Capítulo III LAS DIMENSIONES CATAFATICA Y APOFATICA DE LA TEOLOGIA DE LOS PADRES
Paul Evdokímov, La connaissance de Dieu selon la Tradition Orientale , X. Mappus, Lyon. Paulinas, Madrid,
1969. (agotado).
Vuelta
hacia Dios, la teología, bajo su aspecto apofático de la negación de toda
definición humana, antropomorfa, se presenta como una aproximación a las
tinieblas, franja de la inaccesible luz divina. Su axioma dice: «De Dios sólo
sabemos que "es" y no "lo que es".«A Dios nadie le vio
jamás; un Dios Unigénito nos lo ha dado a conocer»; la única visión posible del
"cara a cara" es la del Hijo encarnado, huella misteriosa del Padre.
No hay nunca visión de la esencia de Dios, radicalmente trascendente, pero sí
la más real participación de las energías divinas increadas. Para san Isaac el
Sirio, la aproximación de Dios no suprime de ninguna manera la fe, sino que la
hace superior: es visión de lo invisible
pero que no deja de ser invisible. Dios es incomparable en el sentido absoluto,
ningún nombre lo expresa adecuadamente. Su «nombre está sobre cualquier otro
nombre» (Flp 2,9) y esto "eternamente" (Efesios, 1, 21) porque es el
Nombre divino - Adonai- el Nombre que no puede ser pronunciado. Cuando le
llamamos Dios o Creador, no designamos a Dios en sí mismo, sino su faz vuelta
hacia el mundo, lo que está "alrededor de Dios". La teología
catafática, positiva, "simbólica", no se aplica sino a los atributos
revelados, a las manifestaciones de Dios en el mundo. Este conocimiento de Dios
en sus actos es una traducción de sus revelaciones al mundo conceptual y no es más que una expresión cifrada; porque
la realidad de que da testimonio es absolutamente original, irreductible a todo
sistema de pensamiento, hasta el punto de que un "Dios lógico" no
sería más que un ídolo fabricado. Alrededor del abismo abisal de Dios, del abismo
paternal según Orígenes, hay trazado un cerco de silencio.
El
método catafático procede por afirmaciones que limitan a Dios como lo hace toda
definición, y por eso su enseñanza es insuficiente; hay que completarla por el
método apofático. La teología positiva no es desvalorizada, sino precisada en
cuanto a su dimensión y a sus límites. Por el contrario, la teología negativa
habitúa a la distancia infranqueable y salvadora: "Los conceptos crean
ídolos de Dios" dice S. Gregorio de Nisa, "sólo la admiración capta
alguna cosa". "Los misterios se revelan más allá de todo
conocimiento, aun más allá de la incognoscencia, en las tinieblas más que
luminosas del silencio".
Esto
no es agnosticismo, porque gracias a esta incognoscencia misma, por una
"intuitividad primordial y simple" se conoce más allá de toda
inteligencia. La teología negativa es una superación, pero que no se aparta
nunca de su base, teología positiva de la revelación. Cuanto más alto se eleva
la vertical, más enraizada está en la horizontal. No se trata sólo de la
impotencia humana, sino de la profundidad inefable de la esencia divina; Dios
es la Persona
libre, por consiguiente es misterio por su naturaleza. Las tinieblas
deslumbrantes son una manera de expresar la proximidad de lo incomprensible;
cuanto más presente está Dios, más próximo está y más escondido La vía negativa
no es una vía negadora; negatividad no es negación. La afirmación triunfa por
la negación, único remedio de su propia insuficiencia que obliga a
trascenderse, porque «hablar de Dios, dice Orígenes, aun en términos precisos,
no es riesgo pequeño... »
La
teología negativa tampoco es un simple correctivo y llamada de la prudencia;
es una teología autónoma y que posee su propio método y aporta cierto
conocimiento. Así los términos «super-bueno» o « super-existente » son «
negaciones-afirmaciones »y contienen cierta descripción de lo inconcebible. Se
sitúa en la experiencia generadora de la unidad, como el misterio de la unión
eucarística. Cuanto más incognoscible es Dios en la trascendencia de su Ser,
tanto más experimentable es en su proximidad inmanente en cuanto Existente.
Al
buscar a Dios, el hombre es encontrado por Dios; al perseguir su verdad, esta
se apodera del hombre y le transporta a su nivel. «Encontrar a Dios consiste en
buscarle sin cesar... ver verdaderamente a Dios es no estar nunca harto de
desearle». Es «el eternamente buscado», (san Gregorio de Nisa); no se le
encuentra sino buscándole siempre.
La
apofasis, en cuanto método, enseña la actitud correcta de todo teólogo: el
hombre no especula sino que se cambia. En este estado de cambio continuo,
de la deificación progresiva, contempla la Mónada una y trina que "permanece escondida en su misma
epifanía" según san Máximo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario