lunes, 29 de julio de 2013

Entrevista a Daniel Fontaine, de la Gran Logia Nacional Francesa


ENTREVISTA A DANIEL FONTAINE, DE LA GRAN LOGIA NACIONAL FRANCESA

Revista INDICE, julio-agosto de 1976.

 

-Señor Fontaine. ¿puede decirnos de dónde procede la masonería?

-El origen de las corporaciones o de los “constructores” se pierde en la no­che de los tiempos. Los iniciados que construían el templo, lugar sagrado por excelencia, conocían los secretos de la metafísica que fundamenta este tipo de construcción, pero digamos que en Oc­cidente la masonería especulativa, tal como la conocemos en la actualidad, desciende de las hermandades de la Edad Media. Estas fueron las que le­vantaron las catedrales de Francia y Eu­ropa, protegidas por la Orden del Tem­ple y por ciertas exenciones fiscales o franquicias en las ciudades; de ahí pro­cede su nombre de “franc-masones” o free-masons”.

 

-¿Y por qué estaban protegidos por esta Orden del Temple?

-En Occidente, la Edad Media se ca­racteriza por la tentativa de restaura­ción de lo que llamamos la sociedad tradicional,  estructurada jerárquica­mente desde la “cumbre”. En ella esta­ban situados los sacerdotes que ejer­cían una influencia directísima sobre la caballería, es decir, a la Orden del Tem­ple constituida por diversas categorías de caballeros -entre ellos, los mon­jes-. Estos, a su vez, ejercían una gran influencia e inspiraban a los artesanos, a partir de iniciaciones de oficio. El Temple protegía, por tanto, a todas las hermandades que trabajaban para ellos -albañiles, carpinteros, talladores de piedra, herreros, etc.- en los caminos y en los lugares de trabajo, e incluso con­tra los abusos de los cobradores de im­puestos.

 

-¿Siguen existiendo franc-masones de este tipo?

-Naturalmente. Se han perpetuado en los gremios que aquí llamamos “compagnonage” y en los que actual­mente podemos encontrar a los mejo­res especialistas del país, que conser­van incólumes las costumbres e inicia­ciones del oficio. Son ellos los que sue­len encargarse de las construcciones más delicadas. Ultimamente han cons­truido el puente de Tanquarville en Nor­mandía. Su drama es que hoy por hoy viven en el pasado, sin renovarse, fal­tos de inspiradores como sucedía en la Edad Media.

 

-¿Qué lazos ligan a estos gremios con la franc-masoneria actual?

-Los historiadores creen que cuan­do se destruyó la orden de los Templa­rios, sobre el año 1314, algunos de sus miembros recibieron asilo en el seno de las hermandades que antes habían pro­tegido. Se convirtieron así en los prime­ros masones aceptados. De esta maso­nería especulativa quedan huellas en documentos como el “Marise Chapel Lodge” o las Cartas de Estrasburgo y Colonia que datan de los siglos XV y XVI, y en Londres un pastor apellidado Anderson redactó lo que entre nosotros llamamos “landmarks”, ley y constitu­ción de todas las masonerías regulares. Los “landmarks” configuran los límites que no debemos franquear.

 

-Habla usted de una “masonería re­gular”. ¿Hay otra irregular?

-Sí, y se trata de un fenómeno típi­camente latino. Los “landmarks” pres­criben que no puede haber sino una lo­gia por país, y para que esta sea “regu­lar” debe estar reconocida de antemano por otras tres grandes logias ya consti­tuidas, así como responder a ciertos criterios creencia en Dios, presencia de la Biblia en los templos, prohibición de hablar de política o religión en el interior de los lugares sagrados, estricta observación de los reglamentos antiguos, usos y costumbres de la masonería etc.

Masonería “irregular” no existe en los paises anglosajones o escandinavos. Los reyes de Inglaterra y Suecia han sido siempre los Grandes Maestres de Honor en sus países. Lo mismo ocu­rre con los presidentes de EE. UU. Esto debería cambiar la visión que los países latinos tienen sobre este asunto. Los masones “regulares” estamos a cien le­guas de distancia de las masonerías ateas y politiqueras.

 

-Pero ustedes no están excomulgados actualmente por el Vaticano...

-Claro, pero las diferentes bulas pa­pales han tenido diversas motivaciones; primero, por razones políticas en la eta­pa de los Estuardo; después, porque numerosos eclesiásticos pertenecían a las logias y mantenían en secreto nues­tros trabajos. Finalmente, la masonería francesa pasó de ser una orden de ini­ciación a una sociedad de pensamien­to, que fue suprimiendo al correr de los años todo lo que permite el reconoci­miento de una Gran Logia: supresión de la creencia en Dios, de la Biblia, modifí­cacion o eliminación de ritos, etc., así se insertaba en el lndice de las masonerías... En el siglo XVIII no existía sino el Gran Oriente, seguido de la Gran Lo­gia de Francia, que debía naufragar en análogos avatares y tampoco ser reconocida. Tuvimos que esperar hasta 1913 para que un reducido grupo de masones franceses regulares creara la Gran Logia Nacional Francesa, cuya sede está en Neully-sur-Seine, para que Francia fuese reconocida en el mundo entero.

 

-Concrétenos  la  problemática masoneria-Iglesia en estos momentos.

-Es  imprescindible precisar que aparte de los católicos romanos ningu­na iglesia del mundo prohibe a sus miembros participar en tareas masóni­cas, ni siquiera los ortodoxos.

Hemos hablado del aspecto político de la excomunión. En Francia, la Iglesia y el Gran Oriente se han combatido duramente. El Gran Oriente es el culpa­ble de que en el siglo XIX se produjese la escisión Es evidente que todo cristiano que se adhiere a la masonería queda ipso facto excomulgado...; sin embargo, la masonería “regular” man­tiene relaciones con Roma e incluso hay un padre jesuita -el padre Ri­quert- que se encarga de los contactos entre Roma y nosotros.

 

-¿Tienen ustedes problemas con el Estado?

-Probablemente ejercerá sobre no­sotros una vigilancia discreta. Estamos inscritos en el Registro de Asociaciones de la Prefectura de Policía y en la guía telefónica... En serio, solamente los re­gímenes “totalitarios”, de derechas o de izquierdas, prohiben la masonería. Los hombres que se fijan como meta el pensar objetivamente y en total libertad constituyen un peligro para este tipo de poder. Y aquí me gustaría aclarar que la masonería española procedía del Gran Oriente y, en consecuencia, era li­beral y atea. Podríamos preguntarnos si su participación en la lucha política no fue la causa de su prohibición: no creo que hubiese sucedido lo mismo con una masonería regular.

 

-En todo caso la actuación de la ma­sonería española durante el periodo re­publicano suscita bastantes críticas...

-Repito que si la masonería no hu­biera descendido a la arena política, si se hubiera mantenido en su lugar, aún perviviría; de esto a pensar que el extin­to general Franco hubiera ocupado el puesto de Gran Maestre hay un mundo.

En cualquier caso, si la masonería debe renacer algún día en España seria importante que se inscribiera en el mar­co de la regularidad para que pudiera beneficiarse de nuestros trabajos, que son estrictamente espirituales y no bus­can sino el bienestar del hombre y la  humanidad.

 

-Aclárenos un poco estas diferencias espirituales y materiales entre “regula­res” e “irregulares”...

-Todas las obediencias regulares y tradicionales son ante todo espiritualis­tas; desde la configuración de nuestros templos hasta nuestros trabajos y el respeto al pasado. ¿Puede usted pensar que un ateo construyera una catedral, con todo el extraordinario mensaje que una edificación de este tipo transporta? Los intelectuales de izquierda que se proclaman marxistas hacen siempre un paralelo entre la identidad de puntos de vista de Marx y Freud, pero nadie ha ci­tado las palabras de éste último cuando afirmó haber comprendido bastante de la doctrina marxista, salvo el materia­lismo que le resultaba incomprensible. Para nosotros todo creyente en Dios puede llegar a ser masón. En nuestras filas se agrupan católicos, protestantes, ortodoxos, musulmanes, judíos, etc. Vi­vimos una época esencialmente mate­rialista y debemos hacer todo lo que este en nuestras manos para unir todas las fuerzas espirituales del mundo. Los “irregulares” no piensan como noso­tros, eso es todo.

 

RITOS, INICIACION, LOGIAS

 

-Entramos en un tema peliagudo que vamos a intentar bordear: se trata de sus trabajos. ¿Puede usted decirnos para qué sirven las logias o talleres?...

-Primeramente es importante que desechemos la idea de que se tratan de clubs más o menos políticos...; a mi modo de ver podríamos ofrecer una de­finición trial:

 

1) Lo que para nosotros es impor­tante es la búsqueda “iníciática”, es de­cir, que el hombre debe realizarse espi­ritualmente y superarse si es posible.

2) Existe un lado moral: el postu­lante debe ser libre, sin prejuicios y re­ceptivo, de buenas costumbres y equili­brado.

3) Tener en cuenta que nuestra fraternidad se debe a la iniciación en sí misma.

 

-¿En qué consiste esa libertad que exigen?

Libertad de espíritu.

 

-¿Qué significado tiene entre ustedes “las buenas costumbres”, el “equilibrio”, la “receptividad”?

-Ser de buenas costumbres no creo que necesite aclaraciones, pero voy a darle un sentido “económico”: el abuso es siempre nefasto y nos hace recaer en las pasiones, encadenando nuestra li­bertad. En el justo reparto de las fuer­zas se halla el equilibrio. En cuanto a la receptividad está claro que hay hom­bres por el mundo cerrados a toda idea nueva, a cualquier estudio: ¿qué ven­drían a hacer con nosotros? No se trata, pues, de una traba a la libertad, sino de todo lo contrario.

 

-En el último punto hablaba usted de la iniciación. ¿Puede definirnos el rito?

-Rito es un acto cuya forma resulta de una revelación divina. El rito es una perpetuación de la revelación que se muestra en él en su doble aspecto inte­lectual y ontológico. Cumplir un rito no es únicamente describir un símbolo, sino participar en un cierto modo de ser que tiene una prolongación extrahu­mana y universal.

 

-¿Cuáles son los ritos masónicos?

-Puede usted asimilarlos a los ritos de tránsito de un estado a otro. Noso­tros tenemos tres grados: aprendiz, compañero y maestro; cada iniciación tiene un simbolismo de oficio, al que se suma otro más universal como es el caso de la purificación a través de los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua.

 

-¿Qué significa el tránsito de un esta­do a otro?

-El bautismo cristiano no es en sí sino una purificación por los cuatro ele­mentos. Allí está el agua lustral, la tie­rra en la sal colocada en la boca del postulante, el fuego en la confirma­ción... En cuanto al tránsito de un esta­do a otro no se trata de escalafones je­rarquizados, sino de estados espiritua­les; y cuando un aprendiz ha asimilado perfectamente el estado en el que se halla, es normal que acceda a otro, en donde se dedicará a otros temas de meditación.

 

-¿No es utópico pensar que el hom­bre puede realizar una labor extrahuma­na?

-Todas las religiones hablan de un reino de Dios que no es de este mun­do... No estamos hechos para vivir en la tierra eternamente; debemos preparar­nos para vivir en otro lugar y en otro es­tado. Hablamos de un rito de tránsito, de paso, cuyo umbral es la muerte; cuando nos enfrentemos a ella dejare­mos de hablar de utopías.

 

-Esta iniciación. ¿en qué consiste? Hemos oído hablar de delantales. de au­mentos de sueldo. de testamento...

No estamos autorizados para reve­lar nada en lo que concierne a la inicia­ción, pero puedo decirle que los delan­tales no son sino vestigios del pasado de la francmasonería operativa que se servían de ellos para protegerse en los lugares de trabajo. Los aumentos de sueldo son, asimismo, supervivencias del lenguaje de la época y quiere decir que se está preparado para acceder a una clase superior.

En cuanto al testamento, hay en él un aspecto más “iniciático”: el profano que ingresa en nuestras filas debe morir para el mundo y purificarse. Ante esta muerte simbólica se escribe, efectiva­mente, un testamento en el que se ex­plícita lo que se desea para la humani­dad y para si mismo. Jesucristo pidió algo semejante a los cristianos.

 

-Se ha publicado una abundante lite­ratura presentándolos a ustedes como afiliados a una secta secreta y sanguina­ria que practica sacrificios de criaturas en el marco de unas tenebrosas “misas negras”. Suponemos que esto no es cier­to actualmente, pero ¿en algún momento de su historia se han producido hechos semejantes?

-Nuestros enemigos nunca descan­san y su literatura es puramente sensa­cionalista. No se construyen catedrales bajo el terror de los obispos o practi­cando misas negras. Claro es que han existido ciertos desequilibrados como, por ejemplo. Leo Taxil, que editaba un periódico -”La Marotte”- que llegó a prohibirse por atentar a las buenas cos­tumbres. Fue condenado a ocho años de cárcel. Logró fugarse a Suiza y re­gresó aprovechándose de una amnistía. Se dedicó a la prensa anticlerical, fue recibido como masón con el grado de aprendiz en 1 885 y al año siguiente se retractó. Publicó entonces un grueso volumen que tituló Los misterios de la francmasonería desvelados. Muchas personas han tomado en serio este li­bro. La prensa de la que usted me habla sé debe haber inspirado en esta fuente. En todo caso, Leo Taxil confesó en 1897 su “superchería” y se hundió en el olvido.

 

-¿Puede inscribirse cualquier persona en la masonería?

-Naturalmente, siempre y cuando el candidato responda a ciertos criterios como, por ejemplo, creer en Dios, tener un pasado impecable y ser libre.

 

-Se excluye, en consecuencia. todo tipo de delincuentes, aunque se hayan reformado.

-En efecto.

 

-¿Hacen ustedes proselitismo?

-No. El único que nos permitimos es el que realizamos sobre miembros de nuestra familia o amigos que juzga­mos dignos de la Orden.

 

-Si la masonería propugna una per­fección individual, ¿para qué haber crea­do las logias?

-No creemos en el hombre que pue­de llegar a perfeccionarse a solas. El hombre debe ser guiado: leer todo y cualquier cosa es peligroso. En las lo­gias aprovecha la experiencia de sus hermanos para roturar su propio cami­no, lo cual no prohibe el trabajo interior que emana de aquellas experiencias.

 

-¿Esta camaradería no propicia una protección especial? Se dice que ustedes tienen más facilidades para lograr ciertos cargos o triunfar en la vida.

-Mucha gente quiere ingresar en la Orden únicamente por esta razón, pero se engañan de todas todas. Claro que hay cierta ayuda; cuando los hombres pertenecen a una misma sociedad es humano que se echen una mano, lo mismo ocurre entre los miembros de los Rotarios, Clubs de los Leones, ex alumnos de algunas escuelas, universi­dades, etc. Sin embargo, si se apoya a alguien que lo necesita y logra el éxito, miel sobre hojuelas: pero en el caso contrario no se le vuelve a ayudar. Esto es absolutamente verídico, aunque la gente piense lo contrario.

 

-¿Qué relaciones hay entre alquimia y masonería? Me he informado de que en las paredes de los gabinetes de reflexión masónicos están grabados símbolos al­quimistas y la palabra clave VITRIOL, que está compuesta con las iniciales de una divisa atribuida a los adeptos Rosacru­ces: Visita Interiora Terrae rectificandoque Invenies Occultum Lapides (visita el interior de la Tierra y rectificando hallarás la piedra escondida). ¿No cree que en nuestra época la alquimia está sobrepa­sada?

-En la Edad Media el iniciado cono­cía todas las ramas de la iniciación. Las vidrieras de las catedrales, sobre todo las célebres de Chartres, fueron creadas por los alquimistas: nadie después de ellos ha logrado producir un “azul” se­mejante.  Actualmente  conservamos todo un simbolismo alquímico en nues­tras logias, paralelo al que existe en las catedrales. Entre nosotros contamos con auténticos alquimistas, como cabalísticos o especialistas en otras materias iniciáticas. En cuanto a si está sobrepasada la alquimia, en lo que a mí respecta, creo que no. No se trata de una técnica industrial, y la piedra escondida de la que habla la divisa puede hallar eco en aquella frase de Jesucristo: “El reino de Dios está dentro de vosotros.”

 

-¿Poseen ustedes signos de reconocimiento? Se habla del apretón de manos, de los besos, de los dedos entrelazados ante la frente...

-No puedo hablarle de estos signos pero digamos que tienen una importancia simbólica y que las hermandades de la Edad Media se reconocían sirviéndose de ellos.

 

-¿Qué significado tiene la acacia en sus ceremoniales?

-La vida eterna.

 

-Cuando un hermano es excluido de la masonería sigue siendo masón, no es así?

-Desde luego. Ha sido iniciado y por tanto sigue siendo masón. El cristiano sigue siendo cristiano incluso si no practica. En ambos casos, el hombre sigue haciendo frente a las responsabilidades que aceptó cuando prestó juramento, con todas las consecuencias que esto puede entrañar.

 

-¿Qué lazos de parentesco se establecen entre masonería y ciencias ocultas?

-No hay que confundir lniciación-Esoterismo-Amor al Conocimiento con el ocultismo. Los masones poseen un ideal de fe, de conocimiento y amor y los ocultistas corren detrás de una sombra de “poderes” casi siempre ilusorios.

 

 

MASONERÍA Y SOCIEDAD

 

-¿La masonería no es una supervivencia del pasado?

-En su forma actual ha conservado todo lo que representaba el oficio de los constructores de catedrales, pero actualmente estamos escindidos de los operativos y tenemos nuestra vida propia. En este sentido podemos decir que es una supervivencia del pasado en su faceta simbólica, pero no hay que olvidar que actualmente la masonería se muestra como una orden de iniciación.

 

-¿En qué medida la masonería que participa a la vez del aristocraticismo y la  igualdad responde a las necesidades de la sociedad actual?

-La noción de igualdad me resulta, de entrada, falsa. Los masones piensan que todos los hombres son iguales ante Dios, pero es evidente que no todos gozan de los mismos dones... Me enfrento totalmente contra la noción de aristocracia o nobleza, vertiente degenerada de la antigua caballería. En la Edad Me­dia, cualquiera, incluso un campesino, podía llegar a ser caballero si estaba dotado          de las condiciones requeridas, hoy cualquiera pude llegar a ser masón. El sistema perece desde que se convierte en hereditario. La prueba la tiene usted en los reyes de Francia que en sus principios eran consagrados en Reims tras haber sido aclamados por los caballeros...

Puedo añadir que en una sociedad tradicional el mejor de los hombres, fuera cual fuese su procedencia, se convertía en caballero, el mejor de los caballeros en rey, y el mejor de los reyes en Emperador. Así sucedió con los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico. Naturalmente esto armoniz­aba las diferentes capas de la sociedad sin enfrentarlas como sucede en la actualidad.

 

-¿El auténtico masón no ha sido absorbido por el hombre de club?

Posiblemente, en algunos casos, aunque para la mayoría lo esencial es que esos hombres estén dotados de conocimientos profundos que pueden transmitir a las nuevas generaciones.

 

-Claramente, ¿qué es la masonería: una hermandad espiritualista y filantrópica, una sociedad de pensamiento y estudio, u­na secta, un partido o una iglesia?

Ante todo una orden iniciática que intenta la perfección del hombre y la de humanidad; pero su pregunta es esencial porque nosotros sufrimos constantemente los contragolpes de la época actual. En el siglo XVIII también se tenía una idea bastante peregrina de nuestra Orden. La corte real de aquella época ha desaparecido y nuestra Orden permanece en pie... En todas las etapas históricas hemos tenido problemas, y, naturalmente, nuestros hombres de club, pero el cimiento sigue en su sitio.

No somos una sociedad de pensa­miento ni una secta, puesto que somos cristianos. Por este último hecho tam­poco somos una iglesia, puesto que ya existe la nuestra.

 

-¿Cuentan ustedes con la juventud? ¿Qué pueden ofrecer a la juventud ac­tual?

-Contrariamente a lo que pueda pensarse militan en nuestras filas mu­chos jóvenes..., que se sienten solitarios ante un mundo que les angustia y en el que la violencia está de moda. Este mundo no les ofrece respuestas a sus preguntas; nosotros les ofrecemos equilibrio y una razón de vida.

 

-¿Ustedes consideran que el materia­lismo ateo es una de las plagas que asolan a nuestra época?

-En efecto, y Occidente corre el pe­ligro de morir sumergido en una mon­taña de conocimientos y tesoros que ha acumulado a través de los siglos. Los tiempos actuales no están para luchas intestinas sino para movilizar todas las fuerzas espirituales para transmitir un poco de luz y esperanza a las futuras generaciones.

 

 

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