miércoles, 30 de enero de 2019

SCHUON VERSUS GUENON (cont.) 3 (Federico González)


SCHUON VERSUS GUENON (cont.)
COLECTIVO REDACCION


Por otra parte, la Rivista di Studi Tradizionali de Torino en su Nº 33 de 1970 publicaba un artículo firmado por Giorgio Manara, (ver SYMBOLOS Nº 11-12, 1996, p. 256), del que extraemos los siguientes párrafos: 
"El equívoco es sin embargo más grave en lo que concierne a los otros tres personajes susodichos [L. Schaya, T. Burckhardt y F. Schuon] quienes, lejos de ser sus discípulos, envenenaron los últimos años de la vida de René Guénon, provocando unos obstáculos de los más penosos, que tuvo que soportar, tal como muestra abundantemente su correspondencia. 
"Especialmente, de Frithjof Schuon (del que Planète-Plus ha repescado un viejo artículo, más bien ambiguo y redactado a propósito en un sentido restrictivo con respecto a René Guénon, escrito con ocasión de su muerte) puede decirse que desgraciadamente no supo ser el discípulo de nadie (nota al pie: En este artículo se lee especialmente que la admisión sin reserva de 'todas las deducciones que el autor (a saber Guénon) nos propone … nos parece ser una cuestión de opinión, incluso de fe', y que 'el papel de Guénon era el enunciar unos principios más bien que el mostrar su aplicación'; si se piensa que la aplicación consistía también en el trabajo de desenmascarar las desviaciones de todo tipo en nuestra época, comprendidas las que concernían al propio Schuon, se comprende que éste se haya encargado de proteger su posición adelantando sus reservas…)" (p. 205). 
Y en el Nº 34 (1971):  
"Evidentemente, [Schuon] está persuadido de que proporciona a sus lectores y discípulos unas aplicaciones del mayor interés; sólo que éstas desgraciadamente se fundan en gran medida en nociones mal comprendidas, extraídas de fuentes tradicionales y sobre todo de la obra de René Guénon, que no ha sido capaz de asimilar verdaderamente; y es por esta razón que sus exposiciones constituyen tan a menudo un muestrario involuntario y reiterado de sus defectos de comprensión y de deformaciones que además se distinguen por un estilo muy personal." (p. 64). 
En respuesta al artículo "Quelques Critiques" que hemos reproducido parcialmente más arriba, apareció en Vers la Tradition, revista dirigida por Roland Goffin desde 1982, y cuya función es difundir la obra de Guénon, un autor que firma con el pseudónimo de Jonás y dice lo siguiente: 
"La mayor parte de las críticas contra René Guénon, emanan además, de fariseos, 'de esoteristas de salón', de universitarios, o de intelectuales France-culturels. Y, cuando provienen de individualidades cuya calidad es más eminente, da pena el leerlas o escucharlas. 
"Entre los múltiples ejemplos, y en razón del lugar –forzosamente limitado– que este artículo ocupa, nos contentaremos con volver a hablar de dos de ellos: Frithjof Schuon, y Alain Daniélou, cuyas 'reflexiones críticas' han dado lugar a los capítulos del 'Dossier H', dossier tan brillante a veces como desafortunado. (Que se nos explique por ejemplo qué significan ahí dentro, las confusas elucubraciones filosófico-parisinas de Michel Le Bris...). 
"Sería fácil, naturalmente, comenzar por algunas observaciones concernientes a las individualidades en cuestión, y que podrían sorprender, si no fuera que las individualidades son algo desdeñable en el tema que nos concierne. Sin embargo, ¿cómo olvidar que el Sr. Schuon, por sólo citarle a él, se lo debe todo o casi todo a René Guénon, que este último lo recibió muy amablemente en el Cairo, y que Frithjof Schuon le enviaba humildemente sus libros a fin de recibir las sugerencias del Sheikh Abdel Wahed Yahia? ¿Y cómo no ver en la deliberada voluntad del Sr. Schuon de romper con René Guénon, la consecuencia primera de una individualidad, excepcionalmente dotada sin duda, pero afectada por un curioso orgullo, así como la causa de sus futuros vagabundeos metafísicos y sincréticos entre el Islam, el Cristianismo y las tradiciones pieles rojas, vagabundeos que indujeron a muchos de sus discípulos a alejarse de él?… 
"Queda la actitud intelectual que es la única que verdaderamente nos importa. La de Frithjof Schuon, en el artículo de este 'Dossier H', aparece, hay que reconocerlo, extrañamente hostil, y nos es imposible ver en ello solamente nobles razones. El buen doctor Freud habría hablado sin duda de una especie de complejo de Edipo: los hijos que quieren matar al padre, el discípulo que quiere matar al maestro, Frithjof Schuon simplemente ha elegido una mala manera de ganar su independencia, y no puede uno sino lamentarlo por él." 
Y continúa:  
"Muy a menudo sus reflexiones hacen sonreír, lo que no es poco en tiempos tan sombríos. Hay que decir que no le ahorra nada a este 'desgraciado René Guénon': 'incongruencias', 'apariencia de un inmenso saber que no posee', 'sorpresa ante puntos que cualquier niño debería comprender', 'falta del sentido de lo humano concreto', 'opiniones extravagantes', 'asertos problemáticos'…¡Verdaderamente, uno se pregunta cómo un carácter tan sutil como el del Sr. Schuon ha podido engañarse tanto tiempo acerca de aquél que algunos años antes reconocía, si no como su maestro, al menos como uno de ellos! 
"Sin embargo las afirmaciones del Sr. Schuon deben ponerse también en tela de juicio. Aparte de la malevolencia pura y simple, dan la impresión de emanar de un ser mucho más inclinado a seguir una vía mística que una vía propiamente iniciática, lo que no es ningún reproche por nuestra parte, pero bastaría para explicar muchos malentendidos. Cuando por ejemplo reprocha a René Guénon que considere 'la exaltación del sufrimiento en el Cristianismo' como una desviación moderna, tenemos el derecho de interrogarnos: ¿No sabe en efecto, que cualquier enviado, tradicionalmente, puede ser considerado como un sacrificado, pero que esto no implica en absoluto la exaltación del sufrimiento en tanto que tal, incluso aunque ciertos místicos hayan querido hacer de ello una condición sine qua non de su salvación individual? Además, todos los maestros espirituales están de acuerdo en condenar, no la ascesis, sino las austeridades excesivas y el autocastigo corporal, que en la mayoría de los casos sólo pueden ocasionar –aparte de algunos 'poderes' psíquicos– un fortalecimiento, sutil pero muy real, del ego. 
"En cuanto a reflexiones tan piadosamente irónicas como éstas: 'Sufrir heroicamente en Dios, no es interesante (sobrentendido: para Guénon), pues es profano, pero dar unos pasos sobre una alfombra con símbolos en una logia masónica, ¡ésto si que es interesante!', hubiéramos preferido que nos las ahorrara. El sentimentalismo, es verdad, no está ausente de toda la obra de Frithjof Schuon, obra que en muchos aspectos debemos reconocer que es de un valor indiscutible. 
"Por otra parte, ¿cómo puede el Sr. Schuon equivocarse hasta tal punto sobre la comparación hecha por René Guénon entre las posibilidades respectivas del estado de vigilia y del estado de sueño? Este último indicó que las posibilidades del estado de sueño eran en un sentido superiores a las del estado de vigilia, en tanto que menos limitativas, especialmente desde el punto de vista de la modalidad corporal; y he aquí que Frithjof Schuon monta su caballo de batalla para guiar la guerra santa: 'Entonces, dice, que un santo sueñe que es un criminal, o que un criminal sueñe que es un santo, es 'metafísicamente' equivalente, y el sueño de un criminal es incluso superior a la realidad despierta del santo si el malhechor sueña que flota por los aires, sin tener además la elección de soñar otra cosa'. 
"A ello podríamos responder con un argumento decisivo, pero que probablemente disgustaría aún a muchas sensibilidades. Por eso nos contentaremos con hacer notar que el Sr. Schuon ha leído mal a René Guénon, o bien, de la misma manera que acusa a este último, que 'lee en los documentos lo que desea encontrar en ellos'. Pues –que no le disguste al Sheikh Aissa– René Guénon no se refería ahí a un fenómeno particular, sino a esos dos estados en su principio mismo, y ¿quién podría poner en duda –o entonces, pondríamos en duda todas las enseñanzas tradicionales– la superioridad relativa del estado de sueño, es decir de la manifestación sutil, en relación al estado de vigilia, es decir con respecto a la manifestación grosera? 
"Podríamos continuar mucho tiempo, casi punto por punto, refutando las afirmaciones contenidas en este artículo crítico, pero este estudio sería muy largo y fastidioso para los lectores de 'Vers la Tradition' quienes sabrán por ellos mismos de qué se trata." 
Acabando:  
"Terminaremos sin embargo con dos observaciones: cuando Frithjof Schuon habla de 'falta de sentido de lo humano concreto' en René Guénon, olvida demasiado deprisa su estancia en el Cairo, así como las decenas de testimonios que dan pruebas suficientes de la bondad de René Guénon, igual que de su rigor intelectual. En fin, cuando se permite lanzar la duda en el espíritu de su lector haciendo observaciones de este tipo: 'Él (René Guénon) me ha confesado no haber leído nunca al Maestro Eckhart', que sepa bien que a aquéllos que hayan asimilado la obra del Sheikh Abdel Wahed Yahia les trae totalmente sin cuidado. Que René Guénon, quien por lo demás cita al Maestro Eckhart, no haya leído la centésima parte de los sermones del renano, importa poco. A quien esté en estado de comprender, una palabra le bastará. A quien se halle en las tinieblas, no le bastarán todos los sermones de la creación. 
"Esta última afirmación se halla probablemente en relación con la reflexión citada más arriba, según la cual Guénon 'a menudo da la impresión de un saber inmenso que no posee'. Si Frithjof Schuon entiende por ello lo que se define generalmente como el 'saber', noción completamente profana, o incluso ciertos conocimientos de detalle, por lo demás puramente librescos y teóricos, podemos admitirlo perfectamente, y añadir enseguida que tampoco nos importa. Si se trata de Conocimiento, '¡esto nos recuerda, decía el mismo Guénon, el caso de aquéllos que se imaginan que no conocemos o no comprendemos todo aquello de lo que nos abstenemos de hablar!'…
"Las observaciones de Alain Daniélou –quien, en sus obras manifiesta una curiosa incomprensión de lo que se conviene en llamar el Monoteísmo– aunque más mesuradas y menos maliciosas en su conjunto, no nos parecen mucho más estimables en el fondo. Así, cuando reprocha a Guénon que se refiera exclusivamente a la tradición védica, y que utilice 'textos que los letrados tradicionales consideran fantasiosos', uno duda haber leído bien. ¿De qué fantasías habla? ¿Fantasías el Baghavad-Gîtâ? ¿Fantasías los Puranas? ¿Fantasías los Upanishads? ¿Fantasías los Brahma-Sutras? Fantasioso, Shankarâchârya? 
"Uno se queda atónito ante otras afirmaciones del mismo tipo: 'Desde el punto de vista de los representantes de la tradición hindú, parecía que Guénon se creía demasiado su papel de gran iniciado', o también: 'Me ha parecido que Guénon, al final de su vida, rodeado de discípulos que lo admiraban sin reticencia, había terminado por considerarse a él mismo como el único representante auténtico de la Tradición'. ¿De qué representantes habla? Otros, también auténticos, han afirmado con fuerza lo contrario, y han aprobado muy altamente la presentación de las doctrinas vedánticas por Guénon. ¿Y de qué discípulos? Guénon nunca los ha tenido, y ha vivido solo hasta el final de su vida. En cuanto a 'pretender ser el heredero indiscutible y autorizado de la tradición' hindú, no vemos cómo Guénon habría podido tener el estúpido orgullo de considerarse el único capaz de explicar las sutilezas de su tradición a los hindúes." ("Para terminar con [la polémica sobre] René Guénon", Vers la Tradition nº 36, junio-julio-agosto 1989).
A estos testimonios debe agregarse lo manifestado por Patrick Zanzi en la revista Devanâgarî, en un artículo titulado "Esoterismo y Exoterismo" donde se dice lo siguiente18: 
"El Cristianismo sería, si se cree a un cierto número de católicos, un eso-exoterismo, y hemos de decir que esta tesis debida al Sr. F. Schuon ha hecho, en los medios occidentales, ya poco cualificados y en general ineptos para toda concepción metafísica, terribles estragos. Esta tesis ha permitido a esos mismos occidentales, una de cuyas principales características es un sentimentalismo llevado al extremo, creer que, habida cuenta la supuesta 'superioridad' de su tradición, podían dispensarse de toda ligazón iniciática. Llevando incluso a veces lo ilógico hasta la incoherencia, existen también quienes, adhiriéndose al punto de vista del Sr. F. Schuon, se hallan a pesar de todo ligados a una organización iniciática pero considerando entonces a la vía iniciática como dependiente de la vía sacramental y así pues a esta como superior a aquella." 
Lo que complementa lo dicho en un número anterior19 
"El segundo punto que hemos querido abordar sucintamente es el de la insuficiencia doctrinal del Sr. Schuon; no volveremos sobre las posiciones de este último concernientes a los sacramentos y sobre el demasiado famoso artículo 'Los Misterios Crísticos', prefiriendo atraer la atención del lector sobre un punto que podría parecer a primera vista insignificante pero que, cuando se reflexiona en él atentamente, muestra que si bien el Sr. Schuon tal vez ha memorizado la doctrina, ciertamente no la ha asimilado." 
Y más adelante:  
"No es esta la única reserva que convendría formular con respecto a la obra del Sr. Schuon, pero después de lo que acabamos de escribir, no podemos más que aconsejar a todos aquellos que encuentren el ánimo para ello, que relean atentamente sus escritos, y podemos garantizar al lector que se apercibirá, si está un poco atento, de que la incomprensión y la confusión reinan en los textos del Sr. Schuon; no tenemos tiempo aquí para decir más sobre ella, pero simplemente observaremos que Occidente no tenía ninguna necesidad, bien al contrario, de un 'intermediario' así; sin embargo y desgraciadamente, la gran mayoría de los católicos ha seguido las tesis 'puestas a punto' del Sr. Schuon, rechazando así formalmente, no las de R. Guénon, sino mucho más bien la Doctrina que él fue 'encargado de remanifestar' (n. al pie: ¿"Cómo tomar en serio la reflexión del Sr. Jean Canteins quien afirma: 'a aquél que ha 'pasado entre' Guénon y Schuon no se le puede ocurrir el discutir al uno o al otro. Uno vale por el otro y recíprocamente'?."20).
"El lector respetuoso y fiel a la enseñanza de R. Guénon la apreciará como conviene; en cuanto a nosotros, pensamos que, en lo que concierne a la obra del Sr. Schuon, lo que hay que hacer, globalmente, es pasar a otra; en cuanto a la obra de R. Guénon, no se pasa de ella, porque si se concibe lo que representa verdaderamente, se detiene uno en ella y se la intenta asimilar en su totalidad. ¿Debemos finalmente recordar las muy graves acusaciones que había dirigido R. Guénon contra el Sr. Schuon?" 
  
A raíz de que un ex-alumno y personaje del círculo interno de Schuon, despechado por problemas personales con el "maestro", escribe un texto que titula "Mark Koslow's Account of the Schuon Cult: Written September 1991 for cult members to help them get out", se crea un nuevo capítulo de las andanzas del "sheik" que incluso acaban con su paso por la cárcel de Bloomington debido a una denuncia formulada por éste, y un juicio posterior del que sale absuelto –donde, como ya se dijo, negó ser un líder espiritual y se autodefinió como un simple filósofo. Por respeto a lo que algunos lectores han imaginado de Schuon, nos abstenemos de publicar aquí cualquier texto de este libro, documento fundamental para conocer la obra y la vida del mismo. Volveremos más adelante sobre esto. Ahora tenemos que tratar a otro crítico implacable del suizo, Dominique Devie director de los Cahiers de Recherches et Etudes Traditionnelles, que ha reunido un extenso material sobre el caso y lo ha publicado en su revista; escribe sobre diversos aspectos de la vida y de la obra de Schuon (Dossier 'Affaire Schuon' con documentos y facsímiles, en edición del autor, al que hoy se puede acceder mediante Internet: http://www.home.worldnet.fr/cret/SCHUON/). Publicamos aquí igualmente un extracto del Nº 6 de 1994 de la revista antes nombrada:  
"En efecto, cómo podría la 'obra' de un mentiroso como Schuon permanecer indemne de toda 'mancha'. Señalemos, antes de ir más lejos, que hay en ello una paradoja, ya que si Schuon es monstruoso con respecto al mínimo de honestidad intelectual que implica el hecho de pertenecer a un medio guenoniano, la realidad interna de la secta no deja de ser algo muy banal. Schuon no es diferente de la imagen-tipo de los viejos gurús libidinosos, hasta tal punto que corresponde, como se me hacía notar, al retrato clásico del 'gurú lambda'…
"Volviendo a la fiabilidad de la 'obra', hay que distinguir dos ejemplos. Siendo todo hombre por definición imperfecto, no hay motivos para diferenciar el caso de los hombres ordinariamente débiles del de aquéllos que son particularmente libertinos, aunque no se puede ser un maestro espiritual sin obligarse a dar ejemplo, sobre todo en un marco semítico. Pero se trata de una cuestión de cantidad y ésta no debe intervenir en principio, ya que quien detenta un mandato respeta las formas a través de las cuales ha sido investido de una función de guía. Ahora bien, está demostrado que Schuon ha creado 'ritos' imaginarios de arriba a abajo para complacer a sus propios fantasmas. Se trata en este caso de una verdadera amalgama connotada de interpretaciones más o menos falsas de fragmentos extraídos de diferentes tradiciones. Es a partir de esta constatación que se tiene el derecho de rechazarlo, a él y a sus libros, en tanto que impostor. Temo que, después de haber querido salvar la obra literaria, si se la estudia con mayor atención, se deba constatar que tal vez no quede gran cosa de ella. 
"Parecerá que pretendo aumentar la tensión y pido que se me disculpe por ello, pero hay que acabar con todos los falsarios. Y puesto que menciono la fiabilidad de la obra, es la ocasión de responder a un corresponsal que me escribe: 
'Ya no tengo el dossier Koslow y sólo puedo decirle de memoria que Koslow denigra hacia el final de su dossier, de una manera inadmisible, la obra de Schuon y especialmente sus libros. Pienso además que Koslow no está suficientemente dotado para comprender verdaderamente los libros de F. S. No es por lo demás el único en este sentido. (…) Es fácil hacer observaciones desagradables a propósito de los libros de F. S. Desafío sin embargo a que quien quiera refutar sus libros, lo haga no de una manera global, sino párrafo por párrafo. Evidentemente pueden existir algunos pasajes inconsistentes o algunas frases aisladas criticables. El conjunto de la obra es monumental y completa admirablemente bien la obra de Guénon. Si se quiere criticar, hay que criticar el hombre y no sus libros.' 
"Que Koslow no esté 'dotado', no me parece discutible. Estamos encausando a Schuon, ¿es necesario recordarlo? Lo único que importa es saber si Koslow fue un testigo fiable. Por mi parte, estoy convencido de ello por diferentes razones. Las recuerdo brevemente: no ha podido inventar estas historias y sus descripciones son coincidentes. 
"Koslow combate la tesis según la cual habría dos Schuon, a saber, el que conocemos de los patinazos y el de los libros. Esto no es posible y veremos por qué. 
"¿Qué dice él acerca de la obra? Plantea sobre todo la cuestión de saber si Schuon ha proyectado en sus libros impresiones demasiado personales, sacadas en el fondo de la experiencia de sus propios fantasmas. Recuerda igualmente que el diablo es capaz de decir nueve veces la verdad para colocar a continuación una sola mentira. Cuando hace alusión a ciertos textos en concreto, sus objeciones no son desde luego muy convincentes, sino que de hecho se contenta con indicar ciertas pistas. Ahora bien, es muy singular que vuelva con bastante insistencia sobre Lógica y Trascendencia. Este libro está considerado, y no solamente en el entorno de Henry Montaigu, como el que habría marcado un declive. Por mi parte creo que los fallos son necesariamente anteriores a la obra y las observaciones de Koslow tienden a probarlo. (…) 
"Que Koslow no esté en absoluto a la altura de la crítica que ha esbozado no prueba de ninguna manera que convenga refutar la 'obra' de Schuon párrafo a párrafo, ya que si este es un impostor –y lo doy por sentado–, sería hacerle demasiado honor, y esto vendría a hacer de nuevo el juego a los idólatras. Cierto, la explicación de Koslow según la cual el diablo miente nueve veces para estar seguro de engañar a la décima presenta un carácter demasiado 'global', luego demasiado evasivo, como para conseguir convencer directamente. 
"¿Qué hay que hacer pues para aceptar el desafío sin dar la impresión de recurrir de ese modo a lo fácil? Tal vez habría que reconocer primero que, independientemente de las trampas que implica el hecho de aceptar imprudentemente este desafío, no existe ningún medio, no ya de probar algo, lo que fuere, puesto que de lo que se trata es de entenderse sobre los criterios, sino de convencer a unos interlocutores que, sin ser necesariamente de mala fe, tienen puesto todo su interés en continuar creyendo que la obra de Schuon les era indispensable por el hecho de que consagraron una parte de sus vidas a darle crédito. 
"Se trataría, pues, para salir del atolladero, de resaltar que no fue de ningún modo tan indispensable, y señalamos además que hay quien trata de salvaguardar la obra de Schuon bajo el pretexto de que vendría a completar la obra de Guénon. Siempre tenemos que escuchar la misma canción y es una canción típicamente schuoniana, ¡hay que decirlo! En cuanto a completar la obra de Guénon, la de Schuon sólo habría podido hacerlo, según sus propias palabras, sobre el plano de una práctica efectiva. La práctica de Schuon, la conocemos muy bien: no fue más que un sincretismo de los más descarriados. El complemento es pues rigurosamente nulo y ¡esto es una constatación puramente matemática! 
"Esta contestación radical debería bastar normalmente, habiéndose comprendido que si la práctica fue tan deplorable, no se debe esperar que la 'teoría' haya sido mucho más genial. E incluso si debiera quedar algo –lo que no quiero discutir en absoluto–, es indudable que nos habríamos podido aclarar muy bien sin Schuon. Guénon basta; incluso si conviene corregir algunas de sus equivocaciones: de manera local, se entiende. 
"Y si la obra de Schuon demuestra alguna cosa –y el corresponsal mencionado un poco más arriba está de acuerdo en lo que voy a decir puesto que ha caído en todos los errores que ha denunciado–, es que en sus mejores partes condena el testimonio de Schuon en tanto que 'maestro'. En suma: él sería el último en haber sacado provecho de su obra en la hipótesis de que esta fuera positiva. Nadie duda que se estaría muy bien habiendo prescindido de este escándalo… Sin duda su función más útil habrá consistido en servir de petardo, y esto me ha permitido no caer en ciertos extremos aunque Schuon, por sus críticas con respecto a Guénon, no sale engrandecido. Y el interés de esta competencia consiste en que refuerza la singularidad de la 'obra' guenoniana. 
"Pero dado que parece indispensable que los detractores de Schuon aporten sus pruebas, quizás sea suficiente con intentar plantear las preguntas adecuadas. Puesto que todavía se tiende a hacer de Schuon un continuador de Guénon, básteme preguntar por qué Schuon ha buscado sobre todo eludir los conflictos entre el exoterismo y el esoterismo hasta el punto de haber simplificado ofensivamente la situación en lo que concierne al cristianismo. Este sería todavía una vía fundamentalmente 'iniciática', pero ¿cómo es posible en estas condiciones que Schuon se haya visto en la obligación de 'reformar' este cristianismo, imaginando 'pantogamias' principescas, susceptibles de colmar sus propios deseos de verse rodeado tan sólo de mujeres dóciles dispuestas a halagarle? ¿Cómo se entiende que mientras las modalidades rituales del matrimonio islámico hubieran debido incitarle a un formalismo susceptible de poner trabas a sus caprichos, diga que prefiere los matrimonios pieles rojas que según él se pueden hacer y deshacer a voluntad, lo cual está lejos de haberse probado? 
"La obra de Schuon, ¿no consiste ante todo en una vana tentativa de crear una religión ideal que no existe y que no puede existir? Se tiene el derecho de escoger una perspectiva si al hacerlo se aceptan sus riesgos y sus límites, pero una vez escogida, hay que atenerse a ella pues no podría haber ventajas en la misma sin su lote de inconvenientes. Y además, independientemente de las perspectivas, está la presión social de un tiempo dado y si la inquisición que esta implica en el plano de la 'moralidad' es algo irritante, no es eso lo peor desde el momento en que se ha comprendido que todo, absolutamente todo lo que preconiza el mundo actual es falso. No se puede querer servir a la verdad y estar en paz con el mundo. Ahora bien, Schuon ha hecho de todo para ser reconocido. Habiendo fracasado como maestro espiritual, se ha recuperado haciéndose llamar un simple filósofo y vemos, leyendo la memoria de Koslow, que sus mujeres deben engañarle respecto a sus libros haciéndole creer que se venden más de los que se imprimen. 
"Las críticas según las cuales una contestación global a la obra de Schuon no tendría un valor convincente pueden ser barridas. Y es en este punto que terminaré con la siguiente advertencia: podríamos objetar en efecto que 'globalidad' por 'globalidad', la obra de Schuon es bastante vaga. Es, ya lo he dicho, una obra esencialmente psicológica, interesante cuando se trata de describir 'tipos espirituales' (con toda la parte de subjetividad y los riesgos que eso implica necesariamente de parte de un Schuon…), pero en el plano del simbolismo es necesario subrayar que no tiene comparación con la riqueza extraordinaria de los escritos de Guénon. 
"En resumidas cuentas, creo poder decir que si esta obra ha podido parecer genial, es solamente porque en el fondo nos reconocemos a nosotros mismos en esos 'tipos' que Schuon describe como si estuvieran luchando contra las limitaciones de tal o cual forma. Encontramos en todo caso en ella muchas de nuestras preguntas, incluso de nuestras proyecciones. Así percibimos fragmentos y reflejos de nuestra propia imagen y de nuestras aspiraciones hacia un Absoluto. Y el drama, es que Schuon ha creído resolver esta fragmentación siendo a la vez todos los 'tipos' que él describe, y es precisamente ahí donde se ha fastidiado. 
"No se puede dejar de pensar que cuando preconizaba el 'tener un centro', el suyo probablemente se le estaba escapando, y que no se ha convertido en otra cosa que en un vulgar arlequín, lo cual atestigua su guardarropa con elocuencia. Habría podido desempeñar –ya lo he sugerido sin duda–, un papel útil a condición de abstenerse de cualquier tipo de 'función', lo que implicaría renunciar a tener discípulos directos. Dicho esto, se puede no tener 'función' oficial y ser un funcionario 'no directivo'. Es lo que Guénon ha sugerido aludiendo a esos Afrads que son ignorados por el 'polo'. Desgraciadamente, ha habido prisa en 'cosificar' esta 'mitología', lo que venía a ser lo mismo que neutralizar más o menos sus beneficios. Sobre este punto, Schuon ha querido tener la mantequilla (los honores de una función 'polar' en un marco tradicional determinado) y el dinero de la mantequilla (constituir una nueva religión desembarazada de todo lo que le estorba). (…)" ('Affaire Schuon': les derniers rebondissementsAnexo 1: "¿Qué va a quedar de la 'obra' de Schuon?" C.R.E.T. Nº 6. Otoño-Invierno 1994, pgs. 67-70). 
Continuando en el Anexo 2, "Moral intrínseca y Moral extrínseca": 
"Koslow ha mencionado este tema schuoniano. Me he remitido a mi propia lectura y se va a ver que no son algunas frases inconsistentes sino capítulos enteros de los libros de Schuon los que corren peligro de caer, pues con la perspectiva ciertos artificios saltan fuera de las páginas como movidos por un resorte, a punto de desbandarse. 
"En Lógica y Trascendencia, vemos en primer lugar que el problema de las cualificaciones se resume en una simple discusión sobre la moral. Esto comienza prácticamente por la afirmación según la cual es mejor, sin discusión posible, ser un santo intelectualmente poco dotado e ignorante, que un metafísico humanamente mediocre y en consecuencia desprovisto de santidad. Dejaremos de lado el hecho de saber si el caso de Schuon ilustra la primera o la segunda categoría… (…) 
"Pero ya que se nos pide refutar a Schuon párrafo por párrafo y ya que hay interés en asistir a un pimpampum, puedo continuar todavía un poco más. Según Schuon (p. 208), importaría no confundir la cualificación moral con cualidades parciales y periféricas como la honestidad y el valor, que por ellas solas no constituyen la nobleza de base que exige la fe… Yo creo por el contrario que se podría demostrar fácilmente que cuando la honestidad (y el valor que implica) es lo que debe ser –y la misma palabra indica una adecuación si es que no una identificación con la verdad en toda su extensión–, la honestidad y el valor contienen necesariamente todas las demás virtudes a las que Schuon hace alusión; y si no están contenidas están requeridas. Cuando la honestidad no es solamente una identificación con un código más o menos arbitrario, conduce como consecuencia a una dimensión sobrenatural si es que no la contiene intrínsecamente. Temo que no haya aún en estas palabras una buena parte de verborrea inútil. Y llevamos tres… 
"Veamos ahora el contenido de la moral intrínseca comparado al de la moral extrínseca (p. 198). La primera concierne a las leyes innatas dispuestas con vistas a la naturaleza sacerdotal del hombre y también con miras al equilibrio de la sociedad; la segunda concierne a las leyes particulares, dispuestas en función de las condiciones objetivas y subjetivas de tal humanidad tradicional. (…) 
"Un poco más adelante, es decir en la página siguiente, Schuon pone lo intrínseco en relación con lo espiritual y lo extrínseco con lo social. (…) 
"No creo que sea necesario seguir más esta investigación ya que una buena parte de la obra de Schuon está constituida por esta clase de verborrea. La invención de categorías duales como la 'moral intrínseca' y la 'moral extrínseca' es más que fútil. No corresponde a nada y todo el mundo sabe que el moralismo o la hipocresía resulta de la confusión de los actos en sí mismos con los valores interiores. Aquellos que no lo saben o están en incapacidad de deducirlo no ganarían nada leyendo escritos tradicionales. 
"No se ha avanzado más por lo que respecta a definir una 'moral' distinta del moralismo. Pero esto no es grave, los hombres realmente espirituales no tienen ninguna necesidad de este género de definiciones, ya que solamente se puede decir lo que la verdadera 'moral' no es. Para volver al problema de las cualificaciones, seguramente no hay motivo para atormentarse por saber si la 'cualificación moral' es más importante que la 'cualificación intelectual', ya que el hecho de postular por un solo instante que puedan separarse significaría ni más ni menos que reducir la segunda a no ser más que un simple fenómeno de agilidad mental. 
"Se puede oponer la lógica a la trascendencia por el gusto de la paradoja y por las necesidades de un título que llame la atención. Sin embargo, las personas bien nacidas se han dado cuenta hace muchísimo tiempo de que la única lógica que merece que se hable de ella no puede ser otra cosa que una expresión de la trascendencia. Todo esto para decir que la prosa de Schuon acaba por parecer muy mundana una vez se ha extraído una frase interesante de aquí y otra de allá. Nunca me he fatigado de releer a Guénon, mientras que uno se cansa de Schuon. ¿Hay que considerar este fenómeno como una simple cuestión de temperamento? Seguramente que no… Quiero decir además que, en lo que concierne a la moral, he encontrado en Le jeu des masques afirmaciones tan discutibles como las que acabamos de señalar, pero como se relacionan con un ejemplo que ya he mencionado, no me ha parecido útil prolongar mi disertación. (…)" (Ibid. pgs. 70-72). 

http://symbolos.com/images/ahome.gif
Final

NOTAS
París. Nº 9, marzo-abril 1997, pág. 1. 
Nº 3 y 4, agosto-septiembre 1996, pgs 6-9. 
Jean Canteins: "A propos du Dossier 'H' ". En Etudes Traditionnelles, Nº 486, oct.-déc. 1984, Feuillet Complémentaire. Esta llamada "Hoja complementaria", que era un cuadernillo que acompañaba este Nº de la revista, contenía además de esta nota, otras dos de F. Schuon: "A propósito de algunas críticas" ya citado aquí en pág. 12 (ver http://symbolos.com/images/carro.gif n. 9), y "A propósito de una imagen", ridículo comentario de la foto de R. Guénon aparecida en la portada del Dossier H. 





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