lunes, 26 de abril de 2010

Contaban lo que pasaba (José Jiménez Lozano, Diario de Ávila 25-4-2010)

A LUZ DE UNA CANDELA

JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, PREMIO CERVANTES

Diario de Ávila 25 abril 2010


Contaban lo que pasaba

En un tiempo, aunque ahora no lo parezca, el periodismo fue naíf o, para decirlo más exactamente, fue pri­mitivo en el sentido en que se habla de los primitivos italianos, es decir, de Giotto, Cimabúe o fray Angélico; co­mo una maravillosa tabla del mundo o el mirador de un globo aerostático, y allí se veían los caminos, los bos­ques, los mares y los océanos, los paí­ses, las ciudades y aldeas, y a los hom­bres, mujeres y niños, a los animales domésticos o feroces, pintados admi­rablemente; e incluso los reyes y gen­tes principales se paseaban por allí, y se les veía en su casa o en la calle, co­mo vemos a las gentes que están en los cuadros holandeses.

Se veía, según se iba leyendo, la ta­bla que el periodista había pintado o desde el globo al que se nos había in­vitado a subir, aunque también a ve­ces había allí dibujos que el mismo periodista o un dibujante trazaban. Y entonces los periódicos eran como los cuentos que comprábamos de niños, o los que nos traían los Reyes. Incluso si en ellos había también cosas tristes, y hasta terribles, porque el mundo es el mundo, nunca jamás hubo Arcadia alguna en ninguna parte, y entonces se producía como un desprendimiento de muchas pieles de búfalo que de­cía Maestro Eckhart, y nos tornamos sensibles a la desgracia ajena.

Y el caso es que los periódicos ha­bían nacido primeramente, digamos que como chismorreo, es decir, como del eterno impulso de las mañanas del mundo, y que ha ocurrido siempre a todo hombre, desde el tiempo de las cabañas prehistóricas hasta hoy, que, al levantarse de la cama, ha abierto la ventana de su estancia, y se ha ma­ravillado de que allí siguiera el mundo, y enseguida ha senti­do la necesidad de investi­gar lo que ha ocurrido en él durante la noche, por­que cada mañana es una gozosa extrañeza de que aún estemos vivos, y en­tonces se sienten de­seos de hacer una gi­ra por el mundo en­tero, y de enterarse de lo que ha ocu­rrido. Y, si puede ser, también o sobre todo en tierras lejanas.

Digamos entonces que los señores políticos y las gentes de los dineros se percataron del extraordinario instrumento que se les venía a las manos, si lograban hacer de los lectores partidarios o cofrades, y compradores; y si las mercancías, en vez de ser, aparecieran transforma­das por las palabras en puras mara­villas, porque el papel es tan mansa criatura como el jumento y se deja cargar con lo que sea, hasta con los arsenales del odio y de la muerte. Y así serían ya las cosas en adelante, pero, en cuanto los políticos apare­cieron en los periódicos, junto a los vendedores de
crecepelo y los delin­cuentes, perdie­ron todo su encanto, porque fueron converti­dos en bocinas de todos ellos, y la vida escapó de los papeles. Y luego ya, den­tro del sistema tecnoló­gico, todos somos arras­trados por las pensa­res y sentires que se nos imponen, la pu­ra eficacia y la abso­luta irrelevancia de las nociones de bien o de mal que no sean las convenidas. Porque eso es lo que hay en el mundo.

lunes, 12 de abril de 2010

"Subsidios", "Prebendas Políticas" etc. etc.

Es muy corto, tremendamente claro y se aplica 100% a nuestra realidad social:

“Subsidios” “Prebendas Políticas”, etc..etc..

Pensamiento de A.Rogers (1931)

Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo.. El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona.

Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, y eso... mi querido amigo...
...es el fin de cualquier nación.


“No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola”.

Dr. Adrian Rogers, 1931
Pastor americano