miércoles, 19 de junio de 2013

Las matemáticas modernas

26/8/97. Abbé Henri Stéphane:
Tratado XIII.1, "LAS MATEMÁTICAS MODERNAS" (Ext. de "Introduction à l'Ésotérisme Chrétien", vol. I, París, Dervy-Livres, 1979).

Las matemáticas modernas, esencialmente axiomáticas, son contrarias a la marcha NATURAL -e incluso histórica- del espíritu. En lugar de partir del DATO y de proceder posteriormente por abstracción, parten de lo CONSTRUIDO, es decir, de una producción arbitraria del espíritu, para descender después a las aplicaciones y a las representaciones concretas, sin que por lo demás sea posible justificar a éstas. El hiato entre lo concreto y lo abstracto se muestra todavía más claro en la inversión de las relaciones normales: en lugar de abstraer el EIDOS -la Idea en el sentido de Platón y de Aristóteles- de lo concreto, conforme al proceso natural del espíritu, se hace lo inverso, y esto basta para demostrar el carácter subversivo de la matemática moderna, en oposición con la doctrina escolástica del nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu ("nada hay en el intelecto que antes no haya estado en los sentidos"). Hay aquí además una especie de parodia luciferina por la cual el espíritu usurpa el lugar del Logos, pretendiendo "construir el mundo" a partir de axiomas y estructuras, llegando incluso a declarar que el universo es "de esencia matemática". Reducido así a estructuras vacías, puesto que las operaciones tienen lugar sobre elementos sin contenido, el universo matemático se convierte en un verdadero "juego" en el que el espíritu humano se complace (una especie de "narcisismo" intelectual) y del que hace en cierto modo una religión o una mística; un matemático es generalmente un no creyente, lo que le sitúa en el marco del ateísmo moderno universalmente extendido. Este "juego" se expresa, por lo demás, precisamente por una "formalización" cada vez más forzada, en la que el espíritu ya no opera con conceptos, sino con SIGNOS: el espíritu humano tiende a reducirse a una estructura desencarnada.

Este doble carácter subversivo y desencarnado de la matemática moderna la relaciona con todo lo que hay de subversivo y de "deshumanizador" en el pensamiento moderno; a este respecto, sería interesante estudiar las relaciones existentes entre la matemática moderna, la lingüística y el estructuralismo. En la medida en que estas teorías no se interesan sino por la estructura del lenguaje, vaciando las palabras y los conceptos de todo contenido semántico, se emparejan visiblemente con lo que hemos mencionado acerca de las matemáticas modernas; todos los partidarios de este género de doctrinas "operan" sobre lo "construido" e ignoran el "dato", tanto en referencia al mundo exterior como a una Revelación cualquiera, lo que entraña, como hemos dicho, una mentalidad atea. La oposición al existencialismo no es más que aparente: éste, no interesándose sino en los ENTES o en los EXISTENTES, niega el mundo de las esencias, y, tanto en un caso como en otro, todo simbolismo es destruido, sea por reducción a un formalismo vacío en lo que concierne a las matemáticas, sea por negación del "significado" en el caso del existencialismo. En ambos casos, se cae en el absurdo del mundo, en la nada, en la "muerte del hombre", consecuencia inevitable de la "muerte de Dios", y no queda entonces sino un mundo de MÁQUINAS que ilustra perfectamente el imperialismo de lo CONSTRUIDO y el aplastamiento de la naturaleza. Es notorio que este proceso de destrucción se remonte a Kant, que consideraba al objeto como una "construcción de nuestro espíritu", y que relegó a las esencias al dominio de lo no conocible. En cuanto a la ciencia moderna,  que es puramente empírica y conjetural, se sitúa en el nivel de los fenómenos y, no alcanzando en modo alguno lo "real", está también condenada a construir máquinas.


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