martes, 14 de enero de 2014

Espiritualidad (Jean Biès)


VI. LA ESPIRITUALIDAD

 

Descubriendo a lo lejos los propileos del Gran Pasaje, nuestro compañero de ruta-  que significa de hecho, habrá comprendido, no importa cuál de entre nosotros - debe ahora asumir la última etapa de su vida. No le será suficiente todos los días que le queden para  cubrir  las prácticas purificadoras de las que hemos hablado, y más  teóricamente, explorar las inmensidades del espíritu.

Porque es en adelante de la sola  espiritualidad que va a tratarse más allá de los campos  de reflexiones y de actividades poco a poco superadas. Ciertamente, la palabra ha aparecido por recurrencia al hilo de estas páginas, no cesando su sentido de adaptarse en contextos disímiles, de profundizarse, de precisarse. Pero le faltaba aún, si no de definiciones amenazantes con encerrarlo y reducirlo, más bien de aproximaciones más sintéticas, incluidas en una exposición metódicamente construida y rindiendo cuentas de aspectos  tan fundamentales como los de Tradición, de Conocimiento, de Sagrado.

Es suficiente decir que este último capítulo parecerá en algunos lugares a ciertos lectores menos comprensible; Pero su presencia era deseable, esperada, indispensable. La comodidad intelectual donde todo parece tan fácil hace cree a quien se contenta que ha comprendido todo, mientras que aún no se ha puesto en  camino. Una actitud más valiente y por eso más espiritual, consiste, entre dos vías, elegir la más difícil. 

ASPECTOS Y FORMAS DEL ESPÍRITU

El hombre de hoy día tiene de la espiritualidad las nociones más imprecisas. No habiendo nunca oído verdaderamente hablar, sino de  una forma errónea, u hostil, vive, durante su existencia, en total ignorancia del dominio más vasto y  más inagotable. Como alcanza sordera en cuanto se trata de escuchar las enseñanzas de los sabios y mucho más, su silencio, herido  de ceguera desde que  está en presencia de un icono o una catedral, este hombre no  encuentra ningún sentido ni interés en lo espiritual, que él confunde por otra parte  voluntariamente, mezclando todo, con la ética, los religioso, los supersticioso, la mágico, lo regresivo, el clerical. Sistemáticamente desconfiado, no se le ve tener ninguna noción de mística que toma por neurosis, del  esoterismo, que reduce a las ciencias ocultas, de la metafísica, que él cree que es la ontología, o la tradición que confunde con el tradicionalismo. Constata que las religiones se oponen, sin pensar que estos conflictos no conciernen más que a los aspectos más marginales, de orden mental, político, económico, ideológico, donde lo humano demasiado humano sumerge  cualquier consideración superior; no sospecha incluso que tienen todas un centro conjunto unánime, tienen todas un mismo lenguaje salido del mismo Logos, presentan una unidad fundamental, llenando a veces  la feliz expresión de "filosofía perenne", philosophia perennis 1.

La acumulación de las ocupaciones sólo seculares, la deformación de los espíritus desde escuela, la atmósfera general que incita muchos más a la extroversión que a su contrario, la  insuficiencia de un cierto  número de representantes religiosos y la inclinación natural de los seres humanos a elegir la

1. La expresión fue utilizada por primera vez en el siglo XVI por Augustino Steuco. Leibniz la retomaría por su cuenta, seguido de Aldous Huxley de Frithjof Schuon. Corresponde al  Sanatana-dharma de los hindúes, al hikmat al khalidah de los musulmanes; Pero la noción  se encuentra en todas partes en tanto que lengua común de la humanidad .  

facilidad y dispensarse de todo esfuerzo y puesta en cuestión, todo esto contribuye a hacer de este individuo un indigente de lo Absoluto.

Midiendo las consecuencias de la muerte de Dios nietzscheana y la pulverización de los valores, el filósofo Gabriel Marcel ya evocado en el Hombre problemático la  "gigantesca devaluación; que acarrea la necrosis del sentimiento religioso, comparable en muchos  aspectos a la devaluación monetaria ''. La alienación verdadera es que el hombre "parece haberse vuelto más y más  extranjeros sí mismo, a su propia esencia, al punto de poner esta esencia en duda, de negarle al menos toda la realidad original”.

Se quiera o no, el argumento según el cual las religiones son sinónimas de fanatismo, de oscurantismo, de barbarie histérica, incluso si tales estados resurgen periódicamente cuando ellas pierden precisamente su identidad, este argumento verdaderamente no se sostiene sin embargo. No sólo mucho más que la soldadesca, los emperadores locos, la  casta ávida de los mercaderes y las hordas de los funcionarios, las religiones están en la fuente de las civilización más elaboradas, del  conocimiento y del pensamiento reflexivo, de las éticas ,de las  artes, de los  rituales, pero puede preguntarse si los posesos religiosos de la peor especie  no son en realidad las  víctimas trágica de las peores ilusiones, agentes de elementos oscuros, cuyo único trabajo es hacer odiosa la religión; o si ellos mismos no hacen conscientemente  esta cobertura de infamación. El Islam llega hasta  mencionar la existencia alarmante de «Santos de Satanás (awliya es-Shaytdni, copia conforme de los Santos de Dios, pero al revés.

*

* *

Uno de los aspectos eminentes de la espiritualidad es su arraigo en el pasado, su fidelidad a la Tradición. Mientras que en sus formas externas, religión puede querer con razón o sin ella  adaptarse a las nuevas condiciones y exigencias de una época – el alivio del ayuno, por ejemplo,- o de las penitencias, con riesgo de desvío de la doctrina correcta, la Tradición no se encuentra en nada  afectada por estos remolinos de la superficie y estas variaciones. Le importa poco adaptarse a decisiones que mañana, estarán obsoletas, ni  conformarse a cualquier reduccionismo que sea. De ahí a. imaginarla  como alguna cosa inmóvil, congelada, sepulcral, sería un error considerable. Esta estatismo correspondería más bien al tradicionalismo, el cual parece señalar la naturaleza de mármol, solemne pero inanimado, mientras que la Tradición lo sería del fuego siempre vivo. Hay en el tradicionalismo una fuerte tendencia al conformismo, un pensamiento admitido de una vez por todas menos por escrupulosa fidelidad al pasado: "no desplazarás  los límites  puestos por sus padres - (Deuteronomio, XIX, 14), que por prudencia, pusilanimidad, falta de envergadura y de creatividad.» Un tal conservadurismo fariseo, que excluye toda  discusión, conduce al integrismo. Mientras que en revancha, en la perspectiva tradicional, los fundadores de las religiones no temen adaptar la Tradición nuevas situaciones cíclicas – lo qué puede valerles la  muerte-, sin traicionar en nada sin embargo - y esto es capital- el fondo mismo de la enseñanza primera.

Querer retornar  a la tradición no es pues una actitud timorata  o anticuada por temor al cambio y miedo del futuro, una solución de facilidad. Es querer  alcanzar en realidad no es el "comienzo” sino  el "Principio”, que trasciende las categorías temporales.» Este "tiempo: del que es contemporáneo, el  illud tempus que evoca Mirce Eliade, no se sitúa detrás de nosotros, que tendría la nostalgia de los últimos  pastores de la Arcadia, sino en un dato transhistórico contemporáneo de la eternidad.. De esta Edad sin edad, nosotros mismos  podemos hacernos a nuestra vez contemporáneos, porque está disponible en todo momento en nosotros. Es suficiente para alcanzarlo renunciar a todos los lazos que nos ligan al tiempo  y en primer lugar a mí y a su asociado, o más bien su mal genio, el mental, experto en arte elaborar entre la eternidad y nuestra existencia efímera murallas de milenios. Nos es suficiente para derretirnos abandonar   la multitud de instantes que nos asedian y trocean, de simplificarnos hasta no ser  más de un punto confundido con el infinito; y esto, con medios apropiados que  proporcionan las prácticas de interioridad, de concentración y de desprendimiento.

¿Qué es la Tradición, sino la transmisión de un Conocimiento directamente descendido de estas cumbres de lo  intemporal, con sus prácticas, pero también toda una serie de leyes, de claves, de enseñanzas de todo orden, desde el artesanado a la metafísica, de una Sabiduría a la vez eterna y universal, la Sophia? Para guardarla  intacta en su virginidad, la Tradición se complace en el modo repetitivo, la repetición incansable de las mismas formulaciones; lo que  la mentalidad moderna comprende mal o no comprende, que no ve más que repetición  carente de espíritu crítico, pero donde se puede ver también la fijación del pensamiento, ,profundización de las verdades inagotables, entrenamiento de la atención. Y en efecto, la repetición salmódica confirma la palabra, le da consistencia, la enraíza en la memoria; aporta  al invocante el sentido de lo inmutable.

Otra precaución que se rodea la tradición es una cierta discreción que puede confinar el misterio. Que no se espera con ella cualquier triunfalismo atronador. La  Tradición quiere protegerse a sí mismos de las reverberaciones del mundo, de  sus indiscreciones alienantes y destructivas. Contrariamente a la  religión conquistadora, prosélita, la Tradición se manifiesta más bien como un perfume, un sabor, que no están más que en ella. Depende de nosotros  descubrirla, ponernos en marcha hacia ella en tanto que eternos peregrinos de la verdad. La penumbra de la caverna, la de cripta, la sugieren como conviene. El sol que ella es  sigue siendo un sol oscuro, aunque sin embargo, el astro del día no sea más  que la sombra de aquél. 

Esta ley del secreto protege la Tradición de lo que ella no es; Pero también, y por ello, de los errores, habladurías, poluciones  mentales y lingüísticas. Se quiere siempre en retiro, mantiene su concavidad. Dejando a la religión homilías y comentarios, recurre el litote, a la apófasis , a lo no dicho, a la alusión, a la paradoja. A nosotros el domarla, para hacer fructificar la aparente ausencia. Es lo que puede explicar que se confíe menos a lo escrito que a la memoria y la oralidad, no dejándose escribir más que en los períodos de amnesia como el nuestro. Su decencia misma  intriga, su reserva atrae. Su falta voluntaria medios y efectos - voto de suprema pobreza. -puede incluso desencadenar fulgurantes retornos, hacer que un ser dé a luz a un absoluto otro que él – en realidad, el que uno es verdaderamente. Otras veces, en revancha, irrita, aleja, desencadena hostilidad y odio incluso, le invita a más precauciones aún 2.

*

* *

El pasaje de la oralidad a la escritura ha desarrollado considerablemente el dominio editorial. Aquí figura un cierto número de obras consagradas de los mejores autores  lo que revela precisamente la philosophia perennis, de la que se impone el estudio. No es más que  después de ser dada esta formación doctrinal que será posible eventualmente renunciar

2. Una simple lectura del Evangelio muestra el número de veces que Cristo hizo alusión al secreto se debe ayunar y orar en secreto: "Tu Padre está en el secreto" De forma parecida practicar la limosna. Se hace recomendación a los discípulos no decirle a nadie que él era el Cristo. Este solicita a los leprosos que curó no hablar; misma solicitud a los tres testigos de la Transfiguración. Ya la huida a Egipto se hizo a espaldas de Herodes, el cual  él mismo había mandado secretamente los reyes magos. Para perder a Jesús, los fariseos reunirán lo mismo a espaldas de todos. Estos diferentes ejemplos muestran que el secreto puede servir tanto las buenas como las malas causas; Pero la evidencia de la relación secreto-sagrado  es de las más significativas.  

a los libros, ' quemarlos '. Si el trabajo especulativo es insuficiente para una realización efectiva, sin embargo permite una impregnación saludable, determina una orientación estructurada, constituye ya una especie de "Iniciación", a condición de que  la búsqueda intelectual no bascule en el intelectualismo desecante y el saber por  saber, sino que  sea equilibrado por los "tazones de aire puro" que son trabajo manuales, la frecuentación  de la naturaleza, el encuentro de compañeros de búsqueda, la meditación, la oración.

La primera enseñanza que aporta  esta exploración es la unidad que vincula entre ellas, y a su más alto nivel, todas las grandes tradiciones de la humanidad, incluso si cada uno de ellas guarda, y lo debe, su especificidad, su singularidad, su clima. No escapa a la mirada de ningún observador serio que este parentesco existe más allá de todos las formas  exteriores, diversas  y aparentemente opuestas.

Esta unidad se encuentra providencialmente llamada a escena o revelada a Occidente en el momento preciso en que el hundimiento de las estructuras acabó en disolución. Una revelación que es no es gratuita, ofreciendo incluso algo de providencial; Ella es el equilibrio  inesperado, compensatorio, venido para reanimar  la fe de los espíritus desanimados o desfallecientes y evitarles al mismo tiempo zozobrara en el ateísmo, en el sincretismo sectario o en el fundamentalismo. No incita tanto a cambiar de vías comprometiéndose en tal o cual dirección oriental, con las consecuencias psíquicas que esta ruptura peligra de  acarrear, que a una volverse a su propia religión pronto bruscamente iluminada por la philosophia perennis y redescubierta en su amplitud y su profundidad verdadera. No es infrecuente oír  frase de este género: "Es a La India que debo mi conversión al cristianismo, que era mi religión de origen (y de la que no sabía nada)".

Pero cualquiera que sea la forma adoptada, la Palabra transmitido a los hombres crepusculares por el 'Conocimiento matutino' heredado de los hombres antiguos que, desde  tiempos inmemoriales y en todas las latitudes, se entregan a ascesis inimaginable para alcanzar el más alto  grado de conciencia al que el  ser humanos puede pretender  y hacerse transparente a la Gracia, esta palabra, decimos, es que la que ha fundado lo mejor en el hombre, le ha evitado devorar a su hermano o hacerse devorar por él, la que ha hecho el mundo habitable haciendo descender al menos una parte del cielo sobre la tierra. Por su ejemplo, estos han descubierto que el ser  también puede ser aumentado y que la transmutación interior es  posible en cualquier circunstancia, que las chispas de la Edad de oro puede brillar en todas las estaciones del  Gran Año.

Pero el contenido mismo de la philosophia perennis, ¿Cuál es?

Sería muy  largo suministrar  una explicación exhaustiva; Sin embargo, sigue siendo posible dar un esquema que no exceda los cuadros  de este capítulo.

Existen tres niveles de la realidad, que se pueden repartir como sigue:

El No-ser (o Sobreser) es el más allá de Dios; en otras palabras, según los autores, el Uno, lo Absoluto, lo Trascendente, la  Sobreesencia, la Vacuidad. Es eso de lo que no se puede decir nada, si no diciendo  que no es (el apofatismo), porque ningún concepto o lenguaje humano, finito por definición, no puede sin traicionarlo rendir cuenta del Infinito. El No-ser no es en absoluto la “nada” de los nihilistas, sino la Plenitud, la Posibilidad universal en su estado totalmente incondicionado, indiferenciado, no-dual.

El Ser es Dios; en otras palabras, el Principio de la Manifestación cósmica; reflejo del No-ser y proyectando su propio reflejo en la Creación; o todavía, el Alma del Mundo de las dualidades reunidas y  reconciliadas; el Mundo intermediario estancia de las esencias, especies vivas, aún  nombradas Arquetipos y Energías - los ”Ángeles” del monoteísmo, los "dioses" del politeísmo o "monoteísmo en facetas”  identificados a los Nombres o los Atributos divinos.

 La Existencia; la Creación; en otras palabras, la inmanencia, el reino de lo múltiple y del devenir , de las  transformaciones permanentes basadas  en la Sustancia, sutil en un primer grado, material  en un segundo, compuesta de cinco elementos, o "Estados de la materia. (Tierra, agua, fuego, aire, éter), desplegándose en el espacio-tiempo y distribuyéndose a través de los diferentes reinos de la Naturaleza.

Se encuentra en San Pablo (Efesios, IV, 6) una notable síntesis de este tipo de tripartición: "No hay más que  un Dios y Padre de todo”; la Trascendencia, el Cielo; "que obra a través de todo'; Energías en obra en el mundo intermedio. «Que vive en dentro de todo»; la  Inmanencia, el Terre 3.

Otro principio importante y también universal establece una perfecta reciprocidad o correspondencia entre el macrocosmo divino tal como acabamos de entreverlo y el  microcosmos humano. Éste reproduce en miniatura aquel  a manera de un espejo empañada por la distancia pero  fiel.

Lo que equivale al no-ser en el hombre es el Vacío central (el ' ojo de la aguja "," el cubo de rueda ", la" Cueva del corazón "), estancia del  ' fino punto’ del Espíritu, la "chispa divina", idénticos por naturaleza a la Sobreesencia.

Lo que es equivalente al Ser en el hombre es el Alma, asiento de las funciones psíquicas y estados de conciencia de tendencias ascendentes, medianas y descendentes, determinando la división paulina entre los "neumáticos" (lo seres espirituales), los "Psíquicos" propiamente dichos  (los

3. Al Cielo corresponde la metafísica propiamente dicha, al Espacio intermediario, la  ontología (el  estudio del Ser), a  la Tierra, la cosmología. Estos tres niveles no están radicalmente separados; existe interdependencia entre ellos, todo un sistema de pasarelas dando coherencia al Todo.

seres sometidos a las influencias desordenada y contradictoria de la psique) y los el ' hílicos: (seres humanos carnales).

La Existencia equivale al Cuerpo físico.

 Se puede ser considerar que el drama filosófico de Occidente es haberse mostrado  cada vez más olvidadizo, en un primer paso, del No-ser, y haciendo así, a haberse dispensado  él mismo del dominio metafísico, detentador  de las claves esenciales, sin lo cual todo el resto sería destinado a derrumbarse en una incomprensión creciente y acelerada.

Se ha limitado  al Ser,  en un segundo tiempo, en las alrededores del siglo XVIII,, privilegiando a partir del siglo XXVII  la Manifestación ,distinguiéndolas en primer lugar, oponiéndolas a continuación, favoreciendo así ,y siempre más, el dualismo, verdadera stock  de conflictos mortales. Por último, se ha restringido solo al mundo material, de donde el materialismo contemporáneo reconocido como la única realidad objetiva, que somos los testimonios hoy día, y a menudo también, las víctimas.

*

* *

Dos nociones capitales complementan lo que precede, y de lo cual conviene ahora decir lo esencial. La  primera de estas nociones concierne al exoterismo, que se refiere a los aspectos exteriores de las religiones, señalando más sus diferencias y sus oposiciones. El segundo concierne al esoterismo y está directamente relacionado con lo que estas religiones tienen en común, participando de la misma unidad. En otras palabras, el  exoterismo reenvía a los círculos periféricos y centrífugos, el esoterismo, al núcleo a solamente de  una sola y la misma realidad central.

No más que precedentemente (Nota 3), no hay separación radical entre los dos dominios, sino  interferencias, cada uno manteniendo sin embargo sus características  hasta el momento donde el uno y  el otro se abolen en un tercer término que los abarca y los  supera. Sin duda va el  pan, de una parte,  representando a exoterismo y el vino, por otra parte, representante del esoterismo; Pero los dos convergen y se funden en Uno eucarístico.

Lo que constituye más especialmente el  exoterismo  es su fuerte tendencia a hacer de la  dualidad su estancia de elección. Hay para él un Creador y  una Creación, un alma a veces abusivamente llamada espíritu y un cuerpo, la Gracia y la Naturaleza, Bien y Mal. Su modo de expresión radica en la promulgación de dogmas rígidos, necesarios para los espíritus  inestables y semi-barbares, pero que la unilateralidad puede también causar un exclusivismo obstinado, autoritario, inclinando la intolerancia. El exoterismo se contenta  a menudo con una lectura literalista, historicista o moralista, de los textos sagrados, sin tomar cuidado de ciertas  absurdidades o contradicciones que sobrevienen y si refugiándose detrás de una fe (efectivamente) ciega; una lectura apologética degenerando en escolástica complicada y mentalizada. A menudo sucede también al  exoterismo  pactar con el poder temporal, lo que no es sin el ofrecimiento de ventajas  y privilegios: el aliado del César se hace entonces  mundano, político, oportunista. Por añadidura prosélito, cuantifica las conversiones con el pretexto de que es necesario convertir las naciones usando la persuasión, y a veces la violencia. Su militantismo se dirige a la masa de los fieles, rebajando por lo tanto el nivel general de una religión, a la inversa de una espiritualidad que tiene en cuenta las diferencias de nivel entre los individuos y distingue según los carismas entre intelectuales y afectivos, activos y contemplativos, distribuyendo a cada uno la enseñanza que  le conviene. Esto no significa que espiritualidad se refugie en las sociedades secretas, elitistas, segregativas, sino que su naturaleza misma revela lo cualitativo.

Esta última observación nos lleva al esoterismo, el cual ¿es preciso recordarlo una y otra vez? -No tiene estrictamente nada que ver con ocultismo, la magia (negra o blanca), el teosofismo, los movimientos nebulosos y sincretistas de la New Age, el péndulo y los  cristales en venta en todas las librerías llamadas esotéricas 4. El esoterismo abarca el conjunto de las “ciencias sagradas”, está directamente ligado a la "filosofía perenne". Su punto de vista supera  las dualidades después haberlas conciliado. Evita el dualismo en que cae el exoterismo, porque añade el No-ser en su  visión ternaria de la realidad. No recurre en absoluto a  un dogmática, sino más bien  a enseñanzas sapienciales y prácticas, a los mitos, a los símbolos, a los apotegmas, cuya plasticidad les ahorra toda rigidez. Consciente de las diferencias de conocimiento y los grados de madurez de los individuos, se cuida de toda  'misión’ militante. Mientras que la religión externa se presta especialmente a la acción y obras, la tradición interior permanece conectada a lo intelectivo más allá de lo "mental", a este nivel en que cesa de saber por el entendimiento para conocer por intuición, hasta  la identificación del sujeto que conoce  (el hombre) y el Objeto conocido (Dios). A la luz de esta intuición, el esoterismo hace de los textos sagrados una lectura simbólica y polisémica y despliega su comentario en varios estratos de interpretación. Así los diferentes elementos cósmicos o geográficos -  sol, montaña, río, bosque - pueden designar nociones metafísicos: la Luz divina, los grados de la creación, las corrientes de formas, las profundidades del misterio (y el misterio de la profundidad), como numerosos  personajes - Reyes, profetas, siervos, mujeres, niños, ancianos, pero también animales o plantas - para referirse a estados interiores y las enseñanzas que ellos ocultan. Finalmente, al Jesús histórico, humano y sufriente, más accesible a todos y

4. El socialista utópico Pierre Leroux, partidario de una religión de la Humanidad, es el primero en haber usado la palabra esoterismo en 1840, mezcla de ocultismo y el igualitarismo. Por lo que se ve que la palabra tiene un comienzo de recorrido de lo más sospechosos! Sería René Guénon devolverla a su verdadero origen, inscrito en la filosofía griega. Recordemos  que ta esoteriha designaba en Pitágoras, Platón y Aristóteles, los dominios interiores reservados (arquitectura, música, aritmosofía, simbolismo, hermenéutica), en contraposición a ta exoterika, los dominios divulgables (astronomía, moral, psicología, epistemología).

sobre el cual insiste el exoterismo, el esoterismo añade la dimensión sobrenatural del Cristo resucitado. Contrariamente a lo que comúnmente se cree, los proponentes del esoterismo no son necesariamente los ' altos iniciados', elegidos con la más extrema circunspección. Pueden ser en ciertos casos, como lo han sido en Occidente  los pitagóricos, los Fieles de Amor, los miembros de la orden del Temple, los de la Fede Santa, a la cual estaba afiliado Dante, en relación probable con medios sufíes. Pero se sabe menos que  a menudo, los poseedores  de la gnosis ha tenido problemas con las jerarquías eclesiásticas; tales el Maestro Eckhart, condenado por Papa John XXII  (“quería saber demasiado”), Margarita Porete, cuya audacia del lenguaje le valió la hoguera, Madame Guyon, cuyo quietismo la hizo encarcelando, como también, en el islam, al-Hallaj, crucificado por su locura mística que hizo proclamar a semejanza del Cristo la verdad. La principal acusación que es dirigida a todos es el orgullo. Pero, de hecho, el "gnóstico", si ha renunciado completamente a su yo, reside por definición más allá de las pasiones egoístas, de la que el orgullo es la  primera.

Otras veces, es cierto, los "iniciados” viven en buena inteligencia  con los organismos oficiales. Así  los hasidim, hesicastas, los taoístas con relación  con su medio  respectivo. Si incluso Eckhart ha sido visto condenado, sus discípulos Angelus Silesius, Tauler, Suso no lo han sido; no más que Nicolás de Cusa, cardenal, legado del Papa, abanderado de la docta ignorantia, de la coincidencia oppositorum y defensor de un "concordia" entre las religiones.

Estas consideraciones demasiado breves, permiten sin embargo, ver que hay en el  exoterismo algo de  reductor - aunque suficiente para la salvación-, en la medida por lo menos que el exoterismo mismo permanece religado al corazón de la religión que es la suya. Esta debilidad interna no atrae menos fácilmente las críticas del ateísmo a las cuales no siempre es capaz de replicar, cuenta tenida de su rechazo o su imposibilidad de una  interpretación simbólica que ensancharía considerablemente el alcance de las respuestas. Así que se le encuentra  particularmente a disgusto acerca del sujeto del problema del mal –la privación de beneficio no explica nada-, mientras que "Dios, asegura  es Amor. Solo el  esoterismo, en este caso, se mostrará capaz de ver en Dios una conjunción de los contrarios superando el Bien y el Mal, y  donde situar el verdadero sentido de la palabra amor.

*

* *

La distinción entre exoterismo y esoterismo es de una nitidez particularmente notable  en la tradición hebrea, que distingue entre la Torá escrita que dará el Talmud y la Torá oral dónde provendrán del Zohar y la Cábala. La misma distinción fuerte en el islam, separando la Sharia, ley revelada en su aspecto moral y ritual,  convocar a la ' guerra santa’ exterior y la  haqiqah, la lectura simbólica del Corán, prerrogativa del sufismo, reenviando a la "guerra santa interior". Se encontraría similar diferenciación en la tradición china entre el confucianismo de orden moral y social y el taoísmo, fundado en la no – obrar  y la vacuidad.. El budismo se divide el mismo en "pequeño vehículo: (hineiyeina), una religión sobre todo formal y en el "gran vehiculo"(maheiyeina), la tradición metafísica ''. El hinduismo prefiere evocar una escala de ' puntos vistas: (darshana), con la enseñanza secreta de maestro a discípulo en la cumbre. 

Es en el cristianismo donde la diferencia entre los dos polos de la religión sigue siendo la  más imprecisa, que puede explicar

5. Incluso si el  Cristo ha privilegiado mucho la Clemencia sobre el  Rigor, se supone volver armado con una espada. Se olvida demasiado a menudo los versículos de Isaías (45:7): "el formador  de la luz, el Creador de las tinieblas, el hacedor de la Paz , el creador del mal,¡ yo, Yahvé, el autor todo esto!” Hemos visto que  Carl Gustav Jung  ha meditado largamente este problema, en ‘Respuesta a Job’ en particular. La “ inquietud del mal” una de los etapas importantes de su terapia.  

la tendencia igualitaria y fraternal establecida entre todos los hombres. De allí  a negar la existencia de un esoterismo cristiano reservado para una élite sigue siendo tentador, sin embargo, el Cristo había ya recomienda no repartir  las perlas delante de los cerdos y maldijo a los legistas, que quitar las  “llaves del conocimiento”.

Desde el siglo II, un Clemente  de Alejandría retoma la demarcación entre exoterika - esoterika; y hace alusión a una Gnosis dejadao oralmente por los apóstoles a un pequeño número de fieles, el enigmático Dionisio el Areopagita distingue una teología "común" y una "teología mística’ teniendo sus "tradiciones secretas", Orígenes, en el siglo II, práctica exégesis rabínica. Puede, a partir de estos pocos nombres, considerar que todo el linaje  de los padres griegos, especialmente de Gregorio de Nisa, Gregorio de Palamas, Máximo el Confesor, transmite tales o tales elementos de la Gnosis: el apofatismo, que dice por eliminaciones sucesivas lo que Dios no es,  el Hombre cósmico desmembrado para formar el universo, las Energías increadas, intermediarios entre el mudo espiritual y el mundo materializado , la teología del icono como arte no religioso sino sagrado, Sophia-Theotokos, la participación del cuerpo en la transformación interior, la oración onomástica, u oración del corazón heredado de los monjes del desierto de Egipto 6.

La  misma noción  de esoterismo, incluso si  la palabra no se menciona, se encuentra en Occidente, según testimonian  San Ireneo de Lyon, Hilario de Poitiers, Juan Escoto Erígena. El mundo como una Teofanía y la lectura simbólica del libro de la Naturaleza.

6. Como el término del esoterismo, el de gnosis merecen explicación. La gnosis (la epignosis paulina no tiene nada que ver con el gnosticismo de los primeros siglos, mezcla de varios corrientes paganas y orientales desviadas, fundadas en el dualismo y el sincretismo). Ella designa el “conocimiento "en tanto participación de la inteligencia humana en la inteligencia divina (Evagrio Póntico) inseparable de una realización espiritual, donde las virtudes dominar "las pasiones" para conducir a la “ impasibilidad” (apatheia) del alma y al “ amor espiritual "(ágape), dicho de otra manera, el  “ Reino de los cielos.  

-igualmente familiar  a los alquimistas, -la  identificación de María, la Madre divina, la importancia concedida al eremitismo, son temas iterativos en una larga serie de siglos, Desgraciadamente la escolástica ha reemplazado  poco a poco lo intelectivo por lo intelectual, mentalizando el Conocimiento, rigidificándolo, esterilizándolo. Aristóteles pesa siempre más que Platón, Plotino y Philon, como uno ve en el islam el racionalista Averroes privilegiado sobre el visionario Avicena. Abelardo en el siglo XII, se desarrolla y amplifica la dialéctica; Guillermo de Occam, en el XIV, no reconoce más como real que el mundo fenoménico, visión de la que va a nacer el nominalismo y el pragmatismo que no reconoce realidad más que a las palabras y para los cuales los ' principios’ metafísicos no son más que abstracciones.

Sin embargo, tal como un hilo rojo, el  esoterismo continúa  circulando detrás del ejemplarismo de un Buenaventura, o el radicalismo no dualista de un Eckhart. En los siglos XV y XVI, el neoplatonismo (Pico de Mirandola, Marsilio Ficino) y hermetismo (Gérard Dorn, Heinrich Khunrath, Jacob Böhme, Ireneo Philaleteo) y la Cábala cristiana  (H. Cornelius Agrippa), si quedan ignoradas de una iglesia que se exterioriza al  punto de casarse con el mundo profano, se ven integradas por un cierto cristianismo de las profundidades. Del mismo modo, el Iluminismo del siglo XVIII, la filosofía de la naturaleza (Franz von Baader, F. C.OEtinger) y el romanticismo alemán (Novalis, Hölderlin), aportarán al siglo de las luces obscurecidas totalmente  ocupadas en negar lo que les supera  una triple explosión de verdadera luz 7.

En cuanto a la unidad de las tradiciones, Ireneo de Lyon escribió ya que no hay más que un solo y mismo  Dios y su Verbo está siempre presente a la humanidad, aunque por  disposiciones diversas y operaciones multiformes. Clemente de Alejandría considera que "cada revelación aportada a los diferentes.

7. Sobre estos diferentes dominios se podrá referirse a Antoine Faivre, Arch. de l'ésotérisme occidental, 2 vol., Gallimard, 1996.  

pueblos de la antigüedad remonta a una Revelación primitiva”. Esta se encuentra simbolizado por el "lengua única “que habló toda la humanidad antes de la construcción de la torre de Babel y la confusión de las lenguas – comprender las religiones - que se siguió. El personaje de Melkitsedeq ha podido igualmente ser considerado el Centro supremo a propósito del cual  Jean Daniélou escribió que es "sacerdote de la primera religión de la humanidad que no está  limitada  a Israel sino que abraza a todos los pueblos", la revelación del Cristo es  entonces interpretada  como una reactivación, una restauración de esa Tradición de los orígenes 8.

La Iglesia romana luego confirmaría este reconocimiento del derecho de las religiones, en lugar de ver, como durante siglos,  paganismos a convertir imperativamente. Apertura de espíritu inclinando a la  tolerancia, concretada  y confirmado por una serie de textos y gestos 9.

Lo que es preciso no obstante añadir,  es que la tradición cristiana parece ofrecer una especificidad no despreciable, que le confiere un lugar  de prima inter pares en el concierto de las religiones: superioridad para unos, el escándalo para otros. En primer lugar, de hecho, el Cristo se singulariza de alguna manera, se distingue de otros Mensajeros en que él no es sólo un hombre llegado al golpe de esfuerzo al estado de liberación, como Mohammed, Gautama, Lao-tseu, ni un dios como los de las mitologías, manteniendo su estado de dios  y  esposando la condición humana, ejecutándose sin ser afectado por los límites, las pasiones, los sufrimientos  humanas . El Cristo es también de inmediato y en parte entera, la Encarnación plenaria

8. Véase Jean Tourniac, Melkitsedeq ou la Tradition priml, Albin Michel, 1983.

9. Una declaración como Nostra /Etate, que fue consecuencia del Concilio Vaticano II (1965), admite la existencia de las religiones como tantos aproximaciones  a lo divino, proclamando la preeminencia de Cristo Jesús. El encuentro de Asís surgió en 1986 como la cristalización pétrea de una intuición más vasta intuición: la de la armonía concordante entre religiones. 

de lo divino en el hombre. Por otro lado, el contenido de su enseñanza reposa providencialmente, en lo más oscuros de la Edad oscura, e incondicionalmente, sobre el Amor, valor trascendente y supremo, el Amor del Padre seguramente, en respuesta al suyo, pero también del prójimo, aunque fuera nuestro torturador 10.

*

* *

Otro aspecto todavía  en el que debemos insistir es el sentido de lo sagrado, inherente a cualquier espiritualidad verdadera. Cuando se asiste a la tala de un árbol en plena magnificencia, que cae en un largo gemido doloroso, el sentimiento que se experimenta es el de una violación,  de una muerte razonada de algo único en sí, de irremplazable por su potencia, su belleza, su equilibrio, su cohesión, su frágil permanencia, todo lo que contribuye precisamente a lo sagrado. A lo que añade todo  un sistema simbólico, el eje que conecta la base y lo alto, la multiplicidad y lo Uno, la Substancia y el Espíritu. En su lenguaje mudo, el árbol revela al hombre las similitudes que les aproximan, les unen, unirlos. Su culpa será de parecerse mucho

10. Una cuestión sin duda de los más complejos es el de esoterismo cristiano. Para Jean Borella, especialista emérito, no hay ningún esoterismo cristiano en el sentido que lo  entendía Guénon ; especie de sociedad secreta que habría desaparecido a partir de los siete Concilios  exteriorizando o eliminando los constituyentes esotéricos. Ver en particular  Ésotérisme guénonien et mystère chrétien, L’Age d'Homme, 1997; Problèmes de gnose, L'Harmattan,. El autor reconoce que hubo en el origen del cristianismo un enseñanzas oral transmitidas por Cristo a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, prolongándose en Pablo;: la gnosis, legada a continuación a los otros discípulos y sin ninguna relación  con el gnosticismos de los primeros siglos, deformaciones  o desviaciones consideradas como heréticas. San Pablo mismo advirtió contra la gnosis que ' infla (de orgullo ), mientras que el amor “edifica”". (1. COR., VIII, 7). Para, Jean Borella, la institución de los sacramentos, el bautismo y la Eucaristía constituyen es  verdadero esoterismo cristiano. El singular lugar del Cristo como hijo único de Dios y su Encarnación, le distingue claramente los 'descensos divinas', o Avatarana.  

al  hombre: esto se encuentra casi demasiado fielmente en este espejo frondoso y temblorosa; y por poco que el hombre, no amando nada, no llegue incluso a  amarse a si mismo, no ha de cesar de querer destruir su imagen esperando  autodestruirse. Viendo caer este árbol, sabemos que un poco de espiritual fue quitado del mundo, y que este mundo cerrado a lo más que él, es una picadura más de Luz por las tinieblas, incluso si hay de repente  más luz en el bosque.

Entre lo profano  y lo sagrado, la distinción es tan cómoda como artificial. En una sociedad de desacralizada donde los "Posters" ocupan el lugar de los iconos, los automatismos, los ritos y la histerias colectivas, de comuniones, están asegurado  que a excepción de algunos enclaves paradisíacos milagrosamente protegidos, todo es radical y ostensiblemente profano. La publicidad se dedica alegremente a la utilización de alusiones religiosas  con los únicos fines del mercantilismo más vulgar;: los mercaderes del templo se vengan bien! Por el contrario, en una sociedad de tendencias y prioridades espirituales marcadas, todo se encuentra  natural y espontáneamente con una cierta aura de sacralidad. Ya no es más la materia y su ley de la gravedad que tira todo abajo, absorbe  y  nadifica, es el espíritu que atrae todo hacia lo alto arriba, purificando la materia  y volviéndola a su origen etéreo. Y más allá de estos dos niveles - espíritu y la materia - que no pueden aún más que  mantener una visión dual, no  hay más que una sola realidad. Al igual que los "platónicos de Persia", los padres griegos han podido ir  hasta hablar de materia pneumatizada y el espíritu solidificado. Es también lo que una cierta física redescubre  a su manera hoy día. Sin duda todas las piedras no son literalmente sagradas; no se  venera la piedra en tanto que tal, a menos de idolatría, como se idolatra hoy un bello automóvil o un balón de rugby. Se venera lo sagrado que la piedra se supone que simbolizan por su densidad, su forma singular, su verticalidad. Todo lo que es insólito, espléndido, perfecto, eventualmente  también desconcertante o monstruosa, puede reclamar un tal estatuto. La piedra es receptáculo de  fuerzas vibratorias venidas de otra parte, a comenzar por los meteoritos, como también vienen de otros mundos el genio, el profeta o el santo.

Además de la adoración, lo  sagrado tiene el poder de suscitar la maravilla sabiendo volver al hombre su alma de niño. La aurora  en su gloriosa exaltación, la montaña en su majestad, la selva-Santuario en su obscuridad  , presentan las alineaciones de un misterio. También puede desencadenar un sentimiento de temor, tal como la tormenta desencadenada, o incluso terror, en el espectáculo de la apoteosis de nuclear. Porque lo sagrado leva en si una ambigüedad formidable, lo "numinoso. 11.

Existe siempre en lo sagrado una parte de indefinida, ver de ininteligible, escapando en todo caso  más allá de la comprensión ordinaria. Como Dios, él es 'transeúnte’ revelando lo completamente otro. De él emana cualquier cosa que haga pensar, obrar y vivir de otra manera, devenir diferente de lo que se  era o se creía ser. En la medida que desordena,  despierta; sea que envuelve y circunscriba lentamente, sea que rebane al igual que  el rayo y la espada.

Tal como como se presenta, lo sagrado exige una forma de considerar a los seres, las cosas, los acontecimientos, que no debe nada a la llamada normal, rutinaria. Cada criatura se encuentra devuelta por él a su esencial; pero hecha visible, manifestada, a través de una forma sólida y un nombre, volátil. Es principalmente en tanto que portadora de esencia, su vehículo, que cada criatura es digna de respeto, incluso más, de  alabanza: ella aparece como ostensión de esto que algunos llaman lo  divino. Y cuanto más se desarrolla en

11. El numinosum Rudolph Otto. Lo sagrado es una interfaz para usar un término nuevo traduciendo una noción antigua, que los Antiguos representaban bajo los trazos de bifronte. Se pueden distinguir por lo menos el misterium mirum, fuente de admiración adorante y de encanto y mysterium tremendum, el misterio del temblor de pavor.  

nosotros la agudeza de una cierta mirada educada, ejercitada, más pronto se revela teofanía, surgimiento, aparición divina; el árbol de todos los tiempos, pero también el simple guijarro de los caminos, la plancha de sinuosidades soñadoras, el plato de arcilla, el vestido de lana, todo ha sido productor la naturaleza, pero también, fabricar una artesanía con mano maestra, deseoso de  extraer, del material más simple, nobleza y belleza, todo lo que de naturaleza para ennoblecer los sentidos. Esta mirada nos hace pasar de una visión monocular, la del Cíclope donde todo es gris, simpleza, a una visión binocular, que se diversifica en unidad, vivifica, anima y colorea, anterior incluso a unirse a una nueva visión, transfigurante, la del “tercer ojo”, que da acceso a la unificación de la extensión y la profundidad.

Lo que es verdad del orden natural lo es más aún en  el reino humano! No se advierte nunca más el carácter sagrado  de una cara, que no es parecida  similar a otra, y por consiguiente, de toda persona humana, que  cuando se ve esta abofeteada, hinchada, desfigurada a placer, o cuando está reducida a los suplicios, al envilecimiento, a la humillación, reducida por debajo de sí . Esto es lo que el cristianismo ha mostrado plenamente mediante la Encarnación. Dios se hizo cara humana, pero cara manchada, insultada, persona  humana, pero la persona escarnecida. Lo sagrado por excelencia acepta dejarse profanar; Tal vez porque bajo las peores apariencias, él sigue siendo siempre lo que es, sin disminución o degradación posible.

Más que cualquier otra criatura, el ser humano es sagrado debido a su posición vertical que separa a otros animales, pero  también y a su diferencia también, a causa de su

12. Así el negativo fotográfico pasa a su positivo, como el ser humano pasa de la imagen a la semejanza, de lo incumplido a lo cumplido, de lo muy oscuro a lo  más que  claro. Todo es cuestión  de baños sucesivos; y tal es el significado de las abluciones, o más aún, del bautismo, donde el catecúmeno debe ser simbólicamente ahogado y asfixiado, morir a uno mismo, para renacer.

unicidad particularmente acentuada: cada ser humano aparece en su sorprendente e irremplazable singularidad. Igualmente, a causa del poder que es el suyo de  escapar a toda  embargo reductivo y definitivo a todo encierro dialéctico,  como  es lo mismo para Dios, a pesar de las rejillas teológicas lanzadas sobre él, de donde la gran frase de un Gregorio de Nisa: "el hombre es la imagen de Dios porque escapa a toda definición". Solo ser humano, a través de su voluntad, pero más aún, al no-querer, al abandono puede dejar el estado condicionado donde la naturaleza lo ha colocado, la circunferencia giratoria, para cambiar de lugar - y por lo tanto de  condición - y unirse a otro estado, el Centro mismo, donde la fina punta del espíritu  coincide con el Espíritu; abandonar el lugar  de su idolatría personal, de su "autolatria", para adquirir un estatus en su más alta cima , angélico. Este carácter de excepcionalidad que confiere al ser humano una dimensión a la cual ninguna otra criatura podría pretender , ni soñar siquiera; una dimensión a la que una simple convención lingüística  pero significativa da el calificativo de sagrado. El ser  humano pueden ser llamado sagrado en lo que , sólo,  su inteligencia, abandonando el plan de los  simples fenómenos y de las apariencias  siempre cambiantes, escurridizas, que sirven de vestido a  los principios, puede elevarse más allá, a los principios  mismos velos de la divinidad.

La espectacular regresión de lo sagrado en el mundo es concomitante con el desarrollo de la barbarie. No sólo, entonces, el espíritu se retira, sino la materia misma, que se podría creer  radiante y triunfante, se marchita, degenera y muere. Todo pasa y sucede ahora «delante del santuario» (pro fanum); todo se vuelve profano. Sin embargo, el universo siendo tradicionalmente santuario, ¿Dónde puede el hombre agarrarse en adelante cuando el mismo se exila  fuera del Santuario? ¿Dónde hay todavía lugar para él? Helo ahí convertido en un ciudadano de ninguna parte. 

Es decir bastante  que la única tarea que aún incumbe a este hombre desarraigada, sin esperanza y sin oriente, es redescubrir el significado y la dimensión de lo sagrado, debe lograr una entera transformación de su vida. Este retorno a lo sagrado no se hará según toda verosimilitud más que en  medio de las peores dificultades y sufrimientos purificadores Pertenece al restringido número de aquellos que recuerdan este valor fundamental llevar a cabo todo para acelerar su advenimiento y hacer este  "más adelante” lo más inminente posible, sin olvidar sin embargo y de todas formas , que "mi reino no es de este mundo.

Este retorno a lo sagrado no es menos vivamente deseable. Puede comenzar con lo más simple, que es también la más difícil: la adquisición de una conciencia capaz de respeto y cortesía hacia  las cosas, de deferencia hacia los seres, de religio con respecto a esta realidad que es la Realidad probada a la vez  como evidente en su proximidad e inaccesible en su trascendencia.

*

* *

Tales son el número y la complejidad de los aspectos y de las  formas de la espiritualidad de la que no hemos podido más que sugerir aquí algunos  ejemplos. Tantas aproximaciones sin embargo que son suficientes para mostrar el abismo separa la espiritualidad recibida de las épocas altas  y la mentalidad más recientemente aparecida, concentrado hasta la hipertrofia en las contingencias.

La vida espiritual se revela en efecto como una sucesión de impulsos del espíritu descendiendo sobre  el místico como para venir a buscarlo y lo invitan a unirse y de impulsos del  místico que se elevan hacia el Espíritu, periódicamente quebrados y revivificados por las "noches oscuras". Plotino evoca este propósito, en su  conclusión de sus Enéadas , el hecho de  "huir solo hacia Él solo" hasta la identificación completa del sujeto que contempla y el objeto contemplado. Sin duda es esta una vía abrupta;  la vía  humedad es más la nuestra, que no difiere fundamentalmente, pero recurre a estas ayudas que son letanías, súplica, de acciones de gracias, oración jaculatoria, tal como aparece muy especialmente elaborada  en  el hesicasmo 13.

Es urgente y necesario tomar medida aquí de la importancia de la oración como eje central de la toda vía según el Espíritu. Demasiado a menudo reducida a simples consideraciones morales o sentimentales, se olvida la base de la oración; a saber  que el hombre se convierte en lo que piensa, o eso a lo que piensa, eso sobre lo que se concentra. La India ha hecho de ello un verdadero leitmotiv de su filosofía. El que orienta su mente en la fealdad, la  violencia, lo sórdida, tiene pocas posibilidades de no llegar a ser feo, violento, sórdido; el  que se concentra en Dios se convertirá en Dios. Se deviene lo que , por la fuerza del pensamiento, se desea ser 14 .

Occidente no está de sobra, incluso si ha abandonado el aspecto de la tecnicidad  de la concentración mental. En su división de Naturaleza, Escoto Eriugena escribió: "El que comprende  de una manera pura se convierte lo que él comprende". Plotino había ya

 

13  La repetición santificante del nombre de Cristo insertado en la fórmula del publicano: "Señor [Jesús-Cristo] ten piedad de mí ", heredado de los padres del desierto y sistematizada en la Filocalia (traducción en dos volúmenes, Desclée de Brouwer, 1995), ha pasado hoy día a ciertos medios católicos de occidente y ofrece el ejemplo de una recepción que se tiene el derecho de considerar como providencial, arrojada en plena  subversión.

14 Véase, por ejemplo, Maitry-upanishad, VI, 34: "Eso que se piensa, se llega a serlo El ." Yoga-vasishthava hasta afirma que "el que tiene la convicción de pertenecer a la tierra, este  se convierte en presa de la muerte" (111,52,32 y 40). Y otra vez: "Es a fuerza de creerse mortal que el cuerpo vehicular se convirtie en un cuerpo grosero como resultado de su tendencia habitual hacia lo corporal" (111,21,54). ¿Es preciso reiterar aquí que este pensamiento no es orden mental, sino que procede de la memoria del corazón, de una cohabitación permanente y pacífica con el objeto de su contemplación?. Si tomamos el ejemplo  la música, podemos decir que oímos sin cesar cantar en nosotros tal  toque especialmente amado, sin que exista en en absoluto la  más mínimo traza de cerebralidad.  

constatado  que el hombre tiene la capacidad de identificar lo Divino a condición de  quitar este "excedente”, que, en realidad, disminuye, porque este cualquier cosa de suplementario  releva la naturaleza de la nada; para separarse de todo lo que de ahí procede. La luz que emana de Dios, y por la cual el hombre lo ve, es la misma que se encuentra  en el hombre. Meister Eckhart expresará de otra manera la misma idea: "el ojo a través del cual me veo y el por  el cual Dios ve es un solo y mismo ojo.

Así, a lo largo de una búsqueda difícil y dolorosa, hecha de obstáculos, de  caídas y de subidas, ensayos e incertidumbres, sin cesar contrariadas por elementos hostiles venidos de las bajas regiones, lo que deben producirse acaba por producirse: la más fabulosa historia de amor, este encuentro privilegiado del Amante y el Amado , ella misma preparación de una fusión total y definitiva, sin duda reservado para algunos , pero propuesta a todos, la Deificación.

¿De qué se tratará en realidad  en un mundo opuesto de todo punto al mundo espiritual? De ninguna otra cosa que de  imitar los modelos y arquetipos divinos trasponiéndolos  y  calcándolos en nuestra existencia humana.

La Divino es Vacuidad:

-El hombre, alejando la falsa plenitud del mundo donde vive, abandonado a un nihilismo artificialmente poblada de densidad ilusoria, se dedicará a hacer el vacío en él, a evacuar su falso yo, sus pensamientos vanos, sus ampollas, como el  Cristo, a la inversa, se ha vaciado de su condición de Absoluto – permaneciendo- para esposar la humanidad.

Lo Divino es Soledad por su carácter incondicionada, perfecto, infinito, totalmente uno:

-Hombre, apartándose de las falsas relaciones que obstruyen su vida tanto como  del aislamiento donde él está confinado, se retira periódicamente, poniéndose momentáneamente al margen, hará retiro para  désidentificarse de lo que le invade.,recargar las energía extenuadas y obtener una visión a la vez más vasta y más distante de las cosas.

Lo Divino es el Silencio antes de todas las vibraciones:

-El hombre, alejándose del estruendo de las palabras, de las  ideas, se acercará a lo indecible, se  entregará a la meditación de lo que ha aprendido, al rechazo del vagabundeo mentales, la suspensión o el alivio de los encadenamientos de las  causas y sus efectos. Si "quien sabe se calla," según el Tao-te-King, el silencioso se pone en condición de desacondicionarse, de aprender a desaprender, de remontar a ese estado de la infancia donde el niño es aún niño, "quien no habla todavía", pero aquí, el que no ha hablado más que demasiado y no ha gustado los sabores de la no-palabra.

Lo  Divino  es Inmutabilidad:

"-El hombre, todo negocio y movimiento prioritario en medio de los vórtices de la neurosis ciudadana, se aplicará a quedar inmóvil, a semejanza del ' eje del mundo ' alrededor del cual el Todo se ordenado y se establece. Nada la ayudará  mejor que la práctica de la sentada  que favorecerá la circulación de las energías a lo largo del árbol vertebral ; pero también, que el equilibrio de las cualidades y disposiciones mentales; Pero también, que la armonización de las componentes opuestas de la psique: todo un conjunto instaurando en el  hombre atrae ese medio, ese centro mismo  que una vez alcanzado , o al menos aproximado, atrae a él  y estabiliza todo lo que se consuma de  ordinario en la periferia  y en el mayor desorden.

Lo Divino, que es lo Sin-nombre, es también Nombre divino:

-El hombre, cesando de desgranar el rosario de sus ídolos: Progreso, Técnica, Estado, Razón, probará la enunciación repetitiva de un Nombre, a su invocación memorizante, a su glorificación. Pronunciar el nombre divino, es unir  la actividad soberana de Dios que, enunciando su propio nombre, nombrándose a sí mismo, crea todas las cosas.  Una tal invocación es, por tanto, la actividad que más acerca el hombre de su señor; a tal punto que ella acaba por identificarle a Él. Identificarse al Nombre, que es Energía y Presencia divina, es en efecto identificarse a Dios; o más bien, es dejar a Dios proferirse en nosotros.

Finalmente, lo Divino es Vida:

-Para alcanzar lo Viviente, el hombre  pondrá en acto el  ars moriendi, que es a la vez muerte al  mundo ejercitándose, como dijo Filón de Alejandría, en “ser indiferente a las cosas indiferentes” y la muerte al yo ejercitándose, según Angelus Silesius, en "morir antes de su muerte," el yo una vez muertos, no queda nada en efecto que sea susceptible de morir.  El hombre así librado de si  recobra lo que él siempre había sido, pero que había olvidado: lo Divino, más allá tiene pantallas, las cortezas, las crispaciones, las identificaciones y las ilusiones de todo tipo.

¿"Si la filosofía es "amor de la sabiduría", ¿qué es esta sabiduría sino la realización integral de lo Divino en el hombre por eliminación y  sacrificio de todo lo que no es esencialmente el hombre en él?

Podría ser que la oposición que  hemos establecido todo a lo largo de este libro entre las dos polaridades -Mundo moderno-Espiritualidad – sea es una visión cómoda, facilitando la confrontación de  las exposiciones que ella suscita, pero permaneciendo en una oposición demasiado escolar para que corresponda verdaderamente a lo que es. Ciertamente, estas dos polaridades existen y no tienen que probar que tienen cada una características  y  extremo , se trate de es un materialismo todopoderoso o de una  espiritualidad replegada en sus últimos  recursos. Pero un materialismo que,  víctima de demencia totalitaria, corre el riesgo de abismarse en la  disolución y una espiritualidad que, exacerbándose ella misma , puede degenerar en integrismo devastador, yendo hasta ser materialista bajo pretexto de combatir  el materialismo.

Pero es igualmente posible sorprender en el seno de una modernidad polimorfa y compleja, a pesar o a causa de ella, ciertos elementos espirituales, totalmente inesperados, que aparecen en oposición directa con el materialismo institucionalizado. Es así como la religión hedonista del cuerpo ha podido  conducir en reacción a  la concepción de un cuerpo instrumento de transformación interior. El exceso de urbanización aplastante  incita  a encontrar los principios de la ortodoxia formal religada a los cuadros  y modos de vida tradicionales. Del pesado sistema  de una educación teórica y parcelaria nació una pedagogía activa y holística, deseosa de  reconstruir al niño sobre otros  datos. La desafección creciente de la opinión con respecto a la cosa pública, si puede preocupar por su aspecto de desmovilización ciudadana, no indica menos la desconfianza que  inspiran los ' grandes de la carne' y vuelve la atención hacia las más graves cuestiones, como el mundialismo  Del reduccionismo psicológico, asociando el alma una entidad material, han nacido paradójicamente han nacido psicosofías susceptibles de abrir la vía al "superconsciente". La omnipresencia del cientificismo ha jugado en favor de una revisión cuidadosa de los puntos de vista científicos, en lo sucesivo dotados de una nueva lógica y diversificando la materia  en "niveles de realidad, rechazando el azar, trabajando para un nuevo encantamiento del mundo. El academicismo de los  sistemas extenuados de la filosofía oficial ha favorecido la emergencia, o más bien la invención (en el sentido de redescubrimiento) de una antigua filosofía de eterna juventud, la philosophia perennis, que reúne  las grandes tradiciones de la humanidad en lo que tienen en común y universal sin atentar sin embargo a la integridad de cada uno.

 Estos son los signos inesperados, animantes, precursores de una posible renovación de la inteligencia  del corazón  y de la visión del hombre y el universo, de un renacimiento en el corazón de la esterilidad. Estas reacciones, estas réplicas se encuentran segregadas  por el  mismo mundo moderno, que convendría por lo tanto nombrar más bien posmoderno. Notable ilustración de la ley que quiere eso si semejante atrae lo semejante puede también suscitar su opuesto.

Aunque la victoria no sea ganada la, espiritualidad no puede morir. Cualesquiera que sean  las circunstancias vividas hasta el fondo último del infierno, es preciso constatar, no se quisiera, la fuerza de una evidencia: la obstinación con la que todo  organismo viviente, contrariado,  combatido, se las arregla para frustrar lo que quiere destruirlo. Se trate del fuego renaciendo de las cenizas, del agua filtrando bajo  de la piedra que la obstruye de las plantas devastadas emergiendo por acodo, especies animales exterminadas, pero de las que un pequeño resto surge  en otras tierras; que se trate, más aún, de sociedades humanas, víctimas del genocidio, pero cuyos sobrevivientes se fijan bajo otros cielos, multiplican una descendencia, legan una tradición. Así es también de los monumentos religiosos reducidos al estado  de ruinas, de ideas filosóficas dispersadas a lo lejos, los restos  de leyes y de ritos, que se recuperan lentamente, se organizan diferentemente, pero alrededor o a partir de las mismas referencias y las mismas prioridades. Sin duda los espirituales  no están allí más que para testimoniar : por escrito o la palabra, la oración o la acción. Constituyen esta minoría que siempre ha hecho todo y, a lo mejor, ha salvado de lo peor. Lentamente, subterráneamente, sus ideas caminan, dirigidos, amotinan  simpatías, traducen en voz alta lo que muchos piensan sin osar ni saber decirlo.

Es sobre este ambiguo terreno de reduccionismos corrompidos, de fundamentalismos exacerbados, de  religiones abandonadas, de  desviaciones florecientes  y, aún más, de un ateísmo retrógrado, hecho de escepticismo sin sonrisa, de espíritu de crítica sistemático y rechazo desesperado, en el que tenemos que trabajar incansablemente sobre la base de talento otorgado a cada uno y las circunstancias en las que cada uno se encuentra confrontado, sin considerar jamás este trabajo reservado a otros como se lo querría de la santidad.

Obrar con la misma voluntad que si en efecto debiera  aparecer una nueva fase cíclica y con el mismo desapego  que si ninguna debiera suceder a esta, debe ser nuestra regla de conducta: hecha de desinterés, de abnegación, de serenidad y de  fe. Contribuir a este edificio del Espíritu, consagrar aquí sus fuerzas vivas, combatir a ‘tiempo y a contratiempo' y ver en este trabajo  el rescate  más precioso que sea posible para el hombre, esto no es  solamente para dar un sentido a la vida, es descubrir que la vida es ella misma el sentido; No es simplemente pensar –todo .. de otra manera , es pensar de otra manera …

En cuanto a la existencia misma del Espíritu, no hay ninguna necesidad de  recurrir a razonamientos abstrusos, justificaciones escriturales, a argumentaciones superfluas; el Espíritu se  establece de sí mismo: por sí mismo, en sí mismo, cómo y cuándo lo estime conveniente. Lo mismo que el movimiento se demuestra andando, el soplo (pneuma) que pasa sobre nuestras cabezas en las brisas ligeras  o en tormentas turbulentas no es otro más que una parcela de ese Espíritu (Pneuma), extraído de su totalidad como las fracciones eucarísticas lo son del Hombre crístico. Por otra parte, nuestra propia respiración nos lo  revela en el interior mismo de nuestro ser: criaturas esencialmente respirantes, nosotros mismos somos  lo que buscamos por todas partes alrededor de esta prueba  irrefutable que traza de instante en instante  nuestro aliento en las páginas invisibles del Aire.

JEAN BIÈS

ORIENTATIONS SPIRITUELLES POUR UN TEMPS DE CRISE

D’un bon usage du monde moderne

Pardes, 44 rue Wilson, 77880 Grez-sur-Loing

Páginas  133-1622

 

No hay comentarios: