martes, 3 de diciembre de 2013

Reflexiones sobre la iniciación femenina y su vía regia


 
 
REFLEXIONES SOBRE LA INICIACIÓN
FEMENINA Y SU VÍA REGIA

GÉRARD DE SORVAL
(Axis mundi Nº 4, 1995)
 
                                            A Véra  
Los cielos cuentan la gloria de Dios
Y el firmamento anuncia la obra de sus manos
Un dia emite palabra a otro dia,
runa sabidurta a otra noche declara sabiduria
.
(Salmo XVIII, 1-4)
La misericordia y la verdad se encontraron;
La justicia y la paz se besaron.
La verdad brotará de la tierra,
Y la justicia mirará desde los cielos.
(Salmo LXXXIV, 11
-14).
 
A raíz de un estudio titulado «De la connaissance virginale», publicado en la revista Connaissance de Religions, se nos ha pedido desde diversas instancias que precisáramos ciertos puntos relativos a las vías de realización espiritual que se apoyan en la naturaleza femenina.
 No podría establecerse una separación absoluta entre el hombre y la mujer en lo que concierne a los fines últimos y a los medios de llegar a ellos: «porque en la resurrección no se toma ni mujer ni marido» (Mt 22,30). Sin embargo, es cierto que la Tradición propone distintos «modos», derivados de las capacidades específicas de cada sexo en la medida en que la determinación sexual no es una pura contingencia accidental, sino que implica actitudes diferentes ante la vida. Es así que la tradición cristiana propone a la mujer que siga la vía de María y, al hombre, la de Jesús.
 
Esta cuestión no es de gran importancia en lo que se refiere a la observancia religiosa común en la que, aunque los deberes de los diversos estados sean distintos y complementarios, apenas hay diferencias que establecer entre ambos sexos. No obstante, los modelos de santidad propuestos a la veneración de los fieles conducirán a las mujeres a seguir los ejemplos de las santas y, a los hombres los de los santos. A
esto se añade que si la vida religiosa, activa o contemplativa está abier-
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ta a los dos sexos, las mujeres no tienen acceso al sacerdocio en tanto que la función pontifical está ligada a la esencia de Adán y culminada de forma sobreeminente por el Nuevo Adán a la vez sacerdote y víctima eterna.
 
Por el contrario, si se trata de abordar una vía propiamente iniciática, es decir, que plantea de una manera u otra un método activo de transmutación de la propia naturaleza, es muy evidente que se apoyará sobre todos los elementos del ser humano en su estado presente, en particular sobre las modalidades corporales y psíquicas condicionadas por la pertenencia a uno u otro sexo. A este respecto, en efecto, no se trata solamente de «asegurar la salvación del alma», que es el fin que se asigna la práctica religiosa, sino -realizando siempre este «trabajo» indispensable- de perseguir la integración de todos los componentes de la persona humana en su Principio. Esta búsqueda, que implica aptitudes y cualificaciones fuera de lo común, no puede evidentemente pasar del mandato y el apoyo de una bendición específica, a saber la transmisión de una influencia espiritual regular, en el sentido en que René Guénon ha precisado y desarrollado esta condición y sus modalidades 1. La cuestión de averiguar si cadenas de transmisión de este tipo
subsisten en la cristiandad latina no es de nuestra competencia. Por el contrario, no es inútil esbozar los principios generales que están en la base de tal o cual vía femenina, en la medida en que surgen de datos metafísicos y cosmológicos que no son susceptibles de variar.
 
Eso es lo que intentaremos aquí, a través de algunas notas que no pretenden de ninguna manera ser exhaustivas pero que pueden abrir algunas pistas de reflexión. Éstas son, por ese mismo hecho, voluntariamente sucintas y están presentadas de forma simple. Se trata menos de acumular las referencias eruditas que alimentan la avidez de las especulaciones mentales que de limpiar en silencio el polvo del suelo de la casa para que puedan aparecer ciertos dihujos del embaldosado,o, por decirlo de otro modo, de cultivar atentamente las plantas del jardín y escuchar su lenguaje ...
*
Intentar hablar de la iniciación femenina parece doblemente paradójico:
 
-primero, porque un hombre difícilmente está cualificado para reivindicar una competencia cualquiera en lo que se deriva específicamente de la naturaleza femenina, si bien el proceso iniciático precisa siempre para realizarse despertar e integrar las facultades propias del sexo opuesto a fin de recuperar la unidad pri-
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mordial del «Rebis- en el que el Sol y la Luna están fundidos en uno.
 
-además, porque la historia humana no ha dejado más que muy pocas huellas escritas o testimonios visibles de las vías de iniciación típicamente femeninas, al menos en Occidente. Esto se explica, sin duda, como se verá, por la naturaleza misma de los misterios femeninos que surgen del dominio de lo inexpresado,
si no de lo inexpresable
. Están, en todo caso, en las antípodas de esa razón discursiva parlanchina o de esas formas demostrativas a las que tan inclinada se siente la debilidad masculina.
 
Sin embargo, al hablar de principios metafísicos, trataremos de seguir el hilo de Ariadna para llegar más particularmente a lo que constituiría la vía caballeresca o arte regio propio de la mujer, excluyendo voluntariamente de este propósito lo que se relaciona con otras posibles vías 2.
 
I. Los principios de los misterios femeninos
 
Si hablamos de debilidad masculina es porque, desde el punto de vista metafísico, es la mujer la poseedora de la energía primordial. El«sexo débil», en la medida en que este prejuicio tenga algún valor, no es tal más que desde el punto de vista de las fuerzas cuantitativas. La relación es inversa cuando nos situamos en el plano de los principios que rigen la manifestación.
 
El acto creador divino es la actualización de una triple potencia que la Tradición designa con los nombres de Sabiduría, Fuerza y Belleza para simbolizar la emergencia del Principio, su despliegue y su afirmación; lo que se traduce por la esencia, la energía en movimiento y la materia; o también por el principio espiritual, el principio animador y el principio corporal (lo que la alquimia denomina Azufre, Mercurio y Sal).
 
El prólogo de san Juan dice que del Verbo-Luz (Verbum) Creador emanan la luminosidad calórica (Lux) y la vida (Vita) organizada. La intención inicial y el orden primero producen, de una parte, la intensidad y el movimiento propagador, de otra, la creación y el equilibrio final, culminación del proceso creador. La creación aparece pues bajo dos modos opuestos y complementarios: en tanto que producción continua de substancia pura indiferencia da y en tanto que organización diferenciada y discontinua de substancia cualificada puesta en la forma.De un lado la potencialidad y la fuerza, del otro la actualización y la forma. Esta bipolaridad entre los dos ejes de derecha e izquierda, uno fundador y productor, el otro estructurador y reintegrador, es univer-
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sal.
 
¿Dónde se colocan el hombre y la mujer, o más bien el principio masculino y el principio femenino (pues el hombre y la mujer son el cruce de los dos)?
 
La mujer se encuentra principalmente del lado de las raíces ocultas, de la savia, mientras que el hombre encarna los elementos manifestados, el desarrollo exterior. El principio femenino es el de la receptividad y la plasticidad, el que demanda y condensa la fuerza vital, la energía creadora. El principio masculino es el de la actualización de las potencialidades y sus delimitaciones formales. Es así que la función femenina consiste en catalizar la energía de la que es receptáculo y, de este modo, atraer y recibir la forma que es su papel complementario. Mientras que la función masculina consiste en imprimir la forma de las determinaciones normativas, de las que es ejecutante, coagulando el sustrato energético que recibe del polo femenino. Eva es la «viviente»,la matriz de las energías vitales. Sin su aportación y su influjo, la obra del hombre es abstracción, artificio, articulación sin vida.
 
Físicamente la mujer manifiesta la belleza, mientras que psíquicamente y espiritualmente encarna la potencia vital; mientras que el hombre exterioriza físicamente la fuerza siendo interiormente el guardián de las proporciones y las formas. Pero la fuerza reside en el equilibrio de la potencia en acto, como la belleza resulta de una forma habitada por la irradiación de la energía creadora. Así lo propio de la actividad masculina es distinguir y separar para reunir la energía en formas justas y perfectas; mientras que lo propio de la actividad femenina es activar y catalirar las potencialidades difusas a fin de llevarlas a recibir forma, equilibrio armonizado y fecundidad.
 
Consistiendo el trabajo iniciático, por una parte al menos, en realizar la conjunción de los opuestos partiendo de las capacidades propias de su naturaleza, para el hombre implica ante todo espiritualizar el cuerpo o volatilizar lo fijo, mientras que para la mujer se trata más bien de corporificar el espíritu o fijar lo volátil. (El término «espíritu» debe ser
tomado aquí en el sentido que tiene en alquimia, el de principio vital, anima). Es decir, que las vías iniciáticas masculinas toman de preferencia por soporte el espacio y la corporalidad -lo «fijo»- para unirlos al anima a través del spiritus. Mientras que, a la inversa, la andadura femenina toma preferentemente por soporte el tiempo y el anima, el mercurio volátil
-lo «móvil, para unirlos al corpus a través del spiritus.
 
En otros términos, podría precisarse, un poco esquemáticamente, que
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el acto iniciático específico masculino consiste principalmente en tomar conciencia de la energía genética a partir de las formas manifestadas en el espacio; y, simétricamente, el acto iniciático propiamente femenino, en tomar conciencia de las formas manifestadas de la estructura corporal a partir de la energía interna que los despliega en el desarrollo temporal. De ahí la importancia respectiva del cuadrado y los símbolos rectilíneos para uno, y del círculo y los símbolos curvilíneos para el otro, ligados recíprocamente a la percepción lógica y a la percepción ontológica.
 
Es así que el hombre puede pasar de la «gestión» apropiativa (acciones de selección, organización y estructuración) a la «gestación» continua y espontánea; como la mujer puede pasar de la potencialidad difusa englobante a la afirmación acabada que realiza la propagación de la energía canalizada y dominada. Este juego de vaivén entre las dos polaridades opuestas y complementarias, simbolizadas por los términos de «Fuerza» y «Belleza», no es posible más que por mediación activa del tercer término, el de la «Sabiduría» que permite la liberación de la conciencia y el retorno a la unidad.
 
Naturalmente, estas observaciones preliminares son esquemáticas e incompletas, pero permitirán comprender mejor las armas espirituales específicas de la mujer en la vida y en su camino iniciático. Estas escasas observaciones, un poco abstractas y limitadas a las grandes líneas, deberían ser completadas y matizadas por una investigación distinta a la teórica.
 
Naturalmente, estos principios implican aplicaciones técnicas perfectamente precisas que rigen la forma de comportarse de cada sexo así como la confrontación armónica de ambos. A título de ejemplo, se podrían citar ciertas figuras de danzas tradicionales donde los hombres, formados en círculo, rodean otro círculo interior de mujeres, escenificando unos y otros dos ruedas que giran en sentido inverso. En la iconografía simbólica o la arquitectura cristianas se pondrá de relieve también que el pórtico de la Virgen está situado en el transepto norte de la catedral, estando el de Cristo al sur. De manera semejante, el icono tradicional de la crucifixión presenta a la Virgen a un lado, a la izquierda del cuadro pero a la derecha de Cristo, y a san Juan, el apóstol, al otro. Observemos que el sol se encuentra también a la derecha del crucificado y la luna a la izquierda. todo esto no carece evidentemente de relación con la estructura fisiológica y sutil del ser humano, en particular con la repartición de funciones entre los dos hemisferios del cerebro, o con la circulación de la sangre por la red
 
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arterial y la red venosa.
 
Está claro que los datos tradicionales son universales y no tienen nada de arbitrario y que, como dice el adagio hermético, «lo que está arriba es como lo que está abajo». A este respecto, no carece de interés subrayar que si en la pareja Cielo-Tierra se pone generalmente en relación el principio masculino con el elemento uranio, y el principio femenino con el elemento ctónico. el fuego asciende desde las entrañas
de la tierra y el agua cae del cielo.
 
II. Las distintas formas de realización iniciática femenina
 
La iniciación reposa sobre el ejercicio y la orientación de los poderes latentes, a fin de hacer tomar conciencia, por medio de ellos, de las capacidades de amplitud y elevación que encierran, para desidentificar a la persona de su estrecha individualidad subjetiva, y permitir que el ser integral se desarrolle y florezca, revelando su potencia, su conocimiento y su perfección. Definir o descubrir los poderes propios de la feminidad, es encontrar, por eso mismo, las vías de realización de la mujer. Éstas son múltiples:
 
-Desde el punto de vista de sus capacidades exteriores, será principalmente el magnetismo de la belleza o perfección formal, que induce a la contemplación del orden divino, de la pureza y la nobleza inherente a la naturaleza humana: poder de inspiración y
exaltación del hombre a través de un modelo que refleja su «noble fondo», su ejemplo divino, su parte creada edénica y virginal donde se expresa el Espíritu Creador, vivificante, consolador.
-Desde el punto de vista de sus
capacidades internas, será la fuerza vital, o energía creadora (Shakti), que corresponde al Anima Mundi o al mercurio universal, por el cual el agente universal insufla su presencia (omnipresencia) «imantando» todas las
cosas. Se trata del despliegue de la substancia primordial (Prakriti) y de la capacidad de producir de ésta. Es propiamente la expansión del ser en su
'aspecto de «consistencia» que es un flujo
continuo (por oposición a la forma que es discontinua y estática,contractiva)
.
 
La esencia se despliega en energía que produce la substancia, la cual se determina por la forma. El polo de la energía es el que tiende a la concreción, a la producción: a la animación y al movimiento, por tanto al calor y a la multiplicación. Esto implica, para la «Mujer Eterna» varias aplicaciones:
 
-En tanto que Virgen o energía pura, concentrada, no exteriorizada y no mezclada, es el santuario y la guardiana del fuego
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central, de la energía vital que alimenta la vida en todos los «hogares»: éste es tanto la fuente de la fecundidad de las mujeres como de la fertilidad de la naturaleza y, por extensión, de la prosperidad de la Ciudad 3. Siempre en tanto que Virgen, como depositaria inmediata e «intacta» de la potencia original, es el soporte de la manifestación, la mediación del advenimiento de la forma pura. De ahí que sea el receptáculo del «más bello de los hijos de los hombres», hijo único de la Sabiduría y germen de perfección universal, el Niño Rey 4;
 
-En tanto que mujer y templo natural de los misterios de Eros, es decir, del magnetismo universal que une las polaridades opuestas, es depositaria de un encanto activo, de un poder de atracción que, por el fuego de la fusión erótica (en modo físico o sutil), engendra las transformaciones regeneradoras o destructoras.Piénsese aquí en las prostitutas sagradas o bailarinas que, en la antigüedad, oficiaban en los templos y permitían la unión con la diosa-Alma del Mundo. Piénsese también en las mujeres (jóvenes o mayores) a las que se confía la educación sexual y el despertar del tacto sensorial de los jóvenes guerreros. Las prácticas evocadas aquí, en uso en ciertas sociedades tradicionales, corresponden a funciones rituales que sacralizan el acto amoroso de cara a una hierogamia. Están, naturalmente, en las antípodas de la lujuria, de los comportamientos licenciosos y del -pansexualismo» contemporáneo por los que nuestra época de disolución generalizada rebaja a la humanidad por debajo mismo del animal, y no idolatra a las mujeres sino para envilecerlas mejor.
 
-La esposa es naturalmente, por varias razones, el medium del sacerdote o poeta sagrado, el «reposo del guerrero», en el sentido de rearmonizar sus energías, la consejera del artesano por su simple presencia acomodada a los ritmos y pulsaciones cósmicas; la regeneradora también de los trabajos agrícolas tanto para el cuidado de las plantas y semillas como para el de los animales.
 
-En tanto que Madre, tiene, naturalmente, la vocación de dar a luz y ayudar a la eclosión de la vida o su reabsorción: conducir el acto de nacer, lo mismo que el de morir (comadrona o plañidera); dar a luz; criar a los hijos, es decir transmitirles la fuerza vital, el alimento y Ilevarlos hacia su forma acabada; dirigir y animar el hogar, verdadero crisol donde se regeneran las fuerza biológicas, psíquicas y espirituales, donde el mundo exterior es «digerido» e integrado. Esto pasa también por las artes del fuego:
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la cocción de los alimentos, especialmente, o la preparación de los remedios (bálsamos, ungüentos, pociones ... )
 
Otro aspecto importante de la función materna es el que consiste en dar consistencia a la materia para producir no solamente el sustrato biológico corporal, sino también el vestido, lo que envuelve y protege contra las influencias exteriores destructivas. A este respecto, las mujeres son maestras en las artes del tejido y la costura, y de sus eventuales derivados simbólicos ornamentales como son el encaje y la tapicería que constituyen otros tantos velos protectores y reveladores, mediaciones simbólicas de la epifanía cósmica divina. De la preparación de alimentos, bebidas y remedios deriva la función de curandera, hábil particularmente en neutralizar las quemaduras, es decir, en canalizar el fuego 5,
 
Del arte de hilar y tejer viene la figura de las Parcas, como también la de la Santa Virgen tejiendo el velo del Templo, según la leyenda, por no hablar de la túnica sin costura o del lienzo, que son misterios importantes del cristianismo. Señalemos, por otra parte, que es a una mujer, María Magdalena, a quien es revelado el cuerpo nuevo del Resucitado, la substancia pura del cuerpo glorioso en el Jardín.
 
Se podrían evocar igualmente los cinturones, limosneros, o tahalíes, tejidos con seda o con cabelleras de jóvenes y destinados a proteger los centros de la fuerza en el guerrero o a sostener sus armas ... 6 .
 
Lo que parece un dato constante en todas las formas de iniciación femenina es la particular relación con el mundo subterráneo. Éste se expresa por la gruta o la caverna que son un símbolo en analogía con el papel matricial de la mujer. Pero se refiere también a las entrañas de la tierra en tanto que éstas son la fuente del fuego vital, del calor germinativo. Se recordará a este respecto que las Vestales que habían violado su voto de virginidad -y que por este hecho no eran ya «atanores herméticos», si podemos emplear esta imagen- eran enterradas vivas. Se conoce también en las leyendas caballerescas de la Alta Edad Media el tema de la princesa enterrada viva, en un estado de letargo del que sale para conocer una nueva vida y llegar a la realización iniciática. Es en particular el tema del cuento eliges o la falsa muerta, y el del libro de Perceforest, la búsqueda amorosa de la «Princesa de la extraña marcha», que se transforma en pastor y luego en jinete tras su enterramiento y muerte simulada, reapareciendo con el nombre de «Virgen de Corazón de Acero». Todas las diosas ctónicas están evidentemente en relación con los misterios femeninos, en particular en el cristianismo las Vírgenes negras y también su madre, Santa
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Ana, que, al parecer, rigen particularmente las corrientes telúricas y lo que se llama en alquimia «La Obra al negro». Lo que hay que señalar es que las Vírgenes negras están siempre vinculadas al mundo caballeresco, lo que subraya la relación entre esta epifanía de la Sabiduría oculta, inmanente, y el dominio de las energías cósmicas.
 
Paralelamente, en la mitología griega, Ariadna guía al héroe Teseo, guerrero y príncipe, en el mundo subterráneo del laberinto de Dédalo. Sin embargo, hecho significativo, acabará por casarse con Dionysos, Dios de la energía vital y de la ebriedad sagrada.
 
Se ve pues que a la mujer le corresponde el papel de guía en las raíces ocultas de la conciencia, consejera secreta, auxiliadora en las empresas que apelan a las fuerzas latentes o al mundo nocturno; por último, de dominadora también de las influencias tenebrosas, puesto que las conoce y sabe desbaratarlas. Es la mujer la que aplasta la cabeza de la serpiente ctónica. Y son las Musas las que proporcionan la inspiración original y las claves secretas del genio, pues la intuición es la fuente de todas las artes y de todas las ciencias.
 
La mujer tiene pues una función de reveladora de secretos, por saber activar y descifrar los signos de un advenimiento al mundo o a la conciencia clara. Piénsese en particular en la Pythia de Delfos y en las Sibilas antiguas. Además, actúa como catalizador de la reserva de energías sutiles indiferenciadas, lo que le permite una acción mágica natural, a la que, por otra parte, el hombre con frecuencia teme ...
 
La mujer opera esencialmente como un elemento desencadenante por su presencia activa, reservada y prudente al dar testimonio de la realidad concreta efectiva y de sus contenidos latentes. Esta acción de influencia es tanto más poderosa cuanto que el mundo de lo inexpresable está custodiado por mujeres dotadas de sentido del silencio, del secreto y las maduraciones invisibles. Por eso las tradiciones iniciáticas femeninas huyen de las formas de manifestación ostensibles que esterilizarían lo que podríamos llamar la capacidad atractiva del «Mercurio Universal» volátil y presente en toda forma; así como el encanto operatorio, en el sentido original, que deriva de la facultad de movilizarlo por instinto y por intuición.
 
III. La realeza femenina: los misterios del combate y del juego de las fuerzas cósmicas
 
En cuanto a ese encanto universal capaz de captar las fuerzas fisicas sutiles, de canalizarlas por afinidad y metamorfosear así las formas, es la fuente de dos tipos de iniciadas, a veces reuniendo los dos aspectos: las hadas y las poseedoras de poder.
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Las hadas, a partir de una cierta forma de percepción sutil, son capaces de conferir dones, es decir, de anudar en gavillas ciertas influencias benéficas sobre un determinado «germen» cuyo crecimiento será así favorecido. Similarmente, son capaces de aislar magnéticamente un campo de percepción sensorial creando un espejo ilusorio". Pueden así impedir realmente toda intrusión en un «campo» o reducir a la impotencia al que se aproxima a él. Son capaces también, por «naturaleza», de descubrir tanto las fuentes como las corrientes telúricas. Además, pueden catalizar energías para producir fenómenos fisicos, sonoros, visuales, táctiles, provocar desplazamientos o regeneraciones 8.
 
La mujer-hada es siempre esencialmente una niña que ha conservado intactas las facultades de inocencia, espontaneidad e inmediatez. En contrapartida, la mujer-hada es particularmente vulnerable a los golpes del mundo ordinario. Lo ideal para un hada es ser amada por un cabalIero y recíprocamente. Pues entonces esta pareja es invulnerable, uno dominando la forma, la otra la energía, siendo recíprocamente fuente de alimentación, realización y perfección.
 
Pero la mediumnidad de la naturaleza femenina así como su energía vital le permiten igualmente desarrollar facultades superiores en el arte
de la guerra:
 
-una resistencia fisica excepcional y el arte de regenerarse en el fuego de la acción;
 
-una movilidad y vivacidad superior así como la flexibilidad que compensa la fuerza física (véanse las Amazonas);
 
-una corrosividad superior a la del macho, que la alquimia relaciona con el «mercurio volátil» y una insensibilidad relativamente mayor al mal sufrido o infligido. ¿Ferocidad? 9
 
-una percepción sutil de la dirección e intensidad de las energías en el momento de su proyección, lo que permite actitudes previsoras y trampas, y un sentido agudo de los puntos débiles;
 
-una forma de coraje que reposa sobre la confianza instintiva o la inspiración espiritual más que sobre una resolución moral y mental 10;
 
-una utilización del encanto en modo de presencia obnubilante y fascinadora para captar y desviar la atención del adversario ...
 
La utilización combinada del genio intuitivo sutil y los recursos indefinidos de la energía vital -que una mujer sabe, por instinto «reciclar»- sobrepasa con mucho el simple enfrentamiento mecánico de las fuerzas físicas o incluso la destreza mejor ejercitada de un guerrero
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hábil y valeroso. Por eso la guerrera es la iniciadora última del guerrero. Por eso también la Dama no tiene solamente, aliado del caballero, una función de inspiradora galvanizante, sino, además, a veces, la de un modo secreto de protección así como la presencia activa y poderosa que transmite esa energía primordial, ese ardor del fuego vital 11.
 
Existe, pues, una vía de «mujeres heroicas» y no es sin razón que la Edad Media colocaba a nueve heroínas equilibrando a los nueve héroes . de la leyenda. Son Tammamis y Semíramis, reinas de Egipto, Hipólita, Penthesilea y Lampredo, reinas de las amazonas, Deifemme, Deisille, Tancqa y Menelippe, cuyo papel se conoce mejor. Penthesilea, que acudió en ayuda de Aquiles a galvanizar el coraje de los troyanos, es típicamente la que reúne la fuerza dispersa, la que reanima el valor. Representa un tipo femenino cardinal que vuelve a encontrarse por ejemplo en santa Genoveva, santa Juana de Arco o Jeanne Hachette. Es la mujer «fuerte como un ejército armado y listo para la batalla» del cántico de Salomón. Es también el mito de Isis que concentra la fuerza viril.
 
Se habría podido inscribir también entre las valientes a Judith y Deborah, pues ellas ilustran, como Penthesilea, la capacidad esencialmente femenina de resolver una situación bloqueada, si es preciso por una disolución violenta y rápida del «nudo» que constituye el obstáculo a la canalización armoniosa de la energía. Por otra parte, la muerte, ejecutora y transmutadora, es también una mujer ... Se trata pues siempre de asegurar una mediación y un paso, ya sea horizontal o vertical, entre la tierra y el cielo. Es ahí donde reside la proeza característica de la caballería femenina.
 
Se podría reflejar su modo de operación mediante la expresión “acción de gracia» en el sentido de insuflar una influencia espiritual y sutil capaz de movilizar energías terrestres y celestes, de desanudar y armonizar, tocando los puntos sensibles que rigen la regeneración y el impulso de exaltación. Y esto de forma espontánea, «gratuita», impalpable. La mujer, en este sentido, es dueña de la apertura del corazón,como es también depositaria de los secretos indecibles del arte de liberar las armas, por una aceptación muda del orden del mundo y de la voluntad del Cielo. Se dice en este sentido, en el Evangelio, que la Virgen «guardaba y meditaba todas las cosas en su corazón».
 
En consecuencia, la naturaleza de la hazaña femenina 12 no es construir o modelar formas, físicas o mentales, sino más bien suscitar su advenimiento, vivificarlas y animar las energías que las subyacen. A la mujer pertenece el secreto de la dinámica que produce, modifica y
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regenera: provoca el ardor y el entusiasmo, despierta las potencialidades estancadas y desbloquea las situaciones al invertir los polos. La mujer encarna elementos sutiles, impalpables, que crean una atmósfera de vida y crecimiento (o de muerte y destrucción) por un modo de presencia que actúa desde el interior y en la raíz de los fenómenos.
Actúa pues sobre el registro de lo informal, de lo indecible y lo invisible.

 

La mujer consciente y dueña de sus poderes no actúa tanto por gestos como por la gracia y la fuerza de los gestos, no tanto por la creación de formas como por la luminosidad, el color y la armonía que en ellas revela, no tanto por palabras como por la resonancia de las palabras, el timbre de la voz y el encanto del canto. A este respecto existe un arcano femenino del arte del canto: el de las nanas o canciones infantiles, el de los cantos de amor o los de guerra, excitando el ardor combativo, el de los cantos de duelo canalizando el estado emotivo de tristeza, e incluso el de los cantos que operan curaciones físicas o
reconciliaciones afectivas, como todavía saben practicarlos en la actualidad los coros de mujeres chamanes de Siberia
. Estas técnicas sonoras sirven para expresar y amplificar la emoción y la sensación física hasta el paroxismo condensándolas y canalizándolas para movilizarlas a fin de producir un efecto, un estado de conciencia: calmar, apaciguar, disolver; o regocijar, encantar, incluso cautivar, y aniquilar a un enemigo como sabían hacerlo las sirenas de la Odisea.

 

A través de esta potencia de evocación y de realización de la voz femenina se llega al misterio central de la mujer iniciada: el de aportar en cualquier lugar en que se encuentre el influjo de la intensidad creadora y dar el alma a un lugar, un tiempo, un acto o un ser humano débil o herido: reunir las fuerzas de la vida.

 

Para concluir y resumir nuestras palabras, no podemos hacer nada mejor que citar el hermoso texto del Libro de los Proverbios (31,10-31 que la liturgia romana aplica a las santas mujeres:

 

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. Le da ella bien y no mal todos los días de su vida. Busca lana y lino, y con voluntad trabaja con sus manos. Es como nave de mercader; trae su pan de lejos. Se levanta aún de noche y da comida a su familia y ración a sus criadas. Considera la heredad, y la compra, y planta viña del fruto de sus manos. Ciñe de fuerza sus lomos, y esfuerza sus brazos. Ve que van bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche. Aplica su mano al huso, y sus manos a la rueca. Alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso. No tiene temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles. Ella se hace tapices; de lino fino y púrpura es su vestido. Su marido es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra. Hace telas y vende, y da cintas al mercader. Fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo porvenir. Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua. Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba: muchas mujeres hicieron el bien; mas tú sobrepasas a todas. Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que toma a Jehová, ésa será alabada. Dadle del fruto de sus manos, y alábenla en las puertas sus hechos 13.

 

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NOTAS

 

1. En particular en Apercus sur l' initiation, Ed. Traditionnelles, París, 1985.

 

2. Para más precisiones sobre los principales vías que deben considerarse, se recurrirá a R. Guénon, tnitiation el réalisation spirituelle , (cap. XVIII: "Les trois voies et les formes initiatiques»), Ed. Traditionnelles, París, 1952.

 

3. Tal era el sentido de los colegios de Vestales en Roma que guardaban el fuego central en la ciudad y en el Imperio. Por otra parte no carece de sentido simbólico que las diversas leyendas del Graal indiquen que el vaso sagrado, receptáculo de la sangre divina, es decir del fuego celestial coagulado, es llevado por una joven virgen o por un cortejo de "donce\1as» de estirpe regia. En una de las versiones de la Demanda, la portadora del Graal es por otra parte la futura madre de Galaad.

 

4. El descenso divino en la forma del A vatara no puede tener lugar más que en el seno de una virgen. Así ocurre con Jesús, hijo de María, con el Buda Shakiamuni y con Krishna especialmente.

 

5. Se sabe que el poder de curar las quemaduras se transmite de madre

 

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(o abuela) a hija.

 

6. En la Demanda del santo Graal la hermana, virgen, de Perceval, la «Doncella que jamás mintió» trenza con su cabellera dorada el tahalí de la
espada de David que será entregad
a a Galaad en la Nave de Salomón.

 

7. El hada Viviana posee, en la leyenda artúrica, este poder de ilusión. La Dama del Lago, como ella misma se nombra en el tiempo en que educa a Lancelot, habita un castillo que por un sortilegio es disimulado a la vista por un lago que cubre el valle en el que se encuentra. Cuando, más tarde, hará prisionero a Merlín, será en una burbuja de aire infranqueable e invisible. En el libro de Perceforest, la Reina-Hada coloca su reino fuera del tiempo y el espacio ordinarios para salvaguardarlo.

 

8. El mito de la fuente de la eterna juventud está menudo vinculado con
las hadas. Melusina, por su parte, podía construir un castillo en una noche.

 

9. En el libro de Perceforest, la princesa Nérone , tras haber sufrido tortura y haber sido enterrada, se oculta bajo la capa de un escudero y recibe el nombre de "Corazón de acero» que manifiesta con claridad esa forma particular de endurecimiento y fría determinación. (cf. La chevalerie initiatique ou la plaisante et amoreuse histoire du Chevalier Doré et de la Pucelle sumommé Coeur-d'Acier, ed. Pardés, 1989).

 

10. Se recordará el caso de Juana de Arco, a la vez intrépida e impávida en los combates y dotada de un genio estratégico puramente intuitivo que dejaba asombrados a sus compañeros de armas.

 

11. Particularmente significativo es, en el Parzival de Wolfram von
Eschenbach, el papel que juega la pequeña Obilot, niña de siete años, respecto a Galván. Después que este último haya aceptado tomarla como Dama y ser su héroe en la batalla, lajoven damita advierte gravemente a Galván que es su fuerza de ella la que le animará y le permitirá vencer. Lo que, en efecto, sucede.

 

12. Sobre el sentido de la hazaña caballeresca no se puede expresar mejor que David Lo Mor: e •• Ia palabra hazaña (f exploit) merece algunas explicaciones. Viene del latín explicare que significa desplegar, lo que supone una «expansión del ser» que realiza la hazaña. Además hazaña

 

 

 

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viene de explicare en el sentido de «realizar». Se trata de una «realización del ser» que trata de hacer de él un hombre completo o realizado. Por lo demás, la idea de «fin» está contenida en este verbo, que, en la tercera persona, significa acaba: explicit, formula antigua que indicaba el final de una obra, mientras que sus primeras palabras eran el incipit, El trabajo iniciático se acababa en suma por una hazaña [exploitl, debía pues comenzar por un empleo [emploi], pero el «empleado» era considerado nacido libre. No estaba al servicio de nadie, sino al servicio de la «libertad», de la «franqueza», de la «sinceridad», de la «pureza», de la verdad en suma; en árabe, El Haqq, que es igualmente uno de los principales nombres divinos» (cf. David Lo Mor, La Plume de l'Epée ou Hommes libres des Derniers Ternps», .París, 1989, p.120).

 

13. La belleza vana de que habla la escritura es la que nos vincula a las formas por sí mismas. La Belleza salvadora es la Luz principial cuya epifanía nos ilumina cuando nos separamos de esas formas.

 

 
 
 

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