Recogido de Internet
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Demoledor, estremecedor. Pero… ¿y si no hubiera mal que por bien no venga? Ampliamente difundido por la Red, ofrecemos a nuestros lectores el "Informe Centeno", como se conoce al estremecedor documento elaborado por este conocido Catedrático de Economía de la Universidad Politécnica de Madrid.
La gran depresión española de 2009: hechos y cifras
Roberto Centeno - 11 de febrero de 2009
Una depresión es un largo periodo —diez años o más— caracterizado por un bajo nivel de producción, consumo e inversión, con quiebras masivas de empresas, un elevado nivel de paro, un descenso de los precios y destrucción de la riqueza de las familias. Y para comprender por qué desembocaremos en esta situación por primera vez en nuestra historia, es necesario entender tres hechos esenciales.
El primero, que desde un punto de vista estructural, el crecimiento económico de España ha sido básicamente tercermundista: no nos hemos adaptado en absoluto a la globalización, y hemos perdido el 15% de cuota de mercado en el comercio mundial, del 2,06 en 2003 al 1,74 en 2007. Es decir, se ha tratado de un crecimiento basado en el consumo interno, sostenido por un incremento masivo de la población —el mayor del mundo desarrollado, consecuencia de la inmigración—, y en el turismo.
Y todo ello fuertemente apalancado (multiplicado) por el endeudamiento masivo de familias, empresas y entidades financieras, también el mayor mundial, y un déficit exterior de más de un 11% del PIB —producimos un 11% menos de lo que consumimos— y realizado mediante la explotación masiva de mano de obra barata: casi el 50% de la población ocupada es mileurista.
Simultáneamente, el punto de inflexión, no sólo inmobiliario, sino del modelo en su conjunto, ocurrida en marzo 2007, ha coincidido con la mayor crisis financiera internacional desde la Gran Depresión, y con el peor Gobierno imaginable, un hatajo de analfabetos funcionales que ha mantenido una inacción suicida durante más de un año, y como acertadamente se ha resumido en estas mismas páginas, "ni sabían entonces por qué crecíamos, ni saben ahora por que nos hundimos", a lo que se añade una oposición cobarde e incapaz, que no ha tenido el cuajo de plantar cara al Gobierno, y ni siquiera ha presentado una alternativa creíble para enfrentarnos a la crisis.
Y el tercer hecho esencial es un modelo de Estado con un nivel de ineficiencia, despilfarro y corrupción único en el mundo. Todo multiplicado por 17, cientos de miles de funcionarios haciendo lo mismo —sobran unos dos millones—, inventando y controlando 17 normativas diferentes, 17 sistemas informáticos, 17 de todo, y con un mercado fragmentado en 17 parcelas independientes, un desastre para productividad y la eficiencia, y al frente del tinglado cientos, miles, de consejeros, directores generales y toda una patulea de jefes y jefecillos con coche —hay mas coches oficiales que en Estados Unidos— secretaria y despacho de lujo, un cortejo de indocumentados nombrados a dedo con carné del partido, y con el mayor nivel de corrupción de la Historia de España.
Las Comunidades Autónomas consumen el 60% del gasto público, el triple del neto del Estado, 177.000 millones de euros, un 78% del cual es gasto no productivo, frente a un resto de 60.000 millones de euros para financiar España. En total, un 18% del PIB, donde la mitad aproximadamente, el 9%, es gasto innecesario. Ningún país del planeta podría soportar ésta barbarie.
Y estos son los hechos, ahora las cifras. Y aquí tropezamos con una situación insólita en una democracia: unas instituciones del Estado (Banco de España, INE, etc.) al servicio de un partido, instituciones que mienten y manipulan masivamente tanto sus cifras como sus previsiones, una irresponsabilidad inaudita que ha llevado a muchas familias y empresas a adoptar decisiones equivocadas y peligrosas.
Esto obliga a quienquiera desee saber la verdad a estimar sus propias cifras, que es lo que hacen todas las grandes empresas con intereses en nuestro país. El PIB, estimado a partir de las afiliaciones de la Seguridad Social y la productividad, así como valorando el consumo de gasóleo de automoción, cuya correlación es prácticamente total. En el último trimestre de 2008, el PIB ha caído en un 2%; las afiliaciones a la Seguridad Social, en un 2,5%; y la productividad, en un 0,5%.
Es decir, aquí y ahora, la economía está cayendo al -8% en tasa anual!, y a un ritmo, que extrapolado a fines de 2009, pues no hay razón alguna para vislumbrar un cambio de tendencia, superará el -10%. Y eso es una depresión.Paro. Los datos oficiales de paro registrado son falsos, igual que la EPA. A la cifra oficial hay que sumarle muchos más parados que el Gobierno no computa porque sí —y Rajoy sin decir ni pío. Sólo los parados no computados desde febrero de 2008 por carecer de "formación suficiente" /"efecto Caldera") ascienden a 350.000. Y, finalmente, el paro total, superior al paro registrado por definición, pues no todos los parados están inscritos, paro que ha venido siendo un 20% superior al paro registrado.
Por tanto, a día de hoy y sumando sólo el "efecto Caldera" al paro registrado, el paro total supera los 4 millones, no los 3, 1 millones oficiales. Pero incluso con las cifras oficiales, el ritmo de incremento de paro es de dos millones/año, elevando a tasa anual la cifra del último trimestre, por lo que éste superara los seis millones a final de 2009, y eso es una depresión.
En todo caso Zapatero es ya el mayor destructor de empleo de Europa: un 13,4 % frente al 7,8 %, la media de la Unión Europa. Y lo que ya es el colmo es el paro de menores de 25 años: un 16,4% de la Unión Europea frente al 29,4% de España. Y esto con las cifras falsas del gobierno. ¡Imaginen ustedes con las verdaderas!I
nflación. Los precios se han derrumbado del 5,3% en julio al 1,5% en diciembre, en parte por el petróleo y las materias primas, pero la causa más importante es el espectacular hundimiento del consumo: la inflación que en España siempre es un punto superior a la europea, es ahora una décima inferior. Esto sitúa los precios al borde de la deflación, algo infinitamente más grave que la inflación, porque tiene efectos devastadores sobre el empleo, la inversión y la riqueza. Es la otra cara de la depresión.
Desplome inmobiliario. Las viviendas iniciadas están cayendo un 62 % y la tendencia se acentuará, pues el número de viviendas nuevas a la venta no es de 800.000 ni de un millón, como falsamente nos cuentan el gobierno y los interesados, sino de 2,5 millones: 1,2 millones de promotoras y 1,3 millones adicionales de particulares que las compraron como inversión, y a esto hay que añadir la vivienda usada.
Ello significa que hay viviendas para diez años, y que su precio deberá caer en los próximos meses/años un 30 o 40% adicional para restaurar el equilibrio. Y esto es también una depresión.
Déficit de las Administraciones Públicas. La respuesta de Zapatero ha sido la típicamente socialista: una fuerte expansión del gasto y un incremento brutal de la presión fiscal, particularmente en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, sobre la clase media y los trabajadores, lo que anula cualquier estímulo.
Consecuencia de ello y de la caída vertical de la recaudación será un déficit de la Administraciones Públicas, excluida la Seguridad Social, del 6 % en 2008 y del 12% en 2009, con una tendencia clara a empeorar en 2010. Y aunque es cierto que nuestro nivel de deuda pública es inferior a la media europea, esto va a cambiar radicalmente por la disparatada política de gasto y avales al sistema financiero, tanto que el coste de nuestras emisiones está ya 100 puntos básicos por encima del de Alemania. Todo ello nos deja sin margen de maniobra frente a contingencias futuras. Este nivel de déficits corresponde a una depresión.
Seguridad Social y sistema de pensiones. Esto requiere un análisis aparte, pero en forma resumida y según las estimaciones actuariales más recientes, estarán quebrados en 2014. Y la solución según Solbes y Fdez Ordoñez: pagar más y cobrar menos, un 30 % menos para empezar a hablar. Éste será el gran legado de Zapatero a los jubilados.
Sistema financiero. Ésta es hoy la parte más preocupante de la situación, porque la crisis crediticia es el problema más grave que afecta a nuestro sistema económico a día de hoy. Literalmente esta destruyendo el tejido productivo del país: entre octubre y diciembre se produjeron mas suspensiones de pagos que en todo 2007. El primer gran problema del sistema financiero "más sólido del mundo" es que el valor de los activos no refleja su valor real, pues al contrario que en Estados Unidos, donde cada trimestre los bancos tienen que valorarlos a precio de mercado, lo que ha provocado el hundimiento de muchos de ellos, aquí el Banco (del Partido Socialista ) de España,en un alarde de irresponsabilidad y sectarismo suicida, acepta unos balances de ficción y permite repartir dividendos hasta a la Caja mas cutre, aunque más de la mitad del sistema esta técnicamente quebrado.
El segundo problema es el enorme endeudamiento exterior: más de 900.000 millones de euros, la cifra más elevada del planeta. Encima, para evitar la quiebra, estos irresponsables que nos gobiernan han puesto 200.000 millones de euros a disposición de éstos insensatos, y además ¡sin la menor obligación de fijar un calendario de repago de la deuda, con lo cual el apalancamiento se mantiene íntegramente!
Pero ¿a qué narices está jugando el señor Fernández Ordóñez? Ambos hechos llevan a una crisis crediticia brutal. Los 200.000 millones de avales tendrían que haber servido para avalar créditos a familias y empresas, y en lugar de ello se destinan íntegramente a tapar los agujeros del sistema financiero, algo económica y socialmente criminal, pues todas las crisis crediticias sin excepción han terminado en una depresión.
En definitiva, todos estos hechos y cifras, apuntan a que España registrará su primera deflación en los próximos 12/18 meses,a menos que se adopten urgentemente las dos medidas siguientes.
La primera, dar marcha atrás a la barbarie de Estado Autonómico, y que los fondos así liberados sean empleados en reducir la presión fiscal, con objeto de restablecer el poder de compra de familias y empresas. Es decir, justo lo contrario de lo que está haciendo Zapatero, montando una mascarada infame, con todos los presidentes autonómicos poniendo el cazo, para recibir un dinero que España ni tiene ni tendrá. Una locura inenarrable y que, al igual que el destino de los 200.000 millones de avales, puede calificarse de social y económicamente criminal.
Zapatero va a endeudar a los españoles y a sus hijos para que el cáncer autonómico siga originando sus despilfarros, justo cuando el desempleo crece a un ritmo de 2 millones al año, la Seguridad Social está quebrada y no hay dinero ya ni para las pensiones ni para los parados. Realmente Zapatero y sus secuaces han enloquecido.
La segunda cuestión es la crisis crediticia. O los 200.000 millones se destinan a avalar préstamos a familias y PYMES, o la destrucción del consumo y la capacidad productiva del país están aseguradas. La totalidad de los parches económicos del gobierno, y de las propuestas del PP, son absolutamente inútiles, si previamente no se adoptan éstas dos medidas.
Como el gobierno no va hacerlo, sino que va a hacer todo lo contrario, y la oposición tampoco, no hay mecanismo económico ni fuerza humana, que eviten la depresión. Con los hechos y las cifras en la mano, es imposible llegar a otra conclusión. Una depresión que hará historia, pues reducirá drásticamente la renta disponible de las familias, hundirá nuestro país en el ranking económico mundial y hará casi imposible el mantenimiento de España como nación.
miércoles, 25 de febrero de 2009
lunes, 23 de febrero de 2009
Manifiesto alter-conservador (Rod Dreher)
MANIFIESTO ALTER-CONSERVADOR
Rod Dreher (*)
http://www40.brinkster.com/celtiberia/manifiesto.html
1. Somos conservadores que nos situamos en las afueras de la principal corriente conservadora; por tanto podemos ver las cosas que importan con mayor claridad.
2. Los modernos conservadores se han centrado demasiado en el dinero, el poder y la acumulación de cosas; sin llegar a preocuparse demasiado del contenido de nuestro carácter individual y social.
3. Las multinacionales nos provocan tanto escepticismo como el estatismo.
4. La cultura es más importante que la política o la economía.
5. Un conservador que no practique la moderación, la humildad y el cuidado - especialmente de la naturaleza- no es un verdadero conservador.
6. Lo pequeño, local, viejo y particular son casi siempre mejor que lo grande, global, nuevo y abstracto.
7. La belleza es más importante que la eficiencia.
8. La imparable cultura pop vehiculada por los media aleja a nuestros sentidos de lo auténtico, lo bello y de la sabiduría.
9. Compartimos la convicción de Russel Kirk de que "la institución más importante que debe ser preservada es la familia".
10. La política y la economía no nos salvarán; si nuestra cultura merece ser salvada, será a base de vivir en la fe de lo eterno, conservando esas antiguas verdades morales con las elecciones que hacemos en nuestra vida diaria.
(*) Rod Dreher es escritor y editor del Dallas Morning News. Nacido en Louisiana, ha trabajado para National Review, el New York Post y el Washington Times. Crunchy Cons es su primer libro.
Rod Dreher (*)
http://www40.brinkster.com/celtiberia/manifiesto.html
1. Somos conservadores que nos situamos en las afueras de la principal corriente conservadora; por tanto podemos ver las cosas que importan con mayor claridad.
2. Los modernos conservadores se han centrado demasiado en el dinero, el poder y la acumulación de cosas; sin llegar a preocuparse demasiado del contenido de nuestro carácter individual y social.
3. Las multinacionales nos provocan tanto escepticismo como el estatismo.
4. La cultura es más importante que la política o la economía.
5. Un conservador que no practique la moderación, la humildad y el cuidado - especialmente de la naturaleza- no es un verdadero conservador.
6. Lo pequeño, local, viejo y particular son casi siempre mejor que lo grande, global, nuevo y abstracto.
7. La belleza es más importante que la eficiencia.
8. La imparable cultura pop vehiculada por los media aleja a nuestros sentidos de lo auténtico, lo bello y de la sabiduría.
9. Compartimos la convicción de Russel Kirk de que "la institución más importante que debe ser preservada es la familia".
10. La política y la economía no nos salvarán; si nuestra cultura merece ser salvada, será a base de vivir en la fe de lo eterno, conservando esas antiguas verdades morales con las elecciones que hacemos en nuestra vida diaria.
(*) Rod Dreher es escritor y editor del Dallas Morning News. Nacido en Louisiana, ha trabajado para National Review, el New York Post y el Washington Times. Crunchy Cons es su primer libro.
martes, 17 de febrero de 2009
La subsidiaridad, entre la libertad y la autoridad (Stéphane Gaudin.Movimiento federalista bretón)
LA SUBSIDIARIEDAD, ENTRE LA LIBERTAD Y LA AUTORIDAD
http://www.angelfire.com/folk/celtiberia/
Stéphane Gaudin (*)
¿Qué se puede esperar de la subsidiariedad hoy en día? Este principio que levanta muchas interrogantes ha sido puesto de actualidad por el Tratado de Maastricht, así como gracias a numerosas obras que le han sido dedicadas. Puede resultarnos útil por tanto estudiar un poco más a fondo este concepto que ocupa hoy en día un lugar central en el cuerpo doctrinal de los eco-federalistas europeos.
Durante la Antigüedad el subsidium era un método de organización militar: una línea de tropa permanecía en alerta, por detrás del frente de batalla, dispuesta a dar auxilio en caso de debilidad. Con el tiempo, este método se convirtió en un principio que se extendió al orden filosófico, jurídico, social y político. Sus raíces son muy antiguas, incluso aunque el término "subsidiariedad" parece más reciente. Los trabajos de Aristóteles, de Tomás de Aquino, de Althusius, de Proudhon, la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII (1891), más la Quadragesimo Anno de Pío XII tienen su inspiración en este principio. Más tarde aún, el Papa Pío XII en su Discurso a los Cardenales, el 20 de febrero de 1946, precisará que: "toda autoridad social es por naturaleza subsidiaria".
LOS ORÍGENES DE LA SUBSIDIARIEDAD
En su obra "Política", Aristóteles describe una sociedad orgánica -la Polis- en cuyo seno encajarían jerárquicamente los grupos: familias - pueblos. Cada uno de estos grupos tratarían de ser autosuficientes, pero sin jamás conseguirlo del todo; a excepción de la Polis, considerada como un espacio político total. Aquí es el único cuerpo autónomo - y por tanto perfecto (la autonomía, Autarkeia, era considerada por los antiguos griegos como sinónimo de perfección) - en el que el ciudadano puede desplegar sus potencialidades, de cara al bien común. Este "estado natural", permite a los grupos de los que está constituido, ser "capaces de sobrevivir en el dominio de sus propias actividades":
1. Actividades que se complementan pero que no se solapan entre sí. De esta forma, la Polis respeta la autonomía (auto nomos: que se da a sí mismo sus propias leyes) de los grupos que son competentes para asegurarse a sí mismos sus propios asuntos. Tomás de Aquino retomará por su parte este antiguo principio, con este importante matiz: la persona sucede a la Polis como "substancia primera" (Boecio). La persona es, a imagen de Dios, única, a través de su voluntad, de su conciencia, de sus actos y de su libre albedrío. "La idea de persona, salida del pensamiento cristiano y hasta cierto punto de la cultura escandinava, consagra la dignidad de esta substancia autónoma, a la que ninguna autoridad le está permitido ignorar su existencia utilizándola como medio".
2. El hombre trasciende por tanto a su pertenencia por su relación íntima e individual con Dios, "es miembro de la sociedad en tanto que ser dependiente, obligado a captar de su alrededor, en su entorno social, los elementos vitales y de su desarrollo físico, intelectual y moral. Puesto que es un ser espiritual, cuyas acciones propias son inmanentes , la persona transciende el medio social en el que se encuentra incrustado".
3. Para el pensamiento tomista, el principio de subsidiariedad está al servicio de la persona (que pertenece a pesar de todo a una colectividad) mientras que para Aristóteles, se encuentra al servicio directo de los múltiples grupos - espaciales, "los clanes"; y temporales, los "linajes" - que conforman la Polis.
ALTHUSIUS, PRECURSOR DEL FEDERALISMO
A principios del siglo XVII, un jurista germánico y calvinista, Althusius (1557-1638), rector del Escuela Jurídica de Herborn desde 1602, escribió la gran obra "Política methodice digesta" (1603) que le hará célebre hasta convertirle, hoy en día, en uno de los precursores de la "doctrina" federalista.
Hombre de decisión y de acción, se propone poner en práctica sus ideas en el seno del Síndico de la ciudad portuaria de Emden, en Frisia oriental, para luchar contra la autoridad del conde soberano Enno. Permanecerá en ese cargo hasta su muerte. Althusius es un hombre de su tiempo, que defiende la tradición comunalista y los cuerpos intermedios que son muy numerosos en su época (familias, corporaciones, ligas, gremios, ciudades, provincias...).
Considerando que para ser solidario, es necesario, por encima de todo, ser libre y autónomo, Althusius es un feroz defensor de las comunidades en las que sus miembros respetan las leyes a través del "pacto jurado". Para él, "la política es la ciencia que consiste en unir a los hombres entre ellos para mejor integrarlos en la vida social, de forma que la comunidad permanezca mejor y más fuertemente conservada entre los asociados". A esto es lo que denominará "simbiótica". En esta frase se transluce la influencia aristotélica. Como él, Althusius considera que la sociedad humana no está formada por individuos sino por comunidades que se articulan alrededor de un principio de armonía. Estas comunidades orgánicas, en tanto que "persona representata" (personas morales) son, como cada ciudadano, sujetos de derecho, y gozan de las mismas libertades. Para subsistir, prosperar, realizarse y proyectarse, los hombres se asocian voluntariamente con el fin de paliar los deseos que solos, nunca hubieran podido satisfacer. Si la asociación se reconoce entonces insuficiente, más asociaciones se pueden reunir y se prestan a formar un "jus foederis" (o una confederación) para el bien común. Esta alianza no tiene necesariamente en cuenta necesariamente la proximidad geográfica. Dos comunidades alejadas la una de la otra pueden encontrar intereses e ideales comunes. Dentro de esta perspectiva Althuseriana, solo el pueblo detenta la soberanía "puesto que vive en esferas ya soberanas y casi autosuficientes. La participación en el poder solo se justifica por la autonomía social, que es ante todo un hecho, y se convierte en un derecho por su necesidad natural". Recordemos que en aquella época Alemania era una mosaico de pequeños estados, de ciudades libres y de minúsculos reinos (unos 350). El Estado, en aquella época, no debía intervenir en el interior de estas comunidades; sino que se debía ocupar de asuntos que se delegaban en su competencia, es decir la paz, la defensa, la policía, la moneda. El principio de subsidiariedad era un instrumento jurídico y un freno a las potenciales derivas totalitarias.Su pertenencia al Síndico de Emden, permite a Althusius concretizar socialmente este principio que había quedado como algo puramente filosófico en Aristóteles y Tomás de Aquino. Este pensamiento se iba a perpetuar de nuevo en la época contemporánea con Proudhon.
LA SUBSIDIARIEDAD EN PROUDHON
El principio de subsidiariedad está en el centro mismo de la teoría federalista de Proudhon; la subsidiariedad, según Proudhon, permite equilibrar las relaciones por lo general tirantes entre la autoridad y la libertad. Demasiada autoridad conduce al despotismo, demasiada libertad a la anarquía.En su obra: "El Principio Federativo", aparecido en 1862, afirmaba: "El problema político (...), reducido a su expresión más simple, consiste en encontrar el equilibrio entre dos elementos opuestos, la autoridad y la libertad. Todo falso balance se traduce inmediatamente para el Estado, en desorden y ruina, y para los ciudadanos, en opresión y miseria. En otros términos, las anomalías o perturbaciones en el orden social resultan del antagonismo de estos dos principios; éstos desaparecerán cuando los principios se encuentren coordinados de forma que no se puedan perjudicar el uno al otro". Esta "coordinación" ideal se encuentra en el principio de subsidiariedad. El ciudadano oscila entre estos dos polos (autoridad y libertad), con sus competencias, al servicio de las comunidades simples (familias, talleres, sindicatos) y de las comunidades más complejas (comunas, cantones, regiones, Estados). El fin buscado en cada uno de los escalones es siempre el de la autosuficiencia. El ciudadano conserva, en cada nivel, una parcela de soberanía que le convierte en un actor responsable en el seno de una ciudad federalista, ya no natural -el pacto- sino contractual -el contrato-. La forma del contrato prima sobre la del régimen. Para Proudhon, el enemigo principal sigue siendo primordialmente el centralismo estático y nivelador, ya sea democrático o monárquico. El centralismo beneficiándose de la "incapacidad ciudadana" (criterio por lo demás muy subjetivo) intentará progresivamente inmiscuirse en todos los asuntos sociales privados o públicos, transformando así al ciudadano-activo en sujeto-pasivo. El pensamiento proudhoniano nos advierte que la sociedad debe, en la medida de lo posible, superar al Estado si pretende la mejor vida.
En la misma época, los Papas, buscarán inspiración principalmente en los escritos del italiano Taparelli, del obispo alemán Kettele y del francés La Tour du Pin, para elaborar la "doctrina social de la Iglesia". En fin, los tres tienen en común el pretender rehabilitar los cuerpos intermedios. Para Ketteler (1848): "en tanto que familia, la comuna se basta para cumplir su fin natural, por lo que debemos dejarle libre autonomía...El pueblo gobierna por sí mismo sus propios asuntos: es necesario una escuela práctica de política en la administración comunal, donde se reproducen a pequeña escala los asuntos que son tratados a gran escala en los parlamentos. De esta forma el pueblo adquiere la formación política y la capacidad que hace al hombre sentirse independiente", así el autor podrá añadir las bases necesarias a la práctica de una "ciudadanía ascensional". Taparelli sugiere que: "el todo debe venir en ayuda de la parte y la parte del todo, es decir que la parte no desaparezca en el todo y que el todo no absorba la parte en su unidad". La Tour du Pin, por su parte, propone construir un orden orgánico, natural y jerarquizado, fundado en gran parte sobre las corporaciones. Es necesario, afirma, acabar con el hombre pervertido por el reinado del dinero y de la usura restableciendo una moralidad de la solidaridad e inyectando "Edad Media" en una sociedad cada vez más industrializada. La nostalgia social de La Tour du Pin acabaría inspirando el régimen fuertemente corporativista de Salazar, en Portugal; y en menor medida, el de Mussolini, en Italia.
"EL NUEVO ESTADO" DE FRANÇOIS PERROUX
El economista francés François Perroux ya intuyó los defectos que iban a presentar estos regímenes excesivamente corporativistas, inadaptados a la época contemporánea, indicando que "sin intervención rigurosa del Estado, un sistema corporativo conduce de forma irremisible a la formación de neo-feudalidades económicas". Por tanto, Perroux propone un "Estado Nuevo", puesto que estimaba que el Estado liberal no iba a ser capaz de superar las graves crisis sociales de los años treinta. Fundando, en parte, su teoría económico-social sobre las comunidades de trabajo, compuestas de representantes, de patronos, de asalariados, Perroux estimaba que era necesario contar con un ejecutivo fuerte y una descentralización de funciones sociales: numerosas competencias que hoy en día se confían al Estado estarán aseguradas igual de correctamente, con la misma eficacia y con menor coste en el marco regional, dotado de una existencia, de unos medios de acción efectivos incluidos los relacionados con la comunidad de trabajo. Estos órganos como los engranajes administrativos propiamente dichos se encuentran en situación de asegurar la regularidad y la continuidad de los intercambios entre el Estado y la sociedad. La Revolución Francesa destruiría los cuerpos intermedios, últimos vestigios del feudalismo. El 4 de agosto se hizo tabla rasa de las instituciones medievales para que primaran los engranajes de la República. Poco a poco, el recién creado ciudadano se encuentra solo cara al todopoderoso Estado cada vez más centralizador. El siglo XIX vio surgir el liberalismo triunfante, responsable de numerosos males sociales, siendo el del éxodo rural el más característico. El hombre había dejado de ser la "piedra angular" de la sociedad, puesto que el dinero le había reemplazado. Para contrarrestar esta involución, los Papas van a elaborar la "doctrina social de la Iglesia". Oscilando entre la ingerencia y la no-ingerencia del Estado, la Iglesia critica los excesos del materialismo que disuelve la dignidad, y por tanto la libertad humana. La encíclica Quadragesimo Anno, hace de la subsidiariedad el eje de su reflexión: "Como no se puede quitar a los individuos y dar a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyéndose un grave perju¡cio y perturbación de recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a uña sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero sin destruirlos y absorberlos" (Q.A.79; p.93).
UNA "TERCERA VIA" ESPIRITUAL
Los Papas, en particular León XIII, no pretendían una vuelta a una utópica Edad Media, sino que deseaban un proyecto cristiano de cara a la industrialización de una sociedad, una nueva actitud de cara al materialismo y al individualismo que afectaban de forma especialmente dramática a las clases más desfavorecidas; una "tercera vía" espiritual entre el capitalismo y el socialismo a través de un humanismo teocéntrico, respetuoso de la diversidad y de la riqueza del cuerpo social. Precediendo a la Rerum Novarum, la encíclica Humanum Genus (1884) precisaba: "Mas como no pueden ser iguales las capacidades de los hombres, y distan mucho uno de otro por razón de las fuerzas corporales o del espíritu, y son tantas las diferencias de costumbres, voluntades y temperamentos, nada más repugnante a la razón que el pretender abarcarlo y confundirlo todo y llevar a las leyes de la vida civil tan rigurosa igualdad. Así como la perfecta constitución del cuerpo humano resulta de la juntura y composición de miembros diversos, que, diferentes en forma y funciones, atados y puestos en sus propios lugares, constituyen un organismo hermoso a la vista, vigoroso y apto para bien funcionar, así en la humana sociedad son casi infinitas las diferencias de los individuos que la forman; y si todos fueran iguales y cada uno se rigiera a su arbitrio, nada habría más deforme que semejante sociedad; mientras que si todos, en distinto grado de dignidad, oficios y aptitudes, armoniosamente conspiran al bien común, retratarán la imagen de una ciudad bien constituida y según pide la naturaleza."
Así pues, durante mucho tiempo conducido por la Iglesia Católica a través de su doctrina social, el principio de subsidiariedad volverá a la esfera política en el siglo XX gracias al protagonismo dentro de su cuerpo doctrinal que le asignarán los grupos federalistas militantes por una nueva Europa democrática. Este término ya era familiar en los Estados dotados de estatutos de tipo federal o confederal como Alemania (Länder), Suiza (Cantones) o España (Comunidades Autónomas)...Solo el Estado francés, unitario y centralista desde hace siglos parece alérgico a este concepto; hasta el punto de que el término se encuentra aun ausente de la mayor parte de los diccionarios de la lengua francesa. Hoy en día este principio reaparece correlativamente a la construcción del espacio europeo y con la cuestión de la repartición de las competencias entre las Comunidades y sus Estados miembros (especialmente en el famoso artículo 3b del Tratado de Maastricht)[1], y viene bien recordárselo a ciertos "euroescépticos" asustados por la deriva centralizadora y burocrática bruselense.
¿HACIA UN NUEVO CONCEPTO DE SUBSIDIUM?
Pienso no obstante que conviene evitar considerar el principio de subsidiariedad como el remedio milagroso a nuestro estado de deficiencia democrática. Creo que hoy en día no se dan las condiciones mínimas en la base necesarias para una correcta aplicación de este principio. En efecto, las sociedades modernas industrializadas sufren una fragmentación del cuerpo social en una miríada de individuos reagrupados en estructuras antagonistas y que defienden sus intereses a corto plazo. Consustancial a esta atomización social y a la pérdida de referencias identitarias que supone, desaparece progresivamente el sentimiento natural de pertenencia comunitaria, a menudo en favor de una cultura de empresa artificial y pobre. Añadamos a todo esto la pérdida de la reflexión y de espíritu crítico de nuestros contemporáneos, distraídos de sus deberes de ciudadanía por los medios audiovisuales. Además, las estructuras nacional-estatales están dispuestas a integrarse (y desintegrarse) en la "Megamáquina" (Mumford, Bahro, Latouche) de la economía globalizada cuyos principales corolarios son: el nacimiento de las macro-regiones económicas (ALENA, MERCOSUR, UE, ANSEA..), la intensificación de los intercambios de mercancías, de personas y de capitales, la deslocalización de industrias, la sobreproducción, la aceleración de las transferencias de información, la disminución de los costes de transporte y el aumento del poder de las organización internacionales (ONU, OTAN, etc...).
Atenazada entre la mundialización de los objetivos y la individualización de las servidumbres, este tipo de sociedad no está en disposición de preservar su autonomía y su soberanía. En este contexto, las instituciones de Bruselas tienen todas las de ganar al reclamar la utilización de este principio, que de aplicarse hoy en día, entrañaría de hecho, la instauración de un principio de ingerencia insoportable y sin contrapartida en los asuntos nacionales, regionales y locales de los países europeos. El principio de subsidiariedad necesita para ser efectivamente aplicado la previa recomposición del cuerpo social alrededor de principios mutualistas. Esta recomposición ya está en curso, pero irá cada vez más contra las instituciones legales nacional-estatales y europeas. La legítima voluntad de los pueblos a hacerse cargo de su destino a través de la aparición de estas nuevas comunidades generatrices de solidaridades concretas y de verdadera convivencia, se nutrirá irremediablemente del sistema de partidos y de lobbys portadores de ideologías obsoletas, y que son hoy en día, los únicos beneficiarios del sistema oligárquico vigente.
[1]Artículo 3 B del Tratado de la Comunidad Europea,(TCE):
" La Comunidad actuará dentro de los límites de las competencias que le atribuye el presente Tratado y de los objetivos que éste le asigna.
En los ámbitos que no sean de su competencia exclusiva, la Comunidad intervendrá, conforme al principio de subsidiariedad, sólo en la medida en que los objetivos de la acción pretendida no puedan ser alcanzados de manera suficiente por los Estados miembros, y, por consiguiente, puedan lograrse mejor, debido a la dimensión o a los efectos de la acción contemplada, a nivel comunitario.
Ninguna acción de la Comunidad excederá de lo necesario para alcanzar los objetivos del presente Tratado."
(*) Stéphane Gaudin para Breizh-2004, Movimiento Federalista Bretón y Europeo.
http://www.angelfire.com/folk/celtiberia/
Stéphane Gaudin (*)
¿Qué se puede esperar de la subsidiariedad hoy en día? Este principio que levanta muchas interrogantes ha sido puesto de actualidad por el Tratado de Maastricht, así como gracias a numerosas obras que le han sido dedicadas. Puede resultarnos útil por tanto estudiar un poco más a fondo este concepto que ocupa hoy en día un lugar central en el cuerpo doctrinal de los eco-federalistas europeos.
Durante la Antigüedad el subsidium era un método de organización militar: una línea de tropa permanecía en alerta, por detrás del frente de batalla, dispuesta a dar auxilio en caso de debilidad. Con el tiempo, este método se convirtió en un principio que se extendió al orden filosófico, jurídico, social y político. Sus raíces son muy antiguas, incluso aunque el término "subsidiariedad" parece más reciente. Los trabajos de Aristóteles, de Tomás de Aquino, de Althusius, de Proudhon, la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII (1891), más la Quadragesimo Anno de Pío XII tienen su inspiración en este principio. Más tarde aún, el Papa Pío XII en su Discurso a los Cardenales, el 20 de febrero de 1946, precisará que: "toda autoridad social es por naturaleza subsidiaria".
LOS ORÍGENES DE LA SUBSIDIARIEDAD
En su obra "Política", Aristóteles describe una sociedad orgánica -la Polis- en cuyo seno encajarían jerárquicamente los grupos: familias - pueblos. Cada uno de estos grupos tratarían de ser autosuficientes, pero sin jamás conseguirlo del todo; a excepción de la Polis, considerada como un espacio político total. Aquí es el único cuerpo autónomo - y por tanto perfecto (la autonomía, Autarkeia, era considerada por los antiguos griegos como sinónimo de perfección) - en el que el ciudadano puede desplegar sus potencialidades, de cara al bien común. Este "estado natural", permite a los grupos de los que está constituido, ser "capaces de sobrevivir en el dominio de sus propias actividades":
1. Actividades que se complementan pero que no se solapan entre sí. De esta forma, la Polis respeta la autonomía (auto nomos: que se da a sí mismo sus propias leyes) de los grupos que son competentes para asegurarse a sí mismos sus propios asuntos. Tomás de Aquino retomará por su parte este antiguo principio, con este importante matiz: la persona sucede a la Polis como "substancia primera" (Boecio). La persona es, a imagen de Dios, única, a través de su voluntad, de su conciencia, de sus actos y de su libre albedrío. "La idea de persona, salida del pensamiento cristiano y hasta cierto punto de la cultura escandinava, consagra la dignidad de esta substancia autónoma, a la que ninguna autoridad le está permitido ignorar su existencia utilizándola como medio".
2. El hombre trasciende por tanto a su pertenencia por su relación íntima e individual con Dios, "es miembro de la sociedad en tanto que ser dependiente, obligado a captar de su alrededor, en su entorno social, los elementos vitales y de su desarrollo físico, intelectual y moral. Puesto que es un ser espiritual, cuyas acciones propias son inmanentes , la persona transciende el medio social en el que se encuentra incrustado".
3. Para el pensamiento tomista, el principio de subsidiariedad está al servicio de la persona (que pertenece a pesar de todo a una colectividad) mientras que para Aristóteles, se encuentra al servicio directo de los múltiples grupos - espaciales, "los clanes"; y temporales, los "linajes" - que conforman la Polis.
ALTHUSIUS, PRECURSOR DEL FEDERALISMO
A principios del siglo XVII, un jurista germánico y calvinista, Althusius (1557-1638), rector del Escuela Jurídica de Herborn desde 1602, escribió la gran obra "Política methodice digesta" (1603) que le hará célebre hasta convertirle, hoy en día, en uno de los precursores de la "doctrina" federalista.
Hombre de decisión y de acción, se propone poner en práctica sus ideas en el seno del Síndico de la ciudad portuaria de Emden, en Frisia oriental, para luchar contra la autoridad del conde soberano Enno. Permanecerá en ese cargo hasta su muerte. Althusius es un hombre de su tiempo, que defiende la tradición comunalista y los cuerpos intermedios que son muy numerosos en su época (familias, corporaciones, ligas, gremios, ciudades, provincias...).
Considerando que para ser solidario, es necesario, por encima de todo, ser libre y autónomo, Althusius es un feroz defensor de las comunidades en las que sus miembros respetan las leyes a través del "pacto jurado". Para él, "la política es la ciencia que consiste en unir a los hombres entre ellos para mejor integrarlos en la vida social, de forma que la comunidad permanezca mejor y más fuertemente conservada entre los asociados". A esto es lo que denominará "simbiótica". En esta frase se transluce la influencia aristotélica. Como él, Althusius considera que la sociedad humana no está formada por individuos sino por comunidades que se articulan alrededor de un principio de armonía. Estas comunidades orgánicas, en tanto que "persona representata" (personas morales) son, como cada ciudadano, sujetos de derecho, y gozan de las mismas libertades. Para subsistir, prosperar, realizarse y proyectarse, los hombres se asocian voluntariamente con el fin de paliar los deseos que solos, nunca hubieran podido satisfacer. Si la asociación se reconoce entonces insuficiente, más asociaciones se pueden reunir y se prestan a formar un "jus foederis" (o una confederación) para el bien común. Esta alianza no tiene necesariamente en cuenta necesariamente la proximidad geográfica. Dos comunidades alejadas la una de la otra pueden encontrar intereses e ideales comunes. Dentro de esta perspectiva Althuseriana, solo el pueblo detenta la soberanía "puesto que vive en esferas ya soberanas y casi autosuficientes. La participación en el poder solo se justifica por la autonomía social, que es ante todo un hecho, y se convierte en un derecho por su necesidad natural". Recordemos que en aquella época Alemania era una mosaico de pequeños estados, de ciudades libres y de minúsculos reinos (unos 350). El Estado, en aquella época, no debía intervenir en el interior de estas comunidades; sino que se debía ocupar de asuntos que se delegaban en su competencia, es decir la paz, la defensa, la policía, la moneda. El principio de subsidiariedad era un instrumento jurídico y un freno a las potenciales derivas totalitarias.Su pertenencia al Síndico de Emden, permite a Althusius concretizar socialmente este principio que había quedado como algo puramente filosófico en Aristóteles y Tomás de Aquino. Este pensamiento se iba a perpetuar de nuevo en la época contemporánea con Proudhon.
LA SUBSIDIARIEDAD EN PROUDHON
El principio de subsidiariedad está en el centro mismo de la teoría federalista de Proudhon; la subsidiariedad, según Proudhon, permite equilibrar las relaciones por lo general tirantes entre la autoridad y la libertad. Demasiada autoridad conduce al despotismo, demasiada libertad a la anarquía.En su obra: "El Principio Federativo", aparecido en 1862, afirmaba: "El problema político (...), reducido a su expresión más simple, consiste en encontrar el equilibrio entre dos elementos opuestos, la autoridad y la libertad. Todo falso balance se traduce inmediatamente para el Estado, en desorden y ruina, y para los ciudadanos, en opresión y miseria. En otros términos, las anomalías o perturbaciones en el orden social resultan del antagonismo de estos dos principios; éstos desaparecerán cuando los principios se encuentren coordinados de forma que no se puedan perjudicar el uno al otro". Esta "coordinación" ideal se encuentra en el principio de subsidiariedad. El ciudadano oscila entre estos dos polos (autoridad y libertad), con sus competencias, al servicio de las comunidades simples (familias, talleres, sindicatos) y de las comunidades más complejas (comunas, cantones, regiones, Estados). El fin buscado en cada uno de los escalones es siempre el de la autosuficiencia. El ciudadano conserva, en cada nivel, una parcela de soberanía que le convierte en un actor responsable en el seno de una ciudad federalista, ya no natural -el pacto- sino contractual -el contrato-. La forma del contrato prima sobre la del régimen. Para Proudhon, el enemigo principal sigue siendo primordialmente el centralismo estático y nivelador, ya sea democrático o monárquico. El centralismo beneficiándose de la "incapacidad ciudadana" (criterio por lo demás muy subjetivo) intentará progresivamente inmiscuirse en todos los asuntos sociales privados o públicos, transformando así al ciudadano-activo en sujeto-pasivo. El pensamiento proudhoniano nos advierte que la sociedad debe, en la medida de lo posible, superar al Estado si pretende la mejor vida.
En la misma época, los Papas, buscarán inspiración principalmente en los escritos del italiano Taparelli, del obispo alemán Kettele y del francés La Tour du Pin, para elaborar la "doctrina social de la Iglesia". En fin, los tres tienen en común el pretender rehabilitar los cuerpos intermedios. Para Ketteler (1848): "en tanto que familia, la comuna se basta para cumplir su fin natural, por lo que debemos dejarle libre autonomía...El pueblo gobierna por sí mismo sus propios asuntos: es necesario una escuela práctica de política en la administración comunal, donde se reproducen a pequeña escala los asuntos que son tratados a gran escala en los parlamentos. De esta forma el pueblo adquiere la formación política y la capacidad que hace al hombre sentirse independiente", así el autor podrá añadir las bases necesarias a la práctica de una "ciudadanía ascensional". Taparelli sugiere que: "el todo debe venir en ayuda de la parte y la parte del todo, es decir que la parte no desaparezca en el todo y que el todo no absorba la parte en su unidad". La Tour du Pin, por su parte, propone construir un orden orgánico, natural y jerarquizado, fundado en gran parte sobre las corporaciones. Es necesario, afirma, acabar con el hombre pervertido por el reinado del dinero y de la usura restableciendo una moralidad de la solidaridad e inyectando "Edad Media" en una sociedad cada vez más industrializada. La nostalgia social de La Tour du Pin acabaría inspirando el régimen fuertemente corporativista de Salazar, en Portugal; y en menor medida, el de Mussolini, en Italia.
"EL NUEVO ESTADO" DE FRANÇOIS PERROUX
El economista francés François Perroux ya intuyó los defectos que iban a presentar estos regímenes excesivamente corporativistas, inadaptados a la época contemporánea, indicando que "sin intervención rigurosa del Estado, un sistema corporativo conduce de forma irremisible a la formación de neo-feudalidades económicas". Por tanto, Perroux propone un "Estado Nuevo", puesto que estimaba que el Estado liberal no iba a ser capaz de superar las graves crisis sociales de los años treinta. Fundando, en parte, su teoría económico-social sobre las comunidades de trabajo, compuestas de representantes, de patronos, de asalariados, Perroux estimaba que era necesario contar con un ejecutivo fuerte y una descentralización de funciones sociales: numerosas competencias que hoy en día se confían al Estado estarán aseguradas igual de correctamente, con la misma eficacia y con menor coste en el marco regional, dotado de una existencia, de unos medios de acción efectivos incluidos los relacionados con la comunidad de trabajo. Estos órganos como los engranajes administrativos propiamente dichos se encuentran en situación de asegurar la regularidad y la continuidad de los intercambios entre el Estado y la sociedad. La Revolución Francesa destruiría los cuerpos intermedios, últimos vestigios del feudalismo. El 4 de agosto se hizo tabla rasa de las instituciones medievales para que primaran los engranajes de la República. Poco a poco, el recién creado ciudadano se encuentra solo cara al todopoderoso Estado cada vez más centralizador. El siglo XIX vio surgir el liberalismo triunfante, responsable de numerosos males sociales, siendo el del éxodo rural el más característico. El hombre había dejado de ser la "piedra angular" de la sociedad, puesto que el dinero le había reemplazado. Para contrarrestar esta involución, los Papas van a elaborar la "doctrina social de la Iglesia". Oscilando entre la ingerencia y la no-ingerencia del Estado, la Iglesia critica los excesos del materialismo que disuelve la dignidad, y por tanto la libertad humana. La encíclica Quadragesimo Anno, hace de la subsidiariedad el eje de su reflexión: "Como no se puede quitar a los individuos y dar a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyéndose un grave perju¡cio y perturbación de recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a uña sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero sin destruirlos y absorberlos" (Q.A.79; p.93).
UNA "TERCERA VIA" ESPIRITUAL
Los Papas, en particular León XIII, no pretendían una vuelta a una utópica Edad Media, sino que deseaban un proyecto cristiano de cara a la industrialización de una sociedad, una nueva actitud de cara al materialismo y al individualismo que afectaban de forma especialmente dramática a las clases más desfavorecidas; una "tercera vía" espiritual entre el capitalismo y el socialismo a través de un humanismo teocéntrico, respetuoso de la diversidad y de la riqueza del cuerpo social. Precediendo a la Rerum Novarum, la encíclica Humanum Genus (1884) precisaba: "Mas como no pueden ser iguales las capacidades de los hombres, y distan mucho uno de otro por razón de las fuerzas corporales o del espíritu, y son tantas las diferencias de costumbres, voluntades y temperamentos, nada más repugnante a la razón que el pretender abarcarlo y confundirlo todo y llevar a las leyes de la vida civil tan rigurosa igualdad. Así como la perfecta constitución del cuerpo humano resulta de la juntura y composición de miembros diversos, que, diferentes en forma y funciones, atados y puestos en sus propios lugares, constituyen un organismo hermoso a la vista, vigoroso y apto para bien funcionar, así en la humana sociedad son casi infinitas las diferencias de los individuos que la forman; y si todos fueran iguales y cada uno se rigiera a su arbitrio, nada habría más deforme que semejante sociedad; mientras que si todos, en distinto grado de dignidad, oficios y aptitudes, armoniosamente conspiran al bien común, retratarán la imagen de una ciudad bien constituida y según pide la naturaleza."
Así pues, durante mucho tiempo conducido por la Iglesia Católica a través de su doctrina social, el principio de subsidiariedad volverá a la esfera política en el siglo XX gracias al protagonismo dentro de su cuerpo doctrinal que le asignarán los grupos federalistas militantes por una nueva Europa democrática. Este término ya era familiar en los Estados dotados de estatutos de tipo federal o confederal como Alemania (Länder), Suiza (Cantones) o España (Comunidades Autónomas)...Solo el Estado francés, unitario y centralista desde hace siglos parece alérgico a este concepto; hasta el punto de que el término se encuentra aun ausente de la mayor parte de los diccionarios de la lengua francesa. Hoy en día este principio reaparece correlativamente a la construcción del espacio europeo y con la cuestión de la repartición de las competencias entre las Comunidades y sus Estados miembros (especialmente en el famoso artículo 3b del Tratado de Maastricht)[1], y viene bien recordárselo a ciertos "euroescépticos" asustados por la deriva centralizadora y burocrática bruselense.
¿HACIA UN NUEVO CONCEPTO DE SUBSIDIUM?
Pienso no obstante que conviene evitar considerar el principio de subsidiariedad como el remedio milagroso a nuestro estado de deficiencia democrática. Creo que hoy en día no se dan las condiciones mínimas en la base necesarias para una correcta aplicación de este principio. En efecto, las sociedades modernas industrializadas sufren una fragmentación del cuerpo social en una miríada de individuos reagrupados en estructuras antagonistas y que defienden sus intereses a corto plazo. Consustancial a esta atomización social y a la pérdida de referencias identitarias que supone, desaparece progresivamente el sentimiento natural de pertenencia comunitaria, a menudo en favor de una cultura de empresa artificial y pobre. Añadamos a todo esto la pérdida de la reflexión y de espíritu crítico de nuestros contemporáneos, distraídos de sus deberes de ciudadanía por los medios audiovisuales. Además, las estructuras nacional-estatales están dispuestas a integrarse (y desintegrarse) en la "Megamáquina" (Mumford, Bahro, Latouche) de la economía globalizada cuyos principales corolarios son: el nacimiento de las macro-regiones económicas (ALENA, MERCOSUR, UE, ANSEA..), la intensificación de los intercambios de mercancías, de personas y de capitales, la deslocalización de industrias, la sobreproducción, la aceleración de las transferencias de información, la disminución de los costes de transporte y el aumento del poder de las organización internacionales (ONU, OTAN, etc...).
Atenazada entre la mundialización de los objetivos y la individualización de las servidumbres, este tipo de sociedad no está en disposición de preservar su autonomía y su soberanía. En este contexto, las instituciones de Bruselas tienen todas las de ganar al reclamar la utilización de este principio, que de aplicarse hoy en día, entrañaría de hecho, la instauración de un principio de ingerencia insoportable y sin contrapartida en los asuntos nacionales, regionales y locales de los países europeos. El principio de subsidiariedad necesita para ser efectivamente aplicado la previa recomposición del cuerpo social alrededor de principios mutualistas. Esta recomposición ya está en curso, pero irá cada vez más contra las instituciones legales nacional-estatales y europeas. La legítima voluntad de los pueblos a hacerse cargo de su destino a través de la aparición de estas nuevas comunidades generatrices de solidaridades concretas y de verdadera convivencia, se nutrirá irremediablemente del sistema de partidos y de lobbys portadores de ideologías obsoletas, y que son hoy en día, los únicos beneficiarios del sistema oligárquico vigente.
[1]Artículo 3 B del Tratado de la Comunidad Europea,(TCE):
" La Comunidad actuará dentro de los límites de las competencias que le atribuye el presente Tratado y de los objetivos que éste le asigna.
En los ámbitos que no sean de su competencia exclusiva, la Comunidad intervendrá, conforme al principio de subsidiariedad, sólo en la medida en que los objetivos de la acción pretendida no puedan ser alcanzados de manera suficiente por los Estados miembros, y, por consiguiente, puedan lograrse mejor, debido a la dimensión o a los efectos de la acción contemplada, a nivel comunitario.
Ninguna acción de la Comunidad excederá de lo necesario para alcanzar los objetivos del presente Tratado."
(*) Stéphane Gaudin para Breizh-2004, Movimiento Federalista Bretón y Europeo.
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A LA LUZ DE UNA CANDELA
JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, PREMIO CERVANTES
(Diario de Ávila 15 febrero 2009)
Retratos y simplificaciones
Cada vez que vemos retratos de personas de hace 500 años, cuya imagen aun tiene presencia verdadera individual, - que es lo esencial que hace el arte del retrato-, tenemos que preguntarnos necesariamente si es que al famoso hombre moderno le interesa ser él y no otro, tener una presencia real y sentirse entre otras presencias reales. Pero es que ya tiene sus presencias, muy bien documentadas.
Desde que los dos grandes totalitarismos del siglo XX hicieron del crimen un humanismo, y la biografía de cada quien y cada cual se encomendó a denunciantes anónimos, servicios de información y dossiers de la corrección y la ortodoxia estatales, todo el mundo tendría ya asegurado su retrato verdadero y su biografía oficial, en varios soportes técnicos.
Un poco o un mucho como los individuos antes llamados criminales, que ya no existen, porque, aunque todavía habrá en adelante conductas definidas como delitos en los códigos, no habrá ya criminales; y, en el peor de los casos, el crimen sería una variante humanística, una expresión de la subjetividad, que sería de la misma naturaleza creativa que la que produjo la Pasión según san Mateo, aunque desgraciadamente transformada en delito por las circunstancias de la estructura social no adecuada, como lo es nuestra desdichada civilización occidental, greco-romana y judeocristiana.
De aquí que sea tan notable y decidida la determinación de realizar los más queridos ideales hitlerianos, disimulados entonces sin embargo, mientras que hoy son preconizados como Derechos Humanos y descubrimientos de progreso tal y como la filosofía darwinista del siglo IX había afirmado para integrar en ese progreso a la muerte, bajo el nombre entones de higienismo: aborto, eutanasia y asesinato legal de Estado, liquidación de seres humanos inútiles en general.
Es decir, la .estancia misma del Leviathan que es el Estado totalitario dueño de los destinos humaos en cuerpo y alma, adoctrinada bajo la tiranía de la ideología de holocausto, los logotipos y la opinión, el pienso y adiestramiento de Granja, los diseños políticos y comerciales, potitos de mermelada higienizada para el nene y la nena que son servidos en el carrito del progreso.
Suceda lo que suceda, días tras día, se pasa página, y se espera la inanidad de la siguiente, con sus adornos culturales desde luego, cuidando de que sean geniales y minimalistas ocurrencias, porque esto es cuanto tolera nuestro delicado estómago. Y como ya se ironizaba en el tiempo de la República de Weimar, el gran logro artístico-intelectual vuelve a ser salir desnudos a un escenario, trazar dos líneas paralelas, o poner un crucifijo en un inodoro. Pero estamos tan contentos, si logramos tener un amo consensuado y podemos dedicarnos a los asuntos de ingeniería de almas, y también de cuerpos sanos, engorde y matadero.
Todo queda muy simplificado.
JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, PREMIO CERVANTES
(Diario de Ávila 15 febrero 2009)
Retratos y simplificaciones
Cada vez que vemos retratos de personas de hace 500 años, cuya imagen aun tiene presencia verdadera individual, - que es lo esencial que hace el arte del retrato-, tenemos que preguntarnos necesariamente si es que al famoso hombre moderno le interesa ser él y no otro, tener una presencia real y sentirse entre otras presencias reales. Pero es que ya tiene sus presencias, muy bien documentadas.
Desde que los dos grandes totalitarismos del siglo XX hicieron del crimen un humanismo, y la biografía de cada quien y cada cual se encomendó a denunciantes anónimos, servicios de información y dossiers de la corrección y la ortodoxia estatales, todo el mundo tendría ya asegurado su retrato verdadero y su biografía oficial, en varios soportes técnicos.
Un poco o un mucho como los individuos antes llamados criminales, que ya no existen, porque, aunque todavía habrá en adelante conductas definidas como delitos en los códigos, no habrá ya criminales; y, en el peor de los casos, el crimen sería una variante humanística, una expresión de la subjetividad, que sería de la misma naturaleza creativa que la que produjo la Pasión según san Mateo, aunque desgraciadamente transformada en delito por las circunstancias de la estructura social no adecuada, como lo es nuestra desdichada civilización occidental, greco-romana y judeocristiana.
De aquí que sea tan notable y decidida la determinación de realizar los más queridos ideales hitlerianos, disimulados entonces sin embargo, mientras que hoy son preconizados como Derechos Humanos y descubrimientos de progreso tal y como la filosofía darwinista del siglo IX había afirmado para integrar en ese progreso a la muerte, bajo el nombre entones de higienismo: aborto, eutanasia y asesinato legal de Estado, liquidación de seres humanos inútiles en general.
Es decir, la .estancia misma del Leviathan que es el Estado totalitario dueño de los destinos humaos en cuerpo y alma, adoctrinada bajo la tiranía de la ideología de holocausto, los logotipos y la opinión, el pienso y adiestramiento de Granja, los diseños políticos y comerciales, potitos de mermelada higienizada para el nene y la nena que son servidos en el carrito del progreso.
Suceda lo que suceda, días tras día, se pasa página, y se espera la inanidad de la siguiente, con sus adornos culturales desde luego, cuidando de que sean geniales y minimalistas ocurrencias, porque esto es cuanto tolera nuestro delicado estómago. Y como ya se ironizaba en el tiempo de la República de Weimar, el gran logro artístico-intelectual vuelve a ser salir desnudos a un escenario, trazar dos líneas paralelas, o poner un crucifijo en un inodoro. Pero estamos tan contentos, si logramos tener un amo consensuado y podemos dedicarnos a los asuntos de ingeniería de almas, y también de cuerpos sanos, engorde y matadero.
Todo queda muy simplificado.
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lunes, 16 de febrero de 2009
Los españoles están pagando la bala que les va a matar
PODEROSA RED ELÉCTRICA
LOS ESPAÑOLES ESTÁN PAGANDO LA BALA QUE LES VA A MATAR
(Boletín Libertad Cautiva nº 20
1 septiembre 2007, C. Claudio Coello 1º Izda 28001 Madrid)
Los suministros dependen de una mano que los puede ahogar
por Mankak Mista
He venido siguiendo las informaciones que va dando en sus boletines «Investigación Libre» y «Libertad Cautiva», durante muchos años, y me han llamado la atención sus muy oportunos avisos y su nula repercusión en los ciudadanos y los gobernantes de su país, que están sufriendo las primeras consecuencias de un desastre anunciado, que se deja llegar, cruzando los brazos.
En «Investigación Libre»,nº 21, 1 de julio de 1991, comunicó la celebración de su II Demostración de los medios técnicos obtenidos en su Instituto Auxiliar deEstudios Ecoantropológicos, con pequeñas autocentrales eléctricas para recuperar la «individualización energética», que los ciudadanos tenían hace siglo y medio.
Entonces podían sobrevivir, con recursos múltiples, en caso de cualquier conflicto, catástrofe o guerra. La gente disponía de leña y carbón para sus chimeneas, braseros, hornos y cocinas, de telas y ropas, de pozos y aljibes, de bodegas, corrales, huertos y campo.
En la actualidad, ¿Cuánto resistirá la gente en su casa sin corriente y sin comunicaciones ni transportes?. ¿Tres cuatro, cinco o seis días?. En los pueblos estarán casi lo mismo. Los mercados y supermercados están en todas partes y por lo general todo el mundo tiene neveras.
¿Se acuerdan de la espada de Damocles?. Un corte del suministro eléctrico total, depende de un dedo que baje una palanca. Se dice que el apagón de Nueva York, fue un ensayo de dominio de red. La vejez y la sobrecarga de las líneas, con apagones de horas o pocos días, en áreas limitadas, sólo afectan a consumidores que, cuando surja una situación seria, verán, en conjunto, que las asociaciones que les parecen protectoras, son gubernativas.
Apagones en California, Madrid, Valencia, Barcelona y otras poblaciones, advierten que las compañías que contratan el suministro con los particulares y las industrias, dependen de la red eléctrica general y su control.
Las energías alternativas, que podrían servir para conseguir la individualización energética de una proporción creciente de personas, están siendo también absorbidas por la red eléctrica general, al ser conectadas a ellas como suministradoras.
Le dan sus aportes intermitentes que se suman a las contaminaciones y los retornos de
armónicos, que sobrecargan las líneas, contribuyendo a su calentamiento, quemas de transformadores y otras averías. Llevadas por este camino controlado, compensando su baja rentabilidad con subvenciones y ventajas, acabarán en la ruina, cuando convenga.
Mucha gente cree y se la deja creer, que quien lleva la luz a su domicilio es la compañía con la que tiene contratado el servicio y no repara en que todas se sirven de la misma línea. Cobran la parte de la energía que sirven y extras, con independencia de la que entreguen como fuentes.
Señor Prada, apoyo su llamada de atención. Es urgente lograr suficientes puntos estratégicos, con autocentrales individuales, para seguridad particular y colectiva, en mercados de bienes perecederos y servicios básicos. Hace veinte años presentó el sistema de conexiones de luz fría, de Jaime Santana, y siguen muriendo miles de mineros en explosiones de grisú. Con la misma inercia, los consumidores que están cayendo en el cepo energético, nunca saldrán de su ceguera.
LOS ESPAÑOLES ESTÁN PAGANDO LA BALA QUE LES VA A MATAR
(Boletín Libertad Cautiva nº 20
1 septiembre 2007, C. Claudio Coello 1º Izda 28001 Madrid)
Los suministros dependen de una mano que los puede ahogar
por Mankak Mista
He venido siguiendo las informaciones que va dando en sus boletines «Investigación Libre» y «Libertad Cautiva», durante muchos años, y me han llamado la atención sus muy oportunos avisos y su nula repercusión en los ciudadanos y los gobernantes de su país, que están sufriendo las primeras consecuencias de un desastre anunciado, que se deja llegar, cruzando los brazos.
En «Investigación Libre»,nº 21, 1 de julio de 1991, comunicó la celebración de su II Demostración de los medios técnicos obtenidos en su Instituto Auxiliar deEstudios Ecoantropológicos, con pequeñas autocentrales eléctricas para recuperar la «individualización energética», que los ciudadanos tenían hace siglo y medio.
Entonces podían sobrevivir, con recursos múltiples, en caso de cualquier conflicto, catástrofe o guerra. La gente disponía de leña y carbón para sus chimeneas, braseros, hornos y cocinas, de telas y ropas, de pozos y aljibes, de bodegas, corrales, huertos y campo.
En la actualidad, ¿Cuánto resistirá la gente en su casa sin corriente y sin comunicaciones ni transportes?. ¿Tres cuatro, cinco o seis días?. En los pueblos estarán casi lo mismo. Los mercados y supermercados están en todas partes y por lo general todo el mundo tiene neveras.
¿Se acuerdan de la espada de Damocles?. Un corte del suministro eléctrico total, depende de un dedo que baje una palanca. Se dice que el apagón de Nueva York, fue un ensayo de dominio de red. La vejez y la sobrecarga de las líneas, con apagones de horas o pocos días, en áreas limitadas, sólo afectan a consumidores que, cuando surja una situación seria, verán, en conjunto, que las asociaciones que les parecen protectoras, son gubernativas.
Apagones en California, Madrid, Valencia, Barcelona y otras poblaciones, advierten que las compañías que contratan el suministro con los particulares y las industrias, dependen de la red eléctrica general y su control.
Las energías alternativas, que podrían servir para conseguir la individualización energética de una proporción creciente de personas, están siendo también absorbidas por la red eléctrica general, al ser conectadas a ellas como suministradoras.
Le dan sus aportes intermitentes que se suman a las contaminaciones y los retornos de
armónicos, que sobrecargan las líneas, contribuyendo a su calentamiento, quemas de transformadores y otras averías. Llevadas por este camino controlado, compensando su baja rentabilidad con subvenciones y ventajas, acabarán en la ruina, cuando convenga.
Mucha gente cree y se la deja creer, que quien lleva la luz a su domicilio es la compañía con la que tiene contratado el servicio y no repara en que todas se sirven de la misma línea. Cobran la parte de la energía que sirven y extras, con independencia de la que entreguen como fuentes.
Señor Prada, apoyo su llamada de atención. Es urgente lograr suficientes puntos estratégicos, con autocentrales individuales, para seguridad particular y colectiva, en mercados de bienes perecederos y servicios básicos. Hace veinte años presentó el sistema de conexiones de luz fría, de Jaime Santana, y siguen muriendo miles de mineros en explosiones de grisú. Con la misma inercia, los consumidores que están cayendo en el cepo energético, nunca saldrán de su ceguera.
martes, 3 de febrero de 2009
Karamazov en autobús (José Jiménez Lozano, Diario de Ávila 1-2-2009)
A LA LUZ DE UNA CANDELA/ JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, Premio Cervantes
(Diario de Ávila1 febrero 2009 )
Karamazov en autobús
Este asunto del anuncio en autobuses de una improbable existencia de Dios, y de una invitación al disfrute de la vida, como si se tratase de una consecuencia necesaria, no es otra cosa, al fin y al cabo, que un intento de fastidiar, si se puede, a las gentes cristianas europeas, ya que esto se hace en capitales europeas, pero no en Ryad, pongamos por caso. Pero hay que reconocer que este trágala, que se supone un producto de la democracia avanzada es puro pensamiento débil, y casi tan divertido como aquella votación de los años previos a la Guerra Civil en los que, en la sede del Ateneo de Madrid se votó tranquilamente la inexistencia de Dios, sin que aquellas grandes cabezas tuvieran ni barrunto, al parecer, de la tremenda página de Nietzsche del anuncio de la muerte de Dios, hecho por boca de un loco, en el mercado.
Pero es que estos anuncios publicitarios de los autobuses no se prestan a mucho discurso, ciertamente, y es seguro que no va a desasosegar á nadie con filosofías hacia las tesis sartrianas, pascalianas, o materialistas de varias clases, estos asuntos son muchas y muy molestas cavilaciones por estas fechas. Pero lo que nos recuerdan inevitablemente, y como yendo de suyo, es la vieja escena del viejo Karamazov hablando con sus hijos, Iván y Aliosha, después de la comida familiar, en el momento en que pregunta a Iván: «Por última vez y decididamente, ¿hay Dios o no lo hay? ¡Por última vez te lo pregunto!
- Y por última vez te contesto que no lo hay.
- ¿Quién se burla así de los hombres, Iván?
- El diablo debe de ser - rió Iván Fiodorovich.
- Pero ¿hay diablo?
- No, tampoco hay diablo.
- Lástima. El demonio sabe lo que yo haría con el primero que inventó a Dios. Ahorcarle sería poco.
- Civilización no habría en absoluto si no se hubiera inventado a Dios.
- ¿Qué no habría? ¿Si no hubiese Dios?
- Ni coñac tampoco habría. Y el coñac, a pesar de todo, le gusta a usted tomarlo.
- Detente, detente, querido, una copita más».
Así es de divertida y seria la escena de Los hermanos Karamazov a la que me refiero; y, desde luego, podemos imaginarnos a Iván Karamazov viajando en esos autobuses, y siguiendo el juego: «Pero si no hay Dios, no hay coñac, señores». Quienes le escuchan se quedan perplejos, aunque no del mismo modo que quienes oían al loco del mercado de Nietzsche, porque la gran cuestión transcendente, ahora, ya sólo es el coñac.
Un ateo serio, precisamente porque parte de que no hay Dios, sabe que tampoco puede haber ninguna realidad que sea entitativa y no accidental; y, si vive en una cristiandad mundana, posee un espíritu más profundo –decía Kierkegaard -, y advierte a esa cristiandad que no puede tratar de acordar su fe con «el uso delicioso y criminal del mundo».
Lo demás son politiquerías y agnosticismos, a los que no parece importar mucho el destino humano, sino asuntos de venta de productos de última ocurrencia; probables o improbables es lo mismo.
(Diario de Ávila1 febrero 2009 )
Karamazov en autobús
Este asunto del anuncio en autobuses de una improbable existencia de Dios, y de una invitación al disfrute de la vida, como si se tratase de una consecuencia necesaria, no es otra cosa, al fin y al cabo, que un intento de fastidiar, si se puede, a las gentes cristianas europeas, ya que esto se hace en capitales europeas, pero no en Ryad, pongamos por caso. Pero hay que reconocer que este trágala, que se supone un producto de la democracia avanzada es puro pensamiento débil, y casi tan divertido como aquella votación de los años previos a la Guerra Civil en los que, en la sede del Ateneo de Madrid se votó tranquilamente la inexistencia de Dios, sin que aquellas grandes cabezas tuvieran ni barrunto, al parecer, de la tremenda página de Nietzsche del anuncio de la muerte de Dios, hecho por boca de un loco, en el mercado.
Pero es que estos anuncios publicitarios de los autobuses no se prestan a mucho discurso, ciertamente, y es seguro que no va a desasosegar á nadie con filosofías hacia las tesis sartrianas, pascalianas, o materialistas de varias clases, estos asuntos son muchas y muy molestas cavilaciones por estas fechas. Pero lo que nos recuerdan inevitablemente, y como yendo de suyo, es la vieja escena del viejo Karamazov hablando con sus hijos, Iván y Aliosha, después de la comida familiar, en el momento en que pregunta a Iván: «Por última vez y decididamente, ¿hay Dios o no lo hay? ¡Por última vez te lo pregunto!
- Y por última vez te contesto que no lo hay.
- ¿Quién se burla así de los hombres, Iván?
- El diablo debe de ser - rió Iván Fiodorovich.
- Pero ¿hay diablo?
- No, tampoco hay diablo.
- Lástima. El demonio sabe lo que yo haría con el primero que inventó a Dios. Ahorcarle sería poco.
- Civilización no habría en absoluto si no se hubiera inventado a Dios.
- ¿Qué no habría? ¿Si no hubiese Dios?
- Ni coñac tampoco habría. Y el coñac, a pesar de todo, le gusta a usted tomarlo.
- Detente, detente, querido, una copita más».
Así es de divertida y seria la escena de Los hermanos Karamazov a la que me refiero; y, desde luego, podemos imaginarnos a Iván Karamazov viajando en esos autobuses, y siguiendo el juego: «Pero si no hay Dios, no hay coñac, señores». Quienes le escuchan se quedan perplejos, aunque no del mismo modo que quienes oían al loco del mercado de Nietzsche, porque la gran cuestión transcendente, ahora, ya sólo es el coñac.
Un ateo serio, precisamente porque parte de que no hay Dios, sabe que tampoco puede haber ninguna realidad que sea entitativa y no accidental; y, si vive en una cristiandad mundana, posee un espíritu más profundo –decía Kierkegaard -, y advierte a esa cristiandad que no puede tratar de acordar su fe con «el uso delicioso y criminal del mundo».
Lo demás son politiquerías y agnosticismos, a los que no parece importar mucho el destino humano, sino asuntos de venta de productos de última ocurrencia; probables o improbables es lo mismo.
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Hermanos Karamazov,
José Jimenez Lozano,
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