Giorgio Manara
INICIACIÓN MASÓNICA y
VÍA SUSTITUIDA
Publicado en la Rivista di Studi Tradizionali (Viale XXV,
Aprile 80,
10133, Torino), n? 53, julio-diciembre de 1980.
SIGNIFICADO DE "VíA SUSTITUIDA"
La expresión "vía sustituida" ha tenido un cierto
éxito estos
últimos años entre quienes se ocupan de la iniciación
masónica,
tras haber sido empleada para titular un libro que se ha
hecho bastante
conocido, "La Voie substituée" (1). En él se
explicaba cómo,
particularmente en Francia y en otros países continentales
europeos,
gran parte de los Masones había perdido la concepción de la
vía
iniciática masónica, que para ellos había sido prácticamente
sustituida por la vía de la política, con todas las
consecuentes
injerencias y condicionamientos profanos, y con todas las
vicisitudes
relacionadas con las tentativas de afirmación de un poder
exterior
(2).
Esta tesis, expuesta y documentada en el libro "La Voie
substituée", sin duda está justificada. Por otra parte,
el argumento
de la "sustitución" de la vía iniciática masónica
por tendencias
e ideologías extrañas es susceptible de aplicaciones que, a
decir
verdad, son al menos bastante extensas, y que presentan
aspectos de
verdadera actualidad.
Para aclarar mejor este argumento, es quizá oportuno
presentar una
premisa acerca de los diversos significados que pueden ser
atribuidos a
la "sustitución" de los contenidos tradicionales e
iniciáticos.
Cuando determinados contenidos (expresiones doctrinales,
métodos,
ritos) se han hecho, al menos en un cierto ambiente,
inaccesibles o
impracticables, una "sustitución" puede ser
realizada por aquellos que
en realidad todavía tengan o hayan tenido accedo a ellos, y
los
conozcan tan profundamente como para ser capaces de
manifestarlos en una
nueva forma que traduzca, de un modo más o menos completo,
la misma
esencia. Se trata entonces de una adaptación legítima (3),
de la
cual algunos podrán sacar provecho según sus
cualificaciones.
Un caso muy distinto es aquel en el que el vacío dejado por
los
contenidos tradicionales perdidos, o simplemente ignorados
por
incomprendidos, sea ocupado por algo que no deja de ser el
fruto de
tendencias individuales, sean singulares o colectivas (4).
Naturalmente,
en este caso, la creencia de haber llenado el vacío dejado
por la
ignorancia es puramente ilusoria, y no podrá sino conducir a
resultados que, en definitiva, se revelan como igualmente
ilusorios.
A propósito de ello, recordemos, por ejemplo, lo que
recientemente
se ha escrito en esta revista (5) acerca de la ilusión de
poder
sustituir la ciencia profana a la ciencia masónica, en el
ámbito de
la iniciación de los constructores. Profundizando en este
tema, digno
sin duda de la mayor atención, es posible vislumbrar un
aspecto
fundamental de la ilusión individual humana, consistente en
sustituir
a la finalidad de la realización espiritual (que es
identificación
cognoscitiva con el centro ordenador de la individualidad y,
desde
ahí, con el Principio supra-individual y supra-humano) un
desarrollo
progresivo de las posibilidades individuales, aptas para
producir en
realidad una dispersión progresiva hacia lo indefinido,
hasta llegar a
un punto de ruptura y a una catástrofe inevitable en tales
condiciones, sea para el individuo, sea para la colectividad
humana.
CISMA "ESPECULATIVO" Y VíA SUSTITUIDA
Partiendo de estas reflexiones de carácter general, puede
observarse que, en el ámbito masónico, el peligro de
"sustituciones"
indebidas se había manifestado clamorosamente, en realidad,
ya desde
la constitución de la Masonería especulativa de los
"Moderns" o
"moderna", realizada en Londres en 1717 por los
miembros de cuatro
Logias, con la oposición de la Masonería operativa. La falta
de
conocimiento y el comportamiento fraudulento de los
fundadores de la
Masonería de los "Moderns" parece históricamente
demostrado (6).
Igualmente probada es una influencia rectificadora ejercida
después
por la Masonería "antigua", y fundamental es la
válida
conservación de los símbolos y los ritos iniciáticos; es sin
embargo extraño que muchos continúen refiriéndose al cisma
especulativo de 1717 como si se tratara de la fuente misma
de la
regularidad y de la autenticidad de la iniciación masónica
...
Puede ocurrir que similares tomas de posición estén tal vez
condicionadas por presuntas exigencias de reconocimiento
administrativo.
Pero también pueden haber motivos más sustanciales, ligados
a una
participación sincera en el modo en el que los promotores de
la
Masonería "moderna" han expresado ciertas
orientaciones y ciertos
ideales, que encontraron después más amplios desarrollos en
el mundo
profano. Sin necesidad de insistir particularmente en este
punto,
debemos observar sin embargo que determinados criterios de
referencia de
aspecto irreprochable, como el de la moralidad o el de la
libertad
frente a ciertas formas de coacción (7), no son de hecho
suficientes
para constituir válidamente una ciencia iniciática, y, es
más, a
falta de un conocimiento de orden más profundo, aún con las
mejores
intenciones, se corre el riesgo de ser prácticamente
"instrumentalizados" en función de "vías
sustituidas", en el sentido
antes indicado de desarrollos profanos y de dispersiones
sobre el plano
individual y colectivo, sin salida posible.
Se ha podido afirmar que, en el mundo contemporáneo, la
masonería "ha vencido", en el sentido de que los
valores afirmados por
ella han sido generalmente aceptados como valores por la
civilización
moderna en su conjunto. Pero, ahora más que nunca,
paradójicamente,
la civilización que debería ser el campo de la afirmación de
esta
"victoria" de una sabiduría iniciática es por el
contrario una
civilización totalmente anormal por su profanidad, una civilización
que, como justamente se observa en la nueva revista masónica
Hiram, es
"cada vez más sorda a cualquier llamada
espiritual", la civilización
de una "humanidad desorientada y deshumanizada"
(8). ¿No nos hallamos
frente a una inquietante contradicción? En efecto, esta
contradicción podría inducir a reflexionar y a considerar si
no
encuentra su explicación en el hecho de que el conocimiento
y la
ciencia sagrada (como es, por su naturaleza, la ciencia
iniciática de
los constructores) han sido en realidad olvidadas y
sustituidas por
nociones e ideales meramente "laicos", es decir,
profanos: y ello
quizá confiando en haber encontrado un adecuado principio
unitario
mediante el "mínimo común denominador" de una
presunta ética
natural, la cual se ha revelado no obstante tan genérica
como
susceptible de ser después de hecho orientada según la
dialéctica
de las corrientes profanas y profanizadoras sucesivamente
predominantes.
REFLEXIONES Críticas Y EVOLUCIONISMO
"PSICOANALíTICO"
Debemos añadir que varias publicaciones masónicas se han
fijado
últimamente en el tema de las desviaciones y las
deficiencias de fondo
del mundo actual, con el intento de profundizar su causa y
de encontrar
en el patrimonio masónico la base de una toma de posición adecuada
a
la realidad. Desde algunas partes se ha insistido en un
retorno a la
razón, a una "razón" por lo demás demasiado a
menudo
sustancialmente identificada con la razonabilidad de un
cierto tipo de
vida ordinaria que ofrecía así una impresión de solidez y
seguridad, pero que, a falta de principios de orden
superior, no podía
sino desmoronarse, como de hecho está ocurriendo de forma
alarmante.
Otros, por el contrario, han señalado claramente la insuficiencia
y la
falsedad del racionalismo y del positivismo; "en
nuestra civilización
industrializada", se ha dicho, "asistimos al
debilitamiento del
interés por los ritos y los símbolos ... Este debilitamiento
... es el
resultado póstumo del positivismo científico y de la
técnocracia,
del pensamiento demencial que la razón humana ha hecho
posible" (9).
Vislumbrando conjuntamente los peligros de las tendencias
racionalista e irracionalista, se ha hablado también de una
"oscilación entre una racionalidad inviable y una
irracionalidad
devastadora, entre la coerción y la disgregación, con el
riesgo de
precipitarse irreparablemente hacia uno de los dos
polos" (10).
Estas consideraciones son bastante pertinentes: puede
observarse que
los dos términos de que se trata corresponden a las dos
tendencias
fundamentales, hacia la "solidificación" y hacia
la "disolución", a
través de las cuales procede todo el desarrollo del mundo
moderno
(11). y la superación de tales antítesis progresivamente
destructivas es posible, sin embargo, con la referencia a
los principios
metafísicos que no pueden estar implicados en ellas: se
trata de la
referencia a la esfera intelectual y espiritual, y a la
doctrina
tradicional, que no es sino su expresión (la cual incluye
también, a
título de aplicación particular, la explicación de la fase
que
está atravesando la humanidad). Precisamente, en vistas a la
superación de la peligrosa antítesis mencionada, se ha
afirmado la
exigencia de alcanzar el Símbolo, y ello está sin duda
justificado
si se entiende como una utilización del patrimonio simbólico
tradicional en tanto que soporte para la participación en un
conocimiento supra-racional. Esto, sin embargo, no es fácil
en las
condiciones actuales, y, desgraciadamente, es mucho más
cómodo
asumir el símbolo, por el contrario, para el desarrollo de
una
imaginación infra-racional y para la afirmación de
tendencias
psíquicas provenientes de abajo que, en cierto modo,
esperaban
solamente la ocasión propicia para invadir el campo de la
conciencia.
He aquí, por lo tanto, que la referencia al simbolismo,
cuando
disimula un equívoco semejante, es susceptible de provocar
consecuencias peligrosas nada despreciables. Así, por
ejemplo, al
hablar del símbolo como del vehículo que expresa una
"parte de
nosotros todavía no consciente", se ha teorizado una
"dialéctica
entre la exigencia metahistórica y emergente del
inconsciente y el
dominio accesible de la conciencia", llegando al programa
de "eliminar
los residuos de los siglos XVIII Y XIX que todavía oprimen
nuestra
sociedad, desenmascarar un logos mistificador, haciendo
surgir el alma,
permitiendo vivir el eros ... tarea fascinante para el
hombre de hoy"
(12).
De este modo, rechazando los límites de una cierta
mentalidad
predominante en Occidente en un pasado reciente, se denuncia
un "Iogos
mistificador", pero no para volver a encontrar ellogos
auténtico y un
"intelecto sano", sino con el riesgo de arrojarse
a un nuevo y más
inquietante evolucionismo, que se hunde en los contenidos
"emergentes de
la inconsciencia". Y, cuando la referencia al símbolo y
al patrimonio
tradicional obtiene así su aplicación en el reflejo de lo
que
empíricamente puede. encontrarse más allá de las fronteras
del
"subconsciente", bien puede decirse que ya no se
está en condiciones
de vislumbrar ninguna diferencia cualitativa esencial entre
las
sugestiones, las experiencias sufridas por los locos, el
arte, la
mitología y las vías iniciáticas ... En efecto, en una
perspectiva
semejante, no es extraño que se haya hablado no sólo del
arte, que
crea "nuevos campos de conciencia", sino también
de las "relaciones
entre arte y esquizofrenia", y de la "fundamental
aportación del
pensamiento mitológico, astrológico, cabalístico y alquímico
en
la formación del pensamiento psicoanalítico, el gran
acontecimiento
del siglo XX" (13).
El ejemplo ofrecido por esta última cita hace pensar de
forma muy
explícita en la "sustitución" del empleo
iniciático de los
símbolos por su interpretación psicoanalítica, y ciertamente
no
faltan muestras de esta tendencia "sustitutiva"
que precisamente se
apoyan en la teoría psicoanalítica y en nociones tales como
la de la
"Iíbido", con el intento de explicar el patrimonio
tradicional y en
consecuencia también el concepto del Gran Arquitecto del
Universo,
identificado con el alma de la Naturaleza y con el Dios
"de la
evolución" (14).
A decir verdad, la realidad metafísica y espiritual está por
su
naturaleza vedada al psicoanálisis, y a propósito de esto
puede
recordarse por ejemplo que incluso un notable estudioso de
los
argumentos psicoanalíticos se sintió en el deber de
advertir, en la
"Rivista Massonica", contra el "grave error"
de las afinidades de
"ciertos esoteristas" con el pensamiento de Jung,
y contra la
confusión entre la idea del simbolismo en la iniciación
masónica y
el significado nada menos que invertido atribuido al
simbolismo en el
psicoanálisis (15).
En conclusión, para aquellos que no se limitan ya a la más
bien
vieja, ingenua y superficialmente sólida "vía
sustituida"
representada por el evolucionismo racionalista, existe el
peligro de una
"vía sustituida" más moderna, sutil y disolvente,
fundada en la
receptividad a los contenidos psíquicos, frente a los cuales
se
encontrará igualmente indefenso por persistir, aunque sea en
una forma
nueva, en la ilusión evolucionista.
NOCIONES TRADICIONALES Y PSEUDO-ESOTERISMO
Sin duda también hay muchos Masones que no comparten de
hecho esta
ilusión, y, por ejemplo, en una reciente publicación
masónica, en
contraste con una difusa creencia, se reafirmaba la doctrina
tradicional
referente al descenso cíclico de la humanidad, precisando:
"Este
concepto, expresado en todos los textos sagrados
tradicionales (16), sea
entre los pueblos occidentales u orientales, de una
regresión
sobrevenida a la humanidad con el paso del tiempo, y por
consiguiente
del pasaje de un estado de perfección a otro, digámoslo así,
degenerado, contrasta con la opinión común, dominante en la
cultura
profana ... de un proceso exactamente opuesto en la vida de
la humanidad.
La razón de esta inversión debe imputarse al hecho de que
hoy el
punto de vista imperante es exclusivamente
"material" ... Y, en este
ámbito, en efecto, ha habido, y todavía hay, un excepcional
desarrollo tecnológico ... Y, a causa de esta óptica
puramente
"material" ... se infiere la teoría de la
evolución del hombre, desde
un estado primordial salvaje a otro siempre más elevado,
invirtiendo
así las enseñanzas sapienciales tradicionales" (17).
Teniendo presentes estas enseñanzas tradicionales, pueden
efectivamente prevenirse muchos errores y confusiones. Por
otra parte,
la misma utilización de enseñanzas presentadas como
tradicionales es
bastante delicada, y puede también dar lugar a riesgos
sorprendentes,
relacionados bien con la inexistencia de las premisas
teóricas, bien
con las incongruencias más o menos evidentes de las
aplicaciones.
Hay enunciados teóricos que pueden parecer satisfactorios
siendo
no obstante expresados con imprecisiones del lenguaje sin
importancia
(18), los cuales traducen a su vez deformaciones o
limitaciones
relevantes, demostrando a veces incluso que, a pesar del uso
de ciertas
palabras, falta una verdadera referencia a todo aquello que
es de orden
espiritual y metafísico, y que sólo podría realmente
orientar una
vía iniciática.
En cuanto a las aplicaciones de las enseñanzas tradicionales,
debe
observarse ante todo que pueden ser extremadamente variadas
y situarse
en niveles muy diferentes: la consideración de esto debería
por lo
tanto implicar la mayor amplitud de miras, muy lejos de
cualquier
exclusivismo; con la condición, no obstante, de que se
respete la
correspondencia con los principios que deben ser aplicados,
evitando,
particularmente, servir de apoyo a falsificaciones
pseudo-esotéricas y
a residuos de origen tradicional sacados de su contexto o
degenerados
(19).
Siempre a título de ejemplo, podría recordarse el caso de
una
teoría que fue presentada como una aplicación de la citada
doctrina
referente al descenso cíclico de la humanidad. Según esta
teoría,
la vía de la iniciación efectiva se relacionaría ante todo
con la
re-ascensión del ciclo humano (y sin duda hay aquí una
correspondencia válida, al menos hasta un cierto punto)
(20), para ser
luego sin más identificada, por analogía, con la ascensión
por el
ciclo anual de las cuatro estaciones (tomada en el orden
invierno-otoño-verano-primavera), y con la experiencia
sucesiva de las
cualidades inherentes a los doce signos zodiacales
correspondientes,
siguiéndolos hacia atrás, desde Piscis a Aries.
A propósito de esto, es obvio que son posibles muchas
objeciones.
La sucesión de los signos del zodíaco es una serie circular
que
circunda al cosmos y que también enmarca a la Logia
masónica; si se
quiere aplicar su simbolismo a la realización iniciática, no
se
trata ciertamente de dispersarse en un recorrido periférico,
sino, por
el contrario, de pasar de la separación a la síntesis, de la
circunferencia al centro, del zodíaco a la estrella polar,
cuyo
símbolo poseía en efecto tanta importancia en la Masonería
operativa.
En el mismo orden de equívocos y de contradicciones, es
significativo que haya podido ser enunciada la noción del
Éter (la
Quintaesencia en la que se originan los otros cuatro
elementos), para
luego exaltar inmediatamente el supuesto término de la
realización
iniciática que estaría representada por el signo de Aries y
por el
elemento Fuego a él inherente (el Fuego de Aries sería la
"intuición intelectual", la "luz del
espíritu" y "la máxima
expresión de la esencialidad, de la pura esencia principial
informadora") (21).
Para dar una idea menos incompleta de esta teoría, se
necesitaría aludir al método sugerido para provocar los
"estados de
conciencia" correspondientes a los distintos signos
zodiacales y a cada
uno de los cuatro elementos que los caracterizan: por
"estado de
conciencia" se entiende "el hacer converger la
atención de la
conciencia sobre los valores de un Elemento para luego, con
la
imaginación, hacer afluir la correspondiente energía en el
ámbito,
o en los ámbitos, interiores (esfera sensorial-instintiva,
esfera
sentimental-emocional, esfera mental-racional) ... de manera
de quedar
impregnado por estas particulares vibraciones".
El ejemplo citado puede ayudar a ver bastante claramente
cómo,
incluso allí donde debería afirmarse el rigor
"científico" de las
ciencias tradicionales, pueden intervenir fuerzas
imaginativas capaces
de producir autosugestiones que, a decir verdad, son
precisamente lo
contrario de la actitud necesaria para realizar una técnica
iniciática (22). Es preciso añadir que, realizando tales
métodos
en grupo, la autosugestión de los individuos puede ampliarse
para
alimentar un psiquismo colectivo (al que los ocultistas han
dado el
extravagante
nombre de "egrégore"), susceptible de servir de
instrumento a aquel o a "aquello" que esté en
grado de utilizarlo para
sus propios fines.
Todavía a propósito del ejemplo en cuestión, debe
constatarse
la sorprendente opinión según la cual la "operatividad
masónica"
tradicional consistiría precisamente en el método antes
mencionado:
y ésta es verdaderamente una prueba más de la potencia de la
imaginación, desde el momento en que la Masonería operativa
no es
tan completamente ignorada, y no es difícil comprobar que
sus
métodos, sin duda, eran (o son aún) muy distintos a la
susodicha
fantástica cabalgada astrológica (23).
De cualquier modo, aparte del típico caso antes considerado,
podrían sin duda citarse otros análogos de variada
naturaleza, y
debe tenerse en cuenta que, además de la "vía
sustituida" de la
política, del evolucionismo racionalista y de un más
reciente
evolucionismo psicoanalítico, está además la "vía
sustituida"
que, apoyándose a veces en nociones tradicionales, dan lugar
a
distintas formas de pseudo-esoterismo.
EXIGENCIA Y DIFICULTAD DE LA CLARIFICACiÓN
Este peligro del pseudo-esoterismo, demasiado frecuentemente
desatendido o subestimado, ha sido por lo demás también
recordado y
examinado en publicaciones masónicas recientes. Se ha
hablado, por
ejemplo, de "reflexiones un poco amargas sobre el
estado de los trabajos
iniciáticos en la sociedad actual", y de un "boom
de lo oculto", que
"comenzó en Italia hace una decena de años siguiendo el
ejemplo de
análogas iniciativas parisinas, londinenses y neoyorquinas
... que
acabaron con la venta de patentes iniciáticas y con
embrollos más o
menos sofisticados". Sabiamente, se ha afirmado también
que no debe
generalizarse: "Hay -es obvio- personas e instituciones
válidas, y
las que no lo son no perjudican de hecho el fundamento de la
Ciencia
Esotérica tradicional sobre la que se apoyan". Y, tras
una alusión
un poco enigmática a las "poquísimas instituciones
válidas
existentes en Occidente" fuera de la Masonería, se
indica la exigencia
de un "revolucionario período informativo, formativo y
analítico-sintético sobre la elección de los mejores de
entre los
resultados prefijados y los medios implicados. Si, cada vez
que tenemos
conocimiento de ciertos hechos, nos preguntamos quién, qué,
cómo,
dónde, cuándo, por qué y, sobre todo, a quién beneficia,
habremos hecho una obra de claridad informativa" (24).
Ciertamente, puede compartirse la consideración de la
exigencia de
una obra de claridad informativa. Por otra parte, es curioso
constatar
que quien ha expresado tal exigencia había escrito una
especie de
reseña desmañada de la "Rivista di Studi
Tradizionali", sin explicar
mínimamente su contenido específico, y presentándola como si
fuera
una publicación antimasónica, que habría alcanzado "la
perfección, o casi" en un "campo de inexactitud y
maledicencia" (25).
Este pequeño aunque sintomático ejemplo es digno de notarse
en tanto
que hace entender cómo sobre su afirmada exigencia de claridad
puede
prevalecer la preocupación de defender ciertos prejuicios y
determinadas orientaciones, hasta el punto de intentar
arrojar el
descrédito contra todo aquello que pueda disturbarles (26).
De todos modos, es preciso reconocer que la claridad, también
sobre el plano informativo, no es nada fácil de encontrar;
tanto más
cuanto que, en el terreno de la expresión de las ideas, debe
necesariamente presuponer la capacidad de comprender el
contenido de
aquello que se expresa y de discernir lo verdadero de lo
falso.
A propósito de ello, debemos notar que una de las razones de
nuestra frecuente referencia a la obra de René Guénon
consiste, no
ciertamente en una complacencia en una fe ciega (como
algunos han
querido creer), sino en la constatación de que precisamente
puede
ayudar en la ardua vía de la comprensión y del
discernimiento: y
esto sobre todo por la exposición de enseñanzas
tradicionales que
permiten la apertura de un horizonte intelectual propiamente
ilimitado,
respecto al cual todas las ilusiones y las "vías
sustitutivas"
individuales aparecen con las dimensiones de un juego de
niños; pero
también por las aclaraciones específicas y explícitas
respecto a
las corrientes antitradicionales en acción, aclaraciones que
a veces
adquieren una sorprendente actualidad (27).
En cualquier caso, para quien pretenda referirse a la
iniciación
masónica, debería ser evidente la oportunidad de reflexionar
sobre
los riesgos de quedar aprisionado en cualquier ilegítima
"vía
sustituida". Para evitar los equívocos, debemos
precisar que no
pretendíamos lo más mínimo intervenir para impugnar a unos u
otros
los tipos de intereses y las diversas experiencias en las
que quieran
mezclarse o aventurarse. Nuestra intención a este respecto
es
simplemente la de ayudar a hacer que cada cosa sea puesta en
su lugar y
tomada por lo que es, sobre todo sin falsificadas
"sustituciones" de
aquello que es de orden tradicional e iniciático.
NOTAS:
1. Jean Baylot, La Voie substituée, cuya edición original
fue
publicada en Lieja en 1968.
2. Esto se refería, entre otras cosas, al programa
revolucionario que
en un primer momento había sido propugnado por Weishaupt,
con la
sociedad secreta de los "Iluminados de Baviera",
fundada en 1776, la
cual no tenía nada de iniciático, y además era hostil a la
Masonería; sólo posteriormente se produjo la interferencia
de
ideologías similares en el interior de las organizaciones
masónicas,
que fueron así en realidad instrumental izadas con
finalidades
extrañas a su naturaleza.
3. Como ejemplo de sustitución debida a una necesidad de
adaptación,
se podrían citar los cambios sufridos en varias formas
tradicionales
respecto al empleo de la bebida sagrada, o las sustituciones
referentes
a los nombres divinos en la tradición hebrea, o las
sustituciones de
la "palabra sagrada" en la tradición masónica, o
también las
adaptaciones de contenidos rituales derivados de la
Masonería
operativa, dispuestas de tal modo que pudieran incorporarse
a una
iniciación masónica que ya no implicaba la práctica del
oficio.
Sobre este importante argumento, remitimos al artículo de
Guénon,
Parole perdue et mots substitués, traducido en el nO 8 de
esta
revista, p. 155 ["Palabra perdida y nombres
sustitutivos", en
http://www.ctv.es/USERS/fmp/rgpalabr.htm].
4. Observemos de paso que, para evitar graves confusiones,
debe tenerse
presente que tanto lo singular como lo colectivo (que no es
sino un
agregado) pertenecen igualmente al mismo nivel de realidad y
de
ilusión individual. Sucede a veces que se cree superar el
plano
individual refiriéndose a contenidos propios de la
colectividad, y que
tales contenidos son calificados impropiamente como
"universales": se
trata de un abuso del lenguaje bastante significativo, pues
traduce un
desconocimiento que lo que verdaderamente es de orden
universal, al cual
seria indispensable remontarse para superar la ilusión de la
individualidad.
5. Cf. Pietro Nutrizio, La scienza massonica e le scienze
profane, en el
nO 52 de esta revista
[http://www.ctv.es/USERS/fmp/nutriziocienciamas.htm].
6. Entre otros indicios significativos relacionados con los
orígenes
de los "Moderns", recordemos el hecho de que no
poseían todos los
grados de la Masonería operativa (hasta tal punto que el
grado de
Maestro fue incorporado solamente en un segundo tiempo en la
Masonería
moderna), y demostraron así una gran ignorancia sobre el
origen de la
herencia iniciática masónica. Pero todavía más
significativo, y
por cierto no tan sólo ligado a la iniciativa de un único
personaje,
es el engaño con el que Anderson (uno de los fundadores de
la moderna
"Gran Logia de Inglaterra") presentó falsamente
las "nuevas
constituciones" como conforme a documentos extraídos de
los antiguos
rituales, a los que intentó destruir para evitar su
desenmascaramiento. Después de estos hechos, algunas Logias
operativas
llegaron a excluir la admisión de cualquier miembro que
llevase el
nombre de Anderson, que fue descrito por Waite como
"especialmente capaz
de corromper todo lo que tocaba". Según el juicio de
René Guénon,
"los primeros responsables de esta desviación, al
parecer, fueron los
pastores protestantes Anderson y Desaguliers, que ...
hicieron
desaparecer todos los antiguos documentos sobre los que
pudieron echar
mano, para que nadie pudiera darse cuenta de las
innovaciones que
introdujeron ... No obstante, dejaron subsistir el
simbolismo, sin
sospechar que éste, para cualquiera que lo comprendiera,
testimoniaba
contra ellos tan elocuentemente como los textos escritos, a
los que por
lo demás no habían llegado a destruir por completo"
(cf. Études
sur la
Franc-Ma<;onnerie et le Compagnonnage, 11 ["A propósito de los
signos corporativos"], pp. 72-73; cf., además, en la
misma obra, las
observaciones de las páginas 219,252-253,260,264 Y 283 del
primer
volumen, y 123-124 del segundo volumen).
7. La llamada a la libertad expresa sin duda una exigencia
fundamental,
referente a la actuación de las posibilidades intrínsecas de
cada
ser, y ligada, en definitiva, a la propia desvinculación de
las
condiciones limitativas de la existencia, lo que se
corresponde con la
realización iniciática. Pero, como ya ha sido observado por
ciertas
autoridades masónicas, ocurre que la libertad es de hecho
solamente
referida a la superación de ciertas formas de coacción,
relevantes
en la práctica, pero relativamente exteriores, y que no van
más
allá de cuanto puede aparecer desde un punto de vista
puramente
individualista y profano.
12. Cf. Hiram,
1980, n? 2, pp. 37 Y 38.
13. Estas
afirmaciones están sacadas de la comunicación de Herbert
Kessler a la XII Conferencia Internacional del Supremo
Consejo del Rito
Escocés Antiguo y Aceptado, celebrada en parís en 1980.
14. Hiram,
1980, n? 1, p. 7.
15. La
concepción de estas dos tendencias contrapuestas que se siguen
o, según un cierto aspecto, son interdependientes y
complementarias,
presenta sin duda un notable valor explicativo de las
premisas, de las
fases de desarrollo y de las características del mundo
moderno, bien
sea con respecto a la humanidad, bien con respecto a todo lo
que se
refiere al propio ambiente natural. Sobre este importante
argumento,
remitimos a la obra de René Guénon, Le Régne de la Quantité
et
les Signes des Temps [El Reino de la Cantidad y los Signos
de los
Tiempos, Madrid, Ayuso, 1976, y Barcelona, Paidós, 1997] (en
particular, cap. XVII, "Solidificación del mundo",
y los capítulos
posteriores). Por lo demás, el mismo argumento ha sido
empleado por
otros autores en esta misma revista (cf., en el nO 30, el
artículo
de Giovanni Ponte, Cambiare mentalitEO, en las pp. 3-4).
12. Hiram,
1980, n? 1, p. 7, Y nO 3, pp. 69 Y 71.
13. Ibidem, pp.
70-71. Muy expresiva de la tendencia de la que hablamos
es la afirmación según la cual "la insensatez ... es la
madre de la
sabiduría". Esta convicción de que la sabiduría deriva
de la
insensatez pone en evidencia el hecho de que ciertas
entusiastas
"aperturas" implican el riesgo de un verdadero
desastre; a propósito
de ello, y para evitar falsas asimilaciones, es bueno
observar que,
sobre la ambigua base de un empirismo psíquico para el que
"el
inconsciente aparece como una visión mental", la
"insensatez" de que
se trata no debe en absoluto ser confundida con la sólo
aparente
"locura" de un conocimiento superior, ni con la
sólo aparente falta de
significado de esa "piedra inutilizable" que en
realidad constituye la
"clave de bóveda" de todo el edificio.
14. Nos referimos a un escrito en el que el argumento del
"conocimiento
religioso del Masón" ha sido explicado "a la luz
del psicoanálisis",
y que ofrece entre otras las siguientes afirmaciones:
"En primer lugar
está la líbido narcisista ... que coincide con el amor a la
vida, que
es la vida misma ... Luego este amor, origen o al menos
primera
manifestación subjetiva de la vida, aunque sea en un
principio
egocéntrico o dirigido a la sola persona de la madre, es
capaz de
afluir hacia los otros, hacia el sexo contrario, hacia el propio
grupo,
y más tarde hacia otros grupos, y, finalmente, en los poetas
y los
místicos, hacia el mundo entero ... Aparece entonces una
realidad
humana fundamental, alejada de tantas desviaciones actuales
... También
la verdad de la Biblia y del Evangelio ha necesitado de un
largo camino
para decantarse y depurarse ... Debemos entender tales
verdades en un
sentido simbólico ... Hasta el augusto concepto de Dios y
del Gran
Arquitecto ... es el Dios de la vida y de la evolución ...
En suma,
según el psicoanálisis ... existe una dimensión religiosa en
la
psique humana; y tal dimensión, considerada de un modo
abierto y
prescindiendo de revelaciones y de dogmas, quizá sea la
dimensión
fundamental del mundo humano"; en otros términos, esta
conciencia
"abierta" consiste en permanecer prisioneros en
una dimensión
puramente psíquica, pretendiendo reducir a ella todas las
indicaciones
tradicionales que se refieren a una realidad superior,
"supra-psíquica" y "supra-cósmica".
15. Nos referimos a un artículo de Emilio Servadio publicado
en el
número de julio de 1970 en la Rivista Massonica, en el cual
el autor
afirmaba lo siguiente: "Es a mi entender un grave error
de ciertos
esoteristas el creer que el pensamiento de Jung, en general,
esté
"más próximo" a los niveles de la especulación
tradicional y del
pensamiento metafísico que la doctrina psicoanalítica
freudiana.
Todo verdadero esoterista sabe muy bien que psique, alma y
espíritu no
son de hecho términos intercambiables". Además, tras
haber tomado la
definición del psicoanalista Ernest Jones como base de
referencia para
entender el significado del simbolismo en el psicoanálisis,
Servadio
observa en el mismo artículo: "Si repensamos el
simbolismo entendido
en ~I sentido, por así decir, reductor y restrictivo según
la
definición de Ernest Jones, vemos que el símbolo, en tal
acepción,
es la representación última, sintética y consciente de algo
más
primitivo, extraño, rudimentario y subyacente. Gráficamente,
podríamos representar un símbolo como un objeto superficial,
cuyas
raíces invisibles se hallan abajo, y son accesibles tan sólo
después de un trabajo de excavación, es decir, de la
exploración
psicológica y analítica. El símbolo, en sentido iniciático y
masónico, puede por el contrario figurarse de un modo
análogo e
invertido, o sea, como un objeto presente sobre la tierra,
al que,
dentro de ciertos límites, podemos acercarnos y entender
sobre el
terreno, pero cuyo manantial está en lo alto, de modo que,
para
alcanzarlo, es necesario cumplir un movimiento interior de
un tipo
particular, una "salida", como por otra parte está
indicado en más
de un paso de nuestros rituales".
16. Lo que presumiblemente debe entenderse así: en los
textos sagrados
de todas las formas tradicionales.
17. Hiram.
1980, nO 4, p. 110.
18. Por
ejemplo, la afirmación según la cual el Conocimiento divino
espera en la "esfera de la Esencia principial
cósmica" puede traducir
una contradicción antimetafísica, ya que es
"principial"
precisamente aquello que está más allá de lo
"cósmico". Por
tomar otro ejemplo, la afirmación según la cual la
"recuperación"
del "estado primordial" humano sería el fin último
de la
realización iniciática implica una limitación que puede ser
susceptible de favorecer graves equívocos y errores de
aplicación:
en efecto, a pesar de la inmensidad de las implicaciones del
"estado
primordial" y de la extrema dificultad para alcanzarlo,
corresponde sin
embargo al término de una primera gran fase de la
realización
iniciática, sin que por ello se salga del plano humano; en
el caso de
que sobre la base de dicha limitación teórica se pretenda
entender
la iniciación fuera de una conexión de dependencia con
respecto a la
realización supra-humana y de aquello que verdaderamente es
de orden
principial, se abrirá el campo a desviaciones en un sentido
puramente
"naturalista", con lo cual en realidad el mismo
acercamiento al "estado
primordial" será imposible.
19. A decir verdad, existe frecuentemente una estrecha
relación entre
el pseudo-esoterismo y ciertos contenidos residuales de
origen
tradicional, no sólo derivados de formas tradicionales
extinguidas
(como por ejemplo la egipcia o la clásica griega y romana),
sino
también de formas tradicionales todavía vivas y utilizadas
prescindiendo de las condiciones (o infringiéndolas
voluntariamente)
que pueden legitimarla como soporte de las correspondientes
influencias
espirituales. A título de ejemplo, podría citarse el uso de
fórmulas canónicas eclesiásticas con pretextos mágicos o
"teúrgicos"; pero consecuencias tal vez más
graves, en el sentido de
poder servir de sostén a influencias contra-iniciáticas, son
posibles cuando interviene la utilización de una lengua
sagrada, como
por ejemplo el hebreo, en pretendidos ritos celebrados y
sugeridos fuera
de cualquier regularidad y adhesión a las respectivas normas
tradicionales.
20. Es decir,
hasta la realización del estado primordial humano.
21. Hiram,
1980, n? 4, p. 112.
22. A propósito
de ello, puede recordarse la máxima iniciática
según la cual "ocurre que el hombre domina los estados
espirituales, y
no que los estados espirituales dominen al hombre".
Naturalmente, si
esto es verdad para los estados espirituales que se refieren
a
realidades de orden elevado en el camino de una auténtica
iniciación
efectiva, también debe serio con respecto a los contenidos
psíquicos
que se desarrollan en la imaginación de quien quiera dar los
primeros
pasos en la vía iniciática. Sobre este importante argumento,
remitimos al capítulo XXXV, Iniciación y
"pasividad", de Aper<;us
sur l'lnitiation, en el que René Guénon habla entre otras
cosas de
"ciertos entrenamientos psíquicos" que comúnmente
tienen el efecto
de "tornar al ser eminentemente sugestionable, como se
demuestra con la
constante conformidad de sus visiones a las teorías
especiales de la
escuela a la que pertenece".
23. Los lectores que nos han seguido en el pasado recordarán
que ya en
otra circunstancia tuvimos ocasión de hablar de teorías
similares y
de algunas constataciones que pueden hacerse en relación con
ellas.
Para quien esté interesado en tales argumentos, remitimos a
lo
indicado en los artículos Martinismo, Eletti Cohen e
grandissimo
equivoco, en el nO 45 de esta revista (pp. 101-102), Y
Materie
"vitandae", en el n047 (pp. 110.111).
24. Hiram,
1980, n? 4, p. 119.
25. Es oportuno
citar aquí más ampliamente para nuestros lectores el
texto al que nos referimos: " ... quien ha alcanzado la
perfección, o
casi, en este campo de inexactitud y maledicencia, es la
Rivista di
Studi Tradizionali que, en el número 51 de julio-diciembre
de 1979,
habla de todo y de todos en sólo 83 páginas, pero
especialmente de
la Masonería italiana y francesa y de sus singulares
exponentes. Y
todo en nombre de una fe declarada como
"ortodoxa", pero a la que
sería mejor llamar ciega, en la obra de René Guénon ...
Igual de
fastidioso que un mosquito es verla ocuparse de los escritos
de un
Masón [?], del proceder de una Logia determinada [?], de un
artículo
[?] publicado en la Rivista Massonica. Siempre a
despropósito y con la
arrogancia petulante típica de quien hace suyo el refrán
"quiero
pero no puedo". Pero, ¿por qué la toman tanto con
nuestra
Institución?" (Ibidem, nO 2, p. 60). No pensamos que
sea el caso de
detenerse mucho en estas tentativas de hacer creer a los
lectores
Masones que los presuntos "ataques" contenidos en
la Rivista di Studi
Tradizionali sean llevados contra la Masonería: para
nosotros esto es
insensato con respecto a la institución masónica,
exactamente como
lo sería con respecto a cualquier otra institución
tradicional, sin
que por ello deba entrarse mínimamente en el juego con uno u
otro
vínculo particular o personal. Nuestras observaciones
críticas son
exactamente de la misma naturaleza que cuando se trata, no
ciertamente
de "atacar" a una institución tradicional, sino
más bien de
defenderla, en lo posible, de la amenaza de interferencias
antitradicionales, aunque se disfracen así de cualquier
mixtificación o ilusión. Observemos además que muy bien
sabemos
que las corrientes en juego van mucho más allá de los
individuos de
lo que parece. Y, si alguien ha creído poder descender al
terreno de
la polémica individual, debemos precisar que ni mínimamente
caeremos
en ello, puesto que de hecho no nos interesa, y ello puede
ser no
obstante un modo de desviarnos de aquello que verdaderamente
cuenta.
26. Añadamos que, oportunamente, la dirección de Hiram ha
dispuesto
la publicación de una carta de "precisaciones",
cuyo texto se
reproduce en otra parte del presente fascículo.
27. Entre las muchas referencias que podrían citarse a este
respecto,
recordemos toda la última parte del libro Le Régne de la
Quantité
et les Signes des Temps, artículos como "Tradición e
inconsciente"
(publicado en el nO 26 de esta revista) [Cf. Símbolos
fundamentales
de la ciencia sagrada, Buenos Aires, Eudeba, 1988, y
Barcelona,
Paidós, 1997 (Símbolos de la ciencia sagrada), cap. V], y la
amplia
suma de indicaciones que puede encontrarse en sus reseñas y
en su
correspondencia. A título de ejemplo, podrían citarse las
observaciones contenidas en una reseña concerniente a Robert
Ambelain
(con una significativa alusión a "Fulcanelli"), a
propósito de las
huellas de una iniciación desviada ("dévoyée") de
fines del
Renacimiento, y "degenerada hasta el punto de haber
perdido todo
contacto con el orden espiritual, y que hace posible
cualquier clase de
infiltraciones y de influencias más o menos
sospechosas", con sus
consecuentes orientaciones "naturalistas" y
"Iuciferinas" (cf. René
Guénon, Comptes-Rendus, p. 47).
POST SCRIPTUM. Siempre con el tema de la actualidad, y en
referencia a
lo arriba indicado, después de haber escrito el presente
artículo
hemos sido informados de una comunicación digna de nota del
mencionado
Robert Ambelain, publicada en una revista masónica francesa.
En dicho
comunicado, fechado el 1 de septiembre de 1980, se afirma
textualmente:
"Yo considero a Guénon como un individuo despreciable,
que ha
traicionado sucesivamente todo aquello a lo cual se ha
adherido" ("Je
considere Guénon
comme un individu méprisable, qui a trahi
succesivament
tout ce EO quoi a adhéré"). A decir verdad, no debe
asombrar demasiado un juicio tal, teniendo en cuenta que
proviene de un
personaje que ya se había distinguido por sus escritos rebosantes
de
infamantes acusaciones contra Jesucristo (cf. el nO 45 de
esta
revista, pp. 109 Y ss., Y el nO 51, p. 161). Sólo nos queda
esperar
que se advierta qué tipo de corrientes se hallan en el
origen de
semejantes campañas denigratorias.
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