CAPITULO XII
LIBERTAD DEL SEXO Y
LA LIBERTAD CON RELACIÓN AL SEXO
(J. EVOLA, L’Arco e la
Clava, Milano, 1968, c. XII.)
La importancia concedida a la sexualidad, a la par de una
tendencia regresiva que no puede escapar del observador atento, es incontestablemente
una característica de la época actual. Se combate por un lado lo que puede
subsistir de convenciones moralistas burguesas relativas a la vida sexual; por
el otro, la psicología, la sociología y la filosofía consagran al sexo una
atención sin precedentes, al límite del
pansexualismo y de una especie de culto del sexo. Pero, en el fondo, todo este
movimiento contempla el sexo sólo bajo sus aspectos más banales o los más
dudosos, porque aquí también obra el clima predominante de
"democracia", de promiscuidad y de disolución. Y partiendo de la
sexualidad, se encuentra al mismo tiempo el medio de alimentar un ataque contra los ideales, los
principios y las estructuras de toda civilización superior.
Ya evocamos los casos donde la insistencia sobre el sexo
está estrechamente asociada, en una cierta literatura, a la obscenidad y al placer de la vulgaridad. Siendo así,
estudiaremos ahora la tendencia indicada
más arriba, tal como ella se manifiesta en ciertos autores contemporáneos con
incidencias precisas en el dominio de la visión del mundo, de la sociología y
de las ideas políticas. Procuraremos sobre todo mostrar el paralelismo, paradójico
en apariencia solamente, que existe entre una especie de cruzada por el sexo y la libertad sexual y rebajamiento de la
concepción misma de la sexualidad.
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Podemos pasar ahora a una visión de conjunto sobre las
teorías Wilhelm Reich, un discípulo vienés de Freud, del que se separó no
obstante procediendo a una revisión "heterodoxa" de algunos dogmas
fundamentales del maestro, con prolongaciones en el dominio de la visión del mundo y sobre el plano político y social.
En la formulación definitiva de las ideas de Reich, el
centro está ocupado por el concepto de orgón o energía orgónica (términos
forjados en referencia al orgasmo erótico). La primera idea, es que en la
sexualidad y la experiencia sexual se manifiesta una energía supra individual,
una fuerza universal. Todo esto es justo y podría llevar a un plano superior al
del psicoanálisis. Esto recuerda por otra parte una enseñanza tradicional
fundamental que ha encontrado una expresión típica en la doctrina hindú de la
kundalinî: ésta es una fuerza, no exclusivamente biológica que, que se
encuentra en la raíz del organismo y que mantiene una relación particular con el
sexo y la función genésica en tanto que ella es una manifestación inmanente de la
Çakti universal en el hombre. Çakti es uno de los términos de la “diada metafísica "o" pareja divina
", es la fuerza a creadora del dios, figurada como su " esposa
", la energía vital, contrapartida " femenina " del puro principio
" ser ", el "varón divino ".
Esta referencia a la metafísica tradicional es tanto más
importante cuanto que permite ver claramente que en Reich los errores y las
desviaciones se mezclan con una intuición feliz. Más allá del plano individual
psicológico propio de la psicología y el
psicoanálisis corrientes, Reich considera pues un plano supra individual
hablando de una " energía orgónica " cósmica; pero hay que observar en
seguida que no se refiere, en esto, al plano metafísico. Quiere encontrar al
contrario esta potencia en el universo físico, en el la naturaleza, como si buscara
una suerte de electricidad (Reich habla en efecto de una
"bioelectricidad" y del “bión ", que sería una forma de
transición entra materia inorgánica y la materia orgánica; para acabar por
creer, por otra parte, que está difundida en la atmósfera Es por eso que,
después de sus costosas investigaciones en laboratorio sobre sustancias físicas
había llegado a imaginar literalmente condensadores de “energía orgónica " y " cabinas orgónicas
" que podían ser utilizadas con fines terapéuticos. Reich desarrolla así
la teoría psicoanalítica de las
represiones: las neurosis, las psicosis y otro disturbios psíquicos tendrían
por causa las interrupciones o atascos (" éstasis ") de la energía orgónica
debidos a contoles (las “corazas ") presentes en el individuo, controles esencialmente
psíquicos y caracteriales, pero que puede traducirse también en de fenómenos musculares
y fisiológico. Y ciertas enfermedades, comprendido el cáncer, no tendrían otra causa
( 1).
Esta generalización de la teoría de las represiones se basa
también sobre otra idea: no hay más que
represiones provocados por una abstinencia sexual forzada debida a
circunstancias exteriores. Hay también represiones vinculadas a la “ impotencia
orgásmica ", que vendrán pues añadirse
a otras formas de impotencia comúnmente admitidas (impotencia eréctil e impotencia
eyaculatoria). La impotencia orgásmica sería debida a una angustia del placer
que impide un orgasmo sexual completo y que, creando Una " coraza
protectora " caracterial o un control defensivo del Yo, provoca el atasco de
las cargas de energía orgónica fuente de
toda desgracia.
A partir de estas premisas Reich llega a una interpretación ad hoc
de toda la historia de la humanidad civilizada y caracterizado desde de milenios,
según él, por análogas corazas y controles a gran escala contra la " descarga
orgásmica " completa hacia la cual se precipita Ia verdadera vida. Habla
del " asesinato de perpetrado por el animal humano acorazado ",
identifica a la " pérdida del paraíso" a la " pérdida del
funcionamiento perfecto y vital en el hombre (que sería obtenido por el pleno ejercicio de la
sexualidad)”. Ya que toda vida social ha
sido, en el curso de los últimos milenarios y por razones muy precisas, un tipo
de vida secundaria acorazada, negadora de la felicidad (de la felicidad sexual
esencialmente) que se ocupó de eliminar, de destruir por el hierro y el fuego,
por la difamación y la degradación, toda
forma de vida primaria, peligrosa para su existencia. Ha comprendido, de una
manera o de otra que perdería y dejaría de existir si la vida primordial volviera
la escena bio-sexual ". El odio y la lucha bien organizada contra la fuerza
de vida, es decir contra la energía orgónica, identificada a la fuente misma de
la naturaleza y de la vida, estarían en origen de las convulsiones múltiples de una vitalidad
inhibida y frustrada: hasta las formas representadas por las psicosis, el
crimen, el alcoholismo. La descarga orgásmica prohibido engendra también el
furor destructor o bien, debido a una
presión insostenible, el deseo de evasión, el deseo del nirvâna (tal como Reich
lo concibe) como sucedáneo de la libertad que habría sido el fruto de la perfecta
satisfacción genésica.
Reich desemboca pues en una especia de religión de la vida
fundada sobre la sexualidad y sobre una ética de abandono total a esta última, siendo
denunciadas todas las estructuras de las civilizaciones y de las sociedades
superiores como auténticas corazas defensivas, histéricas y neuróticas. La consecuencia lógica, es la
llamada a la “revolución sexual ". Aquí, el fondo regresivo de toda esta sexología moderna, con la
concepción empobrecido y unilateral del sexo que está en el origen, es muy visible. Es con
conocimiento lo causa que hemos recordado más arriba la enseñanza tradicional que coloca en el origen de
la sexualidad una fuerza primordial. Pero ésta no es más que uno de los polos
de la diada metafísica, el principio "femenino" de la vida y de la
naturaleza - Çakti o Prakritî - teniendo como contrapartida el principio del
"ser", Çiva o Purusha. Teorías como las de Reich se reducen pues a
una exaltación anárquica y en un absolutización de uno solo de los dos
principios del mundo, preconizando un desencadenamiento total y desenfrenado
del sexo contra todo lo que, en realidad, no es en absoluto la consecuencia de una
" coraza neurótica ", sino que corresponde normalmente a la acción
sobre el plano humano del polo "masculino" de este diada - según la
imagen mitológica del dios varón señor de la Çakti, es decir de la fuerza-vida
primordial. Y la manifestación del dios varón, es todo lo que es
"forma" con sentido superior, inmutabilidad, orden que sobrepasa la
naturaleza.
A causa de su ignorancia - debida, evidentemente, a su idiosincrasia
- de todo este dominio, Reich necesariamente se encuentra delante de un
misterio impenetrable. Porque aunque se interprete, cosa grotesca, todas las
formas éticas, políticas y sociales y religiosas como controles contra la
"vida" y la impulsión orgónica
cósmica, dado que esas mismas formas pertenecen de una manera u otra a
la vida, es `preciso preguntar cuál es el origen profundo y verdadero de ellas.
A este respecto, Reich reconoce su
ignorancia, escribe textualmente: " el problema de saber cómo sólo la especie humana,
entre todas las especies animales,
desarrolló su coraza se plantea siempre,
no está resuelto”. Renuncia a toda explicación porque es " demasiado complicado,
los hechos concretos que aportarían una solución están enterrados en un pasado demasiado retirado”. En realidad,
no hay necesidad de explicación empírica
a partir del curso de la historia; sería preciso definir a priori, esta posibilidad que se manifiesta
con tanta potencia y constancia en la especie humana contra una Vida que Reich querría hacer el fundamento único y
primordial del universo. Pero la única explicación válida está suministrada precisamente
por la existencia del otro polo de la diada cósmico, del principio personificado el mito por la divinidad masculina, el
principio supraordenado al principio femenino y obrando en el hombre, las sociedades y las civilizaciones,
como un poder tan primordial como el otro, allí donde Reich sólo percibe productos acorazados afectados
de impotencia orgásmica e histéricamente
enemigos del sexo, "asesinos de la vida”.
Y si se remite al plano emocional - al cual no se puede ciertamente
acordar un alcance universal coextensivo
a todo lo que debería aclara- a la angustia
del Yo ante el placer sexual, todavía habría que explicar esta angustia Por
todas partes, Reich habla del “miedo de disolverse en el placer ". El
hombre " desde el origen ha debido sentir que su pulsión genital le hacía
' perder el control’ y le reducía a un fragmento de naturaleza flotante y
convulsiva. Es posible que la angustia del orgasmo venga de ahí ", lo que
sería también el origen de las condenaciones religiosas de la sexualidad. Ahora, estamos
aquí muy lejos de la patología, pues puede tratarse del deseo legítimo de mantener
a su personalidad, frente a un abandono completo, pasivo y naturalista, al
sexo, cosa que, para la personalidad representaría justamente una lesión, una
disolución. Reich ha escrito también: " el deseo orgásmico aparece ahora como una expresión de este empuje ‘más
allá de él sí mismo '... Nosotros tendemos a sobrepasarnos. Quizá esto se
explica por qué la idea de la muerte ha
sido empleada tan a menudo para designar el orgasmo. Incluso en la muerte la energía biológica (sic)
sobrepasa los límites de la envoltura material que la tiene prisionera. La idea
religiosa de la ' muerte libertadora ', el ' óbito libertador ' adquiere así
una base objetiva. La función cumplida por el orgasmo en el organismo donde
todo se desarrolla de modo natural reaparece en el organismo acorazado como
principio del nirvâna o de la idea mística de la salvación”. He aquí pues otro
caso típico de confusión de las ideas. La intuición justa le concierne al
impulso a la trascendencia incluido en el eros y que se manifiesta en la
experiencia del abrazo sexual (bajo sus aspectos "destructores", los
cuales generalmente escapan a la concepción primitiva de la sexualidad propia
de autores como Reich). Pero se trata de otra cosa muy diferente de una "
energía biológica ", esta energía que Reich hace entrar en juego en la
muerte, en la "carne" y el "cuerpo" del que el individuo
acorazado quiere liberarse " redimiéndose ", ignorando su naturaleza
de ser finito en provecho de su
"coraza", del " tejido que aprisiona " esta energía y prohíbe
su solución "natural", la descarga orgásmica. La distinción entre una superación
pasiva (de la que es bueno guardarse)
y una superación activa, auténtica y
ascendiente (con vistas a la cual la
enseñanza tradicional ha definido un uso particular del sexo - ver a este respecto
los materiales recogidos en nuestra obra Metafísica
del sexo), no viene ni siquiera a la mente de Reich. El abandono pasivo del
Yo y la descarga de la energía orgónica cósmica en el individuo por el orgasmo
completo - tales son los límites de la
visión de la vida y de la ética de Reich.
Deseamos ahora estudiar cómo Reich se enfrenta más
específicamente a las formas de toda sociedad tradicional a partir de una
revisión de las teorías de Freud. Éste había afirmado que Ia fuerza motriz
fundamental del psiquismo humano, es el principio del placer (Lustprinzip);
pero reconoció a continuación la existencia de otra pulsión, igualmente
fundamental a sus ojos, vuelta destructiva (Todestrieb). Además con la teoría
general de la represión, empleada para mostrar que cuando las posibilidades de
satisfacción de la segunda pulsión, la pulsión destructiva, se bloquean, esta
cambia de plano y puede manifestarse bajo dos formas: el sadismo cuando se
torna hacia el exterior, hacia los otros; el masoquismo, cuando se torna hacia
el interior, hacia sí mismo. Reich, por su parte, niega esta dualidad freudiana
de las pulsiones. A sus ojos solo es primaria la pulsión orgásmica al placer:
descarga de la energía orgónica primordial. El otro instinto, el instinto de
muerte y de destrucción bajo su doble aspecto sádico y masoquista, sería un
instinto derivado. No será más que una consecuencia de la represión del primer
instinto, cuando las estructuras
sociales, las inhibiciones, la
impotencia orgásmica dan origen a una carga energética comprimida, que por desviación,
se manifiesta precisamente bajo formas patológicas y destructivas, sádicas o masoquistas Estas
formas de patología sexual, una vez
transpuestas, se encontrarían también las principales trazas de una cierta
estructura social.
A nivel político y social las tendencias sádicas darían nacimiento
a la orientación autoritaria de la personalidad, al placer de dominar seres
sometidos, a la liberación del instinto de persecución de los enemigos (el
"capitalista", el "judío" comunista " y así
sucesivamente , según las ideologías). Las tendencias masoquistas, estarían en
la basa de la mentalidad gregaria, del placer de la sumisión, con una
propensión por el culto de la personalidad ", la disciplina, pudiendo ir
hasta el sacrificio de sí. Las dos orientaciones, activa y pasiva, son en cierta
medida complementarias y desvelan según Reich el verdadero fondo escondido de
todo sistema jerárquico y tendencias guerreras, "agresivas", etc.,
que se presentan entonces como complejos cuyo origen revela claramente la patología sexual. A este respecto, Reich
pone en el mismo saco el patriarcado, los regímenes militaristas,
"fascistas", el capitalismo, el comunismo soviético (por
autoritario), etc. En suma todo el universo de los " patrista " que
Rattray Taylor quiso describir.
Algunos no han vacilado en acudir a la etnología para sacar la confirmación.
Malinowski y una americana que se improvisó de etnóloga, Margaret Mead, han comparado
dos pueblos salvajes que vivían en medios análogos. Uno de ellos, cuya sociedad
era matriarcal, conocía una libertad sexual total desde la infancia, llevaban
una vida pacífica, sin neurosis; el segundo caracterizado por un organización familiar patriarcal y autoritaria, así como
por una limitación de la vida sexual, presentaba " las mismas trazas que
la civilización europea " agresividad, individualismo, tendencias guerreras etc. Tales comprobaciones, puramente factuales con relaciones causa-efecto
apresuradamente establecidas, no son revelaciones más que para los que
consideran que hay que partir de lo inferior para explicar lo superior y los
salvajes para explicar la humanidad
civilizada. Podríamos recordar aquí la sabio observación de Dumézil, a saber que no hay nada de lo que
no se pueda, con un poco de a buena voluntad, encontrar una confirmación aparentemente
en potencia en los materiales etnológicos.
Pero en lo que concierne a la "agresividad " concebida
como una especie de rabia debida a un
principio de placer trabado, Reich y otros (como por ejemplo De Marchi, un autor de quien
nos ocuparemos dentro de poco) se abstienen de explicarnos las inhibiciones sociales y sexuales o el miedo de perderse en
el placer que sufren, es evidente, numerosos animales salvajes peligrosamente agresivos.
El límite del ridículo se franquea cuando se cree seriamente que hombres como
Alexandre, Tamerlán, César, Napoleón, Federico II, etc., jamás habrían sido lo
que fueron si hubieran recibido una buena educación sexual, no inhibidos, abiertos,
fuera de familias patriarcales y de una sociedad " acorazada ". Lo
extraño, al contrario, es que, en el plano individual, ningún gran conquistador
llevó una vida puritana - a menos por supuesto de suponer con Reich que,
queriendo a las mujeres, los grandes conquistadores hubieran estado afectados
de impotencia "orgásmica”. Estamos pues en presencia de un conjunto de absurdos y
de tonterías , y el fondo existencial regresivo de esta sexología aplicado a la
interpretación de la sociedad es evidente. Volveremos contra estos autores su
propio método interpretativo afirmando que la pulsión que los ha conducido a ensuciar
y a rebajar, por medio de una pseudo-ciencia analítica y de una concepción pan-sexualista
y desenfrenada de la vida, las formas de toda civilización superior - las
cuales son inseparables principios de la autoridad, de la jerarquía, de la
virilidad, de la disciplina y del estilo guerrero (a no confundir con la
"agresividad" histérica y ' "imperialismo" - es precisamente el signo de un instinto agresivo inconsciente
(sádico o masoquista, a elección), de modo que Reich mismo y otros habrían
necesitado hacerse psicoanalizar ellos mismos. Es apenas necesario decir que
las disposiciones al mando y a la obediencia son intrínsecas en la naturaleza humana y no tienen en general nada que ver con hechos sexuales: la libido dominandi y la libido servendi no son ahí más que formas
degeneradas. Hay posibilidad de una
superación tanto en el que, investido de autoridad, ejerce un
poder como si fuera un deber, como en el que establece de manera libre una
relación de dependencia, de subordinación y de lealtad hacia un superior: es por
otra parte lo que nos ha mostrado, en Europa y fuera de Europa, el mundo feudal en sus mejores aspectos.
En segundo lugar, se desvela aquí aquello a lo que hicimos alusión al principio, a saber
que el mismo fundamento de estas teorías, es contrariamente a lo que se podría pensar, una concepción primitiva y bastante banal del sexo. Cuando
Reich, en efecto, contra Freud, busca explicar sadismo y masoquismo como simples complejos
secundarios y patológicos debidos a la represión, cae en un equívoco grave y
muestra que ignora las dimensiones efectivas de la pulsión sexual, cuando se consideran sus manifestaciones más profundas
y más intensas. Pues si se puede decir que hay un sadismo y un
masoquismo como fenómenos perversos, resulta también que ambos pueden ser sólo
unas acentuaciones de aspectos siempre presentes e inherentes a todo amor
erótico intenso, el cual contiene justamente un factor de destrucción vinculado
al impulso en la
"trascendencia" que Reich ha presentido pero de manera fugaz y errónea).
Los temas amor- muerte, voluptuosidad-destrucción son mucho más que simples proyecciones psicopáticas de poetas
románticos o decadentes. Es así como
numerosas divinidades antiguas del sexo,
del placer y de la orgía fueron al mismo tiempo divinidades de la muerte y la locura destructora. Se puede recordar
particularmente a Ia diosa lshtar en la esfera mediterránea, la diosa Durga en el
mundo hindú, la diosa Hathor-Sechmet del antiguo Egipto (para no hablar del dionisismo).
Y debido a su aspecto destructor, fueron también a veces diosas de la guerra.
Así, cosa más bien irónica, vemos que las reivindicaciones a favor de una
libertad sexual absoluta tienen como contrapartida, y hasta como condición, el
hecho de no contemplar la pulsión sexual, que se cree poder colocar al
principio de todo, más que bajo sus formas más incompletas y menos
interesantes.
(1) Estas aplicaciones
terapéuticas, para las cuales Reich había creado un instituto en los Estados
Unidos, donde se había establecido después de diversas peregrinaciones, fueron el principio de sus desventuras. Denunciado
por el Comisariado americano para la Salud que veía en todo esto sólo
charlatanería, Reich se negó a presentarse delante del tribunal y declaró no estar
dispuesto a discutir y a justificarse más que delante de gente competente, en
otro lugar; acusado por esta razón de “ultraje a la Corte " fue condenado a dos años de reclusión y murió
en prisión de un ataque cardíaco. Luego en la tierra prometido de las
libertades democráticas y del psicoanálisis, América, una decisión de la justicia prohibió
la difusión público de toda una serie de sus libros, hasta los que no concernían
su discutible a terapia, como The sexual revolution, Éter God and Devil, The
mass psychology of fascism, Character analysis, etc. Pero esto no impidió las raras
ideas reichianas sobre el carácter “ sado-autoritario, de ser abundantemente utilizadas
por el equipo de psicoanalistas y de psiquiatras enrolados por los americanos
para efectuar en Alemania después de la guerra, el lavado democrático de los
cerebros. Ver e este respecto: C. K-Notzing, Charakterwäsche. Stuttgart, 1965,
pp. 113-119.