Han existido comunidades
cristianas, pero Estados cristianos no existen ni existirán nunca.
(Tage
Lindbom. La semilla y la cizaña. Taurus. Madrid 1980, p75)
Por esa sustitución del problema de la
verdad por una justíficación moral de las aspiraciones profanas, el Reino del
hombre conquista varias posiciones ventajosas.
Sus objetivos profundos, que son la práctica de un egoísmo sin trabas y
la posibilidad, para el hombre entregado a sus propios intereses, de
«autorrealizarse», están disimulados por una máscara moralizante y reciben una
legitimación «superior»: se asegura que no se trata de egoísmo, sino del bien,
y es ese bien el que debe ofrecerse a los habitantes de la tierra. Un disfraz tal permite presentar al egoísmo
subjetivo como una aspiración desinteresada y objetiva. Ante él, vacilan incluso los frentes
religiosos. Muchos de los que pretenden
representar al reino de Dios y a su justicia no están solamente dispuestos, por
ejemplo, a ver en el comunismo ateo un sistema procedente de un bello
pensamiento y de un «elevado ideal»; son numerosos los que incluso aceptan la
paz y la colaboración con ese sistema, porque se declara que la «aspiración al
bien» es un factor de unión y abre la vía a esa colaboración (4).
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4. Debería recordarse a los actuales
pattidarios del aggiornamento lo que el Maestro Eckhart decía en estos
términos-.”En fin, podrás preguntar ¿cuándo es recta la Voluntad? Es recta y se realiza cuando sin ninguna
atadura al yo se manifiesta por sí sola, formada y moldeada dentro de la
Voluntad de Dios”.
(Meister Eckhardt, Deutsche Predigten une Traktate, Munich, 1955, p. 54).
(Tage Lindbon. El trigo y la cizaña.Ed
Taurus Madrid 1980,p70-71)
Quien busca el reino de Dios y su
justicia sabe que el sufrimiento es parte integrante de nuestro imperfecto
mundo y que, en nuestra vida terrenal no podríamos evitarlo, lo que vendría a
ser como querer dejar atrás la propia sombra.
Sin embargo, los corifeos modernistas se atribuyen entre sus grandes
objetivos la mísión de abolir el sufrímiento.
Porque su punto de partida es el hombre sensorial y egoísta, y lo que se
expresa negativamente como abolición del sufrimiento implica positivamente el
bienestar y la saciedad material y psíquica del individuo. Es el Estado-providencia quien suministra la
garantía en el plano colectivo.
(Tage Lindbon. El trigo y la cizaña.Ed
Taurus Madrid 1980,p134)
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