viernes, 18 de enero de 2008

Nacionalismo e internacionalismo 2. Nacionalismo

2. NACIONALISMO

Si el orléanismo se mantiene hasta nuestros días bajo la forma de la "derecha económica", no es lo mismo el bonapartismo que ha debido ceder el lugar al nacionalismo. El nacionalismo nació de la Revolución francesa y jugó un papel importante en todos los movimientos revolucionarios del siglo XIX, llamado el siglo de los nacionalismos. Luego, curiosamente, en los últimos años del siglo, el nacionalismo va a pasar a la derecha. "Fenómeno absolutamente imprevisible en el contexto político del siglo XIX, transfiere de izquierda derecha todo un conjunto de nociones, sentimientos y valores hasta ahora considerados como el atributo del radicalismo. "(7) Se podría proponer una explicación poniendo de manifiesto que la Nación, objeto del culto de los nacionalistas, no es más que una desviación antitradicional de la Patria." Subsistiría así un escaso elemento tradicional que se despertaría en el momento en que los movimientos internacionalistas amenazan las naciones - un sobresalto patriótico hasta cierto punto, manifestación del instinto de conservación de los pueblos. En cualquier caso, el boulangismo, según la bonita fórmula de René Rémond, instituyó el acta de nacimiento del nacionalismo, y el affaire Dreyfus su acta de bautismo. Es importante tener en cuenta que "el boulangismo simboliza, en Francia, los principios del política de las masas" (8), lo que prohíbe toda aproximación con la derecha tradicional. La filiación del nacionalismo a partir del bonapartismo, por intermedio del boulangismo, parece evidente. "Boulanger hace campaña por un república consular, cedida en subcontrato a la oligarquía de los partidos y a la soberanía de una casta de parlamentarios profesionales." Es decir que encuentra algunas aspiraciones fundamentales de la tradición bonapartista. Ni reaccionario, ni prefascista, el boulangismo es un avatar de esta tradición profundamente arraigada en nuestra cultura política que asocia la llamada al pueblo y la confianza a un hombre, la pasión de la grandeza nacional y la aspiración a una determinada justicia, la democracia directa y el ejercicio de autoridad, la detestación de los liberales notables y la crítica de los parlamentarios. "(9)¡Es preciso reconocer que subsiste bien pocos elementos tradicionales en una mezcla similar!

Si se quiere comprender a la evolución de los partidos políticos modernos, debe nunca perderse de vista dos datos esenciales: el fundamento antitradicional del mundo moderno y la irrupción de las masas sobre del teatro de la Historia - Ortéga y Gasset habla incluso de "la llegada de las masas al pleno poder social." "(10) Según estos datos, no puede existir hoy más que partidos de izquierda preconizando la igualdad, a menudo impregnados de nacionalismo - y partidos situados a su derecha, donde las masas se divinizan ellas mismas instituyendo el culto de la Nación." Lo que dice Roberto Michels del bonapartismo es válido para el nacionalismo: "encuentra un terreno eminentemente favorable en las muchedumbres democráticas a las cuales da a la ilusión de ser los dueños de sus dueños; y al introducir el procedimiento de la delegación, da esta ilusión un color jurídico que place a las masas que luchan por sus "derechos." (11)

Los orígenes plebeyos del nacionalismo le transmiten numerosos caracteres que resultan de la psicología de las masas. "El nacionalismo no tiene teoría, a penas un programa: tiene antipatías potentes, aspiraciones vigorosas; es instintivo, pasional, sacudido pot impulsos furiosos. "(12) Reflexionando sobre esta situación de hecho es como Charles Maurras quiso reconciliar lo inconciliable y dar cartas de nobleza a un movimiento popular singularmente desprovisto de ideas. No se puede sino saludar el esfuerzo admirable de la Acción FranÇaise para conferir un contenido doctrinal al nacionalismo, intentando inhalarle principios extraídos de la enseñanza contrarevolucionaria, si no tradicional. "El innegable genio doctrinal del maestro de Martigues es haber sabido fundir estos elementos dispares en un sistema intelectual al parecer lógico y coherente." "(13) Desgraciadamente este brillante síntesis, después de de innegables éxitos, no ha podido llegar a construir una fuerza política capaz de oponerse de una manera duradera a la corriente subversiva y revolucionaria." ¿Era debido a sus contradicciones internas, a la incompatibilidad innata entre realismo y nacionalismo, a la alianza contra natura entre principios tradicionales e ideas resultantes de la Revolución francesa? En cualquier caso eso prueba que en la época moderna es inútil esperar actuar sobre las masas refiriéndose la Tradición. Finalmente, debido no sólo a la decadencia de la Derecha, sino también a la decadencia de Occidente, no quedan en liza, frente a la Izquierda, más que dos falsas derechas: la derecha liberal o económica y la derecha nacionalista. Situación política que puede explicarse por razones sociológicas. Nosotros hemos visto que el liberalismo era filosofía de la Burguesía; los liberales representan la clase burguesa. ¿Pero se puede aún hablar hoy de clases sociales mientras que algunos afirman que el Proletariado no existe ya y qué todos hemos llegado a ser burgueses? El hombre-masa de Ortega y Gasset sería un burgués - Berdiaev debería suscribir este juicio. En estas condiciones se podría decir que la derecha nacionalista representa a la pequeña burguesía mientras que la derecha liberal defiende los intereses de la gran burguesía. Esto sería aventurarse sobre un terreno peligroso ya que la separación Derecha- Izquierda no corresponde a la separación social. A lo sumo se puede afirmar que la derecha liberal defiende intereses económicos y que la derecha nacionalista responde aspiraciones populares. Desde este punto de vista sería interesante estudiar el resurgimiento de partidos nacionalistas, que solo pueden ser populares, en los países que no están ya, por lo menos en principio, bajo el yugo comunista. Puede preguntarse también si un nacionalismo popular no está en camino de nacer en los Estados Unidos, por reacción al internacionalismo de la elite dirigente, el Establishment - en cualquier caso existe una corriente popular muy hostil a la Organización de las Naciones Unidas. El conflicto Derecha- Izquierdo, degradándose, parecería reducirse ahora a la confrontación entre el nacionalismo y el internacionalismo bajo su forma liberal o bajo su forma comunista, opuestas aparentemente pero solo presentando diferencias de grado de un mismo mal. En realidad se trataría de una clase de reacción de defensa instintiva del pueblo, cara una agresión de fuerzas ocultas que se destinan a la destrucción de las naciones. Intentaremos estudiar de una manera más profunda a los protagonistas de un combate que podría ser el último - antes del fin de los tiempos ya que el triunfo del Internacionalismo sería una prefiguración de reino del Anticristo.

Si el nacionalismo debe permanecer la única fuerza de resistencia a la derecha, la única, según algunos, capaz de oponerse al comunismo, parece oportuno conocer bien esta "falsa derecha" salida del bonapartismo. Con este fin no podemos hacer mejor sino seguir los análisis de Julius Evola porque son los más profundos en una perspectiva tradicional. Evola busca en primer lugar los antecedentes del nacionalismo; después de haber observado que los mitos políticos de la "patria" y de la "nación" no encuentran en las antiguas sociedades tradicionales, estudia la disociación de la unidad ecuménica de la Edad media y la aparición consecutiva de los Estados nacionales. La acción antitradicional de Felipe el Hermoso, con sus tendencias centralizadoras y absolutistas, se pone de relieve entonces. Más tarde la Revolución francesa vendrá a acabar este proceso destructivo del orden tradicional. "Es pues al margen de la revolución burguesa o el Tercero Estado, que la" patria " y la " nación " tomaron un sentido sobre todo político y este valor de mito que debía precisarse cada vez más abiertamente con los ideologías nacionalistas que siguieron. Los "sentimientos patrióticos" y "nacionales" se vinculan por lo tanto la mitología de la época burguesa, y es solamente en esta época, es decir durante el período relativamente breve que se extiende de la Revolución francesa a la primera o la segunda Guerra Mundial, que la idea de nación jugó realmente un papel determinante en la historia de Europa, en estrecha relación con las ideologías democráticas. "(14) tengamos en cuenta por una parte que el nacionalismo no es más que una forma política muy reciente con relación al tradicionalismo que siempre ha existido, y por otra parte que su aparición coincide con la" rebelión "de la casta comerciante. La aparición del nacionalismo corresponde también la llegada de las masas que ayudaron a los negociantes se desembarazarse de las dos primeras castas. "Así viene a primer plano la nación como pueblo, colectividad y masa, es decir lo que la nación tendió significar cada vez más a partir de la Revolución Francesa. Es casi la criatura que sigue el paso de su creador cuando, progresando en esta dirección, no se admite ya ninguna soberanía que no sea la expresión y el reflejo de la "voluntad de la nación". "(15) después de haber mostrado la acción disolvente, a partir del declive de la Edad Media, de las fuerzas antitradicionales que, al destruir el orden antiguo, favorecieron la llegada del Estado nacional, Evola pone de relieve la reducción de nivel espiritual, el paso de la calidad la cantidad, verdadero descenso al infierno, consecutivo al nacimiento del nacionalismo que se sitúa a nivel más bajo, el de la masa. "Es sobre esta masa que actúa el nacionalismo, por medio de mitos y sugestiones propios a galvanizarla, despertar instintos elementales, halagarlo con perspectivas quiméricas de primacía, de privilegios y de potencia. Cualesquiera que sean sus pretensiones de referirse una raza u otra, la sustancia del nacionalismo moderno no es un etnos, sino un demos, y su prototipo es el prototipo plebeyo suscitado por la Revolución francesa. "(16)

El juicio de Evola sobre el nacionalismo puede parecer demasiado severo pero se le debe reconocer que está confirmado por la historia." Es un hecho de que el régimen comunista de URSS siempre ha favorecido los movimientos nacionalistas en el mundo, incluso los que eran o se pretendían anticomunistas. Los dirigentes marxistas habían comprendido muy bien que el nacionalismo puede ser utilizado como fuerza de ruptura contra el orden establecido; conocían también el carácter "colectivizante" del nacionalismo, para reanudar una expresión de Evola, que debe conducirlos finalmente en la vía del colectivismo. Así pues, en numerosos países africanos, los nacionalistas, después de haber conquistado el poder, instituyeron regímenes comunistas. En nuestra época, donde todo orden normal está subvertido, el ejército, cuya razón de ser es con todo la defensa de la Nación, puede ayudar a un partido internacionalista, recibiendo sus órdenes del extranjero, tomar el poder, como lo prueba el ejemplo de Portugal. Sin embargo Evola, quizá en un momento de optimismo, distinguió dos nacionalismos, no uno un malo y uno bueno, esto sería demasiado simple, sino un nacionalismo subversivo y un nacionalismo susceptible de resistir la subversión. "En el primer caso, el nacionalismo juega a un papel nivelador antiaristocrático, especie de preludio a un nivelamiento más extenso cuyo denominador común no será ya la nación. En el segundo, la idea de nación puede servir de punto de apoyo una rectificación y efectivamente valer a título de primera defensa contra la disolución internacionalista; invoca un principio de diferencia, que deberá servir posteriormente crear un sistema articulado y una jerarquía en el interior de cada país. "(17) La segunda forma de nacionalismo, retenida por Evola, podría representar hoy día nuestra última posibilidad de resistir al internacionalismo, o sea a las fuerzas más o menos ocultas que obran para el establecimiento de un Gobierno mundial.

Notas

(7) René RÉMOND, Les droites en France, p.150.
(8) Zeev STERNHELL, La droite révolutionnaire, p.56.
(9) René RÉMOND, op. cit., p.152.
(10) J. ORTEGA Y GASSET, La Révolte des masses, p.47.
(11) R. MICHELS, Les partis politiques, p.214.
(12) René RÉMOND, op. cit., p.157. (13) J. C. PETITFILS, op. cit., p.72.
(14) J. ÉVOLA, Chevaucher le tigre, p.225.
(15) J. EÉVOLA, Les Hommes au milieu des ruines, p.34.

Jacques du Perron, DÉCADENCE ET COMPLOT. Droite et Gauche. Tradition et Revolution. Tome II.

Éditions Godefroy de Bouillon. Paris 1998
(16) J. ÉVOLA, Révolte contre le monde moderne, p.462.
(17) J. ÉVOLA, Les Hommes au milieu des ruines, p.197.

No hay comentarios: