miércoles, 31 de agosto de 2016

Pluralismo (Abbé Henri Stéphane)

TRATADO XI.5 Pluralismo

(Abbé Henri Stéphane 1907-1985, Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo XI, Epistemología)

Reprochar a René Guenon ignorar al hombre y como consecuencia ignorar a Dios equivale a reprocharle de no situarse de entrada en el punto de vista del monoteísmo, o equivalentemente en el punto de vista de la teología; es verdad que Guenon no se interesa más que en el Conocimiento y no habla del Amor, que no ve más que la iniciación y hace poco caso de la mística, o todavía que no se interesa en la moral ni en las virtudes. Ahora todo esto es esencial en la perspectiva monoteísta o teológica, o incluso “religiosa”; además, en la perspectiva hindú que es la de Guenon no se encuentra solamente el jnâna sino también la bhakti, por tanto la devoción y el amor. Hay por tanto un equilibrio a reestablecer y carencias a subsanar en la obra de Guenon lo que hace precisamente la obra de Frithjof Schuon.

Se puede decir igualmente que el punto de vista monoteísta es más “objetivo” y que el punto de vista oriental es más “subjetivo” (el Si, Âtma), o todavía que la primera contempla el Ser y los seres, mientras que la segunda es la del “estado del ser”, apareciendo Dios no como el Ser, sino como el estado incondicionado de Âtma (Nirvâna) En fin el primero no contempla más que el Dios personal y el segundo pone el acento en la Divinidad impersonal. Por tanto, según Guenon, Âtma considerado con relación a un ser es propiamente la Personalidad, por tanto una determinación particular de la Divinidad impersonal, al mismo título que el Ser es la primera determinación del No-Ser.

Por otra parte, para un occidental, la perspectiva oriental puede acabar en una inversión del Si y en la divinización del ego (Nietzshe, Sartre) y la perspectiva monoteísta es la mejor adaptada a la mentalidad occidental. No obstante el dualismo “servidor-Señor” tiene el riesgo de provocar la revuelta del servidor, lo que es frecuente en nuestros días, yendo hasta la negación del Señor , como prueban las distintas formas de ateísmo moderno. Al fin de cuentas si se reprocha a Guenon de ignorar al hombre, se puede lamentar que el Occidental moderno no conozca más que el hombre, de donde el humanismo en todas sus formas, llegando hasta declarar que es el hombre el que ha inventado a Dios, y que ¡es preciso liberarle de tal alienación!

Si es verdad que una cierta  ignorancia del hombre peligra de acabar en una Divinidad talmente trascendente que no interesa más al hombre, o que no le “concierna” más, en revancha poniendo el acento sobre el hombre se arriesga de acabar en una Divinidad antropomorfa donde “Dios está hecho a imagen del hombre”.

En la perspectiva “guenoniana” lo que está puesto a priori como axioma indiscutible, es el Infinito y la Posibilidad , es el Principio Supremo, es Âtma, del que el ser manifestado no es más que una modificación transitoria y contingente 8, por lo que el estado humano no es más que un estado entre una indefinidad de otros estados, o todavía que tal hombre particular no es más que un estado de manifestación de “un ser” con relación al cual Âtma aparece como la Personalidad trascendente. Hay ahí una trasposición metafísica del monoteísmo.


8 Definición del Si dada por Guenon en el capítulo II de El Hombre y su devenir según el Vêdânta

martes, 30 de agosto de 2016

LIBERTAD DEL SEXO Y LA LIBERTAD CON RELACIÓN AL SEXO (J.Evola)


CAPITULO XII

LIBERTAD DEL SEXO Y LA LIBERTAD CON RELACIÓN  AL SEXO

(J. EVOLA, L’Arco e la Clava, Milano, 1968, c. XII.)



La importancia concedida a la sexualidad, a la par de una tendencia regresiva que no puede escapar del observador atento, es incontestablemente una característica de la época actual. Se combate por un lado lo que puede subsistir de convenciones moralistas burguesas relativas a la vida sexual; por el otro, la psicología, la sociología y la filosofía consagran al sexo una atención sin precedentes,  al límite del pansexualismo y de una especie de culto del sexo. Pero, en el fondo, todo este movimiento contempla el sexo sólo bajo sus aspectos más banales o los más dudosos, porque aquí también obra el clima predominante de "democracia", de promiscuidad y de disolución. Y partiendo de la sexualidad, se encuentra al mismo tiempo el medio de  alimentar un ataque contra los ideales, los principios y  las estructuras  de toda civilización superior.

Ya evocamos los casos donde la insistencia sobre el sexo está estrechamente asociada, en una cierta literatura, a la obscenidad y  al placer de la vulgaridad. Siendo así, estudiaremos ahora la tendencia  indicada más arriba, tal como ella se manifiesta en ciertos autores contemporáneos con incidencias precisas en el dominio de la visión del mundo, de la sociología y de las ideas políticas. Procuraremos sobre todo mostrar el paralelismo, paradójico en apariencia solamente, que existe entre una especie de cruzada por el sexo y  la libertad sexual y rebajamiento de la concepción misma de la sexualidad.

                                                                              2

Podemos pasar ahora a una visión de conjunto sobre las teorías Wilhelm Reich, un discípulo vienés de Freud, del que se separó no obstante procediendo a una revisión "heterodoxa" de algunos dogmas fundamentales del maestro, con prolongaciones en  el dominio de la visión del mundo y  sobre el plano político y social.

En la formulación definitiva de las ideas de Reich, el centro está ocupado por el concepto de orgón o energía orgónica (términos forjados en referencia al orgasmo erótico). La primera idea, es que en la sexualidad y la experiencia sexual se manifiesta una energía supra individual, una fuerza universal. Todo esto es justo y podría llevar a un plano superior al del psicoanálisis. Esto recuerda por otra parte una enseñanza tradicional fundamental que ha encontrado una expresión típica en la doctrina hindú de la kundalinî: ésta es una fuerza, no exclusivamente biológica que, que se encuentra en la raíz del organismo y que mantiene una relación particular con el sexo y la función genésica en tanto que ella es una manifestación inmanente de la Çakti universal en el hombre. Çakti es uno de los términos de la  “diada metafísica "o" pareja divina ", es la fuerza a creadora del dios, figurada como su " esposa ", la energía vital, contrapartida " femenina " del puro principio " ser ", el "varón divino ".

Esta referencia a la metafísica tradicional es tanto más importante cuanto que permite ver claramente que en Reich los errores y las desviaciones se mezclan con una intuición feliz. Más allá del plano individual psicológico propio  de la psicología y el psicoanálisis corrientes, Reich considera pues un plano supra individual hablando de una " energía orgónica " cósmica; pero hay que observar en seguida que no se refiere, en esto, al plano metafísico. Quiere encontrar al contrario esta potencia en el universo físico, en el la naturaleza, como si buscara una suerte de electricidad (Reich habla en efecto de una "bioelectricidad" y del “bión ", que sería una forma de transición entra materia inorgánica y la materia orgánica; para acabar por creer, por otra parte,  que está  difundida en la atmósfera Es por eso que, después de sus costosas investigaciones en laboratorio sobre sustancias físicas había llegado a imaginar  literalmente  condensadores de “energía  orgónica " y " cabinas orgónicas " que podían ser utilizadas con fines terapéuticos. Reich desarrolla así la teoría psicoanalítica de  las represiones: las neurosis, las psicosis y otro disturbios psíquicos tendrían por causa las interrupciones o atascos (" éstasis ") de la energía orgónica debidos a contoles (las “corazas ") presentes en el individuo, controles esencialmente psíquicos y caracteriales, pero que puede traducirse también en de fenómenos musculares y fisiológico. Y ciertas enfermedades,  comprendido el cáncer, no tendrían otra causa ( 1).

Esta generalización de la teoría de las represiones se basa también sobre otra idea: no  hay más que represiones provocados por una abstinencia sexual forzada debida a circunstancias exteriores. Hay también represiones vinculadas a la “ impotencia orgásmica ", que vendrán pues  añadirse a otras formas de impotencia comúnmente admitidas (impotencia eréctil e impotencia eyaculatoria). La impotencia orgásmica sería debida a una angustia del placer que impide un orgasmo sexual completo y que, creando Una " coraza protectora " caracterial o un control defensivo del Yo, provoca el atasco de las cargas de energía orgónica  fuente de toda desgracia.

A partir de estas premisas Reich llega  a una interpretación  ad hoc de toda la historia de la humanidad civilizada y caracterizado desde de milenios, según él, por análogas corazas y controles a gran escala contra la " descarga orgásmica " completa hacia la cual se precipita Ia verdadera vida. Habla del " asesinato de perpetrado por el animal humano acorazado ", identifica a la " pérdida del paraíso" a la " pérdida del funcionamiento perfecto y vital en el hombre  (que sería obtenido por el pleno ejercicio de la sexualidad)”.  Ya que toda vida social ha sido, en el curso de los últimos milenarios y por razones muy precisas, un tipo de vida secundaria acorazada, negadora de la felicidad (de la felicidad sexual esencialmente) que se ocupó de eliminar, de destruir por el hierro y el fuego, por la difamación y  la degradación, toda forma de vida primaria, peligrosa para su existencia. Ha comprendido, de una manera o de otra que perdería y dejaría de existir si la vida primordial volviera la escena bio-sexual ". El odio y la lucha bien organizada contra la fuerza de vida, es decir contra la energía orgónica, identificada a la fuente misma de la naturaleza y de la vida, estarían en origen de las  convulsiones múltiples de una vitalidad inhibida y frustrada: hasta las formas representadas por las psicosis, el crimen, el alcoholismo. La descarga orgásmica prohibido engendra también el furor destructor  o bien, debido a una presión insostenible, el deseo de evasión, el deseo del nirvâna (tal como Reich lo concibe) como sucedáneo de la libertad que habría sido el fruto de la perfecta satisfacción genésica.

Reich desemboca pues en una especia de religión de la vida fundada sobre la sexualidad y sobre una ética de abandono total a esta última, siendo denunciadas todas las estructuras de las civilizaciones y de las sociedades superiores como auténticas corazas defensivas, histéricas  y neuróticas. La consecuencia lógica, es la llamada a la “revolución sexual ". Aquí, el fondo  regresivo de toda esta sexología moderna, con la concepción empobrecido y unilateral del sexo que está  en el origen, es muy visible. Es con conocimiento lo causa que hemos recordado más arriba la  enseñanza tradicional que coloca en el origen de la sexualidad una fuerza primordial. Pero ésta no es más que uno de los polos de la diada metafísica, el principio "femenino" de la vida y de la naturaleza - Çakti o Prakritî - teniendo como contrapartida el principio del "ser", Çiva o Purusha. Teorías como las de Reich se reducen pues a una exaltación anárquica y en un absolutización de uno solo de los dos principios del mundo, preconizando un desencadenamiento total y desenfrenado del sexo contra todo lo que, en realidad, no es en absoluto la consecuencia de una " coraza neurótica ", sino que corresponde normalmente a la acción sobre el plano humano del polo "masculino" de este diada - según la imagen mitológica del dios varón señor de la Çakti, es decir de la fuerza-vida primordial. Y la manifestación del dios varón, es todo lo que es "forma" con sentido superior, inmutabilidad, orden que sobrepasa la naturaleza.

A causa de su ignorancia - debida, evidentemente, a su idiosincrasia - de todo este dominio, Reich necesariamente se encuentra delante de un misterio impenetrable. Porque aunque se interprete, cosa grotesca, todas las formas éticas, políticas y sociales y religiosas como controles contra la "vida" y la impulsión orgónica  cósmica, dado que esas mismas formas pertenecen de una manera u otra a la vida, es `preciso preguntar cuál es el origen profundo y verdadero de ellas.  A este respecto, Reich reconoce su ignorancia, escribe textualmente: " el problema  de saber cómo sólo la especie humana, entre  todas las especies animales, desarrolló su coraza se plantea  siempre, no está resuelto”. Renuncia a toda explicación porque es " demasiado complicado, los hechos concretos que aportarían una solución están enterrados  en un pasado demasiado retirado”. En realidad, no hay necesidad de explicación  empírica a partir del curso de la historia; sería preciso definir  a priori, esta posibilidad que se manifiesta con tanta potencia y constancia en la especie humana contra una Vida  que Reich querría hacer el fundamento único y primordial del universo. Pero la única explicación válida está suministrada precisamente por la existencia  del otro polo de la  diada cósmico, del principio personificado  el mito por la divinidad masculina, el principio supraordenado al principio  femenino y  obrando en el hombre, las sociedades y las civilizaciones, como un poder tan primordial como el otro, allí donde Reich  sólo percibe productos acorazados afectados de impotencia orgásmica e  histéricamente enemigos del sexo, "asesinos de la vida”.

Y si se remite al plano emocional - al cual no se puede ciertamente acordar  un alcance universal coextensivo a todo  lo que debería aclara- a la angustia del Yo ante el placer sexual, todavía habría que explicar esta angustia Por todas partes, Reich habla del “miedo de disolverse en el placer ". El hombre " desde el origen ha debido sentir que su pulsión genital le hacía ' perder el control’ y le reducía a un fragmento de naturaleza flotante y convulsiva. Es posible que la angustia del orgasmo venga de ahí ", lo que sería también el  origen de las  condenaciones  religiosas de la sexualidad. Ahora, estamos aquí muy lejos de la patología, pues  puede tratarse del deseo legítimo de mantener a su personalidad, frente a un abandono completo, pasivo y naturalista, al sexo, cosa que, para la personalidad representaría justamente una lesión, una disolución. Reich ha escrito también: " el deseo orgásmico aparece  ahora como una expresión de este empuje ‘más allá de él sí mismo '... Nosotros tendemos a sobrepasarnos. Quizá esto se explica  por qué la idea de la muerte ha sido empleada tan a menudo para designar el orgasmo. Incluso  en la muerte la energía biológica (sic) sobrepasa los límites de la envoltura material que la tiene prisionera. La idea religiosa de la ' muerte libertadora ', el ' óbito libertador ' adquiere así una base objetiva. La función cumplida por el orgasmo en el organismo donde todo se desarrolla de modo natural reaparece en el organismo acorazado como principio del nirvâna o de la idea mística de la salvación”. He aquí pues otro caso típico de confusión de las ideas. La intuición justa le concierne al impulso a la trascendencia incluido en el eros y que se manifiesta en la experiencia del abrazo sexual (bajo sus aspectos "destructores", los cuales generalmente escapan a la concepción primitiva de la sexualidad propia de autores como Reich). Pero se trata de otra cosa muy diferente de una " energía biológica ", esta energía que Reich hace entrar en juego en la muerte, en la "carne" y el "cuerpo" del que el individuo acorazado quiere liberarse " redimiéndose ", ignorando su naturaleza de ser finito  en provecho de su "coraza", del " tejido que aprisiona " esta energía y prohíbe su solución "natural", la descarga  orgásmica. La distinción entre una  superación  pasiva (de la que es bueno guardarse) y una superación activa, auténtica y ascendiente  (con vistas a la cual la enseñanza tradicional ha definido un uso particular del sexo - ver a este respecto los materiales recogidos en nuestra obra Metafísica del sexo), no viene ni siquiera a la mente de Reich. El abandono pasivo del Yo y la descarga  de la energía orgónica  cósmica en el individuo por el orgasmo completo - tales son los límites  de la visión de la vida y de la ética de Reich.

Deseamos ahora estudiar cómo Reich se enfrenta más específicamente a las formas de toda sociedad tradicional a partir de una revisión de las teorías de Freud. Éste había afirmado que Ia fuerza motriz fundamental del psiquismo humano, es el principio del placer (Lustprinzip); pero reconoció a continuación la existencia de otra pulsión, igualmente fundamental a sus ojos, vuelta destructiva (Todestrieb). Además con la teoría general de la represión, empleada para mostrar que cuando las posibilidades de satisfacción de la segunda pulsión, la pulsión destructiva, se bloquean, esta cambia de plano y puede manifestarse bajo dos formas: el sadismo cuando se torna hacia el exterior, hacia los otros; el masoquismo, cuando se torna hacia el interior, hacia sí mismo. Reich, por su parte, niega esta dualidad freudiana de las pulsiones. A sus ojos solo es primaria la pulsión orgásmica al placer: descarga de la energía orgónica primordial. El otro instinto, el instinto de muerte y de destrucción bajo su doble aspecto sádico y masoquista, sería un instinto derivado. No será más que una  consecuencia de la represión del primer instinto, cuando las  estructuras sociales, las inhibiciones,  la impotencia orgásmica dan origen a una carga energética comprimida, que por desviación, se manifiesta precisamente bajo formas patológicas  y destructivas, sádicas o masoquistas Estas formas de patología  sexual, una vez transpuestas, se encontrarían también las principales trazas de una cierta estructura social.

A nivel político y social las tendencias sádicas darían nacimiento a la orientación autoritaria de la personalidad, al placer de dominar seres sometidos, a la liberación del instinto de  persecución de los enemigos (el "capitalista", el "judío" comunista " y así sucesivamente , según las ideologías). Las tendencias masoquistas, estarían en la basa de la mentalidad gregaria, del placer de la sumisión, con una propensión por el culto de la personalidad ", la disciplina, pudiendo ir hasta el sacrificio de sí. Las dos orientaciones, activa y pasiva, son en cierta medida complementarias y desvelan según Reich el verdadero fondo escondido de todo sistema jerárquico y tendencias guerreras, "agresivas", etc., que se presentan entonces como complejos cuyo origen revela claramente  la patología sexual. A este respecto, Reich pone en el mismo saco el patriarcado, los regímenes militaristas, "fascistas", el capitalismo, el comunismo soviético (por autoritario), etc. En suma todo el universo de los " patrista " que Rattray Taylor quiso describir.

Algunos no han vacilado en acudir a  la etnología para sacar la confirmación. Malinowski y una americana que se improvisó de etnóloga, Margaret Mead, han comparado dos pueblos salvajes que vivían en medios análogos. Uno de ellos, cuya sociedad era matriarcal, conocía una libertad sexual total desde la infancia, llevaban una vida pacífica, sin neurosis; el segundo caracterizado  por un organización  familiar patriarcal y autoritaria, así como por una limitación de la vida sexual, presentaba " las mismas trazas que la civilización europea " agresividad, individualismo,  tendencias guerreras  etc. Tales comprobaciones, puramente factuales                con relaciones causa-efecto apresuradamente establecidas, no son revelaciones más que para los que consideran que hay que partir de lo inferior para explicar lo superior y los salvajes para explicar  la humanidad civilizada. Podríamos recordar aquí la sabio observación  de Dumézil, a saber que no hay nada de lo que no se pueda, con un poco de a buena voluntad, encontrar una confirmación aparentemente en potencia en los materiales etnológicos.

Pero en lo que concierne a la "agresividad " concebida como una especie de rabia  debida a un principio de placer trabado, Reich y otros  (como por ejemplo De Marchi, un autor de quien nos ocuparemos dentro de poco) se abstienen de explicarnos las inhibiciones  sociales y sexuales o el miedo de perderse en el placer que sufren, es evidente, numerosos animales salvajes peligrosamente agresivos. El límite del ridículo se franquea cuando se cree seriamente que hombres como Alexandre, Tamerlán, César, Napoleón, Federico II, etc., jamás habrían sido lo que fueron si hubieran recibido una buena educación sexual, no inhibidos, abiertos, fuera de familias patriarcales y de una sociedad " acorazada ". Lo extraño, al contrario, es que, en el plano individual, ningún gran conquistador llevó una vida puritana - a menos por supuesto de suponer con Reich que, queriendo a las mujeres, los grandes conquistadores hubieran estado afectados de impotencia "orgásmica”. Estamos  pues en presencia de un conjunto de absurdos y de tonterías , y el fondo existencial regresivo de esta sexología aplicado a la interpretación de la sociedad es evidente. Volveremos contra estos autores su propio método interpretativo afirmando que la pulsión que los ha conducido a ensuciar y a rebajar, por medio de una pseudo-ciencia analítica y de una concepción pan-sexualista y desenfrenada de la vida, las formas de toda civilización superior - las cuales son inseparables principios de la autoridad, de la jerarquía, de la virilidad, de la disciplina y del estilo guerrero (a no confundir con la "agresividad" histérica y ' "imperialismo" -  es precisamente  el signo de un instinto agresivo inconsciente (sádico o masoquista, a elección), de modo que Reich mismo y otros habrían necesitado hacerse psicoanalizar ellos mismos. Es apenas necesario decir que las disposiciones al mando y a la obediencia son intrínsecas en la naturaleza  humana y no tienen en general nada  que ver con hechos sexuales: la libido dominandi y la libido servendi no son ahí más que formas degeneradas. Hay posibilidad  de una superación  tanto  en el que, investido de autoridad, ejerce un poder como si fuera un deber, como en el que establece de manera libre una relación de dependencia, de subordinación y de lealtad hacia un superior: es por otra parte lo que nos ha mostrado, en Europa y fuera de Europa, el mundo feudal  en sus mejores aspectos.

En segundo lugar, se desvela  aquí aquello  a lo que hicimos alusión al principio, a saber que el mismo fundamento de estas teorías, es contrariamente a  lo que se podría pensar, una concepción  primitiva y bastante banal del sexo. Cuando Reich, en efecto, contra Freud, busca  explicar sadismo y masoquismo como simples complejos secundarios y patológicos debidos a la represión, cae en un equívoco grave y muestra que ignora las dimensiones efectivas de la pulsión sexual, cuando  se consideran sus manifestaciones más profundas  y más intensas. Pues  si se puede decir que hay un sadismo y un masoquismo como fenómenos perversos, resulta también que ambos pueden ser sólo unas acentuaciones de aspectos siempre presentes e inherentes a todo amor erótico intenso, el cual contiene justamente un factor de destrucción vinculado  al impulso en la "trascendencia" que Reich ha  presentido pero de manera fugaz y errónea). Los temas amor- muerte, voluptuosidad-destrucción son mucho más que  simples proyecciones psicopáticas de poetas románticos o decadentes.  Es así como numerosas divinidades antiguas  del sexo, del placer y de la orgía fueron al mismo tiempo  divinidades de la muerte y  la locura destructora. Se puede recordar particularmente a Ia diosa lshtar en la esfera mediterránea, la diosa Durga en el mundo hindú, la diosa Hathor-Sechmet del antiguo Egipto (para no hablar del dionisismo). Y debido a su aspecto destructor, fueron también a veces diosas de la guerra. Así, cosa más bien irónica, vemos que las reivindicaciones a favor de una libertad sexual absoluta tienen como contrapartida, y hasta como condición, el hecho de no contemplar la pulsión sexual, que se cree poder colocar al principio de todo, más que bajo sus formas más incompletas y menos interesantes.

(1) Estas aplicaciones terapéuticas, para las cuales Reich había creado un instituto en los Estados Unidos, donde se había establecido después de diversas peregrinaciones, fueron  el principio de sus desventuras. Denunciado por el Comisariado americano para la Salud que veía en todo esto sólo charlatanería, Reich se negó a presentarse delante del tribunal y declaró no estar dispuesto a discutir y a justificarse más que delante de gente competente, en otro lugar; acusado por esta razón de “ultraje a la Corte "  fue condenado a dos años de reclusión y murió en prisión de un ataque cardíaco. Luego en la tierra prometido de las libertades democráticas y del psicoanálisis,  América, una decisión de la justicia prohibió la difusión público de toda una serie de sus libros, hasta los que no concernían su discutible a terapia, como The sexual revolution, Éter God and Devil, The mass psychology of fascism, Character analysis, etc. Pero esto no impidió las raras ideas reichianas sobre el carácter “ sado-autoritario, de ser abundantemente utilizadas por el equipo de psicoanalistas y de psiquiatras enrolados por los americanos para efectuar en Alemania después de la guerra, el lavado democrático de los cerebros. Ver e este respecto: C. K-Notzing, Charakterwäsche. Stuttgart, 1965, pp. 113-119.

lunes, 29 de agosto de 2016

De la Norma y las normas (Abbé Henri Stéphane)


TRATADO XI.4 De la Norma y las normas

(Abbé Henri Stéphane 1907-1985, Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo XI, Epistemología)
Toda religión, si no se la reduce a una religiosidad vaga y sentimental, comporta necesariamente tres elementos

1) Las verdades a creer (dogmas) que no son conceptos abstractos, sino la expresión mental y verbal de Realidad Transcendente (ejemplo: la Inmaculada Concepción);

2) Mandamientos a observar (moral), virtudes a realizar, que no son simples actos exteriores, sino la  expresión o la traducción de una Norma interior, de la conformidad a 3"mi" Arquetipo eterno;

3) Un culto, una liturgia), ritos, sacramentos que actualizan en mí  ciertas Realidades suprahumanas o divinas ( Ejemplo: el Bautismo y la Eucaristía actualizan en mí la Pasión, la Muerte y la Resurrección del Cristo).

Sea lo que sea, dogmas, mandamientos y ritos aparecen en primer lugar como normas exteriores, pero, si ellas no corresponden a una Norma interior, se reducen a un formalismo puro o al fariseísmo. Sin embargo, en las normas exteriores, se recae en la religiosidad vaga, inconsistente, ineficaz. Las normas constituyen el lado objetivo de la Religión, la Norma interior es ahí el lado subjetivo, pero ellas son el complemento indispensable la una de la otra.

En el punto de partida y todo a lo largo de la " vía purgativa ", los dogmas aparecen como jalones y pretiles en el camino que lleva al Conocimiento; la discusión, la duda, la puesta en cuestión son tantos obstáculos que hay que evitar. En el estadio de la " vía iluminativa ", los dogmas no aparecen aún más que " en estos tus semblantes plateadas " (san Juan de la Cruz, Cantico Espiritual), pero al nivel de la " vía unitiva" y  del matrimonio espiritual, el mismo autor declara: " Enseguida tendremos acceso a sublimes cavernas de la Piedra (el Cristo) que están  bien escondidas. " Se trata aquí de " mística nupcial "; sin embargo, la " mística de la esencia " (san Dionisio , maestro Eckhart ) y la Tiniebla mística no están excluidos por ello,  pero sobrepasan la perspectiva del Cántico, ya que las "cavernas están bien escondidas ". Sea lo que sea, en esta ascensión mística, se trata siempre de unos dogmas desde su función de normas exteriores (pretiles) hasta la Norma interior (las cavernas de la Piedra), la " en estos tus semblantes plateados " siendo una especie de límite, de frontera entre las caras "externa " y " interna " de los dogmas, o si se quiere, entre la Luz inteligible y la " Tiniebla más que luminosa " del Silencio (san Dionisio).

Todo lo que precede tiende a mostrar que la Norma interior no es puramente subjetiva, no sólo porque tiene como complemento indispensable las normas exteriores objetivas, sino  porque en la cumbre de la Unión mística, ellas forman como las dos caras de una misma Realidad, a la vez objetiva y subjetiva, figuradas en el Cántico espiritual (estrofas  11 y 36) por la " en estos tus semblantes plateados " y por las " Subidas cavernas de la Piedra”.

Estas consideraciones nos parecen esenciales para comprender que la Norma interior, en su realidad profunda no se sitúa al nivel psicológico; sin duda se traduce al nivel de la Psique por una actitud que se puede llamar "interior", exactamente como ella se expresa a nivel del "cuerpo" por normas exteriores, especialmente en las obras y los ritos. Pero precisamente lo que hemos dicho sobre el dogma, cuya cara exterior se sitúa al nivel de lo mental (que aparece como interior con relación a lo corporal) y cuya cara interior está en consecuencia más allá de lo mental, permite comprender que la verdadera interioridad se encuentra, en todos los casos, más allá de la Psique, por lo tanto al nivel del Nous.7

Se sigue que en la perspectiva cristiana la verdadera norma interior, es la Piedra, es decir el Cristo. Esta perspectiva se sitúa pues al nivel ontológico, y el Misterio de la Encarnación, de la Unión Hipostática de las dos naturalezas sigue siendo el Centro de la espiritualidad cristiana, el Prototipo, a la vez subjetivo y objetivo, de la Unión mística, pues, como dice el Maestro Eckhart, el Padre no tiene más que una voluntad, es engendrar el Hijo Único, el Primer Nacido, el hijo monogéneo; fuera de este mediador no hay espiritualidad cristiana.
7 Psique alma, Nous espíritu 

domingo, 28 de agosto de 2016

De la ignorancia (Abbé Henri Stéphane )


TRATADO  XI.3 De la ignorancia
(Abbé Henri Stéphane 1907-1985, Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo XI, Epistemología)
La ignorancia es la raíz de todo mal: todo ser es bueno en su esencia verdadera, pero el mal proviene de lo que ignoramos esta esencia verdadera, tanto la nuestra como la de los otros seres. El peor de los errores es confundir nuestra esencia verdadera - nuestro " Sí  " inmortal - con nuestro ego perecedero, que no es más que la serie de nuestros estados de conciencia y de nuestras relaciones con mundo exterior.

La ignorancia pura y simple del "iletrado" es benigno e inocente al lado de la pretensión sabia del hombre "cultivado" cuyo saber profano es un obstáculo a la Luz, mientras que la " virginidad mental " del iletrado 3 puede ser una apertura a la Verdad. La ciencia profana, que no es más que un formalismo pseudometafísico constituye de hecho una ignorancia "tanto más "monstruosa" cuanto se desarrolla para ella misma fuera de toda teología. En cuanto a la filosofía profana, es la palabrería de un ciego que diserta sobre los colores. El arte y la literatura profanas no son entonces más que la expresión colectiva de una  psicología reducida a los estados de conciencia o a las situaciones humanas más vulgares del hombre zambullido en las tinieblas

3. Al Ángel Gabriel, la Virgen responde que " no conoce en absoluto hombre : el Profeta responde que es " iletrado".



De la ignorancia  más espesa y las intrigas más banales  de la vida ordinaria (F. Schuon)

No hay pues  peor ilusión que la ciencia, la filosofía, el arte y la literatura profanas: es allí donde reside la ignorancia  verdadera, ya que una pseudosabiduría tiende a sustituírsele a la Verdadera Sabiduría  (1 Corintios  I, 19). Porque ésta es también  "Ignorancia", No saber, Apofatismo. Se le llama la " Docta Ignorancia", y  la ignorancia de los iletrados es el reflejo de  cierta manera natural: el falso saber del filósofo profano es , por contra, la manera satánica o luciferina.

¿ En  qué consiste la  " Docta Ignorancia "? A saber, en primer lugar, que mi ego perecedero  es una pura nada delante de Dios, una  sucesión de estados de conciencia y de relaciones con exterior, sin consistencia y sin realidad: " esto no es mi Sí " 4; a saber, en segundo lugar, que ninguna de mis facultades humanas puede entregarme el " Secreto sobre-esencial " de mi esencia verdadera, mi verdadero Nombre (Apoc. II, 17). En otros términos, la " Docta Ignorancia " consiste en saber que Dios es incognoscible. En verdad, la Esencia divina es absolutamente incognoscible, hasta para ella misma: Dios no puede conocer lo que Él es, porque no es ningún "esto"; Él no es nada de esto, en nuestra ignorancia, creemos que nosotros podemos afirmar de él. Lo que afirmamos de él, hay que negarlo en seguida: tal es el apofatismo. Pero en verdad, Dios es más allá de toda negación y de toda afirmación: él es el Inefable.

Sin embargo si la Esencia divina es incognoscible, hasta para ella misma, no es menos verdad que Dios es Todo Conocimiento como es Todo Amor, sin distinción de  sujeto conociente  y de objeto conocido, o de amante y de amado. Es de alguna manera el Testimonio inmutable e inafectado de todo Conocimiento y de todo Amor: él es el " Si"  supremo e incondicionado, absoluto y trascendente.

Puede cuestionarse evidentemente que relación sostiene lo Absoluto con lo relativo, es decir con la creación; esta relación es unilateral ; el efecto depende íntegramente de la Causa, pero esta no es afectada en nada por el efecto.

4 Fórmula por la cual A.K: Coomaraswamy espresa la doctrina budista del anâtman ( o anatta); cf Hinduismo y Budismo  p.117

. Se puede decir también que éste está contenido "eminentemente" en la Causa, donde está liberad de todos sus límites o determinaciones, a título de " pura relación"  o de "posibilidad": en el seno de la Esencia divina, toda posibilidad es necesaria, permanente, eterna, y si una posibilidad es distinta de otra, no se distingue sin embargo la Esencia divina en la que no hay ninguna distinción. El conjunto de todas las posibilidades - que se puede llamar la Toda Posibilidad – no añade pues nada a la Esencia divina que es infinita, y es por esto que lo creado es rigurosamente nulo frente a lo Increado: no subsiste en él más que a título de pura : " soy una pura relación con Dios ", yo no soy pues nada por mí mismo o en mí mismo.

La expresión dogmática de esta verdad aparece netamente en el Misterio de la Inmaculada Concepción: la Virgen es una pura relación con Dios, porque no tiene realidad más que  por la Encarnación del Verbo. Decir " soy la Inmaculada Concepción " equivale a decir: " soy una relación pura con Dios". Es en este nivel " ontológico  " done se sitúa la Virginidad verdadera, y todas las disertaciones morales sobre la pureza o la castidad no son más que sombras en comparación de la esencia verdadera de la Virginidad. Que el alma humana, purificando sus facultades mentales o psíquicas por la " Docta Ignorancia ", se esfuerza por contemplar su propia virginidad, en el estado de pura relación con Dios, realizando su esencia verdadera: " soy la Inmaculada Concepción. "

El Misterio de la Asunción se presta a la misma dialéctica. Devenida "Virgen", es decir " devenida lo que es ", o lo que jamás dejó de ser en el seno de la Esencia divina, a saber una pura relación con la Deidad, el alma humana "es asumida" por el Verbo: Jesús, que nace en ella, la absorbe en Él.

El simbolismo de la Flor, o de la Rosa, ilustra todo lo que acabamos de decir: el Cáliz abierto hacia el Rocío Celeste, la flor vuelta hacia el sol, simbolizan la virginidad del mental en el estado de " Docta Ignorancia". No está desprovisto de interés notar que este simbolismo es universal: Jesús de Nazareth quiere decir " Jesús nacido de la flor ", porque Nazareth significa "flor" 5.

La invocación búdica mani padmé –joya en el loto- tiene la misma significación. El simbolismo del " Profeta iletrado" en el Islam significa de la mismo forma la virginidad mental - o la "Docta Ignorancia " - del que recibe el Corán. Citemos en este pasaje de un poema turco: " pregunté a la flor:  ¿ por qué curvas la cabeza?  La flor me respondió: Ô derviche, mi corazón  esta derecho hacia Allâh. " 6

5. De la raíz hebraica NâZaR (floruit), pero esta etimología es dudosa.

6 Poema de Younous Emré

sábado, 27 de agosto de 2016

De la Verdad (Abbé Henri Stéphane)


TRATADO XI.2  De la Verdad
(Abbé Henri Stéphane 1907-1985, Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo XI, Epistemología)

La Verdad, es Dios mismo. Sólo Él puede comunicarla. Pretender alcanzarla por medio de las facultades humanas es una Ilusión pura y simple. La verdad filosófica o la verdad científica no son más que un abuso de lenguaje, un producto del cerebro humano que corre peligro de complacerse y de encerrarse allí, y frente a las cuales la ignorancia del analfabeto es muy preferible, a menos que el filósofo o el sabio reconociendo su impotencia se inclina delante de la Verdad divino, o lo que hace las veces de eso: la Revelación.

Desde un punto de vista espiritual, la " cultura profana ", de la  que la humanidad está tan orgullosa, es más bien un obstáculo que un socorro. El hombre debe, no "cultivarse", sino prepararse para recibir la Verdad por el ayuno y la oración  1. Su alma no puede recibir la Verdad más que si es ' virgen ", a ejemplo de María que recibe el Verbo divino en su seno. Este "ayuno" del espíritu, esta virginidad de lo mental la hace apta para " ver a Dios ": "Bienaventurados los pobres de espíritu, Bienaventurados los corazones puros " (Mateo V, 1-8; XI, 25-27 y Juan I, 16-18). La oración vuelve al alma conforme a María, su modelo virginal, y la recitación de Ave María la inclina a recibir la visita del Verbo.

Dios se comunica al hombre exteriormente e interiormente. Exteriormente por la Revelación, la Escritura Santa y el Pan de la Verdad, interiormente por la Gracia, la Eucaristía y el Pan de la Vida. Las virtudes teologales que acompañan la Gracia operan la purificación de las facultades psíquicas: la Fe es el ayuno de la inteligencia, la Esperanza es el ayuno de la memoria, la Caridad es el ayuno de la voluntad; el alma no cree más que en Dios, no se acuerda más que de Dios, no ama más que a Dios.

La Verdad no tiene otro criterio que ella misma . Probar la verdad por argumentos necesariamente de orden inferior, racional o sentimental, acaba en el fracaso o riesgo de desfigurar la Verdad. El alma virginal reconoce simplemente la Verdad: es el espejo donde Dios se reconoce, y Dios es el Espejo donde el alma "se " 2 reconoce. Pues la Esencia divina es incognoscible : " si tu saboreas esto, a saber que el ser que contempla no ve jamás ve la Esencia misma , sino su propia "forma" en el esspejo de la Esencia, saboreas el limite extremo que pueda alcanzar la criatura " (Ibn Arabî).

1. Alusión a Marcos, IX, 29, según la traducción latina de la Vulgata.

2. “Se” designa el “Si”

viernes, 26 de agosto de 2016

LA VERDAD (Aldous Huxley, The perennial Philosophy)

Basta visitar los blogs dedicados a sostener la doctrina tradicional de la Iglesia Católica, para comprobar que se hecha mano frecuentemente de la escolástica tomista, siguiendo en esto la declaración pontificia que declaraba la predilección por Santo Tomás. Naturalmente que surge la duda de a que Santo Tomás se refiere, si al filósofo y teólogo escolástico o al místico que fue; imposible la pretensión de situar ambas condiciones en el mismo plano, la condición de místico es tan superior a la de filósofo o teólogo que no dejó de aseverarlo el propio Santo Tomás. Naturalmente que estos extremos son bien conocidos por los especialistas, pero habitualmente relegan su condición de místico a unos pocos renglones o a una nota a pie de página.

Traemos aquí un texto de un escritor que tuvo predicamento en la New Age, pero que no obstante puso de relieve sin subterfugios la condición mística de Santo Tomás



Cap. 7 LA VERDAD
(Aldous Huxley, The perennial Philosophy)

¿Qué estás charlando acerca de Dios? Cualquier cosa que tú digas de él es falsa.
Maestro Eckhart
En la literatura religiosa la palabra “verdad’ empleada sin discriminación en por lo menos distintos y muy diferentes sentidos. Así, a veces es tratada como sinónimo de “hecho”, como cuando se afirma que Dios es la Verdad — significando que es la Realidad primordial. Pero claramente no es este el sentido de la palabra en una frase tal como “adorar a Dios en el espíritu y la verdad”. Aquí, evidentemente, “verdad” significa aprehensión directa del Hecho espiritual, en distinción con el conocimiento de segunda mano acerca de la Realidad, formulado en frases y aceptado por proceder de una autoridad o porque una argumentación a partir de Postulados previamente aceptados, resultó lógicamente convincente. Y finalmente hay la acepción más ordinaria del vocablo, como en frase tal como “Esta afirmación es la verdad”, con que nos proponemos exponer que los símbolos verbales de que se compone la afirmación corresponden a los hechos a que se refiere. Cuando Eckhart escribe: “Cualquier cosa que tú digas de Dios es falsa”, no está afirmando que todas las afirmaciones teológicas son falsas. Hasta donde pueda haber alguna correspondencia entre símbolos humanos y Hecho divino, algunas afirmaciones teológicas son tan verdaderas como nos es posible hacer que lo sean. Como teólogo, Eckhart habría sin duda admitido esto. Pero, además de teólogo, Eckhaxt era místico. Y, siendo místico, comprendía muy vívidamente lo que el moderno semántico tan industriosamente (y, también, con tan poco éxito) está intentando inculcar en las mentes contemporáneas —a saber, que las palabras no son lo mismo que las cosas y que un conocimiento de palabras acerca de hechos no es en modo alguno equivalente a una aprehensión directa e inmediata de los hechos mismos. Lo que Eckhart realmente afirma es esto: cualquier cosa que pueda decirse acerca de Dios no puede ser nunca, en ninguna circunstancia, la “verdad” en los dos primeros sentidos de esta maltratada y ambigua palabra. Por indiferencia, Santo Tomás de Aquino decía exactamente lo mismo cuando, tras su experiencia de la contemplación infusa, rehusaba continuar con su obra teológica declarando que todo lo que había escrito hasta entonces era una simple paja comparado con el conocimiento inmediato que le había sido otorgado. Doscientos años antes, en Bagdad, el gran teólogo mahometano Al Ghazzali había análogamente dejado la consideración de verdades acerca de Dios por la contemplación puramente y aprehensión directa de la Verdad-Hecho, la disciplina puramente intelectual de los filósofos por la disciplina moral y espiritual de los sufíes.
La consecuencia moral de todo esto es obvia. Siempre que oigamos o leamos algo acerca de “la verdad”, deberíamos detenernos a preguntarnos en cuál delos tres sentidos mencionados antes la palabra es, en aquel momento, empleada. Tomando esta simple precaución (y el tomarla es un acto, genuinamente virtuoso, de honradez intelectual), nos ahorraremos mucha confusión mental, perturbadora y completamente innecesaria.

Queriendo tentar a los ciegos,
soltó el Buda en juego palabras de su boca de oro;
cielo y tierra están llenos, desde entonces, de un
enredo de zarzas.
Dai-o Kokushi

No hay nada verdadero en ningún sitio,
en ningún sitio se encuentra la Verdad.
Si tú dices que ves la Verdad,
este ver tuyo no es el verdadero.


Conocimiento de lo Real (Abbé Henri Stéphane)


TRATADO  XI. 1  Conocimiento de lo Real

(Abbé Henri Stéphane 1907-1985 , Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo XI, Epistemología)


" Arundhati es una pequeña estrella; si usted le desea mostrársela a un amigo, llame usted primero la atención de una estrella gruesa, diciéndole: "he ahí Arundhati", luego, cuando la ha distinguido usted rectifican: " o más bien, la más pequeña a la derecha. " Así el Vedânta nos muestra a Brahma unas veces bajo una forma, y otras bajo otro, hasta conducirnos  al conocimiento de su verdadera naturaleza. Es por que los atributos tienen por objeto darnos un conocimiento de Brahma y ya que ellos todos tienen este fin, hay que tener en cuenta todos para determinar la naturaleza esencial de Brahma " ( Shankara ).

“Eso de lo que todas las cosas toman su origen; Eso lo que, una vez creadas, viven; eso en lo que, saliendo, entran: Esto, procura conocerlo, es Brahma".

“El que dice conocer a Brahma no le conoce; el que dice no conocerle le conoce " (Kena. Up. II, l-2). “Tu grandeza, nadie puede comprenderla, mudos son Védas. "

“Se puede dar todos los atributos a Dios, sin embargo ningún atributo le conviene: nada más rico que esta pobreza de lenguaje. " “Desgracia a los que no hablan de Ti, porque los que han hablaron mucho son mudos " (San Augustin, Conf. I, 4).

“Dios solo se conoce como es. Es por eso que tenemos de él una comprensión exacta si decimos que no lo comprendemos. Hablaré según mi sentimiento: el que cree que él conoce su grandeza la rebaja; el que se niega a rebajarse no lo conoce " (Minucius Felix Octavius nº 18), " Su grandeza deja muy detrás nuestras palabras impotentes, (San Juan Crisóstomo Hom. I).

“Y contemplaba todas las cosas que son sin Ti, y vi  que no eran ni completamente reales, ni completamente irreales: son reales en tanto vienen de Ti; son irreales porque no son lo que Tu eres. Porque solo es Real lo que permanece inmutable " (Sant Augustín, Conf. XI). La Realidad de Dios es tal que las cosas creadas comparadas con Él no son reales. No comparadas con Él, ellas son porque han venido de Él; comparadas con Él, no son reales  porque Él sólo es la verdadera e inmutable Realidad " (Comm. Ps 134 nª4).

“Lo que no puede ser expresado por la palabra, sino eso por lo que la palabra es proferida, esto solamente, sábelo, es Brahma, es lo que el espíritu no puede contemplar sino eso por lo que el espíritu contempla, eso sólo es Brahma " (Kena Up. I, 4).

“Es el no Nacido, el Consciente, el Puro, el Imperecedero, el Transcendente, el Apacible, el Invisible, el Indiviso, el Bienaventurado“ (Himno a Hari).

“Es el Dios escondido en todas las cosa, que penetra todo; Âtmâ en el corazón de todos los seres, el Testigo, el que percibe el Único "

"El espíritu es tan sumergido en Dios, en la Unidad divina que pierde allí todo lo que lo distinguía. Todo lo que lo trajo a este grado, tales como su humildad, sus intenciones, su personalidad mismo, todo esto pierde entonces su nombre, y no hay más que simple Unidad apacible y misteriosa sin distinción " (Tauler Semone).

‘El Conocimiento superior es aquel por el que la Indestructible es aprendido. Lo que no puede ser visto ni percibido, lo que es origen y sin cualidad, sin ojos y sin orejas, sin manos y sin  pies, lo Eterno, lo Inmenso, lo Omnipresente, lo Infinitesimal, lo que es Imperecedero, he aquí lo que los Sabios contemplan como la fuente de todos los seres " (Mundaka Up. 1, 6).

‘La perfecta unidad de Dios exige que lo que es múltiple dividido en otros exista en Él de manera simple y una. De donde emana que es Uno en realidad y sin embargo múltiple en razón, porque nuestra inteligencia lo aprehende de una manera múltiple como las cosas lo representan " (santo Tomás).

"Estas palabras (realidad, conocimiento infinito) sin ceder su significación propia, indican la naturaleza de lo Supremo eliminando toda cosa extraña a su naturaleza y destruyendo la ignorancia está en la raíz de la ilusión. Realidad y las otras palabras empleadas aquí tienen diferentes significados solamente en la medida en que sirven para  elimina ideas diferentes como irrealidad o ignorancia, etc. Cumplida la eliminación, todas estas palabras designan la naturaleza Única esencial de Brahma, que no es, en consecuencia, un ensamblaje de palabras " (Taittirîya Up. 260).

“Irreal, verdaderamente, esto era al comienzo. Es de ahí, en efecto, que lo real ha salido. Antes de la creación, este mismo universo era Brahma mismo, llamado aquí Irreal, no Ser. En consecuencia este no Ser, nació el ser con los nombres y las formas específicos distintamente marcados " (Shankara).

No se puede incluso decir que es uno: ¿cómo puede haber un segundo otro que Este? No hay  allí ni absoluto, ni no absoluto, ni no entidad, ni entidad, porque hay absolutamente no dos en; su esencia " (Shankara).

“Dios no es, porque está por encima de todo lo que es " (san Dionisio).

“Podríamos llamar a Dios una nada eterna… esta nada llamada Dios según el consentimiento unánime " (bienaventurado Enrique Suso,El libro de la Verdad 1, 5).

“En Dios, el intelecto, el objeto aprehendido, la especie inteligible y su acto de comprensión son completamente una sola y misma cosa " (santo Tomás).

“Aunque desprovisto de la distinción de Conociendo, del conocimiento y del conocido, es sin embargo y siempre Conociendo " (Shankara, Himno a Hari).

“Antes de ser sacadas de la nada, las criaturas no eran en absoluto pura nada, ya que ya existían en la inteligencia divina, que contenía su concepto o arquetipo " (san Anselmo).

“Eternamente, todas las criaturas están en Dios, y allí no tienen ninguna diferencia fundamental... En tanto que ellas están en Dios, son la misma vida, la misma esencia, la misma potencia, son el mismo Uno y nada menos. Pero cuando salen de Dios por la creación, cuando toman su ser limpio, entonces cada una tiene su ser particular con su forma propia que le da su esencia natural " (Bt Suso).

domingo, 21 de agosto de 2016

Algunas consideraciones sobre los estados póstumos (Abbé Henri Stéphane)


TRATADO VI.6  Algunas consideraciones sobre los estados póstumos


(Abbé Henri Stéphane 1907-1985 ,Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo VI, El hombre y su destino)



No se trata, en estas pocas páginas, de dar un exposición completa de todo lo que se relaciona con una cuestión de este género, y hay que añadir que la justificación de lo que vamos a decir supone conocimientos metafísicos  y teológicos que no podemos soñar con desarrollar aquí, sino que deben ser admitidos para sacar algunas aplicaciones que son el objeto de este trabajo. Los que desean conocer los principios que son el fundamento deberán remitirse a las obras que traten de eso. Partiremos de una propuesta de Frithjof Schuon cuyo texto es:

“Los estados póstumos - por la simple razón de que son todo lo que no es terrestre o espacial - son de una complejidad de la que el lenguaje humano no sabría dar cuenta; las revelaciones no dan sólo más que esquemas que se contradicen en la medida que las perspectivas divergen. Además las condiciones póstumas mismas pueden diferir mucho según las religiones que, ellas, pueden por sus estructuras respectivas determinar sus modalidades: queremos decir que los cielos y los infiernos pasajeros del Hinduismo no corresponden al cielo y al infierno perpetuo del Monoteísmo, lo que está  sin duda en relación con hecho de que los Monoteístas entierran a los muertos, mientras que los Hindúes los queman". 11

Añadamos en seguida esto: importa poco que las definiciones dogmáticas o las descripciones simbólicas relativas a los estados póstumos se presenten bajo formas antropomórficas que  no correspondan exactamente a la "realidad". Es incluso necesario que revisten una forma tan simple y "tan ingenua" como sea posible, ya que se dirigen a todo la comunidad  tradicional y son destinadas a ser comprendidas por los más groseras y los más ignorantes, y que, por otra parte, su importancia es tal que deben ser susceptibles de determinar en ellos la actitud práctica necesaria para asegurar a todos los miembros de la comunidad las mejores condiciones póstumas de las que son capaces. Es lo que declara el autor citado: " lo único que importa para nuestros fines últimos, es tener una noción cualitativa - y simbólicamente suficiente - de la causalidad cósmica en tanto que rige nuestros destinos póstumos. "

Así, la teoría de los estados múltiples del Ser, o la teoría de los ciclos en la metafísica oriental, es demasiado general - diríamos de buena gana "abstracta" - para determinar, por ejemplo, las condiciones póstumas propias de la tradición cristiana o de la tradición musulmana en lo que concierne a los miembros de la comunidad correspondiente tomada en su cuasi-totalidad, es  decir abstracción hecha de algunos individuos excepcionales cuyo "destino pudiera diferir de los otros miembros. Así, el destino de los Profetas en Israel pudo diferir grandemente del de sus correligionarios.

Para atenernos a la tradición cristiana, diremos, siguiendo a F. Schuon, que las condiciones póstumas del cristiano están determinadas por la estructura misma de la Revelación correspondiente. Un bautizado, lo quiera o no, no tiene el mismo destino que un no bautizado: el carácter imborrable del rito sacramental hace que sus condiciones póstumas no puedan ser  las mismas que las de un hindú (no cristiano) o de un Occidental sin religión. Para retomar la  proposición citada anteriormente, importa, en el caso particular del Cristianismo, tener una noción cualitativa de la causalidad cósmica en tanto que rige nuestros destinos póstumos. Entonces, según lo que acabamos de decir, esta " causalidad cósmica " no es la misma para un cristiano que para un no cristiano.

Se trata pues de conocerla, o más exactamente, de tener una " noción cualitativa y simbólicamente suficiente ", lo que quiere decir que no es necesario saber exactamente como pasan las cosas. Añadamos en seguida que esto es incluso imposible al hombre en su estado terrestre actual: el proceso de la "salvación" y el de la "condenación eterna" son tan incognoscible al entendimiento humano como, por ejemplo, el proceso de la Creación: se trata, en efecto, de relaciones causales entre el estado humano, - o más exactamente una modalidad particular de este estado, a saber a la modalidad corporal - y otros estados del ser (u otras modalidades extracorporales del estado humano), los cuales son definidos por condiciones de existencia completamente diferentes del estado humano. Es apenas útil decir que la ciencia profana, cuyo dominio está limitado a la existencia terrestre y cuyos s medios de investigación no sobrepasan los límites de este dominio, es perfectamente inepta para informarnos de alguna manera sobre otros estados de existencia. No habría que  imaginarse  tampoco ciertas ciencias ocultas o metapsíquicas, que no sobrepasan los límites de la experiencia y que estudian todo lo más fenómenos de orden sutil en relación inmediata con la modalidad corporal del estado humano, puedan enseñarnos cualquier cosa que sea sobre los estados póstumos. A propósito de eso, las experiencias espiritistas o la pretendida " demostración experimental de la supervivencia ", tan cara a Bergson, son ilusiones puras y simples. No hay en definitiva ninguna relación entre el estudio experimental de algunos fenómenos de orden sutil y un conocimiento, incluso simbólico, de las relaciones causales que religan entre ellos los diferentes estados del ser, o las diferentes modalidades de un mismo estado, y ninguna ciencia humana, sobre todo bajo la forma empírica de las ciencias modernas, nos puede dar la menor noción.

Hay que desconfiar todavía de ciertas doctrinas llamadas teosóficas que  generalmente consisten en un inverosímil "sincretismo " entre los datos o las hipótesis de la ciencia  profana y de los datos tradicionales dispersos y tirados de diferentes religiones, y que no pueden más que mantener confusiones o absurdidades puras y simples en lo que concierne a los estados  póstumo como, por ejemplo, las teorías " reencarnacionistas " tan bien vistas en este género de pseudo-doctrinas.

Haremos en fin la siguiente observación que no deja de tener importancia:  si la metafísica tradicional es susceptible de proyectar sobre este género de cuestiones una luz incomparable, exponiendo por ejemplo las diversas posibilidades que se presentan en la evolución póstuma del ser humano, no es menos verdad, como lo decíamos al principio que en razón misma de su carácter universal - o "abstracto" - no permite conocer las diferentes posibilidades póstumas e concernientes especialmente a cada tradición, y peligra, para los que la comprenden mal, de entretener ciertas ilusiones, como por ejemplo las de un cristiano que utilizara métodos de  " yoga " hindú, con vistas a alcanzar un algún  " paraíso hindú " al cual su "naturaleza" de cristiano no le destina. Es preciso , en efecto, comprender bien - conforme a la primera cita de F. Schuon dada al principio - que, si los estados póstumos de un individuo son más o menos determinados por la estructura la forma tradicional correspondiente, las de un cristiano no serán cualesquiera y, en virtud de todo a lo que hemos dicho, no es ni la ciencia, ni la teosofía, ni incluso la metafísica tradicional quienes nos la  pueden enseñar, como tampoco el comportamiento que éste deberá adoptar para asegurarse las mejores condiciones póstumas que el Cristianismo es susceptible de proporcionarle. Es pues, en definitiva, en la Revelación  cristiana y en la enseñanza tradicional de la autoridad habilitada para dar la interpretación auténtica- es decir la Iglesia – a quien sería preciso dirigirse para conocer dichas condiciones póstumas y la actitud correspondiente Sin duda se estará tentado de decir que la doctrina oficial de la Iglesia se contenta con dar, sobre la cuestión de los últimos fines, sólo un simple "esquema " - para repetir la expresión de F. Schuon - y qué, como consecuencia, los espíritus un poco cultivados, o que se creen "fuertes", se plantearán  entonces a una multitud de objeciones  podrían ser "disueltas" solamente por la metafísica tradicional; por ejemplo, la cuestión de " la eternidad del Infierno" no puede evidentemente recibir una solución aceptable más que  se es capaz de distinguir entre "perpetuidad", o " indefinitud cíclica ", y " eternidad " 12 Pero, de hecho, lo que importa el dogma de " la eternidad del Infierno " confiere a la cuasi – totalidad de los  cristianos una " noción cualitativa y simbólicamente  suficiente" de la  la causalidad cósmica que rige nuestros destinado póstumos.  Ahora aquí, es decir  para un cristiano – e incluso un " bautizado " que lo ha sido  a una edad en que no tomó conciencia de eso lo que es el caso más frecuente - la " causalidad cósmica" de que  se trata es un lazo " ontológico  " entre su sustancia individual y un principio " metacósmico " que es el Cristo y su Cuerpo Místico. En virtud de este lazo, la " naturaleza" de un cristiano ya no es la de un " pagano ", y sus destinos póstumos ya no son los mismos, en principio al menos; resulta de eso, en particular, para él una facilidad más grande de obtener la " salvación" y como  contrapartida inevitable, un riesgo más grande de " condenación ". Es lo que explica que el Cielo y el Infierno cristianos se contemplan " perpetuos", a diferencia de los cielos y los infiernos pasajeros del Hinduismo. Así pues, sin que sea necesario tener una información más amplia sobre la naturaleza del Infierno, basta con que éste aparezca como un eventualidad temible, y hasta más temible para un cristiano que  para un " pagano " - pero el carácter temible de esta eventualidad aparecerá todavía mejor si se toma el cuidado de recordar que la " salvación " - o su contrapartida, la "condenación eterna" - es a la vez el resultado de la gracia divina y de la libre cooperación del hombre, es decir que se sitúa en el dominio de la  acción, pues al nivel del " ciclo terrestre " donde la libertad humana puede ejercitarse, y esta acción no es aprovechable para la salvación más que está "ritualizada ", normalmente por intermedio de los sacramentos. Fuera de la economía sacramental, el cristiano, en principio por lo menos, corre el riesgo de la condenación eterna.

12. Para más desarrollos a este respecto , ver F. SCHUON, El Ojo del Corazón, P. 77, y también R. Guenon , Iniciación y realización espiritual p. 77.

Decimos "en principio ", porque es muy evidente que el ejercicio de la libertad y el carácter " gratuito " de la gracia divina prohíben absolutamente prejuzgar acerca de la " salvación " o de la " condenación eterna " de tal o tal persona, y podemos preguntarnos en el estado actual del mundo, cual puede ser el grado de " responsabilidad " de una multitud de cristianos. Metafísicamente, diremos que no han llegado verdaderamente al " estado de hombre " para ser susceptibles de " salvación " o de " condenación eterna "; no son hombres " más que accidentalmente 13 y no se encuentran pues en un estado "central", a partir del cual solamente  puede ser contemplada la posibilidad de "salvación". Son "comparables" a los vegetales o a los animales que están en los estados " periféricos", y sus estados póstumos excluyen tanto la "salvación" como la " condenación"; es lo que la teología clásica expresa poniéndolos en los "limbos": no pueden más que "renacer" en  otro estado periférico o en un " estado central " distinto que el estado humano. Pero incluso allí todavía es imposible prejuzgar si un individuo tal  es verdaderamente "hombre" o entra en la categoría contemplada más arriba.

De todas formas, un cristiano tiene ciertamente interés en contemplar la "salvación" como la posibilidad normal que le ofrece su religión, si se conforma al mínimo de exigencias que ella comporta, y la "condenación eterna" como una eventualidad temible, aunque ésta se " reduce" a un pasaje a otro estado individual no humano, que tiene una posibilidad incomparablemente más  grande de ser "periférica" que "central" 14 · Metafísicamente, la ventaja de la "salvación" es mantener al ser, por una  indefinitud cíclica, en las "prolongaciones" extracorporales del estado humano; escapa así del indefinitud de los estados cíclicos individuales, y puede entonces, a partir del estado humano, alcanzar los estados superiores comparables a los estados angélicos, de los que la doctrina católica ordinaria no habla, porque la misión de la Iglesia militante se limita a lo que puede ser alcanzado en primer lugar por la cuasi totalidad de sus miembros.

Estas pocas páginas están destinadas a hacer tomar conciencia

 13. Cf F. SCHUON, EL Ojo del Corazón, p. 87.

14. Ibídem, p. 84.

de la importancia de la "salvación" ofrecida al cristiano, si sabe conformarse a  las prescripciones de la Iglesia. Una vez realizada esta "toma de conciencia", todas las objeciones contra la mediocridad de los cristianos y las influencias del clero están desnudadas  de valor y de interés; son imputables al Adversario y no tienen nada que ver con la doctrina.

Addendum: Se puede  todavía contemplar la cuestión de una manera un poco diferente recordando que el bautismo confiere el virtualidad del estado primordial " o " edénico ", es decir del integralidad del estado humano, o todavía del " hombre perfecto”. Desde tal perspectiva, ningún hombre en el estado actual del mundo no puede ser considerado como " verdaderamente hombre " y, a este respecto, se podría creer que la distinción hecha anteriormente  los que son verdaderamente "hombres" y los que no lo son más que "accidentalmente " no es válido. En realidad, desde el punto de vista del estado edénico, la distinción en cuestión no se aplica, y podemos decir que no es verdaderamente "hombre" más   que el que ha realizado ese estado, verdadero "centro" del estado humano considerado en su integridad. Pero desde el punto de vista del estado actual del mundo, es plenamente válida en el sentido de que el que ha  recibido la "virtualidad" del estado edénico es ya en potencia el " hombre verdadero ", mientras que el hombre " sin religión " no tiene ni siquiera en él esta virtualidad; es pues "menos hombre" que el precedente, pero lo es sin embargo más que el animal o la planta, ya que tiene la posibilidad de recibir esta "virtualidad"

Añadamos en fin que, en esta perspectiva, la "salvación" aparece no sólo como el mantenimiento del ser en el estado humano, sino que como una "etapa" en el proceso de realización o de actualización de la "virtualidad" del estado primordial, el cual es el mismo  punto de partida de " la ascensión " a los estados superiores o a la realización del estado supremo e incondicional.  Si estas consideraciones no son desarrolladas en la doctrina corriente de la Iglesia, no habría que creer que no se encuentran allí en absoluto. Basta con trasladarse a la teología de los Padres griegos donde todo lleva a la "divinización (théôsis)" del hombre considerado " como imagen de Dios ", lo que es la traducción teológica de lo que acabamos de decir. No podemos soñar aquí con desarrollar todas estas consideraciones, pero ellas ponen mejor en luz la importancia de la "salvación", como etapa normal de la realización del " hombre perfecto " y, más allá, en la " divinización " del ser humano, y como consecuencia la importancia y la necesidad de actualizar esta virtualidad, conferida por el bautismo, virtualidad que puede estar perdido en tanto que  la "salvación" no es asegurada.

jueves, 18 de agosto de 2016

Los condenados de la tierra (Abbé Henri Stéphane)


TRATADO VI.5 Los condenados de la tierra

(Abbé Henri Stéphane 1907-1985 ,Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo VI, El hombre y su destino)
"No hay quien sea justo, ni siquiera uno solo; no hay quien tenga inteligencia, no hay en quien  busque a Dios. Todos se desviaron, a una se corrompieron. No hay quien obre el bien, ni siquiera uno " (Rom. IlI 10-1 1).

Apartados sobre la circunferencia de la " rueda cósmica, hemos  perdido nuestro Centro, hemos olvidado quiénes somos. Nuestros juicios de "valor" sobre nosotros o sobre otro son sin objeto y, ya que ignoramos Quiénes son y Quiénes somos. Soñamos que somos Un tal o Un tal, confundiendo nuestro "Si inmortal " con la sucesión indefinida de nuestros estados de conciencia. Fabricamos teorías científicas o filosóficas que no son sólo más que  hipótesis laboriosas fundadas sobre generalizaciones estadísticas: creemos que el sol se levantará mañana porque se elevado siempre hasta el presente. Ahora ¿qué impide a Dios anonadar el mundo en un instante?. Nos divertimos en contar los barrotes de nuestra prisión existencial en lugar de tratar de salir de ella. Ciertos desesperados creen que saldrán por la muerte, pero es aún una ilusión pues después de la muerte encontrarán otro mundo, otra prisión. No obstante la muerte corporal es un símbolo de la muerte verdadera, la muerte mística, mediante la cual escapamos por fin a todos los mundos posibles para "resucitar con el Cristo". Si meditamos pues en la muerte, en el sentido habitual de la palabra, es preciso tener cuidado de trasponer la cosa como se acaba de decir: "el que pierde su vida la encontrará" (Mateo XVI,25), "morid antes de que muráis" 10.


Para escapar a la " ronda infernal", es preciso que seamos captados por el Símbolo: "vendré a vosotros como un ladrón" Lucas XII, 39-40). Es preciso que estemos listos a ser pulverizados por la "fulguración" súbita del Rayo Celeste, y no ofrecer para esto ninguna resistencia a su acción divina.


10 Fórmula atribuida al Profeta Cf  Angelus Silesius "sürb ehe du stirbst", in A.K. Coomaraswamy, Hinduismo y Budismo p 40.


Todos nuestros actos son deficientes, limitados al dominio de la naturaleza y sus frutos se nos escapan. Es preciso que sean orientados por el Símbolo y hacia el Símbolo, e integrados en el conocimiento del Acto Puro. Así concebido el acto es una "vibración espiritual" que emana del Acto Puro y que retorna ahí después de su "refracción cósmica". Visto de otra manera, al nivel de la consciencia humana y de la naturaleza no es más que un "residuo", un rayo quebrado que se pierde en la superficie del Océano cósmico.


Nos es imposible escapar el "reencuentro de Dios". En efecto todo viene de él y retorna a él, pro desgraciado aquel que no esté recubierto del vestido nupcial, pues será arrojado a las tinieblas exteriores (Mareo XXII,12). Pero ¿qué es rechazado de nosotros? Pues solo Dios es Real