lunes, 18 de marzo de 2019

El budismo ¿ una doctrina nueva? (Julius Evola)



El budismo ¿ una doctrina nueva?

La Doctrina del Despertar. Capítulo III. Lugar histórico de la doctrina del despertar
Biblioteca Julius Evola

Desde el punto de vista de la historia universal, el budismo surge en un periodo en que en toda una serie de civilizaciones tradicionales ocurrió una crisis, que unas veces se solucionó positivamente gracias a reformas o renovaciones oportunas y otras tuvo final negativo que dio lugar a ulteriores fases involutivas o de desintegración espiritual. Este periodo, por algunos calificado de "climaterio" de las civilizaciones, ocurrió hacia los siglos VIII Y V a. C. Fue en un periodo así que en China se afianzaron las doctrinas de Lao-tzu* y de K’ung-fu-tzu (Confucio), quienes representan una renovación de elementos de una tradición más antigua, en el plano metafísico en el primero de los dos y en el eticosocial en el segundo. Por la misma época se supone que apareció Zaratustra, con quien en la tradición irania se operó una transformación similar. Y en la India tuvo una función análoga el budismo, el cual significó una reacción y al mismo tiempo un enaltecimiento; por el contrario, como hemos tenido ocasión de subrayar en otras obras, parece que en Occidente, en general, prevalecieron los procesos decadentes.[16] El periodo que estamos señalando es precisamente aquel en el que decae la antigua Hélade, aristocrática y sacra; es aquel en que sobre la civilización solar y regia de Egipto se sobrepone la religión de Isis, junto con ciertas formas místicas populares y espurias; es aquel en que, con el profetismo, en Israel se preparan los más peligrosos fermentos de corrosión y de subversión espiritual para el mundo mediterráneo. La única contracorriente positiva en Occidente parece haber sido Roma, que nació en este mismo periodo y en determinado momento fue una creación de alcance universal, en gran medida dominada por su espíritu original.[17]

Regresando al budismo, no hay que concebirlo, como quieren algunos que hacen suyo indiscriminadamente el punto de vista brahmán, como una rebelión antitradicional, similar a su modo a la que representaría el protestantismo frente al catolicismo;[18] y menos toda­vía como una doctrina "nueva", producto de una lucubración aislada que hubiera logrado imponerse. Fue, por el contrario, una adaptación de la tradición prístina; adaptación que tuvo bien presentes las condiciones del tiempo en que se hizo necesaria, con lo que limitó y dio una formulación distinta a enseñanzas preexistentes.

Pueden aducirse no pocos indicios del hecho de que la doctrina budista no buscó la originalidad, sino que reivindicó un carácter universal, un tradicionalismo en sentido superior. El propio Buda dice, por ejemplo: "Es así: aquellos que en tiempos pasados fueron santos, perfectos despertados, incluso estos sublimes encaminaron así tan justamente a los discípulos a tal fin, como aquí ahora son encaminados así tan justamente por mí los discípulos; y aquellos que en tiempos futuros serán santos, despertados perfectos, también estos sublimes encaminarán así tan justamente a los discípulos, como aquí ahora son encaminados así tan justamente por mí los discípulos".[20] Lo mismo se repite en lo referente a la purificación del pensamiento, la palabra y la acción;[21] lo mismo, acerca del justo conocimiento de lo que es decadencia y muerte, de su origen, de su fin y del camino que conduce a su fin; lo mismo, acerca de la doctrina del "vacío" o "vacancia", sunnata,[22] La doctrina y la vita divina anunciadas por el príncipe Siddhartha son llamadas reiteradamente "no ligadas al tiempo", akaliko.[23] Se habla también de "antiguos santos, despertados perfectos"[24] y se retoma el motivo tradicional que se refiere a un lugar (aquí llamado "la Garganta del Vate"), donde ya antes habría desaparecido toda una serie de pacceka-buddha, o sea, seres que por sí mismos, aisladamente, alcanzaron la suprahumanidad y el mismo despertar perfecto que el príncipe Siddhartha.[25] Son recriminados quienes están "sin fe, sin devoción, sin tradición".[26] Se repite: "De lo que para el mundo de los sabios no existe, yo digo ’no existe’, y de lo que para el mundo de los sabios existe, yo digo ’existe ’[27] Indicación interesante: de la "extinción", fin de la ascesis budista, en un texto se habla como de algo que "conduce a los orígenes"[28] A esto añádase el simbolismo de un gran bosque, donde se descubre "un antiguo sendero, un sendero de hombres de otros tiempos". Siguiéndolo, Buda encuentra una ciudad regia y pide que sea restaurada.[29] En otro lugar, Buda declara el sentido de lo anterior de manera más explícita: "He visto el camino antiguo, el viejo camino hollado por todos los Perfectos de un tiempo; éste es el sendero que yo sigo".[30]

Notas 

[15] Bhagavad-gita, IV, 1-2.
[16] Evola, J., Rivolta contra ... , op. cit.; Careo ... , op. cit.; Gli uomini e le rovine (1953), Ed. Settimo Sigillo, Roma’, 1990. (N de G. d. T.)
[17] Sobre este significado de Roma como "renacimiento" de un legado primordial, véase nuestro Rivolta contra ... , op. cit.
[18] Éste es el punto de vista que sostuvo en un principio R. Guénon, L’homme et son devenir selon le Vedanta, París 1925, pp. 111 Y ss., al que nos resulta imposible adherirnos. Más correctas son las ideas de Coomaraswamy, A. c., Hinduism and Buddhism, Nueva York, 1941, aunque en su libro es visible la unilateralidad al resaltar todo cuanto en el budismo es valorable desde el punto de vista brahmánico, descuidado el específico significado funcional que tuvo frente a la precedente tradición hindú.
[19] Digha-nikayo, 111, 12.
[20] Majjhima , LI (11, 3-4).
[21] Majjhima , LXI (11, 3-4).
[22] Samyutta , XII, 33; Majjhima ... , CXX (iii, 184).
[23] Majjhima , XCII (11,443).
[24] Majjhima , LXXV (11,234); LXXXI (11, 3 12).
[25] Majjhima , CXVI (111, 136-7); CXXIII (I1I, 195).
[26] Majjhima , CII (I1I, 23).
[27] Samvutta .. ., XXII, 94.
[28] Mahaparinirvana-sutra, 52-53 (se trata, sin embargo. de la tradición china del texto).
[29] Samyutta.,., XXII, 94.
[30] Samyutta.,., III, 196. Es interesante que en el mito, Buda consiguió el despertar bajo el Árbol de la Vida, situado en el "ombligo" de la Tierra, donde también todos los budas precedentes consiguieron el conocimiento trascendente. Esto remite a la teoría del "Centro del Mundo", que se representa como una especie de crismón [letras iniciales del nombre de Cristo en griego] de tradicionalismo y de ortodoxia iniciática dondequiera que se restablece el contacto con los orígenes.



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