La espiritualidad ortodoxa y la Filocalia
Placide Deseille
Bayard Éditions Paris 1997
Método hesicasta
(P.206-212)
Este hábito de oración, que continúa "incluso en el
sueño", es algo muy diferente a un reflejo automático creado por la
repetición de actos. Es el fruto de una plenitud interior, de una unificación
perfecta de todas las energías del alma puestas al servicio de la caridad y
animado por ella. La constante memoria de Dios a la que el ejercicio
inicialmente laborioso de la de la oración de Jesús, es el resultado no tanto
de una sucesión de actos como de un estado , de una orientación del corazón
hacia Dios que se ha vuelto espontánea y estable del corazón hacia Dios. Es,
como dirá el patriarca Calixto en un breve tratado que figura entre los más
notables de la Filocalia,
un agua viva que brota
del alma como de un manantial perpetuo. Fue esto lo que persiguió a el alma de
Ignacio el Teóforo y le hizo decir: “Lo que tengo en mí no es el fuego ávido de
materia, es el agua la que opera y habla.97
El elemento fundamental del método hesicasta es, pues, la
oración monológica : "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí,
pecador! La tradición heasicasta le añadió posteriormente la práctica de una
determinada postura corporal y un cierto
control de la respiración. Las primeras descripciones escritas sistemáticas que
nos han llegado XIII pero diversos índices permiten pensar que este método
psicofísico existía, al menos en un estado rudimentario.
96. DIADOQUE DE FÓTICE , Cent
chapitres gnostiques, 59 (SC 5 bis, p.119)
97. CALLISTO II,
Sobre la oración, 59 (GOUILLARD, p. 296).
En una época más antigua. La necesidad absoluta del control
de un padre espiritual experimentado justifica el carácter en primer lugar oral
de la tradición en este punto; las presentaciones literarias en sí mismas no
pretenden sustituir la iniciación viviente, y permanecen incompletos.
El testimonio más antiguo sobre el método nos lo da Nicéforo
el Solitario:
Primero, que tu vida
sea pacífica, libre de todo deseo y en paz con todos. Entonces entra en tu
habitación, enciérrate, y habiéndote sentado en un rincón haz lo que te digo:
Sabes que nuestro
aliento, el aire de nuestra inspiración no lo expiramos (quizás: respiramos) más
que a causa del corazón. Porque el corazón es el principio de la vida y el
calor del cuerpo. El corazón atrae el soplo para expulsar su propio calor hacia
el exterior a través de la exhalación y así asegurar una temperatura ideal. El
principio de esta organización, o más bien su instrumento, es el pulmón.
Fabricado por el Creador de un tejido fino, introduce y expulsa constantemente
aire como un fuelle. De este modo, el corazón, aspirando el frío con su aliento
y expulsando el calor, conserva inviolablemente la función que se le ha
asignado en el equilibrio del viviente.
En cuanto a ti, como
he dicho, siéntate, recoge tu mente, introdúcela -digo tu mente- en las fosas
nasales; este es el camino que toma el aliento para ir al corazón. Empujarla,
forzarla a descender a tu corazón junto con el aire inspirado. Cuando esté ahí,
verás la alegría que va a seguir: no tendrás nada que lamentar. Como el hombre
que vuelve a casa después de una ausencia, ya no contiene su alegría por poder
encontrar su mujer y sus hijos; así el espíritu, cuando se une al alma,
desborda de inefable alegría y delicias inefables.
Hermano mío, acostumbra
pues tu mente para no apresurarse a salir. En los comienzos, falta celo, es lo
menos que se pude decir, para esta reclusión y constricción interior. Pero, una
vez que se haya contraído el hábito, ya no sentirá placer en los circuitos de
fuera. Pues "el reino de Dios está dentro de nosotros" y al que
vuelve sus ojos hacia él y lo persigue con la oración pura, todo el mundo
exterior se vuelve vil y despreciable.
Si, desde el
principio, entras con el espíritu en el lugar del corazón que te he mostrado,
¡gracias a Dios! Glorifícalo, exulta y apégate sólo a este ejercicio. Él te
enseñará lo que no sabes. Entonces, conoce que, mientras su mente esté allí, no
debes estar en silencio ni permanecer inactivo. Sino no tener ninguna otra
ocupación ni sino el grito de : "Señor Jesucristo, Hijo ¡de Dios, ten
piedad de mí! No hay tregua, a ningún precio. Esta práctica, al mantener la
mente libre de la ramificación, la hace inexpugnable e inaccesible para los sugerencias
del enemigo, y cada día lo eleva en el amor y el deseo de Dios.
Pero si, hermano mío,
a pesar de todos tus esfuerzos, no consigues penetrar en las partes del corazón
según mis indicaciones, haz lo que te digo y, con la ayuda de Dios, tendrás
éxito. Tu sabes que la razón del hombre tiene su sede en el pecho. Es en nuestro
pecho, de hecho, donde nuestros labios permaneciendo mudos, nosotros hablamos,
nosotros decidimos, componemos nuestras oraciones y salmos, etc. Después de
desterrar de esta razón todos los pensamientos (tú puedes, es sólo querer),
dale el "Señor Jesucristo, ten piedad de mí" y oblígalo gritar estas
palabras interiormente, con exclusión de cualquier otro pensamiento, estas
palabras. Cuando, con el tiempo, hayas dominado esta práctica, abrirá la puerta
a tu corazón del corazón, así como te lo he dicho, indudablemente.
Yo mismo lo he
experimentado. Con alegría y total atención verás llegar a ti todo el coro de
las virtudes, el amor, la alegría, la paz y el resto. Gracias a ellos, todas
sus peticiones serán respondidas en Nuestro Señor Jesucristo 98.
San Gregorio Palamas, que tuvo que defender el método contra
las acusaciones fáciles de sus adversarios, lo comenta así:
Tu lo ves , hermano:
Juan (Climaco) ha demostrado que basta con examinar el problema de forma
humana, ni siquiera espiritual, para ver que es absolutamente necesario para
devolver o mantener el intelecto dentro del cuerpo cuando uno decide pertenecer
verdaderamente a sí mismo y convertirse en un monje merecedor de su nombre,
según el hombre interior. Por otro lado, no es inapropiado enseñar,
especialmente a los principiantes, para mirarse a sí mismo y reenviar su mente
dentro de uno mismo por medio de la inspiración. Un hombre sensato no
prohibiría a nadie de traer de vuelta a sí mismo, por ciertos medios, a su
espíritu que aún no se contempla a sí mismo. Los que acaban de emprender esta
lucha ver su espíritu continuamente huyendo, apenas reunido y, por lo tanto,
deben devolverlo a sí mismos también continuamente; en su inexperiencia, no se
dan cuenta de que nada en el mundo es más difícil de contemplar más móvil que la
mente. Es por lo que algunos recomiendan controlar el ir y venir de la
respiración y retenerla un poco a fin de retener también la mente observando la
respiración para que, con la ayuda de Dios hayan progresado hasta que hayan
prohibido a su mente
98. NICÉFORO EL SOLITARIO, Tratado sobre la sobriedad y la
vigilancia de la creación, 2 (GOUILLARD, p. 203 y siguientes).
todo lo que le rodea y
lo hayan purificado, y que puedan traerlo de vuelta verdaderamente a un
recogimiento unificado. Y se puede constatar que está allí un efecto espontaneo
de la atención de la mente pues el va y viene de la respiración se convierte en
apacible durante toda reflexión intensa, sobre todo en los que se encuentran de
cuerpo y mente en reposo […]
El que busca traer de
vuelta su mente a el mismo a fin de empujarla no al movimiento en línea recta
(hacia el exterior) sino al movimiento circular e infalible (de retorno a si
mismo) en lugar de pasear su ojo de aquí a allá ¿como no sacaría gran
provecho en fijarla sobre su pecho o
sobre su ombligo como punto de apoyo? Pues no solamente se recogerá así
exteriormente sobre si mismo, tanto como le sea posible, conforme al movimiento
interior que el busca para su mente, pero aun, dando una tal postura a su
cuerpo, enviará hacia el interior del corazón la potencia de la mente que fluye
por la vista hacia el exterior 99
Algunos ironizarán
sobre la fisiología “anticuada” que parece implicar la enseñanza delos
hesicastas. Pero en realidad ella no funda el método, trata más bien de
explicarlos a posteriori. Lo que es primero es la experiencia, y esta ha
revelado a estos espirituales un misterioso pero innegable, enlace entre la
respiración, y por tanto los pulmones, el corazón físico, y la mente (o
intelecto), Es en primer lugar un hecho, y su puesta en obra en el dominio de
la vía espiritual se ha revelado eminentemente fecundo. Poco importa, en
definitiva, que sea explicada a continuación por una teoría fundada sobre datos
de orden anatómico y fisiológico..
99. SAN GREGORIO PALAMAS, Defensa de los santos hesicastas,
triada 1, 7-8 (MEYENDORFF, 1, p.86-90
Ahora y se ha visto ya a propósito del ascetismo corporal, para
los hesicastas , cuya concepción del compuesto humano permanece próximo al de Biblia,
es todo el ser, cuerpo y alma, quien debe participar en la vida espiritual, ya que
es todo el ser que se debe recibir la salud y ser divinizado. Se trata siempre
de simbolizar las actitudes del alma por gestos corporales, a fin de permitir
"la integración armoniosa de nuestro ser en su subida hacia Dios 100 "
Por otra parte no se trata de un método en el sentido
estricto, proporcionado al efecto que se desea obtener, sino solamente un
adyuvante, no despreciable por otra parte. Si no, la gratuidad del don de Dios
se vería comprometida.
Antes que nada, es por
la ayuda de la gracia divina que el intelecto llega al término de este combate.
Es la gracia divina la que corona la invocación monológica dirigida a
Jesucristo con fe viva, en toda pureza, sin distracción, a través del corazón.
No es el efecto puro y simple del método natural de la respiración practicada
en un lugar tranquilo y oscuro. Los Santos Padres, al inventar este método, sólo
tenía en mente una ayuda, si se me permite decirlo, para reunir el intelecto
101.
La información que tenemos sobre los orígenes del método Hesicasta
es demasiado incompleta para determinar si existe relaciones de influencia
entre ella y las espiritualidades
musulmana, hindú o budista que también abogan por la invocación del nombre
divino combinado con una técnica de respiración. Tal influencia no tendría en
si
100. Sobre la necesidad permanente de esa "sabiduría
del cuerpo", véanse las reflexiones de P.-R. RÉGAMEY, en La vie spirituelle 93
(1955), p. 339-372.
101. San Calixto e IGNACE XANTHOPOULOl, Método para los que
han elegido vivir en la hesiquia, 24 (GOUILLARD, p. 290).
nada que pueda desconsiderar el método; las leyes del
psiquismo humano son universales, y la
gracia, lejos de destruir la naturaleza, asume su profundo dinamismo
transfigurándolo. Y sobre todo, la técnica se apoya aquí en una doctrina
auténticamente bíblica y cristiana. Sin la fe en los dogmas de la creación de
lo espiritual y universo material, de la salvación por la gracia en Cristo, de
la resurrección corporal, de la redificación a través de la enseñanza de que
los "santos padres népticos " nos han transmitido sobre la oración sería
ininteligible. El último fundamento del método sigue siendo la confesión del corifeo
de los Apóstoles ante el Sanedrín: No hay otro Nombre bajo el cielo dado a los
hombres por el que debamos ser salvados por la que debamos salvarnos" (Αc
4,12).
En una época donde muchos cristianos están a la búsqueda de
“una disciplina total de vida”, comprendida aquí la corporal, favorable a su
equilibrio y a su florecimiento espiritual 102,
no deja de ser interesante que escuchemos a los antiguos monjes que supieron poner
al servicio del pleno desarrollo de la gracia de Cristo en el hombre una
sabiduría humana de la que nuestro Occidente ha perdido el secreto.
102. La expresión proviene de P.-R. RΈGΑΜΜEY en el epílogo
que dio al libro de J.-M. DΕCHANET, Le
voie du silence, París, 1963. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en
aquellos medios y en aquellos momentos en los que los espirituales cristianos
eran plenamente conscientes de la importancia del comportamiento corporal,
nunca han adoptado pura y simplemente los métodos y las posturas utilizadas en
los medios místicos no cristianos. Por ejemplo si los espirituales cristianos
han adoptado un técnica respiratoria de la oración asociada a la repetición del
nombre divino , que se encuentra a menudo en medio no cristiano, le han dado
una tonalidad específica cristiana centrándola en la invocación del nombre de
Cristo y no han adoptado la postura de meditación del “loto”, considerada cuasi
indispensable en el hatha -yoga y el zen, ellos ha preferido “metanías”
(inclinaciones y postrernaciones) y las posiciones de pie o sentado en un
taburete, que expresan una actitud espiritual muy diferente.
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