lunes, 16 de junio de 2008

Edy Minguzzi, Feminidad y feminismo (Edad de plata)

EDY MINGUZZI

FEMINITÉ ET FEMINISME,
LA FEMME DANS LE MONDE DE LA TRADITION,
Pardès, Puiseaux 1991

(La Edad de Plata)




CAPÍTULO III

LAS CUATRO EDADES DE LA MUJER

La Edad. De Plata

Ya hicimos alusión al mito de la "caída" ( exclusión de la trascendencia y y de la inmortalidad) determinada por la supremacía de la naturaleza femenina, dual y pasiva, sobre el principio viril, unitario y activo. El principio femenino se apodera de la espiritualidad viril - lo que viene a decir que el espíritu se feminiza.


Numerosos mitos antiguos evocan esto: en el Libro de Henoch, se cuenta que los Ángeles, prendidos de deseo por las mujeres, se unieron a ellas, corrompiendo así su naturaleza inmortal (1);en el Critias (2), Platón afirma, a propósito de los divinos de los "Atlantes", que “su participación en la naturaleza divina, a causa de sus frecuentes y múltiples uniones con las naturalezas mortales, comenzó a declinar y la naturaleza humana terminó por prevalecer ".

Igualmente, los Ases de la tradición nórdica, portadores del principio uránico-solar, deben combatir los Elementarwesen, naturalezas elementales y telúricas;
igualmente, todavía, los dioses del Olimpo están obligados a luchar contra los gigantes, hijos de la Noche, de la Tierra y las Aguas, kratofanías explícitamente femeninas.

La egipcia Isis hace morder a Rá, el principio solar, por una serpiente venenosa, y se atribuye su "nombre de potencia", asumiendo en adelante el poder que ahí está vinculado.

La Edad de Oro se cierra.

El culto del Sol como hiérofanía del principio del Ser, inmutable e increado, cede el lugar a las religiones de la Luna y la Tierra; en adelante sometidas a la ley del nacimiento y la muerte, el Sol, hijo de la Luna y la Noche, cuando no es tenido en sus brazos por la Diosa Madre, se relegan al papel de psicopompo y, de una manera general, ligado al mundo de las tinieblas: "el mito de Helios revela las valencias ectónicas y las valencias infernales" (3), y en la religión mediterránea, telúrico- femenina por excelencia, sus atributos y sus calificativos se ponen en relación con las funciones vegetales e inferiores (Paián, Chthónios, Plutón). Eliade confirma que el Sol, en el mundo ectónico-mágico-sexual de las religiones mediterráneas, es taurino y el esposo de la Gran Madre.

Como tal, es padre o progenitor de hechiceras nocturnas, expertas en filtros a base de vegetales: Es el caso de Circe o de Medea, a las cuales hace don de un carro que tiran serpientes.

Hierofania celestial por excelencia, el Sol se convierte en así la fuente de obscuras energías, hasta el punto que "la entrado del Hades se llamaba “ la puerta del sol” (...). La polaridad luz-oscuridad, solar-ectónica ha podido pues ser tomada como las dos fases alternantes de una misma realidad.

Inversamente, las divinidades telúricas se vuelven celestiales: la Madre Negra se vuelve Virgen Lunar, la telúrica Isis se convierte en una divinidad celestial, "la que da al cielo su luz". Esta nueva situación es ilustrada en Egipto por la relación invertida de Nout y de Geb: la diosa representa la bóveda del cielo

Bajo la cual se extiende el dios, la Tierra. Es decir, permaneciendo diosa telúrica del todo, ella engendra el cielo.

La fuente original de toda vida es ahora la madre generatriz; el principio viril se reduce al papel de puro instrumento fálico, personificado por el Toro amante del la novilla lunar (en efecto, la novilla es una de las correspondencias analógicas de la Luna) (5). El culto en adelante se rinde al principio femenino de la generación física y, sobre la inmutabilidad del principio increado, prevalece el ciclo material de las generaciones y de las encarnaciones. Las Manzanas edénicas del Árbol de Vida pasan a las Hespérides, cuya residencia confina la Noche. Es la Edad de las Grande Madres, de las diosas chtonianas, abandonos extáticos opuestos a la trascendencia en adelante olvidada, es la Edad de Plata.

Los Dios del Olimpo crearon una segunda generación, muy inferior a la precedente, la de Plata. No se asemejaba más, ni por su cuerpo, ni por del alma, a la de Oro. Durante cien años, el hijo quedaba a los cuidados de la madre, jugando como un niño en la casa. Una vez adultos, una vez alcanzada la flor de la juventud, estos hombres solo vivían muy poco tiempo, pasto, en su locura, de toda clase de sufrimientos (...)" (6).

El principio femenino se sublima en una forma de espiritualidad tranquila. A este respecto, J. Evola indica muy justamente: "En frente de una virilidad concebida de un manera materialista, esto es decir como la fuerte física, dureza, afirmación violenta - la mujer, por sus facultades de sensibilidad, sacrificio y amor, así como por el misterio de la generación, pudo aparecer como Ia encarnación de un principio más elevado. Allí donde no se reconocía solamente más que la fuerza material, pudo pues adquirir la autoridad, aparecer, hasta cierto punto, como una imagen del Madre universal " (7)


Incesto divino

En la disolución del Caos de los orígenes, lo que apareció fue Gala, la negra Tierra fecunda que, por partenogénesis, produjo a su esposo: "En los comienzos, la Tierra generó un ser igual ella misma y capaz de cubrirla toda entera: el Cielo estrellado" (Hesiodo, Teogonía, 126 sq.). Al afirmar la prioridad del principio femenino, Hesiodo destaca al mismo tiempo uno de los trazos más características de la civilización telúrico-maternal: en la edad de la Madre, substrato único de la existencia, el incesto es la norma.

La primera Mujer produce por si misma su propio esposo y consagra así el uso acoplamientos consanguíneos.

Este hábito es ilustrado por el mito: Zeus se acopla a su madre Rhéa en forma de una serpiente (12) y a continuación con su propia hija Perséfone nacida de este amor incestuoso (13). Hermes mismo se une su madre, indiferentemente llamada Afrodita, Artemisa, Perséfone, o Brimo (14) , y los seis hijos de Poseidón y Alia, pasto de la locura inspirada por Afrodita, se acoplan a su propia madre (15).

Las relaciones entre la Gran Madre y los Dáctilos, los Curetes, los Cabirios y los Coribantes, de los cuales es madre, son bien conocidos (16).

El sentido de la paternidad que se desvanece junto con el de la virilidad, la significación de la diferenciación entre las razas y los linajes desaparece también: todo da la vuelta al substrato colectivo indiferenciado.

"Lo mismo que las hojas no nacen la una de la otra, sino del tronco, de la mima manera , si es el hombre quien suscita la vida, esta es dada efectivamente por la madre", tal es aquí la premisa. No es el hijo quien perpetúa la raza; él tiene una existencia puramente individual limitada a la duración de su vida terrestre. La continuidad se encuentra al contrario en el principio femenino, maternal. De donde la consecuencia que la mujer, como madre, se encuentra en el centro y la base del derecho de la gens o la familia y que la transmisión se hace por la línea femenina. Y si de la familia se pasa al grupo social, se llega a las estructuras de tipo colectivista y comunista; cuando se invoca la unidad de origen y el principio maternal, puesto que todo el mundo desciende de igual manera, la aequitas pasa a ser aequalitas, las realciones de fraternidad universal e igualdad se establecen espontáneamente, se afirma en una simpatía que no conoce límites ni diferencias, una tendencia a poner en común todo lo que se posee, y que se ha recibido por otra parte como un regalo de la Madre Tierra "(17).

(1) VI, I-6,1
(2) Critias 110 c; 120 d-e; 121 a-b
(3) M.. Eliade, op cit. p 129
(4) Ibid p. 130
(5). Para todas las estas cuestiones, véase C. Kerényi, Gli Déi et gli Eroi, cit., I,.98 sq. y passim.
(6). Hesiodo, Los trabajos y los días, 109.
(7) J. Evola, Rebelión contra el mundo moderno, cit., p. 299..
(12) O. a Kern, Orphicorum fragmenta, 58,.59; Ovide, Métam., 6,.114; Athénagore, XX, 292.
(13).. Orfphei Hyrmni, 39, 7.
(14). Cicéron, De natura deorun, 3, 56-60: Properce, 2. 2. 11
(15) C. Kerényi, o.p cit., I, p. 156.
(16) lbid, I, p. 177 y passim.
(17).. ,J. Evola, Révuelta, cit., p. 300-301.

Edy Minguzzi Feminita et feminismo. Pàrdes, Puiseaux 1991, p 63 -69

De donde se nos trae a concluir que nuestra época está en lo sucesivo definitivamente orientada hacia una civilización ginécocrática de las que las feministas no son los promotoras sino un simple producto.

Op. Cit. P. 70

Sexo y magia bajo la Luna Negra

Magia negra y Titanes

En la Edad de Plata, la espiritualidad pasa al polo femenino y, por lo tanto, la virilidad se materializa. El mito de los Titanes simboliza la rebelión del varón, en adelante decaído de su realeza trascendente, en una tentativa de usurpación violenta y ciega, opuesto al principio femenino. El libro de Enoch hace de los Titanes los hijos de los Ángeles caídos - estos Ángeles que perdieron su divinidad uniéndose a las "mujeres terrestres" (i.e. sometiéndose al principio femenino) a las cuales ellos comunicaron la ciencia secretan del cosmos. La Tradición clásica nos transmitió el recuerdo en la persona de Prometeo que reveló a los hombres el secreto del fuego celestial, y Platón describe los "últimos Atlantes" bajo características titánicas. Éstos no querían restablecer la supremacía de la espiritualidad viril ni utilizar la vía de la palingenesia. De conformidad con su brutal materialidad, contemplaban simplemente volverse maestros de los conocimientos que les permitirían dominar la materia, con el fin de los satisfacer su sed de poder ciego y profano.


Para una mirada verdaderamente tradicional, la ciencia moderna es "titánica", como lo es también la magia negra: la una y la otra expresan el deseo de apropiarse el conocimiento de la naturaleza con un objetivo vilmente material según un proceso de desacralización. La "ciencia sin consciencia" es la matriz da la que son resultantes el maleficio mágico y la radiactividad -, productos uno y otro, de la rebelión impotente del que se siente excluido de la posibilidad de adquirir un conocimiento trascendente.

La Amazona y la encantadora.

Incapaz en adelante de imponerse sacralmente como tal, la feminidad acepta desvirtuarse con el fin de mantener su poder: ' contra los Titanes se levantan las Amazonas, expresión de un ginecocracia que, renunciando a las prerrogativas de la espiritualidad femenina, reviste trazos masculinos: los de la mujer del año 2000… (2).

Existe, en la Tradición Hebraica, una antigua leyenda: se habla de Lilith, primera esposa de Adán, la cual rechazaba someterse a él porque no reconocía maestro. Amazónica de carácter, Lilith representa también la atracción erótica, la pasión, el sexo. La astrología, residuo hoy desacralizado del antiguo saber cosmológico tradicional, identificaba a Lilith con la Luna Negra. "Luna" porque mujer - pero desprovista del sacraldad "plateada", y en consecuencia “Negra”,madre de hijos muertos, prisionera de la materialidad en tanto que símbolo de la sexualidad viciosa y perversa.

La figura de Lilith sirve de característica de trazo de unión entre la Amazona y la Mujer-sexo; decaída del plano demétrico- maternal, la feminidad puede encarnarse o en la amazona asexual, o en la hetaira que se se sirve del sexo para someter al varón. En los dos casos, el varón es relegado a nivel puramente fálico, instrumento ciego de procreación o placer: es el falso zángano ocioso que las abejas matan después de la fecundación de la Reina. Se puede ya desde ahora destacar que los aspectos más patentes de la feminismo contemporánea son o amazónico, o afrodisiano: esencialmente, ofrecen las características de Lilith, cara negra de la Luna.

Pero la tensión hacia el paraíso perdido no afloja tanto. La humanidad busca aún trascenderse - y lo hace, pero hacia abajo, hundiéndose cada vez más en la materialidad ectónica. A la orgía mística de la Gran Madre sucede la orgía sensual dionisíaca: no se tratan ya de una fusión con el puro principio espiritual femenino, sino de un abandono desordenado a su aspecto inferior y caótico. Es la masa desorientada en busca de un principio que justifique su propia existencia. No es ya de una vuelta consciente y sacral a la Madre de lo que se trata, sino de la liberación "ménadica" (y ménade está vinculada maínomai, "volver loco") de fuerzas, elementales y que termina por disolverse en el culto de Pan (literalmente, "todo"), el cual ve en el Todo no el Uno sino el Caos. Del Uno universal, el Andrógino divino, se cae en indiferenciación material que el Tarot representa, siempre en forma del andrógino, bajo las especies del Diablo, potencia natural irredimida. Pero se trata ya de la historia de la última edad: la nuestra.

(20). G.Meyrink.,El ángel en la ventana de Occidente, La Colombe París, 1962; II° éd., Retz, París, 1975.
(21). C. Clemen, Religiongesichte Europas, Heidelberg, 1926 de,.1, 189-190.

(1) Hesiodo. Los trabajos y los días. Ver igualmente C. Kerényi, Gli Déi et gli Eroi..., cit., l, p. 189,.
(2) Lla cuestión fue tratada más completamente por, J. Evola, Rebelión..., cit., p. 309 sq. Et passim.

Op. Cit 71- 73

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Notas de Mitología griega

DEMÉTER

Hija de Cronos y Rea pertenece a la segunda generación divina. Es la diosa griega de la agricultura, nutricia pura de la tierra verde y joven, ciclo vivificador de la vida y la muerte, y protectora del matrimonio y la ley sagrada. Se la venera como la «portadora de las estaciones».

Mientras Rea es considerada la madre universal, Deméter es la madre nutricia y proporciona los cereales, con los que se alimentan los humanos. Deméter es considerada la descubridora del trigo, enseña a prepararlo y a cocinarlo.
Gracias a esto, los hombres tienen la oportunidad de evolucionar de un estado salvaje a la civilización. Por esta razón, Deméter ocupa un lugar privilegiado en la religión griega. Algunos de sus epítetos son "Legisladora" pues también proporcionó leyes a sus seguidores, "Dadora de fruto", "Subterránea", "Negra" debido al luto que lleva al perder a su hija, "Señora" y "Verdeante".

Sus atributos son la espiga, el narciso y la adormidera. Su ave la grulla. Su víctima predilecta la trucha. Se la representa coronada con espigas, sentada y llevando en la mano una antorcha o una serpiente.

Durante su juventud tuvo a Perséfone y a Yaco con su hermano Zeus. Su mito está íntimamente ligado con el de su hija.
La leyenda comienza con Perséfone recogiendo flores en una pradera. De repente la tierra se abre a sus pies y surge Hades, que rapta a la joven. Perséfone grita pidiendo auxilio a su madre, Deméter al oírla acude en su ayuda, al no encontrarla, comienza para ella un largo peregrinaje en pos de la muchacha.

DIONISOS

Su madre fue Sémele (hija de Cadmo), una mujer mortal, y su padre Zeus, el rey de los dioses. El toro, la serpiente, la hiedra y el vino son los signos de la característica atmósfera dionisiaca, infundida por la insaciable vida del dios. Su numinosa presencia significa que el dios está cerca.

En su libro El nacimiento de la Tragedia, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche habla de una duplicidad de fuerzas o instintos artísticos integrada por Dionisos y el dios Apolo, el primero es presentado como símbolo de la fuerza vital básica e incontrolada frente al mundo de la razón, el orden y la belleza representado por el segundo. El contraste entre los papeles de estos dioses queda reflejado en los adjetivos apolíneo y dionisiaco.

Introducidas en Roma sobre el 200 adC desde la cultura griega del sur italiano o a través de la (también influenciada por Grecia) Etruria, las bacanales se celebraban en secreto dos días al año (el 16 y 17 de marzo) en la arboleda de Simila, cerca del monte Aventino, y en ellas sólo participaban mujeres.

Eurípides también escribió un cuento sobre la naturaleza destructiva de Dioniso en su obra Las Bacantes

Los adoradores de Dionisos eran mujeres salvajes y sedientas de sangre llamadas Ménades, quienes destrozaron a Penteo después de que éste fuera atraído a los bosques por Dionisos. Su cuerpo fue mutilado por Ágave.

ARES

Hijo de Zeus y Hera. Es el dios guerrero por excelencia, representa la fuerza bruta sobre la inteligencia. Forma parte de los doce dioses Olímpicos principales y vive junto a ellos en el Olimpo. Se le considera el dios olímpico de la guerra, aunque es más bien la personificación de la fuerza bruta y la violencia, así como del tumulto, confusión y horrores de las batallas..El impetuoso y fornido Ares no conoce en el combate amigos ni enemigos, destruye a todos sin distinción. Por eso Atenea, defensora de la guerra justa, detesta al dios de la guerra gratuita.

Es muy impopular entre los demás dioses, le es antipático incluso a su propio padre. Es la antítesis de Atenea, diosa también guerrera, que encarna la fuerza inteligente y la astucia. En los enfrentamientos que tiene con Atenea siempre vence esta, e incluso sale humillado y maltrecho de tales combates. Tampoco en otros enfrentamientos sale siempre vencedor, a pesar de que su presencia física es impresionante.

Los helenos siempre desconfiaron de Ares, quizá porque ni siquiera estaba influenciado por el espíritu de pertenecer a un bando, sino que a veces ayudaba a una parte y a veces a la otra, según le dictaban sus inclinaciones. Su mano destructiva se veía incluso tras los estragos provocados por plagas y epidemias. Este carácter salvaje y sanguinario de Ares le hacía ser odiado por otros dioses, incluidos sus propios padres.

TITANES

Se les denomina así a doce de los hijos engendrados por Urano y Gea. Estos vástagos están compuestos por seis hijos llamados Titanes y seis hijas a las que también se las llama Titánides. El tamaño de los Titanes era gigantesco. Habitaban en lo alto del monte Otris.
Los Titanes son:

Océano, Ceo, Crío, Hiparión, Jápeto y Cronos.

Las Titánides son:

Febe, Mnemósine, Rea, Temis, Tetis y Tea.

Los Titanes son seres que generalmente representan fuerzas elementales de la naturaleza. A través de estas fuerzas rudimentarias y brutales la mitología evoluciona dando lugar a una generación de fuerzas más depuradas, representadas por los dioses Olímpicos. Ante las cuales, los dioses primitivos se repliegan.

Según la leyenda, Urano cubría constantemente a Gea. Impidiendo que los hijos de ambos saliesen del seno de su madre. Gea convenció a Cronos, el pequeño de los Titanes, para que se levantara contra su padre. Bajo las indicaciones de su madre, Cronos castró a Urano.

Tras este episodio, Cronos se hizo con el poder, pero resultó ser un tirano aún mayor que su progenitor. Cronos se unió a su hermana Rea, pero para evitar que uno de sus hijos le destronase, devoraba a sus descendientes a medida que iban naciendo. Rea desesperada solicitó ayuda de Urano y Gea. Con la cooperación de Gea, Rea ocultó a su último vástago y le dio a Cronos una piedra para que se la tragara, en lugar del pequeño Zeus.

Ya de adulto Zeus inició una guerra que fue llamada Titanomaquia. En ésta, los Titanes liderados por Cronos se enfrentaron a los Olímpicos, a los Hecantoquiros y a los Cíclopes. El bando de los Olímpicos salió vencedor y Zeus obtuvo el trono divino. Los Titanes fueron desterrados al Tártaro, donde eran custodiados por los Hecantoquiros.

Los Titanes aparecen también en el mito de Zagreo. Por orden de Hera, los Titanes raptaron a Zagreo y lo despedazaron. Como castigo, Zeus los fulminó con su rayo y de sus cenizas surgió la raza Humana. Esta es una de las leyendas sobre la aparición de los humanos.

• Titanes:

o Océano, el río que circundaba el mundo.
o Ceo, titán de la inteligencia.
o Crío, dios de los rebaños y las manadas, esposo de Euribia (hija de Ponto) y padre de Palas.
o Hiperión, el fuego astral.
o Jápeto, esposo de la oceánide Clímene y padre de Prometeo, ancestro de la raza humana.
o Cronos, el más joven, que destronó a Urano y fue rey de los dioses.

• Titánides:

o Febe, la de la corona de oro.
o Mnemósime, personificación de la memoria y madre de las Musas con Zeus.
o Rea, reina de los dioses con Crono.
o Temis, encarnación del orden divino, las leyes y las costumbres, y madre de las Horas y las Moiras con Zeus.
o Tetis, diosa del mar.
o Tea, diosa de la vista.

Otro mito acerca de los Titanes, no mencionado por Hesiodo, gira en torno a Dionisos. En un momento determinado de su reinado, Zeus decidió ceder el trono en favor del infante Dionisos, que como Zeus a su edad era protegido por los Curetes. Los Titanes decidieron matar al niño y reclamar el trono para ellos: se pintaron las caras de blanco con yeso, distrajeron a Dionisos con juguetes, y entonces lo despedazaron, y cocieron y asaron sus miembros, dándose un festín con ellos, mientras que de la sangre de la víctima nacía un granado.

Píndaro, Platón y Opiano se referían sin pensárselo dos veces a la «naturaleza titánica» del hombre. Que esto se refiera a algún tipo de «pecado original» enraizado en el asesinato de Dionisos, sigue siendo objeto de acalorado debate por parte de los mitógrafos

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