martes, 28 de abril de 2009

Flexibilidad salarial y rentas de la ciudadanía (Giacinto Auriti)

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"FLEXIBILIDAD SALARIAL Y RENTAS DE LA CIUDADANÍA

El trabajo libre se distingue del trabajo esclavo, porque se basa en la libre contratación de las compensaciones. Estipular un contrato significa respetar la palabra dada por los trabajadores y el empleador del trabajo. Con la flexibilidad salarial se altera arbitrariamente el valor de la compensación correspondiente al trabajador, ya que se vacía arbitrariamente y unilateralmente el poder adquisitivo. Esta estafa no es imputable al empleador, sino al vértice del banco central que lo implementa con el pretexto de defender el poder adquisitivo del dinero y lo hace en su propio interés, ya que tiene la propiedad pecadora de la emisión (porque emitir prestando y prestar dinero es la prerrogativa del propietario). Así pues, lo que es respetado como una obligación contractual es la sola expresión numérica de la suma de dinero pagado en concepto de salario, y no su valor. A los bolsillos de los trabajadores va el valor monetario que varía con los cambios en la inflación. Y puesto que la inflación no es causada por el empleador, sino por el banco central, que luego se lamenta por la necesidad de controlarla y reducirla, y es capaz de predecir y prevenir, porque es capaz de causar, aparece claramente la absurda recitación cotidiana de los actores de la dramática comedia de los conflictos contractuales: Bankitalia, Confindustria, CGIL, CISL, UIL. Quién controla el juego es Fazio, el propietario del dinero que lo emite prestándolo también a los industriales. Y los industriales deben aceptar las propuestas de Fazio, ya que es capaz de conceder o negar el préstamo de dinero del que el mundo del trabajo tiene necesidades como de aire para respirar.

Es evidente que el problema de la conflictividad contractual puede resolverse sólo con la propiedad popular de la moneda. Atribuyendo a cada ciudadano, en el acto de emisión, su cuota valor monetario como renta de la ciudadanía, se fortalece de una vez por todas la posición del contrayente más débil, porque así lo libera de las necesidades básicas. De esta manera, el trabajador acepta el contrato de trabajo porque lo ha querido, no porque se vio obligado a aceptarlo.

El régimen de propiedad popular de la moneda y de la renta de ciudadanía conviene también tanto a los empleadores como a los trabajadores, porque finalmente también para los contratos de trabajo para hacer que vuelve a valer la regla de "tener fe en la palabra dada" que da fiabilidad y estabilidad de las que hoy el mundo del trabajo tiene necesidad exasperada.

Se pone en evidencia que se resuelve también el problema de la robotización. Hoy en día, los robots se consideran con hostilidad por los sindicatos debido a que su uso aumenta el desempleo. Atribuyendo a los ciudadanos la renta monetaria de la ciudadanía, se puede usar para comprar los productos de los robots a un precio más bajo por la reducción de los costos, creando así una política de deflación monetaria.

El último pero no el menor argumento es la circunstancia de que las rentas de la ciudadanía deben dar efecto al 2 párrafo del art. 42 de la Constitución italiana que sanciona el derecho a la propiedad para todos como un derecho social universal. Esta norma ha sido sistemáticamente ignorada por todos los gobiernos de un estado que a pesar de declarase constitucional,para confirmar la regla de vientre lleno no cree en vientre vacío, que a pesar de ser ignorado por la Constitución, sin embargo tiene todavía plena relevancia jurídica.

Giacinto Auriti
Secretario General del Sincato Antiusura SAUS

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