martes, 30 de agosto de 2016

LIBERTAD DEL SEXO Y LA LIBERTAD CON RELACIÓN AL SEXO (J.Evola)


CAPITULO XII

LIBERTAD DEL SEXO Y LA LIBERTAD CON RELACIÓN  AL SEXO

(J. EVOLA, L’Arco e la Clava, Milano, 1968, c. XII.)



La importancia concedida a la sexualidad, a la par de una tendencia regresiva que no puede escapar del observador atento, es incontestablemente una característica de la época actual. Se combate por un lado lo que puede subsistir de convenciones moralistas burguesas relativas a la vida sexual; por el otro, la psicología, la sociología y la filosofía consagran al sexo una atención sin precedentes,  al límite del pansexualismo y de una especie de culto del sexo. Pero, en el fondo, todo este movimiento contempla el sexo sólo bajo sus aspectos más banales o los más dudosos, porque aquí también obra el clima predominante de "democracia", de promiscuidad y de disolución. Y partiendo de la sexualidad, se encuentra al mismo tiempo el medio de  alimentar un ataque contra los ideales, los principios y  las estructuras  de toda civilización superior.

Ya evocamos los casos donde la insistencia sobre el sexo está estrechamente asociada, en una cierta literatura, a la obscenidad y  al placer de la vulgaridad. Siendo así, estudiaremos ahora la tendencia  indicada más arriba, tal como ella se manifiesta en ciertos autores contemporáneos con incidencias precisas en el dominio de la visión del mundo, de la sociología y de las ideas políticas. Procuraremos sobre todo mostrar el paralelismo, paradójico en apariencia solamente, que existe entre una especie de cruzada por el sexo y  la libertad sexual y rebajamiento de la concepción misma de la sexualidad.

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Podemos pasar ahora a una visión de conjunto sobre las teorías Wilhelm Reich, un discípulo vienés de Freud, del que se separó no obstante procediendo a una revisión "heterodoxa" de algunos dogmas fundamentales del maestro, con prolongaciones en  el dominio de la visión del mundo y  sobre el plano político y social.

En la formulación definitiva de las ideas de Reich, el centro está ocupado por el concepto de orgón o energía orgónica (términos forjados en referencia al orgasmo erótico). La primera idea, es que en la sexualidad y la experiencia sexual se manifiesta una energía supra individual, una fuerza universal. Todo esto es justo y podría llevar a un plano superior al del psicoanálisis. Esto recuerda por otra parte una enseñanza tradicional fundamental que ha encontrado una expresión típica en la doctrina hindú de la kundalinî: ésta es una fuerza, no exclusivamente biológica que, que se encuentra en la raíz del organismo y que mantiene una relación particular con el sexo y la función genésica en tanto que ella es una manifestación inmanente de la Çakti universal en el hombre. Çakti es uno de los términos de la  “diada metafísica "o" pareja divina ", es la fuerza a creadora del dios, figurada como su " esposa ", la energía vital, contrapartida " femenina " del puro principio " ser ", el "varón divino ".

Esta referencia a la metafísica tradicional es tanto más importante cuanto que permite ver claramente que en Reich los errores y las desviaciones se mezclan con una intuición feliz. Más allá del plano individual psicológico propio  de la psicología y el psicoanálisis corrientes, Reich considera pues un plano supra individual hablando de una " energía orgónica " cósmica; pero hay que observar en seguida que no se refiere, en esto, al plano metafísico. Quiere encontrar al contrario esta potencia en el universo físico, en el la naturaleza, como si buscara una suerte de electricidad (Reich habla en efecto de una "bioelectricidad" y del “bión ", que sería una forma de transición entra materia inorgánica y la materia orgánica; para acabar por creer, por otra parte,  que está  difundida en la atmósfera Es por eso que, después de sus costosas investigaciones en laboratorio sobre sustancias físicas había llegado a imaginar  literalmente  condensadores de “energía  orgónica " y " cabinas orgónicas " que podían ser utilizadas con fines terapéuticos. Reich desarrolla así la teoría psicoanalítica de  las represiones: las neurosis, las psicosis y otro disturbios psíquicos tendrían por causa las interrupciones o atascos (" éstasis ") de la energía orgónica debidos a contoles (las “corazas ") presentes en el individuo, controles esencialmente psíquicos y caracteriales, pero que puede traducirse también en de fenómenos musculares y fisiológico. Y ciertas enfermedades,  comprendido el cáncer, no tendrían otra causa ( 1).

Esta generalización de la teoría de las represiones se basa también sobre otra idea: no  hay más que represiones provocados por una abstinencia sexual forzada debida a circunstancias exteriores. Hay también represiones vinculadas a la “ impotencia orgásmica ", que vendrán pues  añadirse a otras formas de impotencia comúnmente admitidas (impotencia eréctil e impotencia eyaculatoria). La impotencia orgásmica sería debida a una angustia del placer que impide un orgasmo sexual completo y que, creando Una " coraza protectora " caracterial o un control defensivo del Yo, provoca el atasco de las cargas de energía orgónica  fuente de toda desgracia.

A partir de estas premisas Reich llega  a una interpretación  ad hoc de toda la historia de la humanidad civilizada y caracterizado desde de milenios, según él, por análogas corazas y controles a gran escala contra la " descarga orgásmica " completa hacia la cual se precipita Ia verdadera vida. Habla del " asesinato de perpetrado por el animal humano acorazado ", identifica a la " pérdida del paraíso" a la " pérdida del funcionamiento perfecto y vital en el hombre  (que sería obtenido por el pleno ejercicio de la sexualidad)”.  Ya que toda vida social ha sido, en el curso de los últimos milenarios y por razones muy precisas, un tipo de vida secundaria acorazada, negadora de la felicidad (de la felicidad sexual esencialmente) que se ocupó de eliminar, de destruir por el hierro y el fuego, por la difamación y  la degradación, toda forma de vida primaria, peligrosa para su existencia. Ha comprendido, de una manera o de otra que perdería y dejaría de existir si la vida primordial volviera la escena bio-sexual ". El odio y la lucha bien organizada contra la fuerza de vida, es decir contra la energía orgónica, identificada a la fuente misma de la naturaleza y de la vida, estarían en origen de las  convulsiones múltiples de una vitalidad inhibida y frustrada: hasta las formas representadas por las psicosis, el crimen, el alcoholismo. La descarga orgásmica prohibido engendra también el furor destructor  o bien, debido a una presión insostenible, el deseo de evasión, el deseo del nirvâna (tal como Reich lo concibe) como sucedáneo de la libertad que habría sido el fruto de la perfecta satisfacción genésica.

Reich desemboca pues en una especia de religión de la vida fundada sobre la sexualidad y sobre una ética de abandono total a esta última, siendo denunciadas todas las estructuras de las civilizaciones y de las sociedades superiores como auténticas corazas defensivas, histéricas  y neuróticas. La consecuencia lógica, es la llamada a la “revolución sexual ". Aquí, el fondo  regresivo de toda esta sexología moderna, con la concepción empobrecido y unilateral del sexo que está  en el origen, es muy visible. Es con conocimiento lo causa que hemos recordado más arriba la  enseñanza tradicional que coloca en el origen de la sexualidad una fuerza primordial. Pero ésta no es más que uno de los polos de la diada metafísica, el principio "femenino" de la vida y de la naturaleza - Çakti o Prakritî - teniendo como contrapartida el principio del "ser", Çiva o Purusha. Teorías como las de Reich se reducen pues a una exaltación anárquica y en un absolutización de uno solo de los dos principios del mundo, preconizando un desencadenamiento total y desenfrenado del sexo contra todo lo que, en realidad, no es en absoluto la consecuencia de una " coraza neurótica ", sino que corresponde normalmente a la acción sobre el plano humano del polo "masculino" de este diada - según la imagen mitológica del dios varón señor de la Çakti, es decir de la fuerza-vida primordial. Y la manifestación del dios varón, es todo lo que es "forma" con sentido superior, inmutabilidad, orden que sobrepasa la naturaleza.

A causa de su ignorancia - debida, evidentemente, a su idiosincrasia - de todo este dominio, Reich necesariamente se encuentra delante de un misterio impenetrable. Porque aunque se interprete, cosa grotesca, todas las formas éticas, políticas y sociales y religiosas como controles contra la "vida" y la impulsión orgónica  cósmica, dado que esas mismas formas pertenecen de una manera u otra a la vida, es `preciso preguntar cuál es el origen profundo y verdadero de ellas.  A este respecto, Reich reconoce su ignorancia, escribe textualmente: " el problema  de saber cómo sólo la especie humana, entre  todas las especies animales, desarrolló su coraza se plantea  siempre, no está resuelto”. Renuncia a toda explicación porque es " demasiado complicado, los hechos concretos que aportarían una solución están enterrados  en un pasado demasiado retirado”. En realidad, no hay necesidad de explicación  empírica a partir del curso de la historia; sería preciso definir  a priori, esta posibilidad que se manifiesta con tanta potencia y constancia en la especie humana contra una Vida  que Reich querría hacer el fundamento único y primordial del universo. Pero la única explicación válida está suministrada precisamente por la existencia  del otro polo de la  diada cósmico, del principio personificado  el mito por la divinidad masculina, el principio supraordenado al principio  femenino y  obrando en el hombre, las sociedades y las civilizaciones, como un poder tan primordial como el otro, allí donde Reich  sólo percibe productos acorazados afectados de impotencia orgásmica e  histéricamente enemigos del sexo, "asesinos de la vida”.

Y si se remite al plano emocional - al cual no se puede ciertamente acordar  un alcance universal coextensivo a todo  lo que debería aclara- a la angustia del Yo ante el placer sexual, todavía habría que explicar esta angustia Por todas partes, Reich habla del “miedo de disolverse en el placer ". El hombre " desde el origen ha debido sentir que su pulsión genital le hacía ' perder el control’ y le reducía a un fragmento de naturaleza flotante y convulsiva. Es posible que la angustia del orgasmo venga de ahí ", lo que sería también el  origen de las  condenaciones  religiosas de la sexualidad. Ahora, estamos aquí muy lejos de la patología, pues  puede tratarse del deseo legítimo de mantener a su personalidad, frente a un abandono completo, pasivo y naturalista, al sexo, cosa que, para la personalidad representaría justamente una lesión, una disolución. Reich ha escrito también: " el deseo orgásmico aparece  ahora como una expresión de este empuje ‘más allá de él sí mismo '... Nosotros tendemos a sobrepasarnos. Quizá esto se explica  por qué la idea de la muerte ha sido empleada tan a menudo para designar el orgasmo. Incluso  en la muerte la energía biológica (sic) sobrepasa los límites de la envoltura material que la tiene prisionera. La idea religiosa de la ' muerte libertadora ', el ' óbito libertador ' adquiere así una base objetiva. La función cumplida por el orgasmo en el organismo donde todo se desarrolla de modo natural reaparece en el organismo acorazado como principio del nirvâna o de la idea mística de la salvación”. He aquí pues otro caso típico de confusión de las ideas. La intuición justa le concierne al impulso a la trascendencia incluido en el eros y que se manifiesta en la experiencia del abrazo sexual (bajo sus aspectos "destructores", los cuales generalmente escapan a la concepción primitiva de la sexualidad propia de autores como Reich). Pero se trata de otra cosa muy diferente de una " energía biológica ", esta energía que Reich hace entrar en juego en la muerte, en la "carne" y el "cuerpo" del que el individuo acorazado quiere liberarse " redimiéndose ", ignorando su naturaleza de ser finito  en provecho de su "coraza", del " tejido que aprisiona " esta energía y prohíbe su solución "natural", la descarga  orgásmica. La distinción entre una  superación  pasiva (de la que es bueno guardarse) y una superación activa, auténtica y ascendiente  (con vistas a la cual la enseñanza tradicional ha definido un uso particular del sexo - ver a este respecto los materiales recogidos en nuestra obra Metafísica del sexo), no viene ni siquiera a la mente de Reich. El abandono pasivo del Yo y la descarga  de la energía orgónica  cósmica en el individuo por el orgasmo completo - tales son los límites  de la visión de la vida y de la ética de Reich.

Deseamos ahora estudiar cómo Reich se enfrenta más específicamente a las formas de toda sociedad tradicional a partir de una revisión de las teorías de Freud. Éste había afirmado que Ia fuerza motriz fundamental del psiquismo humano, es el principio del placer (Lustprinzip); pero reconoció a continuación la existencia de otra pulsión, igualmente fundamental a sus ojos, vuelta destructiva (Todestrieb). Además con la teoría general de la represión, empleada para mostrar que cuando las posibilidades de satisfacción de la segunda pulsión, la pulsión destructiva, se bloquean, esta cambia de plano y puede manifestarse bajo dos formas: el sadismo cuando se torna hacia el exterior, hacia los otros; el masoquismo, cuando se torna hacia el interior, hacia sí mismo. Reich, por su parte, niega esta dualidad freudiana de las pulsiones. A sus ojos solo es primaria la pulsión orgásmica al placer: descarga de la energía orgónica primordial. El otro instinto, el instinto de muerte y de destrucción bajo su doble aspecto sádico y masoquista, sería un instinto derivado. No será más que una  consecuencia de la represión del primer instinto, cuando las  estructuras sociales, las inhibiciones,  la impotencia orgásmica dan origen a una carga energética comprimida, que por desviación, se manifiesta precisamente bajo formas patológicas  y destructivas, sádicas o masoquistas Estas formas de patología  sexual, una vez transpuestas, se encontrarían también las principales trazas de una cierta estructura social.

A nivel político y social las tendencias sádicas darían nacimiento a la orientación autoritaria de la personalidad, al placer de dominar seres sometidos, a la liberación del instinto de  persecución de los enemigos (el "capitalista", el "judío" comunista " y así sucesivamente , según las ideologías). Las tendencias masoquistas, estarían en la basa de la mentalidad gregaria, del placer de la sumisión, con una propensión por el culto de la personalidad ", la disciplina, pudiendo ir hasta el sacrificio de sí. Las dos orientaciones, activa y pasiva, son en cierta medida complementarias y desvelan según Reich el verdadero fondo escondido de todo sistema jerárquico y tendencias guerreras, "agresivas", etc., que se presentan entonces como complejos cuyo origen revela claramente  la patología sexual. A este respecto, Reich pone en el mismo saco el patriarcado, los regímenes militaristas, "fascistas", el capitalismo, el comunismo soviético (por autoritario), etc. En suma todo el universo de los " patrista " que Rattray Taylor quiso describir.

Algunos no han vacilado en acudir a  la etnología para sacar la confirmación. Malinowski y una americana que se improvisó de etnóloga, Margaret Mead, han comparado dos pueblos salvajes que vivían en medios análogos. Uno de ellos, cuya sociedad era matriarcal, conocía una libertad sexual total desde la infancia, llevaban una vida pacífica, sin neurosis; el segundo caracterizado  por un organización  familiar patriarcal y autoritaria, así como por una limitación de la vida sexual, presentaba " las mismas trazas que la civilización europea " agresividad, individualismo,  tendencias guerreras  etc. Tales comprobaciones, puramente factuales                con relaciones causa-efecto apresuradamente establecidas, no son revelaciones más que para los que consideran que hay que partir de lo inferior para explicar lo superior y los salvajes para explicar  la humanidad civilizada. Podríamos recordar aquí la sabio observación  de Dumézil, a saber que no hay nada de lo que no se pueda, con un poco de a buena voluntad, encontrar una confirmación aparentemente en potencia en los materiales etnológicos.

Pero en lo que concierne a la "agresividad " concebida como una especie de rabia  debida a un principio de placer trabado, Reich y otros  (como por ejemplo De Marchi, un autor de quien nos ocuparemos dentro de poco) se abstienen de explicarnos las inhibiciones  sociales y sexuales o el miedo de perderse en el placer que sufren, es evidente, numerosos animales salvajes peligrosamente agresivos. El límite del ridículo se franquea cuando se cree seriamente que hombres como Alexandre, Tamerlán, César, Napoleón, Federico II, etc., jamás habrían sido lo que fueron si hubieran recibido una buena educación sexual, no inhibidos, abiertos, fuera de familias patriarcales y de una sociedad " acorazada ". Lo extraño, al contrario, es que, en el plano individual, ningún gran conquistador llevó una vida puritana - a menos por supuesto de suponer con Reich que, queriendo a las mujeres, los grandes conquistadores hubieran estado afectados de impotencia "orgásmica”. Estamos  pues en presencia de un conjunto de absurdos y de tonterías , y el fondo existencial regresivo de esta sexología aplicado a la interpretación de la sociedad es evidente. Volveremos contra estos autores su propio método interpretativo afirmando que la pulsión que los ha conducido a ensuciar y a rebajar, por medio de una pseudo-ciencia analítica y de una concepción pan-sexualista y desenfrenada de la vida, las formas de toda civilización superior - las cuales son inseparables principios de la autoridad, de la jerarquía, de la virilidad, de la disciplina y del estilo guerrero (a no confundir con la "agresividad" histérica y ' "imperialismo" -  es precisamente  el signo de un instinto agresivo inconsciente (sádico o masoquista, a elección), de modo que Reich mismo y otros habrían necesitado hacerse psicoanalizar ellos mismos. Es apenas necesario decir que las disposiciones al mando y a la obediencia son intrínsecas en la naturaleza  humana y no tienen en general nada  que ver con hechos sexuales: la libido dominandi y la libido servendi no son ahí más que formas degeneradas. Hay posibilidad  de una superación  tanto  en el que, investido de autoridad, ejerce un poder como si fuera un deber, como en el que establece de manera libre una relación de dependencia, de subordinación y de lealtad hacia un superior: es por otra parte lo que nos ha mostrado, en Europa y fuera de Europa, el mundo feudal  en sus mejores aspectos.

En segundo lugar, se desvela  aquí aquello  a lo que hicimos alusión al principio, a saber que el mismo fundamento de estas teorías, es contrariamente a  lo que se podría pensar, una concepción  primitiva y bastante banal del sexo. Cuando Reich, en efecto, contra Freud, busca  explicar sadismo y masoquismo como simples complejos secundarios y patológicos debidos a la represión, cae en un equívoco grave y muestra que ignora las dimensiones efectivas de la pulsión sexual, cuando  se consideran sus manifestaciones más profundas  y más intensas. Pues  si se puede decir que hay un sadismo y un masoquismo como fenómenos perversos, resulta también que ambos pueden ser sólo unas acentuaciones de aspectos siempre presentes e inherentes a todo amor erótico intenso, el cual contiene justamente un factor de destrucción vinculado  al impulso en la "trascendencia" que Reich ha  presentido pero de manera fugaz y errónea). Los temas amor- muerte, voluptuosidad-destrucción son mucho más que  simples proyecciones psicopáticas de poetas románticos o decadentes.  Es así como numerosas divinidades antiguas  del sexo, del placer y de la orgía fueron al mismo tiempo  divinidades de la muerte y  la locura destructora. Se puede recordar particularmente a Ia diosa lshtar en la esfera mediterránea, la diosa Durga en el mundo hindú, la diosa Hathor-Sechmet del antiguo Egipto (para no hablar del dionisismo). Y debido a su aspecto destructor, fueron también a veces diosas de la guerra. Así, cosa más bien irónica, vemos que las reivindicaciones a favor de una libertad sexual absoluta tienen como contrapartida, y hasta como condición, el hecho de no contemplar la pulsión sexual, que se cree poder colocar al principio de todo, más que bajo sus formas más incompletas y menos interesantes.

(1) Estas aplicaciones terapéuticas, para las cuales Reich había creado un instituto en los Estados Unidos, donde se había establecido después de diversas peregrinaciones, fueron  el principio de sus desventuras. Denunciado por el Comisariado americano para la Salud que veía en todo esto sólo charlatanería, Reich se negó a presentarse delante del tribunal y declaró no estar dispuesto a discutir y a justificarse más que delante de gente competente, en otro lugar; acusado por esta razón de “ultraje a la Corte "  fue condenado a dos años de reclusión y murió en prisión de un ataque cardíaco. Luego en la tierra prometido de las libertades democráticas y del psicoanálisis,  América, una decisión de la justicia prohibió la difusión público de toda una serie de sus libros, hasta los que no concernían su discutible a terapia, como The sexual revolution, Éter God and Devil, The mass psychology of fascism, Character analysis, etc. Pero esto no impidió las raras ideas reichianas sobre el carácter “ sado-autoritario, de ser abundantemente utilizadas por el equipo de psicoanalistas y de psiquiatras enrolados por los americanos para efectuar en Alemania después de la guerra, el lavado democrático de los cerebros. Ver e este respecto: C. K-Notzing, Charakterwäsche. Stuttgart, 1965, pp. 113-119.

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