RIVISTA
DI
STUDI TRADIZIONALI
N. 49
JULIO - DICIEMBRE 1978
LIBROS SOBRE RENÉ GUÉNON
Giorgio Manara
1.
Se están multiplicando los escritos que contienen
interpretaciones referentes a la vida y a la persona de René Guénon, y algunos
consideran que esto sirve a los fines de un mejor conocimiento de su obra.
Esta suposición está en neta contradicción con las
afirmaciones del mismo Guénon, el cual mostró prever semejantes desvíos
respecto a una orientación que tuviera por objeto la exposición doctrinal que
él tuvo la función de expresar.
Ya en su primer libro, René Guénon observaba: Es
extraordinario cuántas dificultades tienen los occidentales, en su mayoría,
para darse cuenta que las consideraciones de este género,esto es las
consideraciones individuales referentes a ésta o aquella persona no agregan
absolutamente nada en favor o en contra de una teoría; esto sirve para
testimoniar hasta que límite ellos han llevado el individualismo intelectual,
conjuntamente con el sentimentalismo, del cual es inseparable. Es notorio, en
efecto, cuánto espacio ocupan las
particularidades biográficas más insignificantes en aquello que debería ser la
historia de las ideas, y cuan difundida está la ilusión de que cuando se sabe
un nombre propio o una fecha se posee con ello un conocimiento efectivo; por otra parte, nada de sorprendente hay en
ello cuando se ha llegado a dar mayor peso a los hechos que a las ideas.
Después, en cuanto a las ideas en sí mismas, ...se hará reverberar sobre las
ideas la atracción o la antipatía profesada hacia quien las haya concebido,
casi hasta llegar a que su verdad o falsedad podría depender de tales
contingencias. ...No se ve como la verdad de una concepción podría depender del
hecho de provenir de uno u otro individuo... Los pretendidos argumentos en los
cuales son puestas en juego cuestiones personales son por lo tanto totalmente
insignificantes.. que se introduzcan los
mismos métodos de discusión en la esfera intelectual, es verdaderamente
inadmisible 1.
Agreguemos que, en el caso específico de quien se acerca
a la doctrina tradicional expuesta por René Guénon, la curiosidad por
determinados datos históricos verdaderos o presuntos referentes a su vida puede
resultar todo lo contrario que constructiva, a los fines de una comprensión de
orden más profundo, por cuanto facilita las interferencias y las barreras de la
propia imaginación, naturalmente lista para construirse interpretaciones
exactamente conformes a la medida de sus limitaciones.
En efecto, la actitud de quien entienda empeñarse
verdaderamente en una profundización doctrinal no condescenderá ciertamente en
semejante curiosidad e interpretaciones imaginarias. A este propósito, es
también necesario tener presente que la función de enseñanza de Guénon era bien
distinta de aquella de una guía exterior cuyos sucesos y acciones individuales
deben servir de modelo a otros; y esto aparece del modo más explícito en
advertencias de Guénon como las siguientes: Nuestra obra es rigurosamente
independiente de cualquier consideración individual;... es inútil pedirnos
informaciones "biográficas" sobre nosotros mismos, desde el momento
que nada de aquello que nos respecta personalmente pertenece al público, y que,
por lo demás, estas cosas no pueden tener para nadie el más mínimo interés
verdadero 2.
2.
Ya en varias ocasiones, en esta revista, fueron señalados
ejemplos en los cuales consideraciones sobre hechos atribuidos a la vida de
Guénon fueron utilizados para proveer una impresión de comprensión, eximiendo a
sus autores de una real profundización cognoscitiva de su obra, profundización
para la cual eran, por lo demás, algo incapaces, y contribuyendo, con la
confusión de sus aportes ficticios, a desviar a otros de perseguirla.
A este respecto, podríamos recordar cuánta exhibición de
falsa comprensión había, por ejemplo, en el número de Planète Plus precisamente,consagrado
a René Guénon 3, o en la babélica Convención de
Cerisy-la-Salle 4. Recordamos también aquello
que había sido escrito por otros colaboradores de esta revista, a propósito de
un cierto simplismo reductivo por parte de Paul Charconac en uno de los
primeros libros biográficos sobre Guénon 5,a
decir verdad, más inocuo que otros justamente por sus limitadas pretensiones, y
a propósito del estudio, mucho más pretencioso, de Jean-Pierre Laurant en la
pretensión de medir a René Guénon sobre la base de referencias más amplias a
datos y fuentes( analizables históricamente 5.
Justamente la superficialidad y la falta de sentido de
las proporciones ínsitas en la obra de Laurant es puesta en evidencia en un
libro reciente de Jean Robin 6, el cual, por
ejemplo, no tiene dificultad en mostrar específicamente como no hay medida
común entre ciertos textos occidentales indicados por Laurant y las
exposiciones de Guénon que se derivarían de ellos, así como es totalmente
inadecuado ver en la obra de Guénon una síntesis genial o ,según la indicación
de otro autor, el fruto nacido de conversaciones que tuvieron lugar entre
Guénon y otros tres notables personajes 7. En
efecto, Jean Robin afirma en el mismo título de su libro que René Guénon es
Testimonio de la Tradición, que su obra tiene un carácter magistral y
providencial. Y esto es sin dudas verdad; sin embargo pensamos que no debería
tratarse de una afirmación de principios para lanzar al público, sino más bien
de una segura conclusión para cada uno de aquellos que a través de la obra de
Guénon han encontrado la evidencia de una respuesta interior y esencial
indubitable.
De hecho, con el pretexto de que la obra y la vida de Guénon son indisociables
y que el hombre y su función se explican recíprocamente 8, también este nuevo libro intenta llevar la atención de los
lectores sobre la biografía de René Guénon y su figura que cree poder deducir,
con un procedimiento que está en evidente contraposición, ya sea con las
explícitas advertencias del mismo Guénon ,como aquellas citadas arriba, ya sea
con el respeto normal también debido a los contenidos cuyo carácter sagrado,
vistosamente reconocido con las palabras, debería comportar una conducta
distinta: y esto muestra una vez más cuán difícil es desembarazarse
verdaderamente de una mentalidad típicamente occidental y profana...
Sin dudas, la crítica contenida en este nuevo libro a
puntos de vista más superficiales y a errores de otros géneros es muy válida
así, por ejemplo, ciertas descripciones del ambiente y de la cultura occidental
antes de Guénon y en relación a su obra, la respuesta a teólogos neo-tomista
como Méroz, la denuncia de específicas corrientes de contra-iniciación que se
apoyan entre otros en los residuos egipcios y en una cobertura martinista, la
indicación de algunas de las desviaciones del grupo de Schuon. Aunque, como
frecuentemente sucede frente a las posiciones expresadas en el mundo actual, tuvimos
en verdad la impresión de una trampa de múltiples fondos: puede ocurrir que se
reconozca y se supere una barrera para quedar atrapado en otra cuyo poder de
ilusión impone una mayor atención, justamente, porqué es más cautivante para
quien está en grado de sobrepasar otras limitaciones. Y, dicho sea de paso,
justamente por esto, más que de manifestaciones claramente profanas profanas,
deberíamos preocuparnos aquí de aquellas que aparentemente se fundan sobre
bases tradicionales o incluso, como en este caso, sobre la afirmación de una
adhesión a la obra de Guénon: y naturalmente debemos tocar estos argumentos con
motivo de la exigencia capital de hacer cuanto sea posible para restablecer la
verdad en medio de innumerables deformaciones, incluso cuando aquellos que ven
las cosas desde un punto de vista puramente individual creerán que se trata de
contrastes entre tradicionalistas o entre guénonistas, sin siquiera llegar a
pensar que aquello que toman como un juego tiene un alcance totalmente distinto
que escapa completamente a su imaginación.
3.
Volviendo ahora al ejemplo del libro de Robin, nos
interesa por lo tanto insistir ante todo en el modo más neto sobre los errores
que están en la base de la pretensión de proveer y desarrollar interpretaciones
propias para definir las funciones, el camino y hasta el grado espiritual de
René Guénon. El hecho de utilizar, en este caso a manos llenas, nociones
tradicionales ,y nociones no significa conocimiento, no alcanza ciertamente
para aplicarlas en modo tradicional. En particular, mientras que según un
célebre dicho oriental, el sabio que sabe diez dice solamente nueve, al hombre
de cultura occidental le sucede en cambio que cuando sabe apenas uno se sienta
en el deber de decir por lo menos diez, incluso, en parte, bajo forma de
hipótesis; y precisamente en muchas hipótesis se explaya nuestro autor,
tratándose de temáticas dónde las hipótesis deberían ser rigurosamente
excluidas, para poder afirmarlas a veces, casi inadvertidamente, como verdades
indiscutidas.
Aunque las interpretaciones específicas en realidad sean
secundarias respecto al equívoco de fondo ínsito en este modo de proceder, hay
sin embargo algunas sobre las cuales es necesario que nos detengamos, al menos,
brevemente.
En particular, Robin, diciendo en un cierto punto a
propósito de Guénon que sería ciertamente presuntuoso y hasta inconveniente
pretender determinar su "rango" espiritual 9,
afirma, sin embargo, querer restituir al hombre Guénon su verdadera dimensión 10 ; y después, construyendo un mosaico de citas, cree
demostrar que la situación iniciática de René Guénon era aquella de uno de los
Afrâd que todavía no han alcanzado el
grado de Rosa-Cruz, en la vía al estado primordial. Y es en fin, hasta demasiado
evidente, en este caso, como sería mucho mejor callar sobre cosas que no se
conocen, a riesgo de caer en una contradicción enorme, desde el momento que los
Afrâd ,si es licito hablar según lo que es afirmado en un texto tradicional traducido justamente en el
presente fascículo, están precisamente
entre los Muqarrabîn, y por lo tanto no ciertamente debajo del grado de
Rosa-Cruz y del estado primordial...
Otro punto particular sobre el que no se puede callar es
aquel de la pretendida primera iniciación recibida por Guénon. Aquí el libro en
cuestión se refiere a un episodio de 1908 del cual ya se habló en esta revista 11, para sostener la hipótesis de que el Centro
iniciático supremo había tomado como soporte para remanifestar la iniciación de
los Templarios las sesiones mediúmnicas de un grupo ocultista, que registraba
los mensajes de la consideradas (entidades de De Molay, Cagliostro, Weishaupt y
Federico II de Prusia; y sería por tal vía , siempre según esta grotesca
hipótesis, que el joven Guénon habría
recibido, como primera vinculación iniciática válida, una iniciación
occidental... Lo que parece, según nuestro autor, un indicio bastante seguro al
respecto, sería tomar en cuenta el hecho de que, tras una participación
inicialmente variada de los espectrales aspectos espiritísticos, habría
permanecido finalmente tal solo la ¡entidad de De Molay,¡justamente el Gran
Maestro de los Templarios! para darle directivas 12.
Sin pretender en absoluto dar una interpretación, se
podría simplemente observar que este episodio presenta algunas semejanzas con
otros a través de los cuales Guénon tuvo modo, en aquel período, de conocer
desde dentro diversos ambientes pretendidamente espirituales o esotéricos, y al
mismo tiempo tuvo también una manera de comenzar la exposición de los
conocimientos doctrinales que ya poseía. En efecto, según lo que refirió
Jean-Pierre Laurant, un acta indicaría
que en una reunión en la cual estaba presente Guénon, veintiún veces fueron
tocados una buena parte de los temas que él desarrolló muchos años después en
sus libros y artículos 13; aunque, también a
propósito de tal argumento interviene la interpretación hipotética de nuestro
autor según el cual se trataría, no de una exposición de Guénon, sino más bien
de inspiraciones dictadas por lejanos Maestros
,¡Ay, que parecido a los célebres Mahatmas de la sociedad teosófica(!), cuya
influencia, además, se habrían combinado desgraciadamente con las
interferencias de un cierto Desjobert el cual cumplía la función de médium 14...
Es decir que, para evitar semejantes desventuras
interpretativas, habría bastado aceptar una afirmación de Guénon ,bien conocida
por Robin, según la cual ¡si en una cierta época hemos debido penetrar en
semejantes ambientes, esto es debido a razones que nos conciernen tan solo a
nosotros mismos 15!.
4.
Como se ve, el ejemplo reportado podría bastar por sí
solo, sin necesidad de comentarios, para ilustrar cómo los procedimientos
explicativos del tipo desarrollados por Robin pueden conducir a consecuencias
aberrantes las que, por lo demás, no son ni siquiera aseguradas a partir del
fundamento real de otras interpretaciones aparentemente más razonables.
Sin embargo nos falta preguntarnos como el autor del
libro en cuestión pudo haber sido inducido a convertirse en sostenedor de
hipótesis de tal naturaleza. A este propósito también hay que hacer notar que el mismo Robin hizo, en otras
oportunidades, un uso de las citas 16 y
consideraciones más bien en contradicción con lo anterior, por ejemplo dónde
dice que es del Oriente contemporáneo,... directamente por transmisión oral,
que Guénon trae, hacia fines de 1908 como más tarde, la esencia de sus
exposiciones futuras 17. ¿Por qué motivo, por lo
tanto, él se esfuerza después, de todos modos, en sostener la tesis de aquella iniciación
occidental de Guénon, remanifestación efímera de una presunta tradición
occidental, según una expresión cara a los ocultistas pero algo extraña a
Guénon?.
A decir verdad, una explicación implícita puede
encontrarse en las mismas argumentaciones de Robin: según lo que él asegura, su
hipótesis corresponde a cuanto Michel Vâlsan nos ha confirmado personalmente 18 , corresponde a la certeza de Michel Vâlsan
relativa a una auténtica remanifestación de la iniciación occidental en el
episodio del cual hemos hablado 19, y por lo
tanto, no obstante y mediante el marco ocultista-mediúmnico arriba
señalado.
La referencia a tal fuente ,corroborada por referencias a
escritos de Vâlsan elaborados después de la muerte de Guénon, puede, por lo
tanto, hacer comprender mejor la actitud de Robin, habida cuenta de la
autoridad que él le atribuye o que, por lo menos, le atribuía en el momento en
el cual escribe su libro. Por otra parte, la anomalía ínsita en una orientación
interpretativa del género , indicio seguro de la atracción por los fenómenos
extraordinarios tomados por intervenciones espirituales,( si bien podrá
asombrar a algunos, parece en cambio conciliarse muy bien con otras anomalías que tienen la misma
procedencia: como por ejemplo, según lo que recuerda Robin, el valor que había
sido dado durante un cierto período por el mismo Vâlsan a fenómenos de clariaudición
de los cuales él era víctima tras la bendición recibida por un personaje como
Petre Lupu, fenómenos que, según la especial interpretación de Robin, habría
representado una auténtica trampa que se
encuentra frecuentemente(?) en la vida de los grandes espirituales20 ; sin hablar de aquella portentosa iniciación ,fuera
de cualquier ambiente definido, atribuida,
egún parece, al general De Gaulle, a propósito de la cual
tenemos buenos motivos para pensar que el mismo Robin alimentara alguna
perplejidad; y sin hablar de los fenómenos que pudieron confirmar a Vâlsan en
una función que nadie le había conferido válidamente: por lo demás, justamente
a propósito de este último, no por nada René Guénon había escrito que
desconfiaba de todas estas historias de apariciones 22
...
El libro de Robin, que a decir verdad indica a Vâlsan
como referencia, desde el principio al fin, e incluso podría ser esta una de
las razones de su publicación, provee por lo tanto algún nuevo indicio no
despreciable sobre el género de influencia del entourage que se ha formado en
torno a tal personaje. Una parte de nuestros lectores recordará que ya tuvimos
que ocuparnos de él cuando una publicación inspirada por corrientes
contrainiciáticas como Planète Plus lo llenó de elogios proclamándolo custodio
fiel de la obra de Guénon, sin dudas porque sus inspiradores ya habían visto en
él un instrumento inconsciente para la neutralización de esta última. Y ahora
que Robin afirma que Vâlsan debería ser considerado el comentador más
competente de Guénon y su intérprete más autorizado, se podría preguntar a
título de qué él hace una aserción de este género, no se puede sino endilgarle
toda la responsabilidad y todas las consecuencias de semejante toma de
posición.
5.
Todavía a propósito del libro reciente de Jean Robin, no
pensamos que sea el caso detenernos demasiado sobre el resumen de los
argumentos doctrinales de la obra de Guénon contenidos allí, también porque nos
alejaríamos demasiado del tema específico del presente artículo. Por otro lado
deberíamos observar cuán difícil es, efectivamente, un tratamiento adecuado al
respecto, hasta el punto de recomendar a los lectores en cada caso aconsejable
que, en definitiva, se remonten directamente a la obra del mismo Guénon, de ser
posible, incluso al texto original, pese a cuan bien hechas pudieran estar las
traducciones. Se puede notar de parte de Robin, la búsqueda de una exposición
cuidada al propósito, que sin embargo no basta para preservarlo de
impropiedades sintomáticas y deformaciones. ¿Cómo se puede, por ejemplo, hablar
de un Origen cuya nostalgia funda los métodos de realización espiritual de
todas las tradiciones, mientras que tales métodos son un conocimiento que no
puede, ciertamente, ser confundido con una nostalgia?. ¿Y por qué afirmar que
la unión entre las diversas formas tradicionales no sería posible sino a
condición de renegar (sic) de aquello que hace la especifidad y la razón de ser
de cada religión, mientras que, precisamente, tan sólo en su principio unitario
es que reside su verdadera razón de ser?. Y la afirmación según la cual la
Masonería habría devenido de por sí misma en una iniciación tal de no poder ser
sino virtual, incluso hasta haber sido, necesariamente, tan sólo virtual
también para Guénon, nos recuerda justamente un juicio de Guénon sobre el
simplismo de Vâlsan respecto a la Masonería. Pasando a argumentos de carácter
metafísico, encontramos entre otras la afirmación de que el Sí... equivale al
Ser puro, mientras poco después habla del No Ser, situándolo en la summidad
hacia la cual tendería el eje vertical de la cruz. Es además muy notable el
equívoco que aparece cuando trata la exposición de la Multiplicidad de los
Estados del Ser la cual es explicada en el sentido de que Guénon hacía salir al
ser individual, la creatura, de los límites restrictos en los cuales lo habían
encerrado las concepciones modernas, y hace entender que sería el ser
individual el que podría reintegrar este Principio (¡y se trata del Principio
Supremo!.
Encontramos después algo significativo el hecho de que,
no obstante la crítica explícita a varias desviaciones de Schuon, sea precisado
que la diferencia, entre los colaboradores de Etudes Traditionnelles, sería
solamente en las conclusiones prácticas, no se referirían al alcance de la obra
doctrinal. ¡Ay, que poco consistente es este concepto de obra doctrinal, cuan
poco tiene que ver esta concordia con aquel fundamental acuerdo sobre los
principios y con aquella auténtica adquisición intelectual que, según René
Guénon, constituye la indispensable brújula infalible y la coraza impenetrable
para afrontar válidamente sin desviaciones cualquier aplicación y dificultad!.
* * *
En el prefacio del libro de Robin sobre Guénon, él dice
de su obra: Ahora que la conspiración del silencio parece haber fallado
definitivamente, y que igualmente parece terminada la época de los ataques
rencorosos, sólo aquella de la incansable perfidia, es la única que permanece,
inalterada, hierática. En realidad, no se ve para que sirve semejante retórica
desde el momento que encontramos la obra de Guénon pero jamás sola, sino
mezclada, las más de las veces inextricablemente, con toda suerte de contenidos
extraños, errores e incomprensiones que tienden
a neutralizarla. Y justamente esto es lo que no puede ser admitido
impunemente. No escribimos ciertamente por el gusto del censor de relevar
errores, sino porque sabemos que se trata aquí de otros tantos signos de un
corte de la influencia espiritual de la cual la obra de Guénon es el soporte,
mientras que la vía para participar de ella debe permanecer abierta para todos
aquellos que la buscan verdaderamente.
Giorgio Manara
1 Cfr. Introducción General al Estudio de las Doctrina
Hindúes, parte IV: Ultimas Observaciones.
2 Cfr. Le Voile d'Isis, Mayo 1932, reseñas, y Noviembre
1932, p. 444.
3 A este propósito
remitimos a nuestros artículos Sempre piú confusione: Planète Plus e i pretesi discepoli
di René Guénon; Études Traditionnelles ringrazia Planète; y Études
Traditionnelles rinnega Planète, en los
números 33 y 34 de esta revista.
4 Cfr. René Guénon nella
Torre di Babele, en el número 47 de esta revista.
5 Sobre este argumento, remitimos a los lectores al
artículo de PIETRO NUTRIZIO, Vita semplice di René Guénon?, publicado en el
número 19 de esta revista.
5 A propósito del punto de vista expresado por Jean-Pierre
Laurant, remitimos al artículo de GIOVANNI PONTE, Misurare René Guénon?,
publicado en el número 36 de esta revista.
6 René Guénon Témoin de la Tradition, París, 1978.
7 Se habría tratado, según esta interpretación, de
Matgioi (Albert de Pouvourville), Abdul-Haqq (Léon Champrenaud) y Abdul-Hadi
(Ivan Gustave Aguili).
8 Pag. 11.
9 Pág. 288.
10 Pág. 285.
11 Ver, a este propósito, el artículo ya citado de G.
PONTE, Misurare René Guénon?, en el n.36 de esta revista, en particular pp. 58
y 59.
12 Recordemos también, argumenta Robin en la p. 60 de su
libro, que Jacques de Molay debía finalmente quedar como único en
manifestarse(Rappelons-nous aussi que Jacques de Molay devait finalement rester le seul qui se manifestât
)!
13 Entre estos temas, recordamos en particular: El
simbolismo de la cruz, los estados múltiples del ser, el Ser y el No Ser, el
Huevo del Mundo, las Aguas inferiores y superiores, los cuatro pada y el
monosílabo AUM, la Posibilidad universal, la imposibilidad de la reencarnación,
indefinido e Infinito, principios del cálculo infinitesimal, etc.
14 Pág. 53 del libro de Jean Robin.
15 Cfr. Le Voile d'Isis, Mayo 1932, reseña reportada en
Études sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage, vol. I p.197.
16 El mismo Robin menciona (p.61) la respuesta de Guénon
el cual, interrogado justamente sobre el episodio arriba señalado, hace
entender que no le había atribuido demasiada importancia: ¡lo que es algo
incompatible con la suposición de que se habría tratado de su primera
vinculación iniciática!.
17 Cfr. p.19 del libro de Robin.
18 Recordemos que, en particular, Guénon indicó en el II
capítulo de La Crisis del Mundo Moderno la inconsistencia de esta concepción
ocultista de tradición occidental . La temática fue retomada en el Cap. XXVI de
El Reino de la Cantidad (La Pseudoiniciación), dónde Guénon confirma netamente
que no hubo jamás nada auténtico que tuviera el nombre de "tradición
oriental" o "tradición occidental"( (Cfr. p. 298 de la
traducción italiana, Ed. Studi Tradizionali).
19 P. 54 del libro de Robin.
20 Ibidem, p.61.
21 Ibidem, p. 330. A decir verdad, aunque Vâlsan
reconociera en seguida el carácter ilusorio de aquella experiencia específica
que tanto lo había exaltado, su actitud aparece más bien como el indicio de una
tendencia a la apertura a (poderes( psíquicos paranormales destinada a
facilitar un cierto tipo de desviaciones (cfr. De los pretendidos (poderes(
psíquicos y El rechazo de los (poderes(, capp. XXI y XXII de Aperçus sur
l'Initiation [(Consideraciones Sobre la Vía Iniciática(], de René Guénon).
22 (Je me méfie plutôt de toutes ces histoires
d'apparitions( (Carta del 4 de Febrero de 1937).
Cfr. Los artículos
ya citados, publicados en los números 33 y 34 de esta revista.
Pág. 212 y Pág.
330 del libro de Jean Robin.
Pág. 12.
Pág. 83.
Pág. 64, nota.
Cfr. La carta de
Guénon del 4 de Septiembre de 1949 ya citada en el Nro.34 de esta revista,
p.73.
Pp. 102-105.
Pp. 88-89.
Pág. 319.
Cfr. René Guénon,
Oriente y Occidente, II Parte, Cap. III: Constitución y Rol de la Élite.
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