Jean Biès
RETOUR A
L’ESENTIEL
Quelle spiritualité pour l’homme d’aujourd’hui?
Delphica.
L’Age d’Homme. Lausanne 2004
Introducción
¿El mundo
moderno acabará por parecer a un hospital de
Locos a cielo abierto?...
Violación de la naturaleza, titanismo tecnológico, inestabilidad permanente, trituración del
individuo, ignorancia de toda espiritualidad se han apoderado de este mundo,
que siembran de ansiedad, de terror y de absurdo. Las últimas palabras de sabiduría pasan por discordancias
anticuadas, balbuceos incomprensibles, a menudo prohibidos con voces. La degeneración
se manifiesta aquí como una solidificación
intensiva de las estructuras,
allí, por una disolución generalizada.
Rigidez, licuefacción: la una y la otra conciernen al estado cadavérico.
Pero
mientras los "signos de la tiempos » parpadean por todas partes alrededor de ellos, como en
los días de Navidad los hombres vacan en sus demencias. Ver hasta qué punto se interesan
poco por su alma puede confirmar que la han perdido. Prueba notable de esquizofrenia: su necesidad de
llenar el espacio con una multitud de
objetos, palabras, imágenes, acciones que
dan una hormigueante apariencia de vitalidad, no ilustran
más que el ' reino de la cantidad’. El hombre moderno tiene horror del
vacío que podría recordarle ligeramente Vacuidad
divina. Esta multiplicación de vibraciones materiales y negativas es como la parodia de los puntos de oro de los mosaicos bizantinos, cuya tililación
evoca las Energías de la luz increada.
Todo, hoy en día, procede de este mismo espíritu
paródico que dice lo contrario o el reverso de lo Divino. Es así como
uno de los flagelos de la época, el desempleo, que podría acordar al hombre una
total ociosidad para cultivarse y espiritualizarse, le asigna, quitándole la maldición del trabajo, una situación cercana
del infierno, - caricatura del estado edénico
donde el hombre escapaba a esta
maldición.- Desencadenado la primera
chispa atómica sobre Hiroshima, el día de la Fiesta De la Transfiguración, la ciencia dio ha ofrecido al mundo aturdido la gigantesca caricatura de una teofanía, realizando
por esta obra trabajo de muerte del pecado contra el Espíritu, el
único pecado que no será perdonado. – La "guerra de las galaxias", salida de
libros ficción para entrar en los cálculos de la estrategia militar, transfiriendo al cielo-estancia simbólica de la divinidad - las
fuerzas de la destrucción que no se ejercían hasta entonces más que en tierra, - estancia de hombre -es otra firma
de inversión paródica.
No multiplicaremos
los ejemplos.
¿Las
condiciones de la época pueden sin embargo descorazonar a quienes se niegan a callarse?...
Entre tantos y tantos subdesarrollados
espirituales ¿no hay verdaderamente ninguno, capaz de recibir alguna parte del mensaje?
¿El espíritu ha muerto a tal punto que no se pueda recoger algunos vestigios
para intentar rehacer su conjunto, como se
recogerían los fragmentos de un espejo roto?... Nunca quienes han puesto su
mano en la de la divinidad y escuchado la promesa de que no les abandonará nunca,
no renunciarán, esposando el desamparo
de los hombres, a intentar decirles lo
que no se les ha dicho. Ninguna época, ningún «Sistema» ha impedido jamás a los vigilantes despiertos hablar en el desierto
donde sus palabras se pierden en la
tormenta donde no son percibidas en absoluto: queda siempre un poderoso eco.
Ésos son los " Invocadores del Nombre.
», los « Hijos de la Aurora», los « hombres del octavo Día», quemados por el
fuego vivificante, pero también
iluminado por él. Pueden no ser
salvadores, ni Mensajeros, ni Bodhisattvas, ni incluso Santos. Son similares a sus hermanos. Tienen sólo un poco
más de maduración interior, están en
contacto más directo con sus
profundidad. Algunos han tenido la suerte insigne de ver, una vez, un
verdadero sabio; y ha quedado en ellos el indeleble perfume. Saben por
experiencia que rechazando el Espíritu, el hombre se priva del último medio de salvación y que aceptándolo, se obliga a una
completa puesta en cuestión de sí mismo y del mundo, principio de lo que bien
podría ser un retorno a lo Esencial
*
**
¿Pero qué es
lo esencial?
Una de esas
temibles palabras a definir y que, cuando se quiere se levanta del suelo,
revelan una densidad no común que prohíbe
que se las desplace. Forman parte de las
piedras de fundación del lenguaje, uno se pregunta si se tiene derecho de emplearlas. Más vale contornearlas.
Si se entiende por «superfluo» todas las clases
de diversiones en el sentido pascaliano del término, se puede decir de lo Esencial que representa todo lo contrario de cada uno de los
dominios de la existencia. Es la « mejor parte» de todo; es el aspecto último,
irreductible de un evento, de un
paisaje, el único minuto vivo en el curso de un día, donde el tiempo bruscamente se hace cualitativo: el de una
sonrisa en los labios de la vida, el de un despertar, el de una suerte única, el de una decisión capital, el de una coincidencia
significativa donde telescopan un hombre y un hecho que, desde el fondo de la eternidad, se habían puesto en camino para este reencuentro
instantáneo. Es el complemento ínfimo, por
tanto indispensable, como la sal difundida
a través de los alimentos y que despeja la sosería, o el punto de luz con que el pintor pica los ojos
del retrato y que, solo así, confiere
a un retrato la madurez de una cara... Medio
con relación al círculo, médula con relación a la corteza, lo esencial es reunión,
concentración y vida. Hay en él algo de definitivo, de incorruptible, de
irremplazable. Es el invariante en el corazón de la alternancia de las verdades
parciales y de los errores endémicos, el
flujo y el reflujo de los nacimientos y las muertes.
Todavía no
es aquí abajo más que el reflejo de la Esencia divina de donde todo emana, ,
donde todo retorna, primero y ante todo los números: el esto, o el aquel fuera del cual no es nada y
sin el cual nada es, que se explaya y
vierte en lo múltiple sin perder nada de
su unidad, lo Inmutable que reveló sus Cualidades en las formas aparentes, las conciencias
particulares, las criaturas efímeras, la Sabiduría encinta de todos los posible, el Sí que se autodetermina en la
manifestación a través de los Arquetipos eternos, el verbo Incognoscible que se
da a conocer en la Encarnación, la Plenitud perfecta, primordial infinita.
Algunos raros hombres, en el curso de las edades, lo han presentido, aproximado; trajeron
consigo del cráter de los retazos
palabras incandescentes, y son estos los
que nos permiten creer absolutamente en
el Absoluto. Estos hombres han vivido la
verdad que ellos testimonian, y han muerto por ello. Pensar en poner en duda el menor de sus propósitos
no podría incluso constituir una ofensa
No son tanto los milenios los que nos separan de ellos como los millares
de niveles de conciencia que sería
imposible franquear en una vida, consagrando
incluso la totalidad de sus esfuerzos. Hay aproximadamente entre ellos
y nosotros, en el espacio interno del espíritu,
la distancia que nos separa de los astros desaparecidos desde hace siglos, y de los que hoy recibimos la luz.
¿Qué es un retorno a lo esencial?
Es ante todo
un cambio, el del hombre que, como el
árbol de Platón, sumerge sus raíces en el cielo, y debe regresar para ponerse en pie. Se trata a
la vez de un "pasaje", - el Pessah
Hebreo, - hace volver desde el exilio,
acceder a "El Vergel de los misterios. »; un avance un a través de los
espesores petrificados de lo mental y de
la psique; un arrepentimiento, que es el
abandono de las túnicas de piel para revestir el
manto real del "hombre nuevo"; un deslizamiento imperceptible o una brutal mutación del eros
en ágape, la « imagen » en la « semejanza»; una participación anticipada en
la vida divina. El retorno a lo Esencial
designa una migración del yo hacia el Sí, una trashumancia hacia lo transhumano,
el esfuerzo de utilizar positivamente la libertad que se ha dado al
hombre para colaborar en la Obra cósmica,
transformar el gusto de ceniza en el sabor de ambrosía. El retorno a lo Esencial es el sí del hombre a Dios,
la conformidad a Ley cósmica, el consentimiento al Uno; es trabajar en superarse
a fin de pasar de lo fragmentario y
contradictorio a lo multidimensional Unificado;
es , aplicado a los fragmentos dispersos
del cuerpo, del mente y del alma , la
palabra de Jeremías: "Yo les llevaré a la tierra que había dado a sus padres “; es la lenta reconquista de los
altos valles donde fluye leche y miel, es
el éxodo del homo viator que a lo
largo de su vida, a tientas, peregrina hacia el Dios perdido, la subida hacia
el "Conocimiento matutino", la
conversión al Centro. El retorno a lo
Esencial no es otro que el retorno un su propio
secreto, el retorno al « país
natal» que es el « fondo del ser ». El
hijo pródigo ha podido extraviarse un
tiempo en las lejanías, alegrarse en lo
múltiple; pero acaba por morir de hambre
"Entrado en él mismo », se despierta a la Realidad. El Padre le
acoge como su Hijo y no como uno de
estos "mercenarios", los Ángeles,
mantenidos fieles a Dios, ero privados de
poder aceptarlo o rechazarlo.
El retorno a
lo esencial consiste en concentrarse en vez de dilatarse, a reintegrarse en lo
Absoluto en lugar de desintegrarse en lo
relativo, en reunirse con el Punto ontológico
supremo reduciéndose a sí mismo a un punto. Pero como el iod del alfabeto hebreo, a partir del cual emanan e irradian todas las letras que hacen las
palabras. O como el grano de mostaza que
se convierte en un árbol inmenso, poblada de pájaros.
Todo el
sentido del destino humano está ahí.
Existen varios
métodos para convertirse en un punto; Pero
todos ellos exigen la pacificación interior, la humildad, la rectitud, la simplicidad, la obediencia a la
voluntad divina. Sólo diferentes, según los
tiempos, modalidades y usos. La cuestión que se plantea a todos nosotros es
saber qué forma de espiritualidad conviene
mejor al hombre de hoy día; cuales son hoy día, para este hombre, los modos de cambio
y retorno a lo esencial.
Los
preliminares son necesarios: reconocer el terreno sobre el cual se avanza. Se
revelará rápido cuidadosamente minado. El fenómeno de la Subversión se extiende
al conjunto de los dominios existentes,
ofrece todos los caracteres de una verdadera
conjuración contra el Espíritu. Dispone por todas partes de un
número incalculable de complicidades,
conscientes o no, de un enorme arsenal
de medios de persuasión. Su esencia se resume en la alegría de dañar. El buscador espiritual no tiene nada que esperar de
las situaciones que ella induce; Tiene sólo que observar los mecanismos ocultos,
en orden a no hacer el juego y dejarse lo menos posible deteriorar por las sugestiones
diabólicas revestidas de las plumas del
ángel, por las influencias ocultas que atraviesan nuestros espacios y se solidifican
en realizaciones de muerte. A
continuación protegerse contra las
filosofías del absurdo, estudiando con la seriedad requerida las enseñanzas
iniciáticas salidas de un Conocimiento
eterno supramental y que solamente ellas, son capaces de hacer válidamente contrapeso
a los existencialismos establecidos. Si
sigue la tradición cristiana y le busca aún
un sentido, le queda al buscador espiritual
estudiarla abandonando las
interpretaciones clericales o progresistas
cada una de las cuales traiciona un poco más la especificidad cristiana,
y remontando a las fuentes patrísticas y hebraicas que constituyen el fondo del
esoterismo cristiano. Nada prohíbe al mismo las tradiciones orientales que
parece difícil, un la época planetaria,
ignorar globalmente. Lejos de traerle
prejuicio, lejos de abundar en el “
concordismo “ de superficie y siempre que esta apertura se realice con discernimiento y competencia, no puede más
que enriquecer y revivificar el interior del Cristianismo . Bastaría un acuerdo sobre los principios para todas las religiones se constituyeran en un frente
único, más allá de los intereses políticos, las consideraciones raciales, los
prejuicios encogidos de los exoterismos en vigor.
Esta "Santa Alianza" de las fuerzas espirituales es el único baluarte contra el ateísmo mundial, el cual
tiene ciertamente todo el interés a hacerse levantar las religiones las
unas contra las otras. Por último, porque ninguna teorización vale sin
práctica, este trabajo no puede concebirse sin ser acompañado de ejercicios
espirituales concernientes a la
profundización psicológica de sí mismo y
todo lo que permite a los seres humanos encontrar su deiformidad. Si no estamos
hechos para las ascesis de altos vuelos, simples prácticas diarias continúan concerniéndonos, suficientemente llenas de sentido para dar uno
a nuestras vidas, hacernos atravesar las
circunstancias más que sufrirlas, mantenernos
conectados un esta indefinible en nosotros que no es nosotros, sino que es más nosotros mismos que
nosotros, y a quien se trata de aspirar menos por el discurso que por el silencio,
menos por el pensamiento que por el recuerdo.
Desde este punto de vista práctico, incluso
la vida más inmediata prueba suficiente
la realidad del fenómeno del "retorno ". Es notable en efecto que cada vez que una situación se desarrolla
hasta su extremo, ella es inevitablemente
llevada a convertirse en su contrario.
Ulises dormita
en cada uno de nosotros.
La nostalgia
es el sufrimiento de no poder volver en su
patria. Existe en cada hombre la de una realidad superior, abisal,
inaccesible, de la que no sabe nada, y que sabe por tanto que existe, y que, en sus
extremos lejanos, no le habla de ella
sino de él. Es este instinto de totalidad lo que lleva al hombre más allá de si mismo en los
grandes descubrimientos beneficiosos para el género humano, en los increíbles actos de heroísmo, en las realizaciones artísticas de
una grave y potente belleza, en los
movimientos de amor sacrificial de los que no se había creído capaz. Venir a renegar,
este instinto, entonces desviado, le
lleva a hipertrofiar las realidades solamente humanas, relativas, abstractas, sucedáneos
del Absoluto. Todos los valores finitos se empiezan a creer infinitos; se
radicalizan y absolutizan; se toman por este Dios que se empeñan en destruir. La
naturaleza del hombre se convierte en
naturalismo, su humanidad, en humanismo, su individualidad, en individualismo, su comunidad, en comunismo, su
razón, en racionalismo. Cada uno de estos aspectos se quiere totalitario, imponiendo su único punto de
vista, su pobre lógica... Pero existe al mismo tiempo y siempre, sin su
conocimiento y a pesar de todo, en el hombre
moderno el hombre eterno. Incluso insensible a ciertas inflexiones, a ciertos imponderables ,incluso endurecidos en sus estructuras
y sus máscaras, existe, bajo la capas de
olvido y de blasfemia, este instinto de totalidad , esta nostalgia de lo absoluto de la que se
defiende, contra la cual hace barricadas de hormigón y de acero; una nostalgia que
le abate, le atormenta, y que estalla a
pesar de él, dos o tres veces en su
vida, con una intensidad dramática, - la única vez en que este hombre deja gritar a su lucidez.
La dimensión
de trascendencia es de la que tenemos más necesidad; es igualmente la que nos
más nos falta. Solo el retorno a lo
Esencial, una conversión de todo nuestro
ser al Ser dará a una humanidad rota esta
dimensión irremplazable, esta viga cumbrera sin la cual no pueden tender hacia si la morada. Las sombras
crepusculares que se alargan hasta
nuestras puertas nos dejan aún suficiente
día para encontrar y descifrar los principios que harán que un día, vuelva
el Día. A pesar de las resistencias poderosamente organizadas, de opacidades aumentantes, de
estallidos convulsivos que ocultar el
rostro del cielo, no se trata de otra cosa que de salvar estos principios.
Hasta que sobrevenga
Vida.
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