RIVISTA
DI
STUDI
TRADIZIONALI
N.
46
ENERO - JUNIO 1977
EL
LOBO Y EL CORDERO
Una
de las antiguas fábulas de Esopo cuenta: <Un lobo vio a un cordero bebiendo
en el río, y le vinieron ganas de comérselo con cualquier buen pretexto.
Parándose sobre el monte, comenzó a acusarlo de ensuciar el agua que así él no
podía beber. El cordero le hace notar que, para beber, removía apenas en agua
con su hocico y que, por otra parte, estando en el valle, no era posible que
enturbiara la corriente en el monte. Tomando a menos aquel pretexto, el lobo le
dice: "Pero tu eres aquel que el año pasado insultó a mi padre". El
cordero se pone entonces a explicarle que en aquella época él todavía no había
venido al mundo. ¡"Bien ( concluye el lobo ( tu serás muy bravo para
encontrar excusas, pero yo, ciertamente, no puedo renunciar a comerte"!
>.
Un
acontecimiento como este, y asimismo todos aquellos que le corresponden
analógicamente, puede ser objeto de dos observaciones principales. Una, la más
inmediata, es que aquel que quiere a cualquier costo una cosa, no se dejará
apartar por aquello que se interpone con su objetivo, aunque fuese el más
lógico de los razonamientos. La otra, menos inmediata, es que nos podemos preguntar:
<Habiendo obtenido el lobo aquello que quería, ¿debe, por lo tanto, tomarse
su comportamiento como ejemplo?>. Buscaremos la respuesta utilizando, entre
otros, un cierto número de afirmaciones extraídas de un libro de reciente
publicación[1],
y veremos así que, incluso cuando el lobo y el cordero han obrado cada uno
según su propia lógica, existe en realidad una tercera de orden más profundo,
que las supera y las comprende[1].
El
autor de las afirmaciones que reportaremos ha sido anteriormente comparado por
otros con un rinoceronte 1. A nosotros nos
parece más conveniente compararlo con un lobo, muy parecido a aquel de la
fábula de Esopo. En efecto, sostener que la verdad <Es aquello que yo
reconozco como verdad, o, para decir mejor, es aquello que yo quiero como
verdad> 2 (pag. 69) ¿no es acaso un lenguaje
de lobo?. Conviene ante todo notar que cualquiera sea la verdad en cuestión,
justamente por su origen individual no podrá superar jamás lo propios límites
de la individualidad que la concibe y la manifiesta. Y de que límites se trata
en este caso se verá más adelante.
Y
he aquí otra afirmación: <...el Yo no quiere una cosa porque la encuentra
p.e. justa o racional, sino que la encuentra justa y racional simplemente
porqué la quiere> (pag. 83). En efecto existen personas que, habiendo
perdido todo vínculo legítimo con la tradición, no reconocen un Principio
superior a ellos y por lo tanto adoptan este tipo de lógica, y es esta la
posición de ciertos filósofos idealistas alemanes de los cuales Evola se hace
eco; pero ellos por lo menos, incluido el mismo Nietzche, no tenían
pretensiones de orden iniciático. En cambio Evola propone una exaltación
semejante de la voluntad como método iniciático 3
y, en particular, al dar algunas "clarificaciones de dirección de método
iniciático", afirma que <"Querer absolutamente y llevar después el
querer a excederse a sí mismo"> - lo que implica la existencia de un
momento de crisis y derrumbe de toda
forma y toda ley. De aquí la denuncia de un segundo equívoco-: <"pensar que sobre la vía de la iniciación haya en
general algo, que pueda ser respetado, en particular: que toda moral tenga otro
valor fuera de aquel de una disciplina
para volverse siempre más templado, duro, dueño de sí pero cada vez
también más inmoral (esto es, capaz de hacer cualquier cosa, decididamente, sin
temor o remordimiento). De dónde se deriva la conexión con aquello que se ha
dicho al inicio sobre que la naturaleza de la libertad positiva: es infringir y
superar no tanto la ley exterior, como en cambio la ley interna, es asesinar no
al Dios-ficticio de los templos sino al "Dios en nosotros", la
"consciencia", la ley "moral" y "espiritual"
(sic). Quien por lo tanto se detiene ante lo "sagrado" y ante lo
"humano", quien reconoce imperativos éticos, quien divaga sobre
jerarquías cósmicas y reinos de dios y de ángeles, sepa que el es todavía
siervo de Apolo, que él tiene miedo, que, le guste o no, su límite no es aquel
de la teurgia sino aquel de la religión. El necesita en cambio desencadenarse,
sacarse toda tierra firme de debajo de los pies> 4
(Pág. 89/90).
Tras
estas <clarificaciones>, que no comentamos porque son efectiva y
tristemente hasta demasiado claras, nadie podrá negar que las lógicas
conclusiones a las cuales ellas inevitablemente conducen, sean aquellas que su
mismo autor dice poco después: <¿Cómo no ver entonces en la crueldad y en el
mal la más alta disciplina?> (sic) (pag. 90). ¿Cómo no ver, agregamos
nosotros, en el hecho de que semejantes ideas encuentren inclusive sostenedores
fervientes 5, el signo de que ellas se prestan
bien a ser utilizadas en la fase de disolución que caracteriza los últimos
tiempos?.
Como
quiera que sea, el lobo del cual nos estamos ocupando no se contenta con
sugerencias sumarias: nos tiene que dar indicaciones más precisas. Para nada atemorizado, sino más bien exaltado
por aquello que dice, precisa posteriormente: <En conexión a esto no se tema
por lo tanto llamar al delito (en el sentido del alemán verbrechen - ver es
refuerzo de brechen = despedazar) la práctica por excelencia (sic). La
fechoría, la infracción del orden es una necesidad para quien anhela la
potencia titánica> (pág. 91). Y es esta la misma necesidad que empuja al
lobo a comerse al cordero. Pero en este caso ello es provocado, sin embargo,
por el deseo de potencia del propio cuerpo, si así se puede decir, cuya fuerza
vital es en el fondo algo normal, tanto más que se contentaba con un solo
cordero y no se ilusionaba con comerse todos los corderos existentes. Evola es
en cambio un lobo psíquico 6, que se ilusiona con poder comerse el Universo
entero, creyendo que se trata de un dócil cordero. Pero el error está
propiamente aquí: El Universo puede también, según un cierto simbolismo, ser
asimilado al cordero sacrificial; pero entonces no se trata seguramente del
cordero de la fábula, el cual corresponde solamente a aquellos ingenuos que, en
lugar de cuidarse de lo que es más fuerte que ellos, se ilusionan con vencer
usando armas totalmente inadecuadas. El Universo está regido por leyes contra
las cuales nadie, en cuanto individuo,
(y tal es inclusive <el individuo absoluto>), puede absolutamente
nada. Quien quiera infringirlas creyéndose más fuerte que el Universo, más
fuerte que su mismo Creador, terminará por encontrase inesperada e
irremediablemente de parte de aquellos sobre los cuales fue dicho: <¡Fuera
de aquí! ¡No te está permitido, aquí, ser soberbio! Tú que eres ya un ser
despreciable>7.
Pensamos
haber dado así una respuesta a la pregunta que habíamos formulado al comienzo.
Nos resta solamente hacer notar que, aunque Esopo detiene su narración en el
momento en el cual el lobo se abalanza sobre el cordero, no es difícil
imaginarse la continuación del episodio, haciendo intervenir un personaje del
cual no se habla en la fábula, porque el cordero lo había perdido de vista
vagando por la cima de los montes y el lobo no podía sino ignorar su
existencia, escuchando y viendo solamente aquello que <quería ver>:
aludimos al dueño del cordero. Por lo cual, retomando la narración dónde la
interrumpe Esopo, podríamos continuarla así: <El dueño del cordero, llegando
en el momento justo, mata y degüella al lobo. Por lo tanto anduvo, pensando en
su corazón que debe haber muchos otros corderos que, menos desprevenidos que
aquel perdido, temerían alejarse de él. Expuso después la piel del lobo fuera
del redil a fin de que sirviese de admonición y enseñanza para el futuro>.
Este repentino trastocamiento de la situación corresponde al restablecimiento
del equilibrio quebrado, en obediencia a aquella lógica más profunda,
principial, a la cual nadie, queriéndolo o no, puede escapar.
Giovanni
Pellegrino
1
JULIUS EVOLA, L'individuo e il divenire del mondo, Ed. Arthos, Carmagnola,
1976.
2
Lógica, en fin, no puede haber sino una sola; lo que naturalmente no significa
que en ella no puedan existir diversos aspectos. Otro tanto hay que decir para
la Verdad misma, de la cual la lógica no es otra cosa que el conjunto de todos
sus diversos aspectos considerados según el orden de sucesión, hasta el punto que,
cuánto no es lógico es necesariamente falso. GIOVANNI PONTE, Julius Evola, o il
rinoceronte sull'asfalto, en <Rivista di Studi Tradizionali>, nn. 8 y 9.
[1]
Dicha afirmación concluye una serie de argumentaciones cualitativamente
correspondientes a aquellas de lobo en la fábula. No las traemos porqué son
extensas y de ningún interés lógico, por lo demás quien tuviese la curiosidad
podrá muy bien verificarlo directamente sobre el original. Libro todo lo
contrario que aconsejable obviamente, salvo en todo caso para aquellos que como
nosotros, buscan combatir ciertas formas de aberración, en los límites de lo
posible.
3
Aquello que Evola llama <método iniciático> (otras veces dice más
simplemente <l'iniziatica>), no tiene absolutamente nada que ver con la
verdadera iniciación tradicional, no siendo más que la parodia en la esfera más
inferior de la modalidades sutiles o psíquicas del ser. Mucho ha sido ya dicho
sobre la naturaleza real de la iniciación, ya sea en esta revista, ya sea, en
modo mucho más completo y exhaustivo en la obra de R. Guénon, particularmente
en Apreciaciones Sobre la Iniciación.
4
Nadie niega que en el campo iniciático sea necesario <trascender> las
leyes y las reglas exotéricas, pero el hecho de pasar de la <letra al
espíritu> (lo cual es además el verdadero objetivo del esoterismo) no es
algo que se obtenga infringiéndolas.
5
En la revista Arthos de Génova encuentran lugar algunas corrientes de
pensamiento de derivación casi exclusivamente evoliana que han dado y dan lugar
a increíbles confusiones sobre la idea de tradición. Esto también cuando, y nos
contenemos mucho en decirlo, los secuaces de Evola usan inclusive para sus
propios fines la obra de Guénon la cual, lo repetimos todavía otra vez, no
tiene propiamente nada en común con la suya.
6
Podemos decir que <es> no obstante su reciente desaparición, porque su
heredad psíquica es todavía viviente, lo que por lo demás es totalmente
evidente, dada la presencia de fieles continuadores a sus ideas, aunque sería
más exacto decir sugestiones. Hemos usado además el adjetivo <psíquico>
porque es la esfera psíquica o sutil la que, en el fondo, atrajo a este
escritor, como por lo demás queda demostrado en su interés por la magia.
7
Corán, VII, 13.
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