miércoles, 26 de junio de 2019

La Trascendencia Absoluta y la Revelación (Marc-Antoine Costa de Beauregard)



 La Trascendencia Absoluta y la Revelación

L’Orthodoxie hier-demain . Deuxième partie: La Pensée
Marc-Antoine Costa de Beauregard
E. Buchet/Chastel. Paris 1979

Los hombres no pueden conocer la esencia de Dios. No  es una cuestión de conocimiento. Dios "no es ni inteligible ni sensible ni absolutamente nada de lo que son los seres," "Su naturaleza es incognoscible” 65. A la esencia divina corresponde, como lo enseñan los escritos areopagíticos, la "agnosia" del hombre, el desconocimiento absoluto de lo Incognoscible. "Más allá Incluso de lo incognoscible  hasta la cima más alta de las Escrituras místicas, allí donde los  misterios simples, absolutos e incorruptibles de la teología se revelan en la Tiniebla más que luminosa del Silencio " 66 es " el Santo de los Santos que permanece oculto incluso a los Serafines" 67, donde sólo penetra y de una vez por todas Cristo, único sacerdote para todos los bautizados y para todos los pueblos (Heb. IX/24-28).

Este "lugar" no puede ser descrito. "La naturaleza primera y muy pura no es conocida sólo por ella misma, es decir, por la Santa Trinidad" 68. "Pero si lo Totalmente Otro, lo Trascendente no puede ser captado por la criatura, Él condesciende, por otra parte, a nombrarse  y ser nombrado por los hombres. Lo increado revela Su Nombre a lo creado: entre los Nombres divinos, el "más sublime" es el de la Trinidad. « Dios no es nada de lo que es conocido" 69, “Dios no es nada" 70 "Dios está más allá de todos los nombre." Por lo tanto, es necesario que Dios descienda al hombre y se dé a conocer a sí mismo.
Dios no reveló Su esencia sino Su vida personal, Su vida "hipostática". Dios dice a Moisés, “ Yo soy el ser", sino "¡Yo soy! "Es, como hemos visto anteriormente, la limitación personal. Pero la revelación de la Persona que culmina en la Encarnación del Verbo Divino introduce al hombre en la intimidad divina. Esta intimidad no es una esencia, sino una vida, un modo de ser, un "tropos tou biou", un "ethos" divino: “La comunión de las tres Personas en el espacio de la Naturaleza una, común e indivisible define el ethos  de Dios, que se identifica con el modo de existencia de Dios, con el ser de Dios....El ethos de Dios es Su ser.... La comunión kenótica y la interpenetración de las Personas divinas en el espacio de la Naturaleza común, es decir, el modo según el cual es la divinidad, revela el ethos de la vida divina" 71 y este "ser "es el Amor (I Jn 4).

El dogma trinitario es la cima de la Revelación ya que es la revelación de la vida misma de Dios, la vida de la que somos, en Jesucristo, los herederos: "Serán herederos de la Luz perfecta y de la contemplación de la muy santa y soberana Trinidad.... aquellos que se unan totalmente con el Espíritu total; y así esto será, como yo creo, el reino celestial. » 72
El ethos de Dios es la manera permanente en la que Dios es, su disposición eterna y ontológica al don de sí, al sacrificio de si en la relación personal, o en la intimidad tri-hipostática (plano de la teología), o en la relación con lo creado (plan de la "economía"). El ethos de Dios también revela el su " morada": "La divina Tiniebla es la luz inaccesible donde Dios habita" (I Tim 11/16). Pero Aquel que habita desde toda la eternidad la "Luz inaccesible" de su propia naturaleza ha venido para vivir entre nosotros. Además, habitando entre nosotros, Él nos ha dado a través de Su Resurrección, para permanecer con Él, en la Luz: "El que ama vive en la Luz" (I Jn 2,10); y de nuevo: "Tenemos en el cielo una morada eterna" (2 Co 5:1). Y no sólo habitó entre nosotros, sino que habitó en nosotros, y habitando en nosotros nos dio por la Resurrección y l el Pentecostés para habitar en Él: "El Verbo habitando en nosotros y nosotros en él, nos convertimos en el templo del Señor," canta la Liturgia en el tiempo de Pascua.

Dios se revela como "Amor" (I Jn 4,8). Esto quiere decir significa que Él se revela como Persona – abnegación mutua y pertenencia mutua de las Personas Divinas, abnegación y pertenencia mutua de lo humano y lo divino en la persona de Cristo. Las personas o "hipóstasis" divinas no son "partes" de Dios. La persona" expresa el modo de existir de la naturaleza total, la unicidad y la disimilitud de la existencialidad de la naturaleza que se revela solamente dentro de los límites de una relación y de una comunión » 73. El ethos de Dios, el modo de existencia de la divinidad, revela Su naturaleza total, una e indivisible. Ella revela la unidad de la naturaleza divina en la Persona. Ella revela también la absoluta unicidad del Dios personal. La existencia personal de Dios tampoco es la el resultado de una fragmentación. Es por eso que la Tradición de la Iglesia no puede ser asimilada a un simple monoteísmo, no es tampoco uno triteismo. Es la antinomia de la Tri-unidad.


65  Nombres divinos IV P.G. 3, 712 a
66  Dionisio Areopagita Teología mística P.G. 3,997
67  San Gregorio Nacianceno Orat XXXVIII In Teophaniam
68  San Gregorio Nacianceno Orat XXVII 3 P.G. 36 col 29 ab
69  San Máximo el Confesor P.G. 4,189 a
70  Ibid 204 a
71  Christos Yannaras La morale de la liberté, en La ley de la liberté, Tours 1972
72  San Gregorio Nacianceno P.G. 4, 189 a
73  Christos Yannaras La morale de la liberté

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