domingo, 23 de mayo de 2021

LA GUERRA (Jean Marc Vivenza)

 

Le Dictionnaire de René Guénon

Jean Marc Vivenza

Le Mercure Dauphinois, Grenoble 2002

LA GUERRA. Si se puede decir, como lo demuestra muy claramente Guénon, que la Guerra es  la manifestación de un desorden, esto debe entenderse desde un cierto punto de vista  solamente porque es un desorden que es de naturaleza compensatoria y , por tanto, participa a su nivel en el restablecimiento del orden en tanto que tal, entendiéndose que el orden no es finalmente más que la suma de todos los desórdenes o de todos los desequilibrios.

El objetivo de la Guerra debe ser el restablecimiento de la Paz, es decir la Unidad y la armonía de los contrarios y de la multiplicidad, posee por lo tanto un carácter de la legitimidad tradicional incontestable, es por lo que, en la  India, donde en los escritos más venerables  como el Bhagavad-Gîtâ, como en Occidente en el ciclo artúrico, se presenta como un deber sagrado.

Ejerce igualmente una función de justicia, en su sentido exterior y social, y particularmente cuando está dirigida contra los que perturban o molestan gravemente el orden de la colectividad y que encarnizan las leyes respetables que rigen el destino de las comunidades humanas. No es sin embargo, en lo que acabamos de abordar previamente, más que la "pequeña Guerra santa"  (El-jihâdul-açghar) de lo que se trata, ya que un dominio  por lo demás superior concierne a la "gran Guerra santa" (El jihâdul-akbar), y se aplica a la lucha, totalmente interior, a la cual debe librarse  el que  desea operar la gran transformación de su ser a fin de ser digno de las promesas de Dios. Es en la lucha "contra los enemigos que lleva en él mismo, es decir, de todos los elementos que en él son contrarios al orden y la unidad", que el hombre espiritual debe comprometerse. Es, por tanto, la propia palabra del Profeta  que nos lo enseña con estas palabras: "Nosotros hemos vuelto de la pequeña guerra santa a la gran guerra santa (rajanâ min el-jihâdil-açghar ilâ el jihâdil-akbar). Además, la lucha descrita en la epopeya india poniendo en escena al dios Krishna y al rey Arjuna, no es más que una especie de representación del "Si" y del "yo", en la cual, escribe René Guénon, " Atmâ incondicionado y jîvâtmâ, están montados en el mismo carro, que es el "vehículo" del ser considerado en su estado de manifestación". Esta lucha interior tiene como función  realizar la "unidad de la Existencia" ( Wahadatul-wujûd), de manera que esta  se extienda a todos los modos y todos grados de la Manifestación universal.

(El Simbolismo de la Cruz, cap. VIII, "La guerra y la paz". Símbolos de Ciencia Sagrada, cap. XXVII, "Say-ful-Islam").

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