DESIDERATA.
VE PLACIDAMENTE ENTRE EL RUIDO Y LA PRISA.
RECUERDA QUE LA PAZ PUEDE ESTAR
en el silencio. Sin renunciar a ti mismo, esfuérzate por
ser
amigo de todos. Di tu verdad, quietamente claramente.
Escucha a los otros, aunque sean torpes e ignorantes; cada
uno de ellos tiene también una vida que contar. Evita
a los ruidosos y agresivos, porque ellos denigran el
espíritu. Si te comparas con los otros puedes convertirte
en un hombre vano y
amargado; siempre habrá cerca de
ti alguien mejor o peor que tú. Alégrate tanto de tus
realizaciones como de tus proyectos. Ama tu trabajo,
aunque sea humilde; es el tesoro de tu vida. Sé prudente
en tus negocios, porque en el mundo abundan las gentes
sin escrúpulos. Pero que esta convicción no te impida
reconocer la virtud; hay muchas personas que luchan por
hermosos ideales; y dondequiera, la vida está llena de
heroísmo. Sé tú
mismo. Sobre todo no pretendas
disimular tus inclinaciones. No seas cínico en el amor,
porque cuando aparece la aridez y el desencanto en el
rostro, se convierte en algo tan perenne como la
hierba. Acepta con serenidad el consejo de los años y
renuncia sin reservas a los dones de la juventud. Fortalece
tu espíritu , para que no te destruyan inesperadas
desgracias. Pero no te crees falsos infortunios. Muchas
veces, el miedo es producto de la fatiga y la soledad. Sin
olvidar una justa disciplina, sé benigno contigo
mismo. No eres más
que una criatura en el Universo,
no menos que los árboles y las estrellas; tienes derecho a
estar aquí. Y, si no tienes ninguna duda, el Mundo se
desplegará ante ti.
Vive en paz con Dios, no importa
como lo imagines; sin olvidar tus trabajos y aspiraciones
mantente en paz con tu alma, pese a la ruidosa confusión
de la vida. Pese a
tus falsedades, penosas luchas y
sueños arruinados , la Tierra sigue siendo hermosa. Sé
cuidadoso. Lucha por ser féliz.
INSCRIPCION FECHADA
EN El AÑO 1692.
ENCONTRADA EN UNA TUMBA DE LA VIEJA IGLESIA DE SAN PABLO DE BALTIMORE.