SCHUON VERSUS GUENON (cont.)
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COLECTIVO REDACCION
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Por otra parte, la Rivista di Studi Tradizionali de
Torino en su Nº 33 de 1970 publicaba un artículo firmado por Giorgio Manara,
(ver SYMBOLOS Nº 11-12, 1996, p. 256), del que extraemos los siguientes
párrafos:
"El equívoco es sin embargo
más grave en lo que concierne a los otros tres personajes susodichos [L.
Schaya, T. Burckhardt y F. Schuon] quienes, lejos de ser sus discípulos,
envenenaron los últimos años de la vida de René Guénon, provocando unos
obstáculos de los más penosos, que tuvo que soportar, tal como muestra
abundantemente su correspondencia.
"Especialmente, de Frithjof Schuon (del que
Planète-Plus ha repescado un viejo artículo, más bien ambiguo y redactado a
propósito en un sentido restrictivo con respecto a René Guénon, escrito con
ocasión de su muerte) puede decirse que desgraciadamente no supo ser el
discípulo de nadie (nota al pie: En este artículo se lee
especialmente que la admisión sin reserva de 'todas las deducciones que el
autor (a saber Guénon) nos propone … nos parece ser una cuestión de opinión,
incluso de fe', y que 'el papel de Guénon era el enunciar unos principios más
bien que el mostrar su aplicación'; si se piensa que la aplicación consistía
también en el trabajo de desenmascarar las desviaciones de todo tipo en
nuestra época, comprendidas las que concernían al propio Schuon, se comprende
que éste se haya encargado de proteger su posición adelantando sus
reservas…)" (p. 205).
Y en el Nº 34 (1971):
"Evidentemente, [Schuon] está
persuadido de que proporciona a sus lectores y discípulos unas aplicaciones
del mayor interés; sólo que éstas desgraciadamente se fundan en gran medida
en nociones mal comprendidas, extraídas de fuentes tradicionales y sobre todo
de la obra de René Guénon, que no ha sido capaz de asimilar verdaderamente; y
es por esta razón que sus exposiciones constituyen tan a menudo un muestrario
involuntario y reiterado de sus defectos de comprensión y de deformaciones
que además se distinguen por un estilo muy personal." (p. 64).
En respuesta al artículo "Quelques Critiques" que hemos
reproducido parcialmente más arriba, apareció en Vers la Tradition,
revista dirigida por Roland Goffin desde 1982, y cuya función es difundir la
obra de Guénon, un autor que firma con el pseudónimo de Jonás y dice lo
siguiente:
"La mayor parte de las
críticas contra René Guénon, emanan además, de fariseos, 'de esoteristas de
salón', de universitarios, o de intelectuales France-culturels.
Y, cuando provienen de individualidades cuya calidad es más eminente, da pena
el leerlas o escucharlas.
"Entre los múltiples ejemplos, y en razón del
lugar –forzosamente limitado– que este artículo ocupa, nos contentaremos con
volver a hablar de dos de ellos: Frithjof Schuon, y Alain Daniélou, cuyas
'reflexiones críticas' han dado lugar a los capítulos del 'Dossier H',
dossier tan brillante a veces como desafortunado. (Que se nos explique por
ejemplo qué significan ahí dentro, las confusas elucubraciones
filosófico-parisinas de Michel Le Bris...).
"Sería fácil, naturalmente, comenzar por
algunas observaciones concernientes a las individualidades en cuestión, y que
podrían sorprender, si no fuera que las individualidades son algo desdeñable
en el tema que nos concierne. Sin embargo, ¿cómo olvidar que el Sr. Schuon,
por sólo citarle a él, se lo debe todo o casi todo a René Guénon, que este
último lo recibió muy amablemente en el Cairo, y que Frithjof Schuon le
enviaba humildemente sus libros a fin de recibir las sugerencias del Sheikh
Abdel Wahed Yahia? ¿Y cómo no ver en la deliberada voluntad del Sr. Schuon de
romper con René Guénon, la consecuencia primera de una individualidad,
excepcionalmente dotada sin duda, pero afectada por un curioso orgullo, así
como la causa de sus futuros vagabundeos metafísicos y sincréticos entre el
Islam, el Cristianismo y las tradiciones pieles rojas, vagabundeos que
indujeron a muchos de sus discípulos a alejarse de él?…
"Queda la actitud intelectual que es la única
que verdaderamente nos importa. La de Frithjof Schuon, en el artículo de este
'Dossier H', aparece, hay que reconocerlo, extrañamente hostil, y nos es
imposible ver en ello solamente nobles razones. El buen doctor Freud habría
hablado sin duda de una especie de complejo de Edipo: los hijos que quieren
matar al padre, el discípulo que quiere matar al maestro, Frithjof Schuon
simplemente ha elegido una mala manera de ganar su independencia, y no puede
uno sino lamentarlo por él."
Y continúa:
"Muy a menudo sus reflexiones hacen sonreír, lo
que no es poco en tiempos tan sombríos. Hay que decir que no le ahorra nada a
este 'desgraciado René Guénon': 'incongruencias', 'apariencia de un inmenso
saber que no posee', 'sorpresa ante puntos que cualquier niño debería
comprender', 'falta del sentido de lo humano concreto', 'opiniones
extravagantes', 'asertos problemáticos'…¡Verdaderamente, uno se pregunta cómo
un carácter tan sutil como el del Sr. Schuon ha podido engañarse tanto tiempo
acerca de aquél que algunos años antes reconocía, si no como su maestro, al
menos como uno de ellos!
"Sin embargo las afirmaciones del Sr. Schuon
deben ponerse también en tela de juicio. Aparte de la malevolencia pura y
simple, dan la impresión de emanar de un ser mucho más inclinado a seguir una
vía mística que una vía propiamente iniciática, lo que no es ningún reproche
por nuestra parte, pero bastaría para explicar muchos malentendidos. Cuando
por ejemplo reprocha a René Guénon que considere 'la exaltación del
sufrimiento en el Cristianismo' como una desviación moderna, tenemos el derecho
de interrogarnos: ¿No sabe en efecto, que cualquier enviado,
tradicionalmente, puede ser considerado como un sacrificado, pero que esto no
implica en absoluto la exaltación del sufrimiento en tanto que tal, incluso
aunque ciertos místicos hayan querido hacer de ello una condición sine qua
non de su salvación individual? Además, todos los maestros espirituales están
de acuerdo en condenar, no la ascesis, sino las austeridades excesivas y el
autocastigo corporal, que en la mayoría de los casos sólo pueden ocasionar
–aparte de algunos 'poderes' psíquicos– un fortalecimiento, sutil pero muy
real, del ego.
"En cuanto a reflexiones tan piadosamente
irónicas como éstas: 'Sufrir heroicamente en Dios, no es interesante
(sobrentendido: para Guénon), pues es profano, pero dar unos pasos sobre una
alfombra con símbolos en una logia masónica, ¡ésto si que es interesante!',
hubiéramos preferido que nos las ahorrara. El sentimentalismo, es verdad, no
está ausente de toda la obra de Frithjof Schuon, obra que en muchos aspectos
debemos reconocer que es de un valor indiscutible.
"Por otra parte, ¿cómo puede el Sr. Schuon
equivocarse hasta tal punto sobre la comparación hecha por René Guénon entre
las posibilidades respectivas del estado de vigilia y del estado de sueño? Este
último indicó que las posibilidades del estado de sueño eran en un sentido
superiores a las del estado de vigilia, en tanto que menos limitativas,
especialmente desde el punto de vista de la modalidad corporal; y he aquí que
Frithjof Schuon monta su caballo de batalla para guiar la guerra santa:
'Entonces, dice, que un santo sueñe que es un criminal, o que un criminal
sueñe que es un santo, es 'metafísicamente' equivalente, y el sueño de un
criminal es incluso superior a la realidad despierta del santo si el
malhechor sueña que flota por los aires, sin tener además la elección de
soñar otra cosa'.
"A ello podríamos responder con un argumento
decisivo, pero que probablemente disgustaría aún a muchas sensibilidades. Por
eso nos contentaremos con hacer notar que el Sr. Schuon ha leído mal a René
Guénon, o bien, de la misma manera que acusa a este último, que 'lee en los
documentos lo que desea encontrar en ellos'. Pues –que no le disguste al
Sheikh Aissa– René Guénon no se refería ahí a un fenómeno particular, sino a
esos dos estados en su principio mismo, y ¿quién podría poner en duda –o
entonces, pondríamos en duda todas las enseñanzas tradicionales– la
superioridad relativa del estado de sueño, es decir de la manifestación
sutil, en relación al estado de vigilia, es decir con respecto a la
manifestación grosera?
"Podríamos continuar mucho tiempo, casi punto
por punto, refutando las afirmaciones contenidas en este artículo crítico,
pero este estudio sería muy largo y fastidioso para los lectores de 'Vers la
Tradition' quienes sabrán por ellos mismos de qué se trata."
Acabando:
"Terminaremos sin embargo con
dos observaciones: cuando Frithjof Schuon habla de 'falta de sentido de lo
humano concreto' en René Guénon, olvida demasiado deprisa su estancia en el
Cairo, así como las decenas de testimonios que dan pruebas suficientes de la
bondad de René Guénon, igual que de su rigor intelectual. En fin, cuando se
permite lanzar la duda en el espíritu de su lector haciendo observaciones de
este tipo: 'Él (René Guénon) me ha confesado no haber leído nunca al Maestro
Eckhart', que sepa bien que a aquéllos que hayan asimilado la obra del Sheikh
Abdel Wahed Yahia les trae totalmente sin cuidado. Que René Guénon, quien por
lo demás cita al Maestro Eckhart, no haya leído la centésima parte de los
sermones del renano, importa poco. A quien esté en estado de comprender, una
palabra le bastará. A quien se halle en las tinieblas, no le bastarán todos
los sermones de la creación.
"Esta última afirmación se halla probablemente
en relación con la reflexión citada más arriba, según la cual Guénon 'a
menudo da la impresión de un saber inmenso que no posee'. Si Frithjof Schuon
entiende por ello lo que se define generalmente como el 'saber', noción
completamente profana, o incluso ciertos conocimientos de detalle, por lo
demás puramente librescos y teóricos, podemos admitirlo perfectamente, y
añadir enseguida que tampoco nos importa. Si se trata de Conocimiento, '¡esto
nos recuerda, decía el mismo Guénon, el caso de aquéllos que se imaginan que
no conocemos o no comprendemos todo aquello de lo que nos abstenemos de
hablar!'…
"Las observaciones de Alain Daniélou –quien, en
sus obras manifiesta una curiosa incomprensión de lo que se conviene en
llamar el Monoteísmo– aunque más mesuradas y menos maliciosas en su conjunto,
no nos parecen mucho más estimables en el fondo. Así, cuando reprocha a
Guénon que se refiera exclusivamente a la tradición védica, y que utilice
'textos que los letrados tradicionales consideran fantasiosos', uno duda
haber leído bien. ¿De qué fantasías habla? ¿Fantasías el Baghavad-Gîtâ?
¿Fantasías los Puranas? ¿Fantasías los Upanishads? ¿Fantasías los
Brahma-Sutras? Fantasioso, Shankarâchârya?
"Uno se queda atónito ante otras afirmaciones
del mismo tipo: 'Desde el punto de vista de los representantes de la
tradición hindú, parecía que Guénon se creía demasiado su papel de gran
iniciado', o también: 'Me ha parecido que Guénon, al final de su vida,
rodeado de discípulos que lo admiraban sin reticencia, había terminado por
considerarse a él mismo como el único representante auténtico de la
Tradición'. ¿De qué representantes habla? Otros, también auténticos, han
afirmado con fuerza lo contrario, y han aprobado muy altamente la
presentación de las doctrinas vedánticas por Guénon. ¿Y de qué discípulos?
Guénon nunca los ha tenido, y ha vivido solo hasta el final de su vida. En
cuanto a 'pretender ser el heredero indiscutible y autorizado de la
tradición' hindú, no vemos cómo Guénon habría podido tener el estúpido
orgullo de considerarse el único capaz de explicar las sutilezas de su
tradición a los hindúes." ("Para terminar con [la polémica sobre]
René Guénon", Vers la Tradition nº 36,
junio-julio-agosto 1989).
A estos testimonios debe agregarse lo manifestado por Patrick Zanzi en la
revista Devanâgarî, en un artículo titulado "Esoterismo y
Exoterismo" donde se dice lo siguiente18:
"El Cristianismo sería, si se
cree a un cierto número de católicos, un eso-exoterismo, y hemos de decir que
esta tesis debida al Sr. F. Schuon ha hecho, en los medios occidentales, ya
poco cualificados y en general ineptos para toda concepción metafísica,
terribles estragos. Esta tesis ha permitido a esos mismos occidentales, una
de cuyas principales características es un sentimentalismo llevado al
extremo, creer que, habida cuenta la supuesta 'superioridad' de su tradición,
podían dispensarse de toda ligazón iniciática. Llevando incluso a veces lo
ilógico hasta la incoherencia, existen también quienes, adhiriéndose al punto
de vista del Sr. F. Schuon, se hallan a pesar de todo ligados a una
organización iniciática pero considerando entonces a
la vía iniciática como dependiente de la vía sacramental y así pues a esta
como superior a aquella."
"El segundo punto que hemos
querido abordar sucintamente es el de la insuficiencia doctrinal del Sr.
Schuon; no volveremos sobre las posiciones de este último concernientes a los
sacramentos y sobre el demasiado famoso artículo 'Los Misterios Crísticos',
prefiriendo atraer la atención del lector sobre un punto que podría parecer a
primera vista insignificante pero que, cuando se reflexiona en él
atentamente, muestra que si bien el Sr. Schuon tal vez ha memorizado la
doctrina, ciertamente no la ha asimilado."
Y más adelante:
"No es esta la única reserva
que convendría formular con respecto a la obra del Sr. Schuon, pero después
de lo que acabamos de escribir, no podemos más que aconsejar a todos aquellos
que encuentren el ánimo para ello, que relean atentamente sus escritos, y
podemos garantizar al lector que se apercibirá, si está un poco atento, de
que la incomprensión y la confusión reinan en los textos del Sr. Schuon; no
tenemos tiempo aquí para decir más sobre ella, pero simplemente observaremos
que Occidente no tenía ninguna necesidad, bien al contrario, de un
'intermediario' así; sin embargo y desgraciadamente, la gran mayoría de los
católicos ha seguido las tesis 'puestas a punto' del Sr. Schuon, rechazando
así formalmente, no las de R. Guénon, sino mucho más bien la Doctrina que él
fue 'encargado de remanifestar' (n. al pie: ¿"Cómo tomar en
serio la reflexión del Sr. Jean Canteins quien afirma: 'a aquél que ha
'pasado entre' Guénon y Schuon no se le puede ocurrir el discutir al uno o al
otro. Uno vale por el otro y recíprocamente'?."20).
"El lector respetuoso y fiel a la enseñanza de
R. Guénon la apreciará como conviene; en cuanto a nosotros, pensamos que, en
lo que concierne a la obra del Sr. Schuon, lo que hay que hacer, globalmente,
es pasar a otra; en cuanto a la obra de R. Guénon, no se pasa de ella, porque
si se concibe lo que representa verdaderamente, se detiene uno en ella y se
la intenta asimilar en su totalidad. ¿Debemos finalmente recordar las muy
graves acusaciones que había dirigido R. Guénon contra el Sr. Schuon?"
A raíz de que un ex-alumno y personaje del círculo interno de Schuon, despechado por problemas personales con el "maestro", escribe un texto que titula "Mark Koslow's Account of the Schuon Cult: Written September 1991 for cult members to help them get out", se crea un nuevo capítulo de las andanzas del "sheik" que incluso acaban con su paso por la cárcel de Bloomington debido a una denuncia formulada por éste, y un juicio posterior del que sale absuelto –donde, como ya se dijo, negó ser un líder espiritual y se autodefinió como un simple filósofo. Por respeto a lo que algunos lectores han imaginado de Schuon, nos abstenemos de publicar aquí cualquier texto de este libro, documento fundamental para conocer la obra y la vida del mismo. Volveremos más adelante sobre esto. Ahora tenemos que tratar a otro crítico implacable del suizo, Dominique Devie director de los Cahiers de Recherches et Etudes Traditionnelles, que ha reunido un extenso material sobre el caso y lo ha publicado en su revista; escribe sobre diversos aspectos de la vida y de la obra de Schuon (Dossier 'Affaire Schuon' con documentos y facsímiles, en edición del autor, al que hoy se puede acceder mediante Internet: http://www.home.worldnet.fr/cret/SCHUON/). Publicamos aquí igualmente un extracto del Nº 6 de 1994 de la revista antes nombrada:
"En efecto, cómo podría la
'obra' de un mentiroso como Schuon permanecer indemne de toda 'mancha'.
Señalemos, antes de ir más lejos, que hay en ello una paradoja, ya que si
Schuon es monstruoso con respecto al mínimo de honestidad intelectual que
implica el hecho de pertenecer a un medio guenoniano, la realidad interna de
la secta no deja de ser algo muy banal. Schuon no es
diferente de la imagen-tipo de los viejos gurús libidinosos, hasta tal
punto que corresponde, como se me hacía notar, al retrato clásico del 'gurú
lambda'…
"Volviendo a la fiabilidad de la 'obra', hay
que distinguir dos ejemplos. Siendo todo hombre por definición imperfecto, no
hay motivos para diferenciar el caso de los hombres ordinariamente débiles
del de aquéllos que son particularmente libertinos, aunque no se puede ser un
maestro espiritual sin obligarse a dar ejemplo, sobre todo en un marco
semítico. Pero se trata de una cuestión de cantidad y ésta no debe intervenir
en principio, ya que quien detenta un mandato respeta las formas a través de
las cuales ha sido investido de una función de guía. Ahora bien, está
demostrado que Schuon ha creado 'ritos' imaginarios de arriba a abajo para
complacer a sus propios fantasmas. Se trata en este caso de una verdadera amalgama connotada
de interpretaciones más o menos falsas de fragmentos extraídos de diferentes
tradiciones. Es a partir de esta constatación que se
tiene el derecho de rechazarlo, a él y a sus libros, en tanto que impostor.
Temo que, después de haber querido salvar la obra literaria, si se la estudia
con mayor atención, se deba constatar que tal vez no quede gran cosa de ella.
"Parecerá que pretendo aumentar la tensión y
pido que se me disculpe por ello, pero hay que acabar con todos los
falsarios. Y puesto que menciono la fiabilidad de la obra, es la ocasión de
responder a un corresponsal que me escribe:
'Ya no tengo el dossier Koslow y sólo puedo decirle
de memoria que Koslow denigra hacia el final de su dossier, de una manera
inadmisible, la obra de Schuon y especialmente sus libros. Pienso además que
Koslow no está suficientemente dotado para comprender verdaderamente los
libros de F. S. No es por lo demás el único en este sentido. (…) Es fácil
hacer observaciones desagradables a propósito de los libros de F. S. Desafío
sin embargo a que quien quiera refutar sus libros, lo haga no de una manera
global, sino párrafo por párrafo. Evidentemente pueden existir algunos
pasajes inconsistentes o algunas frases aisladas criticables. El conjunto de
la obra es monumental y completa admirablemente bien la obra de Guénon. Si se
quiere criticar, hay que criticar el hombre y no sus libros.'
"Que Koslow no esté 'dotado', no me parece
discutible. Estamos encausando a Schuon, ¿es necesario recordarlo? Lo único
que importa es saber si Koslow fue un testigo fiable. Por mi parte, estoy
convencido de ello por diferentes razones. Las recuerdo brevemente: no ha
podido inventar estas historias y sus descripciones son coincidentes.
"Koslow combate la tesis según la cual habría
dos Schuon, a saber, el que conocemos de los patinazos y el de los libros.
Esto no es posible y veremos por qué.
"¿Qué dice él acerca de la obra? Plantea sobre
todo la cuestión de saber si Schuon ha proyectado en sus libros impresiones
demasiado personales, sacadas en el fondo de la experiencia de sus propios
fantasmas. Recuerda igualmente que el diablo es capaz de decir nueve veces la
verdad para colocar a continuación una sola mentira. Cuando hace alusión a ciertos
textos en concreto, sus objeciones no son desde luego muy convincentes, sino
que de hecho se contenta con indicar ciertas pistas. Ahora bien, es muy
singular que vuelva con bastante insistencia sobre Lógica y
Trascendencia. Este libro está considerado, y no solamente en el
entorno de Henry Montaigu, como el que habría marcado un declive. Por mi
parte creo que los fallos son necesariamente anteriores a la obra y las
observaciones de Koslow tienden a probarlo. (…)
"Que Koslow no esté en absoluto a la altura de
la crítica que ha esbozado no prueba de ninguna manera que convenga refutar
la 'obra' de Schuon párrafo a párrafo, ya que si este es un impostor –y lo
doy por sentado–, sería hacerle demasiado honor, y esto vendría a hacer de
nuevo el juego a los idólatras. Cierto, la explicación de Koslow según la
cual el diablo miente nueve veces para estar seguro de engañar a la décima
presenta un carácter demasiado 'global', luego demasiado evasivo, como para
conseguir convencer directamente.
"¿Qué hay que hacer pues para aceptar el
desafío sin dar la impresión de recurrir de ese modo a lo fácil? Tal vez
habría que reconocer primero que, independientemente de las trampas que
implica el hecho de aceptar imprudentemente este desafío, no existe ningún
medio, no ya de probar algo, lo que fuere, puesto que de lo que se trata es
de entenderse sobre los criterios, sino de convencer a unos interlocutores
que, sin ser necesariamente de mala fe, tienen puesto todo su interés en
continuar creyendo que la obra de Schuon les era indispensable por el hecho
de que consagraron una parte de sus vidas a darle crédito.
"Se trataría, pues, para salir del atolladero,
de resaltar que no fue de ningún modo tan indispensable, y señalamos además
que hay quien trata de salvaguardar la obra de Schuon bajo el pretexto de que
vendría a completar la obra de Guénon. Siempre tenemos que escuchar la misma
canción y es una canción típicamente schuoniana, ¡hay que
decirlo! En cuanto a completar la obra de Guénon, la de Schuon sólo habría
podido hacerlo, según sus propias palabras, sobre el plano de una práctica
efectiva. La práctica de Schuon, la
conocemos muy bien: no fue más que un sincretismo de los más
descarriados. El complemento es pues rigurosamente nulo y ¡esto es una
constatación puramente matemática!
"Esta contestación radical debería bastar
normalmente, habiéndose comprendido que si la práctica fue tan deplorable, no
se debe esperar que la 'teoría' haya sido mucho más genial. E incluso si
debiera quedar algo –lo que no quiero discutir en absoluto–, es indudable que
nos habríamos podido aclarar muy bien sin Schuon. Guénon basta; incluso si
conviene corregir algunas de sus equivocaciones: de manera local, se
entiende.
"Y si la obra de Schuon demuestra alguna cosa
–y el corresponsal mencionado un poco más arriba está de acuerdo en lo que
voy a decir puesto que ha caído en todos los errores que ha denunciado–, es
que en sus mejores partes condena el testimonio de Schuon en tanto que
'maestro'. En suma: él sería el último en haber sacado provecho de su obra en
la hipótesis de que esta fuera positiva. Nadie duda que se estaría muy bien
habiendo prescindido de este escándalo… Sin duda su función más útil habrá
consistido en servir de petardo, y esto me ha permitido no caer en ciertos
extremos aunque Schuon, por sus críticas con respecto a Guénon, no sale
engrandecido. Y el interés de esta competencia consiste en que refuerza la
singularidad de la 'obra' guenoniana.
"Pero dado que parece indispensable que los
detractores de Schuon aporten sus pruebas, quizás sea suficiente con intentar
plantear las preguntas adecuadas. Puesto que todavía se tiende a hacer de
Schuon un continuador de Guénon, básteme preguntar por qué Schuon ha buscado
sobre todo eludir los conflictos entre el exoterismo y el esoterismo hasta el
punto de haber simplificado ofensivamente la situación en lo que concierne al
cristianismo. Este sería todavía una vía fundamentalmente 'iniciática', pero
¿cómo es posible en estas condiciones que Schuon se haya visto en la
obligación de 'reformar' este cristianismo, imaginando 'pantogamias'
principescas, susceptibles de colmar sus propios deseos de verse rodeado tan
sólo de mujeres dóciles dispuestas a halagarle? ¿Cómo se entiende que
mientras las modalidades rituales del matrimonio islámico hubieran debido
incitarle a un formalismo susceptible de poner trabas a sus caprichos, diga
que prefiere los matrimonios pieles rojas que según él se pueden hacer y
deshacer a voluntad, lo cual está lejos de haberse probado?
"La obra de Schuon, ¿no consiste ante todo en
una vana tentativa de crear una religión ideal que no existe y que no puede
existir? Se tiene el derecho de escoger una perspectiva si al hacerlo se
aceptan sus riesgos y sus límites, pero una vez escogida, hay que atenerse a
ella pues no podría haber ventajas en la misma sin su lote de inconvenientes.
Y además, independientemente de las perspectivas, está la presión social de
un tiempo dado y si la inquisición que esta implica en el plano de la
'moralidad' es algo irritante, no es eso lo peor desde el momento en que se
ha comprendido que todo, absolutamente todo lo que preconiza el mundo actual
es falso. No se puede querer servir a la verdad y estar en paz con el mundo.
Ahora bien, Schuon ha hecho de todo para ser reconocido. Habiendo fracasado
como maestro espiritual, se ha recuperado haciéndose llamar un simple
filósofo y vemos, leyendo la memoria de Koslow, que sus mujeres
deben engañarle respecto a sus libros haciéndole creer que se venden más de
los que se imprimen.
"Las críticas según las cuales una contestación
global a la obra de Schuon no tendría un valor convincente pueden ser
barridas. Y es en este punto que terminaré con la siguiente advertencia:
podríamos objetar en efecto que 'globalidad' por 'globalidad', la obra de
Schuon es bastante vaga. Es, ya lo he dicho, una obra esencialmente
psicológica, interesante cuando se trata de describir 'tipos espirituales'
(con toda la parte de subjetividad y los riesgos que eso implica
necesariamente de parte de un Schuon…), pero en el plano del simbolismo es
necesario subrayar que no tiene comparación con la riqueza extraordinaria de
los escritos de Guénon.
"En resumidas cuentas, creo poder decir que si
esta obra ha podido parecer genial, es solamente porque en el fondo nos
reconocemos a nosotros mismos en esos 'tipos' que Schuon describe como si
estuvieran luchando contra las limitaciones de tal o cual forma. Encontramos
en todo caso en ella muchas de nuestras preguntas, incluso de nuestras
proyecciones. Así percibimos fragmentos y reflejos de nuestra propia imagen y
de nuestras aspiraciones hacia un Absoluto. Y el drama, es que Schuon ha
creído resolver esta fragmentación siendo a la vez todos los 'tipos' que él
describe, y es precisamente ahí donde se ha fastidiado.
"No se puede dejar de pensar que cuando
preconizaba el 'tener un centro', el suyo probablemente se le estaba
escapando, y que no se ha convertido en otra cosa que en un vulgar arlequín,
lo cual atestigua su guardarropa con elocuencia. Habría podido desempeñar –ya
lo he sugerido sin duda–, un papel útil a condición de abstenerse de
cualquier tipo de 'función', lo que implicaría renunciar a tener discípulos
directos. Dicho esto, se puede no tener 'función' oficial y ser un
funcionario 'no directivo'. Es lo que Guénon ha sugerido aludiendo a
esos Afrads que son ignorados por el 'polo'.
Desgraciadamente, ha habido prisa en 'cosificar' esta 'mitología', lo que
venía a ser lo mismo que neutralizar más o menos sus beneficios. Sobre este
punto, Schuon ha querido tener la mantequilla (los honores
de una función 'polar' en un marco tradicional determinado) y el
dinero de la mantequilla (constituir una nueva religión
desembarazada de todo lo que le estorba). (…)" ('Affaire Schuon': les
derniers rebondissements, Anexo 1: "¿Qué va a quedar de la
'obra' de Schuon?" C.R.E.T. Nº 6. Otoño-Invierno
1994, pgs. 67-70).
Continuando en el Anexo 2, "Moral intrínseca y Moral
extrínseca":
"Koslow ha mencionado este
tema schuoniano. Me he remitido a mi propia lectura y se va a ver que no
son algunas frases inconsistentes sino capítulos enteros de
los libros de Schuon los que corren peligro de caer, pues con la perspectiva
ciertos artificios saltan fuera de las páginas como movidos por un resorte, a
punto de desbandarse.
"En Lógica y Trascendencia, vemos
en primer lugar que el problema de las cualificaciones se
resume en una simple discusión sobre la moral. Esto comienza prácticamente
por la afirmación según la cual es mejor, sin discusión posible, ser
un santo intelectualmente poco dotado e ignorante, que un metafísico
humanamente mediocre y en consecuencia desprovisto de santidad. Dejaremos
de lado el hecho de saber si el caso de Schuon ilustra la primera o la
segunda categoría… (…)
"Pero ya que se nos pide refutar a Schuon
párrafo por párrafo y ya que hay interés en asistir a un pimpampum, puedo
continuar todavía un poco más. Según Schuon (p. 208), importaría no
confundir la cualificación moral con cualidades parciales y periféricas como
la honestidad y el valor, que por ellas solas no constituyen la nobleza de
base que exige la fe… Yo creo por el contrario que se podría demostrar
fácilmente que cuando la honestidad (y el valor que implica) es lo que debe
ser –y la misma palabra indica una adecuación si es que no una identificación
con la verdad en toda su extensión–, la honestidad y el valor contienen
necesariamente todas las demás virtudes a las que Schuon hace alusión; y si
no están contenidas están requeridas. Cuando la honestidad no es solamente
una identificación con un código más o menos arbitrario, conduce como
consecuencia a una dimensión sobrenatural si es que no la contiene
intrínsecamente. Temo que no haya aún en estas palabras una buena parte de
verborrea inútil. Y llevamos tres…
"Veamos ahora el contenido de la moral intrínseca
comparado al de la moral extrínseca (p. 198). La primera concierne a
las leyes innatas dispuestas con vistas a la naturaleza sacerdotal del hombre
y también con miras al equilibrio de la sociedad; la segunda concierne a las
leyes particulares, dispuestas en función de las condiciones objetivas y
subjetivas de tal humanidad tradicional. (…)
"Un poco más adelante, es decir en la página
siguiente, Schuon pone lo intrínseco en relación con
lo espiritual y lo extrínseco con
lo social. (…)
"No creo que sea necesario seguir más esta
investigación ya que una buena parte de la obra de Schuon está constituida
por esta clase de verborrea. La invención de categorías duales como la 'moral
intrínseca' y la 'moral extrínseca' es más que fútil. No corresponde a nada y
todo el mundo sabe que el moralismo o la hipocresía resulta de la
confusión de los actos en sí mismos con los valores interiores. Aquellos
que no lo saben o están en incapacidad de deducirlo no ganarían nada leyendo
escritos tradicionales.
"No se ha avanzado más por lo que respecta a
definir una 'moral' distinta del moralismo. Pero esto no es grave, los
hombres realmente espirituales no tienen ninguna necesidad de este género de
definiciones, ya que solamente se puede decir lo que la verdadera 'moral' no
es. Para volver al problema de las cualificaciones, seguramente
no hay motivo para atormentarse por saber si la 'cualificación moral' es más
importante que la 'cualificación intelectual', ya que el hecho de postular
por un solo instante que puedan separarse significaría ni más ni menos que
reducir la segunda a no ser más que un simple fenómeno de agilidad mental.
"Se puede oponer la lógica a la trascendencia
por el gusto de la paradoja y por las necesidades de un título que llame la
atención. Sin embargo, las personas bien nacidas se han dado cuenta hace
muchísimo tiempo de que la única lógica que merece que se hable de ella no
puede ser otra cosa que una expresión de la trascendencia. Todo esto para
decir que la prosa de Schuon acaba por parecer muy mundana una
vez se ha extraído una frase interesante de aquí y otra de allá. Nunca me he
fatigado de releer a Guénon, mientras que uno se cansa de Schuon. ¿Hay que
considerar este fenómeno como una simple cuestión de temperamento?
Seguramente que no… Quiero decir además que, en lo que concierne a la moral,
he encontrado en Le jeu des masques afirmaciones tan
discutibles como las que acabamos de señalar, pero como se relacionan con un
ejemplo que ya he mencionado, no me ha parecido útil prolongar mi
disertación. (…)" (Ibid. pgs. 70-72).
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miércoles, 30 de enero de 2019
SCHUON VERSUS GUENON (cont.) 3 (Federico González)
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