sábado, 26 de agosto de 2017

Mitos, misterios y símbolos (Abbé Henri Stéphane 1907-1985)

TRATADO IV.4  Mitos, misterios y símbolos

(Abbé Henri Stéphane 1907-1985 , Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo IV,Mitos)

Se dice a veces que la psicología moderna, en particular la “psicología de las profundidades” , ha rehabilitado a los ojos de nuestros contemporáneos los mitos y los símbolos, señalando así un “progreso” sobre el racionalismo y el materialismo del siglo prececedente, desgraciadamente las teorías en cuestión, no solamente no dan el significado verdadero del mito o del símbolo, sino, por el origen que ellas le atribuyen, acaban al contrario en la negación pura y simple del contenido esencial del mito o del símbolo. En efecto, según estas tesis, sería “el inconsciente colectivo” el que produciría los mitos y los símbolos; de  allí  a decir que es el hombre quien inventó a Dios y la religión, sólo hay un paso, precisamente la negación del contenido y del papel del mito o del símbolo. Se puede advertir a este respecto que Nietzsche, Freud y Marx se juntan acerca de  esta cuestión, y que el equipo de los negadores y de los “falsos profetas” está perfectaemente organizado y dirigida por una voluntad de destrucción verdaderamente “satánica” 27
Es necesario preguntarse cómo “el inconsciente colectivo” , o el “subconsciente”, puede producir  las “representaciones“(mitos
27. Sobre el simbolismo en general, ver René Alleau, La ciencia de los Símbolos.
o símbolos) cuyo contenido - incluso incomprendido - es manifiestamente del orden superior, ya que una tal teoría equivaldría a hacer salir lo más de lo menos, lo superior de lo inferior, Esto se debe en primer lugar a que esta teoría es propiamente “diabólica”, y que la obra  de Satán  consiste precisamente en invertir el orden normal de las cosas, de donde el carácter subversivo de las  teorías en cuestión;  pero eso se debe también a que el pensamiento moderno ha perdido el sentido de toda jerarquía, lo que, en otro dominio, es perfectamente conforme con  la mentalidad democrática, con la tendencia a la uniformidad y al nivelamiento “por lo bajo”. Es incluso notorio que la ciencia moderna contribuye grandemente  a la supresión de toda jerarquía: para un geómetra moderno, no hay ni alto ni bajo, ni derecha ni izquierda, y la noción de las diferencias cualitativas entre las “direcciones del espacio, o entre los “puntos cardinales”, se  le escapa completamente 28,
Se sigue que si se habla a un psicoanalista de “psiquismo inferior “ y de “psiquismo superior”, de “subconsciente” y de  “supraconsciente”, tal distinción no tiene para él ningún sentido; esta es la razón por la que no sufre ningún desconcierto en hacer salir los mitos  y los símbolos del “inconsciente del colectivo. ¿ Que le importa confundir Dios y el diablo puesto que no cree ya?
Se objetará quizá que ciertos psicólogos han  afirmado simplemente que los mitos y símbolos están contenidos en el “inconsciente colectivo” (sin ser producidos por él), puesto que es necesario situarlos  en alguna parte para que puedan aparecer a la “consciencia clara”. Pero tal teoría es netamente  insuficiente , ya que no da cuenta del origen de los mitos y de los símbolos, y no explica cómo se produce su “despertar”,
El psicólogo C.G. Jung utiliza la noción de arquetipo para designar las “imágenes antiguas que pertenecen al tesoro común de Ia humanidad y que se encuentran en todas las mitologías, y que expresan el inconsciente profundo “. Comentando a Jung, Paul Evdokimov escribe: “Al lado del inconsciente personal  
28. Un triedro de referencia sustituye a las “direcciones cualitativas del espacio.
 
, Jung descubre y muestra al inconsciente colectivo. Este último juega un papel inmenso y se expresa en los sueños, mitos, cuentos fantásticos. Se encuentran símbolos universales y constantes que vuelven de nuevo siempre: la imagen del árbol, de la serpiente, de la montaña, del rey, del niño. Son las imágenes de los arquetipos que viven en el inconsciente colectivo “29
No se avanza apenas más con una teoría de este género, pues el inconsciente colectivo es  siempre origen  o el lugar de los mitos y de los símbolos, Reducida a eso, la teoría de Jung sería tan subversiva como  las precedentes. En realidad, Jung desborda esta perspectiva “psicologista” afirmando “la afinidad entre el figura del Cristo y ciertos contenidos del inconsciente…En efecto, el arquetipo de hombre-dios está “eternamente presente”; en Cristo pasa a una realidad histórica, la Encarnación; la imago Dei  que imprime... se encuentra en el alma es una imagen de la imagen. Es el Cristo… que es la verdadera imago Dei, y según su similitud que ha sido creada nuestra psique “30.
Estos últimas  consideraciones permiten de alguna manera operar una rectificación de las teorías psicoanalíticas ordinarias, una “inversión de la inversión”, una conversión del carácter subversivo de estas. Pero a pesar de esta rectificación, corren el riesgo de guardar la marca de su origen, y algunos podrían estar tentados de  concluir que es siempre el inconsciente colectivo quién es el origen de la imago Dei, y, como lo decíamos más arriba, de allí  a observar Dios y la religión como una invención del hombre, no hay más que un paso. En el fondo, el planteamiento de la mayoría de los filósofos, que consiste a partir de lo “ bajo” para remontar hacia lo “alto” mediante toda  clase de acrobacias (Véase Descartes, Kant), es siempre precarios, y sigue siendo tributario de su punto de partida.
Se podría operar una rectificación un poco diferente de las teorías  de Jung partiendo de su noción  de arquetipo, que sugiere evidentemente la de los Arquetipos platónicos. Si se considera ésta como el reflejo, la impresión (typos) de las “esencias” inmutables “o “posibilidades principiales” en el lntellecto
29. Paul EVDOKIMOV, la Mujer y la salvación del mundo, p. 195.
30. Ibid. p. 193.
universal (  lo que la teología cristiana expresa diciendo que “el Verbo es el lugar de los posibles”),  es entonces fácil de comprender que, el hombre estando “creado a la imagen de Dios”,los arquetipos in divinis deben, a su vez, reflejarse en el alma humana; como “lo que está arriba es como lo que está abajo”,  es normal que estos reflejos, estos vestigios o estas impresiones  se sitúan al nivel  másebajo de la psique, que es precisamente  el “subconsciente”, individual o colectivo.
La diferencia entre esta perspectiva platónica  y la perspectiva cristiana expuesta por P. Evdokimov, ilustra la diferencia entre la metafísica  y la teología; este última se limita a  consideración  única “del Arquetipo de los arquetipos”, el Cristo, verdadera imago Dei : “Buscad primero  el Reino de Diosl, y lo demás os será dado por añadidura) (Mateo VI, 13), por tanto la perspectiva “totalitaria” de Platón no escapa a la teología, puesto que ésta habla del “Verbo, lugar de los posibles” y que San Pablo afirma la “recapitulación de todas en Jésucristo, las que están en los cielos y las que están sobre la tierra” (Efesios I,10; cf. También Filipenses II, 10). Y  P. Evdokimov  mismo lo presiente cuando escribe: “El arquetipo del Cristo como principio de integración y recapitulación lleva en él el universalismo absoluto y  postula la  apokatastasis : restablecimiento de la totalidad original. Jung considera que la teología escolar corta al arquetipo en dos: el cielo y el infierno. No toma suficientemente en serio “Dios será todo en todo “(1 Corintios XV, 28) y llegan a las definiciones insuficientes de eternidad, de infierno y el destino de Satán” 31 .
En cualquier caso, esta clase de rectificación no es generalmente operado por los psicólogos modernos; su teoría permanezca al nivel de la psique, e incluso no reconocen más que consciente y el inconsciente, haciendo reentrar en el subconsciente lo que pertenece en realidad al ámbito de supraconsciente que ellos ignoran; se creería que se complacieran en lol infrahumano, lo que confirma el caractàre claramente subversivo de sus teorías 32.
31. Ibid. p. 194.
32, ver el artículo de René Guénon: Tradición y “inconsciente” en Ëtudes Traditionnelles, agosto de 1949.
 
Al contrario, partiendo de lo alto, las doctrinas tradicionales dispensan en primer lugar las acrobacias a las cuales deben entregarse los que, “creyendo” a la  manera de Jung, intentan  operar incierta rectificación. Pero estas doctrinas proyectan esencialmente sobre  todas las teorías modernas una iluminación que permite remitirlas a  su verdadero lugar, y observan con  rigor los arquetipos en el sentido de Jung como un reflejo al nivel psiquismo inferior de los Arquetipos platónicod in divinis, siendo  aceptable una tal proposición, como hemos dicho, desde el instante que  se sabe, tradicionalmente, que hombre ha sido creado a imagen de Dios. Así rectificadas, las teorías modernas permiten  entonces “comprender” porqué se encuentra en los mitos los símbolos universales de que ha sido cuestión; pero importa mantener que, en su esencia y su significación profunda, los mitos son de origen suprahumano o divino. En cuanto a su expresión o a su formulación, toma prestado necesariamente el  lenguaje  más universal posible y el más adecuado a la “revelación divina”, es decir, el de los símbolos universales, cuyos  arquetipos subsisten a la vez en Dios y la psique  humana. Los mitos sirven de soporte a la Revelación que reviste sus formas (así como el Verbo reviste la forma humana) para expresar el lnexpresable, comunicar el lncommunicable, y son también ellos  los que despiertan los arquetipos  subconscientes que duermen en el fondo del espejo de la psique (es la teoría platónica de la “reminiscencia)  y que juegan así el papel de una especie de materia prima 33 actualizada por el mito.
Estos últimas  consideraciones nos llevan entonces a considerar lo que se llama el “dinamismo de la imagen” Ésta no es solamente una reproducción estática de un modelo o de un Arquetipo. . A este respecto, P. Evdokimov escribe: “La imagen del Arquetipo(divino) en el hombre tiene una función profética… Del lado humano, prepara y se prepara al advenimiento; cf. El misterio de la  Anunciación: María espera el advenimiento del Cristo, ella tiende allí y por eso lo atrae. Del lado divino, la imagen expresa el deseo de Dios de devenir hombre. Esta preacción de la imagen hace ver  que es en tanto que Arquetipo que el Cristo ha venido a él…
33. El “matiêre” primera” puramente potencial.

(Juan I, 11) es  que los suyos  eran realmente en  su Imagen arquetípica” . No sería necesario ver en todo eso el menor “panteísmo “o  “inmmanentismo”: la  transcendencia divina está  perfectamente respetada desde  el instante  que se mantiene que el Hombre ha sido creado  a  imagen de Dios, y que el Arquetipo de lo  divino que duerme  en el fondo de la psique es el mismo de esencia  divina. En definitiva, en la atracción de la que acaba de ser cuestión, es Dios en  nosotros que atrae a Dios en sí, o también es la  inmanencia divina quien atrae la transcendencia. Estamos lejos de las teorías subversivas que reducen todo  “al inconsciente colectivo”
Nos queda ahora por precisar el papel y la naturaleza del mito. Recordemos en primer lugar que se trata esencialmente de un relato simbólico  destinado a evocar realidades de otro orden que el que corresponde al sentido literal, Aparece , a este título, como un caso particular del símbolo, pudiendo revestir muchas modalidades diversas: toda cosa de la naturaleza debe ser considerada  como un símbolo de su Arquetipo in divinis, en el sentido de la idea platónica , o como una participación, un reflejo, una expresión en  distintos niveles de la  existencia de una esencia  inmutable “, sin la cual no tendría más una existencia totalmente  illusoria. Pero la misma cosa puede también expresar y simbolizar una realidad de un orden superior (y no a la inversa) 34, sin que se remonte necesariamente hasta su Arquetipo principial. Un pájaro, por ejemplo, puede simbolizar un ángel. En todos los casos, el simbolismo se basa en una relación de analogía o de correspondencia entre dos realidades de orden diferente. Al lado  del simbolismo natural, existen entonces otras modalidades de simbolismo en que una imagen, gráfica, verbal, u otra, expresa o simboliza una idea, o una realidad de otro orden. El mito pertenece al una de estas categorías.
Importa también decir algunas palabras de la degeneración de los mitos (y del simbolismo en general) en el curso del tiempo, debido al “descenso cíclico” o simplemente a la “caída original”. Observemos en primer lugar que el mito mismo ya corresponde a una cierta decadencia del hombre
34. Existe un doble sentido de ciertos símbolos (ej.: la serpiente) y uno “inversión de los símbolos” en el “satanismo”, pero no lo estudiamos aquí.
Devenido  incapaz de una visión directa de las realidades superiores a través de la transparencia metafísica de los símbolos naturales , lo que precisamente “obliga” a Dios  (o “dioses”) a utilizar los mitos para revelar a los hombres realidades celestiales o sobrenaturales, escondidas bajo la forma misma del mito. Pero si, las civilizaciones tradicionales llamadas  “primitivas” (estén desaparecidas o estén aún vivas ), el hombre comprende y sabe aún utilizar  los mitos llega un período en que estos últimos no son ya comprendidos, como en el caso de los Griegos y Romanos. En ellos , la fantasía individual se manifestó en el dominio del arte y de y de la filosofía, y se ejerció en particular sobre los mitos anteriores: los poetas los obscurecieron y los desnaturalizaron.  Un fenómeno análogo se ha producido en  una época más reciente: es poco probable, para limitarnos a dos ejemplos que las leyendas utilizadas por un compositor como Wagnel o el ritual masónico utilizado por Mozart en la “Flauta Mágica”  hayan sido verdaderamente comprendidos. Se encuentra, no obstante, rastros de esotérismo en toda la literatura, lo  mismo que en los cuentos y las leyendas, más o menos arreglados o deformados, se conservan en la “memoria popular “(el folclore) sin ser comprendidos  generalmente. Hay evidentemente excepciones (Virgilio, Dante, Calderon, Rabelais, etc.) pero de una manera general, se puede afirmar que el mito pasó a ser, al menos para el mayor número, un símbolo incomprendido, para no designar en  la época actual   más que algo  irreal,  insignificante, utópico , es decir, exactamente el contrario del mito verdadero 35
Este último es al contrario un relato simbólico, esencialmente “significante” y cuyo contenido se refiere a verdades y a realidades de un orden superior, y este contenido es mucho más verdadero y más real que el de la lengua ordinaria o profana del que se reviste para expresarse. Pero el relato no es una simple fábula, ni una historia destinada a edificar o a distraer, ya que si fabula viene etimológicamente de fari (discurso), muthos (mito) viene
35. Mencionemos que la palabra “superstición” significa precisamente un cosa quién se sobrevive  ella misma  (superstare), mientras que ella dejó de vivir realmente y de ser comprendida, lo que implica el paganisme y el idolatría.
la raíz mu, representando la boca cerrada, y por lo tanto el silencio (latín: mutus = mudo). De la misma raíz deriva muô que significa “iniciar en  los misterios”; por tanto, el mito no sirve solamente para informar, sino para  consagrar, es decir, para transmitir una “influencia espiritual”. Se llega entonces al papel esencial del mito, que los historiadores de las religiones , que son simples “profanos “, no han posdido impedir constatar: el mito está íntimamente  vinculado a ciertos ritos de iniciación que se encuentran  en la mayor parte de los  “pueblos primitivos”. El mito sirve así de soporte al rito y a la influencia espiritual transmitida por éste:  el rito tiende a volver presente, a actualizar y a realizar el contenido del mito, pero, en el estado del hombre caído, esta realización es generalmente  virtual, lo que no quiere decir ficticia, sino  a pesar de las diferencias de las que volveremos a hablar más adelante , el ejemplo del bautismo ilustra  lo que precede: el “mito” tomado en  préstamo de la historia  del pueblo hebreo, es el paso del Mar Rojo (la Pascua) ; la bendición del agua el día del Sábado Santo recuerda el “mito  cosmogónico “del Génesis, pero la  “mistagogia” esencial  consiste evidentemente  en la Muerte y la Resurrección del Cristo (Romanos VI, 4-11)  que deben ser realizados en el alma del neófito, Esta “iniciación” no es es generalmente más que virtual (initium= comienzo); es el grano de  mostaza  que debe devenir un gran árbol, y se dice también que el bautismo confiere, borrando  el pecado original, la virtualidad del estado primordial o edénico. La influencia espiritual transportada por el rito se llama la gracia santificante, semilla que se abrirá en el “ciclo futuro” (vitam venturi  saeculi) 36 bajo el aspecto de la Luz de Gloria  y de la Visión beatífica.
El ejemplo precedente nos va a permitir comprender que a pesar  de estructuras homólogas, que los historiadores profanos constatan fácilmente, hay entre los ritos de distintas tradiciones diferencias considerables; las gentes “no iniciadas” o insuficientemente informada no son capaces de distinguir estas diferencias, de modo que la semejanza de las estructuras le arrastra  a confusiones deplorables,
36 La vida del siglo futuro (fin del Símbolo de Nicea).
  Todo depende del objetivo que debe alcanzarse, de la naturaleza de la influencia espiritual ligada al rito y del dominio donde se ejerce. Además, la analogía de estructura entre ciertos ritos permite efectuar  una transposición de un dominio a otro; así por ejemplo, una iniciación de oficio, como la Masonería, 17, que se sitúa a priori en el ámbito cosmológico (los “pequeños misterios  “en la Antigüedad griega), puede servir de soporte  a una realización espiritual en el ámbito “teológico” o “metacósmico” que es por otra parte el ámbito de la espiritualidad verdadera  (los “grandes misterios”). Pero la inversa es igualmente posible: cuando la tradición degenera y está a  punto de desaparecer, los ritos y los mitos pueden entonces ser utizados con un objetivo que no tiene ya nada de espiritual, y es un hecho bien conocido que algunas religiones han degenerado en magia. Al lado de esto, es necesario aún indicar un fenomeno puramente moderno: en ciertas organizaciones pseudoiniciáticas, se utilizan teorías que no son más que deformaciones de las doctrinas tradicionales, y prácticas donde  la influencia espiritual es totalemente inexistente, a falta de una ligazón  a una tradición auténtica; se trata entonces de una verdadera parodia de la espiritualidad, que no lleva a ningún resultado 38
Señalemos en  fin, que existe una “contra-espiritualidad” donde los ritos tradicionales son utilizados con fines contrarios; es conocido el caso, generalmente conocido, de la “magia negra”la  en que existe una “influencia demoníaca”.
Entre estos casos extremos (espiritualidad verdadera y contra-espiritualidad), hay obviamente toda una gama de casos intermedios donde  es difícil conocer la verdadera naturaleza de la influencia espiritual y el ámbito al cual se aplica. Es en particular el caso de las civilizaciones tradicionales aún existentes estudiadas por los etnólogos. Si, como lo dijimos, se constata un poco  por todas partes la existencia de “estructuras homólogas “, no se puede concluir que los ritos y los mitos utilizados conduzcan  al mismo fin. Para operar un discernimiento serio, sería  preciso
37. Sobre el simbolismo de los Constuctores, ver a Jean TOURNIAC, Simbolismo masónico y tradición cristiana, y Palabras  sobre René Guénon, p. 116,131 y 155.
38. Se puede tener en cuenta también el caracter “pseudoiniciático” de la literatura, del arte, del teatro y de ciertos  comportamientos modernos. 
al menos un conocimiento teórico muy hecho de cosmología, de teología y de metafísica tradicionales, pero eso no basta en muchos casos para juzgar de una situación de  hecho: incluso si los ritos y los mitos son aún comprendidos y utilizados regularmente en el cuadro  tradicional apropiado ¿ Como se puede saber si , por razón de un estado degenaración inherente a la fase c´clica actual, “el espíritu” está siempre presente?  Si, en el curso de la historia, algunas religiones han acabado por degenerar en magia, después por desaparecer, ¿no es porque  “el espíritu” se había retirado? Se puede temer en todo caso que el endurecimiento y la materialización progresiva del mundo moderno, del “macrocosmo” como del “microcosmo, no encadenen, si no una “retirada del espíritu al menos su ineficacia . Las teorías actuales sobre “la muerte de Dios” encuentran  allí su verdadero significado: Dios en sí no está muerto pero, “Dios en nosotros” se murió, al menos a escala del ateísmo contemporáneo, cuya amplitud es tal que es apenas exagerada decir que, para el mundo moderno, “Dios está  verdaderamente  muerto”.
Es necesario aún señalar una forma particular de incomprensión de los mitos que conduce a aberraciones y a divagaciones muy extendidas en el mundo moderno. Se trata especialmente de mitos que se encuentran en las sociedades arcaicas: mitos del origen, del retorno a  los  “primeros comienzos”, mezclados a los mitos  complementarios relativos “al fin del mundo”en particular, el “mito del eterno retorno”. La incomprehensión de  estos mitos,  sea en ciertas  civilizaciones tradicionales degeneradas, o sea más aún en el mundo moderno, ha dado lugar a divagaciones de todas las clases, que son imposibles de mencionar  aquí. Señalaremos solamente las aberraciones “reencarnacionistes” de los ocultistes, los “milenarismos” 39 de todas las clases, sin olvidar ciertas ideologías políticas. Todo eso procede de una confusión entre el dominio histórico o el  orden cósmico y el ámbito ontológico, teológico o metafísico, confusión similar en el orden “macrocosmico
39. Doctrina según la cual el Cristo reaparece sobre tierra para reinar durante  mil  años; esta doctrina se basa en Apocalipsis, XX, 4.
  “a la confusión entre el psíquico y el espiritual en el orden “microcosmico”. Es por esta razón que hablamos antes de la necesidad imperiosa de distinguir diferentes dominios ámbitos, y es evidentemente la ignorancia de las doctrinas tradicionales que implica esta clase de confusiones. Así porejemplo, se confunde “el eterno retorno” con el “retorno al estado primordial “que es una de las etapas del “proceso iniciático” verdadero. En cuanto al “mito de la Edad de oro” o al “milenarismo”,  consiste básicamente, según la  falsa interpretación de los modernos, a querer establecer el Reino de Dios sobre la tierra, a promover una “nueva Era” donde reinarán, aquí abajo, la justicia, la paz, la prosperidad, la felicidad, etc. A  veces la realización sueño es concebida  como debiendo ser precedida de un catástrofe (mitos apocalípticos o escatológicoss), a veces al contrario está mezclada a las ideas muy modernas de “ progreso”40  de “democracia universal”, de humanismo o humanitarismo; se ve entonces fácilmente cómo ciertos movimientos  políticos han podido nacer de ideologías de este género. 
Todas estas divagaciones, debidas a la ignorancia de las doctrinas tradicionales, a la incomprehensión de los mitos, a la invasión del modernismo bajo todas formas y al degeneración de las diferentes  tradiciones, proceden, digamos, de una confusión entre el orden cósmico y el orden ontológico. En efecto, para un ser particular que se encuentra actualmente en el estado humano, el problema no es regenerar el mundo de aquí abajo, aunque él tiene evidentemente, como individuo, un papel que llenar sobre el plano humano; no se trata tampoco para él de acelerarle la llegada de una “nueva Edad de oro” cualquiera, precedida o no de un catástrofee apocalíptico, y aún menos “de revivir en la edad de oro de un nuevo ciclo cósmico, ya que todo eso le mantendría en la serie indefinida de los ciclos (el samsâra) y no lo haría en absoluto  salir del dominio cósmico. Sino - y esto nos va a traer al verdadero significado de los mitos - el fin de la initiación verdadero, de los ritos y mitos que utiliza, es exactemenet lo  contrario de esta clase de ahogamiento en “el océano
40. Se puede comprender par ahí como el “cienticismo”, el “positivismo” y todas las teorías “progresistas” y “evolucionistas” han podido  contribuir en gran parte a crear una mentalidad propicia a todas las aberraciones en cuestión.
cósmico” 41, ello debe acabar  esencialmente “la salida de Cosmos” , para permitir al ser llegar al “metacosmos” o, si se quiere, “a la unión con Dios”, que es evidentemente  el fin de toda espiritualidad  verdadera. Que una iniciación (como el bautismo ) no  confiera más que la virtualidad del estado primordial, y que este  no sea aún que una etapa en  el camino de realización efectiva de lo que no es que virtual al principio de la “Vía”, es otra cuestión que no modifica de en nada la  significación y el fin de  la iniciación, de los ritos y los mitos.
Las consideraciones precedentes nos permiten entonces precisar la significación profunda y el papel esencial del mito, sin preocuparnos de las  aplicaciones secundarias o contingentes, por ejemplo sociales o familiares. El papel del mito es 'expresar lo inexpresable, comunicar lo incomunicable, debe ser relacionado con  lo que decíamos más arriba: el mito - quie significa silencio - es un relato simbólico “que no dice lo que quiere decir sino que lo sugiere en virtud de la correspondencia analógica que es el fundamento incluso de todo simbolismo; así , se podría decir, se guarda el silencio hablando “42. Es así que  el mito “inicia a los misterios”, y es también el papel de las parábolas en el Evangelio: cf. . Mateo XIII, 13 Marco IV, 10; Luc, VIII, 10.
 
Así pues  el misterio  designa, no lo incomprensible, sino lo inexpresable y lo incomunicable, y el mito tiene como función “ expresarlo en silencio” es decir, bajo la forma de un relato simbólico sugiriendo lo Inefable. Esto resume lo que puede ser dicho de más profundo  sobre la cuestión del mito. En cuanto a la  “disciplina del secreto” y a la prohibición de divulgar  los misterios a los profanos  (Cf, Mateo VIII, 6), se deriva esencialmente  de la naturaleza del misterio , cuyo dominio es el  lo sobre-esencial , lo sobre-inteligible, lo sobre-ontológico, el  
41. Ciertas  tendencias actuales parecen tener por objetivo un “retorno al caos  primordial “(el Arte moderno) que precede la creación o una nueva creación , pero se trata aún de una confusión entre el orden cósmico y el orden  teológico o iniciático, y sólo una parodia de la “muerte iniciática  (todo “renacimiento espiritual” debiendo  efectuarse en las  “tinieblas “) o  del “descenso a los  infierno” que no es una vuelta al caos.
42, R. Guenon .  Apercepciones  sobre la iniciación, p. 128,

“ Hiperteos “(san Dionisio San Alberto el Grande, etc). En fin esto implica que el misterio debe recibirse en silencio, sin discusión, sin profanación (de donde el papel destructivo de la crítica moderna), tal como ocurre con el Virgen de la Anunciación: Ecce ancilla Domini, fiat mihi secundum verbum tuum   43
43 “He aquí la esclava del Señor hágase en mi según tu palabara” (Luc I, 38)




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