¿Esto te concierne?
David Gattegno
(Que vous a apporté
René Guénon? David Gattegno & Thierry Jolif, Éditions Dualpha 2002)
Desde que se ha echado una ojeada a Guénon, todo el mundo se da
cuenta de repente de que ha entendido esencialmente todo, y esto, mejor que
nadie -incluyendo las ideas de Guénon, por supuesto.... Y luego, a fuerza de
comprender mejor que nadie, un buen día, nuestro quidam se da cuenta de que, en resumidas cuentas, no es imposible
que haya comprendido mejor las cosas de las que habla Guénon que las entendió
el propio Guénon; esto, por la sobreexcelente razón de que ha condimentado la
lectura de condimentos un tanto "eruditos", pseudoteológicos,
vagamente académicos, "críticos", etc.
Aquí y allá, la guénοnοlοgía ha estado galopando durante las
últimas décadas; por un lado, el flujo editorial difunde y distribuye todo su
trabajo y, por otro, las glosas han florecido por todas partes. Tanto es así
que, de hilo a aguja, este bello mundo se persuade íntimamente de estar en medida de poder aportar nuevas
consideraciones inéditas, susceptibles de aclarar bajo el mejor de los ángulos las que Guénon entregó.
Hay indecencias exhibicionistas paradójicas; consisten en
desnudar a otros para vestirse a sí mismos...... Y luego nos vamos,
sorprendidos de que el dobladillo de los pantalones no estuviera bien ajustado.
Si te llevas su Guénon contigo, es un poco como un viático
destinado a pagarse estudios que son
superiores
Si bien que la cuestión directa que se plantea aquí
requiere, por su indiscreción misma , una respuesta muy discreta. Philippe
Barthelet lo entendió tanto que sonrió.
Guénon aporta a cada uno la misma cosa- nada de más, nada de
menos-
¿Pero tu, que has sabido tomar? Esa es la verdadera pregunta!. Y nuestro
Barthelet en combate simplemente nos enseña que hay de todo para tomar y nada
para declarar.
Guénon nunca descubre
nada que no conozcamos ya, sin que haya en él el menor socratismo; porque, en
efecto, si no hubiéramos aprendido ya lo que él nos dice, no entenderíamos ni una palabra; por lo tanto, Guénon no enseña
nada, hace comprensible toda cosa aprendida. Nunca leímos nada más que lo que
esperábamos desesperadamente leer un día, para ser confirmados. Sin esta
confirmación, de hecho, lo esencial nos habría faltado cruelmente. Ir a imaginar, cinco minutos, poder descubrir
aquí la menor cosa que no hubiera sido percibida
antes es un engaño; y sin embargo, para adquirir
lo fue esto, si no lo encontramos en Guénon equivaldría a que nunca podríamos
disfrutar de ello.
Por eso no puede
haber un "guenoniano", excepto que éste sería lo que es, quienquiera
que sea, siempre y cuando esté en su plenitud.
¿Significaría esto
que, sin Guénon, nadie podría ser él mismo? Evidentemente no por supuesto que
no, no.
Como que puede haber aquí perfectamente una especie de
guenoniano que no haya leído una sola línea de Guénon. Sin embargo, para la
gente a la que pertenecemos aquí, y para la gente a la que nos dirigimos, es
muy poco probable que la economía de Guénon pueda dar resultados aprovechables en
términos de las condiciones fundamentales del Ser que son las nuestras.
Además, está esta la intuición de Maurice Maeterlinck según la cual si Platón -entre otros- no hubiera existido, el
alma de campesino, que ni siquiera ha oído pronunciar el nombre, no sería en
absoluto lo que él es.
Esto significa que el campesino no tiene verdaderamente una necesidad
directa de Guénon. En revancha, el pequeño hombrecito instruido que cultiva las
cosas del espíritu, este, a fuerza de , frotarse la sagacidad con las astucias
sistemáticas de sus similares en inteligencia, peligra seriamente, hoy, de no
saber encontrarse aquí solo. Es en esta etapa que Guénon es esencial, para
desentrañar la enorme red, la llave
correcta permite desmantelar el sistema conceptual que nos da la ilusión de pensar; y, lo que es
más, ahora, de pensar "co-rrec-tamente".... Porque, la
"corrección", cuando no tiene, como norma de corrección, más que la convención humana, se resuelve en código
penal. Además, es a fuerza de pensar, precisamente, que ha surgido el sistema fabuloso
de la normalización de ideas y, como corolario inmediato, su disimulo.
El hombre no llega a
ser más que lo que piensa; pues se va a resolver a no ser más que lo que se
atreve a expresar de su pensamiento, para terminar en resumirse, por instinto
de conservación, en el disfraz de aquello según le convenga.
Se trata ahora de redescubrir el pensamiento inicial, el de
antes de la norma. Sin embargo, en Guénon, todo el mundo puede encontrar el
hilo original.
Así que, finalmente: "¿Eso te concierne?" ¡Y como!
Porque, decir lo que él (nos) ha aportado, es no tener miedo de expresar el
fondo de su propio pensamiento, a pesar de la corrección política y, por lo
tanto, encontrar la palabra que habíamos perdido....
Sobre esta "palabra perdida", antes de atreverse a
pensar en encontrarla por medio de la "Iniciación" hay que recordar
que la condición sine qua non para
este desarrollo tan particular de sus potencialidades es ser, muy seguramente,
LIΒRE....
Sin embargo,
insistamos en ello con severidad, entre todos los pretendidos iniciados de lo
que sea que hemos podido encontrar, entre cuatro ojos o entre líneas, ninguno que tenga la estatura
de hombre libre, por no hablar de la
pluviosidad intelectual de unos y otros; pluviosidad que constituye, además,
una gran descualificación para el acceso, incluso a los más pequeños de los
"pequeños misterios".
Así que, para reutilizar la palabra de Philippe Barthelet,
admitamos, para esta introducción, que René Guénon nos trajo el conocimiento de
que no somos nada... Esto nos
permitiría, como camellos que somos, pasar más fácilmente por el ojo de la
aguja.
Un hadîth del Profeta
ha sido traducido por: "La vida tradicional es sinceridad."
Seamos sinceros, y esto afectará a la tierra entera.
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