miércoles, 31 de agosto de 2016

Pluralismo (Abbé Henri Stéphane)

TRATADO XI.5 Pluralismo

(Abbé Henri Stéphane 1907-1985, Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo XI, Epistemología)

Reprochar a René Guenon ignorar al hombre y como consecuencia ignorar a Dios equivale a reprocharle de no situarse de entrada en el punto de vista del monoteísmo, o equivalentemente en el punto de vista de la teología; es verdad que Guenon no se interesa más que en el Conocimiento y no habla del Amor, que no ve más que la iniciación y hace poco caso de la mística, o todavía que no se interesa en la moral ni en las virtudes. Ahora todo esto es esencial en la perspectiva monoteísta o teológica, o incluso “religiosa”; además, en la perspectiva hindú que es la de Guenon no se encuentra solamente el jnâna sino también la bhakti, por tanto la devoción y el amor. Hay por tanto un equilibrio a reestablecer y carencias a subsanar en la obra de Guenon lo que hace precisamente la obra de Frithjof Schuon.

Se puede decir igualmente que el punto de vista monoteísta es más “objetivo” y que el punto de vista oriental es más “subjetivo” (el Si, Âtma), o todavía que la primera contempla el Ser y los seres, mientras que la segunda es la del “estado del ser”, apareciendo Dios no como el Ser, sino como el estado incondicionado de Âtma (Nirvâna) En fin el primero no contempla más que el Dios personal y el segundo pone el acento en la Divinidad impersonal. Por tanto, según Guenon, Âtma considerado con relación a un ser es propiamente la Personalidad, por tanto una determinación particular de la Divinidad impersonal, al mismo título que el Ser es la primera determinación del No-Ser.

Por otra parte, para un occidental, la perspectiva oriental puede acabar en una inversión del Si y en la divinización del ego (Nietzshe, Sartre) y la perspectiva monoteísta es la mejor adaptada a la mentalidad occidental. No obstante el dualismo “servidor-Señor” tiene el riesgo de provocar la revuelta del servidor, lo que es frecuente en nuestros días, yendo hasta la negación del Señor , como prueban las distintas formas de ateísmo moderno. Al fin de cuentas si se reprocha a Guenon de ignorar al hombre, se puede lamentar que el Occidental moderno no conozca más que el hombre, de donde el humanismo en todas sus formas, llegando hasta declarar que es el hombre el que ha inventado a Dios, y que ¡es preciso liberarle de tal alienación!

Si es verdad que una cierta  ignorancia del hombre peligra de acabar en una Divinidad talmente trascendente que no interesa más al hombre, o que no le “concierna” más, en revancha poniendo el acento sobre el hombre se arriesga de acabar en una Divinidad antropomorfa donde “Dios está hecho a imagen del hombre”.

En la perspectiva “guenoniana” lo que está puesto a priori como axioma indiscutible, es el Infinito y la Posibilidad , es el Principio Supremo, es Âtma, del que el ser manifestado no es más que una modificación transitoria y contingente 8, por lo que el estado humano no es más que un estado entre una indefinidad de otros estados, o todavía que tal hombre particular no es más que un estado de manifestación de “un ser” con relación al cual Âtma aparece como la Personalidad trascendente. Hay ahí una trasposición metafísica del monoteísmo.


8 Definición del Si dada por Guenon en el capítulo II de El Hombre y su devenir según el Vêdânta

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