Perspectiva Oriental y Occidental de la
Tradición Cristiana
Tradición Cristiana
Witold Zaniewicki
A
principios del siglo
XIV, cuando Dante acaba de fallecer en Rávena, Gregorio
Palamas elabora, en un convento del Monte Athos, una de las más bellas síntesis del
pensamiento ortodoxo. Si Dios es inaccesible en su Esencia, es sin embargo accesible
por sus Energías. Por ello, el hombre que participa en la vida divina (especialmente por
los sacramentos, llamados "misterios" como en la antigüedad) alcanza la theósis o
deificación. Llega por la gracia a lo que Cristo es por naturaleza. Poco después, Nicolas
Cabasilas escribe La vida en Cristo.
Palamas elabora, en un convento del Monte Athos, una de las más bellas síntesis del
pensamiento ortodoxo. Si Dios es inaccesible en su Esencia, es sin embargo accesible
por sus Energías. Por ello, el hombre que participa en la vida divina (especialmente por
los sacramentos, llamados "misterios" como en la antigüedad) alcanza la theósis o
deificación. Llega por la gracia a lo que Cristo es por naturaleza. Poco después, Nicolas
Cabasilas escribe La vida en Cristo.
Un
siglo más tarde,
Tomás de Kempis, presunto autor de La imitación
de
Jesucristo, lanza sobre las orillas del Rhin las bases de la "devotio moderna", que
responde a las necesidades de una espiritualidad personal, que fácilmente se desprende
de la práctica sacramental.
Jesucristo, lanza sobre las orillas del Rhin las bases de la "devotio moderna", que
responde a las necesidades de una espiritualidad personal, que fácilmente se desprende
de la práctica sacramental.
Deificación del hombre en Oriente, e imitación de
Cristo en Occidente;
dos claves
tardías para dos perspectivas espirituales que se han separado progresivamente desde el
siglo IV a partir de una Tradición común, o, si se quiere, desde san Agustín para el
Occidente y desde los Padres Capadocios (Basilio, Gregorio de Nisa, Gregorio de
Nacianzo) para el Oriente.
tardías para dos perspectivas espirituales que se han separado progresivamente desde el
siglo IV a partir de una Tradición común, o, si se quiere, desde san Agustín para el
Occidente y desde los Padres Capadocios (Basilio, Gregorio de Nisa, Gregorio de
Nacianzo) para el Oriente.
En
Oriente, la participación en las Energías increadas permite al hombre, que es
criatura, entrar en la vida divina, es decir, en el eterno Engendramiento de la Trinidad.
O, si se prefiere un ejemplo contemporáneo, el ser creado participa de la Luz increada,
como lo "muestra" (aunque sin intentar demostrarlo) la iluminación de san Serafín de
Sarov en la Rusia del siglo XIX.
criatura, entrar en la vida divina, es decir, en el eterno Engendramiento de la Trinidad.
O, si se prefiere un ejemplo contemporáneo, el ser creado participa de la Luz increada,
como lo "muestra" (aunque sin intentar demostrarlo) la iluminación de san Serafín de
Sarov en la Rusia del siglo XIX.
En Occidente,
Dios permanece inaccesible
en su Esencia (Tomás de
Aquino lo
explicó muy bien) y el hombre será para siempre una criatura cuya "manera de ser"
puede santificar al alma.
explicó muy bien) y el hombre será para siempre una criatura cuya "manera de ser"
puede santificar al alma.
Por un
lado, la divinidad penetra y transfigura el ser entero.
Por otro, la "manera de ser"
reemplaza al ser; los estigmas aparecen en el cuerpo sufriente.
reemplaza al ser; los estigmas aparecen en el cuerpo sufriente.
EL TRONCO COMÚN
Todo lo que es anterior al concilio de Nicea del 787, el de la teología
del icono,
término último de la transfiguración de la materia, constituye un tesoro común,
inseparable de las dos partes. Este tesoro común es el de la Tradición cristiana.
Recordaremos aquí puntos simples pero indispensables para clarificar las ideas. La
Tradición se construye en tres tiempos de la historia. Estos tres elementos son:
término último de la transfiguración de la materia, constituye un tesoro común,
inseparable de las dos partes. Este tesoro común es el de la Tradición cristiana.
Recordaremos aquí puntos simples pero indispensables para clarificar las ideas. La
Tradición se construye en tres tiempos de la historia. Estos tres elementos son:
• El kerigma,
• los
escritos
neotestamentarios,
·
el dogma establecido por los siete concilios ecuménicos.
Tomemos estos términos
uno por uno:
1) El kerigma
Corresponde
a la tradición oral.
Es la "proclamación"
por los apóstoles y sus
discípulos de la obra de Dios cumplida en Cristo. Este último no ha dejado ningún
escrito, pero les ha confiado la tarea de proclamarle por todas partes "hasta los confines
de la tierra" y de fundar Iglesias en todos los lugares. Simples enviados, los apóstoles no
han de difundir una doctrina sabia. Para fundar una comunidad, no comienzan
exponiendo una didaché, es decir, una enseñanza, sino que proclaman la venida y la
obra de una Persona.
discípulos de la obra de Dios cumplida en Cristo. Este último no ha dejado ningún
escrito, pero les ha confiado la tarea de proclamarle por todas partes "hasta los confines
de la tierra" y de fundar Iglesias en todos los lugares. Simples enviados, los apóstoles no
han de difundir una doctrina sabia. Para fundar una comunidad, no comienzan
exponiendo una didaché, es decir, una enseñanza, sino que proclaman la venida y la
obra de una Persona.
Dos
observaciones son necesarias: el
kerigma no es un
discurso persuasivo, sino
una manifestación del Espíritu que suscita de manera espontánea e irracional la fe de
quienes la escuchan.
una manifestación del Espíritu que suscita de manera espontánea e irracional la fe de
quienes la escuchan.
·
·
Poseemos pocas huellas de esta proclamación. En efecto,
los autores de los libros
neotestamentarios, sabiendo conocido el kerigma apostólico, no tienen necesidad alguna
de recordarlo.
neotestamentarios, sabiendo conocido el kerigma apostólico, no tienen necesidad alguna
de recordarlo.
No conservamos sino dos ejemplos en los siguientes
escritos:
a) Pedro, en Hechos 2, 14-36, testimonia:
·
que los apóstoles han
recibido el Espíritu prometido por boca de Joel en el
Antiguo Testamento (lo que quiere decir que la Antigua Ley no es abolida, sino
realizada).
Antiguo Testamento (lo que quiere decir que la Antigua Ley no es abolida, sino
realizada).
·
que Cristo resucita de entre los muertos según la voluntad del Padre.
Él invita a su audiencia al arrepentimiento (el retorno, la metanoia) y al bautismo.
b) Pablo, en Corintios I, 15, 1-3, proclama:
• que Cristo ha muerto por nuestros pecados,
• que ha sido sepultado,
• que resucitó al tercer
día según las Escrituras.
Después enumera las diversas apariciones del Resucitado,
incluyendo aquella que
él ha vivido. Dice además que si el kerigma es aceptado y transmitido se convierte en el
mensaje de salvación conservado por la Tradición.
él ha vivido. Dice además que si el kerigma es aceptado y transmitido se convierte en el
mensaje de salvación conservado por la Tradición.
Esto
es todo.
Las Iglesias se apoyan siempre en esta proclamación inicial.
2) Los escritos neotestamentarios.
2) Los escritos neotestamentarios.
En un segundo tiempo, el de la Tradición escrita, muy cercano al primero,
aparecen textos que contienen sobre todo elementos de catequesis (una didaché),
suponiéndose conocida la exposición de la fe.
aparecen textos que contienen sobre todo elementos de catequesis (una didaché),
suponiéndose conocida la exposición de la fe.
El canon del Nuevo Testamento, es decir, la lista definitivamente fijada por la
Iglesia de los textos reconocidos como inspirados por Dios, comprende veintisiete libros:
Iglesia de los textos reconocidos como inspirados por Dios, comprende veintisiete libros:
• los cuatro Evangelios;
• los Hechos de los Apóstoles,
• las catorce cartas paulinas,
• las siete cartas católicas,
• el Apocalipsis (el último libro admitido).
Estos textos ofrecen esencialmente una enseñanza a aquellos que, habiendo
escuchado el kerigma, piden la iniciación, es decir, el bautismo, y deben entonces ser
instruidos para ello y recibir la didaché. Si las epístolas son ante todo escritos de
circunstancia, los tres Evangelios sinópticos (así llamados porque pueden establecerse a
partir de ellos tres cronologías paralelas) desempeñan esencialmente este papel. No
ocurre lo mismo con el Evangelio de Juan, que se dirige a los iniciados, en su origen a los
bautizados. Por ello este Evangelio no es utilizado en la liturgia. No subsiste sino en el
Evangelio después de la misa, o Evangelio secreto, que, en el rito latino de san Pío V, el
sacerdote murmura, con la espalda vuelta hacia los fieles, que no lo oyen.
escuchado el kerigma, piden la iniciación, es decir, el bautismo, y deben entonces ser
instruidos para ello y recibir la didaché. Si las epístolas son ante todo escritos de
circunstancia, los tres Evangelios sinópticos (así llamados porque pueden establecerse a
partir de ellos tres cronologías paralelas) desempeñan esencialmente este papel. No
ocurre lo mismo con el Evangelio de Juan, que se dirige a los iniciados, en su origen a los
bautizados. Por ello este Evangelio no es utilizado en la liturgia. No subsiste sino en el
Evangelio después de la misa, o Evangelio secreto, que, en el rito latino de san Pío V, el
sacerdote murmura, con la espalda vuelta hacia los fieles, que no lo oyen.
El
canon neotestamentario es expuesto por primera vez en la carta pastoral de
Atanasio el Grande, del año 367. El proceso de fijación de este canon, de esta Regla,
duró pues más de dos siglos y medio. El criterio es el de la apostolicidad. De modo que,
de los cuatro Evangelios (el evaggelion es la Buena Nueva), dos son debidos a apóstoles
(Mateo y Juan), y dos a hombres apostólicos (Marcos, que proclama el kerigma de
Pedro, y Lucas, que proclama el de Pablo). A estos libros recibidos y aceptados se
añaden en la lista de Eusebio (finales del siglo IV, principios del V):
Atanasio el Grande, del año 367. El proceso de fijación de este canon, de esta Regla,
duró pues más de dos siglos y medio. El criterio es el de la apostolicidad. De modo que,
de los cuatro Evangelios (el evaggelion es la Buena Nueva), dos son debidos a apóstoles
(Mateo y Juan), y dos a hombres apostólicos (Marcos, que proclama el kerigma de
Pedro, y Lucas, que proclama el de Pablo). A estos libros recibidos y aceptados se
añaden en la lista de Eusebio (finales del siglo IV, principios del V):
• obras dudosas
pero reconocidas, utilizadas por las Iglesias,
·
obras apócrifas, no
utilizadas en la liturgia ni en la catequesis,
pero cuya lectura
no está prohibida, indudablemente,
no está prohibida, indudablemente,
·
obras llamadas "heréticas", que
están prohibidas pero cuya lectura es
apasionante para el historiador.
apasionante para el historiador.
En
los Evangelios, icono
verbal de Cristo, se descubren los elementos de una
cristología, e igualmente de una pneumatología (conocimiento del Espíritu), pero
prácticamente nada sobre la Virgen, la "gran muda del Evangelio". Será tarea de los
grandes concilios de los siglos IV al VIII el introducir nuevas precisiones a esas
confesiones de fe y a esos elementos de catequesis, aunque permaneciendo fieles al
kerigma inicial. Establecido el dogma (y serán necesarios algunos siglos), la Iglesia
podrá, mediante la liturgia, que se fija posteriormente, sellar la fe y desvelar el misterio.
cristología, e igualmente de una pneumatología (conocimiento del Espíritu), pero
prácticamente nada sobre la Virgen, la "gran muda del Evangelio". Será tarea de los
grandes concilios de los siglos IV al VIII el introducir nuevas precisiones a esas
confesiones de fe y a esos elementos de catequesis, aunque permaneciendo fieles al
kerigma inicial. Establecido el dogma (y serán necesarios algunos siglos), la Iglesia
podrá, mediante la liturgia, que se fija posteriormente, sellar la fe y desvelar el misterio.
Esta Tradición escrita comprende por lo demás el tema "escandaloso" de la
kenosis, es decir, de la humillación voluntaria de Dios: "ekénósen éauton", literalmente
"Él se ha vaciado". En el esquema Encarnación de Cristo, kenosis, Resurrección,
Pentecostés, las Iglesias de Oriente muy pronto entenderán la Tradición según la
veneración del Cristo Glorioso Resucitado, mientras que las Iglesias de Occidente
desarrollarán una espiritualidad y una teología que ponen el acento sobre el Cristo en la
cruz, rebajándose y pasando por la muerte física para asumir su plena humanidad. La
Luz del Espíritu baña de oro los iconos. El modo de aprehensión, el olvido del Espíritu
Santo, explica quizá la Reforma protestante, que lo busca de manera a menudo salvaje.
kenosis, es decir, de la humillación voluntaria de Dios: "ekénósen éauton", literalmente
"Él se ha vaciado". En el esquema Encarnación de Cristo, kenosis, Resurrección,
Pentecostés, las Iglesias de Oriente muy pronto entenderán la Tradición según la
veneración del Cristo Glorioso Resucitado, mientras que las Iglesias de Occidente
desarrollarán una espiritualidad y una teología que ponen el acento sobre el Cristo en la
cruz, rebajándose y pasando por la muerte física para asumir su plena humanidad. La
Luz del Espíritu baña de oro los iconos. El modo de aprehensión, el olvido del Espíritu
Santo, explica quizá la Reforma protestante, que lo busca de manera a menudo salvaje.
3) El dogma
Quitémosle
en primer lugar a esta palabra el sentido jurídico
peyorativo que ha
revestido en Occidente. El dogma es en efecto una definición, un criterio de la fe, pero
solamente un criterio de la verdad de contemplación. La Iglesia da una clave, no un
sistema; no ofrece el plano de la ciudad de Dios, sino tan solo los medios para penetrar
en ella. Así, los Padres han transfigurado el intelecto, adaptando la razón a la fe, y no a
la inversa. Su pensamiento evoluciona según las categorías de los valores filosóficos
griegos, sin quedar encerrado en ellas.
revestido en Occidente. El dogma es en efecto una definición, un criterio de la fe, pero
solamente un criterio de la verdad de contemplación. La Iglesia da una clave, no un
sistema; no ofrece el plano de la ciudad de Dios, sino tan solo los medios para penetrar
en ella. Así, los Padres han transfigurado el intelecto, adaptando la razón a la fe, y no a
la inversa. Su pensamiento evoluciona según las categorías de los valores filosóficos
griegos, sin quedar encerrado en ellas.
El tercer tiempo es el de los
grandes concilios ecuménicos que se celebraron de los
siglos IV al VIII. Corresponden a una necesidad: responder a las "herejías" afirmando el
dogma. No se refieren al pensamiento semítico siempre vivo, sino a aquel que
corresponde al humanismo en el que los grandes monjes han sido formados. Los
conceptos del helenismo que les son conocidos se transforman. En especial, se descubre
la idea de Persona, que era tan ignorada por los filósofos como lo es hoy por los
budistas.
siglos IV al VIII. Corresponden a una necesidad: responder a las "herejías" afirmando el
dogma. No se refieren al pensamiento semítico siempre vivo, sino a aquel que
corresponde al humanismo en el que los grandes monjes han sido formados. Los
conceptos del helenismo que les son conocidos se transforman. En especial, se descubre
la idea de Persona, que era tan ignorada por los filósofos como lo es hoy por los
budistas.
Hay en estos
grandes concilios dos momentos esenciales:
·
En el siglo IV, la
reflexión se centra en el misterio trinitario de las Personas
divinas.
divinas.
·
En el siglo V, se
desplaza al misterio
de la Persona de Cristo,
a su inserción en la
Trinidad y a la relación en Él de las dos naturalezas divina y humana. En
consecuencia, también se reflexiona sobre la figura de su Madre, que le ha
transmitido la naturaleza humana.
Trinidad y a la relación en Él de las dos naturalezas divina y humana. En
consecuencia, también se reflexiona sobre la figura de su Madre, que le ha
transmitido la naturaleza humana.
·
Los siglos VI y VII
consolidan esta situación (553 y 680: 50 y 6° concilios de
Constantinopla).
Constantinopla).
Frente
a la metafísica depurada del Islam, la Iglesia establece en el siglo VIII la
relación entre la imagen (icono) y la Persona representada (787: 70 concilio de Nicea).
Volvamos a los dos momentos esenciales:
relación entre la imagen (icono) y la Persona representada (787: 70 concilio de Nicea).
Volvamos a los dos momentos esenciales:
a)
Primer momento (siglo IV): contra los arrianos, para quienes el Hijo era
ciertamente la primera de las criaturas, aunque separada del Padre por su esencia, es
decir, un Simple ejemplo moral para los hombres, el primer concilio de Nicea (325)
reflexiona sobre el tiempo y la distinción nacimiento-creación. Establece que el
arrianismo es de hecho un error acerca del tiempo. Define al Hijo encarnado como
homoousios, es decir, "consubstancial" con el Padre o, si se prefiere, ek tes ousios, "de
ciertamente la primera de las criaturas, aunque separada del Padre por su esencia, es
decir, un Simple ejemplo moral para los hombres, el primer concilio de Nicea (325)
reflexiona sobre el tiempo y la distinción nacimiento-creación. Establece que el
arrianismo es de hecho un error acerca del tiempo. Define al Hijo encarnado como
homoousios, es decir, "consubstancial" con el Padre o, si se prefiere, ek tes ousios, "de
la
misma esencia" que Él. El Hijo es nacido y no creado. Los Padres de Nicea
explican así el carácter ontológico del nacimiento de Cristo como un estado eterno de la
vida intradivina, y no como un acto de creación. Para expresarlo de otra manera, yo diría
que el Padre está en el Hijo, y a la inversa, como el sol está en sus rayos, como la fuente
de agua está en la corriente.
explican así el carácter ontológico del nacimiento de Cristo como un estado eterno de la
vida intradivina, y no como un acto de creación. Para expresarlo de otra manera, yo diría
que el Padre está en el Hijo, y a la inversa, como el sol está en sus rayos, como la fuente
de agua está en la corriente.
Después,
el segundo concilio de Constantinopla (381) declara también al Espíritu
Santo consubstancial al Padre y al Hijo. El símbolo de Nicea-Constantinopla pone en
orden el dogma de la Trinidad. Este concierne al hombre, dado que, como más adelante
veremos, será percibido en Oriente como participando directamente de esta vida
trinitaria, en su nacimiento espiritual, mientras que en Occidente permanecerá en el
plano de la creación.
Santo consubstancial al Padre y al Hijo. El símbolo de Nicea-Constantinopla pone en
orden el dogma de la Trinidad. Este concierne al hombre, dado que, como más adelante
veremos, será percibido en Oriente como participando directamente de esta vida
trinitaria, en su nacimiento espiritual, mientras que en Occidente permanecerá en el
plano de la creación.
El
intenso trabajo de Atanasio el Grande y de los Padres capadocios, trabajo
elaborado durante sesenta años, permitió a los dos primeros concilios tomar conciencia
del principal misterio cristiano: el misterio Trinitario; una sola Esencia divina increada
(ousia) común a las tres hipóstasis o Personas divinas, distintas una de otra.
elaborado durante sesenta años, permitió a los dos primeros concilios tomar conciencia
del principal misterio cristiano: el misterio Trinitario; una sola Esencia divina increada
(ousia) común a las tres hipóstasis o Personas divinas, distintas una de otra.
Lo
creado es de una esencia diferente: la creación se desarrolla en el tiempo, a
partir de una materia preexistente o a partir de la nada.
partir de una materia preexistente o a partir de la nada.
¿Por qué insistir
tanto? Porque la reflexión sobre las Personas divinas ha amenazado a la
reflexión sobre la Persona humana. Ni los filósofos griegos ni los budistas lo habían
hecho.
reflexión sobre la Persona humana. Ni los filósofos griegos ni los budistas lo habían
hecho.
b)
Segundo momento (siglo V): es el de la reflexión sobre la Persona de Cristo.
¿ Cómo en esta hipóstasis del Hijo, se concilian las dos naturalezas divina y humana?
¿ Cómo en esta hipóstasis del Hijo, se concilian las dos naturalezas divina y humana?
Dos
concilios responderán sucesivamente a dos "herejías". Mientras que el
arrianismo ha desaparecido en tanto que iglesia, aunque subsiste en el pensamiento
marxista, estos dos "errores" han fructificado en dos magníficas Iglesias, sobre las cuales
volveremos, que han mantenido hasta nuestros días sus tradiciones propias: la Iglesia
nestoriana y la Iglesia monofisita. Ahora son llamadas Iglesias no-calcedonitas.
arrianismo ha desaparecido en tanto que iglesia, aunque subsiste en el pensamiento
marxista, estos dos "errores" han fructificado en dos magníficas Iglesias, sobre las cuales
volveremos, que han mantenido hasta nuestros días sus tradiciones propias: la Iglesia
nestoriana y la Iglesia monofisita. Ahora son llamadas Iglesias no-calcedonitas.
Los
nestorianos consideran que hay en Cristo una dualidad de dos Personas
distintas correspondientes a sus dos naturalezas.
distintas correspondientes a sus dos naturalezas.
Contra
los nestorianos, el
tercer concilio de Éfeso (431) declara que las dos
naturalezas (physis) están unidas en una Persona única y que, en consecuencia, María,
madre del hombre Jesús, es madre de Dios. Ella es proclamada Theotokos. Surge la
Mariología, pero, para ser claros, no hay dogma sobre la Virgen en el tronco común de la
Tradición cristiana, aparte de esta proclamación. En todas partes, desde Éfeso, se admite
progresivamente la virginidad de María. Virginidad "ante partum", "in partu" y "post
partum", es decir, "antes del nacimiento, durante el nacimiento y después del
nacimiento", lo cual recuerdan las tres estrellas de su velo en los iconos. Esto significa
que Cristo ha pasado por la puerta de carne de su madre como pasará por las puertas de
la tumba de la muerte física. Es el culto, la liturgia, la himnología (y no el concepto) lo
que constituye el origen de la Mariología.
naturalezas (physis) están unidas en una Persona única y que, en consecuencia, María,
madre del hombre Jesús, es madre de Dios. Ella es proclamada Theotokos. Surge la
Mariología, pero, para ser claros, no hay dogma sobre la Virgen en el tronco común de la
Tradición cristiana, aparte de esta proclamación. En todas partes, desde Éfeso, se admite
progresivamente la virginidad de María. Virginidad "ante partum", "in partu" y "post
partum", es decir, "antes del nacimiento, durante el nacimiento y después del
nacimiento", lo cual recuerdan las tres estrellas de su velo en los iconos. Esto significa
que Cristo ha pasado por la puerta de carne de su madre como pasará por las puertas de
la tumba de la muerte física. Es el culto, la liturgia, la himnología (y no el concepto) lo
que constituye el origen de la Mariología.
Contra
los monofisitas, el cuarto concilio de Calcedonia (451) mantiene la
existencia de dos naturalezas en la Persona única del Verbo encarnado, y declara su
unión sin mezcla ni separación, pero sin definirla, pues estamos en el mundo del
misterio, y no en el de la razón.
existencia de dos naturalezas en la Persona única del Verbo encarnado, y declara su
unión sin mezcla ni separación, pero sin definirla, pues estamos en el mundo del
misterio, y no en el de la razón.
Los
concilios del siglo V permiten tomar conciencia del segundo misterio cristiano:
el misterio de la Persona de Cristo. En Él, las dos naturalezas divina y humana están
"unidas sin confundirse ni modificarse; sin dividirse ni separarse".
el misterio de la Persona de Cristo. En Él, las dos naturalezas divina y humana están
"unidas sin confundirse ni modificarse; sin dividirse ni separarse".
Tal
es el tronco
común de la Tradición cristiana. Pero de este tronco ya se han
separado, mucho antes de la divergencia Oriente-Occidente, desde el siglo V, dos
Tradiciones específicas que poseen una gran riqueza:
separado, mucho antes de la divergencia Oriente-Occidente, desde el siglo V, dos
Tradiciones específicas que poseen una gran riqueza:
Los nestorianos que
subsisten, exangües, en la India y en el Próximo Oriente,
han constituido una potente Iglesia misionera que alcanzó la China y el Tíbet en el siglo
VIII.
han constituido una potente Iglesia misionera que alcanzó la China y el Tíbet en el siglo
VIII.
Precediendo
al budismo en el Himalaya, tienen el mérito poco conocido de haber
conservado una tradición cristiana hasta los siglos XIII Y XIV en el mismo corazón del
Potala. Su visión particular de Cristo les ha permitido sin duda un cierto desdoblamiento:
han aceptado las prácticas budistas manteniendo su fe. Advirtamos que el segundo
contacto entre los discípulos de Cristo y los de Buda data de 1951, año del gran exilio de
los tibetanos. La intuición nestoriana ha sido la de la comunidad de las grandes
Tradiciones: tradujeron al árabe los grandes textos de la filosofía y de la ciencia griega,
conservado una tradición cristiana hasta los siglos XIII Y XIV en el mismo corazón del
Potala. Su visión particular de Cristo les ha permitido sin duda un cierto desdoblamiento:
han aceptado las prácticas budistas manteniendo su fe. Advirtamos que el segundo
contacto entre los discípulos de Cristo y los de Buda data de 1951, año del gran exilio de
los tibetanos. La intuición nestoriana ha sido la de la comunidad de las grandes
Tradiciones: tradujeron al árabe los grandes textos de la filosofía y de la ciencia griega,
han traducido textos
sagrados del sánscrito al tibetano.
Han sabido situarse en el
interior de una espiritualidad no deísta transfigurándola.
Su fracaso no es
más que aparente.
Los monofisitas forman
todavía hoy Iglesias muy importantes. Los coptos de
Egipto conocen un extraordinario renacimiento: los intelectuales vuelven al Desierto. En
este momento, armenios, sirios y etíopes pasan por el martirio. El tiempo de Dios es
muy lento... por primera vez desde el 451, en junio de 1989, la Iglesia ortodoxa y las
Iglesias no calcedonianas han publicado una declaración de fe común sobre la Persona
de Cristo y el misterio de su Encarnación para la salvación del género humano. El
acontecimiento es importante y, por supuesto, ha pasado completamente inadvertido.
Tuvo lugar del 20 al 24 de junio en el monasterio Anba-Bishoí, en el desierto egipcio de
Wadi-el-Natroun. La intuición monofisita es particular: descubre y celebra la universal
transfiguración en Cristo. Pero, debido a ello, y al querer verla constantemente, ha
tenido tendencia a olvidar la historia.
Egipto conocen un extraordinario renacimiento: los intelectuales vuelven al Desierto. En
este momento, armenios, sirios y etíopes pasan por el martirio. El tiempo de Dios es
muy lento... por primera vez desde el 451, en junio de 1989, la Iglesia ortodoxa y las
Iglesias no calcedonianas han publicado una declaración de fe común sobre la Persona
de Cristo y el misterio de su Encarnación para la salvación del género humano. El
acontecimiento es importante y, por supuesto, ha pasado completamente inadvertido.
Tuvo lugar del 20 al 24 de junio en el monasterio Anba-Bishoí, en el desierto egipcio de
Wadi-el-Natroun. La intuición monofisita es particular: descubre y celebra la universal
transfiguración en Cristo. Pero, debido a ello, y al querer verla constantemente, ha
tenido tendencia a olvidar la historia.
La
importancia
de los problemas cristológicos siempre es actual, pues se trata de
la Persona.
la Persona.
Nadie
tacha ya de herejías al nestorianismo y al monofisismo, convertidos en
Tradiciones que en este momento se unen a la Tradición Ortodoxa. Estas Iglesias poco
conocidas siempre han rechazado los abismos indiferenciados de la India y las
transcendencias cerradas del judaísmo y del islam.
Tradiciones que en este momento se unen a la Tradición Ortodoxa. Estas Iglesias poco
conocidas siempre han rechazado los abismos indiferenciados de la India y las
transcendencias cerradas del judaísmo y del islam.
Poseedoras
de las liturgias
más antiguas del cristianismo, siempre han
salvaguardado la relación "personal" con Dios y la comunión con los mundos. Es gracias
a ellas, en fin, que los grandes concilios han podido precisar el dogma y tomar conciencia
de los misterios cristianos de la Trinidad y de la Persona de Cristo.
salvaguardado la relación "personal" con Dios y la comunión con los mundos. Es gracias
a ellas, en fin, que los grandes concilios han podido precisar el dogma y tomar conciencia
de los misterios cristianos de la Trinidad y de la Persona de Cristo.
LA RUPTURA
DOGMÁTICA
A
partir de este tronco común, de esta Tradición común, el dogma cambia en
Occidente. Ahora bien, el dogma, la Regla, está en la base de un tipo de espiritualidad.
Jamás se comprenderá el uno sin el otro. El dogma transforma el espíritu de aquellos
que lo confiesan. Tampoco se comprenderá nunca por qué hay fenómenos de iluminación
en el Oriente cristiano y fenómenos de estigmatización en el Occidente cristiano, si se
ignora la base del método. Las diferencias espirituales, nacidas de divergencias
dogmáticas, se afirman en diferentes tipos de santidad, en experiencias, en vías de
santificación que apenas se parecen. No debe reducirse esto a causas culturales o
políticas. Es necesario aceptar las cosas tal como son: se trata de la cuestión de la
procesión del Espíritu Santo (el Filioque) y de la de la naturaleza de la gracia. Sólo
nuestra constatación de una diferencia dogmática nos permitirá comprender dos
espiritualidades que se han hecho esencialmente diferentes.
Occidente. Ahora bien, el dogma, la Regla, está en la base de un tipo de espiritualidad.
Jamás se comprenderá el uno sin el otro. El dogma transforma el espíritu de aquellos
que lo confiesan. Tampoco se comprenderá nunca por qué hay fenómenos de iluminación
en el Oriente cristiano y fenómenos de estigmatización en el Occidente cristiano, si se
ignora la base del método. Las diferencias espirituales, nacidas de divergencias
dogmáticas, se afirman en diferentes tipos de santidad, en experiencias, en vías de
santificación que apenas se parecen. No debe reducirse esto a causas culturales o
políticas. Es necesario aceptar las cosas tal como son: se trata de la cuestión de la
procesión del Espíritu Santo (el Filioque) y de la de la naturaleza de la gracia. Sólo
nuestra constatación de una diferencia dogmática nos permitirá comprender dos
espiritualidades que se han hecho esencialmente diferentes.
Hay otras leyes
además del determinismo histórico.
El problema del Filioque, que divide a las dos Tradiciones, no es un fenómeno
fortuito. En realidad, es la única razón que cuenta en el encadenamiento de los hechos
que desembocaron en la separación del siglo IX. Aunque condicionada por factores
políticos, esta determinación dogmática fue, por ambas partes, un compromiso espiritual
consciente. Las dos grandes Tradiciones se han separado en un punto de la doctrina
relativa al Espíritu Santo, que es la fuente de la santidad. El Occidente demuestra su
fidelidad a Cristo en la soledad y el abandono de la noche de Getsemaní.
fortuito. En realidad, es la única razón que cuenta en el encadenamiento de los hechos
que desembocaron en la separación del siglo IX. Aunque condicionada por factores
políticos, esta determinación dogmática fue, por ambas partes, un compromiso espiritual
consciente. Las dos grandes Tradiciones se han separado en un punto de la doctrina
relativa al Espíritu Santo, que es la fuente de la santidad. El Occidente demuestra su
fidelidad a Cristo en la soledad y el abandono de la noche de Getsemaní.
La
actitud "heroica" de los grandes santos occidentales frente al dolor
de una
separación trágica de Dios, y la noche mística de Teresa de Ávila y de Juan de la Cruz
como vía, como necesidad espiritual, es desconocida en Oriente. Los santos orientales
adquieren la certeza de la unión con Dios en la Luz de la Transfiguración, en la Luz
increada del Espíritu Santo.
separación trágica de Dios, y la noche mística de Teresa de Ávila y de Juan de la Cruz
como vía, como necesidad espiritual, es desconocida en Oriente. Los santos orientales
adquieren la certeza de la unión con Dios en la Luz de la Transfiguración, en la Luz
increada del Espíritu Santo.
¿Qué
es este famoso
Filioque? El canon 7 del concilio de Éfeso del 431 prohíbe
componer una confesión de fe diferente de la de Nicea-Constantinopla. Ahora bien, es
esto justamente lo que se producirá en Occidente. El símbolo de fe cambiará. La teología
occidental, al sistematizar las analogías psicológicas que abundan confusamente en san
Agustín (muerto en 430), desea, bajo la influencia del aristotelismo medieval, distinguir
a las tres Personas divinas mediante la oposición de sus relaciones. El Occidente plantea
entonces que el Espíritu procede del Padre y del Hijo ("filioque"), y que constituye así su
vínculo de amor. Anselmo de Cantorbery (muerto en 1109) será el teórico sistemático de
esta Nueva Teología, así como también de la "prueba ontológica de Dios".
componer una confesión de fe diferente de la de Nicea-Constantinopla. Ahora bien, es
esto justamente lo que se producirá en Occidente. El símbolo de fe cambiará. La teología
occidental, al sistematizar las analogías psicológicas que abundan confusamente en san
Agustín (muerto en 430), desea, bajo la influencia del aristotelismo medieval, distinguir
a las tres Personas divinas mediante la oposición de sus relaciones. El Occidente plantea
entonces que el Espíritu procede del Padre y del Hijo ("filioque"), y que constituye así su
vínculo de amor. Anselmo de Cantorbery (muerto en 1109) será el teórico sistemático de
esta Nueva Teología, así como también de la "prueba ontológica de Dios".
Esta
perspectiva es rechazada por Oriente, para el que el Espíritu es una
hipóstasis, una Persona diferente, que procede sólo del Padre. La Trinidad es justamente
sinergia, superación de las oposiciones: el Espíritu procede del Padre y da testimonio del
Hijo. Siempre hay en la revelación trinitaria simultaneidad y reciprocidad. El Espíritu y el
Hijo vienen del Padre y participan uno del otro. El Padre opera por mediación del Hijo en
el Espíritu Santo. O, si se prefiere una imagen gráfica: la palabra y el aliento surgen
inseparables de la boca de Dios.
hipóstasis, una Persona diferente, que procede sólo del Padre. La Trinidad es justamente
sinergia, superación de las oposiciones: el Espíritu procede del Padre y da testimonio del
Hijo. Siempre hay en la revelación trinitaria simultaneidad y reciprocidad. El Espíritu y el
Hijo vienen del Padre y participan uno del otro. El Padre opera por mediación del Hijo en
el Espíritu Santo. O, si se prefiere una imagen gráfica: la palabra y el aliento surgen
inseparables de la boca de Dios.
En
Oriente, el engendramiento del hombre, criatura encarada a la vida nueva
según el Espíritu, se identifica con el movimiento del eterno engendramiento del Hijo. El
Espíritu manifiesta la filiación divina en la humanidad de Jesús. La puerta se abre así
para la deificación del hombre. Debe insistirse en esto: el misterio del hombre consiste
en que él también es una Persona, una hipóstasis que, a imagen de la Trinidad, se define
como un ser de comunión, regido por los mismos mecanismos que Ella. Cuando el Padre,
por el Hijo, da el Espíritu a los hombres, se trata de una atribución a la criatura de las
prerrogativas más íntimas de Dios: participa de la Trinidad. O, si se quiere, Cristo
transmite a la humanidad el modo de ser trinitario. Al hombre, siempre tentado por su
mente a confundir o a oponer, el misterio de identidad-diversidad de la Trinidad (una
Esencia, tres hipóstasis) y el de Cristo (una hipóstasis, dos naturalezas) permite una
visión concreta que puede vivir mediante la ascesis y/o la liturgia y los sacramentos.
según el Espíritu, se identifica con el movimiento del eterno engendramiento del Hijo. El
Espíritu manifiesta la filiación divina en la humanidad de Jesús. La puerta se abre así
para la deificación del hombre. Debe insistirse en esto: el misterio del hombre consiste
en que él también es una Persona, una hipóstasis que, a imagen de la Trinidad, se define
como un ser de comunión, regido por los mismos mecanismos que Ella. Cuando el Padre,
por el Hijo, da el Espíritu a los hombres, se trata de una atribución a la criatura de las
prerrogativas más íntimas de Dios: participa de la Trinidad. O, si se quiere, Cristo
transmite a la humanidad el modo de ser trinitario. Al hombre, siempre tentado por su
mente a confundir o a oponer, el misterio de identidad-diversidad de la Trinidad (una
Esencia, tres hipóstasis) y el de Cristo (una hipóstasis, dos naturalezas) permite una
visión concreta que puede vivir mediante la ascesis y/o la liturgia y los sacramentos.
En
Occidente, por el contrario,
el filioquismo se cristalizará con el advenimiento de
la escolástica (desde finales del siglo XI hasta finales del siglo XIII), Y permitirá a esta
escolástica constituirse en "ciencia" que tiende a demostrar las verdades reveladas
mediante una especulación de tipo aristotélico. En toda la evolución del siglo XII se
presiente el divorcio entre teología y mística. Esta distinción es ignorada por Oriente,
donde la mística es considerada como la cumbre de toda teología, como la teología por
excelencia, no siendo ésta sino una expresión útil para todos de aquello que sólo puede
ser experimentado por cada uno. Por el contrario, en el concilio de Bari (1098), el
maestro de la primera escolástica, Anselmo de Cantorbery, retoma bajo el modo del
análisis racional (que generaliza y opone) las posiciones matizadas de san Agustín.
Explica entonces mediante oposiciones (la díada Padre-Hijo, de donde procede el tercer
término, el Espíritu), mientras que Oriente adora más allá justamente de estas
oposiciones.
la escolástica (desde finales del siglo XI hasta finales del siglo XIII), Y permitirá a esta
escolástica constituirse en "ciencia" que tiende a demostrar las verdades reveladas
mediante una especulación de tipo aristotélico. En toda la evolución del siglo XII se
presiente el divorcio entre teología y mística. Esta distinción es ignorada por Oriente,
donde la mística es considerada como la cumbre de toda teología, como la teología por
excelencia, no siendo ésta sino una expresión útil para todos de aquello que sólo puede
ser experimentado por cada uno. Por el contrario, en el concilio de Bari (1098), el
maestro de la primera escolástica, Anselmo de Cantorbery, retoma bajo el modo del
análisis racional (que generaliza y opone) las posiciones matizadas de san Agustín.
Explica entonces mediante oposiciones (la díada Padre-Hijo, de donde procede el tercer
término, el Espíritu), mientras que Oriente adora más allá justamente de estas
oposiciones.
Mucho
antes, la primera afirmación del Filioque se encuentra en Marius Victorinus
y en san Agustín. Introducida en España en los concilios de Toledo de los siglos VI y VII,
tiene una intención táctica: oponerse a las grandes invasiones de los bárbaros arria nos,
que no reconocen sino la humanidad de Cristo, y ello para subrayar su divinidad. Este
tema de la procesión del Espíritu Santo se tiñe rápidamente de una coloración política.
Carácter distintivo de las Iglesias occidentales, se impone en el siglo IX a los búlgaros
evangelizados por misioneros francos, en clara oposición a Bizancio. Los carolingios
generalizan esta costumbre y legitiman con la teología filioquista su nuevo Estado.
y en san Agustín. Introducida en España en los concilios de Toledo de los siglos VI y VII,
tiene una intención táctica: oponerse a las grandes invasiones de los bárbaros arria nos,
que no reconocen sino la humanidad de Cristo, y ello para subrayar su divinidad. Este
tema de la procesión del Espíritu Santo se tiñe rápidamente de una coloración política.
Carácter distintivo de las Iglesias occidentales, se impone en el siglo IX a los búlgaros
evangelizados por misioneros francos, en clara oposición a Bizancio. Los carolingios
generalizan esta costumbre y legitiman con la teología filioquista su nuevo Estado.
Carlomagno lo
impone
en el Credo
Fiel
al símbolo de Nicea-Constantinopla,
el Papa León III hace engastar el símbolo
de la Iglesia indivisa en las puertas de San Pedro. Pero, en su coronación en 1014, el
Emperador Enrique II obliga al Papa Benito VIII a aceptar el Filioque y a proclamarlo en
Roma.
de la Iglesia indivisa en las puertas de San Pedro. Pero, en su coronación en 1014, el
Emperador Enrique II obliga al Papa Benito VIII a aceptar el Filioque y a proclamarlo en
Roma.
La
ruptura dogmática
se consuma. Precede
en treinta años a la separación oficial
de 1054. Desde el año 787, fecha del último concilio ecuménico, este problema ha
envenenado las relaciones entre Oriente y Occidente y ha hecho fracasar, hasta nuestros
días, toda tentativa de unión.
de 1054. Desde el año 787, fecha del último concilio ecuménico, este problema ha
envenenado las relaciones entre Oriente y Occidente y ha hecho fracasar, hasta nuestros
días, toda tentativa de unión.
Debe
reconocerse a la Tradición occidental la grandeza de recordar contra toda
evanescencia oriental "la verdad de la carne" (veritas carnis). La teología latina insiste
sobre las dos naturalezas de Cristo en su propia densidad, vaciando al misterio trinitario
de su realidad. Pero, haciéndolo, nos recuerda que lo que no es asumido no está
salvado, y que es la "substancia" de la carne de Cristo lo que salva a la humanidad. Así,
las dos Tradiciones podrían completarse: Occidente ofrece a la capacidad oriental de
transfiguración el hombre en su densidad, de manera que recuerda que la deificación del
hombre es cumplimiento, y no desencarnación de lo humano. Precisemos, bajo esta
óptica, que la idea de carne (sarx) es, como en el Antiguo Testamento, no el cuerpo,
sino la "totalidad" del ser creado.
evanescencia oriental "la verdad de la carne" (veritas carnis). La teología latina insiste
sobre las dos naturalezas de Cristo en su propia densidad, vaciando al misterio trinitario
de su realidad. Pero, haciéndolo, nos recuerda que lo que no es asumido no está
salvado, y que es la "substancia" de la carne de Cristo lo que salva a la humanidad. Así,
las dos Tradiciones podrían completarse: Occidente ofrece a la capacidad oriental de
transfiguración el hombre en su densidad, de manera que recuerda que la deificación del
hombre es cumplimiento, y no desencarnación de lo humano. Precisemos, bajo esta
óptica, que la idea de carne (sarx) es, como en el Antiguo Testamento, no el cuerpo,
sino la "totalidad" del ser creado.
THEÓSIS y RELIGiÓN DEL ALMA
Dos actitudes dogmáticas
diferentes han engendrado dos visiones espirituales
diferentes. Deduciendo lógicamente las conclusiones del Filioque, el Occidente fiel a la
díada divina considera a la Persona humana a imagen de la Persona divina, es decir, en
términos de oposición. Se opone entonces el cuerpo al alma. El hombre llegará a negar
su cuerpo para salvar su alma.
diferentes. Deduciendo lógicamente las conclusiones del Filioque, el Occidente fiel a la
díada divina considera a la Persona humana a imagen de la Persona divina, es decir, en
términos de oposición. Se opone entonces el cuerpo al alma. El hombre llegará a negar
su cuerpo para salvar su alma.
Nada
semejante hay en Oriente, donde
el helenismo
cristiano a puesto a
la
inteligencia al servicio del misterio. Fiel a su perspectiva de la Trinidad divina, Oriente
considera a la Persona humana más allá de las oposiciones. Dando carne al pensamiento
platónico (que es muy desencarnado) (sic en el original, N. del t.), le es fiel utilizando
sus conceptos. El hombre es considerado en sus tres componentes, la tríada cuerpo
(soma), alma (psiché) y espíritu (pneuma).
inteligencia al servicio del misterio. Fiel a su perspectiva de la Trinidad divina, Oriente
considera a la Persona humana más allá de las oposiciones. Dando carne al pensamiento
platónico (que es muy desencarnado) (sic en el original, N. del t.), le es fiel utilizando
sus conceptos. El hombre es considerado en sus tres componentes, la tríada cuerpo
(soma), alma (psiché) y espíritu (pneuma).
No deteniéndose
nunca, como Occidente, en lo psíquico (emociones, fenómenos,
etc.), la espiritualidad cristiana oriental apunta a arrancar al espíritu del alma y del
cuerpo, pero, superando con ello el inmovilismo platónico, el destino final del espíritu es
inseparable de esta alma y de este cuerpo, que jamás son rechazados, sino
transfigurados. Hay realización ascendente y realización descendente.
etc.), la espiritualidad cristiana oriental apunta a arrancar al espíritu del alma y del
cuerpo, pero, superando con ello el inmovilismo platónico, el destino final del espíritu es
inseparable de esta alma y de este cuerpo, que jamás son rechazados, sino
transfigurados. Hay realización ascendente y realización descendente.
Esta evolución acaba en la deificación, la theósis. Clemente
de Alejandría, maestro
de Orígenes, lo expresa claramente: "El Verbo de Dios se hace hombre para que tú
aprendas de un hombre cómo el hombre puede hacerse Dios".
de Orígenes, lo expresa claramente: "El Verbo de Dios se hace hombre para que tú
aprendas de un hombre cómo el hombre puede hacerse Dios".
En esta perspectiva, el cuerpo es inocente y la ascesis se hace para él y no contra
él. En la realización descendente, es restaurado en su verdadera función, en tanto que
expresión de la vida del Espíritu. Las metanías o prosternaciones (de metano'ia:
arrepentimiento) dan fe de la oración del alma transfigurada, ella también, por el
Espíritu.
él. En la realización descendente, es restaurado en su verdadera función, en tanto que
expresión de la vida del Espíritu. Las metanías o prosternaciones (de metano'ia:
arrepentimiento) dan fe de la oración del alma transfigurada, ella también, por el
Espíritu.
Para completar, debe señalarse que Oriente distingue diversos componentes
espirituales, según el grado de realización: el pneuma o viento, por supuesto, pero
también el nous o inteligencia creadora, y aún más ...
espirituales, según el grado de realización: el pneuma o viento, por supuesto, pero
también el nous o inteligencia creadora, y aún más ...
En Oriente, la
contemplación (theória) es inseparable de la teología, ya la inversa.
Pero desde el siglo VII, con Dionisio el Areopagita
(o Pseudo-Dicnisio},
Oriente aprende a
distinguir lo que depende de una teología positiva o catafática (la de un cierto
conocimiento de Dios) de lo que depende de una teología negativa o apofática (la de la
toma de conciencia de su carácter incognoscible).
distinguir lo que depende de una teología positiva o catafática (la de un cierto
conocimiento de Dios) de lo que depende de una teología negativa o apofática (la de la
toma de conciencia de su carácter incognoscible).
En el
siglo
VIII,
Juan Damasceno establece otra
distinción entre el plano de la
teología (el misterio de Dios en sí mismo, "Dios en sí") y el plano de la economía (Dios
en su revelación, aunque jamás queda limitado por ella, es decir, en la relación que
establece con su creación, "Dios con nosotros").
teología (el misterio de Dios en sí mismo, "Dios en sí") y el plano de la economía (Dios
en su revelación, aunque jamás queda limitado por ella, es decir, en la relación que
establece con su creación, "Dios con nosotros").
Todo está mentalmente preparado para la primera síntesis efectuada
en el siglo XI
por Simeón el Nuevo Teólogo. Y ello con tres diferentes enfoques:
por Simeón el Nuevo Teólogo. Y ello con tres diferentes enfoques:
a)
La filocalia, es decir, el amor y el conocimiento de Dios por la belleza
del
cosmos y por la secreta belleza del rostro humano llamado a la deificación, a imagen de
la belleza absoluta del Rostro de Cristo, Dios hecho hombre.
cosmos y por la secreta belleza del rostro humano llamado a la deificación, a imagen de
la belleza absoluta del Rostro de Cristo, Dios hecho hombre.
b) El
hesicasmo, es decir, la "búsqueda del lugar
secreto del corazón" mediante un
método ascético preciso que apunta a reunificar el cuerpo, el alma y el espíritu. Este
método, debido a Juan Clímaco en el siglo VII, es un yoga que parte del cuerpo (postura,
respiración) y limpia la psique por la repetición del Nombre de Jesús. El hesicasmo
alcanza una verdadera comunión con Dios y obtiene la visión espiritual de la Luz
increada (la de Moisés en el Sinaí, la que tuvieron los discípulos sobre el Tabor, durante
la Transfiguración). Participa "desde aquí abajo" de la vida divina increada (y no de un
sobrenatural, de un "más allá", de un "creado en otro lugar").
método ascético preciso que apunta a reunificar el cuerpo, el alma y el espíritu. Este
método, debido a Juan Clímaco en el siglo VII, es un yoga que parte del cuerpo (postura,
respiración) y limpia la psique por la repetición del Nombre de Jesús. El hesicasmo
alcanza una verdadera comunión con Dios y obtiene la visión espiritual de la Luz
increada (la de Moisés en el Sinaí, la que tuvieron los discípulos sobre el Tabor, durante
la Transfiguración). Participa "desde aquí abajo" de la vida divina increada (y no de un
sobrenatural, de un "más allá", de un "creado en otro lugar").
c)
La recuperación de una
institución de san Basilio
en el siglo IV, que fue
la que
primero distinguió la Esencia inaccesible de Dios y sus Energías conocibles. Simeón
desarrolla el tema de la Esencia oculta y de los Rayos de la Gloria de Dios.
primero distinguió la Esencia inaccesible de Dios y sus Energías conocibles. Simeón
desarrolla el tema de la Esencia oculta y de los Rayos de la Gloria de Dios.
La
Filocalia culminará en el siglo XVIII
con la Gran Filocalia de Nicodemo el
Hagiorita, en Rusia, enciclopedia de la Luz increada enfrentada a la Enciclopedia francesa
de las luces.
Hagiorita, en Rusia, enciclopedia de la Luz increada enfrentada a la Enciclopedia francesa
de las luces.
El hesicasmo se desarrollará en el Monte Athos, donde siempre se ha
practicado.
Gregorio Palamas, finalmente,
en el siglo XIV, efectuará la
segunda síntesis,
justamente la del Método hesicasta y de lo que después se llamará el palamismo:
justamente la del Método hesicasta y de lo que después se llamará el palamismo:
·
la distinción clara
de la Esencia y de las Energías de Dios (siendo la Luz increada
una de esas Energías),
una de esas Energías),
·
Dios es
trascendente en su Esencia, pero voluntariamente inmanente en sus
Energías.
Energías.
Esta
"fórmula" es parte integrante de la doctrina ortodoxa desde el
concilio de
1346. La deificación, la theósis, se formaliza: es la comunicación a la criatura de las
Energías increadas. El hombre entra en comunión con la naturaleza divina,
transfigurando la suya propia. No puede entonces conocerse a Dios por el cuerpo, ya sea
mediante el Método ascético o por los sacramentos que liberan de la oposición entre el
yo y el no-yo. La materia es rehabilitada. El helenismo la despreciaba. Occidente no ha
seguido este camino.
1346. La deificación, la theósis, se formaliza: es la comunicación a la criatura de las
Energías increadas. El hombre entra en comunión con la naturaleza divina,
transfigurando la suya propia. No puede entonces conocerse a Dios por el cuerpo, ya sea
mediante el Método ascético o por los sacramentos que liberan de la oposición entre el
yo y el no-yo. La materia es rehabilitada. El helenismo la despreciaba. Occidente no ha
seguido este camino.
Occidente desarrolla
paralelamente una religión del alma, una religión de la "manera de
ser", y no del ser. Cristo es un modelo, pero la filiación que el hombre recibe de él, por
imitación, es una filiación creada, y no un engendramiento.
ser", y no del ser. Cristo es un modelo, pero la filiación que el hombre recibe de él, por
imitación, es una filiación creada, y no un engendramiento.
Dios,
en efecto, es inaccesible en su Esencia. Ésta es la clave dada en el siglo XIII
por el dominico Tomás de Aquino, príncipe de la Escolástica, cuya "Suma" es una síntesis
armónica de la revelación cristiana y de la filosofía de Aristóteles. Define a las Personas
divinas como "relaciones" en el interior de la Esencia. Lo que está fuera de la Esencia es
necesariamente criatura. La vida divina ya no es un fluir de la divinidad que penetra y
transfigura al hombre al completo, sino una "manera de ser" del hombre, suscitada por
Dios. Sólo el alma es santificada. El "Doctor Angelicus" da a la doctrina filioquista su
expresión dogmática, ratificada en el concilio de Lyon de 1274.
por el dominico Tomás de Aquino, príncipe de la Escolástica, cuya "Suma" es una síntesis
armónica de la revelación cristiana y de la filosofía de Aristóteles. Define a las Personas
divinas como "relaciones" en el interior de la Esencia. Lo que está fuera de la Esencia es
necesariamente criatura. La vida divina ya no es un fluir de la divinidad que penetra y
transfigura al hombre al completo, sino una "manera de ser" del hombre, suscitada por
Dios. Sólo el alma es santificada. El "Doctor Angelicus" da a la doctrina filioquista su
expresión dogmática, ratificada en el concilio de Lyon de 1274.
Es
ayudado en ello por san Buenaventura, el "Doctor Seraficus", más
afectivo
debido a su pertenencia franciscana.
debido a su pertenencia franciscana.
El
tomismo es el dogma de la Iglesia católica, como el palamismo lo será en el
siglo siguiente de la Iglesia ortodoxa.
siglo siguiente de la Iglesia ortodoxa.
Pueden
emplearse ya estos dos términos, pues las Tradiciones han continuado con
su concepción trinitaria y con la adhesión o el rechazo del Filioque.
su concepción trinitaria y con la adhesión o el rechazo del Filioque.
Pero es necesario volver atrás la mirada para
comprender por qué la Tradición
occidental se ha desarrollado contra Bizancio. Debe quedar claro que antes de la
separación del siglo XI existía en Oriente una gran cultura en los medios laicos, que los
monjes, por el contrario, no eran ni clérigos ni letrados en su mayor parte, que la Iglesia
utilizaba con una libertad soberana la racionalidad antigua en la tradición ininterrumpida
de los Padres griegos. En Occidente, en cambio, transcurrían tiempos bárbaros. El pueblo
estaba separado del clero, que era el único detentor de la cultura. Los monjes estaban
clericalizados, y el celibato monástico colocaba a los clérigos seculares en una confusión
total entre vocación monástica y servicio sacerdotal. La continuidad patrística se reducía
al agustinismo. Poco nutrida intelectualmente, la teología monástica, sobre todo litúrgica
y contemplativa, no supo equilibrar el aporte del racionalismo aristotélico que le
suministraron, sin preparación, en el siglo XII, judíos y musulmanes, en el momento de
la reapertura del Mediterráneo. Poco importa que en este siglo se sucedieran las
reformas benedictinas: primero Cluny, luego Citeaux. Los monjes-sacerdotes latinos,
ligados al mundo feudal, lucharon contra el cuerpo pecador para salvar al alma. La
mística quedará expuesta largo tiempo al rechazo y a la ignorancia del mundo.
occidental se ha desarrollado contra Bizancio. Debe quedar claro que antes de la
separación del siglo XI existía en Oriente una gran cultura en los medios laicos, que los
monjes, por el contrario, no eran ni clérigos ni letrados en su mayor parte, que la Iglesia
utilizaba con una libertad soberana la racionalidad antigua en la tradición ininterrumpida
de los Padres griegos. En Occidente, en cambio, transcurrían tiempos bárbaros. El pueblo
estaba separado del clero, que era el único detentor de la cultura. Los monjes estaban
clericalizados, y el celibato monástico colocaba a los clérigos seculares en una confusión
total entre vocación monástica y servicio sacerdotal. La continuidad patrística se reducía
al agustinismo. Poco nutrida intelectualmente, la teología monástica, sobre todo litúrgica
y contemplativa, no supo equilibrar el aporte del racionalismo aristotélico que le
suministraron, sin preparación, en el siglo XII, judíos y musulmanes, en el momento de
la reapertura del Mediterráneo. Poco importa que en este siglo se sucedieran las
reformas benedictinas: primero Cluny, luego Citeaux. Los monjes-sacerdotes latinos,
ligados al mundo feudal, lucharon contra el cuerpo pecador para salvar al alma. La
mística quedará expuesta largo tiempo al rechazo y a la ignorancia del mundo.
Con
el desarrollo de las ciudades, reaccionan las órdenes mendicantes, los
franciscanos y los dominicos. Ya no se trata de alejarse de los hombres, sino de
mezclarse con ellos; ya no debe rechazarse la creación, sino admirarla: pensamos en
Francisco de Asís. Con la lectura de los clásicos y las traducciones del árabe, el mundo
deviene armonioso e inteligible. La fe busca y encuentra al intelecto con santo Tomás de
Aquino y san Buenaventura. El siglo XIII ofrece un admirable equilibrio social bajo la
dirección sacerdotal y real del Soberano Pontífice con el tomismo y el arte gótico:
equilibrio, y no transfiguración, excepto en una mística muy confinada. Sólo Gerson
intenta reaccionar al distinguir la teología mística (conocimiento intuitivo de Dios) de la
teología especulativa (conocimiento intelectual de Dios). Pero, después de Duns Scoto
(siglo XIII), la teología occidental es resueltamente especulativa, e intenta presentar una
explicación coherente del mundo gracias al saber profano.
franciscanos y los dominicos. Ya no se trata de alejarse de los hombres, sino de
mezclarse con ellos; ya no debe rechazarse la creación, sino admirarla: pensamos en
Francisco de Asís. Con la lectura de los clásicos y las traducciones del árabe, el mundo
deviene armonioso e inteligible. La fe busca y encuentra al intelecto con santo Tomás de
Aquino y san Buenaventura. El siglo XIII ofrece un admirable equilibrio social bajo la
dirección sacerdotal y real del Soberano Pontífice con el tomismo y el arte gótico:
equilibrio, y no transfiguración, excepto en una mística muy confinada. Sólo Gerson
intenta reaccionar al distinguir la teología mística (conocimiento intuitivo de Dios) de la
teología especulativa (conocimiento intelectual de Dios). Pero, después de Duns Scoto
(siglo XIII), la teología occidental es resueltamente especulativa, e intenta presentar una
explicación coherente del mundo gracias al saber profano.
A
partir de aquí, desde el siglo XIV, no podemos hacer sino una serie de
constataciones:
constataciones:
Mientras que el Oriente conoce
una sola vía
espiritual, Occidente se disgrega y
estalla en numerosas vías, todas, por lo demás, muy ricas. Estas vías son princlpamente
estalla en numerosas vías, todas, por lo demás, muy ricas. Estas vías son princlpamente
las
de las grandes órdenes religiosas, que han poseído todas su Regla y su
Método.
Método.
El
olvido del Espíritu Santo conduce a los
movimientos precursores de la Reforma
(Juan Huss en el siglo XV).
(Juan Huss en el siglo XV).
-
La Reforma del siglo XVI provoca la Contra-Reforma, y además una Nueva
Doctrina: la invención del Purgatorio, la definición de la transubstanciación de las Santas
Especies, etc., dominios todos en los que brillan los jesuitas, garantes de Roma, pero
inexistentes en Oriente. Las "fórmulas" se fijan, se conceptualizan e ignoran el misterio.
Doctrina: la invención del Purgatorio, la definición de la transubstanciación de las Santas
Especies, etc., dominios todos en los que brillan los jesuitas, garantes de Roma, pero
inexistentes en Oriente. Las "fórmulas" se fijan, se conceptualizan e ignoran el misterio.
Esto
separa aún más a
Occidente de Oriente, que se guarda de definir el misterio.
En
la comunión, el acento se pone sobre los efectos psíquicos: de la participación en una
verdadera Energía vital deificadora se pasa al Fuego que purifica pero que no consume.
La Ortodoxia, en cambio, no "cosifica", no define la carne y la sangre espirituales del
Resucitado.
verdadera Energía vital deificadora se pasa al Fuego que purifica pero que no consume.
La Ortodoxia, en cambio, no "cosifica", no define la carne y la sangre espirituales del
Resucitado.
Es preciso fijarse además en que no es hasta el siglo
XIV cuando aparece la
"devotio moderna", que indica el fin del monopolio de la forma monástica y litúrgica. El
"devoto" ya no es casi un monje. Es, con los Hermanos de la Vida Común (La imitación
de Jesucristo es de 1427), la personificación de la piedad y la relación íntima con Dios en
un medio intelectualmente abierto donde, en el siglo, el espiritual desarrolla su relación
con el maestro interior.
"devotio moderna", que indica el fin del monopolio de la forma monástica y litúrgica. El
"devoto" ya no es casi un monje. Es, con los Hermanos de la Vida Común (La imitación
de Jesucristo es de 1427), la personificación de la piedad y la relación íntima con Dios en
un medio intelectualmente abierto donde, en el siglo, el espiritual desarrolla su relación
con el maestro interior.
Está hecho el
anuncio de la
futura riqueza
de las Tradiciones anglicana y
protestante.
protestante.
DEL PECADO Y DE
LA GRACIA
Pero el Filioque no explica completamente la separación. Hay otros factores más
antiguos. Todo parte una vez más de san Agustín, que ha transmitido a Occidente
conceptos discutibles y que no le comprometen más que a él.
antiguos. Todo parte una vez más de san Agustín, que ha transmitido a Occidente
conceptos discutibles y que no le comprometen más que a él.
Agustín es de Cártago y depende de la
Iglesia de Occidente
como sus
predecesores. A este respecto, puede advertirse que mientras que en el siglo III
Alejandría (que depende de la Iglesia de Oriente) intentaba percibir el misterio de Dios,
Tertuliano de Cártago buscaba ya una disciplina de vida (una moral), una pedagogía sin
misticismo. Cipriano de Cártago hizo lo mismo y dio recetas de vida moral (para ser
justos, se le debe la bella imagen del "lagar místico").
predecesores. A este respecto, puede advertirse que mientras que en el siglo III
Alejandría (que depende de la Iglesia de Oriente) intentaba percibir el misterio de Dios,
Tertuliano de Cártago buscaba ya una disciplina de vida (una moral), una pedagogía sin
misticismo. Cipriano de Cártago hizo lo mismo y dio recetas de vida moral (para ser
justos, se le debe la bella imagen del "lagar místico").
Siguiendo
su estela, Agustín
introduce dos factores de separación con Oriente: la
idea del pecado original y una visión particular de la gracia.
idea del pecado original y una visión particular de la gracia.
1) El pecado original
Para
san Agustín,
el hombre antes de la caída es una criatura "concupiscente y
mortal", pero a la que Dios ha hecho don de la gracia, que es un "don
sobreañadido" (donum superadditum). Este don no forma parte de la naturaleza humana
en tanto que tal, y depende del acto mismo del Creador. Le permitiría escapar del
pecado y de la muerte.
mortal", pero a la que Dios ha hecho don de la gracia, que es un "don
sobreañadido" (donum superadditum). Este don no forma parte de la naturaleza humana
en tanto que tal, y depende del acto mismo del Creador. Le permitiría escapar del
pecado y de la muerte.
El pecado de Adán
le retiró ese don de
la gracia,
y se convirtió en
lo que era por
naturaleza, es decir, en "concupiscente y mortal". Más aún, la culpabilidad se extendería
a toda su descendencia, y todos compartirían su falta, ya que habrían pecado en él.
naturaleza, es decir, en "concupiscente y mortal". Más aún, la culpabilidad se extendería
a toda su descendencia, y todos compartirían su falta, ya que habrían pecado en él.
El
hombre habría
pues cometido un pecado original alzándose contra el orden
establecido por Dios, un acto, una falta: "peccatum actuale". Este pecado se habría
hecho hereditario y se convertiría en un estado: "peccatum habituale", el de la esclavitud
del hombre con respecto a la concupiscencia y la muerte.
establecido por Dios, un acto, una falta: "peccatum actuale". Este pecado se habría
hecho hereditario y se convertiría en un estado: "peccatum habituale", el de la esclavitud
del hombre con respecto a la concupiscencia y la muerte.
Para Agustín, Cristo
elimina la falta original gracias al bautismo.
Lega así a Occidente
problemas angustiosos: condenación de los no bautizados, universalidad de la falta de
Adán en seres que todavía no han sido creados, limitación o no de la gracia "recuperada"
tras el bautismo; es el tema de la predestinación, que hallará su desarrollo último con el
jansenismo del siglo XVII.
problemas angustiosos: condenación de los no bautizados, universalidad de la falta de
Adán en seres que todavía no han sido creados, limitación o no de la gracia "recuperada"
tras el bautismo; es el tema de la predestinación, que hallará su desarrollo último con el
jansenismo del siglo XVII.
Una concepción
semejante es
totalmente extraña
al Oriente: la doctrina tradicional
se funda en la imagen bíblica de la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios.
La indestructibilidad de la imagen divina es tal que el pecado del hombre puede empañar
e incluso alterar esta imagen, pero en ningún caso suprimirla. Es lo que permite al
hombre cooperar libremente por su salvación "aportada por Cristo, reconocer sus faltas,
se funda en la imagen bíblica de la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios.
La indestructibilidad de la imagen divina es tal que el pecado del hombre puede empañar
e incluso alterar esta imagen, pero en ningún caso suprimirla. Es lo que permite al
hombre cooperar libremente por su salvación "aportada por Cristo, reconocer sus faltas,
convertirse
y recibirle" (sinergismo).
Jamás ha conocido Oriente la doctrina agustiniana
del estado de una naturaleza
humana creada "mortal y concupiscente", de una "gracia sobreañadida", ni tampoco el
término de "pecado original". La herencia de Adán no es la transmisión hereditaria de
una falta, sino simplemente la de la mortalidad. El texto de Romanos 5, 12: "quo omnes
peccaverunt", traducido por Agustín "que todos han pecado" (en Adán) adquiere un
sentido diferente. Para Oriente el sentido es éste: cometiendo su pecado, Adán ha
pecado en la muerte, o dicho de otro modo, ha merecido la mortalidad y la decadencia;
al igual, nosotros, sus descendientes, por nuestros pecados, continuamos pecando en la
muerte. Podría traducirse: "la muerte, a causa de la cual todos han pecado, ha pasado a
todos los hombres". La naturaleza humana no ha heredado así una culpabilidad, sino una
servidumbre de la muerte, ya que sólo los pecados personales suscitan esta culpabilidad.
humana creada "mortal y concupiscente", de una "gracia sobreañadida", ni tampoco el
término de "pecado original". La herencia de Adán no es la transmisión hereditaria de
una falta, sino simplemente la de la mortalidad. El texto de Romanos 5, 12: "quo omnes
peccaverunt", traducido por Agustín "que todos han pecado" (en Adán) adquiere un
sentido diferente. Para Oriente el sentido es éste: cometiendo su pecado, Adán ha
pecado en la muerte, o dicho de otro modo, ha merecido la mortalidad y la decadencia;
al igual, nosotros, sus descendientes, por nuestros pecados, continuamos pecando en la
muerte. Podría traducirse: "la muerte, a causa de la cual todos han pecado, ha pasado a
todos los hombres". La naturaleza humana no ha heredado así una culpabilidad, sino una
servidumbre de la muerte, ya que sólo los pecados personales suscitan esta culpabilidad.
No hay entonces para los descendientes de Adán
pecado ancestral, de falta
transmitida ("peccatum actuale"), sino un estado de decadencia ("peccatum habituale").
La mortalidad es una esclavitud de la cual Cristo viene a liberarnos permitiéndonos la
inmortalidad.
transmitida ("peccatum actuale"), sino un estado de decadencia ("peccatum habituale").
La mortalidad es una esclavitud de la cual Cristo viene a liberarnos permitiéndonos la
inmortalidad.
O, si se quiere, todos han pecado en la muerte, y no
en Adán. El bautismo no es
un sacramento que limpie una falta original, común a todos los hombres, sino una
iniciación que confiere un nuevo nacimiento en el Nuevo Adán que es el Cristo, y que,
por ello, integra al bautizado por un acto trascendente en una nueva humanidad que
participa de la inmortalidad.
un sacramento que limpie una falta original, común a todos los hombres, sino una
iniciación que confiere un nuevo nacimiento en el Nuevo Adán que es el Cristo, y que,
por ello, integra al bautizado por un acto trascendente en una nueva humanidad que
participa de la inmortalidad.
En este sentido, la Iglesia Ortodoxa no puede
admitir el dogma católico de la
Inmaculada concepción promulgado en 1854 por el papa pío IX, y que retoma las tesis
de san Agustín y las formulaciones de Duns Scoto: si María no ha nacido en el estado
humano, que implica una decadencia (se trata aquí de la concepción de María, que
habría nacido sin el "pecado original"), no se entiende cómo puede transmitir a su Hijo
una humanidad que, precisamente, necesita la salvación.
Inmaculada concepción promulgado en 1854 por el papa pío IX, y que retoma las tesis
de san Agustín y las formulaciones de Duns Scoto: si María no ha nacido en el estado
humano, que implica una decadencia (se trata aquí de la concepción de María, que
habría nacido sin el "pecado original"), no se entiende cómo puede transmitir a su Hijo
una humanidad que, precisamente, necesita la salvación.
Igualmente, la Ortodoxia tampoco puede admitir el
dogma de la Asunción corporal
de la Virgen (Pío XII, 1950), pues habla de Dormición, de paso por la muerte física.
de la Virgen (Pío XII, 1950), pues habla de Dormición, de paso por la muerte física.
Para
el Oriente cristiano, sólo Cristo es el Redentor. Su madre, la Théotokos, no es
co-redentora, como quisiera Occidente, sino que es, junto con los santos, mediadora. En
el tronco común del cristianismo, el mensaje estaba claro: el Verbo toma carne de una
mujer (Dios es sarcóforo), y el hombre recibe el Espíritu (es hombre es pneumatóforo).
co-redentora, como quisiera Occidente, sino que es, junto con los santos, mediadora. En
el tronco común del cristianismo, el mensaje estaba claro: el Verbo toma carne de una
mujer (Dios es sarcóforo), y el hombre recibe el Espíritu (es hombre es pneumatóforo).
Dios se hace hombre
para que seamos deificados. No pone obstáculo a la muerte,
porque no hay obstáculo para la Resurrección. La divino-humanidad, término ausente de
los diccionarios, significa la destrucción del muro de separación entre el Creador y su
creación. Hacer de su madre un "avatar" divino le quita todo el sentido al mensaje.
porque no hay obstáculo para la Resurrección. La divino-humanidad, término ausente de
los diccionarios, significa la destrucción del muro de separación entre el Creador y su
creación. Hacer de su madre un "avatar" divino le quita todo el sentido al mensaje.
2) La gracia
Es preciso aprehenderla
ahora en sus relaciones con la naturaleza y la libertad
humana.
humana.
a) Oriente y Occidente
se separan sobre las relaciones de la naturaleza y de la
gracia, y en consecuencia directa sobre la perspectiva diferente de las dos Tradiciones a
este respecto.
gracia, y en consecuencia directa sobre la perspectiva diferente de las dos Tradiciones a
este respecto.
En Occidente, la
gracia, don sobreañadido de Dios, es
sobrenatural. Hay entonces
una distancia entre la gracia y la naturaleza, una relación exterior entre ellas, un cierto
dualismo muy agustiniano (notemos que, para la Reforma, la gracia es contraria a la
naturaleza) .
una distancia entre la gracia y la naturaleza, una relación exterior entre ellas, un cierto
dualismo muy agustiniano (notemos que, para la Reforma, la gracia es contraria a la
naturaleza) .
En Oriente, la
gracia es sobrenatural.
La creación a imagen de Dios,
siendo buena
en sí (no hay dualismo espíritu-materia), predestina a la naturaleza humana a la
comunión con Dios e interioriza la gracia. Gracia y naturaleza existen una en la otra, son
complementarias. La gracia forma parte de la naturaleza humana. El Espíritu actúa
desde dentro de la naturaleza humana, es su acto interior.
en sí (no hay dualismo espíritu-materia), predestina a la naturaleza humana a la
comunión con Dios e interioriza la gracia. Gracia y naturaleza existen una en la otra, son
complementarias. La gracia forma parte de la naturaleza humana. El Espíritu actúa
desde dentro de la naturaleza humana, es su acto interior.
Se encuentran las raíces de esta visión en Atanasio
de Alejandría (siglo VI), que
precisa la verdad y el sentido de la Encarnación. La existencia total no pertenece sino a
Dios, que es la Existencia y el Siendo, sin comienzo. La criatura, creada de lo no-
existente, está siempre presta a disolverse. No existe sino por su participación en el
Verbo. En efecto, toda criatura posee en sí la impronta divina, es lo que protege al
mundo de la descomposición (Atanasio retoma aquí la idea de Plotino sobre la impronta
precisa la verdad y el sentido de la Encarnación. La existencia total no pertenece sino a
Dios, que es la Existencia y el Siendo, sin comienzo. La criatura, creada de lo no-
existente, está siempre presta a disolverse. No existe sino por su participación en el
Verbo. En efecto, toda criatura posee en sí la impronta divina, es lo que protege al
mundo de la descomposición (Atanasio retoma aquí la idea de Plotino sobre la impronta
del
Espíritu estructurando a la materia). La criatura tiene entonces un carácter
doble: su naturaleza creada y la impronta de Dios (la gracia), por la cual ella es
naturaleza verdadera.
doble: su naturaleza creada y la impronta de Dios (la gracia), por la cual ella es
naturaleza verdadera.
El
Verbo creador se encarna, viene hacia aquellos que Él ha creado para que
puedan pasar a la existencia. El hombre, creado ex nihilo, ungido por naturaleza de la
imagen divina, recibe de Cristo la posibilidad de participar en el ser.
puedan pasar a la existencia. El hombre, creado ex nihilo, ungido por naturaleza de la
imagen divina, recibe de Cristo la posibilidad de participar en el ser.
La
caída (la falta de Adán) es, como hemos visto, concebida en Occidente como un
acto. En Oriente, desde Atanasio, es percibida como un estado: el hombre se aparta de
la contemplación de Dios, se encierra en sí mismo y se entrega a la autocontemplación.
Cae en el deseo de sí mismo y olvida que ha sido creado a imagen de Dios. En este
movimiento de exteriorización, el alma se fija sobre la idea de la nada, e inventa el mal,
que es nada al no tener modelo en el Dios vivo, siendo el producto de los fantasmas
humanos. (La Ortodoxia regresará siempre sobre esta idea de que sólo el bien existe,
pues está ligado a la creación, mientras que el mal es una ausencia de bien). La multitud
de los deseos disimula el espejo en el que el alma contempla la imagen de Dios; el alma
ve separación entre las cosas, reducida a la percepción de lo que se ofrece a los
sentidos. La caída hace entonces estallar la unión de la naturaleza y de la gracia. Es
necesaria entonces una reunión, una "renovación" de lo que fue creado a imagen de
Dios, una restauración de la gracia perdida. El Verbo, creador, toma sobre sí esta
renovación. "Toma carne", se asimila 'a la naturaleza humana y, siendo semejante a
nosotros, Él la ilumina y la libera de sus imperfecciones. El hombre ha sido creado con
vocación de incorruptibilidad; la vuelve a encontrar por la Encarnación, que hace
desaparecer lo corruptible.
acto. En Oriente, desde Atanasio, es percibida como un estado: el hombre se aparta de
la contemplación de Dios, se encierra en sí mismo y se entrega a la autocontemplación.
Cae en el deseo de sí mismo y olvida que ha sido creado a imagen de Dios. En este
movimiento de exteriorización, el alma se fija sobre la idea de la nada, e inventa el mal,
que es nada al no tener modelo en el Dios vivo, siendo el producto de los fantasmas
humanos. (La Ortodoxia regresará siempre sobre esta idea de que sólo el bien existe,
pues está ligado a la creación, mientras que el mal es una ausencia de bien). La multitud
de los deseos disimula el espejo en el que el alma contempla la imagen de Dios; el alma
ve separación entre las cosas, reducida a la percepción de lo que se ofrece a los
sentidos. La caída hace entonces estallar la unión de la naturaleza y de la gracia. Es
necesaria entonces una reunión, una "renovación" de lo que fue creado a imagen de
Dios, una restauración de la gracia perdida. El Verbo, creador, toma sobre sí esta
renovación. "Toma carne", se asimila 'a la naturaleza humana y, siendo semejante a
nosotros, Él la ilumina y la libera de sus imperfecciones. El hombre ha sido creado con
vocación de incorruptibilidad; la vuelve a encontrar por la Encarnación, que hace
desaparecer lo corruptible.
La
Ortodoxia ha expresado esto de otra manera desde el palamismo: la
restauración del ser dividido, la remodelación del icono interior, se hace en conformidad
con el arquetipo inicial (Adán). La restauración de la imagen divina en el hombre se
opera paradójicamente por el Espíritu, que no tiene imagen. El Cristo, segundo Adán, se
encarna para permitir al hombre gustar de nuevo su naturaleza divina: la deificación por
las Energías. Cristo es el Nuevo Icono.
restauración del ser dividido, la remodelación del icono interior, se hace en conformidad
con el arquetipo inicial (Adán). La restauración de la imagen divina en el hombre se
opera paradójicamente por el Espíritu, que no tiene imagen. El Cristo, segundo Adán, se
encarna para permitir al hombre gustar de nuevo su naturaleza divina: la deificación por
las Energías. Cristo es el Nuevo Icono.
b)
Oriente y Occidente se separan igualmente sobre las relaciones entre la gracia
y la libertad, entre la gracia y el libre arbitrio.
y la libertad, entre la gracia y el libre arbitrio.
En
Occidente prevalece la noción del mérito, y, desde el conflicto expresado en
términos racionales entre Pelagio y san Agustín en el siglo IV, la perspectiva de dos
realidades de orden espiritual, la gracia y la libertad, como conceptos yuxtapuestos que
deben ser religa dos, como dos objetos mutuamente exteriores. La cuestión jamás podrá
ser así resuelta. Juan- Casiano de Marsella lo había comprendido bien, y se puso "por
encima de la pelea" a riesgo de ser considerado en Occidente como semi-pelagiano. Pero
Oriente le considera un testigo de la Tradición no dividida. San Benito y san Bernardo,
por intuición, se inspiraron en sus escritos de espiritualidad monástica.
términos racionales entre Pelagio y san Agustín en el siglo IV, la perspectiva de dos
realidades de orden espiritual, la gracia y la libertad, como conceptos yuxtapuestos que
deben ser religa dos, como dos objetos mutuamente exteriores. La cuestión jamás podrá
ser así resuelta. Juan- Casiano de Marsella lo había comprendido bien, y se puso "por
encima de la pelea" a riesgo de ser considerado en Occidente como semi-pelagiano. Pero
Oriente le considera un testigo de la Tradición no dividida. San Benito y san Bernardo,
por intuición, se inspiraron en sus escritos de espiritualidad monástica.
En
Oriente nunca se separan ambos "momentos": la gracia y la libertad
humana
se manifiestan simultáneamente y no pueden ser concebidas una sin la otra. Gregorio de
Nisa expresa muy bien este vínculo recíproco entre los dos polos de una sola y misma
realidad: la gracia no es una recompensa al mérito de la voluntad humana
(pelagianismo), pero tampoco es la causa de los "actos meritorios" de nuestro libre
arbitrio.
se manifiestan simultáneamente y no pueden ser concebidas una sin la otra. Gregorio de
Nisa expresa muy bien este vínculo recíproco entre los dos polos de una sola y misma
realidad: la gracia no es una recompensa al mérito de la voluntad humana
(pelagianismo), pero tampoco es la causa de los "actos meritorios" de nuestro libre
arbitrio.
Se
trata de una cooperación, de una sinergia de dos voluntades, divina y humana,
de un acuerdo en el que la gracia se desvanece progresivamente, y se ve apropiada,
"adquirida" por la Persona humana. La gracia (que forma parte de nuestra naturaleza) es
una presencia de Dios en nosotros que exige constantes esfuerzos. Pero estos esfuerzos
no determinan en absoluto dicha gracia, ni tampoco la gracia aniquila a nuestra voluntad
como una fuerza que le fuera extraña. Esta doctrina, fiel al espíritu apofático (teología
negativa) expresa el misterio de la coincidencia gracia-libertad, evitando el racionalismo,
que en Occidente desembocará en el jansenismo. En Oriente, la vida divina no se impone
al hombre pasivo, sino que se ofrece a su libertad. La theósis sólo puede ser el resultado
de un libre reencuentro, de una comunión personal en la que coinciden las voluntades y
se intercambian las energías.
de un acuerdo en el que la gracia se desvanece progresivamente, y se ve apropiada,
"adquirida" por la Persona humana. La gracia (que forma parte de nuestra naturaleza) es
una presencia de Dios en nosotros que exige constantes esfuerzos. Pero estos esfuerzos
no determinan en absoluto dicha gracia, ni tampoco la gracia aniquila a nuestra voluntad
como una fuerza que le fuera extraña. Esta doctrina, fiel al espíritu apofático (teología
negativa) expresa el misterio de la coincidencia gracia-libertad, evitando el racionalismo,
que en Occidente desembocará en el jansenismo. En Oriente, la vida divina no se impone
al hombre pasivo, sino que se ofrece a su libertad. La theósis sólo puede ser el resultado
de un libre reencuentro, de una comunión personal en la que coinciden las voluntades y
se intercambian las energías.
Desde
el siglo XIV, las consecuencias de la separación de las dos grandes
Tradiciones se hacen evidentes: tras la caída de Bizancio, toda la riqueza ortodoxa se
transmite un poco a ciegas en la penumbra de los iconoclastas y en la experiencia
secreta de los silenciosos. Aparte de la renovación hesicasta rusa del siglo XVIII, se
necesitará la diáspora posterior a la revolución de 1917 para que la Tradición de Oriente
llegue a Occidente.
Tradiciones se hacen evidentes: tras la caída de Bizancio, toda la riqueza ortodoxa se
transmite un poco a ciegas en la penumbra de los iconoclastas y en la experiencia
secreta de los silenciosos. Aparte de la renovación hesicasta rusa del siglo XVIII, se
necesitará la diáspora posterior a la revolución de 1917 para que la Tradición de Oriente
llegue a Occidente.
Occidente, a la
inversa, parece haber perdido su centro secreto en el que se
reconcilian
los contrarios. Al final de la Edad Media, las naciones hacen estallar la
teocracia pontificia.
teocracia pontificia.
En cuanto al futuro, se trata menos de buscar un ecumenismo quizá poco
deseable que de desarrollar por ambas partes las consecuencias para el porvenir
humano del símbolo común de la fe de Nicea, no encerrando así a la historia en su
propio determinismo, sino abriéndola a las infinitas posibilidades de la transfiguración del
cosmos.
deseable que de desarrollar por ambas partes las consecuencias para el porvenir
humano del símbolo común de la fe de Nicea, no encerrando así a la historia en su
propio determinismo, sino abriéndola a las infinitas posibilidades de la transfiguración del
cosmos.
Occidente debe descubrir en Oriente
sus propias raíces, hundidas en el silencio.
Oriente
debe descubrir en Occidente
el lugar necesario de su toma de conciencia.
FONTE:
(Publicado en "Salix, Cahier des Rencontres
Ecossaises", nO 3, junio de 1990).
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