TRADICIÓN
Es prudente respetar los viejos catecismos, para evitar la
vulgaridad y los crímenes del pueblo que estrena opiniones.
La originalidad necesita adosarse a la continuidad de una
tradición.
Solo una cosa no es vana; la perfección sensual del instante.
Frente a la claridad hija del análisis que substituye a una
totalidad confusa una multiplicidad sistemática, existe una claridad que
proviene de la intuición global del objeto, más semejante a la visión que el
pintor transmite del cuerpo desnudo que al inventario del anatomista.
El espíritu no camina con pasos regulares: brinca, al
contrario, de evidencia en evidencia.
Meditar es traducir un instante de lucidez en el idioma de
una época y en el léxico de un gremio.
A los abruptos dilemas de la inteligencia la historia
contesta con soluciones que los burlan.
La sensación de infinito se consigue solo en lo inmediato.
Cuando cobra total seriedad, la meditación metafísica
culmina en relato autobiográfico.
-
Al mundo solo le rescata de su causalidad horrenda, de su
bruta existencia empírica, la visón que se instala en la misteriosa suficiencia
de cada objeto aislado, como se instala el amante en la maravillosa suficiencia
de su amor.
La sabiduría en este siglo, consiste ante todo en saber
soportar la vulgaridad sin irritarse
-
Solo la quietud y la rutina nos entregan la pulpa de las
cosas, de las esencias, de los seres.
-
La conciencia de nuestra dependencia, de nuestra impotencia,
de nuestra insignificancia, la conciencia, en fin, de nuestra condición de
creatura, nos salva de la angustia y del tedio.
Para quien se postra el mundo fluye en una secreta
primavera.
-
Para educar el alma es necesario someterla a la presencia de
los mismos muros, a la paz rutinaria y monótona del mismo paisaje bajo el mismo
cielo.
En ciertos instantes colmados Dios desborda en el mundo,
como fuente repentina en la paz del mediodía.
Las iluminaciones que orientan la vida del espíritu son las
repentinas fulguraciones de trivialidades.
-
Si un vacío físico no lo convence de la desaparición de una
cosa, el hombre se obstina en verla presente mientras persista su espectro.
En el mundo contemporáneo las yerguen aun su apariencia
intacta, pero el siglo succionó implacablemente su savia. La espesa pulpa de
las cosas, de momento en momento, se corrompe, se pudre, se disipa.
El hombre se instala ciegamente en la terrestre solidez de
su destino, cuando la substancia del mundo fluye hoy por una secreta herida
hacia la nada.
-
Solo es realmente importante lo que al mero espectador
parece gesto trivial.
Llámese como se quiera, el modo como Dios me es, es el modo
como me soy a mí mismo.
-
Las experiencias espiritualmente más hondas no provienen de
meditaciones intelectuales profundas, sino de la visión privilegiad de algo
concreto.
En el larario del alma no veneramos grandes dioses, sino
fragmentos de frases, gajos de sueños.
-
Indicios de civilización sólo son la claridad, la lucidez,
el orden, los buenos modales, de la prosa cotidiana.
La inquietud es consecuencia de una fe excesiva en la
estabilidad de las cosas.
-
La violencia no basta para destruir una civilización.
Cada civilización muere de la indiferencia ante los valores
peculiares que la fundan.
Lo que requiere lucha para ser conseguido muere de ser
alcanzado.
-
El escritor tradicional no se ocupa de la tradición a que
pertenece, porque no duda de la legitimidad de su genealogía.
El escritor tradicionalista, en cambio, imita cuidadosamente
a sus presuntos antepasados, para parecer de la misma familia.
-
Una tradición no es un supuesto catálogo de virtudes que se
enfrenta a un catálogo de errores, sino un estilo de resolver problemas.
La tradición no es solución petrificada, sino método
flexible.
-
El papel del cristianismo en el mundo es la mayor
preocupación del nuevo teólogo.
Singular preocupación, singular preocupación, puesto que el
cristianismo enseña que el cristiano no tiene papel en el mundo.
-
La humildad no desarma como símbolo de sumisión anticipada,
sino como revelación repentina de un universo donde mandar es grosero y vulgar.
-
Siendo la lucha por la libertad la más noble de las
empresas, el hombre se envilece en una sociedad libre.
El alma se ablanda y se corrompe donde todo se puede decir y
todo hacer. Lo esfuerzos viriles, las atestiguaciones peligrosas, las tensiones
trágicas, se extinguen, para que el hombre, eximido de la compulsión a ser
noble, se rinda a la natural vileza de sus instintos.
Acostumbrado finalmente a tolerar sus contrarios, los
principios se convierten en claudicaciones elocuentes.
El precio de la libertad es una perpetua apostasía.
-
La salvación social se aproxima cuando cada cual confiesa
que solo puede salvarse a si mismo.
La sociedad se salva cuando sus presuntos salvadores
desesperan.
-
Solo lo trivial nos ampara del tedio.
El mal solo tiene la realidad del bien que anula.
El hombre moderno no ama, sino se refugia en el amor; no
espera sino se refugia en la esperanza;
no cree, sino se refugia en el dogma.
La desnudez sensual es la florescencia del pudor.
Si los dominicos, para convertir a la muchedumbre, aconsejan
hoy el fusilamiento popular de ricos, en vez de la combustión inquisitorial de
herejes, los jesuitas por otra parte, con el fin de adaptar el cristianismo al
mundo, en lugar de paliar como ayer las codicias burguesas proponen cohonestar
las envidias proletarias.
Criticar el dualismo, confundiendo el que distingue con el
que contapone, prohíja la pronta transformación del cristianismo en un
inmanentismo naturalista.
Los monismos son representaciones dranáticas, donde el drama
es embuste y sombras chinescas los actores.
Un solo concilio no es más que una solo voz en el verdadero
concilio ecuménico de la Iglesia, que es su historia total.
-
Los desaciertos sociales del cristianismo, en la última
centuria, se originaron en el error de adaptar su conservatismo ingénito a la
defensa de condiciones sociales provenientes de un proyecto revolucionario
adverso a su doctrina.
El cristianismo sufre las consecuencias de haber custodiado
el proceso de industrialización de una sociedad democrática.
Después de conversar con alguien “bien moderno” vemos que la
humanidad se evadió de los “siglos de fe” para atascarse en los de credulidad.
Clérigos y periodistas han embadurnado de tanto
sentimentalismo el vocablo “amor” que su solo eco hiede.
Hay almas que la absolución no limpia, sino que empuercan
las absoluciones.
Las familias suelen ser células purulentas de estupidez y
desdicha, porque una necesidad irónica exige que el gobierno de tan elementales
estructuras requiera tanta inteligencia, astucia, diplomacia, como el de un
estado.
Autoridad es la característica propia a lo que nos subyuga,
como la poesía de Homero o el genio de Platón.
Autoridad no es lo que logra mandar, sino lo que no es
concebible que se le desobedezca sin demencia,
-
La necesidad de la gracia procede menos de nuestra
incapacidad para cumplir la ley que de la esterilidad de su cumplimiento.
No es de la impotencia de la voluntad, sino del fracaso de
sus obras, de donde surge la urgencia de la gracia,
-
La sociedad racional no se opone a la “tradicional” como lo
coherente a lo ilógico.
Sino como lo animal a lo humano.
“Racional”, en este contexto, significa ahitarse sin
decencia y copular sin trabas.
Los rebeldes a una tradición, o no cuentan, o resultan más
leales a la tradición que sus fieles presuntos.
La tradición no es texto sino manera de leerlo.
-
El que cree en Dios no necesita someter as una coherencia
arbitraria el caos del mundo.
El orden mora detrás de nuestras evidencias discrepantes,
-
Dios es la realidad que el deísta pierde y que el panteísta
recupera.
Como ideal supremo, la libertad es el primer paso hacia el
nihilismo final,
-
Comoquiera que la materia de un conocimiento que se pretende
inmediato es más importante que su forma, debemos distinguir de la mística
teísta lamística naturalista y la mística personalista: de la experiencia de la
realidad de Dios la experiencia de la incorrupción del mundo y la experiencia
de la eviternidad del yo.
La mística teísta es incorruptible; pero la mística
naturalista se pervierte en panteísmo, cuando la conciencia extática identifica
el esplendor de la creación intacta con el esplendor mismo del creador; y la
mística personalista se pervierte en gnosticismo, cuando la conciencia
ensimismada identifica la eviternidad del alma con la eternidad de Dios.
Las actitudes panteístas son menos culpables que las
gnósticas, porque la soberbia humana se consume allí en la conflagración divina
de las cosas; pero la interpretación errónea de la experiencia mística reitera
el sacrilegio primigenio.
-
Liberar al hombre es sujetarlo a la codicia y al sexo.
La muerte no debe ser el objeto de nuestras meditaciones,
sino la base de todas.
No transmitimos finalmente, despertamos.
Los principios son la luz que ilumina nuestros pasos
mientras las evidencias se eclipsan.
El gesto más que el verbo, es el verdadero transmisor de las
tradiciones.
-
La ciudad desaparece, mientras elmundo entero se urbaniza.
La ciudad occidental fue persona.
Hoy, la hipertrofia urbana y el centralismo estatal la
desintegran en mero hacinamiento inánime de viviendas.
-
No tratemos de convencer, el apostolado daña los buenos
modales.
Si no heredamos una tradición espiritual que la interprete,
la experiencia de la vida nada enseña.
¿ En qué dios habrán creído los que dejan de creer en él?
El método supremo sería el que nos permitiese descubrir al
dios bajo el harapo.
-
El honor es el escándalo de la ética.
En efecto, las noemas que el honor acata pueden coincidir
con las normas universales, pero el honor nos ordena acatarlas meramente porque
las asumimos como propias.
Honor es lealtad con mi deber, porque es mío.
El honor se degrada en honra, como la ética en moralismo.
-
La caridad inicia la redención del sujeto, el arte la del
objeto, el honor la de la relación entre los dos.
La caridad es acto del sujeto que trata a los demás sujetos
como fines, el arte es el acto de aprensión que trata al objeto como fin, el
honor es el acto que trata como fin la relación entre sujeto y objeto porque
consiste el cumplir el compromiso asumido.
-
No es la grandeza del hombre lo que me empeño en negar, sino
la pretendida omnipotencia de sus manos.
Los responsables de los grandes intereses espirituales
pueden ser feroces o buenos, pero no afables.
Adulterar la ética cristiana de la perfección en ética de
servicio es colaborar a la transformación de la conducta ética en
comportamiento legal.
La liberación total es el proceso que construye la prisión
perfecta.
Las insurrecciones titánicas contra la divinidad culminan en
las hebdomadarias visitas a prostíbulos de barrio.
Toda ética termina en pelagianismo, todo pelagianismo en
deísmo, todo deísmo en sepelio de Dios.
El destino no es necesidad irrecusable, sino invitación
desafiante a plinitud de significado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario