viernes, 31 de mayo de 2019

Verdades y mentiras del feminismo (Paul Evdokimov)


Verdades y mentiras del feminismo

Paul Evdokimov
La femme et la salut du monde. Chap. IV
Desclée de Brouwer 1978

7. - Después del papel que desempeñaron las mujeres durante la guerra, el hombre ya no puede negarle sus posiciones adquiridas. El movimiento de emancipación libera y arroja al mundo un enorme potencial de fuerza. La participación en la producción económica introduce a las mujeres en la comunidad masculina, pero los hombres siente un miedo oscuro delante de un ser que evoluciona demasiado rápido y está perturbado en su propia seguridad; el orden social está amenazado. El hombre preferiría tratar a la mujer como una esclava, persuadiéndola de que ella es reina.

Pero, de todos modos, el orden patriarcal basado en el tipo clásico amante y sirvienta está profundamente conmovido. Es un hecho ya muy corriente que primero la mujer ejerce una profesión y sólo entonces es una esposa o amante. Su oficio la hace independiente y los obstáculos morales y religiosos desaparecen con la decadencia del hogar burgués. De acuerdo con las estadísticas ya antiguas de la Sra. Kollontaï, de 60 millones de trabajadores sονiéticos, la mitad de ellos no están casados. La mujer gana su vida e, incluso en el amor, rápidamente se desliza hacia la manera masculina, en el que todo sentido espiritual está ausente.

Lanzadas a la construcción del mundo nuevo, la mujer emancipada es designada con el término "célibe" que por ella sola expresa la amplitud de la revolución realizada. Pero, según las observaciones de Kayserling, el nuevo sentido social en América y en la Rusia soviética mata las emociones profundas y cambia la significación de los de los valores. Un mundo feliz  de Huxley, o 1984 de George Orwel son terriblemente elocuentes. La mujer contrae rápidamente las enfermedades del hombre: el cebo y la atracción del placer. La misma formación profesional falsifica la naturaleza femenina y la educación igualitaria halaga, pero no da ninguna instrucción verdadera, capaz de introducir a la mujer como mujer en el mundo de la comunidad humana.

La necesidad de igualdad hace que la mujer sea agresiva, haciéndose pasar por una rival; la mujer duplica al hombre, pero el potencial de su afectividad específicamente femenina, se agota, se  arriesga a perder su naturaleza. Se produce una enorme desviación agravada por la incorporación de la mujer al mundo masculino en el momento de su la decadencia. La situación económica actual acepta la unión libre como una posición social. La pareja vive en la casa y los niños son colocados en internados. El padre disminuido en sus las prerrogativas y la madre ausente dejan a los niños en abandono moral. El  llamado amor libre, donde el cuerpo se ofrece en ausencia del alma provoca un inquietante número de neurosis.

8. - Es en este mundo de neuróticos donde nos introduce el libro nos de Simone de Beauvoir. Un libro notable, una verdadera suma de observaciones muy precisas y valientes, pero que terminan con una terrible sensación de vacío. La ausencia de cualquier conclusión es específica de la filosofía sartreana 3. Más allá de la las apariencias, no existe ningún misterio, e incluso el abismo demoníaco no tiene profundidad, es el abismo de la triviliadad. Ya Nietzsche lanzó este grito de alarma: "no desencarnéis a la mujer de su misterio". Reducido a la pura fisiología, no es solamente su misterio, es la misma mujer la que desaparece. El "para si” "de la mujer existencialista resulta el "todo para mi placer".

3. Una serie de personajes de Sartre (del tipo “canalla”) representa “das Man” el “se” de Heidegger, que no puede tener conclusión.

La naturaleza de este placer descrito en los sueños de las jovencitas devuelve una lectura penosa porque denota una mentalidad simiesca, francamente degenerada. Sin embargo, todo nihilismo es destruido desde dentro por su propia  y terrible cuestión: "¿Qué sentido tiene?" y   también el existencialismo por ¿Y luego qué?

Una literatura cada vez más malsana, mientras arranca no sólo las máscaras de la hipocresía, sino los indispensables velos del pudor, nos coloca en el mundo de los enfermos, con todos los detalles penosos de una imaginación mórbida. Nadie está obligados a hipnotizarse sobre las consecuencias finales de la digestión. Los locos, los maníacos existen, pero cuan desolador  imponerse su visión o presentarla como la de todo el mundo! Los ejemplos de la psicopatología -preciosos en su género-, no deben franquear los límites de su propio mundo. S. de Beauvoir se revuelve contra la mitología del tiempo patriarcal y se desliza en el mito de la mujer amazona, pero ésta inevitablemente desemboca tarde o temprano en la gran prostituta del APOCALIPSIS. En ambos casos, es la reciprocidad, lo otro lo que se pierde; la autonomía trasciende a la alteridad; se sirven el uno dl otro y  se acaba en la soledad, en la alienación.

Sin embargo, es en el estallido de la soledad orgullosa y romántica, en el menosprecio de si mismo y en la comunión recuperada donde se opera el advenimiento del hombre. La humanidad 4 es como una cumbre cuyos dos lados son el masculino y el femenino realizándose el uno por el otro.  En el evangelio de s. Marco leemos: Los resucitados son como ángeles en el cielo (Marc 12,25). Swedenborg da una brillante explicación de esta palabra, lo masculino y lo femenino (en su totalidad) se recuperan en el Reino de Dios en la forma de un solo ángel.

Si el hombre se prolonga en al mundo a través de lo útil, la mujer lo hace por el don de sí mismo. En su mismo ser, está ligado a los ritmos de la naturaleza, acordada al orden que gobierna el universo. Es por este don que toda mujer es virtualmente una madre y lleva en el fondo de su alma el tesoro del mundo. La frescor de la verdadera feminidad que sostiene la el sentido oculto de las cosas emerge de esta frase de K. Mansfield:" Cuando una mujer pasea con un bebé recién nacido,

4. En GÁLATAS 3, 27-28, se remarcará el eis masculino. En Cristo, no somos una cosa, sino más bien, por así decirlo, una sola persona. H. DE LUJBAC, el catolicismo p.87, nota 2

sabéis  de qué manera se acerca la vecina y levantando el velo de la cabecita, se inclina, exclamando: "Dios la bendiga". Tengo siempre envidia de hacer otro tanto delante de las caras de los lagartos y de los pensamientos, como frente a la casa a la luz de la luna. Me siento siempre a punto de dar mi la bendición de que yo contemplo." Además de la fabricación, hay penetración en la profundidad secreta del ser. Si el propósito del hombre es actuar, la de la mujer es ser, y esta es la categoría religiosa por excelencia.
La mujer podía acumular valores intelectuales, pero estos valores no dan alegría. La mujer intelectualizada a ultranza al igual del hombre y constructora del mundo se verá despojada de su esencia, porque es la feminidad como manera de ser y modo de existencia irremplazable, como la mujer es llamada para aportar a la cultura. El hombre crea la ciencia, el arte, la filosofía e incluso la teología en tanto que sistema, pero estos acaban en una terrible objetivación de la verdad. La mujer, afortunadamente, está ahí; y ella está predestinada a convertirse en portadora de estos valores, el lugar donde se encarnan y se viven. En la cima del  mundo, en el corazón mismo de lo espiritual, se encuentra la Sierva de Dios, manifestación del ser humano reestablecido  en su verdad inicial. Proteger el mundo de los hombres en tanto que madre y salvarlo en tanto que virgen, al dar a este mundo un alma, su alma, tal es la vocación de las mujeres. El destino del mundo nuevo está entre los brazos de la madre, como dice tan bellamente el Corán: "El paraíso está a los pies de la madre. " Giraudoux, en Sodoma y Gomorra, dice en la época en que la mujer ya no sabe amar y darse: "¡Es el fin del mundo! ».

                                                                          *

La vocación de la mujer no está en función de la sociedad, sino en función de la humanidad; su campo de acción no es la civilización sino "cultura". Los ojos demacrados, las lámparas llenas de "aceite de alegría", las vírgenes prudentes están a la espera del Esposo (MAT. 25, 1). Ellas "honran en silencio" el parto de las cosas últimas que vendrán. El alma, como dice S. Macario,se convierte toda entera en el "ojo" que capta y emite luz. Pero " Abraham espera aún, e Isaac y Jacob, y todos los profetas esperan para  recibir con nosotros la beatitud perfecta. Porque no hay más que un Cuerpo esperando la redención 5. El tiempo de la está ya encinta de la "cosa" esperada. El invita a salir del estado de fragmentación al estado de un solo cuerpo.

La verdadera trascendencia une lo masculino y lo femenino en una integración que transforma sus elementos. Detiene su fragmentación en "mujeres" y "hombres", en mí y no mí. Toda la paradoja del destino humano es llegar a ser uno mismo convirtiéndose en otra cosa: el hombre se ve a sí mismo como dios según la gracia, el exterior no distingue más desde el interior.

El único criterio de la gracia recibida es la humildad y el amor (sirvienta y amiga del Esposo), la radiante constelación de la "Paloma perfecta" de la que ningún ser queda excluido. Ser si  mismo en este orden por venir, y que comienza ya, es ponerse como otro y en la trascendencia última inclina todo el plano material hacia el Otro divino. La Virgen y  s. Juan el Bautista lo testimonian testifica de esto, ellos operan esta trascendencia el uno por el otro  la plenitud humana o en Cristo. El oficio de s. Juan el Bautista lo explicita: "Por los lazos de la comunión de la oración, eres uno, Madre del Rey de todos y el divino Precursor, rezad juntos. »

5 Orígenes. In Levit. Hom 7 nº2

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