jueves, 15 de marzo de 2012

Notas de un método (María Zambrano)

Notas de un Método 
 MARíA ZAMBRANO









(Tecnos Madrid 2011) 


Estas Notas de un método no son anotaciones, sino en
en sentido musical, lo cual impone, más que justifica, la dis
continuidad. Habiendo sido la continuidad perseguida
Occidente el más grave de sus obstáculos, al conservar
melodía, o buscándola, ha salvado lo que hay más allá
ritmo. El ritmo es conceptual, está dado; una vez encontrada;
no hay más, como sucede en las marchas militares. No hay
sorpresa ni asomo de revelación. Solamente en la melodía
puede haber revelación; la melodía es creadora, imprevisible,
El ritmo, por el contrario, es expresión de la falta de libertad.
a no ser que se trate de un ritmo establecido cósmicamente
entre cielos y tierra, como un coro que empieza y acaba en  si
mismo y que es, puede ser, operante, práctico en el mejor de
Ios sentidos, infernal incluso, pero siempre operante. Los dis-
cursos de Hitler y sus secuaces eran operantes de un modc
infernal. No había lugar para el pensamiento en el ritmo de
aquellos discursos, dijeran lo que dijeran las palabras. Lo que
no es más que ritmo es un infierno, castillo infernal, morta
por sí mismo. Y aquello que es mortal por sí mismo es enemi-
go acerbo no sólo de la libertad sino también de la vida. El
sujeto se encuentra apresado; amor y libertad brotan juntos
en él aunque obedezcan a una ley sideral. ¿A qué ese descenso
ritual a los ínferos, en todas las religiones que merecen tal nombre,
 sino a liberar el alma apresada en ellos?

(p. 62)

                           *

La determinación de las condiciones, y de su creciente
progreso, de un viviente, «a priori» de la experiencia, comen-
zando por el establecimiento de su posibilidad, sería y es,
entonces, el método que se requiere. Mas el riesgo de un
método «a priori» es grande con respecto a la experiencia de
la vida. Recaería sobre ella, sobre la vida misma y sobre el
brotar de la experiencia, como una falta original, privándola
de su indispensable inocencia. La imaginación acecha siem-
pre, siempre que se trate de conocimiento; y en grado extre-
mo, del conocimiento extraído de la propia vida: la imagina-
ción que hizo pasar al primer hombre de la claridad del Arbol
de la Vida a la sombra indeleble del Árbol de la Ciencia del
bien y del mal.


La experiencia precede a todo método. Se podría decir que la
experiencia es «a priori» y el método «a posteriori». Mas esto
solamente resulta valedero como una indicación, ya que la ver
dadera experiencia no puede darse sin la intervención de una
especie de método. El método ha debido estar desde un principio
 en una cierta y determinada experiencia, que por la virtud de
aquél llega a cobrar cuerpo y forma, figura. Mas ha sido indispensable 

 una cierta aventura y hasta una cierta perdición en la experiencia,

un cierto andar perdido el sujeto en quien se va  formando. Un andar

 perdido que será luego libertad.

(p68)

                                     *
Como en todo humano quehacer, se ha de buscar en el
«Método», con sus diferentes modalidades y variaciones, su
origen en algún aspecto esencial del ser humano, su raíz y
lundamento. Y más bien en algo que le falte, en alguna de
osas carencias que, siendo esenciales, un día se manifiestan
perentoriamente, nítidamente también, en modo tal que la
manifestación de la necesidad viene a confundirse con su
cumplimiento. Un método es un camino a recorrer una y otra
vez; un camino que se ofrece en modo estable, asequible, que
no ofrece a su vez preparación ni guía alguna: lugar de llegada
 más que de partida, lugar de convivencia por tanto. Lo que lo
 ha hecho necesario y posible ha sido borrado, cancelado
 previamente.Se ofrece, pues, como algo inmediato para quien
lo encuentra, quien desde el principio está invitado a encontrars
e en él, dentro de él. Un comienzo que es al par un final, un puro
 presente, aunque lo que proponga y exija sea un tiempo a recorrer, 
 un tiempo sucesivo. Tales características no pueden darse, se nos figura,
sino en la más pura transparencia: un lugar inmediato, cierto, accesible,
 donde el hombre encuentra la transparencia o, al menos la visibilidad
que la anuncia. Se nos aparece que el supuesto de esta inmediatez,
que paradójicamente es un ir, un recorrer reside en la condición
permanente del hombre de que su propio ser sea opaco para  si mismo,
de que no esté presente a sí mismo, de que su ser  le este escondido o,.
 de algún modo, oculto. Lo cual de por sí,  como todo, lo negativo,
 no podría originar una acción sino una pasión, y, mas precisamente,
un padecimiento, un mutismo -si de palabra se trata-, un no ver,
una privación no siempre configurada, un estar sumergido en el
 desconocimiento.

(p 70)

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