martes, 12 de noviembre de 2013

Iniciación masónica y vía sustituida




Giorgio Manara
INICIACIÓN MASÓNICA y VÍA SUSTITUIDA
Publicado en la Rivista di Studi Tradizionali (Viale XXV, Aprile 80,
10133, Torino), n? 53, julio-diciembre de 1980.

 
SIGNIFICADO DE "VíA SUSTITUIDA"
La expresión "vía sustituida" ha tenido un cierto éxito estos
últimos años entre quienes se ocupan de la iniciación masónica,
tras haber sido empleada para titular un libro que se ha hecho bastante
conocido, "La Voie substituée" (1). En él se explicaba cómo,
particularmente en Francia y en otros países continentales europeos,
gran parte de los Masones había perdido la concepción de la vía
iniciática masónica, que para ellos había sido prácticamente
sustituida por la vía de la política, con todas las consecuentes
injerencias y condicionamientos profanos, y con todas las vicisitudes
relacionadas con las tentativas de afirmación de un poder exterior
(2).
Esta tesis, expuesta y documentada en el libro "La Voie
substituée", sin duda está justificada. Por otra parte, el argumento
de la "sustitución" de la vía iniciática masónica por tendencias
e ideologías extrañas es susceptible de aplicaciones que, a decir
verdad, son al menos bastante extensas, y que presentan aspectos de
verdadera actualidad.
Para aclarar mejor este argumento, es quizá oportuno presentar una
premisa acerca de los diversos significados que pueden ser atribuidos a
la "sustitución" de los contenidos tradicionales e iniciáticos.
Cuando determinados contenidos (expresiones doctrinales, métodos,
ritos) se han hecho, al menos en un cierto ambiente, inaccesibles o
impracticables, una "sustitución" puede ser realizada por aquellos que
en realidad todavía tengan o hayan tenido accedo a ellos, y los
conozcan tan profundamente como para ser capaces de manifestarlos en una
nueva forma que traduzca, de un modo más o menos completo, la misma
esencia. Se trata entonces de una adaptación legítima (3), de la
cual algunos podrán sacar provecho según sus cualificaciones.
Un caso muy distinto es aquel en el que el vacío dejado por los
contenidos tradicionales perdidos, o simplemente ignorados por
incomprendidos, sea ocupado por algo que no deja de ser el fruto de
tendencias individuales, sean singulares o colectivas (4). Naturalmente,
en este caso, la creencia de haber llenado el vacío dejado por la
ignorancia es puramente ilusoria, y no podrá sino conducir a  
resultados que, en definitiva, se revelan como igualmente ilusorios.
A propósito de ello, recordemos, por ejemplo, lo que recientemente
se ha escrito en esta revista (5) acerca de la ilusión de poder
sustituir la ciencia profana a la ciencia masónica, en el ámbito de
la iniciación de los constructores. Profundizando en este tema, digno
sin duda de la mayor atención, es posible vislumbrar un aspecto
fundamental de la ilusión individual humana, consistente en sustituir
a la finalidad de la realización espiritual (que es identificación
cognoscitiva con el centro ordenador de la individualidad y, desde
ahí, con el Principio supra-individual y supra-humano) un desarrollo
progresivo de las posibilidades individuales, aptas para producir en
realidad una dispersión progresiva hacia lo indefinido, hasta llegar a
un punto de ruptura y a una catástrofe inevitable en tales
condiciones, sea para el individuo, sea para la colectividad humana.
 
CISMA "ESPECULATIVO" Y VíA SUSTITUIDA
Partiendo de estas reflexiones de carácter general, puede
observarse que, en el ámbito masónico, el peligro de "sustituciones"
indebidas se había manifestado clamorosamente, en realidad, ya desde
la constitución de la Masonería especulativa de los "Moderns" o
"moderna", realizada en Londres en 1717 por los miembros de cuatro
Logias, con la oposición de la Masonería operativa. La falta de
conocimiento y el comportamiento fraudulento de los fundadores de la
Masonería de los "Moderns" parece históricamente demostrado (6).
Igualmente probada es una influencia rectificadora ejercida después
por la Masonería "antigua", y fundamental es la válida
conservación de los símbolos y los ritos iniciáticos; es sin
embargo extraño que muchos continúen refiriéndose al cisma
especulativo de 1717 como si se tratara de la fuente misma de la
regularidad y de la autenticidad de la iniciación masónica ...
Puede ocurrir que similares tomas de posición estén tal vez
condicionadas por presuntas exigencias de reconocimiento administrativo.
Pero también pueden haber motivos más sustanciales, ligados a una
participación sincera en el modo en el que los promotores de la
Masonería "moderna" han expresado ciertas orientaciones y ciertos
ideales, que encontraron después más amplios desarrollos en el mundo
profano. Sin necesidad de insistir particularmente en este punto,
debemos observar sin embargo que determinados criterios de referencia de
aspecto irreprochable, como el de la moralidad o el de la libertad
frente a ciertas formas de coacción (7), no son de hecho suficientes
para constituir válidamente una ciencia iniciática, y, es más, a
falta de un conocimiento de orden más profundo, aún con las mejores
intenciones, se corre el riesgo de ser prácticamente
"instrumentalizados" en función de "vías sustituidas", en el sentido
 
antes indicado de desarrollos profanos y de dispersiones sobre el plano
individual y colectivo, sin salida posible.
Se ha podido afirmar que, en el mundo contemporáneo, la
masonería "ha vencido", en el sentido de que los valores afirmados por
ella han sido generalmente aceptados como valores por la civilización
moderna en su conjunto. Pero, ahora más que nunca, paradójicamente,
la civilización que debería ser el campo de la afirmación de esta
"victoria" de una sabiduría iniciática es por el contrario una
civilización totalmente anormal por su profanidad, una civilización
que, como justamente se observa en la nueva revista masónica Hiram, es
"cada vez más sorda a cualquier llamada espiritual", la civilización
de una "humanidad desorientada y deshumanizada" (8). ¿No nos hallamos
frente a una inquietante contradicción? En efecto, esta
contradicción podría inducir a reflexionar y a considerar si no
encuentra su explicación en el hecho de que el conocimiento y la
ciencia sagrada (como es, por su naturaleza, la ciencia iniciática de
los constructores) han sido en realidad olvidadas y sustituidas por
nociones e ideales meramente "laicos", es decir, profanos: y ello
quizá confiando en haber encontrado un adecuado principio unitario
mediante el "mínimo común denominador" de una presunta ética
natural, la cual se ha revelado no obstante tan genérica como
susceptible de ser después de hecho orientada según la dialéctica
de las corrientes profanas y profanizadoras sucesivamente predominantes.
 
REFLEXIONES Críticas Y EVOLUCIONISMO "PSICOANALíTICO"
Debemos añadir que varias publicaciones masónicas se han fijado
últimamente en el tema de las desviaciones y las deficiencias de fondo
del mundo actual, con el intento de profundizar su causa y de encontrar
en el patrimonio masónico la base de una toma de posición adecuada a
la realidad. Desde algunas partes se ha insistido en un retorno a la
razón, a una "razón" por lo demás demasiado a menudo
sustancialmente identificada con la razonabilidad de un cierto tipo de
vida ordinaria que ofrecía así una impresión de solidez y
seguridad, pero que, a falta de principios de orden superior, no podía
sino desmoronarse, como de hecho está ocurriendo de forma alarmante.
Otros, por el contrario, han señalado claramente la insuficiencia y la
falsedad del racionalismo y del positivismo; "en nuestra civilización
industrializada", se ha dicho, "asistimos al debilitamiento del
interés por los ritos y los símbolos ... Este debilitamiento ... es el
resultado póstumo del positivismo científico y de la técnocracia,
del pensamiento demencial que la razón humana ha hecho posible" (9).
Vislumbrando conjuntamente los peligros de las tendencias
racionalista e irracionalista, se ha hablado también de una
"oscilación entre una racionalidad inviable y una irracionalidad
 
devastadora, entre la coerción y la disgregación, con el riesgo de
precipitarse irreparablemente hacia uno de los dos polos" (10).
Estas consideraciones son bastante pertinentes: puede observarse que
los dos términos de que se trata corresponden a las dos tendencias
fundamentales, hacia la "solidificación" y hacia la "disolución", a
través de las cuales procede todo el desarrollo del mundo moderno
(11). y la superación de tales antítesis progresivamente
destructivas es posible, sin embargo, con la referencia a los principios
metafísicos que no pueden estar implicados en ellas: se trata de la
referencia a la esfera intelectual y espiritual, y a la doctrina
tradicional, que no es sino su expresión (la cual incluye también, a
título de aplicación particular, la explicación de la fase que
está atravesando la humanidad). Precisamente, en vistas a la
superación de la peligrosa antítesis mencionada, se ha afirmado la
exigencia de alcanzar el Símbolo, y ello está sin duda justificado
si se entiende como una utilización del patrimonio simbólico
tradicional en tanto que soporte para la participación en un
conocimiento supra-racional. Esto, sin embargo, no es fácil en las
condiciones actuales, y, desgraciadamente, es mucho más cómodo
asumir el símbolo, por el contrario, para el desarrollo de una
imaginación infra-racional y para la afirmación de tendencias
psíquicas provenientes de abajo que, en cierto modo, esperaban
solamente la ocasión propicia para invadir el campo de la conciencia.
He aquí, por lo tanto, que la referencia al simbolismo, cuando
disimula un equívoco semejante, es susceptible de provocar
consecuencias peligrosas nada despreciables. Así, por ejemplo, al
hablar del símbolo como del vehículo que expresa una "parte de
nosotros todavía no consciente", se ha teorizado una "dialéctica
entre la exigencia metahistórica y emergente del inconsciente y el
dominio accesible de la conciencia", llegando al programa de "eliminar
los residuos de los siglos XVIII Y XIX que todavía oprimen nuestra
sociedad, desenmascarar un logos mistificador, haciendo surgir el alma,
permitiendo vivir el eros ... tarea fascinante para el hombre de hoy"
(12).
De este modo, rechazando los límites de una cierta mentalidad
predominante en Occidente en un pasado reciente, se denuncia un "Iogos
mistificador", pero no para volver a encontrar ellogos auténtico y un
"intelecto sano", sino con el riesgo de arrojarse a un nuevo y más
inquietante evolucionismo, que se hunde en los contenidos "emergentes de
la inconsciencia". Y, cuando la referencia al símbolo y al patrimonio
tradicional obtiene así su aplicación en el reflejo de lo que
empíricamente puede. encontrarse más allá de las fronteras del
"subconsciente", bien puede decirse que ya no se está en condiciones
de vislumbrar ninguna diferencia cualitativa esencial entre las
sugestiones, las experiencias sufridas por los locos, el arte, la  
mitología y las vías iniciáticas ... En efecto, en una perspectiva
semejante, no es extraño que se haya hablado no sólo del arte, que
crea "nuevos campos de conciencia", sino también de las "relaciones
entre arte y esquizofrenia", y de la "fundamental aportación del
pensamiento mitológico, astrológico, cabalístico y alquímico en
la formación del pensamiento psicoanalítico, el gran acontecimiento
del siglo XX" (13).
El ejemplo ofrecido por esta última cita hace pensar de forma muy
explícita en la "sustitución" del empleo iniciático de los
símbolos por su interpretación psicoanalítica, y ciertamente no
faltan muestras de esta tendencia "sustitutiva" que precisamente se
apoyan en la teoría psicoanalítica y en nociones tales como la de la
"Iíbido", con el intento de explicar el patrimonio tradicional y en
consecuencia también el concepto del Gran Arquitecto del Universo,
identificado con el alma de la Naturaleza y con el Dios "de la
evolución" (14).
A decir verdad, la realidad metafísica y espiritual está por su
naturaleza vedada al psicoanálisis, y a propósito de esto puede
recordarse por ejemplo que incluso un notable estudioso de los
argumentos psicoanalíticos se sintió en el deber de advertir, en la
"Rivista Massonica", contra el "grave error" de las afinidades de
"ciertos esoteristas" con el pensamiento de Jung, y contra la
confusión entre la idea del simbolismo en la iniciación masónica y
el significado nada menos que invertido atribuido al simbolismo en el
psicoanálisis (15).
En conclusión, para aquellos que no se limitan ya a la más bien
vieja, ingenua y superficialmente sólida "vía sustituida"
representada por el evolucionismo racionalista, existe el peligro de una
"vía sustituida" más moderna, sutil y disolvente, fundada en la
receptividad a los contenidos psíquicos, frente a los cuales se
encontrará igualmente indefenso por persistir, aunque sea en una forma
nueva, en la ilusión evolucionista.
 
NOCIONES TRADICIONALES Y PSEUDO-ESOTERISMO
Sin duda también hay muchos Masones que no comparten de hecho esta
ilusión, y, por ejemplo, en una reciente publicación masónica, en
contraste con una difusa creencia, se reafirmaba la doctrina tradicional
referente al descenso cíclico de la humanidad, precisando: "Este
concepto, expresado en todos los textos sagrados tradicionales (16), sea
entre los pueblos occidentales u orientales, de una regresión
sobrevenida a la humanidad con el paso del tiempo, y por consiguiente
del pasaje de un estado de perfección a otro, digámoslo así,
degenerado, contrasta con la opinión común, dominante en la cultura
profana ... de un proceso exactamente opuesto en la vida de la humanidad.
La razón de esta inversión debe imputarse al hecho de que hoy el
punto de vista imperante es exclusivamente "material" ... Y, en este
ámbito, en efecto, ha habido, y todavía hay, un excepcional
desarrollo tecnológico ... Y, a causa de esta óptica puramente
"material" ... se infiere la teoría de la evolución del hombre, desde
un estado primordial salvaje a otro siempre más elevado, invirtiendo
así las enseñanzas sapienciales tradicionales" (17).
Teniendo presentes estas enseñanzas tradicionales, pueden
efectivamente prevenirse muchos errores y confusiones. Por otra parte,
la misma utilización de enseñanzas presentadas como tradicionales es
bastante delicada, y puede también dar lugar a riesgos sorprendentes,
relacionados bien con la inexistencia de las premisas teóricas, bien
con las incongruencias más o menos evidentes de las aplicaciones.
Hay enunciados teóricos que pueden parecer satisfactorios siendo
no obstante expresados con imprecisiones del lenguaje sin importancia
(18), los cuales traducen a su vez deformaciones o limitaciones
relevantes, demostrando a veces incluso que, a pesar del uso de ciertas
palabras, falta una verdadera referencia a todo aquello que es de orden
espiritual y metafísico, y que sólo podría realmente orientar una
vía iniciática.
En cuanto a las aplicaciones de las enseñanzas tradicionales, debe
observarse ante todo que pueden ser extremadamente variadas y situarse
en niveles muy diferentes: la consideración de esto debería por lo
tanto implicar la mayor amplitud de miras, muy lejos de cualquier
exclusivismo; con la condición, no obstante, de que se respete la
correspondencia con los principios que deben ser aplicados, evitando,
particularmente, servir de apoyo a falsificaciones pseudo-esotéricas y
a residuos de origen tradicional sacados de su contexto o degenerados
(19).
Siempre a título de ejemplo, podría recordarse el caso de una
teoría que fue presentada como una aplicación de la citada doctrina
referente al descenso cíclico de la humanidad. Según esta teoría,
la vía de la iniciación efectiva se relacionaría ante todo con la
re-ascensión del ciclo humano (y sin duda hay aquí una
correspondencia válida, al menos hasta un cierto punto) (20), para ser
luego sin más identificada, por analogía, con la ascensión por el
ciclo anual de las cuatro estaciones (tomada en el orden
invierno-otoño-verano-primavera), y con la experiencia sucesiva de las
cualidades inherentes a los doce signos zodiacales correspondientes,
siguiéndolos hacia atrás, desde Piscis a Aries.
A propósito de esto, es obvio que son posibles muchas objeciones.
La sucesión de los signos del zodíaco es una serie circular que  
circunda al cosmos y que también enmarca a la Logia masónica; si se
quiere aplicar su simbolismo a la realización iniciática, no se
trata ciertamente de dispersarse en un recorrido periférico, sino, por
el contrario, de pasar de la separación a la síntesis, de la
circunferencia al centro, del zodíaco a la estrella polar, cuyo
símbolo poseía en efecto tanta importancia en la Masonería
operativa.
En el mismo orden de equívocos y de contradicciones, es
significativo que haya podido ser enunciada la noción del Éter (la
Quintaesencia en la que se originan los otros cuatro elementos), para
luego exaltar inmediatamente el supuesto término de la realización
iniciática que estaría representada por el signo de Aries y por el
elemento Fuego a él inherente (el Fuego de Aries sería la
"intuición intelectual", la "luz del espíritu" y "la máxima
expresión de la esencialidad, de la pura esencia principial
informadora") (21).
Para dar una idea menos incompleta de esta teoría, se
necesitaría aludir al método sugerido para provocar los "estados de
conciencia" correspondientes a los distintos signos zodiacales y a cada
uno de los cuatro elementos que los caracterizan: por "estado de
conciencia" se entiende "el hacer converger la atención de la
conciencia sobre los valores de un Elemento para luego, con la
imaginación, hacer afluir la correspondiente energía en el ámbito,
o en los ámbitos, interiores (esfera sensorial-instintiva, esfera
sentimental-emocional, esfera mental-racional) ... de manera de quedar
impregnado por estas particulares vibraciones".
El ejemplo citado puede ayudar a ver bastante claramente cómo,
incluso allí donde debería afirmarse el rigor "científico" de las
ciencias tradicionales, pueden intervenir fuerzas imaginativas capaces
de producir autosugestiones que, a decir verdad, son precisamente lo
contrario de la actitud necesaria para realizar una técnica
iniciática (22). Es preciso añadir que, realizando tales métodos
en grupo, la autosugestión de los individuos puede ampliarse para
alimentar un psiquismo colectivo (al que los ocultistas han dado el
extravagante nombre de "egrégore"), susceptible de servir de
instrumento a aquel o a "aquello" que esté en grado de utilizarlo para
sus propios fines.
Todavía a propósito del ejemplo en cuestión, debe constatarse
la sorprendente opinión según la cual la "operatividad masónica"
tradicional consistiría precisamente en el método antes mencionado:
y ésta es verdaderamente una prueba más de la potencia de la
imaginación, desde el momento en que la Masonería operativa no es
tan completamente ignorada, y no es difícil comprobar que sus
métodos, sin duda, eran (o son aún) muy distintos a la susodicha  
fantástica cabalgada astrológica (23).
De cualquier modo, aparte del típico caso antes considerado,
podrían sin duda citarse otros análogos de variada naturaleza, y
debe tenerse en cuenta que, además de la "vía sustituida" de la
política, del evolucionismo racionalista y de un más reciente
evolucionismo psicoanalítico, está además la "vía sustituida"
que, apoyándose a veces en nociones tradicionales, dan lugar a
distintas formas de pseudo-esoterismo.
 
EXIGENCIA Y DIFICULTAD DE LA CLARIFICACiÓN
Este peligro del pseudo-esoterismo, demasiado frecuentemente
desatendido o subestimado, ha sido por lo demás también recordado y
examinado en publicaciones masónicas recientes. Se ha hablado, por
ejemplo, de "reflexiones un poco amargas sobre el estado de los trabajos
iniciáticos en la sociedad actual", y de un "boom de lo oculto", que
"comenzó en Italia hace una decena de años siguiendo el ejemplo de
análogas iniciativas parisinas, londinenses y neoyorquinas ... que
acabaron con la venta de patentes iniciáticas y con embrollos más o
menos sofisticados". Sabiamente, se ha afirmado también que no debe
generalizarse: "Hay -es obvio- personas e instituciones válidas, y
las que no lo son no perjudican de hecho el fundamento de la Ciencia
Esotérica tradicional sobre la que se apoyan". Y, tras una alusión
un poco enigmática a las "poquísimas instituciones válidas
existentes en Occidente" fuera de la Masonería, se indica la exigencia
de un "revolucionario período informativo, formativo y
analítico-sintético sobre la elección de los mejores de entre los
resultados prefijados y los medios implicados. Si, cada vez que tenemos
conocimiento de ciertos hechos, nos preguntamos quién, qué, cómo,
dónde, cuándo, por qué y, sobre todo, a quién beneficia,
habremos hecho una obra de claridad informativa" (24).
Ciertamente, puede compartirse la consideración de la exigencia de
una obra de claridad informativa. Por otra parte, es curioso constatar
que quien ha expresado tal exigencia había escrito una especie de
reseña desmañada de la "Rivista di Studi Tradizionali", sin explicar
mínimamente su contenido específico, y presentándola como si fuera
una publicación antimasónica, que habría alcanzado "la
perfección, o casi" en un "campo de inexactitud y maledicencia" (25).
Este pequeño aunque sintomático ejemplo es digno de notarse en tanto
que hace entender cómo sobre su afirmada exigencia de claridad puede
prevalecer la preocupación de defender ciertos prejuicios y
determinadas orientaciones, hasta el punto de intentar arrojar el
descrédito contra todo aquello que pueda disturbarles (26).
De todos modos, es preciso reconocer que la claridad, también  
sobre el plano informativo, no es nada fácil de encontrar; tanto más
cuanto que, en el terreno de la expresión de las ideas, debe
necesariamente presuponer la capacidad de comprender el contenido de
aquello que se expresa y de discernir lo verdadero de lo falso.
A propósito de ello, debemos notar que una de las razones de
nuestra frecuente referencia a la obra de René Guénon consiste, no
ciertamente en una complacencia en una fe ciega (como algunos han
querido creer), sino en la constatación de que precisamente puede
ayudar en la ardua vía de la comprensión y del discernimiento: y
esto sobre todo por la exposición de enseñanzas tradicionales que
permiten la apertura de un horizonte intelectual propiamente ilimitado,
respecto al cual todas las ilusiones y las "vías sustitutivas"
individuales aparecen con las dimensiones de un juego de niños; pero
también por las aclaraciones específicas y explícitas respecto a
las corrientes antitradicionales en acción, aclaraciones que a veces
adquieren una sorprendente actualidad (27).
En cualquier caso, para quien pretenda referirse a la iniciación
masónica, debería ser evidente la oportunidad de reflexionar sobre
los riesgos de quedar aprisionado en cualquier ilegítima "vía
sustituida". Para evitar los equívocos, debemos precisar que no
pretendíamos lo más mínimo intervenir para impugnar a unos u otros
los tipos de intereses y las diversas experiencias en las que quieran
mezclarse o aventurarse. Nuestra intención a este respecto es
simplemente la de ayudar a hacer que cada cosa sea puesta en su lugar y
tomada por lo que es, sobre todo sin falsificadas "sustituciones" de
aquello que es de orden tradicional e iniciático.
NOTAS:
1. Jean Baylot, La Voie substituée, cuya edición original fue
publicada en Lieja en 1968.
2. Esto se refería, entre otras cosas, al programa revolucionario que
en un primer momento había sido propugnado por Weishaupt, con la
sociedad secreta de los "Iluminados de Baviera", fundada en 1776, la
cual no tenía nada de iniciático, y además era hostil a la
Masonería; sólo posteriormente se produjo la interferencia de
ideologías similares en el interior de las organizaciones masónicas,
que fueron así en realidad instrumental izadas con finalidades
extrañas a su naturaleza.
3. Como ejemplo de sustitución debida a una necesidad de adaptación,
se podrían citar los cambios sufridos en varias formas tradicionales
respecto al empleo de la bebida sagrada, o las sustituciones referentes
a los nombres divinos en la tradición hebrea, o las sustituciones de
la "palabra sagrada" en la tradición masónica, o también las
adaptaciones de contenidos rituales derivados de la Masonería
operativa, dispuestas de tal modo que pudieran incorporarse a una  
iniciación masónica que ya no implicaba la práctica del oficio.
Sobre este importante argumento, remitimos al artículo de Guénon,
Parole perdue et mots substitués, traducido en el nO 8 de esta
revista, p. 155 ["Palabra perdida y nombres sustitutivos", en
http://www.ctv.es/USERS/fmp/rgpalabr.htm].
4. Observemos de paso que, para evitar graves confusiones, debe tenerse
presente que tanto lo singular como lo colectivo (que no es sino un
agregado) pertenecen igualmente al mismo nivel de realidad y de
ilusión individual. Sucede a veces que se cree superar el plano
individual refiriéndose a contenidos propios de la colectividad, y que
tales contenidos son calificados impropiamente como "universales": se
trata de un abuso del lenguaje bastante significativo, pues traduce un
desconocimiento que lo que verdaderamente es de orden universal, al cual
seria indispensable remontarse para superar la ilusión de la
individualidad.
5. Cf. Pietro Nutrizio, La scienza massonica e le scienze profane, en el
nO 52 de esta revista
[http://www.ctv.es/USERS/fmp/nutriziocienciamas.htm].
6. Entre otros indicios significativos relacionados con los orígenes
de los "Moderns", recordemos el hecho de que no poseían todos los
grados de la Masonería operativa (hasta tal punto que el grado de
Maestro fue incorporado solamente en un segundo tiempo en la Masonería
moderna), y demostraron así una gran ignorancia sobre el origen de la
herencia iniciática masónica. Pero todavía más significativo, y
por cierto no tan sólo ligado a la iniciativa de un único personaje,
es el engaño con el que Anderson (uno de los fundadores de la moderna
"Gran Logia de Inglaterra") presentó falsamente las "nuevas
constituciones" como conforme a documentos extraídos de los antiguos
rituales, a los que intentó destruir para evitar su
desenmascaramiento. Después de estos hechos, algunas Logias operativas
llegaron a excluir la admisión de cualquier miembro que llevase el
nombre de Anderson, que fue descrito por Waite como "especialmente capaz
de corromper todo lo que tocaba". Según el juicio de René Guénon,
"los primeros responsables de esta desviación, al parecer, fueron los
pastores protestantes Anderson y Desaguliers, que ... hicieron
desaparecer todos los antiguos documentos sobre los que pudieron echar
mano, para que nadie pudiera darse cuenta de las innovaciones que
introdujeron ... No obstante, dejaron subsistir el simbolismo, sin
sospechar que éste, para cualquiera que lo comprendiera, testimoniaba
contra ellos tan elocuentemente como los textos escritos, a los que por
lo demás no habían llegado a destruir por completo" (cf. Études
sur la Franc-Ma<;onnerie et le Compagnonnage, 11 ["A propósito de los
signos corporativos"], pp. 72-73; cf., además, en la misma obra, las
observaciones de las páginas 219,252-253,260,264 Y 283 del primer
volumen, y 123-124 del segundo volumen).
7. La llamada a la libertad expresa sin duda una exigencia fundamental,
referente a la actuación de las posibilidades intrínsecas de cada
ser, y ligada, en definitiva, a la propia desvinculación de las
 
condiciones limitativas de la existencia, lo que se corresponde con la
realización iniciática. Pero, como ya ha sido observado por ciertas
autoridades masónicas, ocurre que la libertad es de hecho solamente
referida a la superación de ciertas formas de coacción, relevantes
en la práctica, pero relativamente exteriores, y que no van más
allá de cuanto puede aparecer desde un punto de vista puramente
individualista y profano.
12.         Cf. Hiram, 1980, n? 2, pp. 37 Y 38.
13.         Estas afirmaciones están sacadas de la comunicación de Herbert
Kessler a la XII Conferencia Internacional del Supremo Consejo del Rito
Escocés Antiguo y Aceptado, celebrada en parís en 1980.
14.         Hiram, 1980, n? 1, p. 7.
15.         La concepción de estas dos tendencias contrapuestas que se siguen
o, según un cierto aspecto, son interdependientes y complementarias,
presenta sin duda un notable valor explicativo de las premisas, de las
fases de desarrollo y de las características del mundo moderno, bien
sea con respecto a la humanidad, bien con respecto a todo lo que se
refiere al propio ambiente natural. Sobre este importante argumento,
remitimos a la obra de René Guénon, Le Régne de la Quantité et
les Signes des Temps [El Reino de la Cantidad y los Signos de los
Tiempos, Madrid, Ayuso, 1976, y Barcelona, Paidós, 1997] (en
particular, cap. XVII, "Solidificación del mundo", y los capítulos
posteriores). Por lo demás, el mismo argumento ha sido empleado por
otros autores en esta misma revista (cf., en el nO 30, el artículo
de Giovanni Ponte, Cambiare mentalitEO, en las pp. 3-4).
12.         Hiram, 1980, n? 1, p. 7, Y nO 3, pp. 69 Y 71.
13.         Ibidem, pp. 70-71. Muy expresiva de la tendencia de la que hablamos
es la afirmación según la cual "la insensatez ... es la madre de la
sabiduría". Esta convicción de que la sabiduría deriva de la
insensatez pone en evidencia el hecho de que ciertas entusiastas
"aperturas" implican el riesgo de un verdadero desastre; a propósito
de ello, y para evitar falsas asimilaciones, es bueno observar que,
sobre la ambigua base de un empirismo psíquico para el que "el
inconsciente aparece como una visión mental", la "insensatez" de que
se trata no debe en absoluto ser confundida con la sólo aparente
"locura" de un conocimiento superior, ni con la sólo aparente falta de
significado de esa "piedra inutilizable" que en realidad constituye la
"clave de bóveda" de todo el edificio.
14. Nos referimos a un escrito en el que el argumento del "conocimiento
religioso del Masón" ha sido explicado "a la luz del psicoanálisis",
y que ofrece entre otras las siguientes afirmaciones: "En primer lugar
está la líbido narcisista ... que coincide con el amor a la vida, que
es la vida misma ... Luego este amor, origen o al menos primera
manifestación subjetiva de la vida, aunque sea en un principio
egocéntrico o dirigido a la sola persona de la madre, es capaz de
afluir hacia los otros, hacia el sexo contrario, hacia el propio grupo,
y más tarde hacia otros grupos, y, finalmente, en los poetas y los
místicos, hacia el mundo entero ... Aparece entonces una realidad
 
humana fundamental, alejada de tantas desviaciones actuales ... También
la verdad de la Biblia y del Evangelio ha necesitado de un largo camino
para decantarse y depurarse ... Debemos entender tales verdades en un
sentido simbólico ... Hasta el augusto concepto de Dios y del Gran
Arquitecto ... es el Dios de la vida y de la evolución ... En suma,
según el psicoanálisis ... existe una dimensión religiosa en la
psique humana; y tal dimensión, considerada de un modo abierto y
prescindiendo de revelaciones y de dogmas, quizá sea la dimensión
fundamental del mundo humano"; en otros términos, esta conciencia
"abierta" consiste en permanecer prisioneros en una dimensión
puramente psíquica, pretendiendo reducir a ella todas las indicaciones
tradicionales que se refieren a una realidad superior,
"supra-psíquica" y "supra-cósmica".
15. Nos referimos a un artículo de Emilio Servadio publicado en el
número de julio de 1970 en la Rivista Massonica, en el cual el autor
afirmaba lo siguiente: "Es a mi entender un grave error de ciertos
esoteristas el creer que el pensamiento de Jung, en general, esté
"más próximo" a los niveles de la especulación tradicional y del
pensamiento metafísico que la doctrina psicoanalítica freudiana.
Todo verdadero esoterista sabe muy bien que psique, alma y espíritu no
son de hecho términos intercambiables". Además, tras haber tomado la
definición del psicoanalista Ernest Jones como base de referencia para
entender el significado del simbolismo en el psicoanálisis, Servadio
observa en el mismo artículo: "Si repensamos el simbolismo entendido
en ~I sentido, por así decir, reductor y restrictivo según la
definición de Ernest Jones, vemos que el símbolo, en tal acepción,
es la representación última, sintética y consciente de algo más
primitivo, extraño, rudimentario y subyacente. Gráficamente,
podríamos representar un símbolo como un objeto superficial, cuyas
raíces invisibles se hallan abajo, y son accesibles tan sólo
después de un trabajo de excavación, es decir, de la exploración
psicológica y analítica. El símbolo, en sentido iniciático y
masónico, puede por el contrario figurarse de un modo análogo e
invertido, o sea, como un objeto presente sobre la tierra, al que,
dentro de ciertos límites, podemos acercarnos y entender sobre el
terreno, pero cuyo manantial está en lo alto, de modo que, para
alcanzarlo, es necesario cumplir un movimiento interior de un tipo
particular, una "salida", como por otra parte está indicado en más
de un paso de nuestros rituales".
16. Lo que presumiblemente debe entenderse así: en los textos sagrados
de todas las formas tradicionales.
17.         Hiram. 1980, nO 4, p. 110.
18.         Por ejemplo, la afirmación según la cual el Conocimiento divino
espera en la "esfera de la Esencia principial cósmica" puede traducir
una contradicción antimetafísica, ya que es "principial"
precisamente aquello que está más allá de lo "cósmico". Por
tomar otro ejemplo, la afirmación según la cual la "recuperación"
del "estado primordial" humano sería el fin último de la
 
realización iniciática implica una limitación que puede ser
susceptible de favorecer graves equívocos y errores de aplicación:
en efecto, a pesar de la inmensidad de las implicaciones del "estado
primordial" y de la extrema dificultad para alcanzarlo, corresponde sin
embargo al término de una primera gran fase de la realización
iniciática, sin que por ello se salga del plano humano; en el caso de
que sobre la base de dicha limitación teórica se pretenda entender
la iniciación fuera de una conexión de dependencia con respecto a la
realización supra-humana y de aquello que verdaderamente es de orden
principial, se abrirá el campo a desviaciones en un sentido puramente
"naturalista", con lo cual en realidad el mismo acercamiento al "estado
primordial" será imposible.
19. A decir verdad, existe frecuentemente una estrecha relación entre
el pseudo-esoterismo y ciertos contenidos residuales de origen
tradicional, no sólo derivados de formas tradicionales extinguidas
(como por ejemplo la egipcia o la clásica griega y romana), sino
también de formas tradicionales todavía vivas y utilizadas
prescindiendo de las condiciones (o infringiéndolas voluntariamente)
que pueden legitimarla como soporte de las correspondientes influencias
espirituales. A título de ejemplo, podría citarse el uso de
fórmulas canónicas eclesiásticas con pretextos mágicos o
"teúrgicos"; pero consecuencias tal vez más graves, en el sentido de
poder servir de sostén a influencias contra-iniciáticas, son
posibles cuando interviene la utilización de una lengua sagrada, como
por ejemplo el hebreo, en pretendidos ritos celebrados y sugeridos fuera
de cualquier regularidad y adhesión a las respectivas normas
tradicionales.
20.         Es decir, hasta la realización del estado primordial humano.
21.         Hiram, 1980, n? 4, p. 112.
22.         A propósito de ello, puede recordarse la máxima iniciática
según la cual "ocurre que el hombre domina los estados espirituales, y
no que los estados espirituales dominen al hombre". Naturalmente, si
esto es verdad para los estados espirituales que se refieren a
realidades de orden elevado en el camino de una auténtica iniciación
efectiva, también debe serio con respecto a los contenidos psíquicos
que se desarrollan en la imaginación de quien quiera dar los primeros
pasos en la vía iniciática. Sobre este importante argumento,
remitimos al capítulo XXXV, Iniciación y "pasividad", de Aper<;us
sur l'lnitiation, en el que René Guénon habla entre otras cosas de
"ciertos entrenamientos psíquicos" que comúnmente tienen el efecto
de "tornar al ser eminentemente sugestionable, como se demuestra con la
constante conformidad de sus visiones a las teorías especiales de la
escuela a la que pertenece".
23. Los lectores que nos han seguido en el pasado recordarán que ya en
otra circunstancia tuvimos ocasión de hablar de teorías similares y
de algunas constataciones que pueden hacerse en relación con ellas.
Para quien esté interesado en tales argumentos, remitimos a lo
indicado en los artículos Martinismo, Eletti Cohen e grandissimo
 
equivoco, en el nO 45 de esta revista (pp. 101-102), Y Materie
"vitandae", en el n047 (pp. 110.111).
24.         Hiram, 1980, n? 4, p. 119.
25.         Es oportuno citar aquí más ampliamente para nuestros lectores el
texto al que nos referimos: " ... quien ha alcanzado la perfección, o
casi, en este campo de inexactitud y maledicencia, es la Rivista di
Studi Tradizionali que, en el número 51 de julio-diciembre de 1979,
habla de todo y de todos en sólo 83 páginas, pero especialmente de
la Masonería italiana y francesa y de sus singulares exponentes. Y
todo en nombre de una fe declarada como "ortodoxa", pero a la que
sería mejor llamar ciega, en la obra de René Guénon ... Igual de
fastidioso que un mosquito es verla ocuparse de los escritos de un
Masón [?], del proceder de una Logia determinada [?], de un artículo
[?] publicado en la Rivista Massonica. Siempre a despropósito y con la
arrogancia petulante típica de quien hace suyo el refrán "quiero
pero no puedo". Pero, ¿por qué la toman tanto con nuestra
Institución?" (Ibidem, nO 2, p. 60). No pensamos que sea el caso de
detenerse mucho en estas tentativas de hacer creer a los lectores
Masones que los presuntos "ataques" contenidos en la Rivista di Studi
Tradizionali sean llevados contra la Masonería: para nosotros esto es
insensato con respecto a la institución masónica, exactamente como
lo sería con respecto a cualquier otra institución tradicional, sin
que por ello deba entrarse mínimamente en el juego con uno u otro
vínculo particular o personal. Nuestras observaciones críticas son
exactamente de la misma naturaleza que cuando se trata, no ciertamente
de "atacar" a una institución tradicional, sino más bien de
defenderla, en lo posible, de la amenaza de interferencias
antitradicionales, aunque se disfracen así de cualquier
mixtificación o ilusión. Observemos además que muy bien sabemos
que las corrientes en juego van mucho más allá de los individuos de
lo que parece. Y, si alguien ha creído poder descender al terreno de
la polémica individual, debemos precisar que ni mínimamente caeremos
en ello, puesto que de hecho no nos interesa, y ello puede ser no
obstante un modo de desviarnos de aquello que verdaderamente cuenta.
26. Añadamos que, oportunamente, la dirección de Hiram ha dispuesto
la publicación de una carta de "precisaciones", cuyo texto se
reproduce en otra parte del presente fascículo.
27. Entre las muchas referencias que podrían citarse a este respecto,
recordemos toda la última parte del libro Le Régne de la Quantité
et les Signes des Temps, artículos como "Tradición e inconsciente"
(publicado en el nO 26 de esta revista) [Cf. Símbolos fundamentales
de la ciencia sagrada, Buenos Aires, Eudeba, 1988, y Barcelona,
Paidós, 1997 (Símbolos de la ciencia sagrada), cap. V], y la amplia
suma de indicaciones que puede encontrarse en sus reseñas y en su
correspondencia. A título de ejemplo, podrían citarse las
observaciones contenidas en una reseña concerniente a Robert Ambelain
(con una significativa alusión a "Fulcanelli"), a propósito de las
huellas de una iniciación desviada ("dévoyée") de fines del
 
Renacimiento, y "degenerada hasta el punto de haber perdido todo
contacto con el orden espiritual, y que hace posible cualquier clase de
infiltraciones y de influencias más o menos sospechosas", con sus
consecuentes orientaciones "naturalistas" y "Iuciferinas" (cf. René
Guénon, Comptes-Rendus, p. 47).
POST SCRIPTUM. Siempre con el tema de la actualidad, y en referencia a
lo arriba indicado, después de haber escrito el presente artículo
hemos sido informados de una comunicación digna de nota del mencionado
Robert Ambelain, publicada en una revista masónica francesa. En dicho
comunicado, fechado el 1 de septiembre de 1980, se afirma textualmente:
"Yo considero a Guénon como un individuo despreciable, que ha
traicionado sucesivamente todo aquello a lo cual se ha adherido" ("Je
considere Guénon comme un individu méprisable, qui a trahi
succesivament tout ce EO quoi a adhéré"). A decir verdad, no debe
asombrar demasiado un juicio tal, teniendo en cuenta que proviene de un
personaje que ya se había distinguido por sus escritos rebosantes de
infamantes acusaciones contra Jesucristo (cf. el nO 45 de esta
revista, pp. 109 Y ss., Y el nO 51, p. 161). Sólo nos queda esperar
que se advierta qué tipo de corrientes se hallan en el origen de
semejantes campañas denigratorias.
 


 

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