El budismo ¿ una doctrina nueva?
La Doctrina del
Despertar. Capítulo III. Lugar histórico de la doctrina del despertar
Biblioteca Julius
Evola
Desde el punto de vista de la historia universal, el budismo
surge en un periodo en que en toda una serie de civilizaciones tradicionales
ocurrió una crisis, que unas veces se solucionó positivamente gracias a
reformas o renovaciones oportunas y otras tuvo final negativo que dio lugar a
ulteriores fases involutivas o de desintegración espiritual. Este periodo, por
algunos calificado de "climaterio" de las civilizaciones, ocurrió
hacia los siglos VIII Y V a. C. Fue en un periodo así que en China se
afianzaron las doctrinas de Lao-tzu* y de K’ung-fu-tzu (Confucio), quienes
representan una renovación de elementos de una tradición más antigua, en el
plano metafísico en el primero de los dos y en el eticosocial en el segundo.
Por la misma época se supone que apareció Zaratustra, con quien en la tradición
irania se operó una transformación similar. Y en la India tuvo una función
análoga el budismo, el cual significó una reacción y al mismo tiempo un
enaltecimiento; por el contrario, como hemos tenido ocasión de subrayar en
otras obras, parece que en Occidente, en general, prevalecieron los procesos
decadentes.[16] El periodo que estamos señalando es precisamente aquel en el
que decae la antigua Hélade, aristocrática y sacra; es aquel en que sobre la
civilización solar y regia de Egipto se sobrepone la religión de Isis, junto
con ciertas formas místicas populares y espurias; es aquel en que, con el
profetismo, en Israel se preparan los más peligrosos fermentos de corrosión y
de subversión espiritual para el mundo mediterráneo. La única contracorriente
positiva en Occidente parece haber sido Roma, que nació en este mismo periodo y
en determinado momento fue una creación de alcance universal, en gran medida
dominada por su espíritu original.[17]
Regresando al budismo, no hay que concebirlo, como quieren
algunos que hacen suyo indiscriminadamente el punto de vista brahmán, como una
rebelión antitradicional, similar a su modo a la que representaría el
protestantismo frente al catolicismo;[18] y menos todavía como una doctrina
"nueva", producto de una lucubración aislada que hubiera logrado
imponerse. Fue, por el contrario, una adaptación de la tradición prístina;
adaptación que tuvo bien presentes las condiciones del tiempo en que se hizo
necesaria, con lo que limitó y dio una formulación distinta a enseñanzas
preexistentes.
Pueden aducirse no pocos indicios del hecho de que la
doctrina budista no buscó la originalidad, sino que reivindicó un carácter
universal, un tradicionalismo en sentido superior. El propio Buda dice, por
ejemplo: "Es así: aquellos que en tiempos pasados fueron santos, perfectos
despertados, incluso estos sublimes encaminaron así tan justamente a los
discípulos a tal fin, como aquí ahora son encaminados así tan justamente por mí
los discípulos; y aquellos que en tiempos futuros serán santos, despertados
perfectos, también estos sublimes encaminarán así tan justamente a los
discípulos, como aquí ahora son encaminados así tan justamente por mí los
discípulos".[20] Lo mismo se repite en lo referente a la purificación del
pensamiento, la palabra y la acción;[21] lo mismo, acerca del justo
conocimiento de lo que es decadencia y muerte, de su origen, de su fin y del
camino que conduce a su fin; lo mismo, acerca de la doctrina del
"vacío" o "vacancia", sunnata,[22] La doctrina y la vita
divina anunciadas por el príncipe Siddhartha son llamadas reiteradamente
"no ligadas al tiempo", akaliko.[23] Se habla también de
"antiguos santos, despertados perfectos"[24] y se retoma el motivo
tradicional que se refiere a un lugar (aquí llamado "la Garganta del
Vate"), donde ya antes habría desaparecido toda una serie de
pacceka-buddha, o sea, seres que por sí mismos, aisladamente, alcanzaron la
suprahumanidad y el mismo despertar perfecto que el príncipe Siddhartha.[25]
Son recriminados quienes están "sin fe, sin devoción, sin
tradición".[26] Se repite: "De lo que para el mundo de los sabios no
existe, yo digo ’no existe’, y de lo que para el mundo de los sabios existe, yo
digo ’existe ’[27] Indicación interesante: de la "extinción", fin de
la ascesis budista, en un texto se habla como de algo que "conduce a los
orígenes"[28] A esto añádase el simbolismo de un gran bosque, donde se
descubre "un antiguo sendero, un sendero de hombres de otros
tiempos". Siguiéndolo, Buda encuentra una ciudad regia y pide que sea
restaurada.[29] En otro lugar, Buda declara el sentido de lo anterior de manera
más explícita: "He visto el camino antiguo, el viejo camino hollado por
todos los Perfectos de un tiempo; éste es el sendero que yo sigo".[30]
Notas
[15] Bhagavad-gita, IV, 1-2.
[16] Evola, J., Rivolta contra ... , op. cit.; Careo ... ,
op. cit.; Gli uomini e le rovine (1953), Ed. Settimo Sigillo, Roma’, 1990. (N
de G. d. T.)
[17] Sobre este significado de Roma como
"renacimiento" de un legado primordial, véase nuestro Rivolta contra
... , op. cit.
[18] Éste es el punto de vista que sostuvo en un principio
R. Guénon, L’homme et son devenir selon le Vedanta, París 1925, pp. 111 Y ss.,
al que nos resulta imposible adherirnos. Más correctas son las ideas de
Coomaraswamy, A. c., Hinduism and Buddhism, Nueva York, 1941, aunque en su
libro es visible la unilateralidad al resaltar todo cuanto en el budismo es
valorable desde el punto de vista brahmánico, descuidado el específico
significado funcional que tuvo frente a la precedente tradición hindú.
[19] Digha-nikayo, 111, 12.
[20] Majjhima , LI (11, 3-4).
[21] Majjhima , LXI (11, 3-4).
[22] Samyutta , XII, 33; Majjhima ... , CXX (iii, 184).
[23] Majjhima , XCII (11,443).
[24] Majjhima , LXXV (11,234); LXXXI (11, 3 12).
[25] Majjhima , CXVI (111, 136-7); CXXIII (I1I, 195).
[26] Majjhima , CII (I1I, 23).
[27] Samvutta .. ., XXII, 94.
[28] Mahaparinirvana-sutra, 52-53 (se trata, sin embargo. de
la tradición china del texto).
[29] Samyutta.,., XXII, 94.
[30] Samyutta.,., III, 196. Es interesante que en el mito,
Buda consiguió el despertar bajo el Árbol de la Vida, situado en el
"ombligo" de la Tierra, donde también todos los budas precedentes
consiguieron el conocimiento trascendente. Esto remite a la teoría del
"Centro del Mundo", que se representa como una especie de crismón [letras
iniciales del nombre de Cristo en griego] de tradicionalismo y de ortodoxia
iniciática dondequiera que se restablece el contacto con los orígenes.
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