Los tiempos se aceleran de manera sorprendente y es cuestión de preocuparse de las cuestiones más inmediatas que afectan a la propia supervivencia física; concretamente de esa la supervivencia primaria que es la supervivencia alimentaria, indudablemente esa a la que hace referencia el adagio “primun vivere, deinde philosophare”. A cuento de esto viene la oportunidad de comentar el libro: Nous redeviendrons paysans (volveremos a ser campesinos) ,Editions du Rocher 1993, del ingeniero agrónomo francés Philippe Desbroces; abundantemente documentad acerca de los desastres de la moderna agroquímica y de su posible alternativa a través de la agricultura biológica. En los anexos se incluyen solo los capítulos de conclusiones, que de manera simplificada y retrospectiva resumen el libro.
Así nos recuerda el autor de manera reiterada cosas del tipo: “la primera de las actividades indispensables la vida en este mundo: la agricultura”, “La primera necesidad es la nutrición” o “La agricultura es la más importante de las actividades del hombre sobre la tierra”, cosa que a lo mejor sorprende a los jóvenes urbanitas de nuestro tiempo que pueden tener un orden de preferencia en las cosas importantes de la vida notablemente distorsionado en el sentido de pueden considerar lo más importante de la vida la música bacalao, los móviles o los portátiles de última generación.
Muy en estilo de lo que nos dice el autor, el lema de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos dice: “Sine agricultura nihil”, aunque probablemente sea hoy poco conocido e incluso los que los conocen es dudoso que estén convencidos de ello.
Nos cuenta de el autor hasta en los países en vías de desarrollo “sus campesinos son también un especie en curso de desaparición”, desde luego algo que si sucede en Castilla como en la mayor parte del planeta. Y las jóvenes generaciones no parecen tener un excesivo entusiasmo por dedicarse a la agricultura, a no ser que se considere por tal plantar marihuana en macetas.
Frente al panorama de la desaparición del petróleo barato antes de diez años, se plantea el autor algunas cuestiones interesantes en el sentido de conseguir una cierta autosuficiencia alimentaria que no dependa casi totalmente de las frágiles redes de transporte, de la maquinaria agrícola movida por combustibles derivados del petróleo y de las multinacionales de la agroquímica; en este sentido recomienda: “Una región debe poder producir lo esencial de las necesidades de su población”, algo que antepone al discurso mercantil bienpensante de que las producciones agrícolas deben “ser competitivas”. Incluso alerta acerca de una autonomía subsistencia forzada por una disminución notable de combustible por una crisis anunciada desde hace tiempo y plantea cuestiones que jamás oiremos aun político –independiente de su color- en período electoral : “¿Cuánto tiempo será preciso para reconstituir las explotaciones agrarias necesarias, y lo que es que costará si de un único golpe debemos encontrar nuestra autonomía de subsistencia?”.
Pone también el dedo en la llaga acerca del disparatado tráfico mundial de alimentos con el que al final resulta un extraño sistema de distribución según el cual a un alimiento se le obliga a “hacer tres veces la vuelta de la Tierra antes de llegar al plato del consumidor europeo”.
Castilla se despuebla a marchas forzadas sobre todo en sus zonas rurales, disminuye su producción agroalimentaria e industrias derivadas de ella, ante lo cual se propone como panacea: turismo rural; liquidemos la obsoleta producción agroalimentaria, llenemos los campos de placas fotovoltaicas, cultivos para carburante de biomasa, urbanizaciones para segundas viviendas con su correspondientes campos de golf y mientras tanto importemos alimentos del otro extremo del globo; si por un casual se acaba el petróleo –que se está acabando- , si el transporte por tierra, mar y aire se vuelve problemático, costosísimo y escaso no hay problema Dios proveerá.
Solo de manera incidental mencionar que todos los efectos negativos previstos por el autor en 1993 para la próxima década si han visto verificados y ampliamente superados. Es muy difícil que se reaccione de manera colectiva, pero al menos los más perspicaces podrán tomar nota de la conveniencia de cultivar una pequeña huerta, con algunos animales de granja y acaso unas colmenas, es decir una pequeña reserva virgiliana y bucólica que vuelva a hacer ciertos aquellas estrofas de Fray Luis de León:
“que descansada vida
la que huye del mundanal ruido
y se interna por la senda
de los pocos sabios
que en el mundo ha habido”
***************** ANEXO*************************
PHILIPPE DESBROSSES,NOUS REDEVIENDRONS PAYSANS,Editions du Rocher 1993
CAPÍTULO VIII
LOS ESCENARIOS DEL APOCALIPIS
“Nadie sabe cuando ni cómo la crisis monetaria internacional va a producirse, arrastrando e1 hundimiento del sistema de especulación y valores ficticios... Lo que es seguro, es que estos plazos son ineludibles...”
Así se expresa uno de los más grandes expertos financieros de Wall Street, John Kenneth Galbraith, en una entrevista titulada “ Apocalypse tomorrow “, aparecido en el Nouvel Observateur del 6 de febrero de 1987.
¿CUÁLES SON LOS ESCENARIOS POSIBLES PARA LOS DIEZ AÑOS VENIDEROS?
Es muy probable que 1a Historia se embalará más fuertemente aún que 1a aceleración conocida hoy.
El Acta Única de 1992, que crea un mercado libre el interior de la Comunidad Europea, con 1a entrada posible de Turquía, cabeza de puente ideal para las producciones del Oriente, va a poner en presencia economías completamente diferentes en una confrontación donde todo el sistema occidental corre el riesgo de volar en esquirlas.
Este mercado libre europeo es en realidad una apertura al mercado mundial, cuya presión se hace cada vez más fuerte en nuestras fronteras, hasta el punto que ella la sumerge a veces. La mantequilla neozelandesa, los carneros australianos, los relojes electrónicos vendidos a puñados (20 francos pieza, 3,048 euros) procedente de Formosa o Singapur, los automóviles y las motos japonesas, los ordenadores de nuestras grandes marcas fabricados para un bocado de pan en Taiwán, y todo lo que no se sabe o que se finge no saber, para no llevarse del vértigo...
Cuando las últimas defensas que protegen nuestras economías envejecidas, asfixiadas, cedan delante de las de los nuevos países, China, Indonesia, y en general todo el Sudeste asiático, vigoroso, ofensivo, saltando ya de impaciencia a las puertas de nuestros mercados, capaz de fabricarlo todo y de imitarlo todo (en mejor a veces, Japón es un ejemplo), y sobre todo capaces de inundar nuestros mercados con precios de veinte a treinta veces inferiores a los nuestros, la competencia habrá dado paso a una pesadilla, para todo industrial o jefe de empresa concienzudo. En efecto, ¿quien podrá seguir ejerceiendo sus talentos bajo nuestras latitudes, jugar un papel cívico de creador de riquezas y empleos para sus compatriotas, resistir en tal coyuntura? ¿No se ha convertido en locura emprender en Europa?
Por otra parte las potencias financieras internacionales han dado la tónica desde hace tiempo. Invierten desde años en estos nuevos países donde las leyes sociales, los reglamentos son inexistentes, donde se puede aún hacer trabajar a las poblaciones por salarios ridículos comparados los de nuestros países. Los campos de explotación de la energía humana se han desplazado hacia estas zonas más propicias, por eso Europa ha alcanzado los diez millones de parados, de los que tres para Francia. Es una situación explosiva.
Es inevitablemente mucho más ventajoso para las empresas industriales abandonar los lugares de implantación y producción en Europa para transferirlos en los países en vías de desarrollo, con manos de obra a 2,50 francos de la hora (0,38 euros), sin cargas sociales. Los ejemplos pululan, sería necesario un libro para citarlos. Eso va desde los objetos usuales de los que abundan nuestros bazares, a los productos agroalimentarios, pasando por los ultramarinos finos, los cosméticos, los pesticidas, los ordenadores, los vestidos...
¿Qué puede esperarse de la generalización de estas tendencias? Bien seguro que aprovecharán a algunos multimillonarios internacionales y que suscitan nuevos, que quizá eliminarán a los primeros, por esto no son más que epifenómenos. Lo más grave, es que nuestra economía bascula en un pozo sin fondo arrastrando todas las consecuencias que se adivinan: recesión, paro acrecentado, conflictos sociales, empobrecimiento acelerado de las poblaciones, por lo tanto hundimiento de los mercados por insolvencia creciente, de donde mercados negros o mercados paralelos que empeorará aún las situaciones; advenimiento de una economía diversificada de supervivencia, sobre todo de supervivencia alimentaria.
Hay que tener en cuenta por otra parte que la debilidad de los países en curso de desarrollo, entre los que pueden provocar el hundimiento de los sistemas económicos occidentales, es la agricultura.
Qué puede ocurrir sobre un planeta donde solamente se será capaz de vender tres automóviles para el precio de uno y ordenadores en saldo la docena, mientras que la producción alimentaria va a continuar cayendo, como es fácil de imaginar a partir de los elementos que se han sido presentados en este libro.
La agricultura industrial y sus resultados provisionales, concentrados sobre zonas limitadas de la tierra, no puede mantener indefinidamente sus rendimientos, su derroche energético, su costes de producción cada vez más elevados y aún menos sus desórdenes ecológicos. Cada población, cada familia incluso, va a comprender, tanto más rápidamente cuanto crezca la necesidad, de producir directamente lo esencial de sus propias necesidades de subsistencias. Volverá a ser ventajoso cultivar su jardín o agruparse por pequeñas comunidades para producir su alimentación.
En los países donde el hambre prevalece, se seguirá muriendo de hambre, hasta el renacimiento de sistemas agrícolas convenientes, autónomos y autosuficientes, de los que citamos algunos ejemplos. Los países cuya agricultura pletórica da por el momento 1a ilusión de la seguridad alimentaria van a confrontarse con una revisión desgarradora de su situación por la sinergia de varios factores.
- en primer lugar su poder adquisitivo va a bajar considerablemente, por la competencia de las economías más jóvenes que van a sumergir el nuestro (de donde paro, pauperización entre nosotros);
- los precios de los productos de 1a agricultura industrial, mantenidos artificialmente bajos estos últimos años, van a sufrir subidas muy importantes, ya que no se pueden camuflar los costes reales y seguir indefinidamente las transferencias de cargas que también ellas han alcanzado sus límites;
- contrariamente a los abastecimientos de productos usuales de origen industrial procedente de los países en vías de desarrollo, los consumidores occidentales no podrán esperar los mismas ventajas con los productos agrícolas, ya que precisamente estos nuevos países no tienen la posibilidad de alimentarnos y sus campesinos son también un especie en curso de desaparición, 1o probamos sobreabundantemente a lo largo de esta obra.
La conclusión, es que la supervivencia de la mayoría de las poblaciones del globo pasa por una vuelta la tierra. Para algunos parcialmente, como complemento de actividad o como ocios útiles. Para otros, de buen o de mal grado, porque no habrán encontrado nada mejor para garantizar su propia subsistencia, y para una tercera categoría de manera más profesional, en los planes de adaptación y desarrollo rurales que obligará a los Gobiernos a establecer para reconstituir la primera de las actividades indispensables la vida en este mundo: la agricultura.Entonces, ¡volveremos a ser campesinos... ¡
Pp 211-214
CAPÍTULO IX
El MUNDO CAMBIA
Nada es más fuerte que una idea que llega a su hora...V. HugoEn 1988 y 1989, realicé un periplo a través de numerosas regiones de Francia sobre del tema de " Quiebra alimentaria".
Pude medir el interés del público con motivo de conferencias o coloquios sobre lo que está en juego a niveles socioeconómicos de este fin de siglo y sobre el porvenir de 1a agricultura. Las inversiones de tendencias en materia de comportamiento, aspiración, método de vida, son reveladoras de la revolución en curso.
Todas las grandes epopeyas humanas están basadas en creencias, deseos, imágenes... La energía de la fe es así perceptible en las realizaciones humanas del pasado y el presente: las Pirámides, el Partenón, Notre Dame de Chartres o los cohetes interplanetarios, gloria de la ciencia contemporánea. La conquista de la luna forma también parte de estos milagros de la creencia por la cual el pueblo se deja imponer los más pesados sacrificios.
Pero hoy el ideal común de la felicidad y las imágenes que están vinculadas no son ya las mismas que hace treinta años. El sueño de potencia industrial, de abundancia de bienes materiales no suscita ya los fantasmas de los años 1960. Incluso si la competición sigue siendo salvaje, como consecuencia de las prácticas y obligaciones del pasado, el corazón no está en ello y una sorda inquietudes golpean ligeramente los espíritus. Observamos en efecto que cuanto más se desarrollan los resultados, más generan consecuencias insoportables, y el torno se estrecha progresivamente para rápidamente amenazar la seguridad de los que se creían mejor protegidos.
La crisis económica, o más bien la < crisis de consciencia > que prevalece ha pues puesto en entredicho los modelos y los mitos de la sociedad productivista. Después de haber creído en el bienestar por 1a acumulación de bienes materiales - producir más para consumir aún más, divisa de la civilización industrial - y haber mantenido la ilusión de su infalibilidad tecnológico, la sociedad moderna, desilusionada, descubre la contrapartida de su extraño progreso: mercancías sin mercado, éxodo rural, paro, droga, delincuencia, recursos naturales saqueados, empresas arruinadas y restaurantes del corazón... Parece urgente definir otros criterios, forjar nuevos valores, establecer un consenso social lejos de los espejismos de la competencia económica y de la "ley de mercado", de las que se pudieron medir los límites y derivas funestas.
Nuestro planeta Tierra, no lo dudemos, es una nave cuyas dimensiones se estrechan de día en día, y nuestra supervivencia de todos depende en adelante de nuestra aptitud administrar solidariamente y equitativamente los recursos.
El derroche no está pues ya permitido. Se considera como indecente con respecto de estas multitudes famélicas que se insertan de día en día en un abismo de sufrimiento y desamparo, en parte a causa de las expoliaciones que genera el método de vida de los países ricos. Indecencia, nuestras tierras quedan en barbecho, cuando el tercio de humanidad muere de hambre. Las tierras no han sobreproducido nunca , son los abonos químicos contaminantes, las hormonas y los pesticidas lo que es necesario congelar, ya que destruyen las bases de la vida sobre el conjunto del planeta: los recursos naturales, la fertilidad de los suelos y los campesinos, cuya presencia y actividades son prenda de seguridad para el porvenir.
¿Cómo no indignarse ante la absurdidad de los programas puestos en marcha estos últimos años, cuando de un lado las instituciones financian a golpes de mil millones de francos o ecus (nuestro dinero, hoy día euros) la puesta fuera del circuito de millones de hectáreas de tierras fértiles, y de otro lado subvencionan 1a adaptación de territorios no agrícolas - saneamiento, drenaje de zonas húmedas vocación ecológica - para transformarlos en superficies de producción agrícola? ¿Cómo aceptar que una parte del territorio se ponga en barbecho para justificar la sobreexplotación de la otra parte con el mantenimiento de métodos intensivos, lo que en término final conducirá a dos desastres: una Francia del vacío y una Francia polucionada?
La congelación de las tierras es una constatación de fracaso de las políticas agrícolas pasadas. Es un consentimiento de impotencia ante la necesidad reformar las orientaciones y los métodos de la agricultura industrial.
Afortunadamente nadie más garantiza tales orientaciones. Es la gran victoria de la década 1990, la agricultura biológica ganó su apuesta. Ella aparece hoy día como un recurso indispensable ante lo que está en juego del mundo moderno. Constituye un conjunto coherente de técnicas realmente productivas, respetuosas de los recursos y del entorno, que hizo sus pruebas para un desarrollo sostenible. Incluso sí mañana se olvida su nombre, habrá reformado de manera definitiva los conceptos materialistas de 1a agroquímica.
La ilustración más espectacular de los cambios de mentalidad se encuentra en dos discursos, habidos con dieciséis años de intervalo por una de las personalidades más influyentes del mundo agrícola en Francia.
El 12 de mayo de 1972, el Diario La Marne agricole publicaba, bajo la referencia <>, el texto siguiente:
Lo que es grave para los agricultores, es la campaña hecha por ciertos especialistas en favor del "cultivo bilógico"... los debates tuvieron lugar en la radio, donde se cargaron en cuenta las inexactitudes más flagrantes, y los agricultores se dejaron tentar por estos manifestantes que no conocen nada, pero están al servicio de gente muy interesada {...}. Un reciente estudio de 1' INRA, cuya imparcialidad no se podría poner en duda , ha concluido la ineficacia total de tales métodos. Es hora de decir a los agricultores que esta " agricultura biológica" los minaría rápidamente, sin beneficio para los consumidores, pero en de beneficio de charlatanes que explota el gusto bien natural de los Franceses por los productos de calidad...
Dieciséis años y mitad más tarde, el 10 de enero de 1989, en el Diario L’Union del departamento del Marne, la misma personalidad se hacía el intérprete de la Comunidad Europea, en una sesión de la cámara agrícola de este departamento. He aquí los extractos que yo he retenido:
Durante siglos, la actividad agrícola se practicó en armonía con el medio ambiente, pero no va más de lo mismo con algunas tendencias de 1a agricultura actual, que la evolución tecnológica desde la última guerra plantea una serie de problemas a los hombres y a los medios naturales, a los cuales es necesario poner remedio {...}. La actividad agrícola no debe ya ser considerada solamente como productora de géneros, sino cada vez más como generadora de marco de vida y servicios.Lo cualitativo debería pues alzarse en el cuantitativo en las preocupaciones [...} El papel de la agricultura es no solamente asegurar las funciones estratégicas, económicas y sociales, sino también de conservar el entorno rural. {... }. El FEOGA (Fondo Europeo de Orientación y de Garantía Agrícola) debería financiar programas regionales en favor de prácticas agrícolas ecológicas, para evitar la desaparición de los especies autóctonas, la contaminación de las aguas por los abonos y los pesticidas, la degradación de los suelos, la acumulación de metales pesados, las concentraciones inoportunas, la destrucción de los setos..., tantas prácticas que, a largo término, pueden volver los suelos impropios para el cultivo.Entre estos objetivos, la CEE tiene la intención de revisar la legislación sobre los pesticidas. La política agrícola debe permitir reducir al estricto minimum el uso de estos productos químicos, no solamente habida cuenta de los riesgos que hacen correr al hombre, la fauna y la flora, sino teniendo en cuenta también los efectos a largo término sobre el entorno. Por lo que se refiere a la producción animal y vegetal, se trataría de favorecer la extensificación y de limitar los esparcimientos de abonos mineral y animales en algunas zonas. Finalmente la comisión prevé favorecer la aprobación de los productos biológicos...
Agradezcamos al Sr. Philippe Neeser, miembro eminente de 1a Asamblea permanente de las cámaras agrícolas, de haber hecho esta constatación objetiva sobre la agricultura moderna, después de haber sido, quince años antes, uno de los más fervientes promotores. Rindámosle homenaje por este testimonio de lucidez.
Este ejemplo de toma de conciencia de los peligros de la agricultura industrial no es el único. Demuestra los cambios en curso en la opinión pública, de la que podemos predecir que se van acelerar. Varias razones para eso.
La mayoría de las guías espirituales del planeta se comprometieron sin ambigüedad en esta revolución ecológica, ya se trate del Papa o el Dalai- lama, entre otros. El significado de su compromiso es considerable. El hecho de fundar una nueva moral cristiana sobre el respeto del medio ambiente para que la paz reine sobre la tierra, como lo hizo Juan- Pablo II dedicando a este tema la totalidad de su mensaje de final de año (1), o como el – Dalai-lama cuando alega la responsabilidad universal y el altruismo como nueva norma social, en su mensaje para la protección del plan y el advenimiento de una comunidad global (2), son anunciadores de profundas metamorfosis en el pensamiento y los comportamientos humanos.
(1) La croix 6 diciembre de 1989
(2) Édition Olizane, Genève 258, 1990
Pp 215-218
viernes, 11 de enero de 2008
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