domingo, 13 de noviembre de 2016

Dios (Abbé Henri Stéphane )

EPÍLOGO Dios

(Abbé Henri Stéphane 1907-1985, Introducción al esoterismo cristiano, Epílogo)

¿Qué Dios? A esta cuestión, no hay respuesta en el plano del lenguaje, el pensamiento o el discurso: no se puede decir nada del Principio, que habla sin razón (Lao-Tseu).

El hombre debe callarse y escuchar lo que Dios dice de él mismo. Habla del Universo, y el hombre lo reconoce como Creador y Maestro. En Islam, Dios se declara el Único, el “uno sin segundo “; No hay divinidad si no es la Divinidad”, y el hombre no es más que el servidor de la Unidad. En el Sinaí, Yawe revela su “Nombre” (Yo Soy), se revela como Existente. En la India, aparece como Paramâtma”, el Supremo Si todos los “sí “, o como elParinirvâna”, el Supremo Vacío, es decir, el Pleroma  la Plenitud. En la Revelación cristiana, se revela como Padre, por el Hijo, en el Espíritu, y el hombre deviene hijo adoptivo.

Estos diferentes modos de Revelación son función de los diferentes receptáculos humanos, pero no son éstos los que determinan subjetivamente los modos de la Revelación. Es al contrario ésta la que determinan los receptáculos destinados a recibirlos. Si el hombre escucha, debe oír la manera en que Dios se revela a él, y “devenirel receptáculo al cual él pertenece ya tiene por su nacimiento.  
 
En todos los casos, Dios habla siempre de El mismo, por El mismo, en El mismo, el hombre no tiene más que escuchar. Si es sordo es preciso que Dios lo cure: Epheta.

Si el hombre se rebela, pierde su tiempo.

No podemos conocer a Dios en El mismo, sino solamente según la manera que se hace conocer.


Nota final: Este brevísimo Tratado el último escrito por el abad Stéphane fechado muy probablemente de junio o julio de 1976. El abad cayó enfermo a finales de 1976; él aún escribió desde Toulouse,dónde estaba en convalecencia, una carta a Jean Borella donde intentó arreglar algunas cuestiones relativas a su vuelta a Nancy. La carta escrita en caracteres minúsculos apenas legibles está fechada del 7 de febrero de 1977. Tras su firma, el abad había trazado una línea y escrito estas últimas líneas que constituyen su mensaje último”
Los católicos del siglo XX siglo pasan su tiempo en tratarse mutuamente de herejes. Harían mejor de estudiar a Ia Circumincesion de las Tres Personas. Todo está allí!

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