DEL PROTOEVANGELIO DE SANTIAGO
XVII
I.
Y vino una orden del emperador Augusto para que se hiciera el censo de
todos los habitantes de Belén de Judea.
Y se dijo José: “Desde luego que a mis hijos si que les empadronaré, pero ¿qué
voy a hacer de esta doncella?¿Cómo voy a incluirla en el censo? ¿Como mi
esposa? Me da vergüenza. ¿Como hija mia? ¡Pero si ya saben todos los hijos de
Israel que no lo es! Este es el día del Señor, que El haga según su beneplácito”.
II.
Y, aparejando su asna, hizo acomodarse a María sobre ella, y mientras
un hijo suyo iba delante llevando la bestia del ronzal, José les acompañaba.
Cuando estuvieron a tres millas de distancia ( de Belén ) José volvió su rostro
hacia María y la encontró triste; y se dijo a sí mismo: “Es que el embarazo
debe causarle molestias”. Pero, al volverse otra vez, la encontró sonriente, y
le dijo: “María, ¿qué es lo que te sucede, que unas veces veo sonriente tu
rostro y otras triste?” Y ella respondió: “Es que se presentan dos pueblos ante
mis ojos, uno que llora y se aflige y otro que se alegra y regocija”.
III.
Y al llegar a la mitad del camino, dijo María a José: “Bájame, porque
el fruto de mis entrañas pugna por venir a luz”. Y la ayudó a apearse de la burra, diciéndole:
”¿Dónde podría yo llevarte para resguardar tu pudor?, porque estamos al
descampado”
XVIII
.I. Y, encontrando una cueva, la introdujo
dentro, y, habiendo dejado con ella a sus hijos, se fue a buscar una partera
hebrea en la región de Belén.
II.
Y yo, José, me eché a andar, pero no podía avanzar; y al elevar mis
ojos al espacio, me pareció ver como si el aire estuviera estremecido de
asombro; y cuando fijé mi vista en el firmamento, lo encontré estático y los
pájaros del cielo inmóviles; y al dirigir mi mirada hacia la tierra, vi un recipiente
en el suelo y unos trabajadores echados en actitud de comer, Pero los que
simulaban masticar, en realidad no masticaban; y los que parecían estar en
actitud de tomar la comida, tampoco la sacaban del plato; y, finalmente, los
que parecían introducir los manjares en la boca, no lo hacían, sino que todos
tenían sus rostros mirando hacia arriba. También había unas ovejas que iban
siendo arreadas, pero no daban un paso(sino que estaban paradas), y el pastor
levantó su diestra para bastonearlas, pero quedó su mano tendida en el aire. Y,
al dirigir mi vista hacia la corriente del río, vi cómo unos cabritillos ponían
en ella sus hocicos, pero no bebían. En una palabra, todas las cosas estaban en
un momento apartadas de su curso normal.[1]
XIX
I.
Y entonces una mujer que bajaba de la montaña me dijo: “¿Dónde vas
tú?” A lo que respondí: “Voy buscando una partera hebrea”. Ella replicó: “¿Pero
tú eres de Israel?”Y respondí: “Sí”. “¿Y quién es- añadió- la que está dando a
luz en la cueva?””Es mi esposa, dije yo”. A lo que ella respondió: “Entonces
¿no es tu mujer?”. Yo le contesté: “Es María, la que se crió en el templo del
Señor, que aunque me cayó en suerte a mí por mujer, no lo es, sino que ha
concebido por virtud del Espíritu Santo”. Y le interrogó la partera: “¿Es esto
verdad?” José respondió: “Ven y verás”. Entonces la partera se puso en camino
con él.
II.
Al llegar al lugar de la gruta se pararon, y he aquí que ésta estaba
sombreada por una nube luminosa. Y exclamó la partera: “Mi alma ha sido
engrandecida hoy, porque han visto mis ojos cosas increíbles, pues ha nacido la
salvación para Israel”. De repente, la nube empezó a retirarse de la gruta y
brilló dentro una luz tan grande, que nuestros ojos no podían resistirla.
Esta por un momento comenzó a disminuir
hasta tanto que apareció el niño y vino a tomar el pecho de su madre, María. La
partera entonces dio un grito, diciendo: “Grande es para mí el día de hoy, ya
que he podido ver con mis propios ojos un nuevo milagro”.
III.
Y, al salir la partera de la gruta, vino a su encuentro Salomé y ella
exclamó: “Salomé, Salomé, tengo que contarte una maravilla nunca vista, y es
que una virgen ha dado a luz; cosa que, como sabes, no soporta la naturaleza
humana.”Pero Salomé respondió: “Por vida del Señor, mi Dios, que no creeré tal
cosa si no me es dado introducir mi dedo y examinar su naturaleza”
XX
I.
Y, habiendo entrado la partera, le dijo a María: “Disponte, porque hay
entre nosotras un gran altercado con relación a ti”. Salomé, pues, introdujo su
dedo en la naturaleza, mas de repente lanzó un grito, diciendo: “¡Ay de mí! ¡Mi
maldad y mi incredulidad tienen la culpa! Por tentar al Dios vivo se desprende
de mi cuerpo mi mano carbonizada”.
II.
Y dobló sus rodillas ante el Señor, diciendo: “¡Oh Dios de nuestros
padres!, acuérdate de mí, porque soy
descendiente de Abraham, de Isaac y de Jacob; no hagas de mí un escarmiento
para los hijos de Israel ; devuelveme más bien a los pobres, pues tú sabes,
Señor, que en tu nombre ejercía mis curas, recibiendo de ti mi salario”.
III.
Y apareció un ángel del cielo, diciéndole: “Salomé, Salomé, el Señor
te ha escuchado. Acerca tu mano al Niño, tómalo, y habrá para ti alegría y
gozo”.
IV.
Y se acercó Salomé y lo tomó, diciendo: “Lo adoraré porque ha nacido
para ser el gran Rey de Israel”.Mas de repente se sintió curada y salió en paz
de la cueva. Entonces se oyó una voz que decía: “Salomé, Salomé, no digas las
maravillas que has visto hasta tanto que el Niño esté en Jerusalén.
XXI
Y José se dispuso para salir hacia Judea. Por
entonces sobrevino un gran tumulto en Belén, pues vinieron unos magos diciendo:
“¿Dónde se encuentra el nacido Rey de los Judíos?, porque hemos visto su
estrella en el Oriente y hemos venido para adorarle”.
Herodes, al oír esto, se turbó,
envió sus emisarios a los magos y convocó a los príncipes de los sacerdotes,
haciéndoles esta pregunta: “¿Qué es lo que hay escrito en relación con el
Mesías? ¿Dónde debe nacer?” Ellos respondieron: “En Belén de Judea, según rezan
las Escrituras”. Con esto les despachó e interrogó a los magos con estas
palabras: “¿Cuál es la señal que habéis visto en relación con ese rey nacido?”
Respondieronle los magos: ”Hemos visto un astro muy grande que brillaba entre
las demás estrellas y las eclipsaba, haciéndolas desaparecer. En ello hemos
conocido nosotros que ha Israel le ha nacido un rey y hemos venido con
intención de adorarle”.
Y en aquel momento la estrella
aquella, que habían visto en el Oriente, volvió de nuevo a guiarles hasta que
llegaron a la cueva, y se posó sobre la boca de ésta. Entonces vieron los magos
al Niño con su Madre, María, y sacaron dones de sus cofres: oro, incienso, y
mirra.
Pero siendo avisados por un
ángel de que no entraran en Judea, se marcharon a su tierra por otro camino
Del Protoevangelio de Santiago
hay una edición de calidad en, Los
Evangelios Apócrifos,BAC, Madrid, l988.
,
[1]
Este significativo episodio tiene bastante semejanza con otro
relatado en el Lalita Vistara sobre el nacimiento del Buda, si bien
parece ser la reacción habitual del hombre y de la naturaleza al producirse una
Teofanía.
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