APOGNOSIS
Léxico de lugares comunes espirituales
por Nikos VARDHIKAS
(Vers la Tradition)
Apognôsis
significa en griego tanto antiguo como moderno, "Desesperación", su
significado literal es no-conocimiento, alejamiento, salida o usurpación del
conocimiento degnosisticado.
Los dos sentidos tomados juntos describen bastante bien el
estado en el que colectivamente nos encontramos.
Alejarse, en efecto, de la tradición, (considerada no como conjunto
de usos y costumbres sociales, sino como base comúnmente comprendida y aceptada
por la sociedad, orientada hacia la trascendencia), constituye una falta grave,
no en abstracto, sino porque el resultado es fatalmente la desgracia y el suicidio.
Aquí vamos a retomar el verdadero sentido y la deformación
corriente de algunas nociones religiosas esenciales. A veces, en el caso de la Iglesia
Romana y el Judaísmo, por ejemplo, la deformación constituye la regla, en
grados diversos, desde hace mucho tiempo; en otros casos, como el de la
ortodoxia y el Islam, es un fruto de los tiempos modernos. El hecho de que, en todos
los casos, rechazaremos la interpretación literal de los conceptos y símbolos
no debe hacer pensar en una acepción " alegórica" o "figurativa",
es decir, exclusivamente teórica o intelectual; la interpretación simbólica que
adoptamos se entiende como real, operativa y práctica.
Un ejemplo muy revelador de deformación, útil porque la
noción que cubre vuelve a estar de moda, es la de elitismo.
Hablábamos en otro artículo (cfr. VLT No. 21/23 dedicado al
centenario de R. Guénon), del fenómeno según el cual el fracaso de las
revueltas conduce a un retorno paródico a la forma más despreciable de eso contra
se ha rebelado justamente pero mal.
Sin embargo, los grandes misterios están, por su naturaleza, reservados a un
pequeño número, en consecuencia, a una elite de elegidos. Esta élite no está constituida
más que en la práctica y no podría constituir un privilegio discernible y apreciable
a priori. La deformación consiste en una actitud calificada de “elitista”, que
pretende practicar, de alguna manera que se considera “elitista", y que
pretende practicar, de alguna manera, un certitudo
salutis y la exclusión, de antemano,
de aquellos que no son parte de una casta", de carácter espiritual, de las
posibilidades de liberación.
Rechazar el igualitarismo generalizado no significa negar la
igualdad de valor humano o incluso de oportunidades; se trata simplemente de no
practicar el igualitarismo "filosófico", abstracto, principial, allí
donde por la naturaleza de las cosas no tiene nada que hacer. Es en efecto evidente
que muy rápidamente este igualitarismo se convierte en nivelación y negación de
la posibilidad no sólo de excelencia, sino también de diferencia.
Las dos nociones, igualitarismo y elitismo, si llegan a ser
“principios" abstractos cierran la puerta a la realidad.
Sobre el elitismo mal comprendido se puede aplicar la
palabra Crística de la llave del conocimiento negado a todos y no utilizada sin
embargo por los " electos".
Un ejemplo práctico de elitismo desviado y helado es el
siguiente se nos ofrece aún por la jerarquía exotérica de la Iglesia de la
Iglesia de Pedro:
A nivel simbólico, por el hecho de que la Comunión, un rito
por excelencia del cristianismo no se celebra más que bajo una solo especie, la
más "sabia", el vino del conocimiento estando reservada al clero, para
proteger, sin duda, a los fieles de los peligros (muy reales, pero esta es otra
historia) de una embriaguez u orgullo espiritual. Por el hecho también de que la
introducción del filioque en el
Símbolo de Nicea, por “respeto” al Hijo sin duda y que introduce una jerarquía
vertical lineal en la Trinidad misma -problemáticamente explicada- jerarquía
que no desagrada a la Iglesia de Roma.
A nivel práctico, en fin, por el acantonamiento encabezado
en los rebotes pietistas y en los pequeños misterios (sobre-acentuación de
Navidad y atrofia de las Pascuas, por ejemplo), y por la exclusión completa, si
no la persecución (en la cual se ha arrojado siempre el bebé con el agua del baño y la buena hierba con la cizaña)
de toda verdad que fuera susceptible, mal comprendida por una tropa
infantilizada, de desviar hacia el orgullo. Así, la deificación está
prácticamente ausente de la teología “viviente” de occidente, ausencia que
permite cultivar culpabilidades y neurosis piadosas. ¿valió la pena el juego?
EL HOMBRE
Se presentan aquí tres opciones; la persona, el individuo y
la identidad colectiva o colectivismo.
INDIVIDUO
Es la aplicación de la expresión anglosajona “every man is
an island”. Es un ser cortado de todo, sin raíces ni referencias (Ni Dios, ni
Amo), erigiendo su ego y su mental en juez del mundo y, esto, conscientemente.
La actitud individualista privilegia el tener sobre el ser y adquiere, por
encima de todo, una noción de libertad hostil a toda exigencia, aunque sea
natural.
Alan Wats había remarcado que esta actitud encontraría la
existencia de la estrella polar como una intolerable y fastidiosa imposición.
En sus extremos filosóficos, esta noción concluye en “todo
está permitido”, noción falsa no moralmente sino contraria a la verdad e
incluso a la evidencia, más prosaicamente, esta actitud pequeño burguesa
escrupulosamente respetada por los políticos, vuelve a la gente desamparada
hacia las falsas soluciones pseudo-espirituales (sectas o extrema derecha).
Lo que es mucho más grave, es que esta aproximación del ser
conduce indefectiblemente a la desolación o al suicidio.
PERSONA
(el latín; máscara; en griego; vuelto hacia..,)
Usada y abusada por la Ortodoxia, esta noción indica una
estasis o encarnación particular y única de lo divino, “evolucionando” en un
dharma/logos conocido y estudiado. Noción por excelencia sintética, reúne la
superación del ego con la realización del Si (tat tvam asi) . Sin menospreciar,
como otras vías más “abruptas” ni lo mental ni el ego, los considera como
ilusorios y secundarios, pero no como “diabólicos”.
Por su naturaleza
paradójica de unión de contrarios, esta vía encarece a la vez al ser humano
particular y le niega toda autonomía o aislamiento. Enseña a devenir lo que
somos, dar a luz a nuestro Padre y ponerse en marcha al destino desde allí
donde estamos y de dónde venimos.
COLECTIVISMO
Falsa reacción o desesperación
individualista, el colectivismo constituye un individualismo social. Es un
“término medio” en el sentido más inferior (aritméticamente), entre los otros
dos. Producido no por unidades troceadas, ni seres enteros, sino por unidades
“funcionales” y completamente definidas por su función. Puede servir de
prórroga al individualismo.
PURITANISMO
(derivados: moralismo, pietismo, mortificación, “ascetismo”)
La herejía más constante de todas las religiones, el
puritanismo constituye la tentación de ser "puro" de las tareas
humanas, en este sentido: que niega y rebaja la condición humana en tanto que tal, no como humanidad
caída. Por lo tanto, no ofrece ningún otro resultado que la negación de franjas
enteras de la realidad y esta frase lo describe perfectamente: “Quién quiere hacer
el ángel hace la bestia".
Paradójicamente, esta elección (= herejía) de uno entre dos
términos de la realidad humana sensible, el término divino, lejos de llegar a
una conciencia de la unicidad de la existencia, concluye necesariamente en un
dualismo irreducible.
La respuesta, Ortodoxa pero también universal, al "problema"
del mundo diferente de Dios (el famoso "problema" del Mal) es προσληψις χαι
μετονσιωσις (proslêpsis kai métousiôsis), o sea: integración y trans-substanciación,
es decir la posibilidad de sacralizar todo.
La sexualidad, por ejemplo, es una bestia negra célebre con
relación a los puritanos y otros heréticos. Sin embargo, la actitud que exponemos
no identifica la sexualidad y la pornografía (porque esta última es mecánica e
impersonal, es decir, vaciada consciente y cuidadosamente de toda capacidad
transformadora); constata que la sexualidad, como forma de amor, puede constituir
un medio de trascendencia. Sobre todo, evitaría emitir una codificación sagrada
en este campo (véase, por ejemplo, la preocupación, en el límite sospechosa, de
religiosos castos con posiciones que llevan su nombre).
El enfoque no puritano (porque no dual) de la Realidad
(incluyendo aquí la realidad humana) es muy clara, casi "con todas las
letras", expresadas en el rito de la Eucaristía:
Dos especies perecederas, una nutriente, la otra embriagante,
fermentadas (sin ácimos ni hierbas amargas), son integradas por los fieles, se
convierte en el cuerpo y la sangre de la divinidad; el mundo se transforma
triplemente:
a) por fermentación o levadura
b) por "transubstanciación" en divinidad
c) por digestión humana
Es sintomático.
1) que un pensamiento materialista no remarcaría, por la
absorción de alimentos, más que la transformación de su parte inútil o superflua
en excrementos;
2) que un pensamiento puritano ha hecho que la Iglesia
Romana reserve vino al clero y utilice panes especiales ácimos y fabricados
para este solo uso por especialistas en salvación (monasterios, en el mejor de
los casos).
En los cánones apostólicos - teóricamente siempre aplicada en la Iglesia Ortodoxa - "la
mujer, la carne y el vino" son las cosas de las que no debes privarte bajo
pretexto de piedad.
PECADO (hamartia = error)
La traducción correcta, “falta", adquirió un
significado moral. No se trata de la transgresión de un acto prohibido en el
sentido de una violación de la ley secular, sino de actos contra-natura, es
decir en contra del orden de las cosas.
"El precio del pecado es la muerte" no significa
que el que comete pecado será condenado a muerte, sino que lo comete será
condenado a muerte, sino que distorsionando lo esencial malgastas tu vida.
Una vez más, legislar de manera secular sobre lo que concierne
a nuestra supervivencia espiritual, revela esa singular deformación exotérica
romana según la cual el bien debe ser obligatorio, si no ...
Nunca se menciona la desgracia, la desesperación o la locura
que resulta del pecado así entendido; se contenta con evocar los "castigos
“escolares: clasificación de pecados, tarifas en Pater y Salve y, castigo
extremo, excomunión vivida solamente como una prohibición que no difiere mucho
de la exclusión del "Partido".
JUDEO-CRISTIANISMO
Sólo una comprensión esotérica de las Escrituras (por ejemplo,
Kabbalista y "Renana") hace aparecer al mismo tiempo sus relaciones y
su diferencia.
La Génesis y El Éxodo hablan sobre el descenso del Principio
a la materia separada y el ascenso de esta hacia el Principio. La Tierra
Prometida es pues la tierra de los orígenes que Abraham nunca dejó. Este
"mito", en el verdadero sentido del término, el cual puede ser
considerado en varios aspectos, es explícito y a la vez universalizado,
espiritualizado (empobrecido, también, en sus otros sentidos) e individualizado
por la historia de la vida del "Jesús de la fe" (ni por sus palabras,
ni por el supuesto "Jesús histórico"; el Génesis es Encarnación,
Éxodo es la Resurrección, la Esclavitud es crucifixión. Desde un punto de vista
"real" o kshatriya, reconocemos aquí la Ilíada y la Odisea, y desde
el punto de vista puramente metafísico, el Caduceo de Hermes.
Este doble movimiento, simultáneo, está aún explicitado en
la constitución del hombre "a imagen y semejanza”, o en el Ser doble pero
único de Jesús de un lado, y en su acción/pasión del otro.
El mito judío no es especialmente comprendido por el Estado
de Israel, pero lo es por gente como los Rastafarianos.
La Universalización cristiana de este mito no es sobre todo comprendido
por la Iglesia Romana (de la que los Crucifijos agonizantes y retorcidas han
desanimado a más de un oriental).
Estas verdades sobre las que estamos se suponen estar resumidas,
de manera aún más abstracta, en la Shahada:
La illaha ill' Allah es el descenso, Muhammad
Rasul' illah es el ascenso.
La enseñanza islámica no es comprendida especialmente por
los fariseos e integristas musulmanes modernos.
DIOS
El origen, la fuente, el Principio, el Eterno. En tanto que tal,
el Padre (y la Madre).
No es un Ser, sino más bien un Estado (Ese Tat).
Su mejor "definición", aparte los aforismos
apofáticos orientales es la sentencia musulmana: De Él venimos, y de Él retornamos,
A la cual hace eco el
Rasta: We’re leaving Babylon, we’re going
to our Fathers’land. (Dejaremos Babilonia, iremos a la tierra de nuestro
Padre).
Dios se expresa, a nivel más abstracto comprensible por el
hombre:
1) En su trascendencia,
-En la Ley (Dharma, Tao,
Logos-no Nomos-Orden de las cosas, naturaleza de las cosas).
El aspecto "Ley" de Dios también está comprendido
en las tres primeras de las Cuatro Nobles Verdades. En otras tradiciones corresponde
al Hijo o a un Libro.
Está expresado en la sentencia sufí : dar dunya bash, aj
dunya mabash (estad en el mundo, pero no de él) y las sentencias casi idénticas
en el Evangelio de Juan.
El Corán y la Torah toman así el lugar de Cristo, en los musulmanes
y judíos; pero no de las palabras del Cristo, de Sí mismo y de lo que Él significa.
Estos aspectos de Dios son también asimilables a la palabra
"A imagen “y expresa Su Naturaleza.
2) En su inmanencia.
-en los seres, posibilidad y libertad, la facultad de comprensión,
el sentido de la creación, la vida y su sentido.
El aspecto "Seres", o Creación o Vida, de Dios, corresponde,
según las tradiciones, al Soplo (Espíritu) a la cuarta Noble Verdad (El Medio),
a los Profetas y a los Sabios (" Espíritu... que ha hablado a través de
los profetas " dice el símbolo de Nicea).
Se expresa en la oración árabe: man aram nafsha hu, arafa rabbahu (quien conoce su espíritu conoce
su Señor).
Estas dos manifestaciones de Dios, que son (oh sorpresa) la Ley
y los Profetas, como decían "Los del Más Allá" (los Hebreos), y que
son también las personas de la Trinidad, son los únicos enfoques que un ser
humano puede intentar en tanto tal.
También debe tenerse en cuenta que los Profetas Hebreos y el
Profeta Mohamed en sus Tradiciones son todo lo que hay de más alejado del
espíritu farisaico y del literalismo tribalista del "Estado Hebreo" y
la "República Islámica".
TRINIDAD
La noción más maltratada del cristianismo. Es preciso admitir
por una parte que la ignorancia de los clérigos es abisal y, por otra parte,
que la Trinidad Cristiana recubriendo varios niveles de realidad confunde por
los nombres usados: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Fue la causa de numerosas herejías antiguas, orientales,
pues ha sido considerada como una noción muy “griega” por los espíritus
semíticos que han sido los Nestorianos (entre otros), que más tarde se
convirtieron prácticamente todos en musulmanes.
La trinidad o Tri-Unidad es una noción que va más allá y
suprime el dualismo (incluyendo el dualismo entre Dios y el hombre), el
sufrimiento que éste crea y el mental.
El dualismo se debe a la existencia corporal separada, en el
espacio-tiempo, es decir, la “Caída”. El mental, que funciona el mismo en modo
dual, no puede superarlo y permanece en el sufrimiento en forma de separación,
soledad, miedo y muerte.
Esta es la primera enseñanza de la Trinidad: que existe (en
nosotros, fuera de nosotros y ambos) un tercer término que causa los otros dos, de nivel superior (y no la media aritmética),
en la cual coexisten; de ahí provienen, y ahí vuelven.
La noción de la Trinidad prohíbe abandonar o despreciar los
términos separados inferiores del dualismo terrestre; esto desprecio es
desaconsejado incluso si se debe al apego al tercer término. Estamos invitados
a integrar.
La Trinidad es, por lo tanto, de cierta forma, la Ley del Universo
que no existe solamente fuera e independientemente de nosotros, sino también en
nosotros (e independientemente de nosotros, incluso bajo este aspecto).
IGLESIA
La Iglesia está muy lejos de ser lo que habitualmente imaginamos:
-el edificio de adoración, y/o
-el "cuerpo constituido" de los eclesiásticos
(contrariamente al Oriente, no hay entre los católicos teólogos laicos).
Es, en realidad, como su nombre lo indica, la Umma de los fieles, por los cuales velan
los obispos (episkopoi), y los "Padres" (Papa o Patriarcas).
Una iglesia sin fieles es impensable, y los sacramentos son inoperantes:
"Allí donde dos o
tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en entre ellos".
Además, por "fiel “queremos decir:
-los bautizados y todos los hombres de bien vivientes
-los bautizados y todos los hombres de bien muertos (a no importa
quién de los cuales se puede rezar, en Ortodoxia) entre ellos, los santos.
- las almas aún no nacidas
-ángeles y otros seres no humanos.
Todos estos siempre
están con nosotros, como las decoraciones de las Iglesias Ortodoxas se
esfuerzan por hacerlo comprender.
Así se ve el absurdo de ciertas organizaciones eclesiásticas
que habría podido funcionar muy bien en el vacío, así como ciertas
reglamentaciones "democráticas" de bienes de la Iglesia con
participación (numérica, necesariamente, solamente) de los fieles; desde el
momento que los muertos y los Santos no votan, cualquier tentativa de este tipo
es vana.
Así que es esto la Iglesia nos guste o no. La decadencia del
rebaño no la deja intacta bajo el pretexto de que "las puertas del
infierno no prevalecerán contra ella".
LA VIRGEN
Las relaciones de la Virgen con el Espíritu (que la ha
fecundado) y su identificación con Agua de las posibilidades indefinidas son
conocidas.
Es el único ser humano (solamente humano) en ser
"asumido" corporalmente por el Cielo.
Menos conocida es la Virgen en tanto que prototipo de todo
humano y más especialmente del alma. Es entregando nuestra alma Virgen y
consintiente como podemos engendrar en nosotros el Ungido del Señor.
Este acto, dar a luz a Aquel que ha sido creado antes de todos
los siglos, o dar a luz a nuestro Padre es el misterio de la salvación.
Aceptar no solamente esto, sino también perderlo constituye la
condición de la "redención".
Dios no puede hacerse humano por si solo: aún necesita el
pleno consentimiento del hombre, o más bien de la mujer en el hombre, el alma
que es, precisamente, usualmente, el instrumento de su pérdida con sus miedos y
fantasías, como la mujer ha podido ser -simbólicamente- Eva y María.
Para que Dios se haga hombre, se necesitan María y el
Espíritu; para que el hombre se convierta en Dios requiere Jesús y el Espíritu.
Sin el nacimiento de Jesús primero, uno no puede deificarse.
Es difícil localizar exactamente en nosotros a María y Jesús;
creemos no equivocarnos al hablar del alma y del espíritu.
María es el lugar
donde la encarnación es posible. Es por lo que, en el monasterio de Chora en Constantinopla
(siglo 14º), se le llama "el continente de aquel (él) que no puede ser
contenido" (χώρα τον αχωρήτον).
Esto es aquello a lo que todos estamos llamados a
convertirnos: después de haber contenido lo incontenible, podremos ser
contenidos por él. Es solamente en esta “dialéctica”, dando a luz a nuestro
Padre, que el Cristianismo es el cristianismo y no dualismo. Sin María, y sin
María virgen, somo trascendentistas puros o semitas.
La Virgen representa, pues, en cierto modo, a los
"pequeños" misterios, pero sin los cuales no hay grandes misterios,
porque no se puede ni quemar etapas ni ignorar nuestra condición. Esta Madre de
su Creador está también en relación aparentemente paradójica con él, en tanto
que nueva Eva, con él en tanto que Nuevo Adam.
EL DIABLO
Antes de que decir algo más sobre el diablo (Ángel caído,
Orgulloso, Acusador, Adversario, Tentador, Príncipe de este mundo), debemos
llamarlo por su nombre Separador.
"" Diablo " (Διάβολος) es lo opuesto a “Símbolo”(Σύμβολον).
Representa pues todo lo que crea conciencia de fragmentada e
impide percibir la unicidad de la existencia: “mi nombre es Legión".
No es un contra Dios, sino más bien un no-Dios que se hace pasar
por uno. Está en lo esencial también en nosotros, bajo la forma de nuestra
mentalidad dualista, pero también fuera en la medida en que el mundo mismo es dual.
Su adversario no es ni Dios ni el Ungido, sino María que es
humana.
Es María quien debe luchar contra él (como Eva) para quedar virgen.
Para no equivocarse, se debe reconocer su utilidad: como sin
la Caída no habría el Mundo, así sin el Diablo no habría ni Mundo, ni razón
humana.
Es únicamente en la medida en que todo esto quiere ser
autosuficiente ("hacerse como Dioses") que se convierte en el "Mal".
El Mal, como todo en este mundo, no existe sin nuestro
consentimiento.
El Diablo no se apodera de nosotros en la forma de un
Destino, más que, en la medida en que no nos vemos unidos, sino como múltiples.
El" Diablo" y el "Mal" no pueden por lo
tanto no existir, más que en la medida en que existe un mundo separado de Dios.
Por otra parte, también existe la vía de la integración, lo que hace evidente el
título de príncipe no del Mundo, sino de este
mundo.
El diablo, por lo tanto, no es un ser, ni tampoco él, sino
un karma.
No existe más que toda ilusión, sin embargo, como ellas puede
arruinar vidas.
LA CAIDA,
EL PECADO ORIGINAL
Acto Constitutivo del mundo tal y como lo conocemos, el
"pecado" original está en la lógica de la Manifestación y, así como
lo enseña la Ortodoxia, no comporta culpabilidad
original. La caída es la de las almas que viven en la manifestación; las
"capas de piel" que Adán y Eva buscaban para cubrirse son los cuerpos
del alma manifestada y no comportan sentimiento de “vergüenza por la desnudez”
como lo comprendemos habitualmente.
"Conocer el bien y el mal “significa crear esta distinción.
El Cp. II del Génesis donde se cuenta esta historia, constituye
la segunda vez en que la creación
del hombre es explicada; es arquetípica, o en la esfera de la manifestación informal.
Adán y Eva, antes de la caída, ¡no
existen de manera manifestada!
Por lo tanto, podríamos concluir que su aparición al sexto
día (a diferencia del Capítulo I, el tercer día, sin distinción de género y sin
nombre), se efectúa después de la caída.
El pecado original mismo (conocimiento del bien y del mal)
no consiste en la desobediencia a la orden, sino más bien en la voluntad (ya
independiente de la omnipotencia de Dios, en el sentido de que estaba en
"la regla del juego" -cf., la apuesta en una escena de Dios donde
finge ignorar lo que pasó, etc.) de separarse de lo Uno (no-manifestado) y de separarse
en más de uno; porque el árbol que está en medio del jardín no es solamente el
del bien y el mal (dualismo), sino también el de la Vida (Unicidad).
Es por lo tanto la voluntad de separar lo Uno no-manifestado
en sus dos componentes manifiestos y aparentemente contrarios; es también un
acto de libre albedrío.
De hecho, la existencia manifestada procede por dualidad que
no puede ser superados más que a través de la realización de su identidad /
identificación a un nivel superior que ese donde ellas se oponen, no
manifestado.
Desde este punto de vista, el pecado original es la
ignorancia de la Realidad; consiste en dejarse engañar por los(epi) fenómenos.
Por lo tanto, se basa en una conciencia fragmentada y "mundanizada"
que identifica manifestación y creación.
La imagen del hombre ignorando "el bien y el mal"
significa que los superaba, es decir, que existía a un nivel donde esta
separación no existía en tanto no se le llamaba a ser.
Existimos, al igual que el mundo tal y como se le conoce, a
causa del pecado original, que en sí mismo es una posibilidad legítima de
ejercicio del libre albedrío que Dios le dio al hombre. (Único ser creado de
tierra y Soplo y no llamado a ser); la caída es pues una posibilidad que no
podía faltar sin limitar la toda-posibilidad. El todo es comprender este mecanismo
y también cómo revertirlo; porque la posibilidad legítima no significa realidad
inevitable ni situación envidiable; en un cierto sentido, la bomba atómica que
también, es natural, por una parte, y por otra, desde el momento en que ha sido
concebida, no podía no ser creada; pero...
Esta aproximación metafísicamente justa es susceptible, mal comprendida,
de causar una aversión injustificada hacia el mundo y el cuerpo; injustificada,
porque ignora la lógica del cp. I. que, sin embargo, viene antes. Es por esta razón
que el Cristo, recordando la doble naturaleza del hombre y revelando el mundo en
tanto que doble (a la vez ilusión y realidad) abolió el pecado original, al
menos en su acepción de desobediencia culpabilizante (sin más), y a condición
de que la naturaleza de la "doble naturaleza" sea plenamente comprendida.
Es por qué también, al menos en el Oriente Cristiano, se hace la aproximación
entre la madera de la Cruz (horizontal y vertical), y la Madera (Árbol) de la Vida,
no idéntico al del Conocimiento.
La serpiente es el saber humano absoluto y autonomizado, mental.
Es una de las dos naturalezas humanas, aislada y elevada y altamente independiente.
El hombre quiere, a través de él, “devenir Dios", es decir, interpretar la
parte de su naturaleza que es divina en términos de la otra parte
exclusivamente, que es animal.
De donde la reverente referencia a la serpiente por un
término que se puede presentar como "astucia", pero también
(Septuagint) como "inteligente" o "sabio" (φρόνιμος).
Por lo demás, el carácter escurridizo de la serpiente (es difícil verla, se
esconde) y su misma naturaleza rampante, que es atraída (simbólicamente) por la
tierra, lejos del cielo; basta para mostrar por qué ha sido elegido como la
"personificación" del agente de la caída.
No dejemos este tema sin examinar la cuestión de la costilla
de Adán. Nos encontramos en el nivel principial, lejos de una discriminación cualquier
(ya disipada por el Cp. I de todas formas) se trata aquí de una relación
metafísica: la mujer es vista como el alma o materia prima y el hombre como el
espíritu o el aliento sobre él. Estas categorías no son discriminatorias
(excepto con mala voluntad o una mentalidad moderna), sino que corresponde más
bien al carácter general de los dos sexos.
¿Por qué la "culpa “de la mujer? Simplemente porque ella
simboliza el alma (y no necesariamente los “estados” de ésta).
La igualdad existencial se precisa, también por el empleo
las palabras ish e isha, ya una originalidad en hebreo, que la Vulgata había
hecho forjando la palabra virago de vir, en lugar de utilizar mulier. (1)
ORACIONES Y RITOS
La oración "individual", es decir, o inventada completamente
(en forma, de hábito, de solicitudes) o efectuada en soledad, no es alentada,
en los Cristianos orientales.
El Pater y la "Oración de Jesús" (Señor
Jesucristo, hijo de Dios, ten piedad de mí) son las dos fórmulas (mantras, se podría decir) más
ampliamente utilizadas, como en Occidente el Pater y las Aves.
La invocación de nombres divinos no implica intervención de
un ser divino a nuestro favor (aunque se considerando la intercesión de María y
los santos o familiares muertos ante Dios), sino que apunta a calmar la mente y
su fijación sobre la Realidad tal cual es, como estos nombres simbolizan.
Ciertamente, se podría decir que, a fin de cuentas, este fin
equivale a “la intervención de un ser divino". Mejor aún conocer este funcionamiento
para no perderse en mortificaciones y súplicas más psicoterapéuticas que
religiosas.
Los ritos cristianos de invocación y participación en lo divino
(el bautismo, la crismación y la comunión) son exactamente esto y no únicamente
"servicio" o adoración justa de lo divino (uno de los significados de
la palabra "ortodoxia", pero la otro es ¡"conocimiento" u
"opinión" justa!), es decir un deber insubordinado que "debe ser
hecho" y que "marcha solo".
Sirven para conferir una influencia espiritual que la
Iglesia ha recibido, teniendo un fundador divino-humano, para ponernos en un estado
de receptividad y dispensar un medio de realización espiritual a los
virtualmente iniciados que son todos los bautizados.
Un rito que, por relajación espiritual de los celebrantes
y/o los participantes, no tiende ya hacia ese fin: mostrar en que consiste y
efectuar, tanto como se pueda hacer, la realización espiritual, ha degenerado
en función social. Cuando se cree que yendo a la Iglesia se está "agradando"
a Dios, como si estuviera en un salón, esto nos ayuda quizá a ser “buenos” o a
retener nuestros impulsos o ser educados y reservados y no injuriar a los mendigos,
pero esto también nos impide también realizar las enseñanzas y obra del Ungido.
La utilidad social o simplemente carácter “inofensivo” y
moralizador de la Iglesia cuando ella ha perdido el sentido de su depósito no
es quizá insignificante, pero eso mismo puede convertirse en una trampa: cuanto
más se limite al buen ordenamiento de la sociedad, más se amenaza, si tomamos los
pequeños misterios necesarios por la totalidad, con bloquear la puerta a la
trascendencia.
1) El último capítulo,
sobre la Caída, es parte de un comentario del Génesis que hemos escrito sobre
la Caída que esperamos publicar algún día.