Marcos Ele
(G.E.T.V.)
BREVE SOBRE
"BREVE"... ¿NECESIDAD DEL EXOTERISMO?
Recientemente
hemos tenido la ocasión de conocer y leer un breve artículo aparecido en
INTERNET titulado "Breve sobre la necesidad del exoterismo" (1) y que
lleva la firma del Sr. Federico González. Hemos creído necesario, y esperamos
que efectivamente lo sea, manifestar nuestra opinión sobre el particular,
tomando en consideración la importancia de los temas tratados y lo sensible que
los mismos pueden resultar para aquellos que están iniciando su tránsito por el
camino del pensamiento tradicional, tal como fuera expuesto en la magistral
obra de René Guénon.
El autor comienza
el artículo trayendo una serie de citas en las que René Guénon se refiere a un
asunto tan importante como la diferencia existente entre esoterismo y
exoterismo. Esta cuestión, lejos de ser secundaria, se erige sin dudas en
fundamental a causa de la propensión de la mentalidad occidental a confundir
con religión cualquier forma de espiritualidad, aunque, en particular, la misma
nada tuviera que ver con la religión o lo religioso. Sin duda, este grave error
ha sido singularmente manifiesto en los círculos ocultistas y teosóficos en
donde expresiones como Religión Brahmánica eran, y quizás lo sean todavía, muy
comunes. Obviamente, tal cuestión está muy lejos de reducirse a una simple
cuestión semántica; por el contrario, apunta a la natural tendencia humana a
encasillar lo que desconoce dentro de los mismos límites de lo que sí conoce, o
de lo conoce mejor, o de lo que cree conocer mejor. El resultado será,
naturalmente, una deformación de aquello que se pretende conocer, como por
ejemplo ocurrió con la interpretación y posterior exposición de aquellas
doctrinas orientales tratadas por los orientalistas (2) desde principios de siglo y hasta
hoy. Pero esto no es todo, pues tal confusión condena, indefectiblemente, a la
persona que la sufre, a una incomprensión proporcional de todo lo relativo al
esoterismo, lo que, a su vez, deriva en la imposibilidad de cualquier realización,
en el grado que sea, y aun en el simple dominio teórico, de cualquier
conocimiento metafísico. Entre otras, una razón de esta imposibilidad, razón
que por lo demás sólo corresponde a un punto de vista entre otros indefinidos,
es la que se refiere a los objetivos de ambas (3): la religión procura la salvación
del fiel, es decir, la conservación de la individualidad en una de sus
prolongaciones sutiles; la iniciación, por su parte, procura conducir al
recipiendario hacia la "liberación" de los estados condicionados de
la existencia individual. De algún modo, mientras la religión persigue la vida,
la iniciación persigue la muerte... de la ilusión separativa.
Por ello es muy
acertada la observación hecha por el Sr. Federico González cuando se refiere a
un tipo de error particular (que también nosotros hemos tenido la ocasión de
detectar incluso en personas que tienen algún grado de comprensión, aunque
mínimo por cierto, sobre cuestiones referentes al pensamiento tradicional) y
que expresa, en el mencionado artículo, de la siguiente manera: En cuanto a que
el exoterismo correspondiera a los "misterios menores" y el
esoterismo a los "mayores" está claro que no es así y siempre Guénon
lo puntualiza, ya que son dos ámbitos absolutamente distintos y hasta opuestos,
aunque eso no quita que la práctica religiosa y el exoterismo en general sea
ampliamente recomendada para todos aquellos que de lo esotérico no tengan
referencias directas. Digamos, sin ahondar en el tema, que tanto los
"Pequeños Misterios" como los "Grandes Misterios"
corresponden a etapas en el desarrollo del proceso iniciático, y que por lo
tanto se hallan ambos, íntegramente, dentro de la órbita del esoterismo (4).
Sin embargo, nos
llama la atención que en el mismo párrafo exprese que el exoterismo y el
esoterismo sean dos ámbitos absolutamente distintos y hasta opuestos, cuando
con anterioridad había reproducido una cita de R. Guénon extraída, según él, de
El Hombre y su devenir según el Vêdânta, que comenzaba diciendo: El exoterismo
y el esoterismo, considerados no como dos doctrinas distintas y más o menos
opuestas (lo cual sería una concepción totalmente errónea) (5) sino
como dos aspectos de una misma doctrina..., lo que manifiesta dos modos
totalmente contrarios de considerar la cuestión entre R. Guénon y el Sr.
González que no nos corresponde a nosotros tratar de conciliar, pero que nos
sorprende. También nos resulta llamativo que aproveche la ocasión para expresar
lo siguiente: aunque eso no quita que la práctica religiosa y el exoterismo en
general sea ampliamente recomendada para todos aquellos que de lo esotérico no
tengan referencias directas. Tampoco aquí R. Guénon parece concordar con él (6): Las
ventajas que pueden ser obtenidas mediante el ruego y la práctica de los ritos
de una colectividad social o religiosa (ritos comunes sin excepción a todos sus
miembros, luego de orden puramente exotérico y no teniendo evidentemente ningún
carácter iniciático, y en tanto que no sean considerados como pudiendo servir
de base a una "realización" espiritual) son esencialmente relativas y
contingentes, pero, sin embargo, en absoluto despreciables para el individuo,
que, como tal, es él mismo relativo y contingente; éste haría mal entonces de
privarse voluntariamente de ellas, si está vinculado a alguna organización
capaz de procurárselas (7). Así, desde el momento en que es preciso tener
en cuenta la naturaleza del ser humano tal como de hecho es, en el orden de
realidad al cual pertenece, no es en absoluto censurable, incluso para aquel
que no es un simple "creyente" (haciéndose aquí entre la
"creencia" y el "conocimiento" una distinción que
corresponde en suma a la del exoterismo y el esoterismo) (8), adecuarse, para un fin
interesado, ya que es individual, y fuera de toda consideración propiamente doctrinal,
a las prescripciones exteriores de una religión o de una legislación
tradicional, con tal de que no atribuya a lo que espera sino su justa
importancia y el lugar que legítimamente le corresponde; podemos ver, tan
claramente como es posible, que la práctica del exoterismo está lejos de ser
recomendable solamente para todos aquellos que de lo esotérico no tengan
referencias directas. Obviamente, surge aquí una pregunta que no hemos podido
responder y que nos resulta sumamente sugestiva: ¿por qué, entonces, el Sr.
González, que sin duda conoce muy bien el párrafo que acabamos de citar, pone
tanto énfasis en alejar a los iniciados de toda práctica exotérica, siendo que,
allí donde hubiera una organización capaz de procurarla, sus efectos no serían
en absoluto despreciables? Es cierto que después el Sr. González dice: De allí
que el rito exotérico sea un poderoso medio para vivificar lo esotérico, aunque
lo esotérico ya nos sea conocido, por la misma necesidad de actualizarlo
permanentemente. Pero ¿no había dicho que lo exotérico era recomendable
solamente para todos aquellos que de lo esotérico no tengan referencias
directas? Por otro lado, ¿cómo es posible que lo exterior vivifique lo
interior? ¿no debería ser exactamente al revés, es decir, que lo interior
vivifique a lo exterior? ¿Qué significa eso de que la práctica exotérica
actualiza lo esotérico? Obviamente, renunciamos a cualquier intento de
responder a estos interrogantes y nos limitamos a manifestar nuestra sorpresa.
Mientras el
individuo no haya alcanzado grados efectivos de realización espiritual, su
individualidad se hallará plenamente inmersa en el caos del mundo exterior,
caos tanto más grave cuanto que estará atravesando los tramos finales del Kali
Yuga. Seguramente se hallará sujeto a fuerzas de variadas naturalezas, pero
todas centrífugas, producto de la absoluta imposibilidad, en una sociedad
profana y profanante como la actual, de observar el mundo desde una
perspectiva, aunque exotérica, sagrada. Cada aspecto de su vida se limitará entonces
a ser solamente un modo de satisfacer sus deseos particulares, notablemente
incentivados por el individualismo reinante: la sexualidad, la alimentación,
los afectos, la manutención, en fin, nada en su vida cotidiana tendrá ninguna
relación con la Tradición. La Tradición quedará encerrada en un dominio
puramente mental, mal comprendida y peor asimilada, estéril para producir
cualquier resultado benéfico. Peor aún, este desarrollo profano y profanizante
de la vida traerá aparejado un desorden y caos concomitante en las regiones
sutiles de la individualidad, generando desequilibrios inconscientes en el tal
ámbito, y aun en el dominio corpóreo, que entonces serán todo lo contrario que
una buena base para cualquier desarrollo ulterior en el dominio iniciático. Con
todo esto, se comprenderá, no queremos para nada decir que la práctica de un
exoterismo aporte una solución "mágica" y espontánea a toda esta
problemática, pero sí que, sin duda, mientras se trate de un exoterismo
legítimo, podrá ofrecer algún apoyo a quien lo practique del modo debido, y
brindará una ayuda para nada despreciable a quienes persigan y puedan tener
acceso a una organización iniciática igualmente legítima. Por ello dice Guénon
en el capítulo La necesidad del exoterismo tradicional: Por consiguiente, y
esto nos conduce a una consideración a la cual ya hemos aludido más arriba,
quien no participa de ningún exoterismo tradicional dedica por ello, en su
existencia, la mayor parte que se pueda concebir al punto de vista puramente
profano, al cual conformará forzosamente, en estas condiciones, toda su
actividad exterior. Y también: Debemos admitir que el ambiente profano en el
que viven algunos les hace más difícil la comprensión de estas cosas; pero es
precisamente contra la influencia de este ambiente que deben reaccionar en
todos los aspectos, hasta que se hayan dado cuenta de la propia ilegitimidad
del punto de vista profano.
Pero lejos de
reaccionar contra el punto de vista profano, el Sr. González reacciona,
sorprendentemente, contra la obra de R. Guénon en estos términos: queremos
referirnos aquí al capítulo de Guénon sobre "Necesidad del
exoterismo" en su obra Initiation et Réalisation Spirituelle (que tanta
confusión ha traído y que de hecho se contrapone con los cerca de veintisiete
volúmenes de su obra completa, y que, por otra parte, se reduce a unas pocas
frases disonantes dentro de un contexto habitual en su discurso), aparecido en
Etudes Traditionnelles a finales de los años cuarenta. Es nuevamente llamativo
que quien pretende referirse a un artículo de R. Guénon no mencione, ni
considere, siquiera un párrafo del mismo, limitándose en cambio a quejarse por
la confusión que ha traído (sin precisar a quien) y afirmar que se contrapone
con los cerca de veintisiete volúmenes de su obra sin aportar un solo ejemplo
de ello. Sin lugar a duda, se trata de un enfoque demasiado irracional como
para permitirnos realizar alguna consideración sobre lo que no parece ser más
que aquello de lo que acusa a otros: unas pocas frases disonantes. Más aun, de
modo igualmente inexplicable, el autor atribuye este artículo de R. Guénon a
circunstancias contingentes (Pensamos que tal vez se debe a una situación de
circunstancia temporal, de momento histórico). Y prosigue en estos términos: En
realidad nosotros pensamos que el artículo de Guénon sobre el exoterismo
religioso está dirigido, precisamente en esta oportunidad, a Schuon, con el que
Guénon mantenía graves diferencias por el hecho de no atenerse a la Tradición
Islámica, es decir que pretendía dirigir una tarîqah sufí, sin siquiera ser
musulmán. Resulta increíble que gratuitamente pueda relativizarse de tal modo
la obra misma de R. Guénon con la clara intención ¿consciente o inconsciente?
de minar su autoridad (9). Sin embargo, ya R. Guénon se había referido
muy claramente a esta cuestión (10) cuando aludía a la noción de la élite
destinataria de su obra: No es siquiera el caso de decir que, respecto a todo
cuanto estamos exponiendo, fue siempre exclusivamente a estos últimos que hemos
intentado dirigirnos, sin preocuparnos por la inevitable incomprensión de los
otros (11).
Es nuestra intención hacer resaltar el particular ensañamiento con que el Sr.
González intenta relativizar la obra de Guénon, pues atribuye las frases
disonantes a una situación de circunstancia temporal, de momento histórico;
esto mismo sucede con numerosos escritos de Guénon, publicados en distintos
tiempos, en medios diversos, obviamente sin aportar una sola prueba sobre tales
escritos determinados por circunstancias temporales (12), que parecen ser muy frecuentes
en los propios escritos de quien esto afirma. Por lo demás, estamos sin duda
tentados a atribuir este gran esfuerzo del Sr. González, destinado a forzar y
deformar la obra de Guénon, a que tal vez se debe a una situación de
circunstancia temporal en la que podría haber resultado herido por alguna
deslealtad de religiosos, o algún problema personal que hubiera tenido con
ellos, y como por una causa semejante él habría sido capaz de escribir contra
el artículo de Guénon, supone que Guénon hubiera obrado de la misma manera;
después de todo, es una tendencia muy propia de hombre profano el atribuir a
los demás las propias limitaciones. Pero R. Guénon no era un profano...
El mencionado esfuerzo
por forzar y deformar la obra de R. Guénon no se detiene aquí, sino que la
emprende contra la noción de ortodoxia guenoniana e invoca para ello la
autoridad de las palabras de René Alleau, pronunciadas en el coloquio de
Cerissy-La-Salle en 1973, denominado "René Guénon y la actualidad del
pensamiento tradicional", organizado por él mismo y Marine Scriabine, uno
de los más importantes coloquios en homenaje al metafísico francés, el guía
intelectual de una gran corriente de pensamiento: "La noción de ortodoxia
guenoniana me parece la más extraña a la obra y al pensamiento de René Guénon,
así como al pensamiento de todo filósofo tradicional verdadero". Es
interesante, pero el coloquio cuya autoridad, como dijimos, invoca, dio lugar a
un formidable artículo de la "Rivista di Studi Tradizionali" de
Torino, Italia, que lleva por título René Guénon en la Torre de Babel y que
porta la firma de Giorgio Manara (13). Nos permitiremos traducir parte de este
artículo para ver en que consistió lo que fue, según el Sr. González, uno de
los más importantes coloquios en homenaje al metafísico francés:
"Como se
podría esperar, aquello en lo cual los participantes estuvieron de acuerdo más
fácilmente son las incontables críticas al mundo moderno, y las casi igualmente
incontables llamadas a la tradición, al esoterismo y a la iniciación. Aunque,
para empezar por la introducción de Alleau, tendremos que comenzar, bien
pronto, por los equívocos. Así, leemos que la realización metafísica tiene un
carácter experimental, lo que nos hace comprender que cuando el autor habla de
realización metafísica piensa en el fondo en una experiencia y, por lo tanto,
en contenidos fenoménicos". Además, el conflicto entre fuerzas
tradicionales es definido como conflicto entre fuerzas espirituales; en
particular, la civilización moderna tendría un principio de orden espiritual, y
este principio es el mal (14): se puede deducir ya (y veremos otras
confirmaciones) que el autor no tiene idea de qué cosa es el dominio espiritual
y universal, el cual precisamente es totalmente intangible por las fuerzas
antitradicionales. Y, ¿acaso esto no implica tal vez también la ausencia del
discernimiento fundamental para afrontarlo? Semejante falta de adecuación
intelectual se podría, por lo demás, obviar prácticamente, al menos en una
cierta medida, aferrándose a las directivas recibidas desde la tradición: pero
justamente el mismo Alleau afirma que no es necesario aceptar sin examen, y que
está satisfecho cuando, aprovechando la traducción de Corbin de un texto ismaelita,
encuentra manera de afirmar una iniciación libre y una búsqueda libre,
desembarazándose de la incómoda noción de ortodoxia, y llegando a afirmar que
la noción de ortodoxia guénoniana me parece lo más extraño a la obra y al
pensamiento mismo de René Guénon como a cualquier verdadero filósofo
tradicional (15).
Sería naturalmente fácil recordar, en cambio, cuan explícita es en la obra de
Guénon, y normal desde el punto de vista tradicional, la antedicha noción de
ortodoxia, que además coincide con la conformidad a una verdad supraindividual.
Pero a este propósito se podría pensar que Alleau se refería a un Guénon a
medida formado en su imaginación (16).
Siguiendo por lo
tanto su imaginación , René Alleau llega después a afirmar: la guerra santa es
batirse contra el Apocalipsis, el derrotismo y el descorazonamiento. Si no,
¿para qué sirve la iniciación?... he aquí mi conclusión: o nos salvamos todos
juntos, y todos juntos significa Oriente y Occidente, o pereceremos todos
juntos (17)
; el objetivo de la iniciación está identificado por lo tanto con una
fantástica salvación colectiva, para llegar después a esta entusiasta
afirmación: La verdad es que se va hacia una civilización más grande de todas
aquellas que hemos conocido. Por lo demás, no por nada Alleau comparte la idea
de que ya el resurgimiento espiritual se ve netamente en los Estados Unidos...
particularmente en California (18)".
Rogamos que se
nos disculpe lo extenso de este traducción; creemos que es totalmente necesario
hacerlo a fin de poner en evidencia, tan claramente como sea posible, las
deletéreas consecuencias de la renuncia a la noción de ortodoxia guénoniana tal
como lo pretende el Sr. González, basándose, según él, en la autoridad de las
palabras de René Alleau, pronunciadas en el coloquio de Cerissy-La-Salle en
1973, uno de los más importantes coloquios en homenaje al metafísico francés.
Quisiéramos ya,
para terminar, intentar formular algunas conclusiones sobre lo dicho, o mejor,
destacar algunos puntos que nos parecen especialmente relevantes.
En primer lugar,
creemos que es evidente que no resulta para nada clara la posición del Sr.
González respecto al exoterismo; por un lado afirma que es algo para quienes de
lo esotérico no tengan referencias directas, y por otro, que lo exotérico es un
poderoso medio para vivificar lo esotérico, aunque lo esotérico ya nos sea
conocido. Lo que en cambio sí está claro, y se ve como una constante, sin
contradicción alguna, en todo su trabajo, es el firme propósito de atacar la
noción de ortodoxia guénoniana que, como bien dice Giorgio Manara en la cita
anterior, noción de ortodoxia, que además coincide con la conformidad a una
verdad supraindividual. Así, podemos ver que el autor sigue una serie de pasos
bien claros: primero desacredita el artículo de R. Guénon "La necesidad
del exoterismo", calificándolo de unas pocas frases disonantes, para
continuar después relativizando el resto de la obra al afirmar que esto mismo
sucede con numerosos escritos de Guénon, publicados en distintos tiempos, en medios
diversos (muchos de ellos hasta opuestos entre sí, antagónicos), y, como ya es
sabido, no titubea, a fin de dar un viso de legitimidad a sus invenciones
particulares (y por lo tanto heterodoxas), en caer en lo grotesco con la cita
de Alleau y su patético, burdo y caricaturesco coloquio.
Guénon,
refiriéndose a su propia obra, dice que (19) es exclusivamente una exposición de datos
tradicionales en la cual sólo la expresión es nuestra; además, estos mismos
datos no son en modo alguno el producto de un "pensamiento"
cualquiera, en razón de su carácter tradicional, que implica esencialmente un
origen supra-individual y "no-humano". En consecuencia, creemos de la
mayor importancia insistir en la necesidad de una estricta ortodoxia guénoniana,
entendiendo por ella, no la conformidad al pensamiento de un individuo, sino a
la doctrina, de origen supra-individual, tal como fuera expuesta por René
Guénon; conformidad que sólo podrá operarse tras el estudio metódico y
exhaustivo de tal obra, procurando la mayor precisión en la comprensión de su
contenido y la menor injerencia de apreciaciones personales. Igualmente
importante nos parece, por último, hacer notar, para quienes sean capaces de
comprenderlo, a qué cosa realmente se oponen quienes pretenden rechazar tal
noción de ortodoxia.
NOTAS:
1. El artículo al
que nos referimos apareció en la dirección "http://www.geocities.com/Athens/Delphi/3380/breve.htm" http://www.geocities.com/Athens/Delphi/3380/breve.htm
2. René Guénon,
Iniciación y Realización Espiritual, Cap. VIII, "Salvación y
Liberación", nota a pie de página, donde dice: Otra constatación que, a
decir verdad, es mucho menos sorprendente para nosotros, es la de la obstinada
incomprensión de los orientalistas tanto a este respecto como en muchos otros;
hemos visto en los últimos tiempos un ejemplo muy curioso: en una reseña de
L'Homme et son devenir selon le Vêdânta, uno de ellos, respondiendo con un mal
humor no disimulado las críticas que habíamos formulado contra sus colegas,
menciona como algo particularmente chocante lo que habíamos dicho de "la
confusión constantemente cometida entre la salvación y la Liberación", y
parece indignado de que hayamos reprochado a tal indianista el haber
"traducido Moksha por salvación en todas sus obras, sin parecer siquiera
dudar de la simple posibilidad de una inexactitud en tal asimilación";
evidentemente, es del todo inconcebible para él que Moksha pueda ser otra cosa
que la salvación. Aparte de ello, lo que verdaderamente es divertido es que el
autor de esta reseña "lamenta" que no hayamos adoptado la
transcripción orientalista, cuando la verdad es que hemos indicado de forma
expresa las razones de ello, y también que no hayamos ofrecido una bibliografía
de obras orientalistas, como si éstas debieran ser "autoridades" para
nosotros, y como si, desde el punto de vista en que nos situamos, no tuviéramos
el derecho de ignorarlas pura y simplemente; tales indicaciones dan la justa
medida de la comprensión de ciertas personas."
3. René Guénon,
Apreciaciones sobre la Iniciación, Cap XV, "De los ritos
iniciáticos", donde dice: toda religión se propone únicamente asegurar la
"salvación" de sus adherentes, lo que es una finalidad referida aún
al orden individual, y, por definición en cierto modo, su punto de vista no se
extiende más allá; los propios místicos no consideran nunca sino la
"salvación", y jamás la "liberación", mientras que ésta es,
por el contrario, el fin último y supremo de toda iniciación.
4. En realidad,
lo que podría dar lugar a alguna confusión a este respecto es que ambos, la
realización de los Pequeños Misterios y la Salvación, se refieren a la
individualidad humana, y por ello, de algún modo, se podría decir que hay una
cierta conmensurabilidad entre ambos, pero por otro lado hay que aclarar que
mientras la Salvación es perseguida como un resultado definitivo, la
realización de los Pequeños Misterios es solamente un estadio en el camino
hacia la Liberación de los estados condicionados y, desde esta perspectiva, la
mencionada conmensurabilidad desaparece. Por otra parte, la realización de los
Pequeños Misterios implican un retorno al estado Paradisíaco, es decir, a la
posesión plena de totalidad de las posibilidades humanas, lo cual es muy
distinto a la conservación en una de sus prolongaciones sutiles.
5. La negrita es
nuestra.
6. René Guénon,
Apreciaciones sobre la iniciación, cap. XXIV, "El ruego y el
encantamiento".
7. La negrita es
nuestra.
8.La negrita es
nuestra.
9. Resulta
evidente que si lo que escribe estuviera determinado por tan fortuitas
circunstancias, entonces su obra sería de muy poco valor, pero pretende
referirse, por el contrario, a la Doctrina Inmutable.
10. R. Guénon, El
reino de la cantidad y los signos de los tiempos, Introducción.
11. La negrita es
nuestra.
12. Cabe aclarar
que nos referimos a su obra pública, y hacemos expresa excepción de la
correspondencia privada de Guénon, en donde, indefectiblemente, cada
corresponsal, con sus inquietudes, sus conocimientos y hasta su ignorancia,
podría afectar y hasta determinaría en gran medida el tono de la respuesta.
13. "Rivista
di Studi Tradizionali", nº 47, julio-diciembre de 1977.
14. pp. 10-11.
15. p. 13.
16. Se puede ver
tal vez una confirmación indirecta donde (p. 50) Alleau supone que el ejemplo
de Teilhard de Chardin nos propone un caso análogo al de Guénon.
17. p. 207.
18. p. 189.
19. Iniciación y
realización espiritual, cap. II, "Metafísica y Dialéctica".