viernes, 5 de julio de 2013

Libros sobre René Guenon (Giorgio Manara)


RIVISTA

DI

STUDI TRADIZIONALI

 

N. 49                                               JULIO - DICIEMBRE 1978

 

LIBROS SOBRE RENÉ GUÉNON
Giorgio Manara

 

1.

 

Se están multiplicando los escritos que contienen interpretaciones referentes a la vida y a la persona de René Guénon, y algunos consideran que esto sirve a los fines de un mejor conocimiento de su obra.

 

Esta suposición está en neta contradicción con las afirmaciones del mismo Guénon, el cual mostró prever semejantes desvíos respecto a una orientación que tuviera por objeto la exposición doctrinal que él tuvo la función de expresar.

 

Ya en su primer libro, René Guénon observaba: Es extraordinario cuántas dificultades tienen los occidentales, en su mayoría, para darse cuenta que las consideraciones de este género,esto es las consideraciones individuales referentes a ésta o aquella persona no agregan absolutamente nada en favor o en contra de una teoría; esto sirve para testimoniar hasta que límite ellos han llevado el individualismo intelectual, conjuntamente con el sentimentalismo, del cual es inseparable. Es notorio, en efecto, cuánto espacio ocupan  las particularidades biográficas más insignificantes en aquello que debería ser la historia de las ideas, y cuan difundida está la ilusión de que cuando se sabe un nombre propio o una fecha se posee con ello un conocimiento efectivo;  por otra parte, nada de sorprendente hay en ello cuando se ha llegado a dar mayor peso a los hechos que a las ideas. Después, en cuanto a las ideas en sí mismas, ...se hará reverberar sobre las ideas la atracción o la antipatía profesada hacia quien las haya concebido, casi hasta llegar a que su verdad o falsedad podría depender de tales contingencias. ...No se ve como la verdad de una concepción podría depender del hecho de provenir de uno u otro individuo... Los pretendidos argumentos en los cuales son puestas en juego cuestiones personales son por lo tanto totalmente insignificantes..  que se introduzcan los mismos métodos de discusión en la esfera intelectual, es verdaderamente inadmisible 1.

Agreguemos que, en el caso específico de quien se acerca a la doctrina tradicional expuesta por René Guénon, la curiosidad por determinados datos históricos verdaderos o presuntos referentes a su vida puede resultar todo lo contrario que constructiva, a los fines de una comprensión de orden más profundo, por cuanto facilita las interferencias y las barreras de la propia imaginación, naturalmente lista para construirse interpretaciones exactamente conformes a la medida de sus limitaciones.



En efecto, la actitud de quien entienda empeñarse verdaderamente en una profundización doctrinal no condescenderá ciertamente en semejante curiosidad e interpretaciones imaginarias. A este propósito, es también necesario tener presente que la función de enseñanza de Guénon era bien distinta de aquella de una guía exterior cuyos sucesos y acciones individuales deben servir de modelo a otros; y esto aparece del modo más explícito en advertencias de Guénon como las siguientes: Nuestra obra es rigurosamente independiente de cualquier consideración individual;... es inútil pedirnos informaciones "biográficas" sobre nosotros mismos, desde el momento que nada de aquello que nos respecta personalmente pertenece al público, y que, por lo demás, estas cosas no pueden tener para nadie el más mínimo interés verdadero 2.  



2.



Ya en varias ocasiones, en esta revista, fueron señalados ejemplos en los cuales consideraciones sobre hechos atribuidos a la vida de Guénon fueron utilizados para proveer una impresión de comprensión, eximiendo a sus autores de una real profundización cognoscitiva de su obra, profundización para la cual eran, por lo demás, algo incapaces, y contribuyendo, con la confusión de sus aportes ficticios, a desviar a otros de perseguirla.

 

A este respecto, podríamos recordar cuánta exhibición de falsa comprensión había, por ejemplo, en el número de Planète Plus precisamente,consagrado a René Guénon 3, o en la babélica Convención de Cerisy-la-Salle 4. Recordamos también aquello que había sido escrito por otros colaboradores de esta revista, a propósito de un cierto simplismo reductivo por parte de Paul Charconac en uno de los primeros libros biográficos sobre Guénon 5,a decir verdad, más inocuo que otros justamente por sus limitadas pretensiones, y a propósito del estudio, mucho más pretencioso, de Jean-Pierre Laurant en la pretensión de medir a René Guénon sobre la base de referencias más amplias a datos y fuentes( analizables históricamente 5.



Justamente la superficialidad y la falta de sentido de las proporciones ínsitas en la obra de Laurant es puesta en evidencia en un libro reciente de Jean Robin 6, el cual, por ejemplo, no tiene dificultad en mostrar específicamente como no hay medida común entre ciertos textos occidentales indicados por Laurant y las exposiciones de Guénon que se derivarían de ellos, así como es totalmente inadecuado ver en la obra de Guénon una síntesis genial o ,según la indicación de otro autor, el fruto nacido de conversaciones que tuvieron lugar entre Guénon y otros tres notables personajes 7. En efecto, Jean Robin afirma en el mismo título de su libro que René Guénon es Testimonio de la Tradición, que su obra tiene un carácter magistral y providencial. Y esto es sin dudas verdad; sin embargo pensamos que no debería tratarse de una afirmación de principios para lanzar al público, sino más bien de una segura conclusión para cada uno de aquellos que a través de la obra de Guénon han encontrado la evidencia de una respuesta interior y esencial indubitable.



De hecho, con el pretexto de que  la obra y la vida de Guénon son indisociables y que el hombre y su función se explican recíprocamente 8, también este nuevo libro intenta llevar la atención de los lectores sobre la biografía de René Guénon y su figura que cree poder deducir, con un procedimiento que está en evidente contraposición, ya sea con las explícitas advertencias del mismo Guénon ,como aquellas citadas arriba, ya sea con el respeto normal también debido a los contenidos cuyo carácter sagrado, vistosamente reconocido con las palabras, debería comportar una conducta distinta: y esto muestra una vez más cuán difícil es desembarazarse verdaderamente de una mentalidad típicamente occidental y profana... 

 

Sin dudas, la crítica contenida en este nuevo libro a puntos de vista más superficiales y a errores de otros géneros es muy válida así, por ejemplo, ciertas descripciones del ambiente y de la cultura occidental antes de Guénon y en relación a su obra, la respuesta a teólogos neo-tomista como Méroz, la denuncia de específicas corrientes de contra-iniciación que se apoyan entre otros en los residuos egipcios y en una cobertura martinista, la indicación de algunas de las desviaciones del grupo de Schuon. Aunque, como frecuentemente sucede frente a las posiciones expresadas en el mundo actual, tuvimos en verdad la impresión de una trampa de múltiples fondos: puede ocurrir que se reconozca y se supere una barrera para quedar atrapado en otra cuyo poder de ilusión impone una mayor atención, justamente, porqué es más cautivante para quien está en grado de sobrepasar otras limitaciones. Y, dicho sea de paso, justamente por esto, más que de manifestaciones claramente profanas profanas, deberíamos preocuparnos aquí de aquellas que aparentemente se fundan sobre bases tradicionales o incluso, como en este caso, sobre la afirmación de una adhesión a la obra de Guénon: y naturalmente debemos tocar estos argumentos con motivo de la exigencia capital de hacer cuanto sea posible para restablecer la verdad en medio de innumerables deformaciones, incluso cuando aquellos que ven las cosas desde un punto de vista puramente individual creerán que se trata de contrastes entre tradicionalistas o entre guénonistas, sin siquiera llegar a pensar que aquello que toman como un juego tiene un alcance totalmente distinto que escapa completamente a su imaginación.

 

 

3.

 

Volviendo ahora al ejemplo del libro de Robin, nos interesa por lo tanto insistir ante todo en el modo más neto sobre los errores que están en la base de la pretensión de proveer y desarrollar interpretaciones propias para definir las funciones, el camino y hasta el grado espiritual de René Guénon. El hecho de utilizar, en este caso a manos llenas, nociones tradicionales ,y nociones no significa conocimiento, no alcanza ciertamente para aplicarlas en modo tradicional. En particular, mientras que según un célebre dicho oriental, el sabio que sabe diez dice solamente nueve, al hombre de cultura occidental le sucede en cambio que cuando sabe apenas uno se sienta en el deber de decir por lo menos diez, incluso, en parte, bajo forma de hipótesis; y precisamente en muchas hipótesis se explaya nuestro autor, tratándose de temáticas dónde las hipótesis deberían ser rigurosamente excluidas, para poder afirmarlas a veces, casi inadvertidamente, como verdades indiscutidas.

 

Aunque las interpretaciones específicas en realidad sean secundarias respecto al equívoco de fondo ínsito en este modo de proceder, hay sin embargo algunas sobre las cuales es necesario que nos detengamos, al menos, brevemente.

 

En particular, Robin, diciendo en un cierto punto a propósito de Guénon que sería ciertamente presuntuoso y hasta inconveniente pretender determinar su "rango" espiritual 9, afirma, sin embargo, querer restituir al hombre Guénon su verdadera dimensión 10 ; y después, construyendo un mosaico de citas, cree demostrar que la situación iniciática de René Guénon era aquella de uno de los Afrâd  que todavía no han alcanzado el grado de Rosa-Cruz, en la vía al estado primordial. Y es en fin, hasta demasiado evidente, en este caso, como sería mucho mejor callar sobre cosas que no se conocen, a riesgo de caer en una contradicción enorme, desde el momento que los Afrâd ,si es licito hablar según lo que es afirmado en un  texto tradicional traducido justamente en el presente fascículo,  están precisamente entre los Muqarrabîn, y por lo tanto no ciertamente debajo del grado de Rosa-Cruz y del estado primordial...

 

Otro punto particular sobre el que no se puede callar es aquel de la pretendida primera iniciación recibida por Guénon. Aquí el libro en cuestión se refiere a un episodio de 1908 del cual ya se habló en esta revista 11, para sostener la hipótesis de que el Centro iniciático supremo había tomado como soporte para remanifestar la iniciación de los Templarios las sesiones mediúmnicas de un grupo ocultista, que registraba los mensajes de la consideradas (entidades de De Molay, Cagliostro, Weishaupt y Federico II de Prusia; y sería por tal vía , siempre según esta grotesca hipótesis,  que el joven Guénon habría recibido, como primera vinculación iniciática válida, una iniciación occidental... Lo que parece, según nuestro autor, un indicio bastante seguro al respecto, sería tomar en cuenta el hecho de que, tras una participación inicialmente variada de los espectrales aspectos espiritísticos, habría permanecido finalmente tal solo la ¡entidad de De Molay,¡justamente el Gran Maestro de los Templarios! para darle directivas 12.



Sin pretender en absoluto dar una interpretación, se podría simplemente observar que este episodio presenta algunas semejanzas con otros a través de los cuales Guénon tuvo modo, en aquel período, de conocer desde dentro diversos ambientes pretendidamente espirituales o esotéricos, y al mismo tiempo tuvo también una manera de comenzar la exposición de los conocimientos doctrinales que ya poseía. En efecto, según lo que refirió Jean-Pierre Laurant,   un acta indicaría que en una reunión en la cual estaba presente Guénon, veintiún veces fueron tocados una buena parte de los temas que él desarrolló muchos años después en sus libros y artículos 13; aunque, también a propósito de tal argumento interviene la interpretación hipotética de nuestro autor según el cual se trataría, no de una exposición de Guénon, sino más bien de inspiraciones  dictadas por lejanos Maestros ,¡Ay, que parecido a los célebres Mahatmas de la sociedad teosófica(!), cuya influencia, además, se habrían combinado desgraciadamente con las interferencias de un cierto Desjobert el cual cumplía la función de médium 14...



Es decir que, para evitar semejantes desventuras interpretativas, habría bastado aceptar una afirmación de Guénon ,bien conocida por Robin, según la cual ¡si en una cierta época hemos debido penetrar en semejantes ambientes, esto es debido a razones que nos conciernen tan solo a nosotros mismos 15!.





4.



Como se ve, el ejemplo reportado podría bastar por sí solo, sin necesidad de comentarios, para ilustrar cómo los procedimientos explicativos del tipo desarrollados por Robin pueden conducir a consecuencias aberrantes las que, por lo demás, no son ni siquiera aseguradas a partir del fundamento real de otras interpretaciones aparentemente más razonables.

 

Sin embargo nos falta preguntarnos como el autor del libro en cuestión pudo haber sido inducido a convertirse en sostenedor de hipótesis de tal naturaleza. A este propósito también hay que  hacer notar que el mismo Robin hizo, en otras oportunidades, un uso de las citas 16 y consideraciones más bien en contradicción con lo anterior, por ejemplo dónde dice que es del Oriente contemporáneo,... directamente por transmisión oral, que Guénon trae, hacia fines de 1908 como más tarde, la esencia de sus exposiciones futuras 17. ¿Por qué motivo, por lo tanto, él se esfuerza después, de todos modos, en sostener la tesis de aquella iniciación occidental de Guénon, remanifestación efímera de una presunta tradición occidental, según una expresión cara a los ocultistas pero algo extraña a Guénon?.   



A decir verdad, una explicación implícita puede encontrarse en las mismas argumentaciones de Robin: según lo que él asegura, su hipótesis corresponde a cuanto Michel Vâlsan nos ha confirmado personalmente 18 , corresponde a la certeza de Michel Vâlsan relativa a una auténtica remanifestación de la iniciación occidental en el episodio del cual hemos hablado 19, y por lo tanto,  no obstante y mediante  el marco ocultista-mediúmnico arriba señalado.



La referencia a tal fuente ,corroborada por referencias a escritos de Vâlsan elaborados después de la muerte de Guénon, puede, por lo tanto, hacer comprender mejor la actitud de Robin, habida cuenta de la autoridad que él le atribuye o que, por lo menos, le atribuía en el momento en el cual escribe su libro. Por otra parte, la anomalía ínsita en una orientación interpretativa del género , indicio seguro de la atracción por los fenómenos extraordinarios tomados por intervenciones espirituales,( si bien podrá asombrar a algunos, parece en cambio conciliarse muy bien  con otras anomalías que tienen la misma procedencia: como por ejemplo, según lo que recuerda Robin, el valor que había sido dado durante un cierto período por el mismo Vâlsan a fenómenos de clariaudición de los cuales él era víctima tras la bendición recibida por un personaje como Petre Lupu, fenómenos que, según la especial interpretación de Robin, habría representado una  auténtica trampa que se encuentra frecuentemente(?) en la vida de los grandes espirituales20 ; sin hablar de aquella portentosa iniciación ,fuera de cualquier ambiente definido, atribuida,

egún parece, al general De Gaulle, a propósito de la cual tenemos buenos motivos para pensar que el mismo Robin alimentara alguna perplejidad; y sin hablar de los fenómenos que pudieron confirmar a Vâlsan en una función que nadie le había conferido válidamente: por lo demás, justamente a propósito de este último, no por nada René Guénon había escrito que desconfiaba de todas estas historias de apariciones 22 ...



El libro de Robin, que a decir verdad indica a Vâlsan como referencia, desde el principio al fin, e incluso podría ser esta una de las razones de su publicación, provee por lo tanto algún nuevo indicio no despreciable sobre el género de influencia del entourage que se ha formado en torno a tal personaje. Una parte de nuestros lectores recordará que ya tuvimos que ocuparnos de él cuando una publicación inspirada por corrientes contrainiciáticas como Planète Plus lo llenó de elogios proclamándolo custodio fiel de la obra de Guénon, sin dudas porque sus inspiradores ya habían visto en él un instrumento inconsciente para la neutralización de esta última. Y ahora que Robin afirma que Vâlsan debería ser considerado el comentador más competente de Guénon y su intérprete más autorizado, se podría preguntar a título de qué él hace una aserción de este género, no se puede sino endilgarle toda la responsabilidad y todas las consecuencias de semejante toma de posición.





5.



Todavía a propósito del libro reciente de Jean Robin, no pensamos que sea el caso detenernos demasiado sobre el resumen de los argumentos doctrinales de la obra de Guénon contenidos allí, también porque nos alejaríamos demasiado del tema específico del presente artículo. Por otro lado deberíamos observar cuán difícil es, efectivamente, un tratamiento adecuado al respecto, hasta el punto de recomendar a los lectores en cada caso aconsejable que, en definitiva, se remonten directamente a la obra del mismo Guénon, de ser posible, incluso al texto original, pese a cuan bien hechas pudieran estar las traducciones. Se puede notar de parte de Robin, la búsqueda de una exposición cuidada al propósito, que sin embargo no basta para preservarlo de impropiedades sintomáticas y deformaciones. ¿Cómo se puede, por ejemplo, hablar de un Origen cuya nostalgia funda los métodos de realización espiritual de todas las tradiciones, mientras que tales métodos son un conocimiento que no puede, ciertamente, ser confundido con una nostalgia?. ¿Y por qué afirmar que la unión entre las diversas formas tradicionales no sería posible sino a condición de renegar (sic) de aquello que hace la especifidad y la razón de ser de cada religión, mientras que, precisamente, tan sólo en su principio unitario es que reside su verdadera razón de ser?. Y la afirmación según la cual la Masonería habría devenido de por sí misma en una iniciación tal de no poder ser sino virtual, incluso hasta haber sido, necesariamente, tan sólo virtual también para Guénon, nos recuerda justamente un juicio de Guénon sobre el simplismo de Vâlsan respecto a la Masonería. Pasando a argumentos de carácter metafísico, encontramos entre otras la afirmación de que el Sí... equivale al Ser puro, mientras poco después habla del No Ser, situándolo en la summidad hacia la cual tendería el eje vertical de la cruz. Es además muy notable el equívoco que aparece cuando trata la exposición de la Multiplicidad de los Estados del Ser la cual es explicada en el sentido de que Guénon hacía salir al ser individual, la creatura, de los límites restrictos en los cuales lo habían encerrado las concepciones modernas, y hace entender que sería el ser individual el que podría reintegrar este Principio (¡y se trata del Principio Supremo!.



Encontramos después algo significativo el hecho de que, no obstante la crítica explícita a varias desviaciones de Schuon, sea precisado que la diferencia, entre los colaboradores de Etudes Traditionnelles, sería solamente en las conclusiones prácticas, no se referirían al alcance de la obra doctrinal. ¡Ay, que poco consistente es este concepto de obra doctrinal, cuan poco tiene que ver esta concordia con aquel fundamental acuerdo sobre los principios y con aquella auténtica adquisición intelectual que, según René Guénon, constituye la indispensable brújula infalible y la coraza impenetrable para afrontar válidamente sin desviaciones cualquier aplicación y dificultad!.





* * *



En el prefacio del libro de Robin sobre Guénon, él dice de su obra: Ahora que la conspiración del silencio parece haber fallado definitivamente, y que igualmente parece terminada la época de los ataques rencorosos, sólo aquella de la incansable perfidia, es la única que permanece, inalterada, hierática. En realidad, no se ve para que sirve semejante retórica desde el momento que encontramos la obra de Guénon pero jamás sola, sino mezclada, las más de las veces inextricablemente, con toda suerte de contenidos extraños, errores e incomprensiones que tienden  a neutralizarla. Y justamente esto es lo que no puede ser admitido impunemente. No escribimos ciertamente por el gusto del censor de relevar errores, sino porque sabemos que se trata aquí de otros tantos signos de un corte de la influencia espiritual de la cual la obra de Guénon es el soporte, mientras que la vía para participar de ella debe permanecer abierta para todos aquellos que la buscan verdaderamente.  

 

 Giorgio Manara

 

 

 

 

            

  

 

 

 

   

 

 

 

 

1 Cfr. Introducción General al Estudio de las Doctrina Hindúes, parte IV: Ultimas Observaciones.

2 Cfr. Le Voile d'Isis, Mayo 1932, reseñas, y Noviembre 1932, p. 444.

3  A este propósito remitimos a nuestros artículos Sempre piú confusione: Planète Plus e i pretesi discepoli di René Guénon; Études Traditionnelles ringrazia Planète; y Études Traditionnelles  rinnega Planète, en los números 33 y 34 de esta revista.

4 Cfr. René Guénon nella Torre di Babele, en el número 47 de esta revista.

5 Sobre este argumento, remitimos a los lectores al artículo de PIETRO NUTRIZIO, Vita semplice di René Guénon?, publicado en el número 19 de esta revista.

5 A propósito del punto de vista expresado por Jean-Pierre Laurant, remitimos al artículo de GIOVANNI PONTE, Misurare René Guénon?, publicado en el número 36 de esta revista.

6 René Guénon Témoin de la Tradition, París, 1978.

7 Se habría tratado, según esta interpretación, de Matgioi (Albert de Pouvourville), Abdul-Haqq (Léon Champrenaud) y Abdul-Hadi (Ivan Gustave Aguili).

8 Pag. 11.

9 Pág. 288.

10 Pág. 285.

11 Ver, a este propósito, el artículo ya citado de G. PONTE, Misurare René Guénon?, en el n.36 de esta revista, en particular pp. 58 y 59.

12 Recordemos también, argumenta Robin en la p. 60 de su libro, que Jacques de Molay debía finalmente quedar como único en manifestarse(Rappelons-nous aussi que Jacques de Molay devait  finalement rester le seul qui se manifestât )!

13 Entre estos temas, recordamos en particular: El simbolismo de la cruz, los estados múltiples del ser, el Ser y el No Ser, el Huevo del Mundo, las Aguas inferiores y superiores, los cuatro pada y el monosílabo AUM, la Posibilidad universal, la imposibilidad de la reencarnación, indefinido e Infinito, principios del cálculo infinitesimal, etc.

14 Pág. 53 del libro de Jean Robin.

15 Cfr. Le Voile d'Isis, Mayo 1932, reseña reportada en Études sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage, vol. I p.197.

16 El mismo Robin menciona (p.61) la respuesta de Guénon el cual, interrogado justamente sobre el episodio arriba señalado, hace entender que no le había atribuido demasiada importancia: ¡lo que es algo incompatible con la suposición de que se habría tratado de su primera vinculación iniciática!.

17 Cfr. p.19 del libro de Robin.

18 Recordemos que, en particular, Guénon indicó en el II capítulo de La Crisis del Mundo Moderno la inconsistencia de esta concepción ocultista de tradición occidental . La temática fue retomada en el Cap. XXVI de El Reino de la Cantidad (La Pseudoiniciación), dónde Guénon confirma netamente que no hubo jamás nada auténtico que tuviera el nombre de "tradición oriental" o "tradición occidental"( (Cfr. p. 298 de la traducción italiana, Ed. Studi Tradizionali).

19 P. 54 del libro de Robin.

20 Ibidem, p.61.

21 Ibidem, p. 330. A decir verdad, aunque Vâlsan reconociera en seguida el carácter ilusorio de aquella experiencia específica que tanto lo había exaltado, su actitud aparece más bien como el indicio de una tendencia a la apertura a (poderes( psíquicos paranormales destinada a facilitar un cierto tipo de desviaciones (cfr. De los pretendidos (poderes( psíquicos y El rechazo de los (poderes(, capp. XXI y XXII de Aperçus sur l'Initiation [(Consideraciones Sobre la Vía Iniciática(], de René Guénon).

22 (Je me méfie plutôt de toutes ces histoires d'apparitions( (Carta del 4 de Febrero de 1937).

 Cfr. Los artículos ya citados, publicados en los números 33 y 34 de esta revista.

 Pág. 212 y Pág. 330 del libro de Jean Robin.

Pág. 12.

Pág. 83.

Pág. 64, nota.

 Cfr. La carta de Guénon del 4 de Septiembre de 1949 ya citada en el Nro.34 de esta revista, p.73.

Pp. 102-105.

Pp. 88-89.

Pág. 319.

 Cfr. René Guénon, Oriente y Occidente, II Parte, Cap. III: Constitución y Rol de la Élite.

 

 

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