jueves, 10 de noviembre de 2016

ESCRITURA TRADICIONAL Y TIPOGRAFÍA INFORMÁTICA (Pedro Castro)


ESCRITURA TRADICIONAL Y TIPOGRAFÍA INFORMÁTICA

TRADITIO Revista de Estudios tradicionales, primavera-verano 1988

Uno de los aspectos más significativos de la extrema degradación de la escritura en Occidente, nos lo suministra la aparición de la informática y su particular tipografía. Si bien el sentido sagrado del lenguaje se ha perdido virtualmente en los idiomas europeos (1), al menos el trazado de las letras se había mantenido hasta hace poco sin sufrir ninguna alteración apreciable. Esto ha cambiado de manera sustancial con la invención del sistema que sirve para configurar las letras, números y demás signos que aparecen en las pantallas de los ordenadores o impresos sobre el papel. Aunque a primera vista este hecho parezca insignificante, encierra sin embargo un signo muy instructivo que puede mostrarnos las verdaderas intenciones de la “revolución tecnológica”, impuesta de manera implacable y tiránica a toda la humanidad.

Pero antes de entrar en este asunto, veremos a continuación el principio metafísico y simbólico en el que se basa la escritura de las lenguas tradicionales. Esto nos lleva a considerar el significado universal del punto y la extensión, reflejado en toda escritura normal por el punto geométrico y la línea (2).

No teniendo dimensión, ni forma, ni espacio, el punto es el principio de la manifestación, realizándola (bajo la condición temporal) por el movimiento, situándose en ella aunque en realidad esta no sea nada sin aquel, para actualizar así todas las virtualidades que el punto contiene. Por tanto, toda la extensión manifestada procede del punto en tanto que este se diferencia, se desdobla, multiplicándose indefinidamente (3).

De esto se deduce claramente que la línea geométrica no está compuesta por una sucesión discontinua de puntos, pues siendo estos sin dimensión, de su adición no puede surgir ninguna extensión. La línea se produce en definitiva por la distancia elemental que existe entre sus puntos consecutivos, separados y unidos la vez en una sucesión continua e indivisible (4).

Si aplicamos les nociones mencionadas al caso concreto de la escritura, observamos que esta es diseñada por un único punto de tinta multiplicado indefinidamente, y que da a cada letra su forma propia que la hace aparentemente distinta de las otras. Enlazamos aquí con un simbolismo de profundas implicaciones metafísicas: el de la tinta y su relación con las letras. El trazado ininterrumpido de la tinta simboliza el Principio inmutable que ensarte toda
a manifestación de formas ilusorias representada por las letras(5).

Así pues, mientras que las doctrinas tradicionales ven en las letras los reflejos del Absoluto, reproducidas con un trazado continuo que recuerda su unión indisoluble con la Fuente de todo lo manifestado, la tecnología informática, además de relegarlas a una función meramente convencional como ocurre con otros medios modernos de impresión (6), va mucho más lejos, dando a la escritura el máximo grado de deformación representable, El punteado intermitente de la tipografía informática, disgrega y “atomiza” el trazado normal de la escritura en una multiplicidad separativa, Al ser diseñadas les letras por puntos cuantificables(7), se destruye la indivisibilidad que estas reciben de su Principio formador. La uniformización cuantitativa de la tipografía informática, se presenta pues como la parodia de la unidad cualitativa qua rige la escritura tradicional (8).

Esto nos muestra en definitiva la verdadera finalidad de la informática: reducir todo lo que toca a “cosas” numerables, divisibles e intercambiables, para así ejercer sobre elles un control y dominio absolutos, lo que indica claramente un inquietante signo más de la nivelación efectuada en todos los ámbitos de la última fase del presente ciclo.

Pedro Castro

NOTAS

1.— Sobre el origen y significado del  lenguaje en las doctrinas tradicionales, ver R.Guénon, “Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada”, EUDE9A, 1976, cap. VI “La ciencia de las letras” y “el lenguaje de los pájaros”. Sobre las lenguas sagradas en Occidente, ver R.Guénon, “Aperçus sur l’ésoterisme chrétien”, Editiones Traditionnelles, 1g83, cap. I “A propos des langues sacrées”.

2..- Cono ya señaló Leibnitz, no han de confundirse los “puntos metafísicos” que son independientes del espacio, con los “puntos matemáticos” que no son más que las determinaciones espaciales de aquellos. (Cfr. R. Guénon,  Symbolisme de la Croix”, Guy  Tredaniel/Véga, 1984, pág. 97, nota 4).

3.— Cfr. “Le Symbolisme...”, op.cit,, pag. 97.

4.- Cfr. “Le Symbolisme...”, op.cit.,, pág. 95—96. Sobre la divisibilidad de la línea, Nicolás de Cusa escribió: “La línea finita no es divisible en no línea, porque en la magnitud no se llega al mínimo, menor que el cual nada puede haber, Por ello, la línea finita, según la razón de línea, es indivisible, pues la línea de un pie no es menos línea que la de un codo”. (Cfr. “La docta ignorancia”, Orbis, 1985, pág. 67). Comentando le doctrina aristotélica de la indivisibilidad del tiempo, A.K.Coomaraswamy la pone en relación con la indivisibilidad espacial diciendo: “El tiempo comienza siempre”, ”el tiempo es continuo” gracias al “invisible ahora” en cierto sentido, los instantes difieren entre sí, pero son siempre idénticos” en su función, de constituir el tiempo. Los “instantes” son comparables a los “puntos” que determinan una línea; dos puntos contiguos no pueden constituir una línea, se necesitan tres pues una línea no es tal si no tiene un principio, una parte media y un final; y así para todas las demás series”. “Así, el indivisible Instante” tiene la doble función de separar y unir y en esta doble función es idéntico al Punto sin dimensión que separa y une simultáneamente las partes de una línea. En cuanto separan, los instantes están siempre diferenciados por su valoración con los distintos pasados y futuros, pero en cuanto unen, son siempre idénticos. Asimismo, los puntos son múltiples cuando separan (puesto que una línea puede dividirse en varios lugares), pero al ser
un punto aquello por lo que trazamos una línea continua, son “idénticos en todas partes”, (Cfr. “El tiempo y la eternidad”, Taurus,
1980, pag. 63 y 78).

5.- Dicho simbolismo ha sido particularmente desarrollado por el esoterismo islámico para expresar la doctrina de la “Unicidad de la Existencia” (Wahdatul—wujûd), es decir, de la existencia universal contemplada como la manifestación integral de la unidad del Ser. (Cfr. “Le Symbolisme...”, op.cit., pag. 17). Así por ejemplo, Haydar Amul!, sufí persa del siglo XIV, ve en la tinta la realidad única e infinita de la “existencia”, mientras que las letras escritas con tinta reflejan las formas ilusorias que se manifiestan separativamente en el mundo empírico. Sin embargo, al estar trazadas con tinta, las letras forman en cierto modo parte de esta, pues si no serían una pura nada sin existencia. Por tanto, para solucionar esta aparente antinomia, no hay que dejarse engañar por uno u otro aspecto de la Realidad, teniendo una visión que no esté
velada por nada, ni por la tinta ni por las letras, contemplando la Unidad en la multiplicidad y la multiplicidad en la Unidad. (Cfr Toshihiko Izutsu, “Unicité de’Existence et Création Perpétuelle en Mystique Islamique”, Les Deux Océans, 1980, pag. 67—68). Así mismo, Abd al—Gani al—Nabulusi utiliza la misma imagen en el siguiente poema, citado y comentado por el Sayj Ahmad Al—’Alawi en su tratado sobre el simbolismo de las letras del alfabeto:
“Las letras son los símbolos de la tinta; no hay letra alguna, salvo la que la tinta ha ungido; su mismo color es pura ilusión. Es el color de la tinta, que ha accedido al ser manifestado.
Sin embargo, no se puede decir que le tinta se haya apartado de lo que era.
La no-manifestación de las letras residía en el misterio de la tinta, y su manifestación es producida por la autodeterminación de aquélla. Ellas son sus determinaciones, sus actividades, y no hay nada allá más que la tinta. ! Comprende esta parábola!
 Las letras no son la tinta !no digas que lo son!
 Esto sería un error; y decir que la tinta es idéntica a las letras sería pura locura.
Pues ella era antes que las letras cuando no había ninguna.
Y será todavía cuando ninguna letra sea.
Mira bien cada letra y ve que ya ha perecido salvo por la faz de la tinta, es decir, la Faz de su Esencia.
! A Ella toda Gloria, Majestad y Exaltación!
Así, incluso en su manifestación, las letras están ocultas,
sumergidas por la tinta, puesto que su manifestación no es otra
que la de ella.
La letra no añade nada a la tinta, ni toma nada de ella,
pero revela su integridad en modos distintos.
Sin alterarla. ¿Acaso la tinta y la letra constituyen dos cosa
distintas?
Ve, pues, la verdad de mis palabras: no hay ser salvo el de la
tinta, para aquel cuyo entendimiento es sano;
y dondequiera que esté la letra, su tinta está siempre con el
!Abre tu intelecto a estas parábolas y préstales atención!’,
(Cfr. Martin Linqs, “Un santo sufí del siglo XX”, Taurus, 19882 pag. 146 y ss.). En la tradición china también encontramos un simbolismo equivalente, expuesto en el método de la “pincelada única” (i—hua) y que es utilizado tanto en la pintura como en la caligrafía. La multiplicidad do pinceladas y los distintos matices de la tinta esté contenida en la unidad principial  de la pincelada única”. El pintor taoísta Shih—T’ao (s.XVII—XVIII) escribió un tratado sobre dicho método, del cual reproducimos algunos párrafos:
“En un principio no había método. Durante el caos primitivo no había diferenciación. Una vez que el caos primitivo se empezó a diferenciar nació el método (ley). ¿Cómo nació este étodo? Nació de una pincelada, De esta pincelada nacen todos los fenómenos es aplicados por los dioses a los hombres”.
“Una vez que el caos primitivo fue diferenciado nació el método de la “pincelada única”. Una vez nacido el método de la pincelada única, todos los objetos del universo aparecieron. Por eso yo digo: “este principio los cubre a todos”.
“Igual que uno hace un viaje muy lejos iniciándolo con un paso, así esta pincelada única contiene en si el universo y el universo y lo de más allá; miles de pinceladas y tintas comienzan y terminan esperando a que uno sepa usar sus ventajas”.
“La pincelada única es el origen de toda caligrafía y de la pintura, las cuales son aplicación material del principio primero de esta pincelada única”.
“Le pincelada única esté contenida en todas las cosas. Una pintura viene de le tinta, la tinta viene del pincel, el pincel de la muñeca del artista y la muñeca del artista de la mente que la rige. Este provenir es similar al modo en que la vida es creada por los cielos y las formas son hechas por la tierra”. (Cfr. Luis Racionero, “Textos de estética taoísta”, Alianza, libro de bolsillo
Nº993, 1983, pág. 87 y ss.).

6.— A este respecto, recordaremos que la imprenta moderna no es más que el vestigio desacralizado del arte tradicional de imprimir, el cual tenía en su origen, al igual que los demás oficios un carácter iniciático totalmente perdido en la actualidad. Las corporaciones occidentales de impresores besaban su rito de iniciación en la leyenda de Fausto, y es frecuente encontrar en los libros de los siglos XV, XVI y XVII la marca que indica el grado del maestro impresor. (Cfr. R.Guénon, “Etudes sur le Franc—masonnerie et le Companonnage”, Ed. Traditionnelles, 1986, tomo II el artículo “Le Chrisme et le coeur dens les anciennes marques corporatives”, y “Símbolos fundamentales...”, op.cit., cap. L  “El cuatro de cifra”).

7.— Dicha divisibilidad cuantificable es intrínsecamente falsa, pues el trazado de las letras normales no se realiza por una línea con un número indefinido de puntos, sino por una multitud indefinida que va más allá del número. (Cfr. “Le Symbolisme...”, op. cit., pig. 91, notas 2 y 3). Lo mismo se aplica al tiempo, a este respecto A.K.Coomaraswamy dice: “Toda división de la continuidad temporal en una serie de instantes inmóviles es tan artificial como una división del tiempo en una serie discontinua de horas y de días, o como la división de una línea en una serie de puntos”. (Cfr. Op.cit., pag. 66).

8.— El ordenador produce los puntos de escritura mediante un proceso discontinuo equivalente al de la producción de los números, lo que indica la uniformización cuantitativa del trazado de las letras. Por otra parte, dicho proceso prefigura una de las modalidades que puede tomar la desaparición del mundo sensible: “Hay por tanto, en la reducción gradual de todas las cosas a lo cuantitativo, un punto a partir del cual esta reducción no tiende más a
la “solidificación”, y este punto es en suma aquel donde se llega a querer llevar la cantidad continua misma a la cantidad’ discontinua; los cuerpos no pueden subsistir más como tales, y ellos se deshacen en una especie de polvo atómico sin consistencia; se podría por tanto, a este respecto, hablar de una verdadera “pulverización” del mundo, lo que es evidentemente una de las formas posibles de la disolución cíclica”. (Cfr. R.Guénon, “Le Régne de la Quantité et les Signes des Temps”, Gallimard, 1986, pig. 163—164. Sobre los conceptos de unidad y uniformidad, ver los caps. VI y VII de la misma obra).


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