Conservadurismo
Jacques du Perron
Journal d’un homme de Droite
Pardès, Puiseaux 1993
Creo que el
conservadurismo es el talón de Aquiles de la Derecha. Conservar es bueno
siempre y cuando se trata de buenos objetos. Los conservadores, amantes de la
antigüedad, celadores del pasado como otros son del futuro, no siempre saben
distinguir el buen grano de la cizaña; pero sobre todo acogieron en sus filas a
individuos que no conocían más que la
cizaña. Yo designo así a los miembros
del Tercer Estado que, una vez pasada la tormenta revolucionaria, no pensaban más que en preservar sus riquezas más
o menos bien adquiridas. Este pasaje a la derecha, al conservadurismo, de una
parte de la burguesía, representa uno de los acontecimientos mayores de la vida
política del siglo XIX. Se formó así una nueva derecha liberal, egoísta, oportunista,
preocupado por la defensa de intereses materiales, que se podemos confundirlo
con el Orleanismo. Desafortunadamente, esta "derecha económica",
gracias al prodigioso desarrollo del comercio y de la industria, tendió cada
vez más a ocupar el centro de la escena, su liberalismo, su oportunismo, le
permitirán fusionarse con el espíritu mismo de los tiempos, el progresismo, el
cientificismo y el mercantilismo, mientras que la derecha verdadera parecía
estar condenada por la evolución del mundo moderno. El legitimismo estando superado por "el "progreso", el
bonapartismo y el nacionalismo no lograron crear una derecha popular verdadera,
el "orleanismo" terminó por imponerse a los ojos del público como la
única derecha posible y como el partido de los capitalistas y patronos. Esta
imagen reductora de la derecha es, en mi opinión, el principal handicap que
debe superar la derecha tradicional en la perspectiva de una posible
reconquista de los espíritus. Tal vez por primera vez, la
"reconquista" está saliendo del dominio de las quimeras, gracias a
las debilidades, los compromisos de la derecha económica cuya decadencia revela
el verdadero rostro. Paradójicamente, pero sólo en apariencia, cuando sabemos
que el liberalismo conduce al socialismo, es ahora que la derecha de los
"capitalistas" se acerca a la Izquierda, de la que toma prestado sin
vergüenza el lenguaje demagógico. Este punto de inflexión, espectacular para un
público no advertido, permitirá tal vez abrir los ojos de las almas de buena
voluntad sobre la verdadera naturaleza del derecho económico, por una parte, y
de la colusión, por otra de una parte de la izquierda (empezando por la URSS)
con las Finanzas Internacionales, por otro lado. El capitalismo podría aparecer
entonces en su verdadera luz, como una forma, análoga al socialismo, de la
subversión antitradicional, al contrario, en consecuencia, de la verdadera
derecha.
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