domingo, 26 de enero de 2014

Retorno a lo esencial (Jean Biès)


Jean Biès

RETOUR A  L’ESENTIEL

Quelle spiritualité pour l’homme d’aujourd’hui?

Delphica. L’Age d’Homme. Lausanne  2004

               

Introducción

 

¿El mundo moderno acabará por parecer a un hospital de  Locos  a cielo abierto?... Violación de la naturaleza, titanismo tecnológico,  inestabilidad permanente, trituración del individuo, ignorancia de toda espiritualidad se han apoderado de este mundo, que siembran de ansiedad, de terror y de absurdo. Las últimas  palabras de sabiduría pasan por discordancias anticuadas, balbuceos incomprensibles, a menudo prohibidos con voces. La degeneración se manifiesta aquí como una solidificación  intensiva de las  estructuras, allí, por una disolución generalizada.  Rigidez, licuefacción: la una y la otra conciernen al estado  cadavérico.

Pero mientras los "signos de la tiempos »  parpadean  por todas partes alrededor de ellos, como en los días de Navidad los hombres vacan en  sus demencias. Ver hasta qué punto se interesan poco por su alma puede confirmar que la han perdido. Prueba  notable de esquizofrenia: su necesidad de llenar el espacio  con una multitud de objetos, palabras, imágenes, acciones que  dan una hormigueante apariencia de vitalidad, no  ilustran  más que el ' reino de la cantidad’. El hombre moderno tiene horror del vacío que podría recordarle  ligeramente Vacuidad divina. Esta multiplicación de vibraciones materiales  y negativas  es como la parodia de los puntos de oro  de los mosaicos bizantinos, cuya tililación evoca las Energías  de la luz increada. Todo, hoy en día, procede de este mismo  espíritu  paródico que dice lo contrario o el reverso de lo Divino. Es así como uno de los flagelos de la época, el desempleo, que podría acordar al hombre una total ociosidad para cultivarse y   espiritualizarse, le asigna, quitándole  la maldición del trabajo, una situación cercana del infierno, - caricatura del estado edénico  donde  el hombre escapaba a esta maldición.- Desencadenado  la primera chispa atómica sobre Hiroshima, el día de la Fiesta De  la Transfiguración, la  ciencia dio ha ofrecido al mundo aturdido la   gigantesca caricatura de una teofanía, realizando por esta  obra trabajo de  muerte del pecado contra el Espíritu, el único pecado que no será perdonado. – La  "guerra de las galaxias", salida de libros  ficción para entrar en los  cálculos de la estrategia militar,  transfiriendo al  cielo-estancia simbólica de la divinidad - las fuerzas de la destrucción que no se ejercían hasta entonces más que   en tierra, - estancia de hombre -es otra firma de inversión paródica.

No multiplicaremos los ejemplos.

¿Las condiciones de la época pueden sin embargo descorazonar a quienes se niegan a callarse?... Entre tantos y tantos   subdesarrollados espirituales ¿no hay verdaderamente ninguno, capaz de recibir alguna parte del mensaje? ¿El espíritu ha muerto a tal punto que no se pueda recoger algunos vestigios para  intentar rehacer su conjunto, como se recogerían los fragmentos de un espejo roto?... Nunca quienes han puesto su mano en la de la divinidad y escuchado la promesa de que no les abandonará nunca, no renunciarán, esposando el  desamparo de los hombres, a intentar decirles  lo que no se les ha dicho. Ninguna época, ningún «Sistema» ha  impedido jamás a  los vigilantes despiertos hablar en el desierto donde sus  palabras se pierden en la tormenta donde no son percibidas en absoluto: queda siempre un poderoso eco. Ésos  son los " Invocadores del Nombre. », los « Hijos de la Aurora», los « hombres del octavo Día», quemados por el fuego vivificante, pero  también iluminado por él.  Pueden no ser salvadores, ni Mensajeros, ni Bodhisattvas, ni incluso Santos. Son  similares a sus hermanos. Tienen sólo un poco más de  maduración interior, están en contacto más directo con sus  profundidad. Algunos han tenido la suerte insigne de ver, una vez, un verdadero sabio; y ha quedado en ellos el indeleble perfume. Saben por experiencia que rechazando el Espíritu, el hombre se priva del último medio de  salvación y que aceptándolo, se obliga a una completa puesta en cuestión de sí mismo y del mundo, principio de lo que bien podría ser un retorno a lo Esencial

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¿Pero qué es lo esencial?

Una de esas temibles palabras a definir y que, cuando se quiere se levanta del suelo, revelan una densidad no común que  prohíbe que se las desplace. Forman  parte de las piedras de fundación del lenguaje, uno se pregunta si se tiene  derecho de emplearlas. Más vale contornearlas.

Si  se entiende por «superfluo» todas las clases de diversiones en el sentido pascaliano  del término, se puede decir de lo Esencial  que representa todo lo contrario de cada uno  de  los dominios de la existencia. Es la « mejor parte» de todo; es el aspecto último, irreductible de un evento, de un  paisaje, el único minuto vivo en el curso de un día, donde el  tiempo bruscamente se hace cualitativo: el de una sonrisa en los labios de la vida, el de un  despertar, el de una suerte única, el de una  decisión capital, el de una coincidencia significativa donde telescopan un hombre y  un hecho que, desde el fondo de la eternidad,  se habían puesto en camino para este reencuentro instantáneo. Es  el complemento ínfimo, por tanto indispensable, como la sal  difundida a través de los alimentos y que despeja la sosería, o el  punto de luz con que el pintor pica los ojos del retrato y  que, solo así, confiere a  un retrato  la madurez de una  cara... Medio  con relación al círculo, médula con relación  a la corteza, lo esencial es reunión, concentración y vida. Hay en él algo de definitivo, de incorruptible, de irremplazable. Es el invariante en el corazón de la alternancia de las verdades parciales y  de los errores endémicos, el flujo y el reflujo de los nacimientos y las  muertes.

Todavía no es aquí abajo más que el reflejo de la Esencia divina de donde todo emana, , donde todo retorna, primero y ante todo los números: el  esto, o el aquel fuera del cual no es nada y sin  el cual nada es, que se explaya y vierte en lo múltiple  sin perder nada de su unidad, lo Inmutable que reveló sus Cualidades en las formas aparentes, las conciencias particulares, las criaturas efímeras, la Sabiduría encinta de todos los  posible, el Sí que se autodetermina en la manifestación a través de los Arquetipos eternos, el verbo Incognoscible que se da a conocer en la Encarnación, la Plenitud perfecta, primordial infinita. Algunos raros hombres, en el curso de las edades,  lo han presentido, aproximado; trajeron consigo del  cráter de los retazos palabras incandescentes, y  son estos los que nos  permiten creer absolutamente en el  Absoluto. Estos hombres han vivido la verdad que ellos testimonian, y han muerto por ello.  Pensar en poner en duda el menor de sus propósitos no podría incluso constituir una ofensa  No son tanto los milenios los que nos separan de ellos como los millares de  niveles de conciencia que sería imposible franquear en  una vida, consagrando  incluso la totalidad de  sus esfuerzos. Hay aproximadamente entre ellos y nosotros, en el espacio interno del espíritu,  la distancia que nos separa de los astros desaparecidos  desde hace  siglos, y de los que hoy recibimos la luz.

 

¿Qué es un retorno a  lo esencial?

Es ante todo un cambio, el del hombre que,  como el árbol de Platón, sumerge sus raíces en el cielo, y  debe regresar para ponerse en pie. Se trata a la vez de un "pasaje", - el Pessah Hebreo, - hace volver  desde el exilio, acceder a "El Vergel de los misterios. »; un avance un a través de los espesores petrificados de lo mental y  de la psique; un  arrepentimiento, que es el abandono de las túnicas de piel para revestir  el  manto real del "hombre nuevo"; un deslizamiento  imperceptible o una brutal mutación del  eros en ágape,  la « imagen » en la «  semejanza»; una participación anticipada en la vida divina. El retorno a lo  Esencial designa una migración del yo hacia el Sí, una trashumancia hacia lo transhumano, el esfuerzo de utilizar positivamente la libertad que se ha  dado  al hombre para colaborar en la Obra cósmica,  transformar el gusto de ceniza en el sabor de ambrosía. El  retorno a lo Esencial es el sí del hombre a Dios, la conformidad a Ley cósmica, el consentimiento al Uno; es trabajar en superarse a fin de  pasar de lo fragmentario y contradictorio a lo  multidimensional Unificado; es , aplicado a los fragmentos  dispersos del  cuerpo, del mente y del alma , la palabra de Jeremías: "Yo les llevaré a la tierra que había dado a sus  padres “; es la lenta reconquista de los altos valles donde fluye  leche y miel, es el éxodo del homo viator que a lo largo de su vida, a tientas, peregrina hacia el Dios perdido, la subida hacia el  "Conocimiento matutino", la conversión al Centro. El  retorno a lo Esencial no es otro que el retorno un su propio  secreto, el retorno al  « país natal» que es el  « fondo del ser ». El hijo pródigo ha podido extraviarse  un tiempo en las lejanías,  alegrarse en lo múltiple; pero acaba por morir de hambre  "Entrado en él mismo », se despierta a la Realidad. El Padre le acoge  como su Hijo y no como uno de estos  "mercenarios", los Ángeles, mantenidos fieles a Dios, ero privados  de poder aceptarlo  o rechazarlo.

El retorno a lo esencial consiste en concentrarse en vez de dilatarse, a reintegrarse en lo Absoluto en lugar de desintegrarse  en lo relativo, en  reunirse con el Punto ontológico supremo reduciéndose a sí mismo a un punto. Pero como el iod del alfabeto hebreo, a partir del cual emanan e  irradian todas las letras que hacen las palabras. O como el grano de mostaza  que se convierte en un árbol inmenso, poblada de pájaros.

Todo el sentido  del destino humano está ahí.





Existen varios métodos para convertirse en un punto; Pero  todos ellos exigen la pacificación interior, la humildad, la  rectitud, la simplicidad, la obediencia a la voluntad divina. Sólo  diferentes, según los tiempos, modalidades y usos. La cuestión que se plantea a todos nosotros es saber qué forma de espiritualidad  conviene mejor al hombre de hoy día; cuales  son  hoy  día, para este hombre, los modos de cambio y  retorno a lo esencial.

Los preliminares son necesarios: reconocer el terreno sobre el cual se avanza. Se revelará rápido cuidadosamente minado. El fenómeno de la Subversión se extiende al conjunto de los  dominios existentes, ofrece todos los caracteres de una verdadera  conjuración contra el Espíritu. Dispone por todas partes de un número  incalculable de complicidades, conscientes o no, de un enorme  arsenal de medios de persuasión. Su esencia se resume en la alegría de dañar. El buscador espiritual no tiene nada que esperar de las situaciones que ella induce; Tiene sólo que observar los mecanismos ocultos, en orden a no hacer el juego y dejarse lo   menos posible deteriorar por las sugestiones diabólicas revestidas de  las plumas del ángel, por las influencias ocultas que atraviesan nuestros espacios y se solidifican en realizaciones de muerte.  A continuación  protegerse contra las filosofías del  absurdo,  estudiando  con la seriedad requerida las enseñanzas iniciáticas  salidas de un Conocimiento eterno supramental y que solamente ellas, son capaces de hacer válidamente contrapeso a los  existencialismos establecidos. Si sigue la tradición cristiana  y le busca aún un sentido, le queda al buscador espiritual  estudiarla  abandonando las interpretaciones clericales o progresistas  cada una de las cuales traiciona un poco más la especificidad cristiana, y remontando a las fuentes patrísticas y hebraicas que constituyen el fondo del esoterismo cristiano. Nada prohíbe al mismo las tradiciones orientales que parece  difícil, un la época planetaria, ignorar globalmente. Lejos de  traerle prejuicio, lejos de  abundar en el “ concordismo “ de superficie y siempre que esta apertura se realice con  discernimiento y competencia, no puede más que enriquecer y revivificar el interior  del Cristianismo . Bastaría un acuerdo  sobre los principios para todas  las religiones se constituyeran en un frente único, más allá de los intereses políticos, las consideraciones raciales, los prejuicios encogidos de los exoterismos  en vigor.  Esta "Santa Alianza" de las fuerzas espirituales es el único  baluarte contra el ateísmo mundial, el cual tiene  ciertamente todo  el interés a hacerse levantar las religiones las unas contra las otras. Por último, porque ninguna teorización vale sin práctica, este trabajo  no  puede concebirse sin ser acompañado de ejercicios espirituales  concernientes a la profundización psicológica de sí mismo y  todo lo que permite a los seres humanos encontrar su deiformidad. Si no estamos hechos para las ascesis  de altos vuelos,  simples prácticas diarias continúan concerniéndonos,  suficientemente llenas de sentido para dar uno a nuestras vidas,  hacernos atravesar las circunstancias más que sufrirlas,  mantenernos conectados un esta indefinible en nosotros que no es  nosotros, sino que es más nosotros mismos que nosotros, y a quien se trata de aspirar  menos por el discurso que por el silencio, menos por  el pensamiento que por el recuerdo. Desde este punto de vista práctico,  incluso la vida más inmediata prueba suficiente  la realidad del   fenómeno del  "retorno ". Es notable en efecto que  cada vez que una situación se desarrolla hasta su extremo,  ella es inevitablemente llevada a convertirse en su  contrario.

 

Ulises dormita en cada uno de nosotros.

La nostalgia es el  sufrimiento de no poder  volver en su  patria. Existe en cada hombre la de una realidad superior, abisal, inaccesible, de la que no sabe nada, y que  sabe por tanto que existe, y que, en sus extremos lejanos,  no le habla de ella sino de él. Es este instinto de totalidad lo que  lleva al hombre más allá de si mismo en los grandes descubrimientos beneficiosos para el género humano, en los  increíbles actos de  heroísmo, en las realizaciones artísticas de una grave y  potente belleza, en los movimientos de amor sacrificial de los que no se había creído capaz. Venir a renegar, este  instinto, entonces desviado, le lleva a hipertrofiar las realidades solamente humanas, relativas, abstractas, sucedáneos del Absoluto. Todos los valores finitos se empiezan a creer infinitos; se radicalizan y absolutizan; se  toman  por este Dios que se empeñan en destruir. La naturaleza del  hombre se convierte en naturalismo, su humanidad, en humanismo, su individualidad, en  individualismo, su comunidad, en comunismo, su razón, en racionalismo. Cada uno de estos aspectos se quiere  totalitario, imponiendo su único punto de vista, su pobre lógica...  Pero existe  al mismo tiempo y siempre, sin su conocimiento y a pesar de  todo, en el hombre moderno el hombre eterno. Incluso insensible a ciertas inflexiones, a ciertos  imponderables ,incluso endurecidos en sus estructuras y sus máscaras, existe, bajo la  capas de olvido y de blasfemia, este instinto de totalidad ,  esta nostalgia de lo absoluto de la que se defiende, contra la cual hace barricadas de hormigón y de acero; una nostalgia que le abate,  le atormenta, y que estalla a pesar de él, dos o tres veces en  su vida, con una intensidad dramática, - la única vez en que este  hombre deja gritar a su lucidez.

La dimensión de trascendencia es de la que tenemos más necesidad; es igualmente la que nos más  nos falta. Solo el retorno a lo Esencial, una conversión de todo  nuestro ser al Ser dará a una humanidad rota esta  dimensión irremplazable, esta viga cumbrera sin la cual no  pueden tender hacia si la morada. Las sombras crepusculares  que se alargan hasta nuestras puertas nos dejan aún  suficiente  día para encontrar y descifrar los principios que harán que un día, vuelva el Día. A pesar de las resistencias poderosamente  organizadas, de opacidades aumentantes, de estallidos convulsivos que   ocultar el rostro del cielo, no se trata de otra cosa que de  salvar estos principios.

Hasta que sobrevenga Vida.
 
 
 

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