sábado, 21 de junio de 2014

Una refundación secularizada de la monarquía (Roberto Esteban Duque)


LA FRAGILIDAD DEL BIEN

Una refundación secularizada de la monarquía


El principal fracaso del comienzo de su reinado, Majestad, tiene su origen en la negación relativa a Dios.

Ha perdido Felipe VI voluntariamente la gracia -si es que tenía alguna- cuando propone una especie de refundación secularizada de la monarquía, una comedia semejante a la que, respecto a la realeza, ofrecían en Francia en el siglo XIX los monárquicos constitucionalistas, que en su inmensa mayoría eran republicanos de corazón; “una monarquía renovada para un tiempo nuevo”, la de ateos vergonzantes que prefieren seguir guardando cerdos antes que regresar a Dios, sin ninguna indigencia religiosa que les haga añorar un hogar celeste en la tierra, y la de usurpadores del ámbito público que reconocen la primacía de la moral en la vida política pero no el fundamento de la moral en la tradición cristiana.

  Dice Felipe VI, en su Mensaje con motivo de su proclamación como nuevo Rey de España, que nuestra historia nos enseña que “los grandes avances de España se han producido cuando hemos evolucionado y nos hemos adaptado a la realidad de cada tiempo”, mirando más allá de nosotros mismos, compartiendo “una visión renovada de nuestros intereses y objetivos comunes”.

  Pero conocer el espíritu del tiempo para convertirse a él significa buscar sus causas a mayor profundidad que la de situar, como hace Su Majestad, el bienestar de España en “el conocimiento, la cultura y la educación”. No podemos contentarnos con mirar las apariencias exteriores para conocer el espíritu del tiempo, sino ir a las raíces que, como siempre en la historia del espíritu, pertenecen al estrato religioso que el Rey de España se obstina con gran error en ignorar. Porque el principal fracaso del comienzo de su reinado, Majestad, tiene su origen en la negación relativa a Dios, que es tanto -según observara C. S. Lewis- como la abolición del propio hombre.

  La monarquía, como viene siendo habitual en las democracias modernas, reniega del Evangelio y del cristianismo en nombre de la libertad, traicionando las raíces evangélicas de la democracia. ¿No irá Felipe VI más allá de la aconfesionalidad del Estado cuando se niega, sin demasiada resistencia de las diversas instituciones y asociaciones de la nación, a reconocer públicamente la profunda tradición católica de los españoles?

  Cuando el hombre no necesita a Dios se consagra a lo puramente material, a creer que el patrimonio de una nación es sólo conquista de libertades públicas y derechos sociales,  con el deber añadido de “impulsar las nuevas tecnologías, la ciencia y la investigación” como las “verdaderas encargadas de crear riqueza”, olvidando la comunidad de vínculos universalmente religiosos que constituyen los primeros lazos sociales y las mayores reservas de sentido en la vida colectiva de los pueblos.

  Necesitar sólo las bendiciones de un “humanismo ético que elimine discriminaciones, afiance el papel de la mujer y promueva la paz”, es tanto como privar al hombre de su enlace vertical, refundar la monarquía expulsando de ella la presencia de la Cruz, para reducir el bien humano a lo meramente temporal. Necesitar sólo la bendición del progreso es reconocer una religión social -porque il faut un Dieu pour le peuple, como dirá Voltaire-, pero destruir la visión tradicional cristiana de la historia, corrompiendo todo con el ridículo de querer renovarlo todo.

  Abolir la religión del escenario público es el mayor de los ridículos de un Jefe de Estado, el más peligroso de los dogmatismos creados al comienzo de su reinado. Alejar a Dios de la vida de los ciudadanos y desplazar el mundo religioso del centro de la vida social, cultural y política, es tanto como abrir un proceso contra Dios desatando al Estado completamente de la tradición cristiana, para terminar por originar un evidente conflicto: el choque entre la fidelidad al credo católico heredado y la intención constitucional y también monárquica de extirpar esas creencias con la indiferencia, la desacralización y la expulsión del Dios de los cristianos del foro público.

  Comienza así a sembrar la monarquía un Estado autosuficiente, encargada de doblar las campanas a un Dios moribundo que hace vigente el aforismo del “hombre loco”, de Nietzsche, cuando pinta el extravío del hombre que ha roto los vínculos con Dios y con el mundo religioso, estando ya felizmente abatidos. Nos harán incluso llegar a pensar que creer en Dios es señal del cobardía y falsedad,mauvaise foi de un yo que es incapaz de hacerse cargo de su propia libertad, como sentenciaraSartre.

  Felipe VI ha emprendido, lo quiera o no, una revolución silenciosa, una apostasía tácita contra la fe, la suficiencia de quien pretende que el pueblo viva sin valores vinculantes trascendentes, de disipar las raíces cristianas y el Credo católico de España. Este silencio de Dios nos llevará a una religiosidad simplemente religiosa, sin contacto con la vida inmediata, irreconocible y reducida a doctrina y práctica puramente religiosa, sin más valor que proporcionar solemnidad al nacimiento, las bodas y la muerte. La indiferencia y negación pública sobre el Nombre de Dios por parte de Felipe VI al no pronunciarse en su proclamación como Rey sobre la importancia del hecho religioso en la vida de los pueblos, contribuirá a que Dios no tenga otro valor, como señalara Rilke, que el de una “dirección para el amor”. Lo dirá también con agudeza Ratzinger: “Cuando no se entiende que el hombre se encuentra en un estado de enajenación que no es solo económico y social, sino tal que no puede remediarla con sus propios esfuerzos tampoco es ya posible comprender que necesite a Cristo Salvador”.

 

  Se inmola, Majestad, pero no en el altar del bien y de la verdad, sino en el altar del orgullo, donde de oferente y servidor se ve tornado en creador y dueño de sí mismo, en un error que se resuelve en la herejía contemporánea de negar a Dios para dejarlo atado a su cielo como Encélado a su roca, desprovisto ya el hombre de amor a lo alto y sólo ocupado en un reinado donde de los altares olvidados han hecho su morada los demonios. ¡Pobre loco!

 

La Gaceta

 

21 de junio 2014

 


 

miércoles, 18 de junio de 2014

Aspectos esotéricos del arte (Jean Biès)


 

http://delaferriereferriz3.tripod.com/aspectoesoterico.htm

 

ASPECTOS ESOTÉRICOS DEL ARTE

 

(Fragmentos)

Jean Biès

 

El arte siempre ha tenido su lugar en los mundos tradicionales, y a menudo un lugar preferente, por su funcionalidad. Hoy en día se encuentra relegado al rango de las distracciones ociosas y de las ensoñaciones ornamentales, a menos que no sea rechazado si intenta franquear de una manera u otra las planicies de la época. Por no citar más que el ejemplo de la poesía, se puede decir que esta no subsiste más que en el estado de vestigios. La poesía ha desertado de este mundo, o este mundo la ha ocultado en tanto que un resto ruinoso de una Edad de Oro del lenguaje y del pensamiento: semejante a una mujer que hubiera salido de la habitación, y de la que no quedara más que el perfume de su paso.

Lo que ocurre es que no hay nada más difícilmente soportable para la mayoría de los hombres de una era crepuscular que lo sagrado de lo cual el poeta corre el riesgo de ser el transmisor. Lo que origina el poco éxito de un buen número de artistas verdaderos, es que ellos son menos contemporáneos de sus contemporáneos que de otra Edad cósmica. Desplegando ante una sociedad de comerciantes los fastos de una gesta caballeresca, Wagner aparece como una resurgencia del Trêta Yuga en pleno Dvapara-yuga (1); de ahí la incomprensión que ha conocido en su vida. Uno puede extrañarse a la inversa de la misma incomprensión encontrada por Balzac, cuya obra trata principalmente de la casta financiera. Pero, al margen de que esta casta sea poco sensible al arte, el autor de la Comedia Humana había mitologizado la burguesía de su tiempo, realzándola de alguna manera al nivel del espíritu épico de la Edad anterior. (Se hablaba en el siglo XIX de los "caballeros de la industria"). Todavía más, la indiferencia a la que tantos poetas de tendencia espiritual en nuestros días, están condenados, se explica por el hecho de que estos "reencarnados" del Satya-yuga hablan el lenguaje de esta Edad a las personas del Kali Yuga, que no pueden entenderlo. Son aquellos por los que el escándalo llega, el escándalo de la inadecuación. (2)

Todas las condiciones parece que están hoy en día reunidas para que sea así. La hora de los rendimientos y de la competencia pasa de largo cómodamente sobre la puesta en formas y en ritmos de lo mejor de uno mismo; el vocabulario abstracto y cifrado no tiene mas que hacer modulaciones indefinidas de una idea, arabescos de un estilo. Si la Edad de Oro no tiene necesidad del arte porque ella misma es expresión de la belleza, la Edad de Hierro tampoco tiene necesidad de él porque niega o ignora la existencia y la necesidad de la belleza. Se asemeja curiosamente a la tierra contaminada, y en consecuencia estéril: el Espíritu no sabría donde posarse. Morada de muertos-vivientes, de esos "hombres-vacío" de los que hablaba Daumal, que no están solamente vacíos por estar huecos, como las estatuas de escayola, sino porque están llenos de ellos mismos, llenos de un saber ignorante, de una hedonista esterilidad.

Hay que reconocer que numerosos artistas, por oportunismo o impregnación del ambiente general, gustan de hacerse los cómplices de la mentalidad moderna. En lugar de detener la corriente, la aseguran, la animan por la deformación de las imágenes en la dirección hacia la fealdad y la vulgaridad, por la inversión de los símbolos, por la elección de los términos y de los estilos deliberadamente opuestos a la evidencia matutina del mundo. Así, recurriendo a lo incomprensible y a lo ilegible, la poesía moderna hace todo lo posible para romper con sus últimos seguidores. Pensando en particular en los Surrealistas, Shrî Aurobindo a podido llamar la atención sobre el hecho de que «la oscuridad de lo ininteligible no es verdaderamente la esencia de ninguna poesía». Se podría decir de una tal tentativa a los descensos múltiples lo que Michel Maier reprochaba a ciertos alquimistas: «La mayor parte de sus tratados están escritos en una lengua tan oscura que sus autores son los únicos que los comprenden» (3). Es curioso señalar en este tema que en el momento en el que la Iglesia católica, con el fin de hacerse escuchar, opta por la claridad vernácula y elimina todo misterio, la poesía moderna elige a menudo el hermetismo o la incoherencia. La Iglesia ha roto con los arcanos del esoterismo, sin embargo la poesía ha creado una parodia del lenguaje mistagógico. Una y otra actitud no han hecho a menudo mas que alejar, aquí, a los fieles, allá, a los lectores; una y otra subrayan en sentido contrario una misma conjunción cíclica.

No queremos dejar la cuestión del Surrealismo sin señalar que hay a su lado algo más grave. Si ciertas obras pueden, a imagen de los sueños, estar plenas de arquetipos, esto no tiene por qué significar que ellas son, como se quisiera creer, producciones incluso indirectas del «Punto Supremo». Podía ser bueno que la inspiración fuera, como lo quería André Breton, «toma de posesión total de nuestra alma»; pero hubiera sido mejor interrogarse antes que nada sobre el origen, la naturaleza y la finalidad de esta inspiración y sobre el "demonio" que estaba detrás de la escritura automática. El hecho de que Occidente no conoce la distinción particularmente bien señalada por los "Platónicos de Persia" entre la simple "imaginación", o fantasía desbocada, dependiente del mundo sensible, y la "Imaginación agente", ligada al mundo imaginal, está en el origen de todas las confusiones, entre ellas la del Surrealismo creyendo captar mensajes de lo alto, cuando en realidad de abría perdidamente al mundo de los fantasmas y las larvas.

La Creación es el producto de la "Imaginación agente" de la Deidad, la cual aspira a revelarse en los seres que la manifiestan a ella misma y que ella crea a fin de conocerse en ellos. Surgida de la «Nube primordial, suspirada» dicen los Sufíes, a partir del Ser divino, la Creación es su teofanía; es, podríamos decir, un "precipitado" de Dios fuera de Si-mismo, una desidentificación sin ruptura de Dios con Dios. La eterna intención de la Deidad en su actividad creadora es la de formar en cada criatura un espejo de su Belleza, un compañero de su Amor, una imagen de su Esplendor, un tabernáculo de su Verdad. Ella esta, de una orilla a otra del abismo cósmico, suscitando dioses que le sirvan de soportes y de receptáculos, antes de volver a llamarlos a Ella, cargados, dice un místico del Islam, de gemas, de sedería y de especias. Cada ser se siente concernido de diferente manera por esta profusión divina, ya que cada ser se encuentra incluido en ella. Pero esta verdad no es en ningún lugar más evidente que en el caso del artista; ningún ser refleja de mejor manera la imitación de la actividad divina, surgida del Amor, de la Alegría y de la Belleza. La India hablaría de Ananda.

Por lo mismo que el lazo entre Creador y Creación nunca se ha roto, a pesar de que el Uno se multiplica y se especifica en tal y tal rostro, en paisajes de una belleza tal que uno puede preguntarse si Él está verdaderamente separado de Si-mismo, así, el lazo ente el Artifex humano y el Artista divino se revela sólido hasta el punto de que verdaderamente ya no se percibe más lo que les diferencia en su naturaleza más escondida. El artista verdadero, aun no siendo un Avatar, seguramente es una vibhûrti, una manifestación menor o parcial de lo Divino, que es igualmente la que, en otros registros, se manifiesta en el sabio, en el maestro espiritual, en el profeta. El artista verdadero expresa no solamente los contenidos de su consciencia personal, sino algo más, que revela una Consciencia transcendente.

Lo que diferencia a la actividad del artista humano de la del artista Divino, es que se realizan ambas, de alguna manera, en sentido inverso una de la otra. Mientras que el Demiurgo formula la Creación haciéndola pasar del mundo de los Posibles al de los Arquetipos, y de éste al mundo de las «Aguas inferiores», el artista, en lugar de efectuar el mismo descenso, realiza un ascenso. Sin duda se vuelve a encontrar en él la tripartición de la actividad demiúrgica; el aspecto de creación, en el nivel de las ideas, de las imágenes, de los ritmos y de los sonidos; el aspecto de destrucción, en el nivel de los bosquejos, tachaduras y las repeticiones; el aspecto de encarnación, en el nivel del "descenso" de la inspiración iluminando la obra con su gracia. Aun no siendo este descenso el mismo del que hemos hablado al comienzo. La Creación divina parte de «antes del principio», para crear el mundo a partir del Origen; en el otro extremo, el artista recibe este mundo al término de su caída y lo reenvía a la Deidad. Si esta desciende en el mundo caído para transfigurarlo, el artista transfigura este mundo para devolvérselo. Con la misma discreción, la misma aparente ineficacia: no hay exteriormente ningún cambio. El artista se sirve del mundo en su estado de coagulación para hacerlo remontar hacia su transparencia perdida, hacérsela reconquistar; él rehace el mudo de las Formas «a imagen del Cielo». Por ello, el artista aligera el mundo, lo clarifica, lo salva; es de alguna manera el lugarteniente del Avatar. Su actividad tiende a extraer el oro del lenguaje, el spiritus-mercurius, dirían los hermetistas, de la materia; a curar a esta materia de su maldición restituyéndola a su virginidad primera. Y es este don de percibir la substancia paradisíaca, oculta en el corazón de la opacidad, al que se ha llamado "videncia".

Lo Divino se expresa con la ayuda de tres vías principales: la Encarnación que, en el nombre de la Misericordia, entrega sus mensajes a la humanidad; la Naturaleza -el Liber Mundi-que manifiesta su Potencia; finalmente el Arte, que traduce su Belleza. La Encarnación se exterioriza por la intermediación de los Enviados divinos; la Naturaleza, por la de las "huellas" o "firmas"; el Arte, por los diferentes lenguajes estéticos.

La música y la poesía intentan reproducir los ecos del Verbo original; ellas se despliegan en el tiempo y están directamente religadas al Éter. La arquitectura concretiza la idea de que Dios mide y construye los volúmenes del universo; la Escultura concreta la idea de que El modela las formas; la pintura, que El las dibuja y colorea. Todas ellas tres se despliegan en el espacio y están unidas a la Tierra, al Aire y al Fuego (4). La escultura habla de la unión del espíritu y de la materia, esta purificada, aireada por aquel; la danza, la transformación del espacio en tiempo, la conciliación de lo moviente y lo inmóvil. La arquitectura consagra también la unión del Cielo y de la Tierra por la síntesis del círculo y el cuadrado, de la esfera y el cubo; es ella el lugar de la cristalización de todas las realidades cósmicas reunidas en su jerarquía. La pintura expresa la fluidez de las líneas, los juegos de la sombra y de la luz alrededor de un punto central y vacío; el arte del icono reposa en el intento paradójico de representar lo invisible en lo visible. En el arte del tejido, la urdimbre expresa las Esencias permanentes de los seres; la trama, el devenir religando las cosas entre ellas. La poesía imita la expresión del Logos: es esa palabra nupcial que el Espíritu se danza a si mismo.

Interprete de otro mundo en el mundo de los hombres, el artista es aquel que ha sido elegido para ver lo invisible, para captar lo inasible, para decir lo inexpresable. El Budismo pide al pintor que «vea el Nirvana en todo lo que le rodea» -puesto que el Nirvana es el Samsara, que el Jardín de las Esencias equivale al Campo de los Fenómenos, y recíprocamente- él debe captar la perfección oculta en el corazón de los objetos, de los paisajes, de las criaturas. Pero se podría decir por lo mismo que el escultor tiene como tarea el reconocer Budas en todos los seres, es decir en todos ellos la naturaleza deiforme más allá de las apariencias; el arquitecto, en todos los despliegues del espacio, el paraíso de la beatitud; el poeta y el músico, en todos los sonidos, el Mantra creador (5), la armonía de las esferas, los «gemidos de la Creación», que lentamente se transforman en «suspiros de Paloma».

 

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NOTAS

1.- Se trata desde luego de subdivisiones contenidas en el ciclo del Kali Yuga.

2.- O como los escribe Soljenitsyn en su Discurso de Estocolmo: «Cuando los escritores están condenados a crear en silencio hasta su muerte sin oír jamás el eco de las palabras que han escrito, entonces, no es solo una tragedia personal, es el martirio de una nación entera.

3.- También podría haber en esta oscuridad voluntaria o bien una prudencia que imponía la época, o bien el deseo de obligar al lector a hacer un esfuerzo por romper la cáscara. ¡Los poetas a los que nos referimos no son alquimistas! Muchos de entre ellos podrían decir aquello que Montaigne, enemigo de todo "embrollo" parecía creer: «los lectores sacarán la conclusión de la profundidad de mi pensamiento por la oscuridad».

4.- Recordemos que el oído está relacionado con el Éter, como el tacto, con la Tierra y con el Aire, la vista con el Fuego. El elemento Agua, correspondiente al sabor, falta en esta lista. Se debería de poner teóricamente en relación con el arte culinario. Pero sobretodo, es indisociable de este "sabor" que está hecho de un sentimiento supra-sensible que permitedegustar una obra, hecho de emoción y de evidencia, común a todas las artes.

5.- El deseo de hacer encontrarse totalmente a las tradiciones orientales con los recientes descubrimientos de la ciencia no debe de llegar hasta el punto de identificar el OM, que pertenece al plano metafísico, con el Big-Bang de los físicos. Este último es el eco de la explosión original que tuvo lugar, hará unos veinte mil millones de años, en el planocosmológico, y percibido por el canal del radiotelescopio bajo la forma de una gigantesca radiación.

Pero este clamor-fosil no es mas que el eco materializado del Verbo profiriéndose en lo manifestado. No nos cansaremos de repetir que los Planos materiales surgidos en cascadas irradiantes del Big-Bang son hijos de los Arquetipos, los cuales son a su vez hijos de las Esencias, las cuales son a su vez hijas de la Nada-Totalidad. El Big-Bang inicial y omnipresente, que se sitúa en el origen del «Mundo de Hecho terrestre», es hijo del OM transtemporal y transespacial.

 

 

Retorno a lo esencial (Todo)

https://www.dropbox.com/s/3de485clugecaq2/Z%20RETORNO%20A%20LO%20ESENCIAL%20ESP-v2.pdf

martes, 10 de junio de 2014

Misterios del cerebro,los esplendores del espíritu (Jean Biès)


 

Misterios del cerebro, los esplendores del espíritu por Jean Biès

El 19 de mayo de 2011 Biès Jean

( Revista 3º Milenario. Núm. 5 antigua serie. Noviembre-diciembre de 1982)

Numerosos científicos tienden hacia una imaginación creadora que les hace fraternales a los poetas

 

" Tu Verbo es la estancia de nuestras inteligencias "

A. De Vigny

 

El impresionante descubrimiento  de las neuronas que hacen el cerebro humano multiplica por diez mil millones nuestra admiración, pero también nuestras dificultades en ver claro en tanta luz. “Toda nuestra dignidad consiste en el pensamiento "; ¿pero quién dirá la verdadera naturaleza, la esencia de este pensamiento? … Hubo al principio del siglo XIX una moda de la pesada de los encéfalos - pesada igual pensada-, como el juez egipcio de los muertos practicaba la de las almas. Descubrimos luego la disimetría funcional de los hemisferios (ya presentida por Pascual: " El espíritu de geometría "y" el espíritu de finura "), el juego de las programaciones jerarquizadas, la coordinación de las informaciones recibidas por el cerebro; hasta acabamos de descubrirle un sexo. Va creciendo el interés por el estudio de los sueños, de las drogas, de la hipnosis, de los estados alterados de la conciencia, de las técnicas de meditación, de fenómenos telepáticos, de poderes desconocidos del pensamiento [1]. ¿Todo esto explica las respuestas de los calculadores prodigios, Euler, Gauss, Hamilton, los Motetes de Palestrina o la Trinidad de Roublev;  da cuenta de las  fulgurantes inversiones de Pneuma, de las que son favorecidos menos de diez genios o profetas por siglo? … Del fondo de las selvas dendríticas nos llegan extraños mensajes, nos interpelan milagros que tan pronto  se consideran raros por esta especie de coquetería que señala a los autóctonos de otro lugar, tan pronto se  abaten sobre nosotros con una insistencia de coléopteros maleducados.

 

El hecho es que, cada vez más, numerosos científicos no se contentan ya del enfoque deductivo ni del racionalismo, ni del paso inductivo del empirismo, sino tienden hacia una " cierta imaginación creadora " que les hace fraternales de poetas como Blake, Héraclite, Rûmi. No podemos negar más que si la voluptuosidad es el éxtasis del cuerpo, y el satori, el del espíritu, hay otros éxtasis, mentales éstos, que surgen no sabemos de dónde, quebrantan los condicionamientos, como bruscas incursiones de primavera en la grisalla de los automatismos, como  súbitas bajadas de una gracia singular, como visitas  exquisitas, imprevistas e incandescente, los derramamientos de otra conciencia: son las sonrisas del cerebro.

La ciencia occidental está en vías de redescubrir lo que las enseñanzas tradicionales siempre supieron: qué el mundo consciente se dobla de un mundo sutil, qué este último detenta facultades que corresponden analógicamente a las que perciben el mundo sensible, o  que son estas mismas facultades, tomadas en otro modo de existencia, en otro grado de desarrollo. Existe una lógica mental según la cual " dos y dos hacen cuatro ", pero existe también una lógica sutil donde los incompatibles se vuelven complementarios: " Agni es el padre de los dioses, y es su hijo. " Existe una memoria mental: " me acuerdo de los días antiguos ", pero también, una memoria sutil: " yo fui árbol, ave, pez”. Existe una imaginación mental: " el Museo de lo Imaginario ", pero también, una imaginación sutil: "lo  Imaginal ". Desenredar el embrollo de los haces del pensamiento depende de una apuesta apenas sustentable; pero semejante tentativa  puede rectificar confusiones, confirmar que el espíritu sobrepasa, desborda por todas partes el cerebro. Muestra que la correspondencia entre los aspectos físicos de la función pensante y los ciertos estados de conciencia sólo es parcial; y qué, como, al nivel de la materia, reina el espacio vacío sobre cuál el universo físico no es apenas más que una "arruga", lo mismo, la conciencia explícita se encuentra involucrado en un mundo mucho más vasto e  implícito,  que algunos, como Jung, llaman el "Inconsciente", otros, como Aurobindo, lo "Subliminal". Es de este territorio de donde  vienen tantos impulsos, inspiraciones e intuiciones, recibidas en el sueño o la vigilia, en la concentración, en la instasis. Si no suministra el conocimiento total, otorga un conocimiento mucho más ancho que el mental de superficie; ve realidades interiores, experiencias supra-físicas; es el lugar donde son almacenados todo tipo de saberes  inempleados,  ociosas soluciones en busca de nuestros problemas, dones parapsicológicos que esperan nuestro buena voluntad para  contratarlas; de donde la ocurrencia de la Madre, que podría ser el de tantos sabios y creadores: " ¡ tengo conocimientos que no tengo! … "

Escenas de tormenta bajo un cráneo

Shrî  Aurobindo, que será nuestro guía en este viaje, es de los que mejor contribuyeron a la puesta en orden de los diferentes niveles mentales, cogidos en su compleja diversidad; (porque no sólo estos planos se revelan múltiples, sino que se compenetran, se superponen   a placer). Sería curioso, pero no imposible,  establecer a este respecto todo un conjunto de equivalencias entre las diferentes variedades de relámpagos catalogados por los meteorólogos y los diferentes planos iluminados  del mental, tales, como los enumera el maestro de Pondichéry. Esta tentativa, de buenas a primeras bastante barroca, lo parecerá menos si se recuerda que el microcosmo no es más que la réplica del macrocosmo: analógicamente, la bóveda craneal corresponde a la bóveda celeste, y los relámpagos son seguramente, después de todo, el sistema nervioso del cosmos .El mismo término de "relámpagos", empleado a propósito de ideas brotadas de las profundidades, es perfectamente adecuado en su banalidad: la actividad de las células(celdas) cerebrales es seguramente una actividad eléctrica.

Los " relámpagos sinuosos ", que distinguen primero los observadores, van por el cielo zigzagueando cortando por lo sano el espacio, fragmentándolo, disociándolo. Representaremos fácilmente, y del mismo modo, por líneas quebradas y tramadas, la actividad del Mental subconsciente que Aurobindo describe como un campo de ideas frustrada, incoherentes, de investigaciones interrumpidas, una mezcla de errores y de  verdades parciales, de dualidades contradictorias, de impulsos opuestos, que van a ciegas, como en estado de ebriedad en una conciencia sonámbula. - Los " relámpagos en rosario " ponen trazas de granos brillantes, discontinuos. Ésos concretizan bien las mil ideas de Mental pensante, cuyo proceso es hecho por una sucesión de las pequeñas verdades puntuales, separadas por hoyos de ignorancia o de olvido: Un puntillismo del pensamiento, donde la duda sucede a la certeza, donde la construcción lógica analiza, discrimina, hace y deshace, donde largas teorías de "teorías" se encaminan sin fin en el espacio interior. Los " relámpagos arborescentes " se propagan en instantáneas ramificaciones que no dejan de recordar la anastomosis de las fibras nerviosas. Corresponderían aquí a las elaboraciones grandiosas de Mental superior: la composición dialéctica de sistemas de conjuntos ordenados y simétricos, que se prolongan en últimos anexos, según una estética caprichosa. - Los " relámpagos difusos " o " en capas " se esparcen ampliamente, abrazan una extensión vasta. Harán pensar en esta " invasión luminosa " que evoca Aurobindo a propósito del Mental iluminado, semejante a una implosión de las capacidades creadoras, a fundiciones de luz vibrante que acarrean imágenes y ritmos, eflorescencia de síntesis lujuriosas. - Los " relámpagos en surcos ", llamados  "fulminantes", brotan en flechas aceradas, arando las tinieblas con una línea de rapidez desconcertante. Así, las verdades irrefutables y perentorias, como emite Mental intuitivo: todo se juega solitariamente en un instante decisivo, como una evidencia fulminante que da más y más rápidamente en este kaïros que horas de búsquedas tanteantes y estériles. - los " relámpagos en bola ", que se desplazan rodando, recuerdan por su forma geométrica la imagen de la terminación en una uniformidad de luz. Sería bastante decir que simbolizan las esferas de los dioses, el  Supraconsciente, el reino de los pensamientos sin ángulos ni asperezas, porque ya totalizantes, aunque todavía limitadas a ellos mismos como "puntos de vista" exclusivos: cada uno de ellos será verdad, auténtico, perfecto en sí (pues, redondo); pero siempre será sólo un punto de vista entre otros. - Tal es  la naturaleza de lo Sobremental, que da una visión continua y unitiva, donde las contradicciones internas se resuelven en una primera plenitud- Por fin, los " relámpagos de calor ", proviniendo de tormentas lejanas que la redondez de la tierra impide ver, pero que la atmósfera refleja, que se funden unos en otros como colgaduras de auroras boreales o de grandes deflagraciones tranquilas y silenciosas, (el ruido del trueno  no llega hasta nosotros). Nada evoca mejor las manifestaciones de Supramental, donde se encuentran a la vez el calor: lo Supramental también se acompaña de un fuego sutil; la luz: es " océano de relámpagos estables "; la amplitud: es visión indivisa, extensión de la conciencia, conciliación de los  opuestos, paz y silencio, "Consciencia-de-verdad".

Tal podría presentarse, en correlación con el septenario de los relámpagos, (estos emblemas del pensamiento), el de los planos mentales, el cual merecería a su vez ser puesto en relación con otros septenarios de la Creación, comenzando con la semana. Va de sí que el domingo designa por excelencia el día de Supramental, y no el del ensueño, a pesar de una palabra célebre [2]. La continuación de las equivalencias remontaría ella misma  hasta el lunes, el día del Mental subconsciente: tanto  al uno como al otro,  está consagrada la luna.

Donde todo un nubarrón de azares inspirados se dispersa en los espacios de Mental espiritual

Ni el Mental subconsciente, ni el Mental consciente pueden requerir la atención, en la perspectiva de conjunto que nos fijamos. Más allá de estos planos, y directamente religados  a todo lo que se encuentra en los bastidores de la conciencia, enriquecidos y vivificados por la entidad psíquica interior, se sitúan los poderes delegados por el  Sobremental: de una parte, - para guardar la terminología de Aurobindo-, el  Mental espiritual, comprendiendo Mental superior y Mental iluminado, por otra parte, y más alto, Mental intuitivo. Parece difícil de levantar el estado de exactas correspondencias entre estos planos y los fenómenos que vamos a mencionar. Sólo propondremos algunas clasificaciones provisionales y discutibles en la medida en que salen  a un universo moviente e inasequible, escapando como Proteo de las mallas de la razón categorial.

Es bajo la influencia del Mental espiritual que se situará ciertas inspiraciones que son el resultado de progresos oscuros y lentos, de salida imprevisible: emergencias de un pensamiento que ha madurado sin fragmentos, en el fondo de los laberintos. Así, la redacción, primero sin línea directiva, de las  novelas de Balzac, preparaba en secreto, a espaldas del autor, la idea de una reagrupación por temas, que debía acabar en el fresco de la Comedia humana. Al contrario de la obra en prosa de Aurobindo, los primeros bosquejos de Savitri, poema a menudo diferido, aparecerán cincuenta años antes de que sea escrito el veintitrés mil ochocientos trece  y último verso [3]. Generalmente basta un simple chasquido para que un problema llevado en sí desde hace tiempo encuentre por casualidad como su solución. El cálculo diferencial absoluto nace de una visión de Riemann, antes de hacerse la formulación matemática de la relatividad. A través de un semi-sueño, Kekulé discierne seis serpientes de las que cada una muerde la cola de la otra, y cuyo conjunto forma un anillo: a partir de esta figura, se encuentra la estructura química de la molécula del benceno. Poincaré desembosca preconscientemente, con sentimiento de una evidencia total, la derivación de las funciones theta-fuchsiennes. No sólo el matemático dejó elaborarse, descubrirse él mismo en él el descubrimiento, sino que asistió marginalmente al nacimiento de éste, un poco como el yogui  discriminando el campo y el conocedor del campo.

Otro conjunto de fenómenos pertenece a lo que llamaremos las previsiones. Todo pasa entonces como si tal acontecimiento preexistía en alguna parte en nosotros, antes de estallar fuera; o como si alguien en nosotros lo conocía de antemano. A la Antigüedad gustaba de coleccionar estas realizaciones irracionales, entre las que estaban los sueños premonitorios analizados en pleno Senado o los sueños incubatorios de Epidauro, portadores de una sabiduría terapéutica. Añadiríamos a eso sin dificultad tales sueños o estados de semi-vigilia  que vehículan consejos individuales o colectivos, advertencias, anuncios del futuro. Tres días antes de su asesinato, Abraham Lincoln sueña con un catafalco guardado por centinelas, sabe que se mató al presidente de los Estados Unidos. - En el tren que se lo lleva de Zurich a Schaffouse, Jung ve Europa recubierta con una marea de sangre; Comprende el sentido sólo un año después, en agosto de 1914 … Admitamos al nivel de las coincidencias simples el hecho de que, en su libro De la Tierra a la Luna, Verne tuvo la idea de lanzar desde Florida su vagón aéreo, más o menos del lugar de donde despegaría Apolo II, un siglo más tarde … ¿ Pero qué decir sobre el Titán de Robertson, imaginado quince años antes de la puesta en astillero del Titanic? El paquebote de esta novela ofrece puntos inquietantes de semejanza con el otro:  ambos cuentan al mismo número de pasajeros y de chalupas de salvamento;  ambos harán naufragio en abril, por haber chocado un iceberg.

No carece de  interés añadir que Robertson escribió su obra en un estado segundo: alguien más parecía escribirlo en su lugar,  que fue informado sobre el futuro, o utilizarle alguna fuerza misteriosa como instrumento simple escritor. Este trance poético, réplica  moderna  del furor de las Sibilas, es lo que permite " pasar a través de " (transire) la conciencia. Los espíritus sujetos a tales experiencias son aparentemente semejantes a las mentes actuadas o pensadas en la humanidad media; pero lo son, podemos decir, a la inversa: sin duda son pasivos y víctimas consentidoras; pero de una pasividad activa, taoïzante, - " el arte sin arte " del Zen-, por eso  mismo, superior a las ilusorios iniciativas de una actividad personal; una pasividad que es apertura a otro - que sí … Es el mismo tipo imperiosa inspiración que conocerá Rudolf Steiner, escribiendo lo esencial de su obra en el mismo estado propio de los médium, y Jung - él también-, redactando en algunos  días, en la cumbre de la febrilidad, Septem Sermones ad mortuos. Como también Juana Guyon, componiendo (¿ es esa la palabra?), los Torrentes bajo un empuje irresistible, no corrigiendo nada la imágenes que allí, se atropellan, confesando a su director: " no distinguí nada en el estado donde estoy, lo que es natural o divino, lo que es Dios y lo que es mío … " Bajo el mismo soplo de otro mundo, llevando al mismo tiempo seis obras, Shrî Aurobindo mecanografiará en seis años unas seis mil páginas: " Todo lo que debía ser escrito descendía, todo presto " … Y Rainer María Rilke directamente transcribirá directamente en su libreta los versos  que una voz le dictaba en medio de la tempestad: las Elegías de Duino serán escritas en tres días, durante los cuales el poeta no ni come duerme , su pluma apena puede seguir el pensamiento. - Más vigilia que onírico, el trance puede sin embargo hacer del sueño su morada. Citaríamos aquí la aventura de Tartini que  habiendo, de su propia confesión, vinculado un pacto con diablo, le regaló su violín. Él lo oyó en sueño interpretar una sonata de una belleza tan singular que se despertó para transcribirla. No pudo encontrar más que un pasaje, el trino ejecutado por el inimitable virtuoso.

¿Pero quién prueba después de todo que el demonio de Tartini, (como el de Paganini, más tarde), no era un ángel disfrazado de diablo? … Porque podría que tales manifestaciones emanen de Mental iluminado, del plan más elevado que pueden alcanzar los creadores, - lo que no excluye algunas puntas hacia el Supramental. - Qué no se vaya a confundir sin embargo este género de inspiración salvaje con la " escritura automática " de los surrealistas, procediendo mucho más de "Subliminal" inferior, y haciendo pasar por mensajes de Supraconsciente lo que eran sólo azares felices … Merecen en cambio un lugar  privilegiado estos versos  que " los dioses, dice Valéry, graciosamente nos dan por nada ": auténticos hijos del Mental iluminado, diamantes nativos e irreprochables, tales que los poetas más grandes no  reciben más que algunos, como una caridad de estos dioses. Es instructivo ver al enemigo más feroz de la ligereza y de la improvisada reconocer sin embargo la existencia de un nivel transpersonal y transconsciente, y la validez de lo accidental, ese desconocido.

Otros azares inspirados procedente de Mental intuitivo

Es bajo la influencia de Mental intuitivo que convendrá colocar otros fenómenos más sorprendentes.

Las iluminaciones son estas respuestas independientes de una voluntad consciente, echadas como un pedazo de risa en presencia de todas las construcciones y las combinaciones vanamente ensayadas  hasta entonces por la razón razonante. En el olvido aparente del problema, se produce el salto cualitativo brusco, la respuesta surge en su virginidad pagada; será verificada sólo luego por la experimentación. Varias invenciones nacieron de estas descargas de iluminaciones-miniaturas, en el entusiasmo de una evidencia que hace decir que " el dios está allí". En el dominio musical, la célebre frase de la Oda a la alegría, de aspecto  tan natural, " la más simple de las frases ", escribe Romain Rolland, es de hecho, si se cree los cuadernos de esbozos de la novena Sinfonía, el resultado de varios años de tachaduras, hasta el día en que Beethoven, en presencia de Schindler, exclamará: " ¡ lo tengo, lo tengo! " (¡ Ich  hab`s, ich hab`s!). En el dominio científico, revela un mismo parentesco la exclamación de Archimède, Eurêka, (" lo encontré "), cuando el inventor ilustre, en su bañera, descubrió el principio de hidrostático que lleva su nombre. Bajo el efecto de la emoción, Arquímedes dejó precipitadamente su baño y se lanzó en las calles de Siracusa olvidando vestirse… En su jardín de Woolsthorpe, Newton, en 1666, descubrirá espontáneamente el principio de la atracción universal viendo la caída fortuita de una manzana…

Ambos caso se acompañan de un hecho sincrónico que crea la simultaneidad de un estado psíquico y de un fenómeno físico, y deja suponer un segundo plano que trasciende la conciencia, la unidad entre realidades privadas de lazo causal.

La experiencia de Descartes está  próxima de eso, el cual, a la edad de veintitrés años, tuvo de repente, como lo cuenta, " el fuego que le agarró al cerebro ": acababa de descubrir, ese 10 de noviembre de 1619, la unidad de todas las ciencias, el acuerdo fundamental entre las leyes de la naturaleza y las leyes matemáticas, y por ahí, el proceso de pensamiento de orden arquetípica donde los números tienen el papel principal [4]. Sentiremos que Descartes hubiera rechazado el "sentimiento" en provecho de la sola "razón", no teniendo en cuenta mensajes oníricos que siguieron la iluminación de Francfort. Éstos lo invitaban sin embargo a reparar el carácter disociado a su personalidad, equilibrando su función pensada por la vida instintiva (el melón), afectiva (el libro de poemas), y espiritual (la iglesia), y le proponían la vía de las imágenes como la compensación a las abstracciones matemáticas.

Las reminiscencias, en cuanto a ellas, tienden a mostrar que saber es no aprender por primera vez, sino recordarse  de lo que se sabe, "inventarlo" (en el sentido de la " invención de la Cruz "). La educación verdadera consistiría de hecho en una anamnesis que permitiría hacer aflorar al consciente  los datos enterrados y obliterados. Ella sería no adquisición y asimilación de conocimientos inéditos, sino recubrimiento de una parte de la omnisciencia latente de la que somos los depositarios negligentes, tal ese rey que dormía sin saberlo él sobre un tesoro. Esta teoría de la reminiscencia ha sido defendida por Platón que, en el Ménon, pone en escena Sócrates y un esclavo que ignora todo de la geometría. Bien guiado, (un poco demasiado sin duda), el esclavo encontrará en él el procedimiento demostrativo que indica la duplicación del cuadrado. Lo que Sócrates (alias Platón) explica por la concepción pitagórico de las existencias anteriores, cuyas aportaciones sucesivas son almacenadas por la memoria psíquica [5].

 Hablar de Sócrates, es hablar de su daïmôn; y no es de diferencia inconciliable entre reminiscencias e intuiciones. El daïmôn socrático era esta voz interior, "luminosidad" de la conciencia, que se manifestaba en cada situación grave, a cada hora de una elección importante. Se parece de manera extraña al Yo arquetípico, transcendental, unido a lo que la filosofía alejandrina llamará el " cuerpo astral ". -Es lícito unir a eso la proyección visual de esta divinidad a la vez transpersonal  y personalizada que fue el viejo alado Filémon, encontrado por Jung en un sueño, y que se hizo su interlocutor familiar, jugando cerca de él el papel de un guru. Y también, el kheyâla de Mâ Ananda Moyî, sugestión  intima dictando de modo inopinado la palabra o la acción justa, siendo recibido en un abandono total a la Providencia y en una ausencia de todo plan preestablecido por la voluntad del ego.

De la caña pensante a la zarza ardiente

De grado en grado, la subida hacia el espíritu lleva al Supraconsciente, donde reinan Sobremental y Supramental. La diversidad de los vocabularios empleados por los autores no es hecha en absoluto para simplificar un dominio cuyos registros escapan de las limitaciones del lenguaje. Pero es posible establecer entre ellos, mutatis mutandis, ciertas equivalencias. Así es que  lo que Aurobindo nombra Sobremental ofrece más de una analogía con el "Imaginal", descubierto por Corbin entre los gnósticos iraníes. Éstos probablemente fueron más adelante  en la descripción de la " Tierra celeste de las visiones teofánicas ", - Hûrqalyâ, - intermediario entre el mundo sensible de los cuerpos materiales y de los elementos, y el mundo puramente espiritual de las Esencias inteligibles. Este intermundo, Malakût, es la estancia de las Imágenes y de las formas sutiles, donde se producen los " acontecimientos del alma”. Es el " mundo de las analogías " (' âlam al-mithal), el mundus imaginales donde espíritu y cuerpo no hacen más que uno, y cuyas realidades son percibidas por los sentidos del cuerpo sutil y por la " Imaginación activa " que simboliza la Zarza ardiente que emerge del Sinaï, es decir del horizonte de las Inteligencias puras [6].

Es de ese  mundo que el alma purificada recibe conocimientos secretos, la visión de figuras y de escenas maravillosas (o terroríficas), las revelaciones y los mensajes de  los que místicos y profetas son los receptáculos. Es capital de añadir que este "Imaginal", de orden cósmico y transpersonal, no tiene ninguna relación con lo "Imaginario", el reino de la ilusión subjetiva y de las improvisaciones de la simple fantasía. Como el  Imaginal de los místicos del Islam, el Sobremental de Aurobindo permite una visión continua, sin intermitencias luminosas, que engloba y sobrepasa los polos opuestos. Es esta facultad transcendental que permite alcanzar el conocimiento de los principios universales, donde sujeto y objeto son identificados uno a otro. Revela la existencia de otro-mundo poblado de las mismas Imágenes y las formas en "suspenso". - Imaginal y Sobremental coinciden a su vez con el Unus Mundus medieval, recobrado por Jung, el "psycoide" que designa lo más allá de la materia y más allá de la psique, y que es, él también, un "istmo" entre lo sensible y lo inteligible, en contacto con los "arquetipos" que se manifiestan a las puertas de la conciencia en forma de pensamientos, imágenes, intuiciones directas; " mundo implicado ", dirían ciertos modernos; "plan estructural " de las cosas creadas, preexistiendo potencialmente en el Espíritu divino.

Las manifestaciones venidas de la tierra de Hûrqalyâ realzan de inauditas riquezas la panoplia de los hechos mencionados hasta aquí. Se producen en el momento de la liberación de los ataderos con el yo y las facultades orgánicas del cuerpo: el alma recibe en ella las huellas de los "Ángeles", al modo, explica Sohravardî, como un espejo donde no había ninguna imagen recibe las imágenes de un espejo situado frente a frente; y esto, tanto a través de sueños (que  se tendrá gran cuidado de distinguir sueños de superficie ordinarios), tanto en el estado de la vigilia, tanto  en ese estado de " atención flotante " que parece confirmar bien que soñamos también en el estado de  vigilia. - los grandes sueños escriturarios naturalmente se inscriben en estas visiones imaginales: en la Biblia, la escala de Jacob, la resurrección de los muertos a la cual asiste Ezequiel, la estatua y el árbol de Nabucodonosor; o, en Koran, la asunción nocturna de Mohammed a través de los siete cielos. Están  emparentados con ellos los " sueños arquetípicos " de los hombres en apariencia más banales, tales los de Zósimo de Panopolis, " enviados por Dios ", y correspondientes a una dramatización del proceso alquímico  de transformación [7]. - Los éxtasis, los raptos divinos, que siembran la vida de los místicos, salen, del mundus imaginalis. Sería largo de elaborar una lista exhaustiva  fuera mismo de añadidos y embellecimientos legendarios. Pero parece evidente, por ejemplo, que la experiencia de Pascual procede de allí. El Memorial relata en términos enigmáticos pero golpeados del sello  de la autenticidad no lo que pasó por la noche del 24 famosa noviembre de 1654, sino  la erupción de una última métanoïa: " Certeza. Certeza. Sentimiento. Alegría. Paz… Alegría, alegría, alegría, llantos de alegría " [8].

Es esta misma facultad sobremental que reveló a los rishi las caras y los " grandes gestos " de los dioses, puestos en forma en los mitos ulteriores, así como las palabras de los  Véda y de los Upanishad, producidos con una inspiración directa, una percepción de la trascendencia bajo forma auditiva; ella también quien les dictó los mantra, esos "encantos" de una poesía agente, fundada sobre la ciencia de las vibraciones. - Más generalmente, es de los esas cámaras altas que han sido sacadas las órdenes de misión o de fundación divinas, las parábolas crísticas, las palabras fulgurantes de los iniciadores de religiones, las paradojas metafísicas. Los iconos, los mandalas , las " músicas de paraíso " como la melodía de las esferas captada por Pitágoras, los gestos rituales creadores de liturgia, - tal la liturgia ortodoxa, cuyo el fin es " hacer descender el cielo sobre la tierra ", - las oraciones sacerdotales, los carismas deslizan de estos planos superiores para encarnarse aquí abajo en la enseñanza de los maestros  y en las artes sagradas, como auténticas reproducciones fotográficas y registro sonoros de Malakût.

Hacia las galaxias del  Supramental

La diferencia entre Sobremental y Supramental no es siempre fácil: a la vastedad del primero se agregan y suceden las galaxias del segundo. Aquí se confirma, se cumple el recubrimiento de la mirada inicial, después de la caída de las escamas conceptuales. Una tal mirada no era otra que la llevada por Adam sobre todas las  cosas, en la transparencia de origen. Fue la de los discípulos que asistían a la Transfiguración del Cristo sobre el  Tabor. No es en absoluto tanto por otra parte el Cristo que se reveló diferente de lo que era; son ellos quienes, abiertos, recobrando una vista normal, pudieron, algunos instantes, ver al Cristo tal, como jamás había dejado de ser. (Sostendríamos lo mismo que no son las " ideas superiores " quienes visitan el espíritu humano, sino que es el espíritu humano quien, en ciertas horas de gracia, vuelve a ser lo que él mismo era en su forma original y reúne la "cota" de estas ideas. Estos momentos sobrenaturales del pensamiento son en realidad su estado natural.)

Lo que especifica lo mejor posible el mundo supramental, es, de una parte, su luz, hecha vibraciones intensas, por otra parte, la conjunción del espíritu y de la materia.

El fuego mayor del que se compone  es, en el cristianismo, este " Verbo artista "que  Cristo vino para incendiar la tierra; es " la  cegadora claridad " que se difunde alrededor de santo Serafín de Sarov en la claridad nevada, la manifestación de las energías divinas e increadas que se derraman eternamente de la esencia de la Trinidad, los "rayos de divinidad " que evoca Dionisio el  Areopagita, que dora el fondo de los iconos bizantinos, la gracia totalmente penetrante que deifica el universo. Es, en otros contextos, la zarza ardiente, la residencia del Arcángel Gabriel; Agni de los videntes védicos, recobrado en nuestros días por este testigo excepcional que fue la Madre, describiendo con fuerza detalles este " polvoriento de oro caliente ", esta " multitud de pequeños puntos de oro " vivos, anuncios del mundo que viene. Estos mosaicos de luz se parecen con un modo extraño a las partículas elementales del cerebro: Parece que el ser que los describió vió a simple vista partículas que escapan a los aparatos más perfeccionados. Estas luces son los fotismas de Sohravardî  y los "centelleos" del Alma universal, - semillas proyectadas en el caos de la materia prima, " semillas del mundo futuro " de Khunrath, " luminosidades germinales " que hacen el " firmamento interior " de Paracelso . La luz supramental  es también  la Xvarnah de los antiguos Persas , esta "luz-de-gloria" que transfigura los paisajes de las miniaturas nacidos de una geografía imaginal, lo sacraliza y cualifica el espacio.

A la vista de esta Luz, la Madre pudo hablar de la revelación de un campo vibratorio que reúne de nuevo la visión de la ciencia moderna que hace del universo un medio constituido por ondas electromagnéticas de muy alta frecuencia. Acercarse a la velocidad de la luz, es disminuir el tiempo; es también reunir la "videncia" en el sentido que lo entendía Novalis, leyendo allí el atributo de la conciencia plena del hombre, ensanchada en el " obsequio espiritual ", - comprendamos el eterno Presente. - Estas vibraciones, constata la Madre, son al mismo tiempo capaces de movimiento absoluto, de absoluta inmovilidad: de una rapidez tan fulminante que son como inmóviles [9]. De donde otra variedad del tiempo, en la cual son simultáneos pasado, presente, futuro: lo Supramental une, envuelve los tres tiempos. De donde también la supresión de las categorías espaciales. El poseedor de la visión supramental se halla en situación de ver a distancia y de remontar la duración. Un ejemplo de eso es, en el siglo XIX, Ana-Catalina Emmerich que sigue al Cristo en Judea entre sus contemporáneos y oyendo sus enseñanzas, entre las que algunas, inéditas.

Esta " vibración eterna ", semejante al oro derretido, donde la Madre sorprende " movimientos de conciencia ", demuestra la unidad del espíritu y de la materia, de la presencia del espíritu en la materia más inconsciente: la sustancia supramental es a la vez inmaterial y perfectamente concreta [10]. De sus paseos en ese otro-mundo, la Madre transmitió recuerdos circunstanciadas, como la visión de este buque inmenso, - vapor metafísico, otro Titanic, esta vez insumergible, - abordando la orilla de Supramental y cargando de extraños pasajeros, verdaderos trotamundos de lo Absoluto. La escena se desarrolla en un universo donde " la vida creaba sus propias formas ", donde, en una atmósfera de calma, de dulce calor y de alegría, - los mismos términos de Motovilov en presencia de Padre Séraphim, - la sustancia se revela de una plasticidad asombrosa. Otra experiencia significativa es esa dónde la Madre, descendiendo por una falla rocosa, descubre en el fondo de la noche, - en el corazón de la materia, - la misma Luz divina que la que brilla en las alturas, y por ahí, explicita ciertas alusiones védicas al " tesoro en la roca infinita ", al " pozo de miel cubierto por la roca " [11]. - no es de otro modo que  el Opus alquímico transmuta  los elementos groseros en elementos sutiles, espiritualizando  los cuerpos y corporalizando los espíritus, que el Oro filosófico puede andar rodando en el barro, que la Piedra es un mineral, pero un mineral vivo.

" ¡ Nada más admirable que el hombre! ", exclamaba Sófocles, que sabía que la superioridad humana residiera en el pensamiento. Pero lo más admirable en él es que jamás se lo lleva a término, que reserva siempre nuevas sorpresas, finalmente se libra de toda tentativa de clasificación racional porque se sitúa más allá de lo racional. Todo lo más podemos discernir diferencias de calidades, de niveles, de intensidades. Pero esconde bien su juego: los recursos del espíritu son misteriosos, imprevisibles e insondables. ¿ Shrî Aurobindo no decía que más allá incluso del Supramental, (del que preveía el advenimiento para el medio del tercer milenario), otros pisos se perfilaban, que bastaría con conquistar? …

Lo que no es menos admirable es que, más allá de los visos de la diversidad, este pensamiento queda siempre uno. Estudiando la estructura cerebral, Karl Pribram mostró que la información no era almacenada en una célula particular o una zona localizada por el cerebro, sino  que es en la globalidad de éste que se inscribe toda información, y que cada información particular se encuentra combinada a todas las demás, dando así un vasto conjunto de "reverberaciones" simultáneas en el seno de una totalidad continua, implicada. ¡Cuánto lo que es verdad del cerebro lo es, más todavía, del espíritu! … Cuando Tchouang-Tseu sueña que es mariposa, hay que concluir que la mariposa y  él son dos modificaciones igualmente reales, (también ilusorias) , de la unidad de la que Tchouang-Tseu está constituido; y también, de la unidad del Ser en la cual todos los seres son uno. Porque esta unidad fundamental de cada espíritu se inmensifica también en la de todos los espíritus, o se reduce, si se prefiere, a un substrato primero, a un factor común de los procesos de conocimiento. Es quizá lo que presentía Lautréamont declarando que " la poesía debe ser hecha por todos”. Jung constataba lo mismo la existencia de un " inconsciente colectivo ", de un continuum unitario que abrazaba las realidades primeras. Y el Véda antes de ellos, evocaba estos diez mil rayos( de las intuiciones humanas), que se reúnen en este Uno, tad ekam ".

A los  neurofisiólogos y  a los psicólogos, a los poetas y a los espirituales, a  todos los que resolvieron unirse con Dios, la única tarea que incumbe es continuar la exploración, apenas comenzada, del ordenador más complejo del universo. ¡A nosotros, derviches de lo infinitesimal, de entrar a nuestra vez en los aturdientes  remolinos de las células cerebrales, en esta " fabulosa baile electrónico ", como lo llamaba Alan Watts, para descubrir el centro inmutable y siempre huildizo, y  penetrar maravillados, en estos continentes desconocidos "en los esplendores infinitos, en las ciudades innumerables ", pobladas de millares de criaturas, y donde las profundidades tienen la faz de las altitudes! …



 

[1] Toda las cuestiones tratadas en la obra notable de Marilyn Ferguson, La Revolución del cerebro (Calmann-Lévy, París, 1980).

[2] " El ensueño es el domingo del pensamiento ", escribía lindamente Amiel en sus Fragmentos de un diario íntimo.

[3] La obra totalmente no será terminada, no más por otra parte que la Síntesis del Yoga. Así la Eneida de Virgilio; así de la trilogía épica proyectada por Hugo: el Fin de Satanás y Dios, siendo continuación de La Leyenda de los Siglos. Se diría que los genios más grandes deben, como el océano, no sobrepasar ciertos límites. Wagner será más feliz con el Ring, al precio de algunas somnolencias y dedicándose a eso más de veinte años.

[4] Le incumbirá lo mismo a Wolfgang Pauli estudiar " la influencia de las representaciones arquetípicas sobre la formación de las teorías científicas en  Kepler ", in Naturerklärung und Psyche, en colaboración con C.G. Jung (Rascher, Zurich, 1952).

[5] Ménon, 81-84. - es lo que enseñan también Upanishad. Ver A. Cosmaraswany, Recollection, Indian and Platonic, in Journal of the a American Oriental Society, 1945.

[6] Es el " árbol bendito " de Koran, XXIV, 35, que no es " de Oriente, ni de Occidente ", porque ni totalmente intellectivo, ni totalmente material.

[7] Estos sueños iniciáticos largamente han sido estudiados por Jung en las Raíces de la Conciencia, IV, (Buchet-Chastel, París, 1971).

[8] El ejemplo reciente de una "comunicación" de  la misma naturaleza, pero extendida en el tiempo, ha sido dado por G. Mallasz en Diálogos con el Ángel (Aubier-Montaigne, París, 1976).

[9] Le pensamos al Tao-te-king, LXII: " más vale el que, sentado en su sitio, avanza en el Tao ". - es de estas vibraciones que son tejidos los personajes de los iconos, de la " inmovilidad dinámica ", según la expresión de P. Evdokimov.

[10] Reunimos aquí el caro spiritualis estudiado por Enrique Corbin; ver Cuerpo espiritual y Tierra celeste (Buchet-Chastel, París, 1979).

[11] Agenda, I, el 3 de febrero y 8 de noviembre de 1958, (Instituto de Investigaciones Evolutivas, París, 1978).