René Guénon
ACERCA DE LOS DOS SAN JUAN
Artículo originalmente publicado en "Études
Traditionnelles", junio de1949, e incluido en Symboles fondamentaux de la
Science Sacrée, París, Gallimard, 1962 [Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada,
Buenos Aires, Eudeba, 1969, y Barcelona, Paidós, 1996].
Aunque el
verano sea considerado generalmente como una estación alegre y el invierno como
una triste, por el hecho de que el primero representa en cierto modo el triunfo
de la luz y el segundo el de la oscuridad, los dos solsticios correspondientes
tienen sin embargo, en realidad, un carácter exactamente opuesto al indicado;
puede parecer que hay en ello una paradoja harto extraña, y empero es muy fácil
comprender que sea así desde que se posee algún conocimiento sobre los datos
tradicionales acerca del curso del ciclo anual. En efecto, lo que ha alcanzado
su máximo no puede ya sino decrecer, y lo que ha llegado a su mínimo no puede,
al contrario, sino comenzar a crecer a continuación (1); por eso el solsticio
de verano señala el comienzo de la mitad descendente del año, y el solsticio de
invierno, inversamente, el de su mitad ascendente; y esto explica también,
desde el punto de vista de su significación cósmica, estas palabras de San Juan
Bautista, cuyo nacimiento coincide con el solsticio estival: "Él
(Cristo, nacido en el solsticio de invierno) conviene que
crezca, y yo que disminuya" (2).
Sabido es que,
en la tradición hindú, la fase ascendente se pone en relación con el deva-yâna,
y la fase descendente con el pitr-yâna; por consiguiente, en el Zodíaco, el
signo de Cáncer, correspondiente al solsticio de verano, es la "puerta de
los hombres",
que da acceso al pitr-yâna, y el signo de Capricornio,
correspondiente al solsticio de invierno, es la "puerta de los
dioses", que da acceso al deva-yâna. En realidad, el período
"alegre", es decir, benéfico y favorable, es la mitad ascendente del
ciclo anual, y su período "triste", es decir, maléfico o
desfavorable, es su mitad descendente; y el mismo carácter pertenece,
naturalmente, a la puerta solsticial que abre cada uno de los dos períodos en
que se encuentra dividido el año por el sentido mismo del curso solar.abido es,
por lo demás, que en el Cristianismo las fiestas de los dos San Juan están en
relación
directa con los dos solsticios (3), y, cosa muy notable,
aunque nunca la hayamos visto indicada en ninguna parte, lo que acabamos de
recordar está expresado en cierta manera por el doble sentido del nombre mismo de
"Juan" (4). En efecto, la palabra hebrea hanán tiene a la vez el sentido
de "benevolencia" y "misericordia" y el de
"alabanza" (es por lo
menos curioso comprobar que, en nuestra misma lengua,
palabras como "gracia (s)" tienen exactamente esa doble
significación); por consiguiente, el nombre Yahanán [o, más bien, Yehohanán]
puede significar "misericordia de Dios" y también "alabanza a
Dios". Y es fácil advertir que el primero de estos dos sentidos parece
convenir muy particularmente a San Juan Bautista, y el segundo a San Juan Evangelista;
por lo demás, puede decirse que la misericordia es evidentemente "descendente"
y la alabanza, "ascendente", lo que nos reconduce a su respectiva
relación con las dos mitades del ciclo anual (5).
En relación con
los dos San Juan y su simbolismo solsticial, es interesante también considerar
un símbolo (6) que parece peculiar de la Masonería anglosajona, o que al menos
no se ha conservado sino en ella: es un círculo con un punto en el centro,
comprendido entre dos tangentes paralelas; y estas tangentes se dice que
representan a los dos San Juan. En efecto, el círculo es aquí la figura del
ciclo anual, y su significación solar se hace, por otra parte, más manifiesta
por la presencia del punto en el centro, pues la misma figura es a la vez el signo
astrológico del sol; y las dos rectas paralelas son las
tangentes a ese círculo en los dos puntos solsticiales,
señalando así su carácter de "puntos límite", ya que estos puntos
son, en efecto, como los límites que el sol no puede jamás sobrepasar en el curso
de su marcha; y porque esas líneas corresponden así a los dos solsticios puede
decirse también que representan por eso mismo a los dos San Juan. Hay empero,
en esta figuración una anomalía por lo menos aparente: el diámetro solsticial
del cielo anual debe considerarse, según lo hemos explicado en otras ocasiones,
como relativamente vertical con respecto al diámetro equinoccial, y sólo
de esta manera, además, las dos mitades del ciclo, que
van de un solsticio al otro, pueden aparecer real y respectivamente como ascendente
y descendiente, pues entonces los puntos solsticiales constituyen el punto más
alto y el punto más bajo del círculo; en
tales condiciones, las tangentes a los extremos del
diámetro solsticial, al ser perpendiculares a éste, serán necesariamente horizontales.
Pero, en el símbolo que ahora consideramos, las dos tangentes, al contrario,
están figuradas como verticales; hay, pues,
en este caso especial, cierta modificación aportada al
simbolismo general del ciclo anual, la que por lo demás se explica de modo bastante
sencillo, pues es evidente que no ha podido producirse sino por una asimilación
establecida entre esas dos paralelas y las dos columnas [masónicas]; éstas, que
naturalmente no pueden ser sino verticales, tienen por lo demás, en virtud de
su situación respectiva al norte y al mediodía, y al menos desde cierto punto
de vista, una relación efectiva con el simbolismo solsticial.
Este aspecto de
las dos columnas se ve claramente sobre todo en el caso del símbolo de las
"columnas de Hércules" (7); el carácter de "héroe solar" de
Hércules y la correspondencia zodiacal de sus doce trabajos son cosas demasiado
conocidas para que sea necesario insistir en ellas; y es claro que precisamente
ese carácter solar justifica la
significación solsticial de las dos columnas a las cuales
está vinculado su nombre. Siendo así, la divisa "non plus ultra",
referida a esas columnas, aparece como dotada de doble significación: no solamente
expresa, según la interpretación habitual, propia del
punto de vista terrestre y, por lo demás, válida en su
orden, que aquéllas señalan los límites del mundo "conocido", es
decir, en realidad, que son los límites que, por razones cuya investigación podría
resultar de interés, no era permitido sobrepasar a los viajeros; sino que
indica al mismo tiempo -y sin duda debería decirse ante todo- que, desde el
punto de vista celeste, son los límites que el sol no puede franquear y entre
los cuales, como entre las dos tangentes de que tratábamos líneas antes, se
cumple interiormente su
curso anual (8). Estas últimas consideraciones pueden
parecer bastante alejadas de nuestro punto de partida, pero, a decir verdad, no
es así, pues contribuyen a la explicación de un símbolo expresamente referido a
los dos San Juan; y, por otra parte, puede decirse que, en la forma cristiana
de la tradición, todo lo que concierne al simbolismo solsticial está también,
por eso mismo, en relación con ambos santos.
NOTAS:
1. Esta idea se encuentra, particularmente, expresada
varias veces y en formas diversas en el Tao-te-King; se la refiere más en
especial, en la tradición extremo-oriental, a las vicisitudes del yin y el
yang.
2. San Juan, III, 3.
3. Esas fiestas se sitúan en realidad un poco después de
la fecha exacta de los solsticios, lo que manifiesta de modo aún más nítido su
carácter, ya que el descenso y el ascenso han comenzado ya efectivamente; a
esto corresponde, en el simbolismo védico, el hecho
de que las puertas del Pitri-loka y del Deva-loka se
consideran situadas respectivamente, no exactamente al sur y al norte, sino
hacia al sudoeste y el nordeste.
4. Queremos referirnos aquí al significado etimológico de
ese nombre en hebreo; en cuanto a la vinculación entre Juan y Jano, aunque debe
entenderse que es una asimilación fónica sin ninguna relación, evidentemente,
con la etimología, no por eso es menos importante desde el punto de vista
simbólico, ya que, en efecto, las fiestas de los dos San Juan han sustituido
realmente a las de Jano, en los respectivos solsticios de verano e invierno.
5. Recordaremos también, vinculándola más especialmente a
las ideas de "tristeza" y "alegría" que indicábamos en el
texto, la figura "folklórica" francesa, tan conocida, pero sin duda
generalmente no comprendida muy bien, de "Juan que llora y Juan que
ríe", que es en el fondo una representación equivalente a la de los dos
rostros de Jano; "Juan que llora" es el que implora la misericordia
de Dios, es decir, San Juan Bautista; y "Juan que ríe" es el que le
dirige alabanzas, es decir, San Juan Evangelista.
6. [Ya señalado en la última nota de un artículo
anterior.]
7. En la representación geográfica que sitúa a esas
columnas a una y otra parte del actual estrecho de Gibraltar, es evidente que
la ubicada en Europa es la columna del norte y la ubicada en África es la de
mediodía.
8. En antiguas monedas españolas se ve una figuración de
las columnas de Hércules unidas por una suerte de banderola en la que está
inscrita la divisa "non plus ultra"; ahora bien -cosa que parece bastante
poco conocida y que señalaremos aquí a título de
curiosidad-, de esa figuración deriva el signo usual del
dólar norteamericano; pero toda la importancia fue dada a la banderola, que no era
primitivamente sino un accesorio y que fue cambiada en una letra S, cuya forma
aproximadamente tenía, mientras que las dos columnas, que constituían el
elemento esencial, quedaron reducidas a dos trazos
paralelos, verticales como las dos tangentes del círculo
en el simbolismo masónico que acabamos de explicar; y la cosa no carece de cierta
ironía, pues precisamente el "descubrimiento" de América anuló de
hecho la antigua aplicación geográfica del non plus ultra.
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