Jean Biès
RETOUR A
L’ESENTIEL
Quelle spiritualité pour l’homme d’aujourd’hui?
Delphica.
L’Age d’Homme. Lausanne 2004
PRICIPIOS DE ALQUIMIA INTERIOR
I
ALGUNOS SUSTITUTOS DEL MAESTRO ESPIRITUAL
La verdadera antropología se aplica a la vez al
conocimiento normativo y a la ciencia operativa. Por un lado, hay la
comprensión y la asimilación de estructuras ontológicas y de modalidades dela
Energética divina al nivel de lo
universal y de lo humano; de otra parte , la utilización de medios de
metamorfosis de transmutación personal
que permite el muerte de viejo
" hombre " y la aparición del
hombre nuevo ".Después de haber tomado conciencia de las condiciones de la época en que se vive,
y lograda la revolución intelectual
capaz de darle las estructuras doctrinales y los principios basados en la Philosophia perennis, el Occidental ansioso
de vida interior deberá acompañar esta
formación teórica de un cierto conjunto de prácticas. Es este aprendido y este
vivido quienes solos, felizmente conjugados, permiten acceder a una espiritualidad que
corresponde a la vez a una visión del
mundo, un modo de vida, una manera de ser, una aristocracia no hereditaria del
sangre, sino del sentido dado a la vida.
Se debe admitir aún que la vida tiene un significado. Esto es lo que los
existencialistas le niegan, y vemos las
salidas desastrosas de la opción. El esencialismo sostiene otro discurso
completamente distinto, para el cual no solamente la vida tiene un sentido, sino que este sentido es la Vida
misma, que tiene por nombres el Espíritu, lo Uno, lo Esencial, el Sí.
Sin embargo, " si el Si no es conocido, la vida es inútil ",
afirma Shankara, quien agrega que el Si
puede ser conocido desde esta vida. Nada sin duda es más contrario al ser
humano que intentar sobrepasarse en
dirección a lo Absoluto; y nada es más imperioso sin embargo que este deseo de
sobrepasamiento. El hombre tiene a bien
resistir a esta exigencia interna, quedar sordo a los mensajes, a los
mensajeros a los que mata porque vienen de otra parte que de la humanidad: -
alguna cosa nueva surgió con el hombre,
a pesar de él, contra él y en él, lo
invencible, aspiración tumultuosa, sellada en sus genes, a otra cosa en él y
alrededor de él, que lo justifica a sus propios ojos, justifica el universo que
lo rodea, justifica al Autor del hombre y del universo. Si lo Divino suscita la
dualidad que separa al hombre de su Principio, y por ahí lo separa de él mismo,
es al sólo fin que busque con tanteos
este Principio, a través del laberinto de las contradicciones y de las
dispersiones, que encuentre la Unidad perdida, regrese allí. El Acto creador de
lo Divino contiene implícitamente lo que reúne, devuelve toda cosa su origen;
el hombre se reabsorbe en lo Supremo porque él mismo es idéntico a lo Supremo.
La tradición hebraica refiere que todas las almas humanas vieron a Dios
cara a cara antes de nacer aquí abajo, cuando residían en el Mundo ontológico
donde ellas eran todavía como tantas chispas del Sol divino. El séptimo Cielo
era el lugar sin lugar donde Dios se presentó a ellas, o ellas se presentaron a
Él, y las unas a las otras, antes de
tomar cuerpo en tal época, en tal grupo étnico y religioso, y de asumir tal
misión, tal destino. En su recuerdo aquí abajo de Lo que vieron, trabajan a
reactualizar su estado primero, a unirse de nuevo con Dios. El " Sed
fecundos y multiplicaos " del
Génesis, trivialmente interpretado de ordinario, es a tomar en el
sentido de una multiplicación cualitativa de las vibraciones ascendentes, de
una vivificación de los gérmenes divinos, hasta realizar la infinita Totalidad, la Realidad
transcendental e inmanente del ser humano 1
1. El precepto será repetido hasta la saciedad. Basilio
de Cesárea , citado por Gregorio de Nacianceno, dice que " el hombre es un animal que recibió
la orden (o l vocación) de hacerse Dios ". El Sufismo menciona el imperativo
según el cual el hombre debe hacerse el espejo donde Dios contemplará sus
Nombres.
La misma tradición enseña que el fin de la vida es
identificarse con Shekinah, la " prometida de Dios ", a la
Omnipresencia divina, identificada a Shabbath del último Día. Por ella, el
hombre se religa a lo Transcendente, al
Silencio del Santo de los Santos, al Señor mismo. Si su receptividad espiritual
no es obstruida, el alma vuelve a ser la Esencia de la que ha salido, la
"hija" de Dios, esta Sulamite que es "negra", (porque su
receptividad ha sido quemada por el sol de la divina Tiniebla), pero que es
"bella", (porque transfigurada en él). Este reposo en el seno de lo
Supremo, que es Shabbath, tendrá como resurgencia cristiana la hesiquia , la "tranquilidad", la
"serenidad", la suspensión de los pensamientos y de las pasiones, el
cese de toda actividad psico-mental, el sueño vigilante en la remembranza
permanente de Dios. El corazón humano se hace aquí el punto de fusión del
Infinito y de lo finito, la " morada de la Paz " donde se elabora el
estado de no dualidad, el " templo de la Presencia real " donde le es
posible al hombre de pasar de la "imagen" a la "semejanza"
que es a la vez encuentro y participación, consentimiento libre, adhesión a
Dios.
El último fin, - la "deificación", - es
evidentemente muy raramente alcanzado; lo que no es una excusa suficiente para
dispensarse de intentar algunos pasos. Si la "deificación" no es el
lote más que de algunos hombres, la "salvación" les concierne a todos
a un nivel más directo y más interesado.
No incumbe a nadie prejuzgar del destino póstumo de los
individuos. Pero tenemos el a preguntarnos si los hombres que viven hoy aparte
de toda práctica espiritualizante, limitando su existencia a preocupaciones
contingentes hechas de arribismo, de codicia, de voluntad de potencia, han alcanzado verdaderamente el estado humano, y
si su devenir post-mortem no les dirige hacia uno de esos
estados llamados "periféricos" que designan los
Limbos. La sociedad de consumo, fabricando por millones de los seres ávidos de
tener y de gozar, fabrica millones de prêta
cuya supervivencia en planos
superiores está eminentemente
comprometida 1.
1 Los prêta son las "sombras" de los seres
insaciables que han limitado su existencia terrestre a nutrirse y a
reproducirse, y cuyo comportamiento no difiere casi del de los animales
Los que pretenden que " después de la muerte, no hay
nada más ", dicen probablemente verdad, por lo menos en lo que les
concierne, - en la medida en que no han intervenido en nada para que hubiera
algo, es decir para despertar en ellos y comenzar a desarrollar el "
cuerpo de inmortalidad”. No vemos ni por qué ni cómo seres que, cada día de su
vida, habrían celebrado las nupcias de lo irrisorio y de lo vulgar sin hacer el
menor esfuerzo para sobrepasarse un poco de cuando en cuando, merecerían
obtener un estado cualquiera de beatitud. Hasta un renacimiento en el estado
humano parece un privilegio desproporcionado con relación a una vida
voluntariamente reducida a lo infra-humano.
El Budismo insiste
sobre la suerte de un nacimiento humano y en el hecho de que tal suerte
raramente regresa. Eso es tanto como decir que no debe ser desperdiciada. Es
aquí donde se comienza a divisar por qué las religiones proponen de medios de
salvación, por qué los "mandamientos" están para ayudar al hombre a
remontar hacia su origen reunificando los fragmentos de los que se compone,
invitándolo al bien, haciéndole evitar
el mal, para hacer que el Rigor y la condenación eterna lo cedan a la Gracia y
la salvación. Es aquí donde se comienza
a sospechar por qué tan es a menudo repetido de no dilapidar sus energías, de
no satisfacer sus exclusivos apetitos, de no vivir por fuera de sí, sino al que
hace falta al contrario incansablemente, sacar provecho de esta vida para ganar
algunos grados en la evolución de su ser; aquí que se descubre en qué las
condiciones del mundo moderno son monstruosidad pura que condenan al hombre al
materialismo, le sustraen totalmente posibilidades de concentración y de
unificación.
Los principios espirituales inculcados al hombre siempre
tuvieron por objeto prepararle al más allá liberando los centros sutiles
enterrados y olvidados, que son como las células-madres del " cuerpo de
resurrección”. La supervivencia se merece, la inmortalidad se conquista. Se
trata de suscitar en sí una vida segunda, capaz de atravesar a la muerte, de
subsistir independientemente de todo organismo y soporte físico, de resistir a
las degradaciones y las disoluciones sucesivas, una vida la más autónoma
posible, que no debe más que a sí misma el existir y atraviesa sin dificultad
la segunda muerte”. Construcción sin la cual los elementos psíquicos que
sobreviven en la corporeidad están destinados a esparcirse, a anudarse a otros
y a desanudarse, antes de desvanecerse a su vez sin que quede en ellos una continuidad
efectiva de conciencia... Ahora, esta vida autónoma comienza a construirse a
partir de las primeras purificaciones y a partir del sobrepasamiento de los
"deseos", (lo cual no es su rechazo 1); a partir , también y sobre todo, de la renuncia del mi-yo que se
pretendo algo, - este " caballero bermejo " que, en la epopeya
artúrica, Parsifal mata con una jabalina en el ojo; - a partir de la extinción
de la "sed" existencial, de la desidentificación con discontinuo, del
desapego de las ilusiones... Vivir verdaderamente, es morir a todo lo que no es
verdaderamente. Tal es la " muerte iniciática ", de desnudaciones
sucesivas, y de la que el baile de Salomé es uno de los significados.
Sin duda tenemos el deber de respetar la libertad de
elección de cada uno, de dejar tomar a cada uno sus responsabilidades. Pero en
un tiempo en que son cuidadosamente escondidas a los hombres las perspectivas
esenciales que les comprometen por entero y para siempre, tenemos más todavía
el de informarles sobre ciertas realidades a las cuales quedan por otra parte
libres de suscribir o de no suscribir, el de alertarlos y de hacerlos por lo
menos reflexionar. La cuestión que se plantea es entonces ésta: ¿toda esperanza
está desesperadamente perdida para los que no han emprendido nada o los que
incluso no han oído hablar jamás de nada concerniente a la vida de después?... La respuesta es no, en
la
1. La Realización es la ausencia de todo deseo, incluido
el de la Realización. Desear no tener más deseos es todavía un deseo; - de donde
el "no actuar" taoísta, el "abandono" de Eckhart y de los
hesicastas, el " Amor puro " de Mme Guyon, que no es quietismo. La
trampa consiste en tomar la indiferencia, la tibieza espiritual, la holgazanea
por esta ausencia de deseo.
medida en que hay siempre en la existencia de los
individuos, - a excepción de casos-límites, - una cierta parte de simpatía, de
devoción, una capacidad de amor no siempre forzosamente egoísta, una aspiración
a formas de belleza, una posibilidad de heroísmo sacrificial, aunque sea
involuntario En el curso de ciertas enfermedades mortales o de circunstancias
particularmente trágicas, el ser humano puede revelarse asombrosamente
diferente de lo que era, recobrar en algunas horas el despilfarro de varios
años. Esto ya es mucho mejor que crimen, sadismo y negrura calculada. La
respuesta también es no, en la medida en que toda una vida ha sido orientada
hacia una cierta búsqueda espiritual, sin éxito efectivo, pero que creando, en
el interior, " corrientes mentales " positivas, predisponiendo a
vivir un poco por encima de los impulsos e instintos; una vida que suscita los
gérmenes de otro estado que podrá desarrollarse en otro lugar y más tarde. Es y
será siempre posible al hombre de ponerse en situación de aliviar su karma en
lugar de agravarlo, de preparar el futuro con vistas a un mejor nacimiento más
bien que a uno peor, de practicar ciertas "virtudes" cuyas frutos
serán benéficos, de utilizar hasta las circunstancias contrarias volviéndolas
en su provecho, de hacer pasar el orden del mundo " antes de sus caprichos
personales o preferencias: una especie de tantrismo social, si se puede
arriesgar esta alianza de palabras, que consiste en considerar hasta los vicios
de una sociedad como fuentes de purificación del yo.
Otra cuestión es saber a qué tipo de prácticas puede
entregarse el hombre de hoy Estas prácticas naturalmente difieren según los
tipos humanos: el intelectual, el emotivo, el contemplativo tendrán cada uno
seguir las que concuerdan mejor con su naturaleza, operando los reequilibrios
necesarios. Muchos no saben apenas a cual vía consagrarse. La solución puede,
en un primer momento, consistir en no decidir nada, esperando del Cielo que de
un signo de asentimiento, una dirección, una respuesta concreta que no dejará
de contradecir todo lo que se pensaba a partir de sus cortas vistas personales,
a partir de sus querencias secretas, de sus prejuicios limitados. La vía a
seguir aparecerá quizá tan pronto como se haya adoptado esta actitud de humilde
espera y de renuncia. Varias experiencias son previsibles simultáneamente o
sucesivamente, antes de que sea elegida la vía.
Persuadámonos en todo caso que no son en absoluto las
prácticas las que son desusadas o inadaptadas, sino que son más bien los
hombres que de buena gana las consideran tales para ahorrarse de recurrir a
ellas, - lo que es señal de orgullo y de puerilidad. -Cualquiera que sea el
tipo de hombre con cual se esté en relación, muchas de estas prácticas les
conciernen, les interpelan. Sugeriremos sólo a algunas sin aspirar, lejos de
ello, agotar el sujeto, pero no sin haber evocado primero el problema, a menudo
planteado, de la ausencia de maestro espiritual, y su parcial resolución.
*
**
Todas las tradiciones insisten en el carácter
indispensable del maestro espiritual, - esta partícula de la Edad de Oro
providencialmente extraviada en la Edad de Hierro, - para quienquiera que
quiere comprometerse con seriedad en una vía de realización. Solo, el
instructor cualificado puede evitar al discípulo de caer en las trampas del
subjetivismo entregándose a ejercicios no controlados, derivando sin saberlo
él, reforzando el ego en lugar de sobrepasarle. Pensamos aquí en la palabra de
Abû Yazid al-Bistâmî:
“El que no tiene guía espiritual tiene Satanás como guía.
" Ciertamente, el esfuerzo recae en el discípulo: " la liberación no
puede ser obtenida por las palabras de un guru 1 ". Pero simultáneamente,
" ninguno puede acabar en el Sí, que primero hubiera sido enseñado por
otro 2 ".
Sería falso, por otra parte, idealizar el pasado
imaginándose que los maestros eran ahí numerosos, fácilmente accesibles. En el
décimo siglo ya, santo Barnasufo no contaba
1. Yoga-Vâsishtha, 6 B, 197.18
2. Katha-upanishad, I, 2,8
más de " tres hombres perfectos delante de Dios
", que habían sobrepasado la medida humana y recibido el poder de atar y
de desatar: Juan en Roma, Elías en Corinto, otro, anónimo, en Jerusalén. Varios
relatos se refieren a los viajes lejanos, a los gastos de dinero y de energía,
a las pruebas que hay que aguantar, a los fracasos; muchas precauciones son
hechas contra los impostores, que pululan... Sin embargo, los maestros
existían; y en defecto, una cierta atmósfera, impregnada de irradiaciones y
vibraciones positivas.
Muy diferente es hoy la situación.
El hombre que, en toda sociedad tradicional, es ese sin
el cual la coherencia interna, y el orden externo, no pueden durar mucho
tiempo, es justamente el que no existe más, o el que se enrareció hasta el
punto de no parecer más que una especie de mito. Es la carencia fatal que
aumenta el número de los hombres inquietos por el futuro, trabajados por lo
espiritual, curiosos de un mundo del que no se les había hablado, deseoso de
tocar las orillas, en busca de estos guías siempre deseados, siempre ausentes.
La " muerte del maestro " no constituye solamente una dura puesta
prueba, es una " prueba verdadera iniciática " impuesta a los hombres
de hoy por un Maestro desconocido.
Dos cuestiones se ponen aquí: ¿por qué la actual ausencia
de maestros? - ¿en tal situación, qué hacer?...
Podemos evocar como respuesta a la primera cuestión la
fase cíclica descendente, que privilegia siempre más un materialismo
exacerbado; pero también, las persecuciones de toda naturaleza ejercitadas
sobre las comunidades espirituales, de las que la historia contemporánea no
retiene oficialmente más que una parte, y
que rarificaron forzosamente las posibilidades de aparición de las más
eminentes
Personalidades 1; una escolarización concebida en su
totalidad para orientar la conciencia de
las nuevas generaciones en un
1. No será nunca posible evaluar exactamente el número
millones de mártires de los totalitarismos del siglo xx siglo: Hassidim en
Alemania, Cristianos de los países del este, Budistas del Tíbet y del Vietnam,
Taoístas y confucianistas de China popular, etc., etc…
sentido deliberadamente ateo; en fin, el decaimiento de
las virtudes espirituales de un hombre que perdió el "sentido metafísico
", la sensibilidad gnóstica ", y cuya vida moderna destruye irremediablemente
los centros sutiles, le hace incapaz de oír el ruido de la hierba que crece
". En otros términos, podemos decir que si no hay más maestro para hablar,
es simplemente porque no hay más nadie para escucharle.
A guisa de respuesta a la segunda cuestión, podemos
observar que la Sabiduría eterna siempre que labora rodea obstinadamente los
obstáculos, jamás está escasa de invenciones. Cuando el maestro espiritual no
está más allí, el Maestro interior interviene, toma el relevo, recurre a otras
modalidades de manifestación y de enseñanza, a estratagemas pedagógicas. En su
poder inagotable y creativo, suscita a sustitutos de maestros, que delega hacia
los hombres. Demos algunos ejemplos de estos sustitutos.
Los maestros están en realidad por todas partes alrededor
de nosotros.
Hay unos lugares donde sopla el Espíritu: lugares de
leyenda, lugares encantados donde algo pasa, - y pasa; - puntos de convergencia
de las corrientes terrestres y celestes, dotados de una calidad vibratoria
particular, cargadas de lo que Rudolf Otto llama lo " numinoso ": Brocéliande, Delfos,
Jerusalén, Athos, Benarés y Chidambaram,
el Fuji-Yama, Arunâchala, - (" Shiva mismo "). Pero más simplemente,
la tumba de un sabio al lado del cual meditar, un santuario montañés, un
paisaje impregnado de una belleza salvaje o serena, que permite, en el impulso de admiración que provoca, una
dilución del "yo" en la naturaleza, incluso la identificación del
centro más íntimo del ser en el centro del universo mismo. Más simplemente
todavía, un gabinete de reflexión donde guardar silencio, recobrar sus fuerzas,
reunirse, un oratorio domestico donde dejar las preocupaciones del día,
sustraerse a la multitud de las solicitaciones. En tanto que tales lugares influyen en nuestras
disposiciones interiores, las purifican, las pacifican, indirectamente juegan,
podemos decir, el papel transformador que
en otras tiempos jugaba el instructor espiritual.
Los upaguru designan en el Hinduismo, - pero nosotros
podemos adoptar la noción, - maestros secundarios, episódicos, capaces de
enseñarnos algo por su palabra, su silencio, su comportamiento. Todo ser
surgido de las profundidades del mundo que nos rodea puede ser portador de una
nueva a meditar, de una actitud a imitar o a
proscribir. “El hombre bueno y el hombre malo también son mis maestros,
aseguraba Confucio. El uno me muestra las virtudes que hay que adquirir, el
otro, los defectos que hay que corregir 1 ".
El upaguru pueden aparecer bajo un disfraz animal. Así,
en las parábolas evangélicas, las " aves del cielo" que ni siembran
ni cosechan , o todavía la serpiente y la paloma, los " lobos
secuestradores " y las ovejas. Los animales de del Tetramorfo, - el toro,
el león y el águila, - corresponden a los "temperamentos" de los
diferentes evangelistas, pero simbolizan también prototipos celestes, los
aspectos del Verbo. El Pânçatantra pone en escena a animales con una semejante
intención pedagógica, no obstante menos metafísica que moral. En cuanto a
Ittôryû, confía a una vieja gata el cuidado de enseñar la " no -
intencionalidad " en la acción
El upaguru pueden provenir también del reino vegetal,
tales los " lirios de los campos, " que no hilan ni tejen. ¿Qué árbol
no nos enseña la lentitud en crecer, qué caña, la flexibilidad que hay que
adoptar en la tempestad? - Todas las manifestaciones de la naturaleza pueden en
resumidas cuentas enseñarnos, despertarnos a otro orden de realidad. La vista
de los árboles le recordará al cristiano la cruz, como los peñascos le
recordarán los que obstruía el sepulcro, como los ríos, el Jordán, como la
noche estrellada, la " Tiniebla más
que luminosa " del Sobre-Ser y el sol, el Espíritu trinitario 2 ?
Cada elemento natural puede revelarse memorial de lo
Divino
1. Lo mismo, Râmana Maharshi: " todo hombre, bueno o
malo es un gurú para cada uno de nosotros. Los seres malos nos dicen por sus
malas acciones: " ¡no se me acerque! Y los seres buenos nos dan el buen
ejemplo”.
2. Leemos en San Efrén de Sirio: " una imagen del
Padre, la tienes en el sol, del Hijo, en su brillo, del Santo Espíritu, en su
calor; y sin embargo, todo esto es uno. "
para quien sabe ver y acordarse, firma de una realidad
superior. “Podemos admitir, escribe Orígenes, que estos seres, semillas,
plantas, raíces o bestias tienen como oficio elevar el alma y de conducirla a
contemplar las cosas celestes 1 ". Es reunir el darshan, la contemplación
reverencial del maestro espiritual. No hay objetos que no tengan que darnos
parte de un saber, a hacernos beneficiar. En la India tradicional, en el Tíbet,
el asceta considera sus maestros su ropa, las cenizas de las que se unge, su
rosario. En la Vida de Milarepa, el discípulo de Marpa declara: " este
vaso de tierra que era ' mi única riqueza, estrellándose se hizo gurú, porque
expresó un discurso admirable sobre la impermanencia.
"
El upaguru todavía puede presentarse como acontecimientos
que suscitan una lección, una puesta en cuestión, una reflexión sobre la serie
de las causas y de sus consecuencias. Tal disgusto me permite observar el modo
en el que me comporto respecto a él, de medir mi grado de paciencia o de
desapego, de consentimiento al destino... Si los acontecimientos, felices o
desgraciados, no nos dan la "sabiduría", nos dan esa
"experiencia" que es como el prólogo. Objetaremos posiblemente que el
upaguru ofrece un aspecto factico o insuficiente, que son alimento de pobres.
Pero esto sería olvidar que los hombres de hoy son espiritualmente
subdesarrollados, que les hacen falta platos simples y fácilmente
digestibles... ¿Lo son por otra parte tanto como parece ?... No es abusivo
sostener que todo puede revelarse como nuestro maestro, que en la fugacidad de
sus apariciones, el gurú es omnipresente, deslumbrante a fuerza
1. Comentario del Cántico de los cánticos, 3. - Orígenes
todavía precisa: " todo lo que se ve está en relación con alguna cosa escondida, es decir que cada realidad visible
es un símbolo y reenvía una realidad invisible a la cual se refiere. "
Podríamos multiplicar las citaciones a partir de Platón, Hermes Trismegisto,
Dionisio el Areopagita, hasta José de
Maistre, pasando por la Cábala.
de evidencia, y que la época que vivimos, tan fecunda en
sufrimientos, dificultades, complicaciones, no usurpa en absoluto el papel del
maestro, jugándolo. El maestro no hace nada, en efecto, para facilitar la tarea
del discípulo. Es en ese sentido que se puede comprender la frase de Shrî
Aurobindo: " toda vida es yoga. "
En la medida en que son el eco fiel de las enseñanzas
iniciáticas, ciertas obras de base también pueden aspirar al mismo papel. En
tal o tal libro de predilección se esconde el autor del libro, que, del fondo
de las edades, nos habla a través de los signos de escritura. Sin duda jamás
sabremos nada del sonido de su voz, los trazos
de su cara; sin duda, de lo que fue, no queda nada más un polvo disperso
sobre el océano molecular del devenir. Pero es mejor así: del mensaje lanzado
subsiste sólo lo esencial; el mensajero, si escapa de nosotros, nos evita todo
afecto sentimental y los dramas que acompañan la desaparición física del
maestro.
Estas obras están en estado sólo de abastecer un conjunto
de argumentos metafísicos indiscutibles frente a las filosofías de lo absurdo,
de la rebelión y de la nada impuestas por todas partes y oficialmente a una
juventud frustrada de todo argumento contrario; de devolver una mentalidad
simbolista, de dar su justo sitio a enseñanzas burladas y ocultadas.
Aunque los " gurús de bolsillo " son reputados
como insuficientes, no están menos cargados de un número imponente de puntos de
vista, de reflexiones, de explicaciones que exceden con mucho todo lo que es
posible registrar y realizar en una vida humana, y su "rumia"
contribuye ampliamente a los primeros cambios de mentalidad. Sabemos, además,
que para el esoterismo hebraico, por ejemplo, la Torah, que preexistía a la
Creación y que se confunde con Sophia eterna, no es solamente un volumen
sagrado: incluye en sus letras la Potencia divina; es en su esencia un
concentrado del Nombre de Yaveh, cuya trascendencia recorre, visita, impregna
el texto, como ella está incluida en el maestro espiritual. Según la tradición
china, los hexagramas del YiKing hacen las veces de "padres", es
decir de maestros. El oráculo profiere facilitar al consultante una respuesta
sin mentira, un consejo, una confirmación, lo invita a la flexibilidad, a la
disponibilidad, al cambio de mirada, a " dejar venir ", a la adhesión
al presente; y esto, sin hacer sin embargo jamás presión sobre él. No vemos en
que el guía espiritual obra de otro modo con el discípulo, ni que le enseña otra cosa.
Pero los maestros están también en nosotros.
Así de ciertos principios de vida, como el yama-niyama
del Hinduismo, aplicables a los Occidentales: el no perjuicio, que consiste en
no perjudicar a ninguna criatura; - la abstención de robo y de mentira bajo
cualquier forma que sea, la abstención de todo lo que no es indispensable para
la existencia; - el desinterés en la acción, cumplida sin esperar nada a
cambio, y ofrecida a lo Divino; - la aceptación de los quereres del destino,
aunque sean aparentemente caprichosos o incomprensibles; - el estudio de las
Escrituras, la obediencia a sus preceptos; - una confianza inquebrantable en la
Divinidad, tomada como el eje inmutable de toda nuestra vida, cualesquiera que
sean las situaciones con las cuales estamos confrontados. No es sin duda
posible, en las condiciones del mundo actual y teniendo en cuenta que la "
debilidad " del hombre moderno, satisfacer a la vez y plenamente a estas
exigencias; Pero lo es adaptarlas e integrar ciertas partes, según las
circunstancias del momento y las posibilidades de cada uno.
En cuanto al dharma, designa la conformidad con nuestra
naturaleza profunda. Tender lo más posible hacia la perfección de este estado,
es realizar eso para lo que se está hecho y que corresponde a una vocación
irresistible, a una actividad soberana por la cual cumplirse, a la cual dedicar
su ser. Entonces, señalándome lo que tengo que hacer, el dharma me indica al mismo tiempo lo que soy; y es
por ahí por lo que merece, él también, ser considerado como un guía espiritual.
Es preciso por otra parte añadirle los ritos, consumados los momentos
simétricos del día y en lugares fijos. La atención que se aporta a eso, la
obediencia a la regularidad que exigen, desarrollan las "virtudes"
que el maestro desarrollaba también, y, como él, contribuyen a sanear al que los
practica, le ayuda a encontrar su centro, regulan los "soplos" y los
"ritmos" de su vida.
Emisarios del maestro interior, ciertos sueños nos
transmite sus mensajes, sus consignas; nos revelan aspectos desconocidos de
nosotros mismos, nos dan directivas, nos avisan del futuro. Privados de todo
artificio, nos dicen lo que es, nos ponen desnudos frente a nosotros mismos.
La interpretación y la amplificación de los sueños, tales
sobre todo como se practican en la psicología analítica, extraerán el contenido,
los extenderán a las dimensiones de verdaderos mitos personales. Inaugurarán
este " trabajo sobre el inconsciente " que provoca la desestimación
de las proyecciones, la resolución de los polos opuestos, la obtención de una
unidad interior; harán cambiar de actitud hacia
sí mismo, y por tanto hacia otro, mejorarán la calidad del tejido
existencial, sobrepasarán los determinismos. Sería por cierto difícil si no
imposible, cumplir este trabajo solo; el terapeuta unido a una fuente
espiritual ayudará allí. Pero no es por eso un " liberado viviente ";
y serán los sueños quienes quedarán aquí los verdaderos representantes del
maestro, del que el analista no es más que intérprete.
Si los sueños son las olas de fondo del océano psíquico,
las sincronicidades son como las salpicaduras. Tejen toda una red de
" coincidencias significantes " entre tal estado de dentro y tal
fenómeno de fuera, de signos a menudo imperceptibles que es bueno tener en cuenta. Su brusquedad
nos asombra, llama la atención de detalles que serían, de otro modo,
insignificantes. A ejemplo del maestro, religan
nuestro centro a Todo, y nos religan a nosotros mismos; desgarran el
reverso de este universo para hacer descubrirlo el anverso; un universo construido,
- el alzado del mundo arquetípico.-
Tal, como lo incluyen en su repetición ritual las
tradiciones más diversas, el Nombre divino es otra manifestación del maestro
espiritual. Es incluso una expresión esencial. En el Cristianismo, la
invocación del Nombre del Cristo, fundada sobre la respiración y la
concentración del espíritu, no tiene tanto un valor mágico o mántrico, como que
no reviste un aspecto metafísico supereminente. Establece una relación con el
" Maestro interior ", pide auxilio, suscita la Presencia trinitaria,
hace respirar al hombre en el Espíritu hasta revelarle el color de zafiro del
" lugar de Dios 1”
Esta alquimia espiritual determina un estado de
conciencia que, por el ensayo de las mismas sonoridades, tiende a adormecer las
funciones mentales, las pasiones en efervescencia, a licuarle las resistencias
a Ia Gracia desarrollando un cierto clima de emotividad, a aliviar el karma, ya
que el tiempo dedicado a la oración onomástica suspende la acción, lo
santifica, a reintegrar al hombre en su esencia ontológica de la que no está
separado más que de modo ilusorio. La
invocación del Nombre le devuelve al hombre moderno disperso e inestable, la
seguridad de una estabilidad, una referencia al axialidad de lo que representa
el Nombre, y esto, a pesar de los azares de una existencia constantemente
trastornada, de las incertidumbres, de las pruebas. Es practicable en cualquier
lugar, en cualquier momento, en cualquier circunstancia. En la soledad más
completa, en abisal devastación, en el corazón de la clandestinidad, es la
única realidad que resiste y atraviesa, la única riqueza de la que ninguno
puede expoliarnos. Bajo su aspecto simplista, es el modo espiritual que
Conviene mejor al hombre de los epílogos cíclicos. En fin, prepara
metódicamente el " gran pasaje”. Se ha dicho, en efecto, que el hombre le
obtiene el estado póstumo correlativo a aquel en el que se encontraba in
articulo mortis. Concentrarse entonces sobre el recuerdo del Nombre es el mejor
medio, y el único solo restante, para alcanzar la estancia suprema. Todavía conviene,
para tener este último "reflejo", esa "presencia de ánimo",
haberse entrenado mucho tiempo, antes, en la reminiscencia divina.
Acompañando el recuerdo- invocación, la contemplación de
las letras del Nombre, en Islam por ejemplo, o la de, en la Ortodoxia, los
iconos del Cristo y de su Madre, constituye un coadyuvante precioso. Esta
síntesis del arte visual de los ciudadanos y
1. Evagrio Póntico: " cuando el espíritu, habiendo
despojado al viejo hombre, haya revestido al hombre de la gracia, entonces verá
su propio Estado, en el momento de la
oración, semejante del color del zafiro o del cielo, lo que la Escritura llama el lugar de Dios, que ha
sido visto por los Antiguos sobre la montaña de Sinaí. " Sabemos la
correlación que existe entre zafiro y sefirah.
el arte auditivo de los nómadas recuerda al orante que
debe establecer su fijeza en el infinito; introduce a una recapitulación de la
historia humana en cada hombre. Mostrando la Faz del que se profiere el Nombre,
tal método ayuda al hombre a devenirlo. La Gracia incluida en la faz divina
pasa por delante en el que adora y venera no una tabla pintada de madera, ni
incluso una imagen, - sería idolatría, - sino
la esencia que transmite a través del " ayuno de los ojos 1 ". "Manifestación visible del Invisible
", el icono participa en el misterio teándrico ; es lugar de la "
Presencia real "; manifiesta y actualiza lo Divino para transfigurar lo
humano; acostumbra la mirada a la Luz de Gloria, - " Todo lo que aparece
es luz 2 ", - lo inicia el aprendizaje
de la visión del " siglo venidero ". Por estas razones diversas, el
icono valora, podemos decir, el papel del maestro, del que los discípulos
buscan piadosamente el darshan.
Totalmente como lo asume excelentemente el Nombre mismo
que contribuye a nuestra Liberación. “Dios y su Nombre son idénticos ",
decía Râmakrishna. Entonces, Dios es bien el Maestro de los maestros humanos y de sus "sustitutos". El
" Maestro del Nombre ", en cuanto a él, - el Baal-Shem, - invocando
el Nombre del Ser del que todos los seres proceden, descubre en este
Nombre a su Maestro. En otros términos, si el Nombre de Dios iguala a Dios, y
si Dios iguala al Maestro por excelencia, es justo concluir que el Nombre
iguala al Maestro. Todavía podemos decir, en una perspectiva complementaria de
la precedente, que invocar el Nombre, es identificarse al Nombre, y que identificarse al Nombre será
identificarse a Dios, es decir,
deificarse. Hay que precisar en fin que en la medida en que cada cristiano es en potencia " hijo de
Dios ", el nombre del Cristo es también.
1. Recordemos, si esto es necesario, si el icono está
justificado por la Encarnación, que hace irradiar las Energías divinas hasta en
la materia. “No venero la materia, sino venero al Creador de la materia que
para mí se hizo materia. " Esta frase de Juan Damasceno resume toda la
actitud ortodoxa y toda " teología del icono " frente a los
iconoclastas.
2. Efesios, V, 13
virtualmente, el nombre de cada cristiano, otro polo
eterno e indisociable del Dios- Padre. “Santificado sea tu nombre "
equivale desde entonces a " mi Nombre, " (con el fin de volver a ser
Dios en Ti) 1.
*
**
La búsqueda de los maestros espirituales guarda toda su
legitimidad; el hecho de que se oculten
o se esconden no significa que no existan. No es menos verdad que esta búsqueda oculta hoy un
número evidente de dificultades sin seguridad de éxito. Sabemos, por otra
parte, que el guía se presente solamente cuando el discípulo está listo, en el
momento conveniente y justo, que escapa de nuestros cálculos, y bajo un aspecto
de ordinario inesperado o desconcertante. Si no se presenta, lo mejor es
decirse que no lo ha hecho, y esto, por razones sólo le conciernen, o que nos
es lícito adivinar. Aceptar que sea así puede ser la accesis que nos pide por ahora. El " desierto
interior " aparece como una situación de espera, una purificación, un
período probatorio de valor positivo, -
" no hay que dormir durante ese tiempo ", - bastante semejante a la
retirada momentánea de Dios, que sólo los hombres sin fe, -ni Ley, - toman por
su defunción.
Sepamos que los "sustitutos" mencionados más
alto satisfacen ya ampliamente a la exigencia moderna, si queremos recibir con
un corazón que reconoce todo lo que nos aportan, y del cual saber sacar
partido. Qué desde ahora, los lugares elegidos sean pues nuestros maestros de
admiración, los libros, nuestros maestros para
reflexionar, los principios morales y el upa guru, nuestros maestro
de vivir, los sueños, nuestros maestros
de despertar, los Nombres
1. Sabemos que en hebreo, el Nombre del Padre es el
Tetragrama YHWH, el del Hijo, YH Sb WH, - Yeshouhaï, - el shin intercalado figurando la maestría de las Energías
divinas, cósmicas y humanas, la actividad
vivificadora universal, la naturaleza teándrica del Amigo de Dios.
divinos, nuestros maestros que hay que rogar. Es al pie
de ésos en primer lugar que conviene inclinarnos. Y estemos seguros que el que,
a falta de guía espiritual, recurre, con el
respeto que se impone, a estos maestros, si no alcanza la Liberación, no
hace nada para esquivarlo, se ahorra muchos males de los que esta Edad es
fértil, hasta puede eventualmente beneficiar
mucho a otros de su avance. Es a este al que el Cielo ayudará porque él
mismo se ayudó.
Pero antes de
terminar con esta cuestión, querríamos insistir en un punto particular del
Cristianismo. Este, en efecto, como por premonición de un tiempo en que los
maestros vendrían a faltar, no concede a
la noción de maestro la importancia
mística que le conceden las tradiciones anteriores. Sin renegar el papel del
geïrôn o del starets, el Cristianismo privilegia al Fundador mismo, del
cual " las palabras no pasarán
", como éste reenvía al Principio
del que emana; de donde recomendaciones tales como: " no os
hagáis llamar Rabbî, porque no tenéis
más que un solo Maestro 1 ". Desde entonces, el maestro humano
necesariamente cede el lugar al Maestro
divino, el cual se manifiesta místicamente a través de varios lugares: la cara
del Cristo en el icono, - " el que me ha visto ha visto la Padre 2 ";
- la oración fraternal: " allí dónde dos o tres están reunidos en mi Nombre, estoy en medio de
ellos 3 "; El Nombre divino mismo: "yo he manifestado tu Nombre a los hombres 4 ";
- por fin, los sacramentos, entre los que están, en primer lugar, la comunión
eucarística.
La noción inherente a estas diferentes manifestaciones
del Maestro supremo y que los religa
juntos no es otro que la Shekinah, la " Presencia real " de la
Divinidad, síntesis de los Sephiroth, dispensadora de "bendición",
comunicando
1. Mateo XXIII, 8. - en la India, Mâ Anandamayî "
Dios solo es el guru ".
2. Juan, XIV, 9.
3. Mateo, XVIII,20
4. Juan, XVII, 6.
su "influencia" en el lugar del maestro
faltante, Esposa de Metatron, el Ángel
de la Faz, el Maestro interior, el Mediador, el Enviado.
Mucho más que un consuelo, hay que ver en esta
perspectiva la seguridad de una solución que, muy probablemente y cada vez más,
estará para el " pequeño resto " como la solución por excelencia al
problema doloroso de la ausencia del maestro espiritual.