unilateral», es decir, el «terrorismo».
Por último, al considerar toda beligerancia como injusta, el vencedor no puede resistir la tentación de juzgar al vencido como criminal, y esto es precisamente lo ocurrido también con el «terrorismo»: el error de juzgarlos como criminales, que no son, cuando habría que combatirlos como enemigos sucios, que realmente son.

Esta desvirtuación de la guerra es muy propia del pacifismo que domina en las democracias de hoy. Esto, evidentemente, no tiene nada que ver con la auténtica paz. Por eso he dicho yo en alguna ocasión que la paz es mucho mejor que la guerra, pero el pacifismo es peor que la guerra que no puede eliminar del mundo.

jueves, 7 de enero de 2016

TEOLOGIA DE LA GUERRA


TEOLOGIA DE LA GUERRA

Por

RICARDO MUÑOZ JUÁREZ.

Capellán Mayor de la Armada.

Revista Verbo 1973 Nº 111-112 pp. 39-89


 

Se trata de un trabajo relativamente extenso y bien documentado en donde se aborda el tema de la guerra, que paulatinamente acaba por abordar el tema de la legitimidad de la guerra y sus condiciones, así como un esbozo de las consecuencias de una postura de rechazo de la guerra y pacifismo radical.Se incluye aquí el apartado de Condiciones de la guerra justa.

El tema de la guerra es ocasión de división, de enfrentamiento de posturas y de mala inteligencia, debido quizá a prejuicios adquiridos. Evitar la guerra y edificar un mundo a escala planetaria, tal es el reto que lanza al hombre de nuestros días la coyuntura histórica en que vivimos.

La exigencia de combatir la guerra, de evitar su crueldad, nos señala ciertamente una incompatibilidad. Guerra y paz se oponen totalmente. Y, sin embargo, el considerar como auténtica paz la simple ausencia de guerra, nos hace reflexionar sobre la posibilidad de una justa guerra, de una guerra de servicio, precisamente, a la paz.

La guerra entre los hombres es un hecho trágicamente constante en la historia «Se han llevado a cabo estudios curiosísimos que demuestran con rigor matemático, que son cortísimos, prácticamente despreciables, los períodos durante los cuales el mundo ha gozado de paz».Flores, A.: Nuevo concepto de la guerra química

Las guerras comienzan en el espíritu de los hombres. las guerras son consecuencia del pecado. La guerra permanecerá sobre la tierra en la medida en que los hombres sigan siendo pecadores El pecado inaugura su reinado en el mundo desde el principio. el pecado no ha cesado de proliferar, de crecer en extensión y profundidad. El pecado será el que fomente el egoísmo entre los hombres, siendo la fuente de la tiranía y de la ambición. Porque las guerras pasadas, y todas las calamidades presentes y futuras, no han sido ni serán simplemente por motivos políticos, económicos, raciales, territoriales o simplemente ideológicos. Estos, algunos al menos, existen siempre como motivo de fricción y chispa de hoguera; pero han sido sólo ocasión y circunstancia. Su raíz es más profunda

La revisión por tanto de las prácticas de la guerra podía dibujarse á partir de la manera como cada individuo viva lo que el Hijo de Dios le ha enseñado a vivir. Cristo dará a entender que el resultado de la paz no logrará afirmarse más que en la proporción en que la masa humana haya consentido de verdad en el Reino de Dios y en su verdadera justicia, luchando contra la guerra, y los terribles azotes que trae consigo; pero esta lucha debe ser paralela a la lucha contra él pecado (Mt.19, 15-20; St. 4, 1). La no desaparición de la guerra y de sus amenazas atestigua el carácter todavía parcial e imperfecto de la conversión humana.

Se ha pretendido condenar la licitud de la guerra en base a frases bíblicas o evangélicas y a la postura asumida por el cristiano de los primeros siglos de nuestra Era. Se alega el «no mataras» del Decálogo, con olvido de que ese precepto…se refiere a un asesinato y no a la acción guerrera.

El Evangelio que me dice si se te pega en la mejilla izquierda, pon la derecha, no me dice si ves a tu prójimo injustamente golpeado en la mejilla derecha deja además que se le golpee en la izquierda... El ejercicio de la caridad, aquí abajo, no se identifica pura y simplemente con la no violencia» .

La guerra es una realidad imposible de eliminar, precisamente en este orden concreto del pecado y de la gracia. Por lo que no será siempre posible evitar el recurso a ella. La utilización de la guerra deberá tender a la eliminación progresiva de la misma, aunque sepamos que ello no es plenamente alcanzable en la tierra. Porque por encima de la guerra, está la paz, a la que aspira el Siervo de Yhavé. Paz que la humanidad ha perdido en el Paraíso y que volverá a encontrar en los tiempos mesiánicos, después del gran caos escatológico.

Si la guerra, en su absurdo, puede tener algún sentido, es en el único y riguroso servicio de la paz. El razonamiento teológico se desarrolla así de este modo. Por un lado, es un hecho que existen asesinos y locos que matan a sus semejantes. Por otro lado, el que se ve amenazado por un asesino, tratándose de su propia vida podrá —a fin de vivir el amor fraterno hasta el heroísmo— preferir la muerte antes que matar o tan sólo herir al agresor. Pero, si le ve atacar a niños, a mujeres, a seres indefensos e inocentes, ¿deberá necesariamente abstenerse de toda violencia con que impedirle cometer su crimen?

Si se respondiera afirmativamente, se reforzaría la ley de la jungla con el comportamiento práctico, ya que con frecuencia no se puede, desgraciadamente, contener la violencia sino oponiéndole la violencia. Por eso, la doctrina teológica que se ha mantenido durante siglos no se puede tirar por la borda. Quienes hoy día hablan de ella desdeñosamente y la denigran, ¿es seguro que tienen siempre un conocimiento exacto de ella?

Las mismas razones que justifican la legítima defensa individual, permiten al Estado injustamente atacado defenderse contra el agresor. Así pues, cuando un Estado se halla en situación de legítima defensa, la guerra puede ser legítima si no existe ningún otro medio de impedir la injusticia.

«De estos dos hechos —carencia de una autoridad mundial capaz de indicar el derecho objetivamente, y con autoridad para asegurar el orden y la actual existencia de países y, por tanto, de patrias—, se sigue que negarse a hacer de perro guardián, porque ello puede llevar a morder, representa abandonar los corderos en un país donde todavía existen lobos. Consiste en aceptar, con el fin de rechazar una solidaridad con la violencia, una solidaridad con la injusticia, así como entregar a la violencia aquello y aquellos a quienes tenemos el deber de proteger.

P. Congar,

«Puede haber una paz más culpable, a los ojos del amor, que muchas guerras: la que estaría compuesta de cobardía y abdicación por una parte y, por otra de una injusticia triunfadora».

Leonard Constant,

Gandhi consintió que se tomaran las armas para repeler la agresión de las tropas de Cachemira, a finales de 1947.

«¿Quién duda de que, llevada a sus últimos extremos la no violencia, tanto en el orden interno como internacional, y, dada nuestra naturaleza caída y desfalleciente, introduciría el imperio del mal y de la iniquidad ?

Gonzalo Muñiz:

Con referencia a la guerra total moderna (la guerra atómica, bacteriológica y química) Aquí ya no se trataría de la defensa contra la injusticia y de la salvaguardia necesaria de posesiones legítimas, sino de la aniquilación pura y simple de toda vida humana en el interior del radio de acción. Esto no está permitido a ningún título.
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CONDICIONES DE LA GUERRA JUSTA.
( de Teología de la guerra)
RICARDO MUÑOZ JUAREZ
Si sólo excepcionalmente puede considerarse como justa una guerra, ésta no debe ser sino un remedio apurado en una situación apurada. Sólo se puede admitir en el extremo límite, a fin de evitar un mal mayor a la humanidad; y sólo si se puede esperar razonablemente que se logrará.
Por eso las condiciones requeridas no son, en definitiva, sino la explicación de la legítima defensa. Pero en cada caso habría que verificar su presencia y convergencia. Y los teólogos han sintetizado su pensamiento sobre el particular en la teoría de las cuatro condiciones : la autoridad del Príncipe, la causa justa, la intención recta y la manera lícita de hacer la guerra.
La condición de que la decisión de guerrear fuera tomada por la autoridad del Príncipe (en el sentido de Jefe de Estado, que tenía este término en el derecho público de la Edad Media), tenía como consecuencia privar de este derecho a todos sus vasallos. Esto era lógico, puesto que podían recurrir a él para que se les hiciera justicia —ya que el Príncipe era su soberano feudal— en los conflictos que oponían unos a otros. En la Europa moderna, cuyos Estados estaban fuertemente centralizados y velaban celosamente por su independencia, esta condición aparecía sólo como una cláusula de estilo. Hoy recobra todo su valor en la hipótesis de una organización superestatal del mundo.
En cuanto a la recta intención y a la manera lícita de hacer la guerra, pueden reducirse a la justa causa, de la que expresan la motivación psíquica en la conciencia de los beligerantes. La dificultadde distinguir lo justo de lo injusto, en un terreno tan complejo y difícil como el político, es lo que agrava esta cuestión.
Por todo ello, la condición de la causa justa, en el momento presente, es la que debe retener particularmente nuestra atención. En efecto, la moral y el buen sentido nos enseñan que, para remediar un mal, aunque real y cierto, está prohibido recurrir a un remedio más nocivo y desastroso que el mal y el desorden mismo que se quiere combatir. Este es el principio de la adaptación y justa aplicación entre el fin y los medios que intervienen aquí, los cuales encarecen siempre, y más en las circunstancias actuales de una guerra contemporánea, la legitimidad moral del recurso a las armas. Esta consideración influirá en las ideas de muchos filósofos y teólogos actuales,en su repugnancia a admitir la eventualidad de una guerra que sea conforme a la moral y al derecho.
En sí misma la CAUSA JUSTA es un complejo de cuatro exigencias :
1. La existencia de una injusticia proseguida obstinadamente.—Ciertos teólogos del pasado, víctimas inconscientemente de la mentalidad de su tiempo, no fueron quizá bastante severos en este punto. Pío XII, en su discurso del 30 de septiembre de 1954, exigía «una injusticia evidente y xtremadamente grave» (52). Aunque entonces se refería explícitamente a las formas extremas de la guerra contemporánea (guerra atómica, bacteriológica y química), su formulación tenía alcance general y es la única plenamente racional. Se da por supuesto —pero conviene repetirlo, pues no siempre se advirtió en otros tiempos— que la injusticia sufrida (o por lo menos inminente y cierta, y que haya tenido ya comienzos de ejecución) provoca una situación de legítima defensa.
2. La necesidad de recurrir a la guerra para obtener satisfacción.— Esto implica que se hayan probado todos los medios pacíficos posibles para resolver las diferencias, y que se haya fracasado por causa de la mala voluntad del adversario. Ello es consecuencia del principio fundamental del arreglo pacífico obligatorio de los conflictos internacionales. Los medios pacíficos o amistosos para arreglar las controversias en que pueden debatirse las naciones, son los siguientes:
a) La negociación directa entre las cancillerías o delegaciones, especialmente nombradas a tal fin, de las potencias interesadas, para buscar el restablecimiento de la concordia mediante la renuncia de una de las partes a sus pretendidos derechos, con la reparación debida o llegando a una transacción digna y aceptable.
b) Los buenos oficios o intervención espontánea y desinteresada de una tercera potencia para conseguir el inicio o reanudación de las negociaciones entre las partes, aunque absteniéndose de tomar parte directa en la regulación del litigo.
c ) La mediación, por la que una o más potencias extrañas interponensu valimiento y buena voluntad, con unas bases de discusión
(52) Pío XII: Alocución a la VIII Asamblea Médica Internacional, en Galindo, P.: Op. cit., pág. 1745, 2.
y propuestas, para interceder sobre las dos partes a fin de concluir acuerdos beneficiosos para ambas.
d ) La conciliación, consiste en que una comisión redacte informe del litigio con la propuesta de su solución. Puede la comisión actuar a petición de parte o por propia iniciativa; y suelen formar en ella un representante de cada uno de los litigantes y otros tres miembros de Estados extranjeros.
c ) El arbitraje, que suele ser consecuencia de la mediación, y consiste en que ambas partes someten su querella a una persona o tribunal arbitral, aceptando de antemano el fallo que con sujeción a derecho pueda ser dictado.
Habida cuenta de que hoy existe una Organización Internacional con órganos aptos para entender en los conflictos entre naciones, a los medios pacíficos anteriormente enumerados se añaden:
a) El arreglo cuasi-judicial, a que puede llegarse por la intervención de los órganos políticos de la ONU, Consejo de Seguridad o Asamblea General, bien por sometimiento de los litigantes a su resolución, bien por entender en ella de oficio.
b) El arreglo judicial, consecuencia de la conformidad y acatamiento de las partes para que entienda en la controversia el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya.
3. Promulgación entre la gravedad de la injusticia y las calamidades que hayan de resultar de la guerra.—«Ninguna, guerra —escribía Vitoria— es legítima, si con toda seguridad ha de tener para la comunidad consecuencias más funestas que útiles, aun cuando no falten motivos para justificarla» (53). Es la regla del mal menor, que podría expresarse así: hay derecho a recurrir a la guerra, si las ventajas que hayan de resultar para la justicia son francamente superiores a los daños que haya de acarrear. En buena lógica —por razón de la unidad de la humanidad—, deberíamos, con el gran teólogo de Salamanca, hacer esta apreciadón en fundón del bien común universal. «Una guerra es injusta por la sola razón de que,
(53) Vitoria, F. de: De Indis et de iure belli, q. 33, en Reelecciones
Teológicas, pág. 839, B. A. C., Madrid, 1960, VIII, 1986 págs.
 
a pesar de su utilidad para una provincia, causaría perjuicio al universo y a la cristiandad» (54).
4. Es necesario, finalmente, que se pueda contar con una fundada probabilidad de éxito. Es la doctrina también de Pío XII en la línea de la tesis dominante (55). Otros teólogos exigen la certeza de la victoria. A esta segunda opinión se puede objetar la casi imposibilidad de prever a ciencia cierta, en muchos casos, el resultado de la guerra. Cuando se trata de resistencia a una agresión, teniendo la víctima el derecho de su parte, su defensa se justifica en el plano racional, si tiene grandes probabilidades de ser eficaz.


 

martes, 5 de enero de 2016

EL CONCEPTO DE «GUERRA JUSTA» EN RELACION


EL CONCEPTO DE «GUERRA JUSTA» EN RELACION

CON LA UNIDAD DE LOS PUEBLOS EUROPEOS

 

Por

 

RAÚL MADRID

 

Revista Verbo 1992 Nº 305-306 pp. 641-650

 


 

 

En este escrito se contempla como en Occidente se practicaba un tipo de guerra por llamarla con términos actuales  “limitada” frente a la “guerra total” frecuente en Oriente. Roma creó el ius fetale, que delmiitaba la guerra justa de la injusta dentro del Derecho Romano.

 

La noción de “guerra justa” la desarrolla Santo Tomás de Aquino y seguida por la escolástica sin apartarse apenas de Santo Tomás. El fin de la guerra justa es restablecer la paz, doctrina tradicional que estaba en la base de la resolución de los conflictos en la cristiandad medieval - verdadera esencia de lo que hoy llamamos Europa-, y que contribuyó a que se establecieran institutos y normas humanizadoras de la guerra impensables en pueblos como los hunos.

 

Entre ellas se podía citar la Tregua de Dios que  persiguió limitar las guerras privadas, llevadas a cabo por motivos de venganza o por interés. La tregua de Dios aparece en el año 1027, en un concilio en Perpiñan. En él la iglesia prohíbe a los hombres hacer la guerra en ciertos días considerados litúrgicos. que en efecto persiguió limitar las guerras privadas, llevadas a cabo por motivos de venganza o por interés. La tregua de Dios aparece en el año 1027, en un concilio en Perpiñan. En él la iglesia prohíbe a los hombres hacer la guerra en ciertos días considerados litúrgicos.

 

Prohibición del uso de ciertas armas como la ballesta, un concilio eclesiástico reunido en 1139 trató de proscribir su uso, salvo en contra de los no cristianos, más tarde prohibida en Inglaterra por la Carta Magna. La mayoría de los caballeros la consideraban un arma que deshonraba,

 

Derecho de asilo. Su fundamento se encuentra en la inmunidad de jurisdicción para con los criminales en los lugares sacros. Se reservaba, de este modo, la Iglesia, el privilegio de imponer la condena al criminal que considerase oportuna, más correctamente diremos que la condena civil se transformaba en penitencia religiosa. Frente a posibles injusticias el presunto delincuente podía refugiarse en un lugar seguro ante la condena inflexible del brazo de hierro de la jurisdicción civil. El asilado no podía ser extraído de un lugar sagrado sin la autorización del juez eclesiástico competente.

 

Órdenes de Caballería. Más allá de  la pura violencia y los raptos de ira y venganza. Los caballeros poseían un código de mandamientos inquebrantables:

 

1.       Creer en todo lo que la iglesia enseñe y observar todos sus mandamientos.

2.       Proteger a la iglesia.

3.       Tendrás respeto por sus debilidades, las defenderás.

4.       Amaras el país en que naciste

5.       No retrocederás ante el enemigo

6.       Harás a los infieles una guerra sin cuarteles.

7.       Cumplirás tus deberes feudales si no contradice la ley de Dios.

8.       No mentiras y serás fiel a tu palabra.

9.       Serás generoso.

10.     Mantendrás el bien frente a la injusticia y el mal.

 

Orden de la Merced.  Orden religiosa católica, fundada en 1218 por San Pedro Nolasco (ca. 1180–1245) para la redención de los cristianos cautivos en manos de musulmanes (60.000 hasta1779). Los mercedarios se comprometen con un cuarto voto, añadido a los tradicionales de pobreza, obediencia y castidad de las demás órdenes, a liberar a otros más débiles en la fe, aunque su vida peligre por ello.

 

                                                 *

viernes, 1 de enero de 2016

REZA SHAH-KAZEMI, De la espiritualidad del jihad a la ideología del jihadismo





Del blog Metapolítica


http://corrieremetapolitico.blogspot.com.es/2015/12/reza-shah-kazemi-dalla-spiritualita-del.HTML




Es sin duda poco tranquilizador considerar que la esencia del Islam es su aspecto esotérico, el sufismo, en cuanto que tanto su doctrina como su realización efectiva son absolutamente minoritarias –y mucho más en los tiempos actuales-, mientras que la mayoría de la umma sometida a las condiciones del descenso cíclico se desliza hacia una ciénaga de  caos, terror  y  violencia cada vez mayor








REZA SHAH-KAZEMI, De la espiritualidad del jihad a la ideología del jihadismo
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoCK6oBegy5DpR079a6cOQAP4Etsz8cuJX-2TvJE088a5wuGchK5zHblmzD9tS9JKZ10HEy_E5gxZSQSPV7d7uiiBaoJG4toRfFht5HPpYEjVTypQ4PqP861No8NG5fDuT6NnN6ToD2dz4/s400/islam.jpg


Una importante definición del  tasawwuf  )indicada en el libro de ʿAlī al-Hujwīrī ( 456/ 1063, Kashf al-mahj ( Revelación de lo que está  velado) uno de los más importantes manuales antiguos del Sufismo clásico: "Hoy, el Sufismo es un nombre sin una realidad; antes fue una realidad sin un nombre." En otras palabras, se cree que los valores propios del Sufismo ya existían al tiempo del Profeta y sus compañeros, dónde tal realidad fue vivida, en lugar de etiquetada. Después de  habernos  provisto esta definición, al-Hujw  añade que los que rechazan el Sufismo están de hecho rechazando "la entera ley sagrada del apóstol y sus calidades tan alabadas”.  Ahora, podría asombrarse el hecho que un rechazo del Sufismo sea del mismo modo considerado un rechazo de la ley divina en su totalidad. El acento, en cambio, debería ser puesto justo sobre esta "totalidad"; porque si el Islam es reducido a una observancia mecánica de reglas exteriores, entonces no sería una religión en el pleno sentido del término. O por lo menos sería una religión sin una vida interior: por ésto vemos al gran al-z Ghazālī llamar a su obra principal "Revivificación de las Ciencias de la Religión"; y de sus escritos está claro que los valores espirituales propios del Sufismo proveen esta vida interior de la religión. Además, siempre son los Sufies, tradicionalmente, los que asimilaron de modo más profundo la universalidad propia al mensaje del  Corán. No sorprende el hecho que los más altos representantes del Sufismo fueron aquellos más sensibles al carácter sagrado de la vida humana, a la innata santidad del ser humano, cualquiera que  sea su religión; y no se asombra tampoco que los más hostiles al Sufismo son los que enseñan un desprecio sobrecogedor por la inviolabilidad de la vida humana  Se está volviendo cada vez  más obvio por quien observa con inteligencia el mundo islámico que los más inclinaciones a la violencia son miembros de un  takfīrī desviado, ramificación de muchos movimientos radicales que son sólo puramente "ideológicos", sino también son los más hostiles al Sufismo y muchos valores considerados entre los más sagrados en la tradición espiritual del Islam.


REZA SHAH-KAZEMI, De la espiritualidad del jihad a la ideología del jihadismo


 en, S.H.Nasr, J.L. Esposito, R. Shah-Kazemi, L' ISLAM E LA VIOLENZA (Irfan Ediciones) próxima salida)