miércoles, 26 de junio de 2019

El "Consensus Patrum" (Marc-Antoine Costa de Beauregard)


- El "Consensus Patrum"

L’Orthodoxie hier-demain . Deuxième partie: La Pensée
Marc-Antoine Costa de Beauregard
E. Buchet/Chastel. Paris 1979

Este espíritu de comunión, de consentimiento a la Verdad, de conciliación se encuentra - en principio - siempre. Para terminar esta presentación de la Tradición, es importante, al parecer, recordar bajo qué formas se ha encarnado esta Tradición Apostólica.
Ella se ha estructurado, en particular, en términos de interpretaciones autorizadas y auténticas de la Escritura, en  las fórmulas y símbolos de la fe oficiales, en las instituciones, actos y  las costumbres de culto, en las definiciones y decisiones de los santos concilios y finalmente en el acuerdo de los Padres. Aquí es donde se expresa el pensamiento ortodoxo.

La interpretación de las verdades de la fe no es considerada por la Iglesia Ortodoxa como contingente sino por el contrario como tradicional, es decir, tal como se recibió y redistribuyó, de siguiendo siempre el dinamismo eucarístico. Es por eso que San Ireneo dice que no podemos deducir la Verdad de las Escrituras si ignoramos la Tradición, porque esta Tradición ha sido comunicada de viva voz 33.

Es desde el interior mismo de la Tradición, desde la vida eclesial, desde el misterio de comunión, que parte del sentido espiritual que permite una lectura beneficiosa de las Escrituras. San Vicente de Lérins, ese Padre occidental de la Ortodoxia universal, como San Ireneo de Lyon, al igual que San Hilario de Poitiers, dice que "precisamente  el significado de la Escritura es tan profundo que no todo el mundo lo oye de la misma manera, ni universalmente. Las mismas palabras Se interpretan de manera diferente por los unos y por los otros. Casi se podría decir que hay tantos comentarios de la Escritura como de lectores". Y citando a diferentes exégetas de su tiempo que "todos tienen su opinión personal", concluye frente a esta fragmentación de la Verdad por el pensamiento individual que "por lo tanto muy necesario ante este error de repliegues tan variados, someter la interpretación de los Libros Proféticos y Apostólicos a la regla del sentido eclesiástico y católico" 34.

Pero esta "regla", o "canon", no es una regla exterior. Se expresa como el Misterio de Cristo mismo, el Misterio de la comunión eclesial. Los tres criterios - antigüedad, ecumenicidad y acuerdo unánime - lo que permite discernir lo que es de Cristo, son criterios eclesiales que se pueden resumir en el Misterio de comunión. Consiste en estar en comunión con Cristianos (y no sólo con cristianos, diríamos) más antiguos, con los más alejados de nosotros por espacio geográfico y cultural, con los más cercanos, nuestros contemporáneos, nuestros compatriotas.

La búsqueda de la comunión en el plano universal y en el plano local, con los de ayer, de hoy y mañana, es la actitud justa. Ella nos permite no tomar, en tanto que somos cristianos  y en tanto que estamos en la comunión ortodoxa, una posición de institución frente al mundo  institucional hacia el mundo, contra el mundo, contra los no cristianos o los no creyentes; una posición confesional frente a los otros cristianos, hacia otros Cristianos...... El carácter de la Verdad, ligado a la unidad y a la universalidad de la Persona de Cristo y no a la coherencia lógica de nuestro discurso teológico, nos llama a todos a comunicar a esta persona y a comunicar les unos a los otros en Él.

Pero esto implica -¡ lo cual es muy desagradable! - para renunciar a nuestros pensamientos propios y a nuestra voluntad en lo que concierne a Cristo, la Iglesia, la Escritura - pensamientos individuales, fragmentados y finalmente "heréticos" porque implican preferencias (hairesís) y exclusiones en plenitud - y escuchar “lo que el Espíritu dice a la Iglesia” (Liturgia de san Germán de Paris)

Ahora, ¿dónde se  encuentra esta interpretación? Bueno, en la Liturgia, es decir, no sólo en la Liturgia Eucarística, sino también en los diferentes oficios, que son todos de base escrituraria. No hay libro que encierre el pensamiento ortodoxo y las  interpretaciones definitivas. Existe la disposición genial e inspirada por el Espíritu de los Textos del Antiguo y Nuevo Testamento en relación con el Misterio de Cristo, que constituye la estructura de todas las liturgias tradicionales: de Alejandría, de  Antioquía, de Constantinopla, de Roma, de Milán, Galo-Romano, Celta, Siria....

Es la Liturgia -lo comentaremos más adelante- en su estructura tradicional tal como se recibe desde la época de la Iglesia indivisa (este es el caso de todas las liturgias tradicionales), que es el principal vehículo y testimonio de la Tradición. De ahí el interés primordial que los ortodoxos adjuntan a la tradición litúrgica, y no solamente a la liturgia bizantino-eslava, que ciertamente juega un papel primordial, sino pero a la tradición litúrgica universal y local

La tradición también se ha fijado en los símbolos de la fe que expresan en resumen lo esencial de la fe cristiana. Encarnan la Tradición apostólica. Algunos vienen de la era apostólica, otros han sido completados o compuestos en reuniones conciliares (como el Símbolo de Nicea): aquí también, se ve, las formulaciones del pensamiento religioso está en el centro de un acuerdo, de un consenso.

En los concilios de la época patrística, es siempre la Tradición apostólica la que es el criterio para un nuevo acuerdo. San Atanasio, cuando habla del término "consustancial" a propósito del Hijo y el Padre a aquellos que lo rechazan dice: “He aquí que hemos demostrado que el mismo pensamiento ha pasado de los Padres a los Padres. " A propósito del Concilio de Nicea, hizo esta observación sobre el comportamiento conciliar: "Así cree la Iglesia Católica e inmediatamente confesaron como ellos creían para mostrar que su opinión no es cosa nueva sino apostólica y lo que ellos  escribieron no había sido encontrada por ellos, sino que  era lo que enseñaban los apóstoles".35

Este es el sentido de este consentimiento a la Verdad - cuyo alcance hoy, en medio de una aspiración ecuménica, es muy fuerte. Implica esta actitud que consiente en recibir la Verdad de una manera filial y luego no guardártelo para ti. No hay tradición sin "consenso" - que es la comunión en la fe de los unos con los otros - y no hay "consenso" sin paternidad espiritual – lo que es la dimensión jerárquica. Los dos movimientos están animados por el espíritu de la obediencia espiritual, por el amor desinteresado de la Verdad que vuelve cálido el pensamiento.

Los Padres del siglo IV pusieron en valor esta tradición apostólica, la fortalecieron contra el error, y pronto la doctrina de los Padres  fue reconocida como fuente válida de la Tradición Apostólica misma: este "reconocimiento" es el hecho de la Iglesia como un todo.
"¿Pero quiénes son estos padres? " pregunta San Vicente de Lérins. "Son aquellos que han vivido constantemente en la fe y la comunión católica; aquellos que han enseñado constantemente y siempre han permaneció en la Fe; quienes han muerto fieles a Cristo o que se han ganado la felicidad de morir por él. "El criterio es comunión: "Lo que todos, o la mayoría de ellos, han afirmado claramente, con un mismo acuerdo, frecuentemente con insistencia, como una reunión de teólogos unánimes, lo que ellos nos han transmitido después de haberlo recibido de la Tradición, esto debe ser tenido por indudable, cierto y verdadero."36

Por el contrario, "todo lo que un hombre santo y erudito, aunque fuera obispo, confesor, incluso  mártir, piense fuera de la opinión común, ver contra de ella, no puede ser considerada más que como una pequeña idea personal, secreta, privada, y que de ninguna manera puede tener la autoridad pública y  general".

Esto no constituye, como podemos ver, un recurso al argumento de autoridad, de una autoridad ejerciéndose sobre la Iglesia, sobre las conciencias y desde el exterior. Se trata de la autoridad de la Verdad misma (no del episcopado) dentro de la comunión eclesial manifestada por la reunión de obispos, es decir, los presidentes de las asambleas eucarísticas locales o Iglesias. A esto hay que añadir que ciertos de estos Padres eran laicos como San Máximo el Confesor.

Este movimiento patrístico -que consiste en engendrar en la Fe apostólica a los hombres y mujeres de generación en generación- se continúa en nuestros días en la Iglesia Ortodoxa. A menudo se habla del "fin de la era patrística" y se da como último representante de ese pretendido tiempo revuelto a Juan Damasceno. Esta es una visión escolar de las cosas. Que en Occidente , haya tenido lugar una cierta ruptura con la Tradición Patrística incluso antes de la Edad Media, es precisamente nuestro problema de cristianos occidentales y la dificultad que  presenta para los Ortodoxos occidentales de retornar a la comunión patrística para encontrar nuestras raíces indivisas, sin negar sin embargo la historia de la Europa Occidental desde hace diez siglos. En Oriente, las cosas pasaron de forma diferente.

Después de los siete concilios ecuménicos, después de la muerte de San Juan Damasceno ( 749), todavía se encuentran "Padres" y esto hasta nuestros díashoy. Este fue el caso de un san Simeón el Nuevo Teólogo (1022), un laico como Nicolás Cabasilas (1320-1400), un obispo como San Gregorio Palamas (1296-1359) y, más cerca de nosotros, monjes como Passy Velichkovsky en el siglo XVIII en Rusia y Rumanía, como Nectairo de Egine en Grecia o el metropolitano  Filareto en Rusia en el siglo XIX. Hay, para ser breve, una renovación patrística permanente en la Iglesia ortodoxa que está ligada a la manera en que se transmite el pensamiento religioso tradicional  - El pensamiento de Dios sobre la creación y sobre el hombre - de lo que hemos hablado". 37

Así, sin querer repetir los elementos de la parte histórica de esta obra, ni anticiparse a la parte dedicada a la Iglesia ortodoxos hoy en día, podemos situarnos en continuidad de esta Tradición, en tanto que nosotros nos nutrimos de su espíritu, en tanto que nosotros mismos hemos sido engendrados generados en ella por un Wladimir Lossky, un Monseñor Jean Kovalevsky, un Paul Evdokimov, un padre Serge Bulgakov, un padre Dimitru Staniloae, un Patriarca Justiniano, un Christos Yannaras, un Padre Nectario o un Padre Cleopas...... en tanto que nosotros mismos estamos en el presente al servicio de esa Tradición.

La Tradición apostólica es retomada por los Padres del siglo IV  especialmente los llamados "grandes Capadocios" - San Basilio, San Gregorio de Nisa, San Gregorio Nacianceno: todos ellos tienen como amo a la gran Alejandrino, Orígenes  y este será también el caso de los escritores cristianos de lengua latina como San Ambrosio de Milán y San Hilario de los Poitiers. A la muerte de San Juan Damasceno, la "ortodoxia" que había significa "fe universal", significa pertenencia al Imperio Bizantino; la "ortodoxia" es la fe del Emperador – formidable ambigüedad que todavía hoy sufrimos...... En Bizancio, el desarrollo patrístico continúa hasta la llegada de los turcos, mientras que la ortodoxia eslava nació. En los siglos XIX y XX, la teología ortodoxa es el privilegio de todo un mosaico de iglesias en a las que pesa mucho, como en Occidente, la eclesiología de tipo imperial. Pero los acontecimientos históricos, en particular las revoluciones políticas que marcan el siglo XX, lanzando hacia Occidente Ortodoxos que ayudarán a identificar las viejas raíces cristianas de estos países  en el momento mismo en que la cristiandad occidental experimentando una de las mutaciones más fuertes de su historia.


33 San Ireneo de Lyon, Contre les hérésies III,2
34 San Vicente de Lérins. Communitorium Ch2
35 San Atanasio Epist de decretios Nicaenae synodi P.G. XXV-420
36 San Vicente de Lérins. Communitorium Ch38
37 Ver Paul Evdokimov Le Christ dans le pensé russe (Paris 1970)

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