lunes, 8 de julio de 2013

El momento de la muerte descrito por las Upanisahds


EL MOMENTO DE LA MUERTE DESCRITO POR LAS UPANISHADS. Ext. de S. Radhakrishnan, The Principal Upanishads (Nueva York, 1953).

 

Cuando este yo se debilita y queda confuso, como suele ocurrir, los alientos se reúnen en torno a él. Toma consigo estas partículas de luz y desciende al corazón. Cuando la persona va declinando, empieza a no conocer las formas.

[Cuando su cuerpo se debilita y da señales de perder el conocimiento, el moribundo recoge sus sentidos, reúne todas sus fuerzas por completo y se centra en su corazón. Radhakrishnan].

Se unifica, no ve nada, dicen; se unifica, no huele nada, dicen; se unifica, no saborea nada, dicen; se unifica, no habla nada, dicen; se unifica, no escucha nada, dicen; se unifica, no piensa nada, dicen; se unifica, no conoce nada, dicen. Se ilumina el punto de su corazón, y en virtud de esa luz, el yo parte bien a través de la boca, bien a través de la cabeza o por otras aberturas de su cuerpo. Y cuando así parte, la vida también le sigue. Y cuando la vida así parte, todos los alientos vitales le siguen. Se hace una misma cosa con la inteligencia. Todo lo que es inteligencia parte con él. Su saber y su obra se apegan a él, y lo mismo su experiencia pasada. (Brihad-aranyaka Upanishad IV, 4, 1-2).

Lo cierto es que, cuando una persona parte de este mundo, va al aire. Se le abre allí un agujero como la rueda de un carro, y por él asciende. Va al sol. Se le abre allí un agujero como de un lámbara, y por él asciende. Llega a la luna. Se le abre allí un agu­jero como de un tambor, y por él asciende. Marcha al mundo libre de dolor, libre de nieve. Allí mora por eternidad de años (ibid. V, 11, 1).

 

 

 

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