LA
AGRESIVIDAD Y LA FALTA DE ESPIRITUALIDAD
(Artículo
publicado en ABC literario el 28 de Julio de 1990)
La
técnica, el bienestar y la civilización exterior han ocupado el lugar de la
vida espiritual e instalado en su lugar una terrible agresividad. El vacío
espiritual genera la agresividad en la ideología. Esto es algo que deberían
saber los políticos que desean educarnos en los hábitos del parlamentarismo.
Las concepciones simplificadas de la vida generan agresividad en el
comportamiento y fomentan el terreno propicio para la difusión de teorías
políticas extremistas, desde el anarquismo hasta el ultraderechismo.
En
el comportamiento agresivo es característica la tendencia a cerrar filas en
bandas y grupos cerrados. El vacío es agresivo y amenaza con explotar con
estrépito y, a veces, con peligro para las vidas de quienes están alrededor. A
veces, la persona con falta de espiritualidad siente ganas de sufrir y de
pelear. Esta se imagina ser un hombre que sufre por sus convicciones’.
Por
ello, no tiene sentido combatir la agresividad con su prohibición. Las personas
agresivas necesitan espectadores, testigos y escándalos, de donde extraer su
mayor satisfacción. Lo más conveniente sería, si fuese posible, no prestar
atención a su “ruidoso vacío. La agresividad, como cualquier histeria, se debe
combatir con la tranquilidad y la indiferencia.
Claro
está que la imperturbabilidad es insuficiente en la lucha contra la
agresividad. Hay que conocer también sus raíces y saber que la agresividad sin motivo halla en sí
misma su fuerza y objetivo ante la carencia de una espiritualidad que podría
contrarrestarla.
La
mejor forma de luchar contra la agresividad es combatirla serenamente con la
espiritualidad y la cultura. Y aquí llegamos a la idea principal de mi artículo.
La agresividad procede del consumo de la acción. Es la acción en su forma pura
y sin contenido. La sed de acción es una característica innata del hombre, pero
necesita ser espiritualizada con un contenido. Así pues, la cultura sirve para
dar un contenido digno y elevado a la sed de acción. Gracias a la inquietud
cultural, el deseo de acción adquiere una forma útil. Es necesario contraponer
a la agresividad la cultura, pacífica por naturaleza, que no necesita la
violencia para desarrollarse, que contiene en sí lo atractivo, que no repele a
nadie e invita a todos .La cultura es eterna y ofrece la única salida a la
persona ansiosa de acción.
¿Qué
cultura puede contraponerse a la agresiva cultura de masas?
Detengámonos
en la cultura clásica, en aquellas obras que han superado la prueba del tiempo
y se mantienen contemporáneas para nosotros. Ahí están la espiritualidad, la
belleza y la moral. A. este ámbito pertenecen El cantar de las huestes de Igor,
la poesía de Pushkin, Lermontov, Nekrasov, Fet, Blok, la prosa del mismo
Pushkin, León Tolstoi, Chejov, Bunin y otros. Estas obras hacen al hombre más
puro y le dan un criterio más profundo, y permiten vivir una pluralidad de
existencias. Un hombre culto no es quien ha leído mucho, sino aquél a quien le
han calado las ideas de otros tiempos, la vida espiritual de otras personas y,
como consecuencia, ha aprendido a ser paciente con lo ajeno.
Los
intelectuales no son simplemente hombres ocupados en el trabajo intelectual,
que poseen conocimiento o simplemente una enseñanza superior, sino personas
ahondadas por la cultura clásica, con espíritu de tolerancia, respeto a los
valores ajenos y a los semejantes. Son personas bondadosas y responsables de
sus actos, a quienes a veces se les descalifica como indecisos...
Al
intelectual se le reconoce porque en él no hay agresividad, sospecha ni
recámara en su actitud bondadosa. Sólo es agresivo el semiintelectual perdido
en el ‘chamanismo de la cultura de masas.
De
todas mis ideas sobre la agresividad engendrada por la falta de espiritualidad
sólo se puede deducir una conclusión: si queremos llegar a crear una sociedad
normal, si deseamos un desarrollo tecnológico normal, debemos ocuparnos
urgentemente de la cultura. Aunque, por lo que puedo juzgar, la decadencia de
la cultura humana no sólo afecta a nuestro país.
Muchos
dicen: ‘Ocúpate primero de alimentar al pueblo y después ya le daremos cultura.
Pero es que de la cultura de cada ciudadano y de la sociedad en su conjunto
dependen la economía y la tecnología.
A
nosotros nos ha hecho demasiado daño la mala comprensión de ese aforismo que
afirma que ‘el modo de vida determina la conciencia’, ya que en varios campos
específicos es la conciencia de la necesidad del cambio la que trae consigo el
cambio en los modos de vida de un pueblo. La técnica requiere intuición y la
intuición crea al inventor.
Dimitri
LIJACHOV
Dmitri
Lijachov, el decano de los filólogos rusos, murió a los 92 años de edad-1 octubre 1999-, en un
hospital de San Petersburgo, después de permanecer dos días en coma. Lijachov
padecía de un cáncer intestinal y la metástasis ya se había extendido a varios
órganos.Lijachov se diplomó en la Universidad de Leningrado, hoy San
Petersburgo, en 1928, y ese mismo año fue enviado al campo de concentración en
las islas Solovetski, en el norte de Rusia. Allí casi fue ejecutado -los
guardias tenían que fusilar periódicamente a un número determinado de
prisioneros para cumplir con "el plan" de ejecuciones impuesto por
las autoridades-, pero logró salvarse porque, cuando le llamaron para
sacrificarle, estaba con sus padres, y, como no le encontraron en ese momento,
su lugar fue ocupado por otro. Participó en la construcción del canal
Belomor-Baltíisk, que une el mar Blanco con el lago de Onézhskoye. Salió en
libertad cuatro años después. Desde entonces tuvo una fructífera vida de
investigador literario, especializándose en literatura y cultura rusas
antiguas.
Lijachov no
sólo conoció los campos estalinianos: durante la II Guerra Mundial tuvo que
pasar por la hambruna que reinó durante el bloqueo de 900 días de Leningrado.
Pero no
todos fueron sufrimientos para Lijachov. Investigador reconocido, fue
condecorado con las más altas distinciones de la URSS, dos veces obtuvo del
premio estatal soviético y una vez el Premio de Literatura y Arte de Rusia;
también fue miembro de numerosas academias extranjeras. Su obra más famosa,
Poética de la literura rusa antigua, publicada en 1967, dio un nuevo impulso a
los estudios de las características formales de las obras rusas anteriores al
siglo XVII. Entusiasta defensor de los valores culturales, fue el primer
presidente de la Fundación de Cultura Rusa después de la desintegración de la
URSS. Hombre de irreprochable conducta moral, en los últimos tiempos era
considerado la conciencia de Rusia y su voz era atendida por las máximas
autoridades del país.-
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