domingo, 23 de junio de 2019

Escolios aun texto implícito 19 (Nicolás Gómez Dávila)


 — Basta un solo párrafo con sentido para tener que atribuir la incoherencia del texto a nuestra impericia.

 — La inflación económica de este final de siglo es fenómeno moral. Resultado, y a la vez castigo, de la codicia igualitaria.

 Ningún pasado es ideal.
 Pero sólo del pasado surgen ideales que no sean linfáticos, ideales con sangre en las venas.

 — Al caer el polvo que levantan los grandes acontecimientos de la historia moderna, la mediocridad de los protagonistas deja estupefacto al historiador.

 — El choque contra un libro inteligente nos hace ver mil estrellas.

 Una nación no “demistifica” su pasado sin empobrecer su sustancia presente.

 — La humanidad no suprime un error sin borrar simultáneamente varias verdades.

 — Las épocas en que las ideas originales escasean se dedican a resucitar errores.

 — El raquitismo cultural de nuestro tiempo es secuela de la cultura industrializada.

 — La técnica ofrecería menos peligros si su manipuleo no le fuese tan fácil al imbécil y tan rentable al caco.

 La liberación creciente de un lado, y la reglamentación creciente del otro, colaboran de manera perfecta a la desmoralización de la sociedad.

 — En toda circunstancia histórica surge siempre quien defienda en nombre de la libertad, de la humanidad o del derecho, la opinión boba.
     Quizás las prácticas religiosas no mejoren el comportamiento ético, pero mejoran indiscutiblemente los modales.

 — Pronto se llega al sitio desde donde la civilización decrece con cada comodidad más.

 — Si la izquierda sigue adoptando, una tras otra, las objeciones que los reaccionarios le hemos hecho al mundo moderno, tendremos que volvernos izquierdistas.

 — Que nada intramundano logre colmarnos no obsta para que anhelemos un mundo menos innoble y menos feo.
 En un jardín bien ordenado el alma observa con más noble calma los primeros estragos del invierno.

 — Debemos acoger toda ventura, sin temor pagano ni presunción imbécil.
     Serenidad perfecta del instante en que parece que nos ligara a Dios una complicidad incomprensible.
— Para corromper al individuo basta enseñarle a llamar derechos sus anhelos personales y abusos los derechos ajenos.

 — Los placeres que colman suelen ser aquellos tan humildes que no les conocemos usualmente el nombre.

 — La mayoría de nuestros fracasos se debe a la propiedad de las series empíricas de no tener ni fin ni inicio ciertos. El hombre rara vez sabe donde puede comenzar y dónde puede concluir.

 — El horror del progreso sólo puede medirlo el que ha conocido un paisaje antes y después que el progreso lo transforme.

 — La brevedad de la vida no angustia cuando en lugar de fijarnos metas nos fijamos rumbos.

 — Aprender a morir es aprender a dejar morir los motivos de esperar sin dejar morir la esperanza.

 — El norteamericano no resulta insoportable porque se crea individualmente importante, sino porque posee, en cuanto norteamericano, la solución de todo problema.

 — Sin la propagación de cultos orientales y sin las invasiones germánicas la civilización helenística hubiese iniciado, desde Roma, la americanización del mundo.

 — Evitemos las profecías, si no queremos vivir de mal humor con la historia.

 — El gobernante democrático no puede adoptar una solución mientras no consiga el apoyo entusiasta de los que nunca entenderán el problema.

 Mientras lo que escribimos no le parezca obsoleto al moderno, inmaduro al adulto, trivial al hombre serio, tenemos que volver a empezar.

 — El arte francés auténtico y la auténtica literatura francesa han vivido siempre al margen de esas “últimas modas intelectuales de París” que el extranjero tanto admira.

 — La solución típicamente moderna de un problema cualquiera escandaliza siempre al que nació sensible a la calidad humana.

 — En un mundo de estados soberanos toda doctrina, por universal que sea, acaba convertida en ideología más o menos oficial de uno de ellos.

 — Las grandes ferias industriales son el muestrario de todo lo que la civilización no requiere.

 — No sólo el intelecto, en algunos el alma misma rebuzna.

 — La peor retórica se cultiva en las naciones democráticas, donde todo formalismo tiene que fingirse actitud espontánea y sincera.
 La retórica monárquica es un formalismo reconocido y confeso, como la etiqueta.

 — La tierra no será nunca un paraíso, pero quizás se pudiera evitar que siga aproximándose a una imitación cursi del infierno.

 — Una reseña de literatura contemporánea nunca permite saber si el crítico cree vivir en medio de genios o si prefiere no tener enemigos.

 — El hombre no hace las peores cosas mientras no afirma que su conciencia lo obliga a hacerlas.

 — El capitalismo es deformación monstruosa de la propiedad privada por la democracia liberal.

 — El Occidente marchita toda alma no-occidental que lo toca.

 — La polución conceptual del mundo por la mentalidad moderna es más grave que la del medio por la industria contemporánea.

 — La poesía rescata las cosas al reconciliar en la metáfora la materia con el espíritu.

 — La familiaridad, con personas u objetos, es lo único que no cansa.

 — Todo grito de soberbia humana acaba en grito de angustia.

 — El que inventa una nueva máquina le inventa a la humanidad un nuevo encadenamiento de nuevas servidumbres.

 — Los mecanismos de la sociedad moderna fomentan las virtudes fastidiosas y castigan los vicios simpáticos.

 — Un sentimiento no es sincero si sus manifestaciones no engañan al psicólogo profesional.

 — El anonimato de la sociedad moderna obliga a todo el mundo a pretenderse importante.

 — La serenidad es el estado de ánimo del que encargó a Dios, una vez por todas, de todas las cosas.

 — La vida es deliciosa en los instantes en que se deja pensar o soñar.

 — Escuchar al prójimo es una de las más penosas obras de misericordia.

 — La crítica moderna usualmente le acredita al autor su extracción modesta como mérito literario.

 — El rico no se desconcierta sino ante quien no lo envidia.

 — La esclerosis senil de la inteligencia no consiste en la incapacidad de cambiar ideas, sino en la incapacidad de cambiar de nivel a las que tenemos.

 — Para convivir pacíficamente con el prójimo nada mejor que no tener ni un solo postulado común.

 — Acusar el aforismo de no expresar sino parte de la verdad equivale a suponer que el discurso prolijo puede expresarla toda.

 — Muy pocos se comportan con la discreción adecuada a su insignificancia.

 — Las ciencias tienden a burocratizarse como todo.

 — Sus acomodaciones a la práctica no dejan de las teorías políticas sino un simple recuerdo.

 — Las más graves dolencias de la sociedad suelen provenir de la imprudencia con que se receta.

 El rico, en la sociedad capitalista, no sabe usar del dinero para lo que mejor sirve: para no tener que pensar en él.

 Ser reaccionario es comprender que el hombre es un problema sin solución humana.

 — La alusión es la única manera de expresar lo íntimo sin adulterarlo.

 — Donde las costumbres y las leyes les permiten a todos aspirar a todo, todos viven frustrados cualquiera que sea el sitio que lleguen a ocupar.

 — Noble es la sociedad que no espera para disciplinarse que la disciplinen las catástrofes.

 — Aún los menos tontos suelen ignorar las condiciones de lo que anhelan y las consecuencias de lo que admiten.

 — La originalidad no es algo que se busque, sino algo que se encuentra.

 — A la celebridades de nuestro tiempo las impregna el olor de los laboratorios publicitarios donde las fabrican.

 — El alma se reseca viviendo en un mundo casi exclusivamente manufacturado.

 — Nunca respira bien entre edificios el que recuerda los olores de la hierba hollada por sus pies desnudos.

 — Nunca me volvió a importar en donde vivir, desde que vi morir los amplios caserones y cubrirse de inmundicia industrial y humana los anchos campos solitarios de mi infancia.

 — No es a realizar sus sueños a lo que se puede esforzar el hombre sino a parecer digno de que se realicen.

 — Quien pretenda montar guardia en los desfiladeros de su alma debe aprender a morar entre roquedos.

 — Las generaciones recientes son particularmente aburridas: creyendo en efecto haber inventado la violencia y el sexo copulan doctrinariamente y doctrinariamente matan.

 — Adoctrinar técnicos es notoriamente fácil.
 El técnico, en efecto, le atribuye a todo dictamen enfático la misma autoridad que a las recetas que aplica.

 — Donde imprudentemente toleremos aglomeraciones, orden y tiranía acaban desgraciadamente coincidiendo.

 — La inteligencia es el único arte que puede sobrevivir en cualquier clima histórico.

 — La fealdad del mundo moderno ha necesitado una labor titánica.

 — El tonto pierde sus esperanzas, nunca sus ilusiones.

 — Tener buen gusto es ante todo saber qué debemos rechazar.

 — El ruido moderno ensordece el alma.

 — Entre los vicios de la democracia hay que contar la imposibilidad de que alguien ocupe allí un puesto importante que no ambicione.

 — Ángeles y demonios se llevan ambos un chasco ante el lecho mortuorio de un agonizante bien moderno: apenas encuentran huellas de alma desde hace años evaporada.

 — El periodista se arroga la importancia de lo que informa.

 — Canónigo obscurantista del viejo capitulo metropolitano de Santa Fe, agria beata bogotana, rudo hacendado sabanero, somos de la misma ralea. Con mis actuales compatriotas sólo comparto pasaporte.

 — El único progreso posible es el progreso interno de cada individuo. Proceso que termina con el fin de cada vida.

 — Al divorciarse religión y estética no se sabe cuál se corrompe más pronto.

 — Dada la rápida obsolescencia de todo en nuestra época, el hombre vive hoy en un tiempo psicológicamente más breve.

 — Mientras se le conserve el nombre a un partido se le pueden cambiar los programas.

 — El invento se inventa una vez por todas.
 La idea tiene que ser reinventada cada vez.

 — El que no esté listo a preferir la derrota en determinadas circunstancias comete tarde o temprano los crímenes que denuncia.

 — El que derrota una causa noble es el verdadero derrotado.

 — El error puede ganar, pero no vencer.

 — Todo peso pronto nos agobia, si no tenemos a Jesús de cireneo.

 — Nuestra propia cruz nos pesa menos que la que no podemos ayudar a llevar al que amamos.

 — Nuestros interlocutores cotidianos y nuestros autores favoritos no pueden pertenecer a la misma especia zoológica.

 — Cada nueva generación, en este siglo, entra gritando que tiene algo nuevo que hacer y sale diciendo que sólo tiene algo nuevo que lamentar.

 — El que atiborra de modismos su texto fabrica folclorismo lingüístico para turistas literarios.

 — A quien haya que definirle ciertos términos hay que hablarle de otra cosa.

 — Más que un viento de traición, sobre el clero moderno sopla un huracán de estupidez.

 La inteligencia aísla; la estupidez congrega.

 — La capacidad de absorber pornografía es el rasgo distintivo del imbécil.

 — El poeta moderno es labriego que siembra con desaliento una parcela de tierra erosionada.

 — Para huir de esta cárcel, hay que aprender a no pactar con sus indiscutibles comodidades.

 — Las piruetas del teólogo moderno no le han granjeado ni una conversión más, ni una apostasía menos.

 Lo que nos enclaustra nos ofrece la posibilidad de ennoblecernos.
 Aun cuando sea un simple aguacero.

 — El pueblo nunca elige. Cuando mucho, ratifica.

 — El hombre les debe con frecuencia a sus defectos los fracasos que evita.

 — El conservatismo no debe ser partido sino actitud normal de todo hombre decente.

 — Para ganar una apuesta, en nuestro tiempo, hay que apostar por los individuos o las causas que uno quisiera ver perder.

 — Las únicas sociedades más odiosas que las que enrabian al joven rebelde son las que ayuda inocentemente a construir.

 — El comportamiento estéticamente satisfactorio es el ético.

 — Dialogar con el imbécil es escabroso: nunca sabemos dónde lo herimos, cuándo lo escandalizamos, cómo lo complacemos.

 — No es a ampliar nuestra ciencia a lo que podemos aspirar, sino a documentar nuestra ignorancia.

 — La evolución de las obras de arte en objetos de arte y de los objetos de arte en bienes de inversión o en artículos de consumo es fenómeno moderno.
 Proceso que no patentiza una difusión de lo estético, sino la culminación del economismo contemporáneo.

 — Comprender es finalmente hacer coincidir hecho tras hecho con nuestro propio misterio.

 — En las agrupaciones humanas sólo se suman los defectos de los que se agrupan.

 — Los museos son el castigo del turista.

 — Después de cierta edad no debemos mirarnos los unos a los otros sino a media luz.

 — El peor irresponsable es el que asume cualquier responsabilidad sin ser constreñido.

 — La impertinente tentativa de justificar “the ways of God to man” transforma a Dios en un pedagogo consternado que inventa trucos didácticos, a la vez crueles y pueriles.

 — La verdad reside en la zona indecisa donde principios opuestos se entrecruzan y se corrigen recíprocamente.

 — Los países de literatura indigente tienen historia desabrida.

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